28 Días
(28 Days)
Por Rozefire
Traducido por Inuhanya e IR-CHAN
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Capítulo 8
Jugando duro para ganar
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"Sr. Rinka, cómo va la vida?" saludó Inuyasha a su paciente con una actitud inusualmente animada.
"Igual de viejo, igual de viejo." Respondió el hombre desde su silla de ruedas. "La hernia aún está ahí, también continúo teniendo esos leves ataques cardíacos. Mi esposa me dejó, mi hija adolescente me odia y mi papá murió."
"Bien, bien." Inuyasha comenzó a llevarlo hacia la sala de consulta. Nop, nada podría arruinar su humor hoy. El repartidor no había llegado esa mañana así que hubo un buen comienzo de día.
Pero por supuesto, eso sólo le trajo mala suerte.
"Doctor Inu!" llegó Aki corriendo tras él.
Inuyasha agarró las manijas de la silla de ruedas un poco más fuerte y volteó con una firme sonrisa. "Qué pasa, querida?"
"Kagome se fue otra vez, señor."
Sin necesidad de decirlo, la reacción que recibió fue suficiente para enviar a Miroku sonando su portalápices lleno de dinero hacia la recepción.
Inuyasha dejó al Sr. Rinka que se las arreglara solo y regresó a la recepción con Aki escurriéndose tras él.
"Dónde demonios está Kikyo!" demandó Inuyasha cuando alcanzó la recepción y golpeó un puño en el escritorio, haciendo a Miroku levantar la vista. "Eres un cirujano! QUÉDATE en cirugía por el amor de dios!"
"No tengo pacientes. Y aún desde que Kikyo se fue no tengo nada mejor que hacer." Dijo Miroku defensivamente. "Quieres escuchar mi teoría?"
"No!"
"Apuesto que Kagome secuestró a Kikyo." Él pensó en eso. "Pero entonces, tal vez no. Ella no tenía a Kikyo cuando se dio salida."
"Ella se - Qué demonios pasa contigo!" Inuyasha agarró a Miroku por las solapas y lo arrastró hacia adelante. "La dejaste salir de aquí!"
"Por supuesto - dijo que tú la dejaste salir!" Miroku retiró sus manos.
"Y le creíste!"
"Sí." Miroku se encogió. "Aunque supongo por la mirada en tu cara que estaba diciendo una…"
"No creo esto." Gruñó Inuyasha. "Llama a la familia – ve si está ahí. Si no – entonces llama a la policía."
"Eso es un poco malo." Comentó Aki.
"Ellos la encontrarán más rápido que dos de sus peludas neuronas juntas lo harán." Gruñó Inuyasha mientras Miroku levantaba la bocina.
"Hola, este es el Hospital Shikon hablando – Kagome está ahí, parece que la perdimos." Miroku se desvaneció. "De acuerdo, no sabía que ustedes no sabían que estaba perdida."
"Hey Dogtor!"
"Oh no." Inuyasha cayó contra el escritorio por un momento antes de voltear miserablemente hacia la entrada. "Oh, por qué no estás muerto todavía!"
"Buen intento." El repartidor ahora estaba conduciéndose por las puertas automáticas en una silla de ruedas con una pierna rota. "Adivina quién es mi nuevo doctor?"
Esa feliz mañana se tiró rápido por la ventana. Inuyasha le dio una desesperada mirada a Miroku quien estaba muy ocupado sosteniendo el teléfono levemente retirado de su oído con una mueca. "Cuando dije perdida – sólo quise decir extraviada-"
Inuyasha estaba perdiendo rápido el hilo de la realidad y miró alrededor por algo normal a qué aferrarse. Ubicó a Aki de pie plácidamente en el escritorio, quien rápidamente se irguió cuando notó su mirada. "D-Doctor?"
"Aki! Ve a traerme un café de la cafetería – y diles no reprimirse en la cafeína!" dijo él mientras ella corría a cumplir su orden.
"Me pregunto lo que esto significa. Debe ser el destino lo que nos ha unido otra vez, Doc." Musitó el repartidor.
