28 Días

(28 Days)

Por Rozefire

Traducido por Inuhanya e IR-CHAN

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Capítulo 11

Repercusiones

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Por primera vez, Inuyasha parecía estar teniendo un buen día - y no el usual buen día (como esos que duran dos horas y luego se tornan podridos) sino del tipo bueno que permanece bueno todo el día y todo iba sin sacudidas.

Sango estaba recuperándose de la cirugía en su habitación (al fin), Shippo no había regresado todavía - lo que significaba que probablemente estaba hablando de nuevo. Kikyo estaba bien desde que el cáncer había sido detectado en una etapa temprana - y la Doctora Fei parecía muy segura de que pronto estaría curada. Esto era suficiente para poner a Inuyasha de buen humor - lo cual lo hacía menos probable para espetar, maldecir o traumatizar pacientes - asegurando que no perdería más dinero con Miroku, y podía permitirse un café por primera vez en el almuerzo (uno que básicamente lo sedaba para hacer del día después del almuerzo uno también placentero).

Lo único bajo para el día era que el mundo afuera estaba cubierto en nieve y las calles cubiertas en hielo. Las personas se mantenían resbalándose y yendo al hospital con dios sabe qué roto y ya había habido unas llegadas de emergencia de accidentes de autos esa mañana. Pero ESO no iba a arruinar el espíritu de Inuyasha.

"Buenos días, Kikyo." Saludó Inuyasha felizmente cuando alcanzó la recepción, genuinamente contento de verla ahí.

Ella sólo lo miró. "Oh sí... 'grandiosa' mañana." Ella volteó sus ojos sarcásticamente y sopló su nariz con un pañuelo.

"Qué pasa contigo? No estás despejada?" preguntó él, golpeando su amada pluma púrpura en su tablero.

"No por el frío." Ella se sonó su congestionada nariz.

"Bueno viendo que regresaste al trabajo - tengo mensajes?" preguntó él mientras comenzaba a escribir cosas en su tablero.

"Unos pocos." Ella los levantó para que leyera. "Los del parqueadero dicen que tienes que dejar de parquear en los sitios de inválidos - no creen que ser un idiota sea un impedimento - tienes que parquear en otro lugar."

"Diles morderme."

"Lo hice." Ella se sonó y continuó. "Entonces hubo uno que llegó con una carta bomba esta mañana."

"Suena interesante. Qué decía?"

"'Socixelsid sol a netart'," leyó Kikyo con cuidado.

Inuyasha dejó de escribir y la miró, "Necesito inyectar mis orejas?"

"Nop... tienes que leerlo al revés."

"Oh..." Inuyasha asintió. "Bueno también diles 'emredrom'."

"Luego hay este anónimo... dice que van a matarte." Kikyo levantó la mirada. "Un antiguo paciente tal vez?"

"Ese sería Sess..." él se encogió indiferente y movió las prescripciones hacia ella. "Dile a esa fumadora... la Sra... Sra... cuálessunombre..."

"Gin?"

"Sí - esa. Dile venir a verme a la sala de revisión después del almuerzo." Inuyasha se inclinó contra el escritorio. "Y dile a la bebedora que tiene que quedarse en recuperación hasta que yo lo diga."

"Quiere más bebida."

"Bueno no le des!" Inuyasha frunció. "No hay caso en beber para ahogar sus penas... por lo que parece, las penas saben nadar."

Kikyo asintió y continuó con su archivo.

"Oye... estás bien?" preguntó él después de una corta pausa.

Kikyo levantó la mirada de repente, una mirada asustada en sus ojos antes de recuperarse con un rápido destello de una sonrisa... esa duró una fracción de segundo. "Sí, bien. Tu mamá es una buena doctora. Se ocupó bien de mi."

"Pero aún hay una probabilidad de que la cirugía no remueva completamente el problema." Inuyasha frunció. "Lo sabes, verdad?"

"Por supuesto que lo sé." Tuvo que intentar sonar rencorosa ahí. Después de todo era una enfermera, y sabía todo sobre esas cosas. Pero igual sonó preocupada.

