Fan fic de " Slayers " by Ameban. Todos los derechos de autor están reservados a Hajime Kanzaka y Rui Araizumi y Tokyo TV, SOFTX; los personajes y el contexto. El argumento y personajes muy secundarios, son míos. Comentarios y opiniones, al final de la obra.
Esta versión es ligeramente distinta a otras que circulan por la red; la historia es la misma pero se encuentra ligeramente actualizada en cuanto al nombre de hechizos y objetos principalmente. Agradezco a QP/Diana y Toshiko la información que me ha facilitado. Ah, y este fic no está relacionado con "25"!
NOTAS DE LA AUTORA: esta es la última versión de la historia. Tras haber tenido acceso a más información y leído las novelas de "Slayers", entre otras cosas, la historia ha sido cambiada sustancialmente en algunos puntos, escenas, y diálogos. Recomiendo volver a leerla.
" El FIN DE UNA LARGA BÚSQUEDA "
Capítulo: 2. " La Partida. "
Amelia acariciaba las tupidas crines de su caballito blanco mientras el servicial mozo de cuadra ensillaba al animal con los ricos arreos que correspondían a una amazona de su rango. Martina la miró con ojos tristes:
- ¡ Oooh !; entonces, ¿te vas a marchar realmente?-
- ¡Sí, Martina! -confirmó Amelia- ...Tengo que conseguir encontrar a mi hermana, es muy importante para mi país. -la princesa-sacerdotisa intentó justificar su decisión ante Martina- Desde que ella se marchó de Seillon, yo he ocupado su puesto y, si ella no aparece algún día, yo seré la próxima reina de Seillon... -
Martina se sintió ofendida por esa sutil comparación.
- ¿Qué tiene eso de malo?-
- ¡N...no, nada ! -contestó presta- Tú ya has visto en qué situación se encuentra mi familia; no puedo permitir que eso vaya a más, si no la Corona de Seillon acabará por desintegrarse... ¡Entiéndelo! Ahora que sé por donde empezar a buscar a Gracia, tengo que hacerlo.-
Mas que otra cosa, Martina se sentía desilusionada por la rápida marcha de su "compañera de oficio" y Zangulus, sabedor de sus sentimientos, intentó mediar en la situación.
- Amelia tiene razón, Martina -le dijo- Es importante para su país que encuentre a su hermana.-
- Pero, ¿te tienes que marchar ya? ¿No puedes quedarte un par de días más al menos...?-
-
Sí... -contestó Amelia- tengo que llegar a Sadgria
cuanto antes. Ya nos veremos otra vez cuando vuelva. Pero te pido por
favor que hables con mi padre, el príncipe Phill.-
Martina
miró con curiosidad a Amelia, pero enseguida asintió
con la cabeza:
- Por favor, dile de mi parte que no se preocupe si tardo en volver. Explícale que volveré a Palacio en cuanto haya resuelto unos asuntos de vital importancia para nuestro reino. Mi padre es un hombre bueno con el corazón lleno de justicia.- A Amelia parecía que se le llenara la boca al decir eso,- Así que comprenderá lo que quiero hacer. Se lo comunicarás, ¿verdad, Martina?-
-Dalo por hecho, Amelia.-
-Muchas
gracias, Martina.-exclamó esta con una amplia sonrisa.
Y
dicho esto, montó en su caballito; hundió los talones
en sus flancos y se dispuso a partir a galope, cuando Martina la
retuvo.
- ¿Qué es?-preguntó con curiosidad extendiendo el brazo.
- El emblema de Zomerstherth.- contestó Martina.
Amelia palideció; no se esperaba que Martina fuese a darle ese horrible mascaron, pero no sabía como negárselo.
- ¡Mu..muchas gracias, Martina!-contestó muy apurada.
- Zomerstherth te ayudará y protegerá en tu viaje. Ya verás como lo hace si yo se lo digo... -contestó la princesa de Zoana plenamente convencida de ello.
Amelia se sintió aún más turbada, no tenía forma de negarse, aunque Martina lo hiciese con buena intención; así que para no prolongar más la situación, volvió a espolear a su caballito y salió ardua por una de las puertas de palacio
- ¡¡Que Zomerstherth te proteja!-oyó gritar a Zangulus
- ¡Gracias, y hasta la vistaaa! -se despidió Amelia.