"O tal vez sólo significa que mi muñeco de vudú está funcionando después de todo." Murmuró Inuyasha y miró a Miroku mientras tiraba el teléfono de repente bruscamente. "Está ahí?"
Miroku le dio una seca mirada y regresó a archivar.
"Doctor Inu!"
Inuyasha volteó, lleno de temor cuando dos guardias de seguridad llegaron enojados por las puertas. "Qué?"
"Esta loca pollita se fue con su auto!" jadeó uno.
"No pudimos detenerla – iba muy rápido!"
"Doctor Inu!" Aki regresó.
"Oye Dogtor – cuándo me fijan la pierna?"
"Inuyasha, tienes alguna idea de qué sigue después de la P en el alfabeto?"
"Quiere que llamemos a la policía?"
"Oh – y los padres de Kagome no saben dónde está – tendrás que encontrarla."
"Oye – él es mi Dogtor primero – necesito mi pierna restaurada – vamos!"
"Doctor – su café se está enfriando y tengo cosas que hacer para la Doctora Fei así que-"
Aki cayó corta cuando el café en su mano salió a volar de repente para estrellarse contra la pared tras el escritorio. Todos quedaron en silencio mientras Inuyasha tiraba sus papeles y se precipitaba por el corredor lanzando lejos su estetoscopio mientras lo hacía.
El Sr. Rinka salió de una sala de consulta mientras Inuyasha pasaba. "Oye – dijiste que me verías ahora – a dónde vas?"
Inuyasha lo ignoró y continuó caminando hasta que estuvo fuera de vista.
Aki se infló enojada y apretó sus puños en sus caderas. "Bueno eso es gratitud para ti."
"Será mejor que no haya renunciado – necesito que mi pierna sea vista." Frunció el repartidor.
"Oh no te preocupes, regresará en cinco minutos." Miroku regresó a su archivo. "Hace esto cada lunes o cuando sea. Oh miren, cubrió completamente todas esas formas en café!"
"Realmente alguien debería hablarle de manejar esos arrebatos." Dijo Aki y miró alrededor. De repente todos se veían como si tuvieran cosas que hacer y ver así que sólo suspiró y se rindió. Después de todo, a ella no le gustaría decirle a Inuyasha tomarlo con calma.
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Los lunes siempre eran los días más largos de la semana. Seriamente no lo eran. Especialmente cuando tenías trabajo de catorce a quince horas al día – incluso los fines de semana. Y a las personas siempre les gustaba escoger los lunes sobre los otros días para enfermarse o tener un accidente.
El único alegre momento en un lunes era a las once cuando él terminaba el turno e iba a casa. Infortunadamente no este lunes. Su auto había sido robado y mientras la policía estaba en el caso, aún tenía que caminar a casa. Probablemente podría haber tomado el bus o algo, ya que era una gran distancia, pero si la verdad era dicha era un poco claustrofóbico. Aunque no iba a decírselo a nadie.
Así que después de un largo día de trabajo, tenía un largo camino a casa, donde probablemente encontraría una larga lista de cuentas y un largo mensaje de su madre en la contestadora diciéndole usar ropa interior limpia.
Todo lo que él quería era gatear en la cama y descansar un poco.
Eventualmente rodeó la esquina en su parqueadero y se detuvo en seco. Su auto estaba justo en el lugar usual, luciendo como si no se hubiera movido desde ayer. Él miró y se rompió la cabeza con esto antes de correr rápidamente y mirar de arriba abajo por daños. Ni un simple rasguño, ni abolladuras, ni ventanas rotas ni entrada forzada. Lo único malo era que la radio adentro había sido vuelta pedazos.
Con una mueca, Inuyasha decidió que realmente no lo escuchaba de todas formas, así que no se molestaría en pagar por uno nuevo. Entonces viendo que su bebé estaba sano y a salvo en su lote asignado, subió a la puerta y comenzó a esculcar en su bolsillo por sus llaves.
