28 Días
(28 Days)
Por Rozefire
Traducido por Inuhanya e IR-CHAN
------
------
Capítulo 16
Cruel para ser amable
------
------
Era lunes otra vez… lo cual significaba que, como siempre, el hospital estaría inundado de pacientes y trabajo. No ayudaba que también era víspera de Navidad. La Víspera de Navidad era el día más popular del año para intentar suicidio - y seis veces de diez, la mayoría de las personas fallaban en llegar a morir (mayormente porque el suicidio dolía y se rendían a la mitad). Los hospitales públicos se sobre poblaban y enviaban más pacientes a los hospitales privados. Y lo que era peor, siempre enviaban a los peores pacientes, los que habían intentado suicidio y eran miserables sodomitas.
El único otro día que era tan ocupado como NAVIDAD, sería la víspera de Año Nuevo, cuando las personas pensaban en otro traumático año e intentaban romper sus cadenas (generalmente esos eran los intentos fallidos de suicidio que quedaban de Navidad).
Inuyasha bostezó mientras pasaba por las puertas dobles a las seis de la mañana, usando su ropa normal y cargando su usual bolsa. Por primera vez le hubiera gustado un día libre para Navidad… pero no era como si tuviera a dónde más ir. Todos sus amigos también trabajaban en el hospital, y aún si no, entonces probablemente entraría a visitar a Kagome cada media hora.
Él bostezó otra vez mientras pasaba por la ocupada sala de espera y se detenía al lado del dispensador de agua. Habría preferido café, pero no tenía tiempo para ir a la cafetería por la bebida, desde que ya iba tarde. Debería haber llegado a las cinco en punto.
Él le dio una mirada a la recepción mientras tomaba un sorbo de su agua, justo cuando Miroku levantó la vista y lo ubicaba. Él curvó su dedo, llamando a Inuyasha para ayudar con el trabajo y la cantidad de pacientes y familias que estaban en el escritorio. Inuyasha sólo sonrió y levantó su dedo medio en respuesta. De ninguna manera tenía que comenzar a trabajar hasta que se colocara bata blanca de doctor.
Hasta entonces podía ser sólo el chico en el rincón con el conjunto caqui. Al minuto que se colocara esa bata era el Doctor Inu, el supuesto psiquiatra de todos y el imán para cada problema a diez metros de radio. Bueno estaba harto esa mañana… o harto en general, así que decidió poner el trabajo en espera un poco más.
Inuyasha se bebió lo último de su agua y arrugó el vaso, lanzándola en la caneca cercana y pasó la recepción por uno de los corredores. Kikyo levantó la vista mientras pasaba y frunció. "A dónde va?"
"A alistarse?" Miroku arriesgó una suposición mientras otra enfermera lo pasaba para archivar algo más.
"Bien. En tanto como no haga hoy su rutina usual de los lunes entonces estaremos bien." Kikyo estaba comenzando a tener un dolor de cabeza de todo el trabajo que estaba teniendo que maniobrar.
"No irá temprano a casa… es víspera de Navidad por amor de dios." Miroku estaba balanceándose de puntas cuando otra enfermera lo empujó. "Qué, soy invisible aquí?"
"Desde cuándo la víspera de Navidad iba a detenerlo de irse." Kikyo agarró su cuello y lo alejó del escritorio. "Muchos cocineros dañan el caldo, Miroku - regresa a cirugía."
"Oh, pero entonces tendré que trabajar de verdad."
Kikyo le dio una brusca mirada.
"Bien… voy…"
------
No tenía sentido. Sus signos vitales eran normales, sus latidos del corazón eran continuos, como su respiración. No necesitaba usar la máscara de oxígeno, no necesitaba ayuda vital de ningún tipo, y no necesitaba más el goteo.
Entonces por qué aún estaba en coma.
Inuyasha rascó su cabeza mientras dejaba caer su bolsa en la silla de visita al lado de su cama. Movió su mano ante su rostro antes de revisar otra vez la gráfica al extremo de su cama. Después de un momento regresó a su lado y la miró.
Por un momento jugó con un mechón de su cabello que yacía al lado de su oreja… antes de subir su mano para pellizcar su nariz.
