La tabla se bamboleaba por el movimiento natural del mar, mantener el equilibrio parecía una tarea complicada, pero ni por eso aquella princesa del arrecife parecía insegura o amedrentada. Por el contrario, Marinette estaba de pie sobre la tabla, con el remo asido con fuerza en sus manos mientras miraba a su alrededor, atenta a los cambios de la marea y a la sombra oscura que nadaba a su alrededor.

La aleta dorsal era inconfundible, un tiburón.

¡Dios! ¿Por qué no prestó atención al guía turístico que hablaba de cómo enfrentar a los tiburones en altamar?

Pero ella jamás creyó que naufragaría, no necesitaba esa información.

Bueno, tampoco llegó a imaginar que en realidad era una princesa perdida de las ciudades de coral, hija de la más poderosa sirena que hubiese gobernado ese lado del mar…

Marinette se arrodilló en la tabla y metió una mano a agua, murmurando alguno de los conjuros que había aprendido para amedrentar a las criaturas, ganándose una descarga eléctrica en la piel y ahogando un grito antes de levantarse a toda prisa y asir de nuevo el remo en ambas manos.

—Maldición —murmuró sintiendo escozor en los ojos, la sensación inequívoca de que se echaría a llorar.

Claro, Lila debía haber vuelto al mar, corría el doble de peligro al permanecer ahí.

¿De verdad así acababa todo?

Una sombra más grande se hizo presente en las aguas, Marinette ahogó un gemido antes de prepararse para pelear… hasta que hizo el cálculo mental.

Dos a uno, un tiburón de su estatura y otro que, al menos, media seis metros.

Ahora sí, iba a morir…

Pero si querían una mordida, tenían que pelear por ella.

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31.-La conexión con la estrella

Manu: Otra vez no voy al corriente con los estrenos de la T4 de miraculous jajaja perdón, pero no spoilers, y espero ponerme al corriente pronto. Antes me gustaba muchísimo el Marichat, pero creo que ya encontré un ritmo tan bonito con el Lukanette que me cuesta cambiarlo. A ver qué pasa más adelante.

ClauSan: Perdón por la ansiedad ajjajja nunca es mi intensión. De Lila, bueno, ya somos dos las que la odiamos, créeme, la haré sufrir, pero todavía falta un poco para eso. No tengo perdón, lamento haberme demorado tanto en la actualización, espero que esto no genere tanta ansiedad aunque sí pretendo dejar cabos sueltos para el siguiente capítulo, a ver qué sale. Me encanta saber que mi música sirve de algo, yo no puedo vivir sin ella y me encanta añadirla a mis historias, creo que le dan el toque final que no podría yo poner sin ella.

Mu Bug Moon: Perdón por la demora, y definitivamente todo saldrá bien para la estrella, pero pronto no jajaja ahora sí, actualización y todo. No he tenido tiempo ni para respirar, espero poder subir una actualización de Confesiones antes de que Octubre se termine y ponerme al corriente con tu fic de Eu Or y Occ, pero primero necesito organizarme.

Sonrais777: Perdón! Creo que no hago más que disculparme, espero compensar un poco con esto, y con Confesiones, prometo momentos suaves para compensar tanto sufrimiento.

Riv_Nefkala_W: No sé si me vas a leer por aquí, pero si lo haces, quiero que sepas que valoro mucho el apoyo mutuo que aparentemente nos hemos estado dando sin saber y sin querer, de verdad adoro contar con tu apoyo y admiro tu trabajo, quiero poder leer más de ti pronto, en cuanto todo se acomode mejor porque #TrabajoNuevo jajaja

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Luka sentía una profunda angustia en el pecho, sentimiento que, estaba seguro, no le pertenecía, pero del que tampoco podía deshacerse.

Sólo tenía espacio en su mente para un pensamiento: que Marinette este bien.

Ingresó por fin al último pasillo que conducía a los calabozos y suspiró al ver a Tomoe al final del mismo, recargando un hombro contra la pared del frente y analizando la celda cerrada con ojo crítico.

—Alteza —saludó el aspirante a capitán haciendo una reverencia para Tomoe, sin obtener respuesta.

Ya conocía esa postura en la reina ciega, ya sabía que ella podía quedarse embebida en sus pensamientos sin que nada la perturbara, así que el muchacho prefirió volver la vista a la celda, donde Emilie descansaba sobre su aleta, con el rostro caído hacia el frente, una figura patética que hizo a Luka pasar saliva con dificultad.

—Ella era tu mentora, ¿no es así?

