Fan fic de " Slayers " by Ameban. Todos los derechos de autor están reservados a Hajime Kanzaka y Rui Araizumi y Tokyo TV, SOFTX; los personajes y el contexto. El argumento y personajes muy secundarios, son míos. Comentarios y opiniones, al final de la obra.

Esta versión es ligeramente distinta a otras que circulan por la red; la historia es la misma pero se encuentra ligeramente actualizada en cuanto al nombre de hechizos y objetos principalmente. Agradezco a QP/Diana y Toshiko la información que me ha facilitado. Ah, y este fic no está relacionado con "25"!

NOTAS DE LA AUTORA: esta es la última versión de la historia. Tras haber tenido acceso a más información y leído las novelas de "Slayers", entre otras cosas, la historia ha sido cambiada sustancialmente en algunos puntos, escenas, y diálogos. Recomiendo volver a leerla.


" El FIN DE UNA LARGA BÚSQUEDA "

Capítulo10. " Todo por la Biblia Cleir "

El camino hacia las montañas se hizo mucho más largo y pesado que el día anterior. Es cierto que estaba nublado y que apenas corría el viento, de modo que la luz del sol no se reflejada sobre la nieve y los vientos helados no dificultaban la marcha, aunque como suele ocurrir en las zonas montañosas, el tiempo también podía cambiar en cualquier momento. El problema eran las cansadas monturas que llevaban consigo para cargar las tiendas de campaña y los avituallamientos para atravesar el desierto; las dos bestias se encontraban agotadas después de meses de viaje y ninguno de ellos podían salvar los escarpados pasillos de las montañas elevándolos con el "Levitación"; no porque el peso lo impidiera, sino porque eso resultaría traumático para el caballito y la mula. Así que ninguno de ellos tampoco pudieron hacer como el día anterior de alguna u otra forma, y tuvieron que hacer ese mismo camino a pie hasta llegar a donde se habían encontrado.

Cuando finalmente consiguieron llegar al lugar indicado ya era casi medio día y la grieta estaba en el mismo estado que como la dejaron, sin ninguna entrada que ninguno de ellos pudiera apreciar. El ambiente, aunque frío, era quieto y agradable, sobre todo en la grieta. Aún así, tenían la sensación de no estar totalmente solos.

- ¡...Os estaba esperando! –dijo de repente una voz profunda desde una pared de piedra caliza- ¡Habéis tardado en venir! -

Todos se volvieron hacia el origen de aquella voz: era Zelgadiss. La quimera les aguardaba repantigado sobre un saliente de la garganta; les miraba desde lo alto con dureza y su expresión era más severa que de costumbre, casi tanto como cuando Lina le conoció, pero ya habían pasado años desde aquello. Todos le miraron con sorpresa. Así que era allí a dónde había ido, ¿Qué estaba haciendo allí, ¿por qué no había ido con ellos? Solo Naga conocía la respuesta.

- ¡Vaya, Zel! ¡Así que estabas aquí! –dijo Lina con cierto tono rencoroso poniendo los brazos en jarras y haciendo caso omiso de su expresión - ¿Es que pensabas adelantarnos a todos? Te recuerdo que acordamos que iríamos todos juntos a por la Biblia Cleir... -

Zelgadiss saltó al suelo desde la considerable altura a la que se encontraba sentado aterrizando con suavidad flexionando las rodillas.

- ¡No me sermones, Lina! –advirtió con rudeza mientras se incorporaba- ¡Todo eso ya lo sé... y yo no puedo abrir ninguna entrada! ¡Así que ahórrate tus comentarios! -

Lina le miró sorprendida por su brusquedad, parecía estar furioso por algo.

- ¡Ju! ¡Pues de menudo humor te has levantado hoy...! ¡Ya me dirás qué estabas haciendo ahí tú solo ahí arriba sentado! –exclamó.

Entonces la pelirroja se volvió hacia Amelia, que había estado mirando a Zelgadiss con estupor sin comprender qué ocurría. La princesa sabía que era normal que Zelgadiss se fuera solo de cuando en cuando, pero en esta ocasión no sabía el porqué de su ira ni su comportamiento.
- ...Amelia; lo que ayer me explicaste que ibais a hacer para abrir una entrada, no es la mejor forma... –le dijo Lina atrayendo de nuevo su atención- Hay otra... -

- ¿A sí...? ¿Cuál... ? -

- ¿Cual si no? La "Espada Ragna"... –explicó guiñándole un ojo.

- ¡Claro, es verdad! ¡La "Espada Ragna" puede cortar el espacio! –exclamó Amelia alegremente mientras se palmeaba la mano con un puño.

El resto miró interrogativamente a la hechicera al ir comprendiendo lo que Lina quería decir; la única que seguía sin entender nada, era Naga: ¿Qué era eso de la "Espada Ragna", ¿un nuevo hechizo, ¿Cómo es que nunca antes se lo había oído mencionar a Lina..? Entonces la hechicera pelirroja se adelantó al grupo e hizo como si se estuviera arremangando el brazo.

- ¡Apartaos y observar cómo se hacen estas cosas! –anunció con pedantería.

- ¿ Qu... qué va hacer, Amelia? –preguntó Naga susurrándole en la oreja.

- ...Un hechizo fantástico. –respondió su hermana alegremente y Naga la miró sin comprender.

Lina abrió los brazos en abanico mientras cerraba los ojos y su postura se tornaba tensa como si estuviese en estado de trance; entonces convocó su poder y lo orientó hacia sus talismanes.

-"Rey que unes la más profunda oscuridad de las Cuatro Esferas,
soy tu más humilde servidor.
Concédeme una parte de tu inmenso poder."
–comenzó a recitar y las gemas resplandecieron. Entonces se llevó una de las manos al codo de la otra formando una especie de "L" mientras que abría la otra como para recibir algo.-

-"Que se libere el cielo confinado,
que mi cuerpo sea la espada de hielo negro que nos lleva al abismo,
que ningún poder sea capaz de detenernos.
Destructora de las almas de los dioses..."
–y en ese momento, la energía negra de caos absoluto que se había empezado a materializar entre sus manos, resplandeció junto a las gemas de Sangre de Demonio... y se extinguió.- ¡¡No lo entiendo! ¿Qué ha pasado? –exclamó asombrada mientras miraba sus joyas y manos- ¡¡OUCH! –

Luna le había vuelto a soltar otro capón.

- Pasa que dependes demasiado de esas cuatro joyitas... –respondió Luna sarcásticamente- ¡Y todavía no te has dado cuenta de que al desaparecer Estrella Oscura, una de ellas ya no tiene poder! Me parece increíble que ahora te dediques a emplear de esa forma los conocimientos de la Biblia Cleir robada del reino de Dills.-
Lina miró con asombro a su hermana; Luna estaba totalmente en lo cierto, incluso recordaba cómo se le ocurrieron a ella los dos conjuros más poderosos que dominaba aunque hasta que no leyó la copia de la Biblia Cleir que otrora guardase el doctor-hechicero Lunan, no había podido ejecutar ese poderoso hechizo. Luna, sin embargo, parecía saber en qué consistía la invocación que su hermana pequeña pretendía ejecutar, pero tenía otros planes en mente..
- ¡Os voy a enseñar cómo se tienen que hacer estas cosas... ! –anunció con preponderancia la mujer vestida de camarera, y los demás la miraron confundidos. Entonces Luna sonrió maliciosamente- ...A la manera de Luna Invers.-

Luna apartó a su hermana de un empujón y se situó frente a la pared de roca repitiendo la operación de Lina, pero con mayor brío y seguridad, a la par que se concentraba en su poder... y para sorpresa sobretodo de Lina, Luna comenzó su intervención. Luna no invocó ningún hechizo ni nada parecido, aunque Lina sabía que su hermana también estaba al tanto de la identidad de la criatura de la que Lina obtenía sus más poderosos conjuros. Luna obtenía su poder a través de otra vía que no tenía relación con la magia ni con La Señora de las Pesadillas.