Muy lejos de allí, en lo que antes se conocía fuera de la Barrera como Mundo Exterior, en una tienda de objetos de cerámica y otros útiles de valor, una ex-sacerdotisa de Roto, el rey-dragón de Fuego, se esforzaba por alimentar a un dragoncito recién nacido.
- ¡Vamos, Vargaarv... !. Di "¡Aaaaah!" -pedía la sacerdotisa.
El pequeño dragoncito sacudió sus alitas plumosas y emitió un sonido gutural con la boca abierta; Firia introdujo un pequeño trozo de carne en sus mandíbulas y el dragoncito, al sentir la comida, se la tragó con avidez como si de un pollito de aguilucho se tratara. De esa forma la ex-sacerdotisa repitió la operación unas cuantas veces hasta que la criatura acabó su ración
- ¡Ay, qué bueno es mi pequeñín! -exclamó en tono maternal alzando al dragoncito- ¿A que sí, Vargaarv, chiquitín?-
- Jefa... ¿seguro que crecerá y se convertirá en Vargaarv de nuevo?- preguntó Giras dubitativo.
Firia se dispuso a contestar a la pregunta de su ayudante cuando una voz cantarina irrumpió de improviso:
- ¡Claro que sí! Te recuerdo que Vargaarv es un dragón. -
Todos los allí presentes buscaron sorprendidos al dueño de esa peculiar voz; Firia se sintió mal de repente sin causa aparente... hasta que vio al causante.
- ¡¡¡Xeros!- exclamó en un tono nada amigable.
El demonio-sacerdote había aparecido de la nada en medio de la trastienda donde Firia tenía puesta la cuna del dragoncito, al que abrazó en un gesto protector.
- ¿¡Qué... qué estas haciendo aquí? -le preguntó con temor.
Xeros se acercó a ella con tranquilidad y su característica expresión risueña en el rostro; Firia abrazó más fuerte aún al pequeño Vargaarv que había empezado a gruñir molesto por el trato de la dragona y la presencia demoníaca de Xeros.
- ¡No te preocupes... ! -la tranquilizó el demonio- Solo estoy aquí de paso: quería ver como se encontraba mi viejo enemigo...-respondió con candidez.
Firia se giró en un intento de cubrir a Vargaarv, mientras que Giras se ponía en guardia.
- Xeros... ¡no me fío de ti para nada !- respondió Firia.
-¡Vamos, ¿así tratas a tu compañero de fatigas? -respondió Xeros con ese irritante tonillo suyo- ...Cuando nos enfrentamos a Dark Star no estabas tan recelosa.-
- ¡Eso no es verdad; nunca me he fiado de ti! -contestó la dragona a la defensiva,-¿Por qué no dices de una vez qué es lo que quieres?...¡¡Y no me vengas diciendo que es un secreto!-
- No...no lo es. -respondió con naturalidad- Ya te lo he dicho: quiero ver a mi dragoncito preferido.-corroboró el demonio.
- ¿¡Q... qué?- preguntó Firia dubitativa.
- Claro que sí. Yo solo obedezco órdenes de mi Señora y los demonios superiores... Y ahora mismo no estoy cumpliendo ninguna de sus misiones. ¿Por qué iba a haceros daño sin nadie me lo ha ordenado?-se explicó Xeros.
Firia le miró más dubitativa aún, perdiendo de esa forma parte de su actitud defensiva y sacudió su cola de dragón dorado anta ella en un intento de echar los nervios en algo. Xeros se acercó a ella con tranquilidad y se agachó para ver de cerca al pequeño Vargaarv, que gruñó al acercarse el demonio.
- ¡Hola Vargaarv! ¿Qué tal estas? ¿No te acuerdas del tío Xeros?- le preguntó el demonio en un tono cantarín que a Firia le resultó imposible de identificar. Sin poder hacer otra cosa, le enseñó el pequeño dragoncito cogido entre sus brazos y el demonio extendió su índice ante sus mandíbulas como si intentase hacer un intento de arrumaco. Vargaarv siguió con el hocico el dedo del demonio e intentó morderlo de forma similar a como haría un cocodrilo en un instintivo gesto de autodefensa. Xeros apartó la mano rápidamente.
- ¡Hey, ¡Tiene tanto genio como el original! -declaró el demonio de forma jocosa.
Firia sacudió su cola ante Xeros otra vez.
- ¡Aléjate de él, Xeros! ¿Es que no ves que solo es una criatura? -apuntó la dragona furiosa.