Fueron las primeras palabras proferidas por aquella regente antigua, dichas como un susurro aterciopelado que hizo a Luka bajar los hombros.

—Sí, me enseñó todo lo que pudo sobre mis dones con el océano. Ella es la razón por la que no hundí el Liberty la noche en que perdimos a mi padre.

El silencio se alzó de nuevo sobre ellos mientras Luka se encaminaba hacia la celda, percatándose de que Emilie no reaccionaba a su voz.

—Es por el bien de la ciudad —murmuró Tomoe adivinando el rumbo de los pensamientos de Luka y haciéndole sonreír.

—Alteza, no es mi intensión dudar de sus decisiones, tiene mi lealtad.

—No –contradijo sarcástica aquella sirena —, tengo una hija a la que eres leal, yo soy prescindible.

Tomoe se habría esperado una respuesta irónica, algún sarcasmo que le ayudara aponer lejos el dolor y el temor, nunca imaginó que las palabras solemnes que Luka proferiría le darían más calma de lo que una broma amena habría conseguido.

—Usted es la reina del arrecife, el dragón del mar, y tiene mi lealtad porque tiene mi respeto. Y tiene mi respeto porque tiene mi cariño —añadió intensamente antes de hacer una reverencia profunda sin dejar de mirarle el rostro a la reina, feliz de verla tan sorprendida —, porque ha sido una gran representante del océano, y sé que el resto irá bien mientras usted esté en el trono.

—Eres un adulador —murmuró la reina conmovida antes de aceptar el apretón que Luka le ofrecía, gesto que se tornó gallardo cuando el tritón le besó los nudillos.

—No deja de ser cierto todo lo que dije.

Sintieron el cambio en el agua, sintieron la presión ir en aumento, vieron a Emilie levantar el rostro en dirección a la entrada de los calabozos, oculta tras su máscara de hierro.

—Capitán —llamó Tomoe intensamente —, que todo tritón de la guardia capaz de lanzar hechizos vaya a las almenas, nos encontramos bajo ataque.

—Sí, alteza.

Y aunque el muchacho hizo por retirarse, la mano de la reina se cerró sobre su muñeca para detenerlo, tomándolo por sorpresa al verla dudar.

—Hay cosas que debes saber, de Marinette, de Kagami, de tu padre, y prefiero que las sepas de mí, pero ahora no hay tiempo.

Luka respiró profundo, entendiendo el trasfondo de aquellas palabras.

Lo que Tomoe tenía para decirle, seguro Lila lo sabía, y de ser posible lo usaría contra él para hacerle dudar en la batalla.

—Tendremos esa conversación, alteza –prometió el tritón con una sonrisa suavizada —, en su momento.

—No te quebrantes, Luka Couffaine —dijo la reina mientras le soltaba, como una orden, aunque por dentro fuera una súplica.

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Marinette había caído al agua por un coletazo de aquel ser, su tabla se había partido por la violencia de la agresión, el remo flotaba a la deriva y fue la búsqueda de aquella pieza lo que reveló a Marinette que había tierra cerca.

Se hundió medio metro en el agua, si acaso treinta metros la separaban del fondo, luego de haber pasado semanas, meses, estudiando en las ciudades de coral, esa cantidad de agua ya no parecía asustarla.

No, lo que la asustó fue verse acorralada por un tiburón blanco que nadaba a su alrededor a toda velocidad mientras otro tiburón, uno tan grande que Marinette quería echarse a llorar, permanecía a medio camino entre ella y tierra firme, quieto y sereno como si fuera un simple observador, o si la pereza le impidiera moverse de su lugar, eso sí, con la boca tan abierta que podría haberse tragado a Marinette de un bocado y sin masticarla.

La joven princesa salió a flote a toda prisa en cuanto el tiburón blanco nadó por detrás de ella, sabía que no tenía oportunidad, sabía que ese pez sería más rápido, más letal, que llegaría primero. Tenía que intentarlo.

No había nadado mar adentro persiguiendo un canto ancestral para morir así, no iba a morir ese día, no ahí, no a manos de un tiburón blanco, no después de haber sobrevivido a los conjuros de Lila, no sin abrazar a Kagami, no sin besar las mejillas de Tom y Sabine, no sin decirle a Tomoe cuánto la admiraba, o que, de verdad, la amaba…

No sin besar a Luka una última vez.

Marinette espero a tener al tiburón blanco a sus espaldas antes de nadar a toda prisa me dirección a su remo, asiéndose a un último rayo de lucha y esperanza.