Luna agarró la empuñadura de su espada bastarda, la que colgaba de su cintura, y la asió con un gesto seguro; la espada bastarda de Luna era una hoja de relampagueante de metal negro acerado con una elaborada empuñadura. Entonces Luna, con una maliciosa y pedante sonrisa, alzó la espada que concentraba el poder de Ceephied y sacudió un mandoble sobre las rocas de la grieta cortándolas como si fueran mantequilla sin ningún esfuerzo físico aparente; una vez que lo hubo hecho, guardó la espada en su vaina, y ella se flexionó sobre sus rodillas como intentando concentrar su poder. Todos, ignorantes de este hecho, habían contemplado la operación con total asombro; hasta ahora no habían visto nunca que nadie más fuese capaz de conjurar la "Espada Ragna" aparte de Lina y sin ayuda de las gemas de "Sangre de Demonio"… Pero Luna había conseguido el mismo resultado sin necesidad de recurrir a la magia. ¿De verdad Luna era, como Firia había afirmado, la humana más poderosa que existía? ¿Tanto como un Mazoku de alto rango, e incluso un señor de los demonios?... Pero la más afectada era Naga, que con los ojos como platos y la mandíbula colgando, aún no acababa de creerse lo que había presenciado: Lina Invers era capaz de conjurar un hechizo incluso más destructivo aún que el "Dragon Slave", un hechizo del que ni siquiera conocía su existencia. Y Luna estaba incluso por encima de aquello.. ¡Tenía que conseguir la Biblia Cleir cómo fuese!

- Amelia... ¿Qu... qué hechizo es ese? –le preguntó con un susurro sin dejar de temblar- ¿En qué demonio se basa... ?-

- ¿La "Espada Ragna"?¿El hechizo que iba a convocar Lina?- Naga asintió- ... Es un conjuro que invoca el poder del Señor de las Pesadillas y no de los demonios, creo... Es una espada formada de caos, por eso puede cortarlo todo. Pero la espada de Luna no sé qué será.-

Lina también estaba muy afectada por lo que acababa de ver; estaba agotada por el esfuerzo y su propia naturaleza, pero aún así su hermana había cortado el mismo espacio sin ningún tipo de ayuda y ella nunca le había dicho que pudiese hacer algo así, y ni mucho menos, enseñado; solo sabía lo que ella había alcanzado a oír de aquella conversación entre su hermana mayor y aquel anciano cuando ella era niña en el reino de Dills... Luna podía parar el "Dragon Slave" con una simple hoja de metal, pero con su espada Bastarda, donde concentraba todo su poder, era incluso capaz de mucho más que eso. Realmente Firia tendría razón después de todo cuando pensó que Luna Invers era la hechicera (y caballero) más poderosa del mundo.

- ¡Mirad! Se ve algo al otro lado de las rocas... –señaló Shilfild atrayendo la atención de todos. La sacerdotisa del Hulagón no parecía tan predispuesta a quedarse asombrada por poderes destructivos como aquellos, sino más centrada en la vida que le rodeaba.

En cualquier caso Shilfild tenía razón: en las rocas se había abierto una grieta por donde se veía una amplia y soleada extensión desértica desde donde soplaba un aire seco y caluroso que contrastaba con los gélidos vientos de las montañas y su cielo gris. Todos contemplaron la grieta en la roca y el desierto que se veía a través de ella con el alivio de saber lo que eso significaba: Luna había conseguido abrir una entrada.

Entonces se oyeron unos aplausos.

- ¡Bravo, Luna! ¡Mi más sincera enhorabuena! –oyeron decir a una familiar voz cantarina- ¡Estoy realmente impresionado de que hayas podido usar esa espada de metal de esa forma! Es evidente que no eres una humana corriente.-

Los siete miraron en todas direcciones intentando encontrar al dueño de quién pensaba que podía ser esa voz, hasta que finalmente le hallaron sentado sobre el saliente de roca en el que había estado sentado Zelgadiss hasta hacía un momento: era Xeross.

- ¿...Qué hace ese monje otra vez aquí? –preguntó Naga con estupor- ¿Es que siempre aparece cuando alguien busca la Biblia Cleir? –quiso saber curiosa sin obtener respuesta.

- ¿¡Tú otra vez, Xeros? –bramó Zelgadiss- ¿¡Acaso es que pretendes hacerme la vida imposible ? –exigió saber alzando un puño.

- ¡Tranquilo, Zel... ! –le dijo Lina con suavidad alzando una mano ante él- Así solo conseguirás que se ría de ti. Ya veremos qué es lo que quiere. -

- ¿¡Qué va a querer ese demonio? ¡Evitar que leamos la Biblia Cleir para que no sepamos los secretos de su pueblo y nos pueda controlar mejor... ! –replicó furiosamente.

Lina suspiró; Zelgadiss estaba especialmente irritable esta mañana, y aunque no le faltaba nada de la razón que solía tener, lo cierto es que esa actitud no ayudaba. Finalmente la hechicera pelirroja prefirió ignorar a la quimera y tratar con el Sacerdote Bestia personalmente.
- ¿¡Qué quieres, Xeros...? –le preguntó Lina rudamente ignorando al furioso mago.

Xeros les miró desde lo alto con una picara sonrisa, luego alzó un dedo ante su cara pidiendo silencio.

- ¡Ssssh! ¡Lo siento, no os lo puedo decir: es secreto! –contestó con su habitual estilo.

- ¿¡Secreto? ¿¡Qué es lo que quieres de nosotros, demonio? –exigió saber Luna finalmente; al igual que a Firia, la presencia de un Mazoku la alteraba desde su interior.

El sacerdote-bestia la contempló desde lo alto con total tranquilidad y sin perder su expresión risueña hasta que finalmente saltó desde el promontorio, dio un par de volteretas en el aire y cayó al suelo aún con más suavidad de lo que lo había hecho Zelgadiss; seguidamente se acercó a Luna quien le miraba con dureza en contraste de la expectación general.

- ¡¡Contesta! –ordenó.

- ¡Vamos, Luna...! –le espetó el demonio- ¿Crees que voy a ponerme en contra vuestra justo ahora cuando sé que tu hermana y tú podríais vencerme y que Amelia me pone enfermo cada vez que canta... ? –explicó abriendo los brazos- ¡No soy tan tonto como para provocaros abiertamente cuando no hay motivo! -

Luna le miró con una ceja levantada. Dijera lo que dijera el mazoku, le parecía que estaba escondiendo algo.

- Entonces, ¿qué es lo que quieres, mazoku? -

- Simplemente he venido porque quería estar con vosotros... –comenzó a decir- Además, no podréis conseguir las Tablas de la Biblia Cleir sin mi ayuda... –señaló y los demás le miraron confundidos al darse cuenta de que tenía razón, hasta ahora solo Xeros había sido capaz de convocar las tablas. Entonces el sacerdote bestia se volvió hacia sus en cierto modo homónimas humanas,- ¿... Y veis cómo tenía razón al decir que todos os acabaríais encontrando? –confirmó.