- ¡Vale, vale ...! -tranquilizó Xeros- ... Si os ponéis así, ya me voy. Desde luego, cómo sois.-
Y dicho esto, desapareció con un chasquido en el aire. Firia soltó un profundo suspiro y se relajó de forma notoria.
- ¿Estas bien, jefa?-preguntó Giras preocupado.
- Si... ahora que se ha ido...-contestó, pero no pudo acabar de hablar.
- ¡Ah, que se me olvidaba...! -exclamó Xeros volviendo a aparecer de nuevo con el mismo chasquido. Firia y Giras dieron un respingo y le miraron sin saber que hacer.
-¿Q...qué quieres ahora, Xeros?- preguntó la dragona intentando mantener la compostura.
-Pues quería preguntarte que si tienes guías turísticas en tu tienda... Es que quería una de esta ciudad. -contestó Xeros con naturalidad.
Una vez que Xeros se hubo marchado definitivamente, Firia se sintió como si se hubiese librado de una terrible carga. Ella, al igual que todos los dragones dorados, odiaba al sacerdote bestia, y tenía tanto motivos personales como genéricos para hacerlo, pero la verdad es que se sentía confusa. Xeros se había burlado de ella hasta la saciedad, pero aún así tenía que reconocer que viniendo de un ser tan malvado, era alguien bastante simpático y tratable, y que tal vez por eso el grupito de humanos que le acompañaron cuando se enfrentaron a Dabranygudú -Dark Star, le toleraban de esa forma tan distendida pese a su identidad. Firia se asustó al pensar que tal vez ella también guardase un sentimiento de aprecio por ese demonio: él le había salvado en alguna ocasión y además la había provocado en varias otras para que reaccionase en situaciones peligrosas; pero lo que más le inquietaba era que en una ocasión Xeros se disculpase con ella sinceramente por lo que había hecho. La verdad es que no sabía a que atenerse con ese demonio, algunas veces esa misma actitud era totalmente impensable de un asesino de semejante tamaño como lo era el sacerdote bestia, pero tal vez era esa misma duda lo que Xeros buscaba.
Entonces Giras la sacó de sus pensamientos.
- Señora, hay un tal Milgacia preguntando por usted en la entrada... -
- ¿¡Qué dices, ¿Milgacia? -exclamó la dragona realmente sorprendida.
- Si... Dice que no se conocen personalmente, pero que sabe quien es usted y que quiere verla... -
Si era cierto que Milgacia, el soberano de los dragones del norte, estaba allí, había sido una suerte que Xeros se hubiese marchado ya. Firia se apresuró a dejar en la cuna al pequeño Vargaarv, que dormía plácidamente después de haber comido, y lo arropó de una forma que lo ocultaba a la vista de extraños. Los dragones dorados del interior de la Barrera no estaban emparentados con Roto, pero aún así ella seguía teniendo muy presente que fue su especie la que exterminó la de Vargaarv, y aunque el gran anciano estuviese muerto, ella prefería esconder al dragón ancestral de miradas extrañas. Una vez que lo hubo escondido, se dirigió hacia la entrada en busca de una situación incierta.
Naga era francamente inaguantable. Desde que ella y Zelgadiss salieron de Sadgria, había estado hablando sin parar durante dos horas seguidas sobre lo estupenda que era tanto como mujer, como persona y como hechicera mientras viajaban por un camino que atravesaba praderas salpicadas de algún que otro árbol. Durante todo este tiempo no había hecho más que echarse flores en todos los sentidos y a Zelgadiss aquella situación le resultaba insoportable. Efectivamente Naga era como Lina en muchos aspectos: comía mucho y le gustaba el dinero y el poder como al que más, por poner dos ejemplos; pero había una sutil diferencia a juicio de Zel. Lina era de esa forma porque en el fondo no se sentía segura de su condición de mujer y hechicera, así que todas esas barbaridades que hacía eran una manera de querer demostrar lo buena que era a si misma y a los demás; mientras que en el caso de Naga, lo hacía porque estaba plenamente satisfecha consigo misma y que todos supieran lo fantástica que era, incrementando con eso su ya hinchado orgullo. Así que por unas o por otras, ambas iban por ahí haciendo saltar todo lo que encontraban a su paso.
Pero eso no justificaba lo que Zelgadiss tenía que soportar.
