No dije nada al respecto, no quería siquiera mencionarlo porque el mencionarlo lo hacía real y su respuesta me haría demasiado daño, sin embargo la tormenta que se acercaba quizá no sería ni la mitad de lo que yo estaba imaginando, mis brazos la sujetaron con suavidad, aspire el aroma de su piel y luego de unos segundos la miré a los ojos.

-Que vamos a hacer?.- preguntó ella.

-esperar, eso es lo que tenemos que hacer, esperar y ver que pasa, las probabilidades de que él esté vivo y de que vuelva son mínimas pero no nulas.

-lo sé.

El teléfono nos interrumpió, un robo en una pizzería requería de nuestra atención, un hombre armado había matado a una joven mujer y nosotros debíamos estar allí. Kate me miró con cierta tristeza, ella pensaba lo mismo que yo, a quien elegiría si él volvía, seria yo quien tendría que hacerme a un lado y dejarles retomar su relación en el punto en el que se quedó, me pregunté si tendría el coraje para pelear por ella y si ella lo había pensado ya, que decisión tomaría, en teoría él seguía siendo su esposo y yo no sabía si tendría la fortaleza para enfrentarme a algo como eso, sobretodo por que yo les había visto aquella vez, ellos estaban enamorados aunque no sabía cuánto, no tenía dudas del amor que alguna vez se tuvieron pero ahora todo era diferente, Kate, yo e incluso él tendría que ser diferente.

Resolver con frustración, tenía miedo pero luego de darle vueltas una y otra vez me sentí enojado, Steve había tomado una decisión, una decisión que quizá le había costado a su hijo la vida, que le había añadido años de profunda tristeza a mi madre, nuestra madre y que había cortado de tajo las ilusiones de Kate.

Patee con fuerza un envase vacío que permanecía en el suelo, apreté los puños con fuerza y ahogue un grito de rabia, quizá Kate tenía razón, quizá sus intenciones habían sido buenas pero las consecuencias terribles e imperdonables.

-ey Rick… vienes?.- la voz de Ryan se escuchó detrás de mí.

-claro.

-que pasa, problemas en el paraíso?, no irán a cancelar la boda, verdad?

-suspiré sin saber que decir, dude y al final le contesté.- no lo se amigo, hay un asunto pendiente.- dije cabizbajo.

-oh vaya, es muy grave?

-aun no lo sé.

-entiendo, oye… somos amigos, si me necesitas aquí estoy.- puso su mano en mi hombro.

-Gracias.- dije sonriendo levemente mientras caminábamos de vuelta al auto.

Algunos días después Kate y yo le hicimos una pequeña visita a lanie, después de decirle a Kate lo que aquel hombre me había dicho, no había dudado en decírselo a lanie y ella aún con reservas se había ofrecido a hacer una nueva serie de exámenes, solo por que ya no teníamos nada que perder y la verdad era que quizá ya nada nos sorprendería aunque si nos serviría para terminar de convencernos de las palabras del hombre misterioso.

-Esto va a tomar un poco de tiempo y me estoy arriesgando a hacerlo, es un caso cerrado y no debería meter mis narices donde no me llaman.

-Lo entendemos lanie.- dijo kate apretando su mano.- pero solo podemos confiar en ti, además, después de pensarlo decidimos que de esto va a depender si la boda se…

-Oh no, no me digan que quieren cancelar la boda.

-lanie, debes entender que aún no sabemos en qué posición nos deja esto, si Steve vive, entonces quizá nosotros no… no podríamos casarnos.

Lanie suspiró mirándonos a ambos con tristeza, decir aquello, decidir lo había sido tan difícil como doloroso y es que la incertidumbre era un sentimiento que ahora se apoderaba de nosotros.

-entiendo.- dijo ella al fin.

Salimos de allí así como habíamos llegado, con el corazón en la mano, que más podíamos hacer, más que esperar.

Una semana más tarde la nube de la incertidumbre nos acompañaba a todos lados, ambos nos negábamos a hablar de lo que haríamos si Steve regresaba, yo no quería hacerme a un lado, no quería renunciar a lo que era mío o creía que era mío, amaba tanto a Kate que no pensaba dar un paso atrás, aun no se lo había dicho pero si eso significaba una nueva ruptura en la relación con mi hermano estaba dispuesto a correr ese riesgo, no era opción para mi.