Sólo pasaron unos segundos, antes de que Kagome estuviera tosiendo y balbuceando mientras despertaba. Él le sonrió mientras ella retiraba su mano. "Levántate y brilla bella durmiente."
"Urgh…" Kagome mantuvo sus manos sobre su rostro, escudando sus ojos de las luces. "Qué hora es…?"
"Seis y diez de la mañana…" él metió sus manos en sus bolsillos. "Es víspera de Navidad."
Kagome dejó de frotar su cara y lo miró con ojos entrecerrados. "Estás seguro?"
Inuyasha miró su reloj otra vez. "Síp, estoy seguro que ahora es Navidad. El memo era difícil de perder."
"Pero…" Kagome miró sus manos como si fueran a tornarse transparentes. "Debería estar muerta para entonces."
"No ahora…" dijo Inuyasha tranquilamente. "Pero no contengas tu respiración."
"Entonces…" Kagome dejó caer sus manos a sus lados. "Qué pasó?"
"Pensé que podrías decírmelo?" Inuyasha frunció. "No recuerdas quién te dio los sedantes?"
"Qué sedantes…?" Kagome frunció. "No he recibido ningún sedante. Creo que me perdí de algo aquí… Cuánto tiempo estuve inconsciente?"
"Unos días."
"Vaya…" Kagome bostezó. "Y asombrosamente, aún estoy tranquila."
"Estás segura que no recuerdas?" presionó Inuyasha.
"Recordar qué?"
"Oh no importa…" Inuyasha se desplomó en la silla para visitas, dejando descansar sus pies en el costado de la cama. Kagome volteó para que pudiera encararlo a su lado.
"Por qué hoy no estás con la ropa de doctor?"
"Mi día libre." Mintió él descaradamente. "Es Víspera de Navidad después de todo."
"Lo es?" Kagome pareció sorprendida.
Él le frunció. "Sí… Te lo dije hace un par de segundos."
"Sí…?" Kagome se encogió de hombros. "No debí haberte escuchado."
"Sí…" El corazón de Inuyasha lentamente estaba hundiéndose. Su mente se estaba yendo al fin. Cuánto tiempo tenía ahora? Realmente no tanto… Él dejó caer sus pies de la cama mientras se movía para levantarse. "Mira, debo ir a encargarme de algunas cosas. Estarás bien sola por un rato?"
"Sí." Ella asintió mientras amortiguaba un bostezo con el revés de su mano. Cuando avanzó hacia la puerta ella llamó otra vez. "A propósito qué hora es?"
Inuyasha pretendió mirar su reloj y le sonrió. "Es tarde, debes dormir algo más. Siento despertarte."
"No me despertaste, verdad?"
"Sólo duerme más Kagome." Él apagó la luz y la observó acomodarse antes de salir y cerrar la puerta tranquilamente tras él. Afuera se recostó contra la pared y frunció el ceño mientras presionaba una mano contra su corazón, como si eso hiciera ir la punzada de temor y dolor que sentía. No funcionó.
Un movimiento por el corredor lo hizo enderezarse de una vez y levantó la vista para ver a su madre acercarse con un tablero bajo su brazo. Ella sonrió cuando lo vio. "Hola. Escuché que lograste sacar a Kouga del caso de Kagome."
"Sí…" él no se molestó en intentar igualar su tono animado. Por alguna razón hoy no se sentía muy feliz.
"Oh anímate." La Doctora Fei golpeó su hombro compasivamente, sintiendo el tono miserable de su hijo. "No dejes que trabajar en Navidad te desanime. Los pacientes filtrarán todo al final del día."
"Gracias." Respondió Inuyasha apretadamente, aunque eso no había eliminado por lo que había estado preocupado.
"De cualquier forma - llegas tarde! Apúrate y trae tus cosas, aún está ocupado por aquí." Le ordenó ella y observó cuando volteó sus ojos y se empujó de la pared para caminar. "Oh - y a propósito! El consejo médico quiere que comparta a Kagome contigo."
Inuyasha se volteó. "Qué! Por qué!"