- ¡... Claro! ¡Tú sabías que al final todos acabaríamos coincidiendo aquí! –exclamó Amelia al recordar lo que el demonio les dijo en Atlas- ¡Tú sabías que Zel y mi hermana buscaban la Biblia Cleir y que yo estaba buscando a Gracia, así que acabaríamos encontrándonos todos aquí...! –dedujo asombrada.

- ¡Sí! –asintió con una sonrisa y se volvió hacia los demás- ¿Veis cómo tengo razón y que no os engaño... ?-

La mirada de Zelgadiss saltó del asombro por lo que acababa de decir la princesa hacia Xelloss, en este caso con una mezcla de dureza y rencor por no acabar de fiarse del demonio y sentirse utilizado al saber que todos habían sido manipulados hábilmente por Xeros para que acabasen juntos en el desierto de las Tablas; y al igual que él, Lina también sabía que Xeros tenía otros objetivos aparte de reírse a costa de todos ellos, justo como había dicho un momento antes.

- ¡Esta bien, Xeros... ! –exclamó en tono concluyente- Y ahora que todos estamos juntos, ¿qué es lo que pretendes hacer ? –preguntó.

- ...Acompañaros, por supuesto. –contestó con una tranquilidad pasmosa- Creedme: no voy a haceros daño y me vais a necesitar... -

Lina le miró durante unos instantes con total desconfianza, hasta que finalmente exhaló un suspiro de resignación.

- Esta bien: puedes venir con nosotros... -

- ¡Pero Lina... ! –replicó Shilfild para sorpresa de todos- ¡Ese hombre es un demonio! ¡No creo que debamos hacer eso... !-

- ...Ya lo sé, Shilfild –contestó- ¡Pero no tenemos otra opción... ! Además, aunque me fastidie reconocerlo, tiene razón.-

- ¡Habla solo por ti misma, Lina ! –ladró Zelgadiss con dureza- ¡Vosotros haced lo que queráis; yo buscaré la Biblia Cleir por mi cuenta! ¡Yo no pienso seguir las manipulaciones de ese mazoku! –y se giró enérgicamente hacia las monturas para avituallarse, pero en ese momento oyó un sonoro golpe y se giró hacia atrás: Luna había vuelto a soltar otro capón a su hermana. Sin poder evitarlo, Zelgadiss miró atrás.

- ¡¡De aquí no se mueve nadie ni se dice nada mientras que yo no diga lo contrario! –ordenó furiosamente la camarera sin dejar opción de réplica alguna- ¡¡Iremos todos juntos a por la Biblia Cleir incluidos ese demonio y la quimera, ¿ está claro?-

Xeros rió maliciosamente para sus adentros mientras que Zelgadiss miraba furiosamente a Luna quien aguantó su mirada sin inmutarse.

- ¡No tienes ningún derecho a ordenarme nada, Luna! –replicó furioso- ¡La Biblia Cleir es lo único que me interés y no voy a permitir que ni tú, ni tu hermana ni ese maldito demonio se interpongan entre ella y yo! –anunció con vehemencia.

- ¡...Zel! –exclamó Amelia adelantándose hacia él, pero su hermana la detuvo agarrándola por una muñeca y negando con la cabeza. La princesa miró a su hermana sin entender realmente qué ocurría; Naga no había dicho nada acerca de sus planes ni intenciones, pero se estaba comportando de una forma inusualmente protectora con su hermana menor.

- ¡Vamos, Zelgadiss... ! –le dijo Gaury con suavidad apoyando su mano sobre su hombro notando como el mago quimera temblaba ligeramente ante el roce- Ninguno de nosotros se opone a que leas la Biblia Cleir; todos vosotros la queréis por distintos motivos y no van a competir contigo... –explicó.

Los ojos francos de Gaury miraron largamente a la quimera hasta que esta suspiró de resignación y acabó por ceder; entonces Luna miró a todos con aire triunfal.

- ¡Perfecto! Ahora que todo el mundo ya está de acuerdo, entremos en el desierto. –arengó.


Fue un cambio radical; con apenas unos pocos pasos cambiaron del frío invernal de las montañas a otro lugar totalmente llano y caluroso; al principio, sobre todo para Naga, aquel fenómeno resultaba reconfortante, pero poco a poco dejó de ser un calorcillo agradable para convertirse en una temperatura tan sofocante que incluso dificultaba la respiración.

Caminaron un breve trecho por la dorada arena del desierto con Xeros a la cabeza, seguido de cerca por Luna quien le sometía a una estrecha vigilancia pero sin que a este pareciera importarle. A a su vez ella era seguida por Lina, Gaury y Shilfild, y por último, algo más retrasadas, Amelia y Naga, mientras Zelgadiss lo hacía por su cuenta aún sin perder total contacto con el grupo.
Para Shilfild y Naga aquella era una situación totalmente nueva y a pesar del tórrido ambiente, miraban en todas direcciones con la intención de saber exactamente cuál era su situación; era como si hubiese un espacio distorsionado en el plano físico, pero que al contrario que los verdaderos planos distorsionados, este no se destruía al contacto con la realidad... Lo que significaba que aquel desierto y lo que allí hubiese era muy real; la única diferencia más reseñable a su última estancia allí era que los pequeños oasis situados estratégicamente a lo largo de todo el recorrido parecían haber desaparecido.
Amelia, ya familiarizada con aquel lugar, era la que sentía desbordada por los últimos acontecimientos: sin planteárselo realmente, habían conseguido entrar en el desierto con relativa facilidad, pero no había ni rastro de las Tablas ni de Acqua, así que aquello no tenía vistas de acabar de alguna forma. Además, Zelgadiss les rehuía claramente a todos, incluso a ella, y estaba bastante más agresivo que de costumbre... Para Amelia era obvio que algo le ocurría, y no sabía que podía ser; el día anterior él había estado tan relajado como de costumbre con todos los demás; tal vez fuese la presencia de Xelloss y Luna lo que le enfurecía.

Finalmente Xeros, al llegar a cierto punto sobre la arena, se detuvo y todos le imitaron.

- Esperad... –pidió- Tengo que invocar a las Tablas. Si no, no podremos continuar. -

- ¿Estás seguro de que todavía se encuentran aquí, Xeros... ? –preguntó Lina con recelo.

-Este desierto es inmenso y Gaarv no las destruyó todas... –explicó-...Pero ahora lo comprobaremos. Eso es algo que debemos hacer.-

El demonio agachó la cabeza y abrió los brazos en cruz para luego alzarlos hacia el cielo mientras que la gran gema roja de su bastón resplandecía con un inquietante brillo. Todos le observaron expectantes, especialmente Naga, a quien de un tiempo a esta parte, se le habían quitado bastante las ganas de reír.

- ...Amelia. –le susurró- Ese tal Xeros, ¿ es en realidad un demonio como todos decís? –preguntó.

- Si... Es el sacerdote de la Señora de las Bestias –le reveló a su asombrada hermana- ...Y es muy inteligente y poderoso.-

- ¡Increíble... ! –exclamó mientras le miraba de reojo- ¡Y yo que solo pensé que era un monje con cara de tonto que se creía muy gracioso!- -Bueno... la verdad es que eso también lo es.- añadió Amelia, aunque su hermana no pareció enterarse de lo que ella había comentado.

