Levanto su mano, y un flujo de sangre azul bajo por su brazo. Sosteniéndose ahí, en medio del caos, el humo y los gritos, un hombre sonreía con satisfacción, su mano cubierta en sangre y sus pies sobre una pila de cadáveres de monstruos. A su alrededor, la gente lo miraba con temor y admiración, susurraban y comentaban entre ellos sin atreverse a ver a aquel hombre a los ojos. Era un milagro terrible, una abominación milagrosa dijeron algunos, pero él no podía oírlos, estaba sumido en su contento y su satisfacción, y nadie podía hacer que se sintiese mal entonces; un rayo de sol atravesó las nubes, y tocando la sangre de hielo en sus manos, se reflejo en su rostro y la lleno de luz.

Sintiéndose un ser imposible, y alma llena de felicidad, ese hombre bajo de la cumbre de cadáveres, y pasando entre la gente que escabulléndose le abrió paso, se fue de Dolet. Desde entonces, se contaba la leyenda de un hombre que con solo sus manos había vencido a más de cien monstruos, de él, y de la fuerza que lo acompañaba. Un GF tan poderoso, tan sanguinario, que había aterrorizado al pueblo mientras se manifestaba sobre la ciudad; algunos dijeron que era una bestia de plata, otros que tenia la apariencia de un ave, otros que era un dragón, unos últimos afirmaron ver en ella la marca de el Jardín, pero nadie se atrevía a hablar abiertamente de esto. Solo quedaba en la nublada memoria de los habitantes la figura de un hombre con sus ropas destrozadas por la pelea, su mano derecha cubierta en plata, y sus ojos verdes que desde ese día se convirtieron en un augurio de la masacre.

Años habían pasado desde entonces, y la historia no era escuchada en otro lugar que no fuesen las montañas cercanas, donde algunos pocos ermitaños aun contaban a los pasantes de un viajero moribundo que llego arrastrándose al pie de la montaña, y que de un día para otro se transformo en un demonio que aniquilo a todos los monstruos del pueblo. Pero Ádmani Cerios no estaba en Dolet por esa razón, no venia a oír historias que ya conocía, sino a negociar tratados con mercaderes y empresarios. Su vida se había llenado de ajetreos y reuniones tediosas desde que se había embarcado en el proyecto del Jardín, y es que eso era lo único que tenia en su cabeza últimamente, invertir, construir, diseñar y planear, la reparación del Jardín era trabajo de tiempo completo, siendo el maestro de obras, y tenia aun que arreglárselas para conseguir maestros, vendedores para sus tiendas, amaestradores de monstruos, mecánicos de naves y toda clase de personal para la escuela.

Se adentro en las calles de la acogedora ciudad llevando puesto una chaqueta de piel de dragón azul, unos pantalones verdes y una camisa gris con patrones rozos, su largo cabello rubio estaba recogido en una cola de caballo. Cubriéndose de la lluvia que comenzaba a caer, entro en un curioso bar viejo con un puente sobre la calle, al entrar el olor de los cigarros, el licor, y los barriles de cerveza le trajo memorias nostálgicas, pero sin tiempo para perderlo en esto subió las escaleras hasta el cuarto de las mesas de pool. Salio por la puerta del segundo piso y cruzo el puente hasta una vieja puerta de roble. Toco un par de veces y una voz ronca desde adentro le dio la señal para pasar, dentro, había una compacta oficina llena de libros, cartas, revistas, y tras un largo escritorio, había un viejo gordo y calvo, con apariencia enferma y cansada, deteriorado por los años.

"Que clima" rió Ádmani al entrar, sacudiendo gotas de lluvia del hombro de su chaqueta.

"No es nada bueno para mis pulmones" le dijo el dueño, tosiendo bruscamente después. Ádmani se sentó en la silla opuesta al escritorio, y se quedo observando como el dueño se tomaba un suero entre su asfixia, cuando por fin pudo respirar normalmente el dueño hablo. "¿Cómo va todo?"

"Sobre ruedas" dijo Ádmani orgulloso. "las reparaciones resultaron ser mas de las que esperábamos, pero ya que las encontramos a tiempo serán reparadas inmediatamente, la parte nueva también esta en construcción: la plaza de comercios esta quedando muy linda."