"Porque todavía recuerdan todo eso de la 'relación'." La Doctora Fei suspiró. "Por favor dime que le pusiste un fin a eso?"
"Mm." Inuyasha se encogió y volteó para retirarse.
"Mm? Qué significa 'Mm'!" ella lo llamó. "Inuyasha, regresa aquí ahora mismo!"
Él la ignoró y continuó para encontrar los vestidores del personal.
------
"Por favor señor, si gusta sentarse estaremos por aquí para servirle." Dijo Kikyo mientras guiaba a un anciano en un abrigo hacia un asiento libre de la sala de espera.
"No - he estado esperando dos horas para ser tratado y no me voy a ningún lado!" discutió él.
"Porque estamos atendiendo a las personas en orden de importancia." Le dijo Kikyo calmada.
"Soy importante!"
"Señor, tiene una cortadura de papel en su muñeca." Señaló Kikyo. "Primero estamos tratando gente sin cabeza y ojos y cosas como esas."
Él se levantó obstinado al momento que ella soltó su brazo. "Atiéndame o volaré este lugar hasta el cielo con la bomba bajo mi abrigo!"
Nunca digas la palabra 'bomba' en un lugar concurrido. Esa y 'ántrax'. El efecto fue instantáneo cuando las personas a su alrededor captaron la palabra B y comenzaron a entrar en pánico y a alejarse - algunas mujeres incluso gritaron. Kikyo estaba menos que impresionada. "En verdad?"
"Sí - si no me atiende ahora volaré este lugar!" Dijo él otra vez con un gran movimiento de cabeza.
Miroku y varias otras enfermeras en el escritorio estaban mirando con preocupación. Kikyo estaba empujando al viejo… nada bien a menos que supiera lo que estaba haciendo.
"Bueno, vamos a verla entonces." Lo incentivó Kikyo. "Nunca he visto una bomba antes. La hizo usted mismo?"
"No, la compré." Él se preparó para abrir su abrigo. "Ahora - tiemblen de miedo!"
Él abrió el abrigo y un silencio se extendió por la sala por unos momentos antes de que Miroku gritara desde el escritorio. "Parece que hoy olvidó traer su bomba!"
"Qué?" el anciano miró hacia abajo.
"También parece haber olvidado su ropa." Le dijo Kikyo, manteniendo su mirada neutral en su rostro.
"Oh sí - ahora recuerdo!" el anciano dejó caer su abrigo al suelo completamente mientras varios pacientes a su alrededor hacían muecas y desviaban la mirada. "Volar el mercado DESPUÉS de explotar los hospitales!"
Él corrió por uno de los corredores riendo como un maniático. Varias risitas estallaron del escritorio alrededor de las enfermeras mientras Miroku estaba teniendo un momento difícil en continuar trabajando por reír tan fuerte.
Kikyo pasó su cabello sobre su hombro molesta y regresó a la recepción para levantar el teléfono. "Seguridad por favor… Sí, tenemos un caballero mayor corriendo por el hospital… Una descripción?… Bueno… es viejo, arrugado y desnudo. Qué más quiere?"
Ella colgó ese teléfono y miró alrededor de la tranquila sala. "Se terminó, regresen a trabajar."
Las enfermeras obedecieron mientras Miroku lentamente regresaba a archivar con una sonrisa en su rostro. "Santo Dios déjanos envejecer tan graciosos como él."
Kikyo movió su cabeza y regresó a revisar el correo. "Carta bomba… carta bomba… carta bomba… cuentas… carta bomba…" ella tiró todas esas en el cesto de desperdicios a sus pies. "Cuentas… cuentas… advertencia final de regresar el libro Miroku." Ella le alcanzó su carta de la biblioteca.
"Gracias." Él la tomó y miró dentro. "Maldición… olvidé regresar 'Lo que el viento se llevó'…"
"Cuentas… cuentas…" Kikyo revisó entre ellas hasta que llegó a una interesante. "Para el Doctor Inuyasha?"
Ella la abrió a pesar del hecho que tenía 'privado' estampado en el frente en letras gruesas. Sacó la carta y la leyó.