Rápidamente las divagaciones de Naga fueron interrumpidas cuando el suelo empezó a temblar y, con un estruendoso ruido sordo, en cientos de kilómetros a la redonda, empezaron a alzarse sobre la arena grandes monolitos en forma de cruz que parecían grandes Tablas fabricadas en Oliharcón y en cuya superficie parecía haber grabado algo.

- ¿¡¡Qu... qué es eso? –preguntó Shilfild con una mezcla de temor y asombro. El recuerdo inconsciente de cuando presencio la resurrección de la súper-bestia Zanaffer la hizo asustarse aún más.

- ¡Es estupendo! –exclamó Amelia con su habitual entusiasmo totalmente ajeno al temor de Shilfild- ¡Son las Tablas originales de la Biblia Cleir; aún existen!-

Finalmente los grandes monolitos acabaron de brotar del suelo y Xeros bajó los brazos con un suspiro.

- Bueno, ahí las tenéis... –anunció señalándolas con su bastón. -Son todas vuestras.-

Y diciendo esto, los siete se abalanzaron sobre ellas sin prestar atención al mazoku.

El tiempo parecía haberse detenido, el sofocante calor del mediodía de no se sabe qué sol ardía sobre todo aquel desierto y provocaba que cualquier movimiento resultase ser un verdadero esfuerzo; todos, incluso Naga, desearon volver al exterior y revolcarse en la helada nieve de las montañas. Pero lo verdaderamente frustrante era que las inscripciones de los monolitos eran totalmente ilegibles, y que por si fuera poco, muchos aparecían dañadas y agrietadas por las explosiones del combate entre Acqua-Ragyradya y Gaarv; además, por mucho que Lina lo jurase una y otra vez, al tocar los monolitos no se accedía a ningún conocimiento.

- ...Tal vez sea algo que solo puede provocar Acqua. –explicó la pelirroja.

- ¡Muy bien... ! –se quejaban Luna y Naga- Si es eso lo que pasa... Entonces, ¿dónde esta esa tal Acqua? -

Lo cierto es que los monolitos podrían haber aparecido de la nada pero no había ni rastro de la Reina Dragón del Agua por ningún lado. Lina sabía que el espectro de la reina Raguradia que era Acqua se había enfrentado a Gaarv en las montañas de Kattaart, y ahora estaba empezando a sospechar que no había salido indemne de aquella lucha.

Finalmente, cuando el calor se hizo absolutamente insoportable, se dispusieron a comer, por increíble que parezca con desgana a causa de las altas temperaturas, sentándose en círculo a la escasa sombra de los monolitos, salvo Xeros que, totalmente ajeno al sol y las temperaturas del desierto, se había limitado a contemplarles sentado en lo alto de una de las Tablas con su habitual expresión socarrona al tiempo que bamboleaba los pies en el aire. Solo Zelgadiss, con su espalda apoyada en el canto de otra Tabla, tampoco estaba dispuesto a formar parte integra del corro.

Naga los vigilaba a ambos con torpe disimulo, pero por distintas razones; el hecho de descubrir que Xeros era en realidad un demonio, le había puesto aún más sobre alerta de lo que estaba ocurriendo; de hecho, en ese momento, solo se fiaba de Shilfild y de su hermana... o de ese tal Gaury. Tal y como su hermanita le había dicho el día anterior ella pudo comprobar que el rubio espadachín era objeto de total interés por parte de Shilfild, quien parecía haberse convertido en una especie de sombra suya que le seguía a todas partes. Lo cierto es que ahora que sabía quién era el causante de que esa sacerdotisa lograse dominar el "Dragon Slave", no tenía muy claros cuáles eran los motivos para que ella estuviese tan obsesionada por ese chico: Gaury parecía una persona bastante franca, y era incluso atractivo... pero desde luego que no tenía muchas luces. Claro que también resultaba chocante ver que ahora él, era el compañero de Lina, y que ambos, salvando el particular carácter de la hechicera, estaban bastante... unidos.
Sin embargo la poca perspicacia de Naga le impedía darse cuenta de algo que todos los demás sabían, y para ella ese hombre de larga cabellera rubia solo podía ser un "pelele" o algo parecido contratado por Lina.

Pero no era solo eso lo que le había llamado la atención sobre él.

- ¡Gaury... ! –le llamó- Te apellidas Gabliev, ¿verdad? –preguntó con curiosidad.

- Sí... –contestó confundido, era la primera vez que Naga le hablaba directamente.

- ...Entonces, si Gabliev es tu apellido y eres un espadachín... –comenzó a deducir dubitativa- ...Tú familia ¿ no será la depositaria de la Espada de Luz, verdad?-

Lina y Gaury dejaron de comer de golpe y levantaron la vista mirándola con estupor.

- ¡Si... es cierto! La Espada de Luz ha pertenecido a mi familia durante generaciones... –contestó el espadachín con asombro.

- ¿ Có... cómo sabes tú eso, Naga.? –preguntó Lina asombrada como un reflejo de la pregunta general.

- ¿Por qué no iba a saberlo, Lina? ¿Es que no te acuerdas de Rowdy Gabliev... ? –señaló con orgullo satisfecha de saber algo que Lina no sabía.- Deberías fijarte más en la clase de gente que contratas, Lina.-

- ¿Rowdy, ¿qué Rowdy...? - preguntó la pelirroja ignorando el último comentario de "su" rival.

- Rowdy Gabliev... Aquel viejo que conocimos en Mipros. –explicó Naga sacudiendo el índice delante de la pelirroja, en una curiosa versión del gesto de su hermana- Tú me contaste que él tenía la Espada de Luz y que cuando se la pediste, él te dijo que era el tesoro de su familia durante generaciones... No me digas ahora que no lo sabes. Sé perfectamente que esa es la razón por la que mantienes a ese mercenario a tu lado, Lina. Quieres hacerte con sus tesoros.-

Lina abrió los ojos de puro asombro al ir comprendiendo a lo que Naga se refería miraba alternativamente a uno y a otro estupefactos.

- Lina... ¿tú ya conocías a otro Gabliev? –preguntó Amelia- ¿Y también intentaste robarle la Espada de Luz... ? -

- Yo... yo conocí en Mipros a un tal Rowdy Gabliev que tenía la Espada de Luz y que pretendía que yo le ayudase a vencer aun demonio llamado Joylock... –contestó asombrada por esa conclusión- Rowdy conjuró un hechizo con el que me transportó al pasado y... -

- ...Y una vez allí, te encontraste con su joven "yo" y le ayudaste a vencer a Joylock uniendo el "Dragon Slave" a su Gor Nova. –dedujo Xeros desde lo alto del monolito, seguidamente saltó al suelo cayendo junto a ella- Si; conozco esa historia... -

Todos miraron perplejos al demonio.

- ¿¡Có... cómo sabes tú todo eso? –preguntó Lina sin salir de su asombro.

- ¡Oh, vamos Lina... ! –exclamó el demonio con un gesto de su bastón- Nosotros los demonios Mazoku siempre estamos atentos a cualquier actividad humana que sea de nuestro interés, y cuando supimos que Rowdy se dispuso a acabar con Joylock utilizando a una hechicera, en este caso tú, estuvimos observándole con atención... –explicó encogiéndose de hombros.