El dueño tosió otra ves "¿Que tan grandes son los locales?" dijo entre su asfixia, Ádmani le paso un vaso con agua del pequeño tanque a un lado del escritorio "Gracias"

"Dependiendo de su función, por ejemplo su taberna va a tener uno de los locales mas grandes, unos Noventa metros cuadrados incluyendo las cocinas. Por supuesto que podemos incluir mas pero me tienes que avisar ahora y… dar una contribución."

"Por supuesto que… (Tosido) no estoy… (Tosido) esperando menos, al fin y al cabo es un proyecto grande y…. (Tosido)" Ádmani lo ayudo con su ataque de asma antes de continuar la charla, varias caras se asomaron del bar al otro lado de la calle por los estridentes tosidos.

"El proyecto no es lo que me preocupa, sino las leyes infantiles y…"

"Disculpa Ádmani." Lo interrumpió el dueño. "pero se que eres un hombre de muchas influencias, por no decir de mucho dinero, para alguien así las leyes solo son formalidades."

"Últimamente todos mis fondos están invertidos en el Jardín, no tengo tiempo para sobornos, y sinceramente espero que no sean necesarios, si sabes a que me refiero." Dijo lanzándole una mirada asertiva.

"Por supuesto, por supuesto, pero eso no deja al lado la posibilidad de que los niños consigan alcohol por otro medio." Dijo el dueño ciñendo una sonrisa. "Además, eso de tus fondos no es del todo confiable, solo mírate! Chaqueta de dragón azul, pantalones de la mejor calidad, y ¿de que es ese anillo¿Platino? No me puedes engañar, el dinero te sobra."

"De hecho el anillo es de plata, no me gusta el platino, es poco elegante. Y yo te digo otra ves que mi dinero esta en donde debe estar, en la realización de mi sueño." Retorció el anillo alrededor de su dedo mientras decía esto, el dueño dejo salir un largo suspiro.

"Los sueños… el mío siempre fue esta taberna, y ya ves que lo conseguí, pero puedo ver que los sueños de algunos llegan mas lejos, por mas que digan no tener los recursos para hacerlos."

"No he dicho eso, todo lo contrario, tengo mis recursos muy bien puestos." Lentamente, se levanto de la mesa. "Y hablando de eso, tengo otros negocios que atender, me tengo que ir." Se inclino sobre el escritorio con tal de darle la mano al dueño, que debía permanecer en reposo.

"Buena suerte." Le dijo el dueño mientras Ádmani salía de su oficina, él le hizo una seña amistosa y cerro la puerta tras de si.

Bajo al bar y salio a la calle, pasando entre transeúntes y los pocos autos; la lluvia había escampado, pero todos estaban en sus casas o en algún café, pues era costumbre en Dolet una hora de descanso durante la tarde, esto le daba a Ádmani mas libertad para moverse en la ciudad.


"Y nos fuimos de la montaña mientras nos disparaba con la escopeta" termino de comentar Thomas, un muchacho de cabello castaño y piel color bronce. "Casi nos da un par de veces pero cuando llegamos a los matorrales ya no nos logro ver."

"Que malos" le dijo Katerina, una rubia de ojos marrón, vestida con un vestido azul y tomando una tasa de café. "¿para que se ponen a molestar al viejo?"

"Porque no tenemos nada mejor que hacer." Se quejo Alejandro, un pelirrojo muy alto, que usaba una boina y un pantalón de tirantes. "A diferencia de algunos."

"¡Es que ustedes si son idiotas!" Gruño Katerina. "¿Cómo dejan que los echen de la escuela?"

"Culpa de los profesores, no nuestra." Le respondió Alejandro.

"Ah si, y los baños se congelan solos." Dijo Katerina tomando otro sorbo de café. Los dos muchachos no pudieron evitar reírse al recordar como habían congelado los sanitarios de maestros mientras varios de ellos estaban dentro.

"¿Y que mas da?" dijo Thomas. "Mi mama ya tiene planes para meterme en un Jardín de todas maneras. Hasta entonces, tengo tiempo libre." Se arregosto contra la silla en el pequeño café en el que se encontraban descansando. Thomas y Alejandro llevaban varios meses expulsados del colegio, y aunque eso no les importaba, la mala reputación que se ganaban fastidiando a toda la ciudad empezaba a dar frutos después de dos arrestos y un intento de homicidio de parte de un ermitaño.