"Qué es eso?" preguntó Miroku distraído.
"Los resultados de laboratorio de Kagome…" musitó Kikyo. "Tomados después de esa ingestión de sedantes…"
"Sí… me pregunto quién le dio eso. Tonto demente… apuesto que fue Kouga." Dijo Miroku.
Kikyo le dio una mirada antes de ver los resultados. De acuerdo… la dosis había fallado en hacer su trabajo la última vez…
Ella hizo la carta a un lado en el buzón de Inuyasha para que lo recogiera después. Silenciosamente se prometió hacer funcionar los sedantes la próxima vez.
------
Inuyasha le destelló una pequeña pluma de luz en los ojos de Shippo antes de retroceder. "Cómo te sientes?"
"Mejor." Shippo continuó balanceando sus piernas sobre el borde de la mesa.
"Sí, bueno te curas rápido." Dijo Inuyasha aburrido. "Supongo que es porque aún eres un mocoso."
"Qué es lo que pasa con tu cara?" preguntó Shippo de repente.
"Nada!" gritó él defensivamente.
"Hoy estás todo decaído y miserable!" gritó Shippo. "Sigue así más tiempo y entristecerás a todos en el hospital! Ya está pegándoseme!"
"No entenderías. Sólo eres un niño." Inuyasha volteó y comenzó a retirar algunos de los instrumentos que habían sido dejados en la sala de revisión por los anteriores doctores y enfermeras. No tenía que hacerlo… sólo quería ocupar sus manos.
"Pruébame." Dijo Shippo alegremente. "Puedo ser joven pero entiendo mucho más que tú."
Inuyasha lo miró. "No hay manera de que vaya a decirte algo con esa actitud."
"Oh por favor!" suplicó Shippo. "No le diré a nadie! Será un secreto! Lo juro!"
"Lo prometes?"
"Lo juro por la tumba de mi padre adoptivo."
"Pero… él no está muerto." Inuyasha frunció.
Shippo sonrió malvadamente. "No todavía. De cualquier forma - lo juro con la mano en mi corazón y una aguja en mi ojo."
Inuyasha lo miró sospechosamente antes de inclinarse e invitarlo más cerca. "Realmente quieres saber lo que está perturbándome?"
"Sí!" Shippo sintió que había puesto elevados sus deseos para entonces.
"Bueno… es porque…" Inuyasha suspiró dramáticamente. "Miroku robó mi pluma púrpura… y ahora la perdió… y no tengo forma de recuperarla."
Shippo lo miró un momento antes de saltar de la mesa y salir de la sala. "Si me quieres estaré en el pabellón de los niños."
Inuyasha sonrió triunfante antes de también salir para ir a revisar otros pacientes. Particularmente no estaba mirando a dónde iba y accidentalmente se topó con un anciano desnudo. "Oh - lo siento!" se disculpó él rápidamente.
"Estás perdonado." Canturreó el anciano antes de huir cojeando otra vez.
Inuyasha continuó su camino antes de paralizarse de repente y voltearse para mirar tras el anciano. Repentinamente hizo una mueca y desesperadamente intentó sacudir su ropa. "Ew! Lo toqué!"
Aki llegó tras él, jadeando como si pareciera haber estado persiguiendo al hombre por algún tiempo. "Seguro… corre rápido… para ser un anciano…" jadeó ella.
"Seguro tiene el trasero de un anciano…" Inuyasha se estremeció antes de voltear rápidamente. "Debo irme."
------
Ella estaba dormida otra vez, igual que la última vez.
Kikyo movió las luces a una luz tenue para que no despertaran a la joven. No lo haría para que despertara en medio de todo esto. Ella avanzó hacia la cama tranquilamente y bajó la botella y la jeringa esterilizada a los pies de las cobijas y cautelosamente revisó sobre su hombro.
Nadie iba a revisarla en otros cinco minutos, así que tenía suficiente tiempo para hacer el trabajo.
Con tranquila y práctica facilidad removió la jeringa del envoltorio estéril y metió la aguja en el corcho de la botella del sedante. Ella miró a Kagome insegura, sólo para asegurarse de que la joven aún estaba dormida mientras llenaba la jeringa con el claro líquido.