Desafortunadamente, descubrió con temor, que sus llaves también habían sido robadas.
"Ah mierda." Inuyasha se desplomó y golpeó su frente contra la dura puerta. Con un suspiro presionó el botón. Esperó unos segundos antes de presionarlo otra vez.
Hubo un sonido de estática del altavoz a su lado antes de que una voz más bien refunfuñante respondiera. "Qué quieres?"
"Déjame entrar." Le dijo Inuyasha.
"Quién demonios eres tú?"
"Inu."
"No estás ya registrado?"
"Estoy afuera en la puerta." Dijo Inuyasha planamente. "No estoy registrado. No estoy en mi apartamento. No estoy feliz. Estoy estresado. Mi vida apesta y si tú no abres la maldita puerta en los próximos diez segundos entonces escalaré al techo y me lanzaré."
"Y la parte donde comienzo a compadecerme viene cuándo?"
"O abres la puerta o pasas el resto de la noche limpiando todos mis restos esparcidos." Él no había ya tenido esta conversación con Kagome?
"Está bien, está bien." Vino la amortiguada respuesta.
Hubo un pito y la puerta se abrió. Inuyasha no se molestó en darle las gracias mientras procedía a subir las escaleras, todo el recorrido hacia la cima del edificio hacia la última puerta en el último nivel. Siendo la persona organizada que era, había estado bien preparado para el evento en el cual se quedara por fuera.
Se bajó en una rodilla y dio un vistazo de cerca a la cerradura. Luego sacó un cortaplumas de su bolsillo y lo insertó en el cerrojo y lo movió un poco antes de que hiciera clic.
La puerta se abrió y finalmente entró. Síp. Aún el mismo viejo apartamento. Nada había cambiado. Sus cajas todavía estaban por ahí, aún por ser desempacadas y ordenadas, aunque se había mudado hacía un mes. No había tenido el tiempo.
Se detuvo en seco cuando escuchó la TV en el estar. Se apresuró a la entrada y miró sorprendido cuando Kagome volvió su atención del TV para considerarlo. "Te tomaste tu tiempo."
"Lo siento, salí tarde. Yo-" él frunció de repente. "Por qué demonios estoy explicándome contigo!"
"Y no seas tan furtivo al entrar." Dijo Kagome mirando de nuevo el TV. "Pensé que eras un intruso o algo."
"Vivo aquí!" Explotó Inuyasha.
"Lo sé." Kagome asintió y levantó su billetera y su juego de llaves. "Sabes, realmente no deberías inclinarte tan cerca para revisar mi pulso. Todo tipo de cosas caen de tus bolsillos."
"Me robaste!" gruñó él y apretó sus puños. "Tienes alguna idea de lo preocupados que todos han estado por ti! Tu madre ya fue a la policía y estaba histérica en el teléfono!"
Kagome se encogió. "Como sea."
Ouch. Inuyasha se acercó y recuperó sus objetos de valor. "Y destruiste mi radio!"
"Estaba tocando la canción 'vamos a vivir para siempre'." Dijo Kagome secamente.
"La ironía te golpeó duro?" Dijo Inuyasha en igual tono.
"No, sólo que no me gusta la melodía." Respondió Kagome y comenzó a ignorarlo en favor de observar el programa nocturno de preguntas. "Oh – sé esta! Es Tom Hanks!"
El TV de repente murió y Kagome le dio una mirada a Inuyasha quien tenía el control remoto levantado y sopló el extremo como si fuera una pistola. Kagome suspiró y se acomodó en el sofá, volteando su cabeza para ignorarlo.
"Supongo que no quieres hablar." Inuyasha se encogió.
"Supones bien." Dijo Kagome cortamente.
Él sonrió forzadamente y comenzó a salir de su chaqueta. "No, porque si no quisieras hablar habrías ido a otro lado. De todos los lugares en los que pudieras haber estado con todo mi dinero y mi auto, escogiste mi casa."
La quijada de Kagome se apretó visiblemente. "Estaba aburrida. Supuse que tenías cable."