"Ja, que salado." Se mofo Alejandro. "lo van a convertir en un militar, nada de magia fuera de horas de clases, y si tiene la suerte de que le den un GF, se lo van a quitar después de la primera semana por mala conducta. Lo bueno es que el Jardín aun no abre."

Un hombre de chaqueta azul y cabello largo entro al café, pidió un pastel y una taza de te, y se sentó en la mesa contigua, los tres muchachos se quedaron en silencio mientras el hombre abría un periódico y comenzaba a leer, había algo en él que lo volvía intimidante.

"¿Vio lo que anda puesto?" murmuro Alejandro. "¡dragón azul¿Sabe lo caro que es?"

"Seria una lastima que se arruinase…" susurro Thomas en tono jocoso.

"¡Thomas!" exclamo Katerina, los otros dos la callaron lo más rápido que pudieron. "¡Si va a ponerse en esas yo me voy!" susurro.

"Calma Kat" dijo Thomas con tono confiado. "Vea esto…"

Al hombre de la chaqueta azul ya le habían traído su comida, y estaba dándole vueltas a su te con su cuchara lentamente mientras leía un anuncio en el periódico. Thomas contuvo su risa y en vos muy baja dijo: "Aero". De improvisto, una barrera verde como un espejo transparente envolvió al hombre y a la mesa, y una ráfaga de viento se levanto debajo de la mesa en donde los tres estaban sentados, volcando la mesa y a los tres que la ocupaban, y derramando sus bebidas y comidas por el suelo y encima de ellos. El hombre de azul se levanto entre carcajadas, y de pronto poniendo un rostro muy formal que no lograba tapar su risa, le señalo a Katerina que su vestido se había levantado mas de lo debido, poniéndose roja de la vergüenza ella se puso de pie y entro al café.

"Reflejo combinado con un doble efecto de fuerza." Les dijo el hombre a los que aun estaban en el suelo. "De mis favoritos en contra de actos homicidas, pero nunca espere usarlo contra un bromista. Supongo que hay una primera ves para todo." Ninguno de los dos muchachos dijeron nada, aunque el hombre frente a ellos parecía estar entrando en los treinta años, su actitud les recordaba a la de los viejos profesores a los que les solían jugar bromas en su escuela. "Podrían aprender una cosa o dos de magia antes de usarla." Dijo, tomando su taza de té, sentándose de nuevo en su meza y retomando su periódico.

Thomas y Alejandro se levantaron y rejuntaron las sillas y los platos rotos del suelo. "Ah… y…" los interrumpió el hombre de saco azul. "Díganle a su amiga que los encajes que usa están fuera de moda." Los tres rieron levemente, pero con su orgullo herido los dos muchachos entraron al café a tratar de convencer a Katerina de salir aun después de la vergüenza que le habían hecho pasar.


"¡Que descortés decir eso!" les dijo Catherine cuando estaban en la playa un rato después, lanzando piedras a un barco anclado a lo lejos. "Aunque… estaba apuesto."

"Y ahí va otra ves…." Suspiro Thomas lanzando una piedra al mar, convertido en una hoguera por las luces del atardecer. "Katerina la enamoradiza."

"¡No me diga eso!" se quejo ella, lanzando otro proyectil al barco. "No digo que estoy enamorada, solo que estaba guapo."

"Lo que si era, era un maestro con las magias. Yo ni sabia que había un reflejo con doble fuerza." Dijo Alejandro haciendo círculos en la arena con su dedo.

"¿Creen que era maestro?" dijo Thomas.

"Tal vez," dijo Alejandro. "Después de dejarnos patas para arriba, puede ser."

"En todo caso es muy viejo para usted Katerina, olvídese." Rió Thomas.

"¡No moleste baboso!" le grito Katerina. "Ya le dije que no me gustaba…. Pero tenia unos ojos verdes tan lindos…"

Ambos muchachos lanzaron un suspiro de cansancio al unísono.

No se pierdan el próximo capitulo! Prometo que será más interesante que los otros 3. El Jardín ya va a abrir! así que no se pierdan la inauguración con la aparición de viejos y nuevos personajes de esta saga!