Pensaba que tardaría más en continuarlo pero a los dos días de empezarlo se me vinierón a la cabeza tantas ideas que intente acomodarlas en este espacio XD Aún sigo pensando en si les gustará... tal vez debería dejar de preocuparme
Los Siete Ángeles
Quieres que pida perdón... quizás tú también hayas hecho algo mal
Cáp. 1:
Serpientes en el Paraíso¿Qué está bien y que está mal ahora¿Es una prueba del paraíso¿Es Pilika una bruja, o se aferrán a un error¿Qué es el libro y el sello de dentro¿Soy un clérigo o quizás un pecador¿No creyente¿Renegado¿Es demasiado tarde?
Todo el tiempo, el peliazul se devana los sesos sobre qué ha ocurrido durante las pasadas horas y las muchas preguntas que se hace, pues sin poder controlarlo las preguntas acuden a su mente.
Mientras tanto, debe ser de noche afuera en las calles de Mainz porque sólo una luz muy tenue cae por la ventana de la pared sobre el frío y pedregoso suelo de la celda de la prisión. Horokeu sentado en el suelo, en cuclillas, apenas ha hecho caso a su compañero de celda, quien camina dando vueltas impacientemente, no obstante ya han pasado algunas horas juntos en común encarcelamiento.
"¿Señor , por que estoy aquí? mi vida eran Tú y mi fe... Crees que abuse de la confianza del fraile Marco, dime si esto es obra del mal"
"OH, tantos caminos conducen al caído?" la voz proviene del compañero de celda de Horo, quién al saber lo que es pronuncia con un tono más sarcástico sus palabras "Deberíamos traer salvación, no rendirnos a su tentación, no!... Leer y predicar la palabra sagrada y no aquellas mentiras prohibidas" Y hasta entonces aquel sujeto le dirige la mírada, sonriendo una vez que ha captado su atención "Has leído las líneas mágicas guiándote hacia la luz en tu mente"
"¿En tu mente?" Horo es algo lento para los acertijos y por lo menos este, parecía uno, levantándose de donde se encontraba Horokeu mira por vez primera, detenidamente, a su compañero; el sujeto no era muy alto, por lo menos no más de lo que Horo lo era, su pelo de color violáceo apenas llegaba a los hombros y terminaba en un pico por la parte de arriba, sus ojos brillantes color miel casi parecidos a los de un gato parecían no perder ni un detalle de lo que pasaba, pero algo que sin duda llamaba la atención era la silueta que formaba, casi perfecta, formada por unos pantalones de cuero negro completadas con unas botas altas del mismo color, mientras lo que cubría de la cintura para arriba estaba conformado por un suéter de punto grueso - o almenos eso pensaba el peliazul - ya que aparentaba ser tejido en metal y no en lana, todo eso cubierto finalmente por una túnica de lana morada
Mientras el peliazul seguía perdido examinando a su compañero el extranjero volvió a hablar "Mucho más allá de los confines " Él joven novicio no entendía demasiado sobre lo que ese tipo contaba, las pocas cosas que puede entender le muestran totalmente nuevas vistas de la vida... "Para ser un monje eres algo torpe"
Sorprendido al escuchar eso de aquel hombre Horo suspira resignado al recordar aquellas cosas a las que se dedicaba como Dominico, él ojinegro le cuenta a su compañero de celda su historia entera: por qué él - un monje - está en prisión. Y aunque el desconocido, obviamente no podrá ayudarle, Horo se siente muchísimo mejor después de hablar sobre todo ello. En la conversación, el extranjero con un raro acento le dice que alguien le había abordado cuando llegó a Mainz, porque él es aquel que firmó la carta de la que Horo habló.
Acto seguido, los dos conversan durante toda la larga noche. El extranjero revela que él es uno de los últimos druidas en el mundo entero, un miembro de un secreto y antiguo clan de celtas en Irlanda. Y corrobora que las investigaciones del joven novicio no son del todo equivocadas.
Mientras tanto en la institución de los Monjes Dominicos de Mainz el fraile Marco se encuentra arrodillado frente al altar al parecer por lo sucedido con Horo "Padre perdóname por lo que he hecho. Por que he traicionado a aquel que amaba como a un hijo, pero espero que entiendas él por que, tenemos que pelear, mantener a nuestra gente asustada... mantenerlos alejados de lo que no verán. Veo una amenaza a nuestro paraíso en estos tiempos malvados. El cielo está ardiendo, la gente está anhelando una nueva doctrina, ellos son..."