"Si tienes algún problema no dudes en venir a verme, de acuerdo?" dijo él inusualmente gentil.

Kikyo lo miró un momento antes de desviar su cabeza y asentir rápidamente. No quería que la viera sonrojarse.

"Inuyasha!" llamó Miroku mientras llegaba. "Quieres tomar ese café del que has hablado toda la mañana?"

"De acuerdo." Inuyasha sonrió. "Pero después de darle a Kagome su inyección."

Miroku asintió en acuerdo y siguió a Inuyasha mientras tomaba su caja con las inyecciones de Xycrophobin, y se dirigió hacia la habitación de Kagome.

"Y a propósito dónde estuviste anoche?" Quiso saber Miroku mientras caminaban. "Te fuiste de repente."

"Me sentí enfermo."

"Vaya... y yo vi un cerdo en la sala de espera que había roto su ala volando hacia Godzilla."

"Espero que no sea uno de mis pacientes." Inuyasha ignoró su sarcástica estocada. "Para tu información, realmente estaba enfermo."

"Sí verdad... el día que te enfermes es el día que los extraterrestres invadan." Miroku sonrió. "Y cómo es que las enfermeras vinieron a mí y dijeron que uno de tus pacientes estaba perdido... Kagome, creo que era..."

"Probablemente huyó otra vez." Inuyasha se encogió. Su expresión no traicionó nada. "Pero ahora regresó."

"Y tú." Dijo Miroku imparcial sin una sonrisa.

Inuyasha le dio una corta y curiosa mirada antes de llegar a la puerta de Kagome y abrirla. "Buenos días."

"Mediodía en realidad." Kagome tocó su reloj desde donde estaba sentada en la cama (por primera vez en su bata de hospital). "Qué te tomó tanto?"

"Ocupado." Inuyasha sonrió con un movimiento de hombro y fue a pararse al lado de su cama mientras preparaba la dosis.

Miroku se quedó atrás para dejarlos continuar.

"Brazo." Ordenó Inuyasha y Kagome lo extendió sin cuestionar.

"Al menos eres mejor que mi paciente." Comentó Miroku. "Ella se rehúsa a tomar su medicina."

"Por qué?" preguntó Kagome.

"Cree que ha sido probada en animales." Respondió Miroku.

Kagome se estremeció, mitad porque Inuyasha estaba frotando su brazo mientras le administraba la droga. "Pruebas en animales es una horrible idea... se ponen todos nerviosos y comienzan a dar las respuestas equivocadas. Todos saben eso."

Inuyasha rió y terminó con la jeringa. Continuó frotando su brazo por unos momentos antes de dejar caer su mano para descansarla en su muslo. Ninguno pareció notar la acción... pero la sonrisa de Miroku desapareció de repente...

"Te sientes bien hoy?" preguntó Inuyasha, sólo para revisar.

"Genial. Siento como si pudiera saltar de altos edificios y vivir para contarlo."

"Genial - pero no lo intentes de verdad." Sonrió él. "O el paracaidismo está en tu lista?"

"Nah... realmente nunca soy buena en cosas la primera vez... y conoces el dicho..." Kagome se encogió. "Si al principio no tienes éxito entonces el paracaidismo realmente no es para ti."

"Tienes que realizar tus sueños antes del fin de mes - excepto aquellos donde estás cayendo o caminando a la escuela desnuda... no son buenos sueños para hacer." Le dijo Inuyasha.

Miroku se movió inquieto en la puerta cuando Kagome rió.

"Oh - a propósito - desde que estoy pronosticada a morir el 23 de diciembre... puedo tener mis regalos de Navidad antes?" preguntó Kagome dulcemente.

"Cualquier cosa por ti." Inuyasha sonrió. "Tengo que ir a almorzar ahora, pero regresaré en unas horas."

"Oh... bien." Kagome parecía un poco apagada, pero mantuvo una valiente sonrisa. "Te veré más tarde entonces."

"Nos vemos." Inuyasha se despidió mientras volteaba y salía con Miroku quien permaneció engañosamente callado. "Qué pasa contigo Miroku?"