Los dientes del tiburón se le enterraron en la pantorrilla cuando ella estuvo a un par de metros del remo, arrancándole un grito de dolor y alguna que otra lágrima traicionera que le cegó la vista por un momento mientras su sangre manchaba las aguas, haciéndola perder las esperanzas de un momento a otro.

Marinette tiró una patada a la nariz del escualo para tratar de liberarse, pero sólo consiguió enfurecer al pez que cerró la mandíbula con más fiereza, haciendo a Marinette llorar desconsolada.

Su sangre había caído al mar. ¿No era eso lo que Lila necesitaba para consolidar su conjuro? ¿Una gota de sangre en el océano sería suficiente aún si la bruja no estaba presente para reclamarla?

Sintió ardor en el vientre donde estuvo una vez la estrella de Meredith, sintió dolor en el cuerpo, sintió su argolla de compromiso grabarse en fuego, y se hundió con el escualo que la jalaba hacia las profundidades pensando en el rostro de Luka Couffaine.

Y el último grado de esperanza, brotando como burbujas entre la oscuridad.

Yo podría guiar tus trances…

(Sticks and stones – Icon for Hire)

Las palabras de Luka la golpearon al mismo tiempo que comenzó el ardor en su argolla.

No sabría, al menos de momento, que Luka sentía el mismo ardor mientras peleaba. No sabría hasta mucho tiempo después que su prometido peleaba blandiendo su espada contra un ejército de muertos resucitados por la bruja del océano, no sabría que la magia corría por las manos del capitán de la guardia, nombrado a la mala al haber caído el capitán anterior. No sabría que Luka sentía el mismo ardor mientras ambos encontraban la fiereza para pelear.

—Pelea —murmuraría Luka Couffaine pensando en su Marinette, preguntándose si ella estaría a salvo —. Pelea —suplicaría a media voz mientras daba la siguiente estocada y se abría paso entre los huesos y el metal —¡Pelea! —exigiría con un hilo de voz mientras sentía el dolor en la aleta y las manos entumecidas en torno a sus espadas, como si estuviera paralizado y ahogándose.

Y Marinette sentiría las palabras de Luka como una caricia suave en la mejilla, una súplica lejana mientras el mar reaccionaba en su entorno y ella recordaba quién era.

El tiburón blanco tiraba de ella hacia abajo y hacia el océano, nadando a toda velocidad, arrastrándola hacia la oscuridad donde era visible que su argolla de compromiso brillaba en un tono rosa y dorado.

Yo soy la estrella del océano —pensó Marinette con fiereza mientras dejaba de luchar contra el tiburón y se doblaba sobre sí misma para alcanzar la mandíbula de aquel animal —Yo soy la hija de Tomoe —exclamaría con lo último de aire que le quedaba en los pulmones —, yo soy la princesa perdida, y no caeré ante un animal.

Una mano entre los ojos del escualo, una mano en su nariz, y la sensación de que su piel ardía mientras ella serenaba sus emociones y ponía la mente en blanco.

Luka sintió resistencia contra sus espadas un segundo antes de recibir el golpe del enemigo.

Muertos, esqueletos, cuerpos descompuestos igual que los guardianes de las catacumbas, atacándole sin cuartel mientras él defendía la sala del trono y la vida de la reina. Pero la resistencia que encontró contra sus espadas no fue gracias al ataque de su adversario, sino como si pudiera sentir algo más a través del océano.

El filo de aquellos guardianes encontró un lugar en contra de su arma un segundo después de que Luka sintiera aquel impacto, y el tritón sonrió confiando al percatarse de que, lo que fuera que hubiese sentido antes, todo era real.

Luna dea —murmuró el capitán de la guardia sintiendo que la magia corría por sus manos, pero no se manifestaba dado que él no conjuraba el hechizo.

—¡Luna dea —murmuraría Marinette en la distancia, sintiendo las manos suaves de Luka sobre sus hombros, sintiendo el roce de los labios en su mentón mientras ella encontraba la calma para hablar a pesar de estar sumergida casi ocho metros —, clamorem exaudi mea —continuaba aquel hechizo mientras sus manos se iluminaban y el escualo abría los ojos por la sorpresa y el terror de darse cuenta de aquello —, tuoque sub nomine creaturas placida tactus! —concluyo con voz en grito sin percatarse de que en ese momento no le faltaba el aire.

Se vio como una descarga de electricidad que corrió hasta la piel del escualo, consiguiendo hacerle perder el conocimiento unos segundos, tiempo suficiente para que ella le pateara y nadara hacia la superficie, hacia su remo, hacia su último rayo de esperanza mientras el otro tiburón, el que le cerraba el paso hacia tierra firme, comenzaba a nadar hacia ella.