"Siento decepcionarte."
"Pensé que los doctores eran ricos." Espetó Kagome enojada.
"Lo somos."
"Entonces por qué estás conduciendo un mini y no un Porsche?" ella lo miró ceñuda.
"Porque," él se desvaneció, no seguro realmente. "Supongo que los doctores siempre tienen sus autos mellados, así que cuando ese resulte mellado cobraré en seguro y por uno más grande."
"Cuándo estará mellado?"
"No sé. Lo he tenido por cinco años, nadie parece quererlo." Él se encogió.
"Me imagino." Kagome se levantó y se dirigió a la cocina. "Dónde guardas el café?"
"No bebo café."
"Té?"
"Nop."
"Um, tienes algún juego?" ella le frunció.
"En la tercera caja a la tu izquierda."
"Te mudaste?"
"Recientemente." Él se encogió. "En julio, creo."
"Vaya." Kagome se sirvió una bebida y se sentó. Tomó el control de Inuyasha y encendió de nuevo el TV.
Inuyasha suspiró y metió sus manos en sus bolsillos. Parecía que todos estaban hoy para hacer de su vida una miseria, especialmente Kagome. Lo que realmente necesitaba ahora era dormir pero tenía la sensación de que estaría intentando convencer a una joven moribunda regresar al hospital.
Pero viendo cómo tenía toda la noche para hacer eso, sólo se dirigió a la habitación para cambiarse. Cuando regresó el TV estaba de costado en el piso y el control remoto había hecho un gran daño en la pantalla. Mirando a Kagome vio que estaba sentada calmadamente en el sofá, tomando su bebida como si nada hubiera pasado.
"Realmente debes odiarme." Dijo él mientras se sentaba en el otro extremo del sofá.
"Probablemente debí mencionar que odio esos programas de TV con Karaoke de villancicos navideños." Dijo ella sin mirarlo.
Para entonces Inuyasha estaba sumamente cansado de tener sus posesiones destruidas y gente golpeando de repente. "Mañana en la mañana te levantas a las siete. Vamos a regresar al hospital."
"No, nosotros no." Respondió Kagome cortamente.
"Realmente piensas que puedes detenerme si quiero regresarte allá?" dijo él con una insinuación de advertencia.
La firme y calmada expresión de Kagome vaciló ligeramente y lo miró cansadamente por un momento, sus ojos viéndolo de arriba abajo. Estaba sorprendida. Ahora se veía joven. No joven como ella, sino muy joven para ser un doctor. "Soy más fuerte de lo que parezco." Respondió ella, sabiendo que era una defensa en vano.
"Tendrás que regresar. No voy a tener una joven comatosa en mi casa por el resto del mes. A mi propietario no le importa si es un cadáver o un hámster que comparte conmigo. Tengo que pagar doble de cualquier forma." Dijo Inuyasha oscuramente. "Además, tu familia realmente te extraña. No les has hablado en días."
"Y?"
"Y por qué no?"
"Por qué debo hablarles?" frunció Kagome, cruzando sus brazos más cerca de su pecho. "Todo lo que hacen es sonreír tontamente y gemir y mirarme con lástima y miedo. Me tratan extra amable – me tratan como si ya estuviera dejándolos! Todavía puedes encontrar una cura, verdad?"
"Sí."
"Imagina lo decepcionados que estarán si estoy curada." Kagome giró su cabeza. "Estoy tan bien como ida para ellos."
Inuyasha estaba pensando muy duro. No tenía idea de lo que debía decir para convencerla de lo contrario. "Realmente quieres eso?"
"Sí."
"No lo quieres." Dijo Inuyasha simplemente e imitó su expresión y miró en otra dirección cuando ella lo miró bruscamente.
"No te atrevas a presumir que sabes cómo me siento!" espetó ella. "Te han dicho que ibas a morir!"
"Repetidamente por mi hermano mayor al menos tres veces al día." Respondió él casualmente y la miró de nuevo. "Pero siempre no dices algo realmente duro cuando estás de humor y luego cuando regresas a la normalidad no te sientes de la misma forma?"