Poco antes de amanecer el joven novicio vuelve a dirigir su mírada al cielo teniendo aún en la mente todas aquellas imágenes, es la conciencia preguntándole al novicio que clase de animales han de haber sido, torturando a Marion por que si las palabras de Ren Tao representaban la verdad ella había sido probablemente inocente, él pequeño sueño que Horo encuentra durante las próximas noches no es un sueño relajante, pesadillas – enviadas por su conciencia – le persiguen durante todos los únicos momentos en los que cierra sus ojos atreviéndose a intentar dormir... el juicio de ella, quién ha sido tratada como a una bestia:
A su mente venían una y otra vez las imágenes de aquel sujeto; vestido con una prenda tejida con hilos de oro blanco, mostrando finalmente el usual color dorado en los bordes de las mangas las cuáles guardaban sus manos bajo ellas, todo sin dejar aun lado el símbolo de la institución bordado en un color grisáceo más obscuro; aquella prenda era utilizada precisamente para las torturas – se suponía representaba la pureza mediante el blanco, mientras que el dorado simbolizaba la gloria de Dios – la capucha tapaba parcialmente su cara a la hora de la tortura y a pesar de eso los cabellos de color verde que lograban salir eran fácilmente notados
"Así que, hija del viejo espíritu maligno sigues fingiendo no saber? Tal vez tenemos alguna manera de hacerte recordar "
No importaba que tan bella fuera aquella bruja, aún en sus cabellos se distinguía una que otra mancha de sangre opacando el color original "No hice nada malo..."
Sin sentir algún remordimiento siguió con aquel maltrato, parecía gozarlo "Torturador, tiraaa!"
Sí. Eso era exactamente lo que hacía que el novicio despertará sobresaltado una y otra vez al intentar dormir "¿Puedes decirme Señor que hubieras hecho si fueras yo? Si aún tengo algo de tu favor dime que Pilika estará bien" voltea distraído a mirar a su compañero que parece despertar "Tao ¿puedes decirme que sabes de todo esto?... Tao ¿Puedes ayudarme a salir de está celda?... Tao ¿Puedes ayudarme a liberar a Pilika de las cadenas?... Tao?"
Extrañado por la manera en que se dirige a él Horo comprende que difícilmente podrá volver a dormirse si su compañero sigue igual de escandaloso "Solo dime Ren" el extranjero decide desperezarse intentando recordar cuánto tiempo llevan ahí "Sabes he estado pensando que no tiene ningún sentido rendirse al destino esperando alguna administración de justicia o como yo lo veo, de injusticia," dirige al ojinegro una mírada un tanto perdida "Mejor que no lo pensemos dos veces"
El novicio no puede creer lo que dice el druida y golpeando el suelo de la prisión donde se encuentra comienza a darse cuenta, pensando en todo lo que creía "Escapar¡Todo lo que podemos hacer es escapar!... Es tan duro dejar de lado lo que he sido"
"De otra forma ella morirá mientras ambos yacemos aquí encadenados." Intentando darle valor el joven druida sabe que si él quiere lograr lo que ha dicho necesita primero salir de donde está
Horo se da cuenta de que Pilika no puede ser ayudada si el yace ahí encadenado y es fácil para el Tao ver que Horo tiene menos miedo de que la muerte le venga a él que le venga a Pilika. Ambos saben que tienen que huir, por que a los ojos de la ley, Ren es un hereje y Horo un renegado. Así que en la sexta mañana, esperan a que el carcelero acuda como lo ha hecho también durante todas las mañanas anteriores, para que les traiga agua y una humilde comida para el día. La mírada fija de Horo no es capaz de seguir a Tao derribando al carcelero desde detrás de la puerta. Sin ningún esfuerzo, fácilmente, el druida toma la llave del hombre sin sentido (quién por cierto apesta a vino lo que de alguna manera podría explicar muchas cosas) ) para abrir, primero sus propios grilletes de los pies, y después los de Horo. Sin saber del todo qué ocurre, este sigue al apurado druida a través de la puerta. Separándose del encarcelamiento... y de su, hasta ahora, existente vista de la vida
No hay nada más que Horo prefiera hacer, que correr directamente hacia la torre de las brujas donde Pilika yacía encadenada, pero Ren le recuerda el hecho de que el novicio no es uno de aquellos que han encarcelado a Pilika. El ya no es un clérigo, nunca más. Pero un renegado, ellos probablemente le esperaban ya para encadenarle de nuevo... y habría poquísimas probabilidades de huir entonces. Al final, Horokeu presta atención al consejo de Ren y acepta cuando el druida exige abandonar la ciudad tan pronto como sea posible.
Horo no sabe cuántos pasos han dado durante el día, pero en la noche de su primera jornada huyendo, él puede apenas sentir sus pies. Y se siente como un fracasado porque Pilika está todavía encadenada. Cómo había esperado encontrarse con ella de nuevo durante todos los años; ahora la había visto de nuevo pero - de acuerdo con su constante y retornable pesadilla, como sus pensamientos de Pilika encadenada - esta reunión más bien no debería haber sucedido... Siendo de noche y una vez dormido el druida Horo comienza a hablar para sí mismo pensando en las cosas sucedidas hace mucho tiempo y ahora, mientras observa las estrellas que iluminan el cielo, o como las llamaba Pilika, sueños cumplidos.