Esta vez iba a aplicar la dosis máxima… tal vez un poco más… tenía que asegurarse que no fallara como la última vez.
Antes de suministrar la dosis ella se inclinó sobre el brazo de Kagome para revisar que la aguja intravenosa estuviera correctamente insertada y que el goteo estuviera desconectado antes de continuar. Estaba por retirarse cuando una débil mano agarró su muñeca, haciéndola saltar.
"Kikyo… qué estás haciendo?" Kagome le parpadeó adormilada a la enfermera.
Kikyo sonrió gentilmente y retiró sus dedos forzadamente de su muñeca. "Sólo vuelve a dormir, Kagome. Todo terminará pronto, lo prometo."
"Eso es lo que ellos dicen." Kagome bostezó pero rápidamente regresó a dormir sin mucha protesta. Kikyo esperó unos momentos antes de revisar sus ojos para asegurarse de que realmente estuviera dormida esta vez.
Ella movió la jeringa y la insertó en el recibidor intravenoso y se preparó para presionar el pistón… tuvo que esperar unos momentos para reunir su coraje antes de hacerlo.
La puerta se abrió de repente y Kikyo se enderezó cuando la Doctora Fei entró con Inuyasha. Ambos miraron a la enfermera sorprendidos, hasta que la mirada de Fei cayó en la aguja en la mano de Kikyo. "Qué estás haciendo?" preguntó ella bruscamente.
Inuyasha se movió directo hacia la cama y primero revisó el pulso de Kagome antes de ubicar la botella al lado de su muslo. La levantó y leyó la etiqueta.
Un intenso golpe de silencio pasó antes de que Inuyasha le diera una mirada a Kikyo. "Fuiste tú! Tú fuiste la que administró los sedantes!"
"Qué?" La Doctora Fei avanzó para tomar la botella de su hijo. Ella leyó los contenidos por un confuso momento antes de mirar a Kikyo. "Eso es verdad?"
"Um… no entienden - ella me pidió hacerlo!" Kikyo tartamudeó. "No es lo que parece!"
"Esto es atroz, Kikyo." La Doctora Fei la miró atormentada. "Nosotros NO cometemos eutanasia en este lugar. Este es un hospital DECENTE!"
"Esperen - no entienden-"
"Ven conmigo." Fei agarró su brazo rudamente, haciéndola soltar la aguja en el piso mientras la doctora sacaba a Kikyo de la habitación. Kikyo dejó la protesta mientras era halada lejos.
Justo antes de que fuera sacada por la puerta, miró a Inuyasha. "Lo verás - estaba intentando hacer lo correcto!"
Inuyasha no podía creer que Kikyo hubiera caído tan bajo… estaba un poco escaso de palabras entonces… el shock había paralizado su lengua de algún cortante remarque mientras se iba.
Eventualmente se recuperó y se agachó para recoger la jeringa del piso. Miró la dosis y maldijo… era una sobredosis por supuesto…
Él se enderezó y cuidadosamente colocó la jeringa en un cajón con llave al lado de la cama. Tomó la llave y la colocó en su bolsillo, no queriendo que nadie tuviera acceso al cajón - especialmente un niño como Souta cuando viniera de visita.
"Kagome?" él movió gentilmente su hombro.
La joven frunció en su sueño antes de reconocer su voz y lentamente abrió sus ojos. Ella sonrió cuando lo vio. "Hola…"
Él sonrió débilmente. "Cómo te sientes?"
"Como si pudiera saltar edificios altos." Le dijo ella, una voz levemente ronca.
"Es en serio. Cómo te sientes?" le preguntó él sin humor.
Ella suspiró y rodó su cabeza a un lado. "Nada bien… continúo… teniendo dolores… en mi espalda. Mis manos no dejan de temblar… Tengo frío."
"Quieres que aumente la calefacción?"
"Como si hiciera mucha diferencia…" dijo Kagome tristemente. "Inuyasha… realmente duele…"
"Lo sé…" él suspiró, no sabiendo realmente qué más hacer. Sólo agarró su temblorosa mano en silencio y se agachó para que pudiera descansar su brazo en la cama y su mentón en su antebrazo mientras ella miraba la puerta.