"Estabas coqueteando." Fue la franca respuesta.

"Miroku... para ti, cualquier forma de comunicación entre un hombre y una mujer es coqueteo." Espetó Inuyasha, su buen humor comenzaba a evaporarse.

"No me malinterpretes, no es que esté sorprendido de que seas capaz de coquetear... es sólo... estás haciéndolo con un paciente." Dijo Miroku cuidadosamente.

"Y?" Inuyasha frunció. "No es contra la ley. Muchos doctores y pacientes salen..."

"Pero ella estará muerta en menos de dos semanas."

Parecía que su día estaba tornándose en su usual buen día que se volvía malo a la mitad. Parecía que esto era tan cercano a lo que él iba a tener de un buen día.

"Eso es SI no encuentro una cura!"

"Y SI no?" Miroku se detuvo y volteó hacia él, obligando a Inuyasha a detenerse también. "Qué harías entonces?"

"Viviría con eso!" gruñó él.

"Y si ella vive? Qué harás? Seguro que los doctores salen con sus pacientes, pero sabes que es ilegal, verdad?"

"Muérdeme Miroku."

"A su familia no le gustará."

"Y qué hay de ti? Sales con Sango!"

"Qué!" Miroku quedó boquiabierto. "Cómo lo sabes!"

"Oh por amor de dios..." Inuyasha gruñó. "Lo sabía antes que tú!"

"Pero esto es diferente! Ella no va a morir!"

"Pero le practicaste una cirugía - y una relación realmente podría haber perjudicado tu juicio!" Inuyasha lo regañó. "Y tú estás sobre mi por mirar a Kagome de forma equivocada!"

Miroku retrocedió. "De acuerdo... bien... supongo... que no es tan malo. No creo que afectará tu juicio en este caso... así que al menos no tengo que reportarte - eh - no era que fuera a hacerlo!"

Inuyasha volteó sus ojos.

"Pero tienes un problema. Tu mamá ha estado estudiando el Xycrophobin por años y no ha descubierto nada... tienes que trabajar en una cura por ti mismo si no quieres perderla."

Eso golpeó a Inuyasha, no había estado impresionándolo recientemente que Kagome ESTABA muriendo. Se mantenía olvidando ese importante factor cuando ella estaba tan feliz, normal y saludable. Pero eso no duraría mucho... y aunque él había estado hablando de eso, tratando y ayudando a Kagome... no lo había golpeado realmente.

Ahora sí... justo como la hebilla que había golpeado al repartidor en la cabeza... Pero intentó duro no dejar que Miroku viera que sí.

"Lo sé... voy a trabajar en eso esta noche."

"Espero que encuentres algo..." Miroku se desvaneció cuando su beeper sonó en su cintura. "Oh Sango... um... un paciente... me necesita."

Él lo golpeó rápidamente, dejando a Inuyasha tomar su café solo. Pero de repente no se sintió para tomar café, cuando dudó que lo calmara por el resto del día.

Así que sólo regresó a la recepción para continuar con pacientes.

"La fumadora está en la sala seis... tu paciente bebedora está en la sala doce y Shippo y la Sra. Kitsune están en la sala tres..." le dijo Kikyo cuando llegó. Él no interrumpió el paso mientras la pasaba y se dirigía a las tres salas.

Llegó primero con el paciente fumador e inmediatamente comenzó a toser cuando entró a una sala llena de humo. "Qué demonios...? No puede leer! Prohibido fumar en el hospital!"

"Ssh! Estoy en el teléfono!" siseó la mujer.

No era un buen día para hablarle a un reprendido doctor. Antes de ella saber lo que estaba pasando, el teléfono fue arrebatado de su mano, lejos de su oído, aplastado en un teléfono plano y lanzado en la desinfectada caneca detrás de Inuyasha. Ella quedó boquiabierta y lo miró con shock. "Qué demonios está haciendo!"

"Deteniéndola de tener cáncer cerebral... y deteniendo que otras personas que están en tratamiento para cáncer cerebral en las otras salas tengan interrumpidas sus cirugías por las señales de un celular!" Inuyasha arrebató el cigarrillo de su boca y lo estampó en el piso. "Cuán estúpida es!"