- Pero si Joylock era también un demonio... ¿por qué no impedisteis nuestra intervención? –preguntó Naga con una mezcla de curiosidad y escepticismo.- ¿Tanto temíais lo que pudiéramos haceros?-

- ¿Temeros? ¡Claro que no!... Lo hicimos así porque no ganaríamos nada con eso. –respondió Xeros con tranquilidad- Y Joylock siempre actuó por su cuenta, sin obedecer a sus Mayores, así que en algún momento debía ser eliminado... -

- ...El grado de compañerismo que mostráis los demonios entre vosotros es realmente increíble. –señaló Zelgadiss con sarcasmo rompiendo así su prolongado mutismo- Sois unas criaturas despreciables, Xeros... -

- ¿Por qué es despreciable no impedir la muerte de un renegado? –preguntó con tranquilidad y casi se diría, que con asombro- Además, ese Joylock nunca me cayó bien: comía y bebía como un auténtico marrano... -

Lo cierto es que aquel comentario resultó ser un molesto calificativo.

Amelia había estado escuchando con atención a unos y a otros, pero lo cierto es que, aparte de las razones que pudiese tener Xeros para justificar su comportamiento, Lina había conocido a un familiar de Gaury sin saberlo, y el propio Gaury tampoco parecía estar muy enterado de esa historia... Claro que el propio Gaury había reconocido haberse quedado dormido cuando de niño su padre le contó que un antepasado suyo había acabado con Zanaffer.

- Lina, ¿de verdad que nunca te habías dado cuenta de que ya conocías a un pariente de Gaury... ? –preguntó sorprendida y la hechicera negó con la cabeza atontada- ¿ Y tú, Gaury, ¿ tampoco lo sabías...?-

El espadachín se mesó la barbilla con un gesto de concentración, seguidamente se cruzó de brazos y cerró los ojos frunciendo el ceño concentrándose aún más ante la mirada expectante del resto del grupo. Finalmente respondió.

- ...Pues la verdad es que no. –todos por el suelo- Lo único que sé es que ese antepasado mío se casó con una chica elfa llamada Merillon... -

- ¿Una elfa...? –exclamó Amelia y Zelgadiss levantó una ceja.

- Mi querido Gaury; eso significa que tienes un antepasado elfo... -dedujo Shilfild asombrada por esa posibilidad.

- Si... Eso explicaría las orejas ligeramente puntiagudas de mi hermano. –contestó Gaury con tranquilidad. Entonces levantó la vista hacia lo alto del monolito que tenía enfrente.- Creo que mi padre me contó una vez algo sobre la Espada de Luz y los elfos... Puede que haya alguna conexión entre ambos, pero la verdad es que no lo recuerdo muy bien. Algo de eso tiene que ser porque yo siempre he visto elfos cerca de mi familia.-

- ¡Tú nunca te acuerdas de nada!- gruñó Lina, -Y sin cosas importantes como esa, menos todavía. ¿Te das cuenta de que tu familia, la Espada de Luz y los elfos podrían tener alguna clase de vínculo importante?-

-¿De verdad?- exclamó Gaury, aparentemente indiferente al enfado de Lina,- Podría ser... pero eso ahora ya no importa porque la Espada de Luz está de vuelta en su mundo.-

- ¡Inaudito! –exclamó Luna tras haber escuchado toda la conversación- ¡Ahora resulta que ese "cabeza hueca" tiene sangre de elfo y podría dominar la magia... !-

- Un momento... –pidió Naga- Si él es miembro de los Gabliev... ¿cómo es que no tiene la Espada de Luz? ¿Es que ese hombre ha perdido un objeto tan valioso voluntariamente? –quiso saber sin contener el tono escandalizado de su voz. No le gustaban las tornas que aquello estaba tomando: incluso los elfos y demonios apoyaban de alguna forma a Lina. Eso también explicaba más todavía porque Lina mantenía a ese joven a su lado.

- Eso es una larga historia, Gracia... –contestó Amelia. -¡Eres increíble, Lina Invers, ¡Has permitido que la Espada de Luz se te escapara de las manos!- exclamó Naga ignorando la respuesta de su hermana.

Lina ignoró la reprimenda de Naga, se sentía más desconcertada por el descubrimiento que ella le acababa de mostrar; nunca se le había ocurrido pensar que Rowdy fuese antepasado de Gaury y que, si no fuera por ella, él y Merillon no se hubiesen casado nunca... y que entonces Gaury nunca habría nacido. De alguna manera, ahora que lo había descubierto todo, se sentía responsable de su existencia, y también de porqué el rubio espadachín era tan extraordinariamente fuerte y resistente. Miró a Gaury con cierto asombro y le invadió una oleada de cariño hacia él a la par que volvía a tener la sensación de que su destino ya había sido trazado.

Mientras tanto Zelgadiss se incorporó sacudiéndose la fina arena de la capa y sus rectos pantalones, y se alejó de allí sin que nadie se percatara de ello. Ya había escuchado bastantes causalidades bienaventuradas. Estaba claro que cuando Lina viajaba con Naga, había vivido muchas experiencias de las que él no tenía ni la menor idea cuando la conoció; resultaba absolutamente curioso que la casualidad quisiese que Lina conociese a los Gabliev de alguna u otra forma... los asuntos personales de ellos y cómo sus destinos se habían entrecruzado de una forma asombrosa, pero no eran de su incumbencia, pero tampoco tenía ganas de saber más de ellos.
A pesar del tórrido ambiente se adentró en el bosque de monolitos sumido en sus propios pensamientos: tenía que averiguar el hechizo para volver a ser humano como fuese, entonces todos sus problemas se habrían acabado y ya no tendría que volver a preocuparse de lo que había sido, pero ¿ cómo... ? Justo enfrente suyo tenía todo los conocimientos de magia que pudiese desear tener y no tenía ni una pequeña idea de cómo descifrarlos.; encima siempre que habían tenido a su alcance alguna de las copias de la Biblia Cleir, había sido Lina quien al final era la única privilegiada que había podido acceder a ella, cómo si él no tuviese ningún derecho a leerla y el destino se hubiese propuesto burlarse siempre de él por mucho que se esforzase en sus objetivos. Era frustrante; no pudo aguantarse más y descargó un furioso puñetazo a uno de los monolitos.

- ¡Vaya, jovencito... ! –oyó decir a una voz jovial tras de sí- Así que habéis vuelto aquí de nuevo...-

La quimera dio un bote y se giró enérgicamente hacia aquella voz; entonces descubrió a una venerable ancianita de profundos ojos azules que portaba un retorcido bastón de madera.

- ¿¡Acqua... ? –exclamó asombrado- ¿¡Es usted de verdad, Reina Raguradya?- incluso el mago quimera se dirigía con respeto a un ser como aquel.

La anciana asintió sin perder su expresión risueña.

- Si... Y tú eres Zelgadiss, el hombre-quimera, ¿ verdad? –anunció- Me alegro de volver a verte.-

- ¡Pe... pero entonces Gaarv no acabó contigo en Kataatr! –dedujo asombrado -¡Vaya! Cuesta creerlo...Temí que hubiese destruido su espíritu.-

Acqua le miró con una sonrisa.

- ¡Claro que no!¡Yo soy un espíritu y no puedo desaparecer así como así,–respondió jovial – Decidme: ¿ por qué habéis venido aquí otra vez, ¿ qué buscáis ahora...?-

La expresión de Zelgadiss se endureció: tarde o temprano tenía que revelarle a Acqua sus intenciones.

- ...Ellas buscan aprender nuevos hechizos. –respondió cruzándose de brazos- Yo busco lo mismo que la última vez... -

Acqua le miró sin perder su expresión risueña y seguidamente saltó sobre sus hombros; Zelgadiss dio un bote al verla aparecer de repente allí colgada agarrándose a sus hombros y la miró desconcertado.