Kagome estaba reflexionando tranquilamente sobre las cosas. "Yo… no voy a durar mucho más… verdad?"
Inuyasha pausó un largo momento antes de responder. "No." Dijo él plana y honestamente.
"Cuánto tiempo?" preguntó ella tranquilamente.
"No lo sé… pero en el pasado, pacientes con tus síntomas no duran mucho más que unas horas… un día máximo…"
Kagome contuvo su urgencia de sollozar en voz alta… era demasiado orgullosa para permitirse llorar en las últimas horas de su vida. Iba a ser fuerte…
"Puedo llamar a tu familia si quieres." Le dijo él de repente. "De todas formas planean visitarte hoy."
"No… no quiero que me vean así…" Kagome agarró su mano fuertemente mientras sus temores se incrementaban. Inuyasha la miró en respuesta y frunció. Realmente no se veía bien… su rostro estaba pálido y demacrado y sus ojos estaban tristes y más oscuros de lo normal. Su cabello estaba plano y lacio alrededor de su cabeza y su piel lucía pálida.
"Luces hermosa." Ofreció él.
"Cállate, sé que no." Ella clavó sus uñas en su mano con una pequeña risa.
"He visto peores…" él se encogió.
Un largo silencio se extendió antes de que Kagome volteara a mirarlo. "Morir… duele…?"
Él la miró, viendo lo seria que estaba por eso. Suspiró antes de hablar. "Depende… si mueres de un infarto duele… si mueres en tu sueño no duele del todo."
"Qué hay de mi? Cómo moriré?" ella lo observó reprochante.
"Dolorosamente." Dijo él tranquilamente, después de un momento o dos.
"Oh…" ella suspiró. "Bueno… no hay alguna forma de hacerlo menos doloroso?"
"No…" él movió su cabeza. "Supongo que el método menos doloroso sería darte sedantes… te noquearían y luego morirías… pero no podemos dártelos."
"Por qué no?" preguntó Kagome.
"Porque entonces estaríamos matándote. No podemos hacerlo. Es contra la ley." Le dijo él.
"Pero… si voy a morir de todas formas, cuál es la diferencia?" señaló ella.
"Una mayor!" él soltó su mano de repente. "Es llamado eutanasia - no voy a matarte sólo para aliviar tu dolor!"
"Moriré unas horas más temprano… y qué?" discutió Kagome. "No quiero que mis amigos y familia me vean retorciéndome de dolor o lo que sea sólo porque fuiste demasiado gallina para hacerlo rápido y sin dolor!"
"No soy gallina!" espetó ella. "Ellos hacen pruebas! Sabrían que fuiste asesinada deliberadamente! Y de todas formas - crees que sería fácil para mí matarte! Te amo!"
Kagome se calló. "Lo siento… no quería forzar algo así en ti…"
"Por supuesto que no lo hacías…" Inuyasha suspiró.
"Soportaré el dolor por ti…" le dijo ella cansadamente.
"Cielos, gracias." Él se enderezó mientras se levantaba. "Sólo duerme más, te ves agotada."
"Siempre me veo así." Respondió ella.
"Lo sé, pero duerme." Le dijo él tocando su mejilla gentilmente.
"Despertaré otra vez?" preguntó ella suavemente.
"Sí…"
Ella cerró sus ojos con una pequeña sonrisa. "Entonces diré mi adiós cuando despierte…"
Él la observó acostada por unos segundos antes de inclinarse y besarla en la mejilla para susurrar algo en su oído. "Te amo…"
"Igual…" susurró ella con una pequeña sonrisa antes de caer dormida. Estaba tan exhausta que no le tomó mucho detenerla de dormirse así de rápido.
Él permaneció a su lado un poco más antes de dirigirse afuera, con la intención de bajar a recepción y recoger su agenda de pacientes para el resto del día. Pero como antes, sólo consiguió caminar un par de metros antes de hundirse contra la pared, incapaz esta vez de detenerse de deslizar el apoyo hasta que estuvo en cuclillas en el piso.