- ¿Vas a callarte ya? -le preguntó disgustado- Así no vamos a llegar a ningún lado.-
Naga le miró disgustada y se detuvo al margen del camino.
- ¿Qué pasa? -gruñó- ¿Es que no sabes que la próxima ciudad importante es Mosiquita, ¿O es que esperas encontrar algo allí?-
- Por supuesto que lo sé. Esa a la que Ciudad de las Artes, la que posee un coliseo de la época del reino de Lethidius... Pero allí no hay nada que buscar -declaró el hechicero.- Aunque puede ser que... - murmuró para sí.
Naga pareció reflexionar un instante mientras que se atusaba una mejilla con el dedo.
- ¿Tienes alguna idea de por donde empezar? -preguntó por fin- ...Creo que lo mejor que lo mejor que podemos hacer es analizar los posibles sitios donde pueda haber alguna copia.- declaró sentándose bajo un haya. Zelgadiss la miró fijamente y, finalmente, se sentó junto a ella.
- ¿Qué se te ocurre?- le preguntó ya en un tono más distendido- ¿ Por donde crees que deberíamos empezar a buscar ? -concluyó con la esperanza de que Naga le dijese algo más fiable que a él no se le hubiese ocurrido.
La hechicera cruzó los brazos en la nuca y se reclinó en el tronco del haya al tiempo que elevaba la mirada hacia la copa.
- Bueno... En primer lugar seleccionaría los lugares donde se pudiese encontrar una copia.- declaró.
- ¡Eso ya lo he pensado yo antes! -gruñó Zel- Y créeme cuando te digo que es más probable encontrarla en el lugar menos sospechado de todos... - declaró volviendo a pensar en Mosiquita, la ciudad construida sobre los restos de unos de los reinos que había poseído mayores conocimientos de magia.
- En ese caso creo que para no arriesgarse sin problemas, deberíamos buscar las originales... -dijo por fin Naga muy satisfecha por su idea.
-¡No!- contestó Zel de improviso- Las tablas originales son ilegibles y se necesita el permiso de la Reina-Dragón del Agua para acceder a ellas... Dudo que las podamos conseguir. - le contestó la quimera prefiriendo ocultar todos los motivos de su inaccesibilidad.
Naga se sorprendió de nuevo ante la cantidad de datos que parecía conocer su compañero.
- ¡Vaya! ¡Incluso sabes dónde están! Debes llevar mucho tiempo buscándola... -declaró en un tono casi piadoso- Pero aún así, creo que deberíamos ir al lugar donde se encuentran; no creo que perdamos nada... -sugirió la hechicera.
Zel desvió la mirada y se quedó un instante mirando al vacío mientras evaluaba esa posibilidad.
- ¡Esta bien! Si es así, pongámonos en marcha... -dijo poniéndose en pie.-Iremos a la ciudad de Mosiquita. Puede que allí encontremos algo, y si no es así, luego nos dirigiremos hacia Rikkido.-
Naga esbozó una sonrisa de satisfacción, parecía que se estaba empezando a entenderse con esa quimera y convencerla de que fuesen en busca de las tablas originales. Pero justo cuando se iba a levantar, se fijó en la muñeca de la quimera: llevaba puesto un brazalete de chalza, como los que usaban las sacerdotisas blancas de Seillon como amuleto protector. No se había dado cuenta antes de eso, casi lo llevaba escondido... pero lo extraño es que ese brazalete...
- ¿Qué estas haciendo?- le preguntó- Levántate y vayámonos ya... - dijo en un tono que sonaba a orden. Naga chasqueó la lengua molesta. Iba a decir algo cuando su vista reparó en algo que relucía en mitad del camino que atravesaba aquella dehesa. De inmediato, se olvidó de todo lo que acababa de centrar su atención para solo tener ojos por aquel diminuto resplandor; sus pupilas se dilataron ante el entusiasmo de lo que creía haber encontrado, y antes de que Zelgadiss pudiese articular palabra de nuevo, la hechicera se levantó de un salto y salió corriendo en un espectacular "sprint" hasta aquel pequeño objeto reluciente.
