Mire su rostro, no había expresión en ella, no una que yo pudiese adivinar, desolación fue quizá lo que vi, me partía el corazón verla así, la última vez que la vi, su rostro lucia diferente, era feliz, muy feliz y yo había huido de ella por que no era para mi, la miré unos minutos antes de acercarme, la observé detenidamente, aunque ella no parecía haber notado mi presencia, quizá mi aspecto, quizá la tristeza de saber que él se había marchado.
Suspiré antes de encontrar el valor para acercarme a ella, entrelace mis dedos y luego de secarlos en la tela de mis pantalones me acerque.
-hola.- dije con timidez.- soy…-pero ella me interrumpió.
-te he visto antes, esperaba que te acercaras… como has estado?
-bien, supongo, y tu?
-no lo se, aún no.
-entiendo… yo… él, era mi hermano, y…-pasé mi mano por mi nuca.- es difícil.
-lo sé.
Ambos nos miramos unos segundos, segundos que parecieron eternos, la luz de sus ojos lucia apagada, sin embargo no habían perdido del todo el brillo que los caracterizaba, sus ojos, su boca, su larga cabellera, todo aquello que me había enamorado, seguía allí, pero no era mío, no me pertenecía.
-te quedarás?.- dijo de pronto.
-si, alquilé una habitación de hotel.
-cuando vuelves?
-no, esta vez no me iré, yo conseguí un empleo en la ciudad, voy a quedarme.
-oh… no lo esperaba.
-si, era una sorpresa para él, yo…
-Claro, sorpresa… a él le hubiese gustado.
-eso crees?
-ambos sonreímos ligeramente.- no, pero hubiese disimulado.
-era un idiota, pero… era mi hermano.
-si… pues… has comido algo.
-no, aun no.
-sígueme.
Kate Beckett caminaba delante de mi, la mujer de la que me enamoré siendo aún un jovencito, la que me había roto el corazón sin saberlo, la que se había casado con mi hermano mayor y la que ahora me guiaba hasta la cocina para servirme un plato de pasta.
La miré dar vueltas, su vestido negro, su cabello suelto y sus manos inquietas, aún seguía enamorado de aquella mujer, sonreí bajando la vista al suelo, no era el momento no ahora, había vuelto para darle una sorpresa a mi hermano, sin embargo el sorprendido había sido yo, recibir la noticia de su muerte me había destrozado, pero no solo a mi, también a ella, él la amaba y ella a él, me fui de casa cuando le confesé a mi hermano que me había enamorado de una mujer prohibida para mi, no hubo necesidad de mencionar su nombre, él lo supo enseguida, él sabía quién era esa mujer y habíamos peleado por eso y yo huí porque preferí alejarme antes que cometer un error, antes que cualquier otra cosa, todo había sido en vano, estos años alejado no me habían ayudado a olvidar a la mujer a la que amaba en silencio, suspiré confundido, aún con todo esto el dolor de haber perdido a mi hermano sin poder verle una última vez me carcomia el alma.
-Kate?.- dijo una voz familiar.
-si
-te buscan.
-ya voy.
-oh hola, eres, eres Rick?, el pequeño Ricky?
-ya nadie me llama así.
-el padre de Kate me miró unos segundos.- no ya lo veo, que… no esperaba verte.- dijo confundido.
-era una sorpresa.- dije.
-si, entiendo.-suspiró.- lo lamento mucho, debes estar…
-Si.
Kate me miró con pena, el pequeño Ricky, así me llamaba mi hermano aunque yo era varios centímetros más alto.
Suspiré con pesar y luego de unos minutos abandoné el lugar, caminaba por la acera cuando la voz de Kate me detuvo.
-estarás bien?
-si, soy un hombre ahora, puedo cuidarme solo.
-solo… ven cuando quieras, si necesitas algo.
-gracias.
Caminé con lentitud, las pequeñas gotas de lluvia caían sobre mi cabeza, me pregunté si haber vuelto era un error o el quedarme, me pregunté que pasaría ahora que él no estaba, me hice mil y un preguntas sin respuesta alguna.