- ¡Muy bien; pues entonces vayamos con los demás...! –sugirió.

-¿Es necesario? –gruñó incómodo por su proximidad y lo que ella sugería- Lo único que quiero es que me muestres el hechizo que me devolverá la humanidad; no es necesario que ellos se entrometan... –explicó molesto.

- No seas tan impaciente... –sonrió la anciana- Vas demasiado deprisa. Cuando vea que estás preparado, te lo mostraré... ¡Venga, vayamos con el resto!-

Zelgadiss vio que no tenía más remedio que doblegarse ante los deseos del espíritu, y a pesar de que se sentía avergonzado por el descaro de la anciana quien le obligaba a cargarla sobre sus hombros, eso era mucho mejor que ser manipulado vilmente por un Mazoku, así que se resignó a sus deseos y volvió con el grupo llevándola a cuestas.

Cuando regresó ya se había vuelto a repetir lo mismo de siempre: Lina y Naga habían vuelto a tener su acostumbrada discusión a pesar de los intentos de Amelia por mantener la paz, y la pelea fue rápidamente solventada por Luna con su particular estilo, mientras que Xeros no dejaba de reírse. Gaury fue el primero que le vio venir.

- ¡Hola, Zel; ¿dónde has estado...! –preguntó.

- ...Hay alguien aquí que quiere veros. –anunció con cierta vergüenza ignorando al espadachín.

-¡Hola, chicos...! –saludó Acqua asomándose tras su hombro- Esperaba visita, pero no que vinierais todos vosotros... -

- ¡¡ Acqua...! –exclamaron.

Al momento Lina, Gaury y Amelia se levantaron de un salto y rodearon a Acqua quien saltó al suelo, mientras que la expresión de Xeros se volvía curiosamente respetuosa y el resto observaba la escena interrogativamente.

- ¡Es extraordinario! –exclamó Amelia entusiasmada- ¡Sigues viva! -

- ¡No me lo puedo creer... ! –añadió Gaury.

- ¿Quién es esta anciana, Lina ? –quiso saber Luna acercándose a su hermana; algo en su interior le decía que no era una cualquiera.

- ...Es Acqua, la Reina Dragón del Agua.-

- ¿Si... ? –exclamó desconcertada mirando a la anciana sin saber qué hacer: ignorarla o hacerle una reverencia.

Entonces fue Xeros el que se adelantó y efectuó una respetuosa reverencia impropia de él.

- ...Raguradya, Reina Dragón del Agua. –saludó en un tono exquisitamente formal.

- Xeros, Sacerdote de la Señora de las Bestias... –le respondió Acqua gravemente- Veo que tú también has venido.-

-Te debo la vida, Reina Dragón... y por ello, y porque tampoco me ha sido ordenado, no me enfrentaré a ti.-explicó.

Acqua asintió con la cabeza sin cambiar la grave expresión que ahora aparecía en su rostro. Shilfild sonreía como si simplemente aceptase el desarrollo de los acontecimientos sin más; por su parte, Naga les observaba con una ceja levantada. "¿Esta es Acqua-Raguradya, ¿la Reina Dragón del Agua?" Se preguntó desconcertada "¿Y a esta anciana le tengo yo que explicar para qué quiero la Biblia Cleir?" entonces miró a Xeros "La verdad es que no debe ser lo que parece para que ese demonio se haya comportado así con ella..." chasqueó la lengua "¡Maldita sea! Tendría que haber sido yo y no Zelgadiss quien se la encontrase."
Luna, sin embargo, se sintió avergonzada. Ella era la encarnación del poder de Ceephied en forma humana, y sin embargo había sido el Sacerdote Bestia, un Mazoku de alto rango, quien realmente había actuado con el debido respeto que ella merecía. Se adelantó hasta situarse frente a ella, y ejecutó una reverencia que casi le hizo hincar la rodilla en el suelo.
-Mis disculpas, majestad.- anunció en un tono inusualmente avergonzado, -Siento no haberla saludado correctamente. Soy Luna Invers, el Caballero de Ceephied.-
Las reacciones de Acqua y Xelloss fueron contradictoras; la primera se limitó a sonreír con benevolencia, y el segundo la miró con una ceja enarcada mientras apretaba el bastón entre sus manos involuntariamente. El Sacerdote Bestia tenía cumplido uno de sus objetivos.

Tras las debidas presentaciones y explicaciones del porqué de su visita, Acqua les instó a que la siguieran al lugar donde se encontraban las Tablas que contenían los conocimientos superiores de cualquiera de las tres ramas de la magia, ya fueran hechizos blancos como "Retroceder en el tiempo" o el "Resurrección"; astrales como el "La-Tilt" o invocaciones de alto grado; o negros como el "Giga Slave", cosa que todos acogieron con entusiasmo. Era cierto que las Invers ya conocían otros hechizos como el "Drag Slave" o la "Espada Ragna", pero podía haber otros que también fuesen de su interés; Naga también vio la oportunidad de aprender todo lo que quisiese y Shilfild la de poder aprender hechizos blancos que hasta entonces solo habían estado al alcance de los Altos Sacerdotes. Por el contrario Zelgadiss no tenía muy claro que allí se fuese a encontrar la solución a sus problemas, y Amelia pensó que tal vez ella también tuviese la oportunidad de aprender nuevas cosas, aunque también disfrutaba al ver la ilusión de sus amigos por ver realizados sus deseos.
Sin embargo Shilfild le había confesado algo a Amelia en medio del alboroto general.

- ¿Qué ocurre... ? –preguntó.

- Verás Amelia... –comenzó a decir Shilfild tímidamente- Yo me alegro de ver que todos vosotros vais a poder leer las Tablas, y que a lo mejor yo también aprendo cosas nuevas... –hizo una pausa- Pero es que no sé si va a poder ser.-

- ¿Por qué... ? -

- Bueno... es que anoche... anoche me bajó la regla y ahora mismo estoy casi sin poderes. –explicó tímidamente.

- ...¡Vaya! –exclamó con un suspiro - ¿Quieres que te aplique un hechizo de recuperación para que te sientas mejor... ?-

- ¿Eh... ? No... no hace falta. –negó ruborizándose- Solo es que ahora tú serás la única sacerdotisa del grupo... y si pasa algo... -

- ¡Vamos, Shilfild! –la animó- No creo que pase nada, además, aunque ahora estés muy baja de nivel, te recuerdo que si unimos nuestros poderes, podemos hacer cosas increíbles. Además, la Reina Raguradia y el Caballero de Ceephied están con nosotros. Xelloss es incapaz de enfrentarse a gente así el solo.. –explicó alzando un dedo y guiñándole un ojo.

- ...Si, lo sé. –afirmó suavemente- Pero aún así mi poder disminuye mucho y no sé si... -

- ¡Déjalo; no te preocupes tanto...! -

Pero el problema de Shilfild no era lo único que podía plantear alguna traba a la hora de dominar esos conocimientos de magia, por que, si bien era cierto que Acqua les indicó a dónde tenían que ir para conseguir lo que deseaban, tampoco les había dicho que ya tuviesen su permiso, es más, la Reina Dragón había dado a entender que evaluaría las intenciones de cada uno para comprobar si eran dignos o no de aprender semejantes conocimientos... Y eso si que suponía un problema: en el fondo las Invers y Naga eran conscientes de que sus deseos eran puramente egoístas y que eso Acqua lo tendría en cuenta, y más tratándose de Luna: ¿acaso ya no tenía bastante con ser lo que era?.