"Oiga! No puede entrar aquí y hablarme así! No soy una enfermera, sabe - soy un paciente! Y una que va a demandar si no comienza a ser un poco más educado!" gritó la mujer.

"Cree que me importa!" respondió Inuyasha. "Sabe, fumar es malo para usted - como para todos los demás. Es su culpa si ha estado haciéndolo por tanto tiempo y ahora tiene problemas en el pecho y condiciones cardíacas - mis malditos modales no van a salvarla o a matarla ahora!"

La mujer echó humo... lo cual era difícil de ver realmente por todo el humo.

"Quiere que la ayude a mejorar?" preguntó Inuyasha furioso. "Deje de fumar! Deje de empujar su vida hacia el borde del acantilado deliberadamente! Deje de desperdiciarla mientras hay cientos de personas allá afuera que desean tener una oportunidad como usted!"

"Bueno, eso es! Me voy al hospital público. Si quisiera ser tratada como una idiota habría ido a trabajar. Adiós."

Inuyasha no sentía verla ir. Y ambos se precipitaron en diferentes direcciones - la mujer dirigiéndose a la salida e Inuyasha hacia la mujer bebedora. Él entró a la sala para verla llorando.

"Él me dejó!" chilló ella cuando se detuvo corto ante la vista. "Se fue con esa falsa rubia de veinte años con el bronceado - nunca va a regresar!"

"Tal vez no va a regresar porque es una alcohólica." Dijo Inuyasha cortamente, y nada amable.

La mujer estalló más fuerte en lágrimas. Inuyasha permaneció inmóvil.

"No sabe lo que es para nosotras las mujeres ser dejadas por sus hombres!"

"Sabe lo que es para nosotros los hombres ser dejados por nuestras mujeres?" respondió Inuyasha.

"Es lo mismo!" gritó ella roncamente. "Debería terminar con mi miserable existencia ahora!"

"No se moleste..." Inuyasha hizo una mueca. "Puede vivir por tanto tiempo como quiera, no importará al final. Aún estará muerta por la misma cantidad de tiempo."

"Qué?" ella dejó de llorar para fruncirle.

"No soy un psiquiatra - no trato con alcohólicos - vaya a hablar con alguien que le importe!" Él señaló la puerta. "O mejor aún - a alguien que tenga una buen día!"

La mujer salió enojada. Pero al menos no estaba llorando más.

Cuando Inuyasha planeó en continuar a la siguiente sala, de repente se topó con Miroku. "Qué?" gritó él.

Miroku levantó su portalápices lleno de dinero con una sonrisa y movió los contenidos ruidosamente. "Eso serán doscientos yenes, gracias."

"Oh - ve a joder a un cerdo volador!" espetó Inuyasha y fue con el tercer paciente. Estaba en un rollo. Dos pacientes con quienes tratar en dos minutos... eso tenía que ser una especie de récord. (No importaba que se fueran sin curar e insatisfechas).

Pero ahora era el turno de Shippo... y si el mocoso estaba de regreso entonces el humor de Inuyasha realmente no podría mejorar. Abrió la puerta y miró a las dos personas adentro. Sólo cuando notó lo que estaba viendo todas esas violentas urgencias de matar y mutilar desaparecieron.

Principalmente porque alguien más ya había desquitado esas urgencias en Shippo.

"Siento molestarlo doctor..." La Sra. Kitsune tocó una de las manos de su hijo gentilmente... era obvio que ella había estado llorando. "Pero no tenía otro lugar para llevarlo..."

Inuyasha apenas la escuchó hablar. Estaba muy ocupado mirando a Shippo. Un horrible corte pasaba por su ceja y parecía que el hueso de su quijada había sido golpeado en la derecha. Su brazo derecho también parecía dañado... ensangrentado y maltratado.

Shippo no dijo una palabra... tampoco levantó su mirada del piso.

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"Oye Kikyo - has visto una pluma púrpura por aquí en algún lugar?" preguntó Miroku esperanzadamente cuando alcanzó la recepción.