Kagome frunció. "NO estoy de humor!"
"Seguro que no." Él sonrió en una forma que ella encontró condescendiente. "Eres así todo el tiempo verdad, así que cómo puede ser un humor?"
Kagome apretó sus puños. "Fue en serio lo que dije y no quiero verlos! Podría morir mañana para todo el bien que hará! Cuál es el punto en vivir veinte probables días de mi desmigajada vida?"
"Por qué los odias?" preguntó él de repente, con una expresión levemente seria.
Kagome hizo una mueca. "Yo no los odio exactamente."
"Entonces por qué no quieres verlos?"
"Yo," ella luchó por la razón válida, pero pareció nada más que una mezquina excusa para aislarse. "No lo sé."
"Kagome. No los dejes antes de que tengas." Dijo él suavemente.
Algo en su elección de palabras golpearon casa y ese firme escudo que había estado manteniendo se derrumbó y comenzó a llorar. Inuyasha se paralizó en horror. No había querido hacerla llorar, sólo mostrarle un poco de sentido. Esto era su culpa.
"Está bien." Él se levantó rápidamente y la miró. "No tienes que llorar – no es tu culpa!"
"Sí lo es!" gimoteó Kagome. "Estoy siendo estúpida y mala y estoy desquitándolo en mi familia."
"Es comprensible." Intentó él.
"no lo es! Soy una buena persona! Amo a mi familia y deseo que todo regresara a como era antes!" Gritó Kagome. "Déjame ir a casa! Quiero ir a casa!"
"No puedes." Él suspiró, haciendo una mueca cuando sus sollozos se hicieron más fuertes. "Este es un virus nuevo. No podemos liberarte del hospital en caso de que infectes a otras personas."
"Quiero mi vida." Ella de repente se recostó contra él, y le tomó toda su voluntad no alejarse sorprendido. "Quiero a mi esposo abogado y a mis niños abogados!"
Inuyasha se estremeció.
Después de unos incómodos momentos, Inuyasha inhaló y envolvió un brazo alrededor de sus hombros en forma confortante. Esto tuvo el opuesto del efecto deseado, cuando ella comenzó a llorar más fuerte y escondió su cabeza en su hombro para sofocar sus sollozos. Por primera vez él demostró su forzado límite de compasión y frotó su brazo. "Está bien, no llores."
Sólo fueron unos momentos después de que él habló que ella se separó, hipando levemente. "Lo siento, tu camiseta-"
"No importa." Dijo él rápidamente y sonrió apretadamente. "Vas a estar bien?"
"Posiblemente. Sólo recordé que necesitas darme otra dosis de esa medicina." Dijo ella temblorosa. "Han pasado quince horas desde la última dosis, podría… tú sabes."
Él asintió y suspiró. "Está bien, no estás más en inmediato peligro, así que no tienes que regresar allá tan pronto."
"Bien." Kagome asintió levemente y bajó la mirada. "Mira, realmente siento hacer las cosas difíciles para ti."
"Deja de disculparte, no es tu culpa." Él la regañó y pretendió ahogar un bostezo detrás de su mano, causando deliberadamente que Kagome bostezara contagiada. Por primera vez encontró el sueño pesando fuertemente en sus ojos y se movió levemente para recostarse contra el sofá.
"Puedo pasar aquí la noche?" preguntó ella cansadamente, agotada de llorar.
Inuyasha sólo asintió y se recostó también, esperando que ella se durmiera para irse a dormir seguramente en su propia cama. Infortunadamente, estaba completamente exhausto después de tan agitado lunes y se durmió antes que ella.
Kagome sonrió levemente cuando la cabeza de su doctor rodó a un lado y murmuraba algo en su sueño. Tomar ventaja de él en su sueño era un poco malo, pero no iba a quejarse, y ella necesitaba el consuelo, así que se recostó contra su hombro y se permitió dormir, sintiéndose mejor de lo que se había sentido en días.
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Continuará…
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