Amelia era consciente de lo que eso significaba, pero solo era una parte de los impredecibles problemas que estaban empezando a aparecer: lo de Shilfild era un problemilla sin mayor importancia que seguro que ella podría solventar; pero el resultado de haber ido allí aún estaba por ver y ella aún tenía que aclarar con su hermana lo que iba a pasar de ahora en adelante en algún momento. Ese sí que era un problema; pero aún quedaba otro, ¿ qué le pasaba a Zelgadiss?; Amelia había estado con él prácticamente toda la jornada anterior y la quimera se había comportado como solía ser lo normal en él cuando estaba con ellos, pero aquella mañana había desaparecido de la posada y vuelto aparecer de repente aún más arisco de lo normal. Y eso tenía que ser por algo, pero cuando ella había hecho algún intento de acercamiento para hablar con él como amiga suya que era, su hermana no se lo había permitido y Gaury se había limitado a decir "No, Amelia; no lo hagas todavía... Déjale tiempo." ¿A qué venía esa actitud de los dos, ¿ es que ella era la única que no sabía lo que le pasaba y encima no tenía derecho a enterarse? Podría ser que estuviera muy tenso por tener tantos competidores a la vez por la Biblia Cleir, o que también fuese por la presencia de Xeros, pero... En cualquier caso debía empezar a solucionar alguno de esos problemas.


El calor del desierto seguía siendo insoportable, caminar por aquella vasta llanura se estaba convirtiendo en un auténtico martirio, solo Xeros parecía soportar con entereza la situación y se limitaba a ir abriendo la marcha seguido de cerca por la siempre vigilante Luna cuyo terrible carácter parecía darle fuerzas para aguantar la situación; Lina, por su parte, caminaba con Acqua de nuevo sobre sus hombros y parecía poder soportarlo mejor gracias a la distracción que suponía su conversación con la Reina Dragón quien en algún momento le sacaba los colores; Gaury, merced de su condición física y de estar acostumbrado al clima de su país de origen, lo soportaba como podía y se dedicaba a tirar del cabestro de la mulilla de Shilfild mientras permanecía al lado de la sacerdotisa pues parecía estar algo debilitada. Amelia soportaba aquella dura marcha con resignación; su melenita y su holgado uniforme blanco-crema le hacía tener menos calor, pero aún así el sudor era pegajoso, tenía la garganta seca y sus brillantes botas turquesa aparecían ahora cubiertas de polvo; solo podía caminar pesadamente mientras tiraba de las riendas de su caballito cansado del viaje al que su dueña le había sometido.

Amelia levantó la vista resoplando por el agobiante calor y miró a Zelgadiss con preocupación, quien seguía caminando separado del grupo con una clara actitud distante; se preguntó entonces cómo podía soportar aquel sofocante ambiente: es cierto que sus simples ropas resultaban más frescas que las de Gaury, por ejemplo, y que su pálido color hueso hacía que se confundiese con la arena y reflejara la luz de sol. Pero aún así, su cuerpo era de piedra, ¿no se recalentaba? Suspiró de nuevo secándose el sudor de la frente con el dorso de la mano y cambió el rumbo de su mirada hacia Naga; tal vez ya iba siendo hora de hablar con su hermana seriamente, aprovechando que ahora las dos estaban a solas... o eso creían las dos.

- ¡Gracia...! –dijo.

- ¿Si, Amelia...? -

- Quería saber... –comenzó a decir tímidamente- Bueno; ¿qué piensas hacer si Acqua te permite leer la Biblia Cleir...?-

Si hermana soltó una de sus carcajadas y Amelia la miró confundida.

- ¡Vaya pregunta que me has hecho, Amelia! –le reprochó- ...Pues leerla y aprender magia lo máximo que pueda para convertirme en la mejor hechicera de todos los tiempos...-

- O sea, igual que Lina... –concluyó.

Naga la miró ácidamente apretando los labios y gruñendo.

- Mira, hermanita... Entiendo que, aunque me fastidie, Lina sea tu mejor amiga y que la admires profundamente, pero hazte a la idea de que es tu hermana y no Lina la hechicera más poderosa del mundo... Yo soy muuucho mejor que ella-

Amelia la escuchó asombrada y con cierta rabia.

- No, Gracia... –replicó- No es eso... -

- ¿No? –exclamó- ¿Entonces... ?-

- Lo que quiero saber es qué vas a hacer cuando todo esto haya acabado... –explicó.

- ¿Por qué quieres saberlo? –preguntó algo desconfiada- La verdad es que yo tampoco estoy muy segura, pero supongo que hacer todo lo posible por hacerme famosa.-

- ...Hacerte famosa. –suspiró Amelia- Entonces, ¿no piensas en volverte a Seillon conmigo... ? –preguntó con tristeza.

- ¿¡Cómo, ¿volver a Seillon contigo? –exclamó Naga volviéndose hacia su hermana, de alguna forma escandalizada por lo que acababa de oír.

- Si... Yo quería que te vinieses conmigo a casa, Gracia. –reveló Amelia- Por eso fui a buscarte... La explicación oficial que dimos diciendo que te habías ido de "viaje de entrenamiento" ya no es tan aceptada por muchos ministros y sacerdotes. Y yo... a mi me gustaría que volvieras a casa.-

Naga miró a su hermana largamente.

- Así que es por eso: saliste a buscarme para conseguir que volviese contigo a Palacio, ¿verdad?-

- Si, así es... -

- Amelia... Tú ya deberías saber cuál es la respuesta. –la sacerdotisa la miró con temor- No; no pienso volver a Seillon. -

La confirmación de Naga cayó con todo su mortal peso sobre Amelia

- ¡No, no puede ser que digas eso! –se lamentó- ¿ Por qué, Gracia... ?; ¿ no ves que he hecho todo este viaje solo para poder encontrarte y que te volvieses conmigo a Seillon... ? ¡No fue idea de papá o tío Christopher que yo fuera, lo he hecho todo por nosotras dos-

Naga detuvo el paso y se volvió hacia su hermana mirándola con tristeza.

- Amelia; si yo quisiera volver a Seillon, ya lo habría hecho... –le explicó con dulzura.

- ¿¡Por qué, Gracia? – se lamentó Amelia angustiada- ¿¡ Por qué te niegas tan rotundamente a volver a Seillon... ? ¿¡Es que no te das cuenta de lo que pasa?-

- Amelia, te quiero mucho, hermana; a ti y a papá... –confesó- Y siento decirte esto, pero yo ya no soy Gracia Wil Naga Seillon, la primera princesa de Seillon, sino la hechicera negra Naga, la Serpiente Blanca. Esa es ahora mi identidad para todo el mundo: incluso Lina, aunque ahora sepa mi verdadero nombre, me sigue llamando Naga. Tú eres la única que no lo acepta... -

Amelia la miró con impotencia sin saber qué decir, hasta que finalmente apretó los puños y frunció el ceño.

- ¡No, Gracia! –exclamó en un tono más firme- ¡Tú nunca dejarás de ser mi hermana mayor y la primera princesa de Seillon! ¡Las dos somos hijas de Philionel El de Seillon y tenemos una responsabilidad que cumplir como princesas de nuestro pueblo... ! -

Naga abrió los ojos con sorpresa.

- Así que es eso: quieres que vuelva a Seillon para hacerme cargo de tus responsabilidades, no porque quieras tenerme a tu lado y porque temas a esos ministros escépticos... –dedujo molesta.