Luka llegó hasta la entrada este, donde más y más de aquellos guardias caídos emergían, demasiado pesados por las armaduras de metal como para nadar por encima de los muros. Aquello había horrorizado a otros tritones de la guardia de palacio, la mayoría de ellos jamás había tenido que blandir sus espadas, pero Luka Couffaine ya había peleado contra los guardianes de las catacumbas con tal de salvar la vida, así que ver a los cuerpos reanimados avanzar hacia él no le causaba temor alguno.

—¡Cierren el paso hacia el castillo —exclamó el joven capitán luego de deshacerse de sus adversarios con un movimiento fluido de sus espadas —, que bloqueen los pasillos y protejan la entrada hacia los calabozos!

—¡Capitán, son demasiados!

—Sus armaduras pesan —respondió el muchacho nadando hacia arriba, buscando una mejor visibilidad de la batalla para dar su siguiente orden —, los guardianes de las catacumbas no tienen la fuerza levantar sus armaduras a través del océano —añadió con voz poderosa mientras miraba hacia el fondo, percatándose de los destellos verdes y violetas que comenzaban a acercarse, lo mismo que una especie de bruma negra en el fondo del océano, los vestigios de la hechicería. ¡Los tritones que sirven a la luna al frente! —gritó Luka levantando una espada al notar aquello, horrorizado —¡Nos atacan con magia negra!

Fue un cambio perfectamente sincronizado. La mayoría de los guerreros retrocedió nadando de espaldas, con la mirada fija en los guardianes de las catacumbas, que gritaban furiosos al perder a sus objetivos y lanzaban las manos y las espadas hacia el frente, movimientos desesperados que no encontraron nada contra lo que pelear hasta que un grupo más reducido avanzó entre los tritones que se retiraban.

Escudos, espadas, conjuros dichos a media voz, todos ellos enterrando sus escudos en la arena mientras alzaban sus rezos y la bruma retrocedía, retorciéndose como una criatura herida.

Y entonces emergió...

Luka dedicó una mirada de rabia a la bruja del mar, quien sonrió radiante para él al verlo ahí, dispuesto a desquitar con ella toda la rabia y la impotencia que había sentido en la batalla.

La anguila mascota nadaba acariciando la piel de su dueña, zalamera y mimosa mientras Lila echaba una breve ojeada a su alrededor, percatándose de que sus conjuros parecían haber sido retenidos por la guardia.

—Vayan, mis guardianes —ordenó la bruja apuntando a Luka con una mano, un gesto de invitación en medio de una orden cruel —, tráiganme la cabeza del capitán.

—¡Ellos no te van a obedecer porque...! —trató de decir Luka, pero vio horrorizado la marca de la estrella en la piel de Lila, consolidada perfectamente.

La sangre de Marinette... De alguna manera, Lila tenía que haber conseguido la sangre de Marinette.

¿Sería ese el ardor que había sentido? ¿A su Marinette muriendo?

Bajó la mano hacia su argolla mientras las espadas resbalaban de su agarre y caían hasta enterrarse en la arena del fondo. Seguía ahí, grabada con fuego en su piel. Si trataba de buscar a su Marinette a través del océano no encontraría nada. No podía encontrarla en el agua desde que Lila había robado su magia, y, aun así, hizo el intento de buscarla.

Las chispas lo hicieron retroceder cuando el choque de espadas casi le golpea el rostro.

Luka retrocedió horrorizado, percatándose de que uno de los tritones de la guardia había metido su espada justo a tiempo para librarle de la decapitación.

—¡Capitán! —exclamó el muchacho, y Luka reconoció a Dean, que le miraba preocupado mientras resistía el ataque.

—¡Retrocede! —bramó Luka cruzando los brazos en equis frente a su rostro y generando chispas azules entre sus muñequeras de metal.

Dean salió huyendo al instante y Luka abrió su guardia, lanzando una descarga de electricidad que quitó la vida al tritón de las catacumbas, reduciéndolo a una pila de huesos y metal.

—¡Tráiganme la cabeza del capitán! —gritó desesperada la bruja al ver a Luka recuperar sus espadas y lanzarse hacia el frente a pelear por encima de los escudos de sus tritones de confianza.

—¡Lila, tú, bruja! —se escuchó una voz en las alturas.

La aludida vio sorprendida a Adrien nadando a toda velocidad hacia ella, portando un arpón de pesca.

El muchacho disparó en su dirección, haciendo a la bruja retroceder mientras reía de forma macabra y el agua parecía oscurecerse a su alrededor.