Kikyo no pareció responder. Estaba suspendida sobre el borde del mostrador como si estuviera lista para alzar vuelo, mordiendo su labio preocupada. Miroku miró alrededor y le frunció. "Pasa algo?"

"Mm." Respondió Kikyo distraída.

"Estoy interrumpiendo?" preguntó Miroku. "Porque felizmente iré a joderme si está bien contigo?"

Kikyo no respondió... mayormente porque parecía como si estuviera concentrándose duro. Era algo que Miroku no veía todos los días. "Tratando de recordar lo que viene después del siete?"

"Ocho..."

Miroku tuvo la extraña sensación de que Kikyo estaba en otro plano de la realidad. "Cómo está la horca Kikyo?"

"Baja..." ella se alejó del escritorio, antes de aparentemente cambiar de opinión y regresar antes de chocar sus manos en el mesón y verse determinada. "Esto es ridículo! Tengo que ir a decirle al departamento médico!"

"Sobre qué?" Miroku preguntó tras ella mientras se marchaba. "Digo - juro que no PLANEAMOS usar a esos duendes como esclavos."

Kikyo no le prestó atención a su broma y se apuró. Trabajo forzado en duendes era una cosa... pero salir con un paciente era otra... ella tenía que hacer esto por el propio bien de Inuyasha, y también por el propio bien de Kagome.

Ella pensó brevemente que tal vez sólo estaba haciéndolo por su propio bien personal... pero eso era inaceptable.

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"Cómo pasó esto, Shippo?" preguntó Inuyasha seriamente mientras acercaba su silla a la mesa de revisión. Con cuidado, retiró el cabello de Shippo para examinar la extensión del daño. Debía doler porque la herida se extendía sobre su línea del cabello... pero Shippo no hizo mueca. Inuyasha miró ligeramente acusatorio a la Sra. Kitsune.

"Yo..." ella luchó por hablar normalmente. "No tenía idea... pensé... la enfermera... cuando ella dijo que mi esposo podría haber... no lo creí... y luego..."

Inuyasha la miró, no menos molesto. "Va a dejarlo?"

La mujer asintió sin titubear. "Sólo me preocupa... ser una madre soltera de un hijo adoptado... la agencia podría quererlo de regreso..."

Inuyasha resopló. "Como si importara ahora." Él retiró sus manos de Shippo y suspiró. "Necesitarás sutura y sugiero que se quede esta noche. Y debe tener una consulta con el psiquiatra APROPIADO."

"Pero pensé que usted era el psiquiatra...?" La Sra. Kitsune frunció.

"Uh..." Inuyasha evadió esa pregunta... no quería ser demandado todavía. "Medio tiempo."

Hubo un golpe en la puerta y se abrió sin ninguna invitación. Inuyasha volteó, por decirle a quien fuera irse... hasta que reconoció que era la Doctora Fei... quien se veía muy solemne sin duda. Tal vez todavía estaba molesta por la chica en el apartamento en la mañana.

"Ahora qué pasa?" preguntó Inuyasha sin rodeos.

"Sal Inuyasha," lo invitó su madre gentilmente.

"Estoy en medio de-"

"Está bien... sólo tomará un minuto." Dijo ella con una falsa sonrisa.

Eso preocupó a Inuyasha ligeramente, pero se disculpó, salió de la sala y cerró la puerta tras él. Estuvo por demandar cuál era el problema cuando notó a otros tres superiores médicos luciendo serios con sus manos cerradas apretadamente.

La única vez que cuatro oficiales aparecían en un lugar era en las reuniones principales... reuniones externas eran extrañas y usualmente decía problemas (algo que Kikyo no podía pronunciar muy bien).

"Esto es por botar el ántrax?" preguntó Inuyasha rápidamente. "Porque si lo es - juro que sólo fue azúcar!"

"No es por eso Inuyasha." Su madre movió su cabeza lentamente.

"Estamos relevándote de uno de tus pacientes." Declaró el hombre tras ella.

Inuyasha frunció sus ojos. "Cuál?"