"Días vinierón, inviernos se fuerón, jugando como ángeles en el paraíso. Yo era tu caballero, abrazándote como un hermano cuando veía tus ojos llorosos. Contemplando las nubes, éramos solo niños, tan pequeños y tristes; esperando que los santos ayudarán a reencontrarnos un día, y aunque el tiempo me apremio a decir adiós, todavía tengo la llave al callejón de nuestros sueños en las manos." El joven novicio cierra sus ojos intentando grabar en su memoria cada detalle de los momentos que pasó con su hermanastra "Nada hará que me olvide de ti"
"Ningún adiós será el último, si decides encontrarte de nuevo" Las palabras provienen del chico de cabello violáceo a quién Horo creía dormido, por lo que solo sonríe al escucharlo
Ruedas de carros retumban a lo ancho del pavimento "Jesucristo vengo a ti, a tu hogar en la tierra... estoy enfermo de predicadores pidiendo que seamos sencillos mientras tú lo tienes tan fácil aquí" Falk, alguacil de Mainz, echa un vistazo por la ventana y está muy impresionado por las fachadas de Roma y su interminable belleza y esplendor.
Tiene la ventaja de unirse al viaje del príncipe-obispo Liserg Diethel, porque no ha habido nadie excepto Falk, que haya llevado a cabo el juicio de Marion. Ese juicio durante el cual, la habían confiscado el libro que el tren clerical está trayendo a Roma ahora "Oh, caminos de oro nos guían hasta tu resplandor de fama¿estás esperando lo que te hemos traído desde el infierno?"
Incluidos en el grupo están el obispo de Mainz, Falk el alguacil, un montón de mercenarios y también el fraile Marco, uno de los mejores amigos del obispo, quien ha estado siempre agradecido por cualquier consejo del inteligente Dominico. También Marco parece estar impresionado por el esplendor de Roma, sin embargo, sus ojos no tienen como protagonista el centelleo, los de Falk sí. Diethel está leyendo, parece como si no le importase ninguna cosa excepto la Biblia en sus manos y, tal vez, su encuentro con el Papa, pero ¿por qué debería estar impresionado por las calles de Roma? Él podía haber estado allí un par de veces antes...
Más tarde, se encuentran sentados en una espléndida mesa. El alguacil no entiende nada sobre lo que los otros están hablando, pero no le importa. Él únicamente disfruta de todos los acontecimientos de la corte en el Vaticano, mientras, el Papa que ha sido un amigo del obispo de Mainz desde hace mucho, como parece ser, abandona la habitación para recibir lo que ha estado buscando durante tan largo tiempo del obispo y su amigo y asesor Marco:
El último libro con la última de las siete partes de un sello, que ellos necesitan para traerlo completo al centro del mundo espiritual. Y, como ha sido predicho por "increíblemente viejos, secretos y sagrados documentos", aquellos que puedan traer el sello de los siete libros sagrados de la iluminación del centro del mundo espiritual, alcanzarán la sabiduría final, iluminación y verdad fundamental. Y la sabiduría significa poder.
"Siete partes de un sello para abrir la tierra de la iluminación, que ha sido predicho; después de tocar la luz deberemos cerrar el mundo. Pero ahora es nuestra hora de trascender, la llave final en nuestra mano" Así que el Papa invita a Liserg y a su amigo Marco, (quienes están asustados, cosa que no demuestran), para unirse a ella en un mundo - del cual la gente no conoce su existencia -. Un viaje dentro de otro ámbito, en carne... El tren de Mainz abandona Roma sin Marco y Liserg, asombrándose de por qué ellos no se unen al camino de vuelta a casa.
Y así, el día siguiente, el Papa, el obispo y Marco, caminan a hurtadillas por los obviamente interminables vestíbulos bajo Roma, para llevar a cabo la misión.
Una misión secreta, como la joven de cabellos plateados dice a ambos al advertirles que no hablen a nadie sobre ello, puesto que es un privilegio muy especial para los tipos de Mainz el unirse a ella. " Dios normalmente no quiere que la gente vea lo que ustedes probablemente verán esta noche, y tampoco quiere que la gente sepa de todo. La sabiduría no debería iluminar las mentes de aquellos que estén equivocados, porque en la Tierra hay demasiada gente que no tiene la fuerza para plantarle cara a toda la verdad entera"
Y, como ordenado por las secretas y sagradas escrituras, como la joven dice, deben cerrar el mundo de la última sabiduría para siempre después de haberla recibido.
Después de haber bajado interminables vestíbulos, y abierto innumerables puertas, ellos llegan a la puerta de madera que estaban buscando. Disponiendo del pesado saco que ha cargado, el Papa saca una placa triangular que había visto en la cubierta del libro que una vez le habían confiscado a Marion. Dios se ha sentado de golpe sobre la Tierra (es metafórico), el Papa toma la placa en sus manos
Y con ambas la sostiene contra otra placa fijada en la pesada puerta. Y sin usar ninguna llave o presionar ningún pomo, esta se abre. Fuertes vientos soplan en sus rostros y, aunque el Papa trata de parecer muy relajado, los otros dos -quienes están asustados hasta la muerte-, pueden ver que aquella joven de cabellos plateados tampoco se siente cómoda del todo. Con sentimientos mezclados entran en la habitación tras la puerta; un escalón hacia lo desconocido... .