- ¡Lo sabía, lo sabía! -clamaba mientras se carcajeaba con esa espeluznante risa suya- ...¡Era una moneda de oro! -
Zelgadiss contemplaba la escena completamente asombrado; aquello era más de lo que se imaginaba, nunca había conocido a nadie tan avaricioso: esa chica superaba incluso a Lina. Pero él no estaba allí para aguantar tonterías; apretó el puño disgustado y se dirigió decidido hacia la jocosa hechicera que no le prestaba atención alguna satisfecha con su hallazgo... Grave error: Zelgadiss, harto de tanta tontería, descargó sobre su cabeza un soberbio capón y Naga acabó de bruces contra el suelo. La hechicera se giró furiosa hacia la quimera y Zel aguantó su mirada.
- ¡Vamos! -ordenó- ¡Haz lo que quieras con esa moneda pero aligera al paso. Tenemos que llegar a Mosiquita antes de que acabe esta semana y comience su próxima feria! ¡Puede que allí encontremos algo! -
- ¿Ah, si? -preguntó con sarcasmo Naga, molesta aún por el capón que le había dolido sobremanera. -¿Cómo? Estamos muy lejos todavía de Mosiquita.-
Zelgadiss la miró con indiferencia, se giró y pronunció un conjuro.
- ¡Levitación! -gritó.
Al momento un aura blanquecina envolvió su cuerpo y la quimera se elevó en el aire; Naga le miró sorprendida ya que normalmente no solía viajar volando. Parecía indecisa.
- ¡Vayámonos ya! -arengó Zel y luego esbozó una sonrisa sarcástica- ...En Mosiquita encontrarás todas las monedas de oro que quieras...-
Naga le miró furiosa: ¿quién se había creído aquel hechicero que era, ¿ponía en duda su condición de hechicera inteligente?. Recitó el mismo conjuro y se elevó en el aire; Zel la miró esbozando sonrisa y comenzó a volar siguiendo el mismo camino desde el aire seguido de Naga con sus acrobacias aéreas. "Levitación" no era un conjuro que permitiese volar a grandes velocidades, solo a la misma que el paso humano, pero debido a que servía para desplazarse por el aire, podían salvar obstáculos que a paso habrían tardado más tiempo en sortearse, y cuando se viaja eso es de gran ayuda.
Muy lejos de allí, en un pueblo de Zefiria , una discusión de semejantes características estaba teniendo lugar.
- Pero Luna... -se quejaba Lina- ¿Por qué tengo yo que encargarme de eso? La vendimia no es hasta dentro de un mes y nosotros no tenemos tierras cultivadas, solo la frutería de papa y mamá.-
- Si... pero todas las mujeres del pueblo lo hacen todos los años y yo me he encargado de hacerlo mientras que tú has estado fuera, así que es tu obligación. Además, ¿de qué si no vamos a abastecer la tienda?- respondió Luna tajante.
- Pero yo no puedo quedarme tanto tiempo aquí... -seguía quejándose Lina.
Gaury contemplaba la discusión sin enterarse de mucho, lo único que tenía claro era el profundo cambio que había experimentado Lina desde que llegaron allí. Sea por lo que fuere que estaban discutiendo, lo cierto es que Lina no le habría permitido a nadie que le diese órdenes de esa forma; sin embargo parecía que Luna la podía obligar a hacer lo que ella quisiese. Al final a Gaury le pudo más la curiosidad de saber que iba a pasar que otra cosa.
- ¡Oye, Lina ! -interrumpió- ¿Qué es eso de la vendimia que dice tu hermana? Creí que aquí la gente solo recogería uvas para comérselas después. -quiso saber.
Luna le miró con cara de circunstancia: ¿es que aquel chico no podía abrir la boca si no era para preguntar tonterías? Iba a decir algo cuando su hermana pequeña la interrumpió.
- Déjame esto a mí, Luna... -le pidió con un suspiro; luego se giró hacia Gaury- Verás... Aquí en Zefiria la economía se basa en el comercio de la vid y todo lo que este relacionado con las uvas, así que durante la vendimia, todos los aldeanos de cualquier pueblo colaboran en la recogida de la uva... -explicó- Y mi hermana quiere que yo también lo haga.- concluyó con un suspiro.
- ¡Aaaah! -contestó Gaury- Entonces no podremos marcharnos para conseguir una nueva espada.- se quejó.
-¡Vaya! -exclamó Luna.- Así que es por eso por lo que no podías quedarte durante más tiempo: es más importante la espada de tu amigo que las obligaciones con tu pueblo... -
Lina palideció visiblemente mientras que Luna se le acercaba con expresión fiera.
- ¡Lu... Luna; de verdad... ¿no te irás a creer lo que ha dicho Gaury, verdad! -intentó defenderse.