Los días se hacían increíblemente largos mientras esperábamos los resultados del laboratorio, tenía la esperanza de que al leerlo el nombre de mi hermano aparecería una vez más confirmando su deceso, pero por momentos me recriminaba el solo pensarlo, me sentí culpable por esperar que así fuera solo por no perder el amor de una mujer, no cualquier mujer, sino el amor de mi vida.

Decidido a hacer que ambos olvidáramos al menos por unas horas la angustia de lo que podría suceder, decidí tener una cita con Kate, una cita en casa, la tensión entre ambos se hacia cada vez más notoria y necesitábamos desconectarnos del mundo aunque fuese un poco, la tarde de un sábado lluvioso tome su mano al salir del trabajo, sonreí tímidamente al ver la expresión en su rostro cuando besé su mejilla y luego rodee su cintura con mi brazo.

-qué haces?.- pregunto en voz baja.

-Solo quiero tener una cita con mi prometida.

-ella sonrió.- y a donde vamos?

-es una cita en casa.

-ella se sonrojo un poco.- ya veo, tienes otras intenciones para el final de la noche.

-te agrada la idea?

-me encanta.

Servi un par de platos con u a cena sencilla, Kate servía un par de copas de vino de la botella que había permanecido guardada algunos meses en la cocina, encendí unas velas y me senté frente a ella, ambos permanecimos en silencio, no sabíamos de qué hablar, no había tema que no fuese mi hermano y en esa situación lo último que quería era hablar de mi hermano.

La cena terminó y después de recoger la mesa, la música comenzó a sonar tome la mano que Kate me ofreció y caminé hasta ella para iniciar un baile suave, íntimo, las miradas dieron paso a los besos y estos a su vez dieron paso a las palabras susurradas en el oído.

-te amo.-dije después de besar su hombro.

-Te amo.-respondió ella.

Mis manos bajaron hasta su cadera y viajaron hasta el vientre donde abrí lentamente el broche del pantalón que usaba, sentí su piel tibia y suave, sus ojos se cerraron sintiendo mis caricias, mis labios besaron su cuello y sus manos abandonaron mis hombros para posarse en mi cintura haciéndome sonreír.

Mi saliva se mezclo con la suya y el sabor de su piel, caminamos lentamente hasta el sillón, donde me senté arrastrándola conmigo, las caricias suaves se volvieron desesperadas, intensas, casi salvajes, los botones de mi camisa volaron por el aire al igual que los suyos y sus piernas se apoyaron a los costados de las mías, su pecho desnudo subía y bajaba mientras respiraba con dificultad y mis labios y dedos se apoderaban sus pezones erectos, pronto la sentí descender en mi erección, succione su cuello, suspiré al escuchar sus gemidos y la sentí sucumbir al primer orgasmo.

Me detuve solo unos segundos para observar como su rostro reflejaba el placer y su cuerpo se apoyo en mi pecho buscando la seguridad del mío.

-te amo.- dijo ella una vez más.

Besé sus labios como respuesta, la abracé y deje que la excitación retomara el control de la situación, deseaba hacerle el amor por el resto de la noche.

Pero el sonido de unos pasos fuera de la puerta me hizo detener, Kate me miró confundida cuando mi primera reacción fue levantarme del sillón y caminar hacia la puerta.

-que sucede?.- preguntó.

-escuche un ruido afuera, quiero ver quizá no sea nada, solo quiero estar seguro.

Me vestí con la ropa interior y caminé lentamente, el sonido había desaparecido y creí entonces que solo había sido mi imaginación, pero de nuevo unos pasos me hicieron prestar más atención, tomé el arma que tenía en la mesa junto a la puerta y le hice una seña a Kate para que estuviese atenta.

Mire a través de la mirilla, un hombre estaba parado frente a la puerta, miró hacia un lado y luego al otro su vestimenta descuidada y una cabellera larga y desordenada no me permitieron ver de quien se trataba.

No fue hasta que le escuché tocar que abrí, solo para darme cuenta de que frente a mi, mirándome de forma extraña se encontraba mi hermano, bajé la mano, mis ideas sufrían un colapso, Kate se acercó y tomo mi mano cuando lo vio allí parado.

Los tres nos miramos sin saber que decir o hacer, Kate se oculto un poco detrás de mi, usaba mi camisa para cubrirse, sus piernas aún permanecían descubiertas, sentí un enorme vacío en el estómago, el momento había llegado, Steve estaba allí, frente a nosotros, vivo.