Esto era patético… un doctor que estaba destrozado cuando un paciente muere en sus manos? No era profesional y no se escuchaba de esto… bueno… en realidad no era así de raro. Pero usualmente los doctores que se destrozaban tan pronto renunciaban a sus trabajos.
Si no era cuidadoso, pronto los turistas vendrían para obtener su foto con el doctor llorón.
Él inhaló tembloroso y pasó sus manos sobre su rostro para presionar el talón de sus manos contra sus ojos. "No puedo hacerlo…"
No podía ser un doctor… si así era como le hacía frente entonces no había una oportunidad como una bola de nieve en el infierno de que tuviera éxito. Tenía el cerebro, el conocimiento y la habilidad física para ser doctor y cirujano si quería… pero no tenía la voluntad de serlo.
No tenía el comportamiento con un enfermo y no tenía el entusiasmo que todos los doctores necesitaban poseer. Ser doctor nunca había sido su idea de cualquier modo… había sido de su madre… y con los grandes ingresos de la familia había logrado pagar por sesiones de tutoría privadas, especialmente para que Inuyasha se volviera un doctor como ella. Eso es por qué se había graduado temprano, eso es por qué encontró tan rápidamente un trabajo de oro en tan lujoso hospital…
Pero no podía soportarlo más.
El viejo pasó y saludó al jorobado doctor. "Anímate, Doc, no es el fin del mundo."
Inuyasha no se molestó en levantar su cara de sus manos. "Ahora hay un punto de vista optimista…"
"Oiga!" los guardias de seguridad voltearon la esquina y ubicaron al anciano y rápidamente le dieron persecución.
La borrosa multitud pasó pronto a Inuyasha, ignorando completamente al deshecho doctor en el piso. A Inuyasha no le importó de todas formas…
Le tomó un tiempo encontrar sus pies de nuevo, y aún entonces el dolor estaba fresco por dentro. Se separó de la pared a su lado… golpeando un gran agujero en el yeso perdió estrechamente un cable de electricidad. El dolor de quebrar sus nudillos contra los ladrillos detrás del yeso fue suficiente para distraerlo del dolor interno por un momento… y retiró su puño con un siseo de dolor e hizo una mueca ante la sangre que ahora manchaba su mano.
"Bueno, eso fue inteligente." Dijo una voz cerca detrás. Él volteó bruscamente para ver a Sango de pie mirándolo con sus brazos cruzados. Obviamente había visto su pequeño estallido emocional… y a la vez se tornó hostil.
"Qué!" espetó él.
La expresión de Sango se suavizó un poco. "Lo siento… duele no…"
"Qué sabrías?" espetó él, volteando para intentar alejarse.
"Quiero decir Kagome - está lastimada - está sufriendo." Dijo Sango rápidamente. "No estaba hablando de ti."
"Oh…" Inuyasha dejó de caminar, molesto de haber saltado a la conclusión equivocada. Se había delatado.
"Estás molesto por eso, verdad?" Sango suspiró. "También lo siento por eso."
"No lo sientas. No eres quien la está matando…" refunfuñó él, recostándose contra la pared por apoyo en caso de que sus piernas fallaran en su tarea.
Sango miró por el corredor, no vio venir a nadie por un rato. Todos estaban en la recepción o la unidad de emergencia, nadie sino Inuyasha y ella estarían escondiéndose por esos corredores. Ella miró a Inuyasha. "No hay nada que puedas hacer… para salvarla, quiero decir?"
Inuyasha movió su cabeza vehementemente. "No. En unas horas va a morir. Dos horas antes de que muera se atascará mientras sus órganos internos comienzan a cesar uno por uno hasta que sus pulmones colapsen. Sabes lo doloroso que será!" él se enojó otra vez, golpeando su ileso puño contra la pared. "La colocarán en una máquina para mantenerla respirando e intentar alimentar sus fluidos - sólo para prolongar su dolor! Y luego su corazón eventualmente se rendirá - y entonces intentarán revivirla. Tal vez tengan éxito una o dos veces, pero no durará. Morirá y no hay nada que pueda hacer para ayudarla… no puedo darle sus analgésicos…"
Sango se abrazó un poco más fuerte. "No pueden… dejarla ir en paz?"