—¿Qué esperas lograr con eso, niño de la playa? —espetó Lila burlesca mientras Adrien llegaba al lado de Luka y sostenía el arma en dirección a Lila a pesar de no estar cargada.

—Distraerte —confesó el rubio con una sonrisa radiante que hizo a Lila mirarle confundida.

Levantó la vista horrorizada al sentir el cambio, una red pesada cayó sobre ella mientras Louis nadaba a toda velocidad hacia su hijo luego de haber disparado aquella trampa contra la bruja.

—¡Escuderos —gritó el recién llegado situándose al lado de su hijo, levantando su propia espada, portando el uniforme de las tortugas por primera vez en años, consiguiendo que a Luka se le cerrara la garganta y le ahogasen las ganas de llorar —, por la luna!

—¡Por la luna! —gritó Luka levantando su espada, seguido del coro de voces de todos los tritones a su cargo.

—Esa red no la contendrá lo suficiente —murmuró Adrien horrorizado al ver la tinta negra que brotaba entre las cuerdas disolviéndolo todo.

—Pero nos dará el tiempo suficiente de ventaja —prometió Luka antes de envainar las espadas y levantar una mano hacia la superficie —¡Sass, scales slithers! —gritó a todo pulmón mientras el kwami llegaba hasta ellos luego de haber estado nadando a toda velocidad.

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(My arms – Ledger)

Marinette respiraba con dificultad, acariciando suavemente la piel de aquel enorme tiburón que nadaba en círculos con ella en la espalda, cubriéndola a momentos del sol con su aleta dorsal mientras esperaban.

Pasó saliva con dificultad mientras sentía que su argolla ardía de nuevo, mientras sentía la adrenalina recorrer su piel por encima, mientras se percataba de que Luka debía estar peleando una batalla en la que ella no podía participar todavía, dado que su magia había sido arrebatada al fin ahora que su sangre había caído al mar.

Podía sentirlo, ahora sí era real, ahora sí podía sentir que su magia se había evaporado por completo, y ella volvía a ser la niña ingenua que había llegado a la playa un año atrás, vacacionando con sus amigos con la promesa de vivir una aventura de verano, tal vez un romance de unos días antes de volver a su vida normal...

Qué equivocada estaba.

Metió la mano al agua y lloró, tendiéndose de costado sobre la espalda del tiburón peregrino que parecía sentir la tristeza de Marinette como propia, y que quería consolarla, pero no sabía cómo.

Qué ironía, un tiburón peregrino...

El animal era enorme, podría habérsela tragado de un bocado, pero cuando llegó hasta ella permaneció quieto, mirándole con un gesto que a la princesa del océano le pareció incluso infantil; y ella sólo pudo abrir la boca, pasmada, cuando vio al tiburón empujando el remo con su nariz hasta ella antes de sumergirse y sacarla a flote.

—Luka —murmuró Marinette con la mano dentro del agua, sin imaginarse que el capitán de la guardia podría sentir sus brazos alrededor de su cuerpo mientras ella lloraba amargamente, suplicando hacerle saber que estaba bien —, mi Luka.

—¿Luka Couffaine? —murmuró una voz infantil, sorprendiendo a Marinette con su dulzura.

—Es el capitán de la guardia —explicó la princesa enderezándose en el lomo del tiburón y mirando a la sirena que le había hablado.

No, aquella no era la chica con la que había peleado, ella no era la sirena tiburón contra la que se había enfrentado, su mirada era más dulce, inocente, sus cabellos rizados se esponjaban alrededor de su rostro redondo y su piel morena.

—Luka Couffaine —repitió aquella extraña sonriéndole al agua, haciendo a Marinette sentir su magia —, ella está bien, y volverá pronto a ti —prometió haciendo a Marinette sentir más tranquila con sus palabras.

—Gracias —musitó Marinette antes de romper en llanto y sentir que, por fin, bajaba un poco de la presión que había estado sintiendo sobre sus hombros —, gracias —repitió llorando más amargamente todavía, mientras aquella sirenita nadaba hasta ella y la abrazaba dulcemente, acariciándole el cabello ahora que el tiburón peregrino se había sumergido un poco más —. Gracias —sollozó la princesa aferrándose al cuerpo de aquella leona marina mientras la joven le acariciaba el cabello suspirando —, ni siquiera sé tu nombre y ya te debo tanto... Gracias...

—Mi nombre es Jeanette —murmuró la chica con una sonrisa radiante mientras Marinette se deshacía en llanto —, y no tienes nada que agradecer.