"Kagome Higurashi."

Por alguna razón se sintió medio agradecido. De repente un peso se había levantado de su conciencia. "Por qué?"

"Escuchamos de un pequeño coqueteo..." dijo el hombre otra vez, luciendo severo. Inuyasha maldijo mentalmente a Miroku. "Además, estamos de acuerdo en que tal vez darte este particular paciente fue un error... un poco fuera de tu competencia."

"Pero soy un experto en todos los campos." Gruñó Inuyasha.

"No en la muerte."

Su madre intervino. "Vamos a dársela a otro doctor. Tomará la investigación para la cura... está fuera de tus hombros. No tienes ninguna razón para hablar más con ella."

"Entendido?" el segundo hombre levantó una ceja.

"Sí..." Inuyasha suspiró y bajó la mirada. "De todas formas iba a ir a ustedes y pedir otro doctor para manejarla..."

La expresión de la Doctora Fei se suavizó. "Sé que es difícil, hijo... creo que esto es lo mejor."

"También lo creo..." él colocó un pequeño frunce antes de levantar la vista. "Ahora si me disculpan, tengo un paciente con quien regresar."

Eso era todo lo que había que decir. No había razón de que debiera ver de nuevo a Kagome a menos que se encontraran por casualidad. Pero entonces su madre tenía que decir lo peor posible cuando comenzó a regresar hacia la puerta.

"El Doctor Kouga se hará cargo."

Inuyasha casi pasa un puño por la puerta. De repente su madre recordó la no - tan - amistosa rivalidad entre los dos jóvenes doctores e hizo una mueca. "Lo siento..."

Inuyasha apretó sus puños y se obligó a permanecer calmado. "Está bien. Puede tenerla... no me importa."

Ahora si Kouga conseguía encontrar una cura después de todas las noches sin dormir que Inuyasha había pasado despierto en el laboratorio tratando de encontrarla... Inuyasha podría poner un ratón y saltar del edificio después de todo.

Él cerró la puerta en una forma controlada, asegurándose de no tirarla y alarmar a las dos víctimas en la sala. Sonrió apretadamente mientras se sentaba en su silla y extendía una bandeja. Él chasqueó sus dedos ante el rostro de Shippo para llamar su atención y pretendió sonreír confortante. "Sólo voy a darte anestesia local... y luego suturaré esa herida en tu cabeza, de acuerdo? Tendrás que ir a ver a Miroku para arreglar tu quijada. Así que no intentes hablar entre ahora hasta después de tu cirugía."

Shippo asintió dócilmente mientras Inuyasha se instalaba para trabajar, tratando muy duro de no pensar en Kagome.

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Kagome suspiró oscuramente mientras se echaba hacia atrás para revisar cómo estaba su esmalte de uñas. Arrugó su nariz críticamente y cambió al otro pie. Cuando terminó movió sus dedos... o los habría movido... excepto que no podía...

Ella intentó moverlos otra vez, pero sólo podía mover sus pies. Se sentía como si sus dedos estuvieran entumecidos... y cuando los pellizcó no sintió mucho, sólo un ligero susurro de hormigueo.

Hubo un golpe en la puerta, desviando momentáneamente su pánico y levantó la vista con una sonrisa aliviada para ver que Inuyasha al fin había llegado. Se había ido por horas. Pero su sonrisa se desvaneció abruptamente cuando vio entrar a un doctor de cabello oscuro. Él sonrió plácidamente y avanzó para extender su mano.

"Hola Kagome, soy el Doctor Kouga," él sonrió mientras ella tomaba su mano vacilante y las estrechaba.

"Uh... hola..."

"Soy tu nuevo doctor."

"Qué pasó con Inuyasha?" preguntó Kagome rápidamente, casi dejando caer su esmalte.

"Te entregó a mi por la duración de tu enfermedad." Él asintió. "Te trataré de ahora en adelante."

Kagome no podía encontrar las palabras para describir cómo se sentía. Pero después, las enfermeras quienes la atendieron sólo pudieron describirlo como un 'viaje a la colina de la salud'.

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Continuará...

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