"No… es contra las regulaciones. Tenemos que hacer todo lo que podamos para mantenerla viva - incluso si está en agonía." Él gruñó. "Y una vez que comience a colapsar no hay vuelta atrás… nada para salvarla de chiripa… una cura milagrosa…"
Sango permaneció en silencio, incapaz de encontrar palabras consoladoras para decirle. Si algo… ella necesitaba un poco de consuelo. Kagome también era su amiga…
"No puedo hacerlo, Sango." Dijo Inuyasha de repente, repitiendo una declaración anterior.
"No puedes hacer qué?" preguntó ella automáticamente.
"No puedo ser doctor." Él apretó sus puños. "Voy a renunciar. Al minuto que Kagome se vaya y no tenga de quien encargarme, renunciaré…"
"Pero…" Sango lo miró perpleja. "No puedes hacer eso! Qué hay de tus otros pacientes! Tu madre! Eres un BUEN doctor Inuyasha, no puedes renunciar sólo por esto! Este tipo de cosas pasa todo el tiempo!"
"No puedo soportar este tipo de cosas! Eso es lo que me hace un mal doctor! Me apesta la medicina!"
"Supongo que podrías verlo de esa forma…" Sango suspiró. "Pero estás seguro? Es un riesgo tirar tu carrera así…"
"Nunca he estado tan seguro de nada en toda mi vida." Inuyasha se enderezó con una determinada expresión. "Necesito ver a mis otros pacientes - y TU necesitas ir a casa! Has estado aquí por la mayor parte del mes! Qué pasa contigo?"
Sango se encogió. "Quiero quedarme aquí por Miroku… estoy actuando como una consejera temporal y no oficial."
"No bromees…"
"Pero hay un pequeño problema…" Sango hizo una mueca. "Seguridad está intentando echarme."
Inuyasha pensó por un momento antes de quitarse su bata y tirársela a ella. "Toma, si te ves como un doctor no te echarán, verdad?"
"Pero… no la necesitas?" ella se la alcanzó.
"No después de hoy." Él se encogió y avanzó, sin lucir más como un doctor que el repartidor.
"Oye, Inuyasha - puedo ver a Kagome?" dijo ella tras él.
"No. Está durmiendo. Déjala en paz." Contestó él sobre su hombro mientras desaparecía por otra esquina.
Sorpresivamente, llegar a la recepción fue mucho más fácil cuando no usaba su bata. Los pacientes no saltaban sobre él, rogándole o demandando que los viera primero. Él se escabulló entre la ruidosa multitud hacia la recepción y detrás del escritorio, mirando su buzón.
"Qué le pasó a tu bata?" gritó Miroku sobre el jaleo.
"Sango la tiene!" respondió Inuyasha.
"Qué, te asaltó!" Miroku sonrió, obviamente un poco fuera del asunto de la condición de Kagome de lo contrario no estaría tan animado.
"Algo así…" murmuró Inuyasha, muy tranquilo en la ruidosa recepción para ser escuchado. Pero estaba distraído por la carta que había pescado de su bandeja.
Él miró el contenido, antes de darse cuenta que estaba mirando un par de resultados de exámenes de sangre tomadas de la última vez que le habían dado sedantes… sedantes administrados por Kikyo.
Lentamente leyó la información, maldiciéndose por no ser capaz de hacer algo por ella.
Pero entonces… tal vez podía…? Al menos terminar su dolor…?
Él miró más duro los resultados por un momento antes de arrugar la hoja de papel y tirarla en la caneca junto con todas las cartas bomba y cuentas…
Tal vez Kikyo había estado haciendo lo correcto después de todo… Bueno, eso no importaba. Al menos ahora sabía lo que tenía que hacer.
Miroku levantó la vista mientras Inuyasha se retiraba otra vez sin aún haber mirado su agenda. "A dónde vas?"
"A encontrar a Sango… tiene una llave de un cajón en el bolsillo de mi bata que necesito…"
------
Continuará…
------