- ¡Ah! -exclamó Gaury sorprendido- Pero ¿es que
no íbamos a buscarme otra espada ? -preguntó.
Aquello
hizo que Luna se enfadara más pero Lina, aunque lo sabía,
primero miró a Gaury furiosa por lo bocazas que era algunas
veces.
- ¡¡Gauryyy... cerebro de medusaaa! -farfulló.
Entonces recibió un grandísimo golpe en la cabeza y,
una vez más, Lina acabó estampada contra el
suelo.
- Esto es por mentir a tu hermana mayor... -anunció Luna.
- ¡Oh, lo siento! ¿Interrumpo algo? -oyeron decir a una voz cantarina.
Lina levantó la cara del suelo buscando al dueño de aquella voz cantarina y Gaury hizo también lo propio; pero fue Luna quien lo localizó. Por el portón del corral que daba a la calle vio a un joven vestido de terciopelo negro que portaba un bastón con una gran gema roja y tenía una expresión risueña en el rostro.
- ¿Quién eres tú? -le preguntó Luna perpleja por la repentina aparición.
- ¡¡ Xeros! -exclamaron su hermana y Gaury. Luna los miró sorprendida.
- ¿Lo conocéis? -preguntó.
- Si... más o menos. -contestó Lina poniéndose en pie mientras se sacudía la ropa. -¿Qué haces aquí en mi casa, Xeros? -preguntó volviéndose hacia él.
- ¡Vaya un recibimiento! -se quejó el demonio- ¡Con lo que me ha costado encontraros... ! -
Luna había estado mirando al recién llegado con cierta reticencia; había algo desde su más profundo interior que hacía que él que no le acabase de gustar... Y Luna sabía que tenía que hacer caso de esa sensación.
- ¿Quién es este hombre, Lina? -preguntó en tono serio- ¿Algún amigo tuyo?-
Lo mismo hizo Xeros, que miraba a Luna con curiosidad y desconfianza, aunque lo hacía de forma muy disimulada.
- ¿Quién es esta chica, Lina? Es la primera vez que te veo con ella... -anunció.
Lina dio un profundo suspiro y se acercó a ambos; era sorprendente el parecido entre ambos.
- Esta bien; os presentaré -dijo por fin- Xeros: esta es Luna, mi hermana mayor... Luna, este es Xeros, el demonio-sacerdote que luchó contra los dragones dorados hace mil años. -dijo a modo de presentación.
- ¿¡¡¡ QUEEEÉ ? -exclamó Luna asombrada... Ahora entendía el porqué de esa sensación.
- Liiina... -se quejó Xeros inclinándose hacia ella con el bastón cogido en la espalda- ¡No puedes ir diciendo por ahí esas cosas, luego la gente se asusta... ! ¡Y no me gusta que me llamen "Asesino de Dragones"! -luego se volvió hacia Luna- Así que esta es tu hermana... -dijo con tranquilidad.
Luna miraba al demonio completamente asombrada, con una mezcla de temor y respeto; Lina conocía a su hermana y sabía que para ella esa era una situación muy incómoda, aunque Xeros la observaba sin ninguna emoción aparente, como solía ser lo normal en él. Entonces Gaury, que había estado contemplando la escena con curiosidad, empezó a reírse a carcajadas.
- ¿Has visto, Lina? -dijo sin parar de reír.
- ¿Qué pasa? -preguntó curiosa.
- ¡...Que tu hermana es igual que Xeros pero con pechos! -anunció.
La reacción de todo el mundo fue un autentico espectáculo: para empezar las dos hermanas y Xeros dieron tal respingo que se cayeron al suelo; luego el demonio se incorporó visiblemente desorientado.
-¡Gaury... De verdad que nunca... ! - comenzó a decir Xeros y entonces se fijó en Luna que también se levantaba despacio, muy despacio, con la cabeza gacha y una mirada ante la que el propio Xeros se asustó.
- ¡¡¡Gauryyyy ! -amenazó Luna arrastrando el nombre.
Lo siguiente se puede resumir en una ráfaga de explosiones, hechizos varios y muchos alaridos.
-¿Esa es de verdad tu hermana? -le preguntó Xeros a Lina ya recompuesto mientras contemplaban el espectáculo. La hechicera asintió con la cabeza visiblemente atemorizada.- ...¡Cómo se pone! -exclamó Xeros con una risita.
Continuará en Cap-4.