- ¡No! –contestó Amelia con rotundidad para sorpresa de su hermana- ¡Yo no he hecho este viaje tan largo solo para librarme del papeleo!... Bueno, la verdad es que me pongo a temblar con solo pensar en el montón de documentos que me esperan en la mesa del despacho cuando vuelva... –bromeó con una risita ante la que su hermana no pudo evitar sonreír- ¡Gracia: lo que yo quiero en realidad es que vuelvas conmigo para poner orden...! –reveló por fin en tono grave.

- ¿Qué... ? No te entiendo, ¿es solo por esos ministros y sacerdotes?... -

Amelia vaciló y apretó los puños pugnando por confesar sus intenciones de la forma rotunda, sus razones eran mucho más profundas que lo que Gracia quería ver; tenía la sensación de haberse propuesto una meta inalcanzable ante la que ya no podía dar marcha atrás.

- ¡Gracia; si he hecho este viaje solo ha sido para encontrarte y que te volvieses conmigo para que, entre las dos, pudiésemos resolver de una vez por todas y para siempre todos los problemas de la Corona de Seillon...! –confesó firmemente.

Naga dio un respingo de puro asombro al escuchar a su hermana, no podía creer que la hubiese buscado por semejante asunto, era algo increíble. Zelgadiss, por su parte, también dio un bote y detuvo el paso al oírla decir aquello; él no se lo había propuesto, pero merced de sus agudos sentidos y largas orejas, había podido escuchar la conversación de las hermanas y sin darse cuenta, se encontró atrapado por ella. En cualquier caso la reacción fue idéntica en ambos: ¿¡Amelia había ido a buscar a su hermana para evitar la división de la Corona en Seillon...?

- ¡No... no puedo creerlo, Amelia! –exclamó Naga totalmente desconcertada- ¿¡Te das cuenta de lo que dices... ?-

- ¡Sí; y se que entre las dos podremos solucionarlo! –Naga la miró desorientada- ¡Entre tu poder y mi corazón Justiciero, acabaremos con toda la maldad que hay en nuestra fami... ¡AY ! –Naga le había sacudido una bofetada a su hermana- ¿¡ Por qué me has pegado?-

- ¡Deja de decir estupideces! ¡Creí que habías madurado después de todos estos años! –se lamentó Naga con los ojos vidriosos- ¿¡Es qué aún no te has dado cuenta de por qué abandoné Palacio y renegué de mi rango de princesa... ?-

Amelia la miró desconcertada durante unos instantes mientras se masajeaba la dolorida mejilla; finalmente su mirada se endureció.

- ¡Sí; lo sé...! –contestó con seguridad- ¡Lo hiciste porque no podías soportar lo que estaba ocurriendo en nuestra familia! –Naga abrió los ojos con asombro- ¡No podías soportar la muerte de mamá... que ella muriera en vez de ti! –la Serpiente la miró estupefacta, asombrada por la frialdad y la entereza de su hermana- ¡Yo tampoco puedo soportarlo, Gracia... pero también soy una princesa que tiene responsabilidades con su pueblo y no huyo de los problemas con una botella.! –contestó ácidamente.

Naga tembló y vaciló apretando los puños y dientes; se sentía completamente impotente ante lo que acababa de oír y la resolución de su hermana.

- ¡Yo no huyo de los problemas, Amelia...! –contestó con voz quebrada- ¡No quiero volver a Palacio y convertirme en la reina de Seillon porque no quiero pasarme la vida cubriéndome la espalda de mi propia familia que conspira cómo asesinarme para convertirse en los reyes de Seillon y que más gente a la que quiero muriese por eso mismo...! –hizo una pausa- ¡Me marché de Palacio y lo abandoné todo porque quería ser dueña de mi propio destino y porque me di cuenta de que el poder por el poder es lo único que sirve... ! –Amelia la miró estupefacta- ¡El poder del dinero, de la fama y de la magia!... ¡¡ Eso es lo único que sirve en esta vida! -

Zelgadiss abrió los ojos brillantes por lo que acababa de escuchar: ahora era cuando empezaba a entender a su "socia" y lo que años atrás debió ocurrir en Seillon. Era curioso ver cómo él no era el único que había sufrido por motivos familiares.

- ¡No, Gracia; no puedes pensar así...! –replicó Amelia- ¡Yo también he sufrido mucho por todo lo que ha ocurrido en nuestra familia y no... !-

-¿Quién más, Amelia... ? –preguntó Naga de repente- ¿Quién más ha muerto estos últimos años? Tú quieres algo más que poner orden entre cortesanos descarriados, ¿qué ha pasado realmente?-

La sacerdotisa miró con desconcierto a su hermana; finalmente agachó la mirada.

- ...El tío Randy y el primo Alfred. –contestó tristemente.

- ¿¡Alfred ?; ¿¡Alfred-kun? –exclamó Naga angustiada- ¿¡Cómo... ? -

- ...Alfred pactó con unos demonios a las órdenes de Gaarv para que matasen a papá echándole al tío Christopher, su padre, la culpa de los intentos de asesinato y así acceder al trono. -reveló.

Naga tembló amenazando con derrumbarse hasta que pudo inspirar profundamente.

- ¿¡Lo ves, Amelia, ¿¡ves cómo es cierto? –exclamó secándose las lágrimas- ¡¡Mataron a mamá delante nuestro al confundirla conmigo... y ahora nuestro propio primo-hermano quiso hacer lo mismo con papá! -

- ¿¡Crees que no me doy cuenta, Gracia...? –contestó Amelia en el mismo tono- ¡Yo quiero acabar con eso; no quiero que Seillon se autodestruya por las luchas por la Corona...! –inspiró profundamente- ¡Gracia; tú que presumes de tener tanto poder, úsalo para hacer el Bien! –pidió- ¡No te pido que te conviertas en la próxima reina de Seillon; si no quieres serlo puedes abdicar en mi favor, yo ya me he hecho la idea de que algún día seré la reina de Seillon...! ¡Pero al menos, volvamos juntas a Palacio, solucionemos esto de una vez por todas por el bien de nuestra familia y nuestro pueblo! -

Naga miró largamente a su hermana asombrada por su resolución y coraje.

- Te envidio., Amelia... –confesó con una sonrisa- Yo no he sido capaz de hacerle frente, y sin embargo, tú aún tienes el entusiasmo por seguir adelante, luchar y hacer tu vida como princesa y como persona... –hizo una pausa- Estoy segura de que serás mejor reina de lo que podría serlo yo...-

Amelia la miró interrogativamente sin saber muy bien qué decir.

- Bueno... Eso es porque la Justicia... -

- ¡Deja de decir tonterías y apresurémonos que vamos a quedarnos atrás... !-

- Si, es verdad... –hizo una pausa- Aún no me has contestado: ¿piensas volver conmigo a Seillon...?-

Naga parpadeó y finalmente suspiró con una suave sonrisa.

- ...Lo pensaré. –contestó- Te prometo que lo pensaré... -

- ¡Bien...! –exclamó- ¡Me alegro mucho, Gracia...!-

Y de esa forma ambas apresuraron el paso.

Zelgadiss vio como las dos hermanas le adelantaban y las contempló con una expresión indescifrable en el rostro. Se sentía consternado por lo que acababa de escuchar; ahora sabía cuál era el motivo que había empujado a Amelia a partir en busca de su hermana: en el fondo era otra de sus entusiastas locuras... pero una locura con mucho sentido. Durante un instante sintió una punzada que le hizo alegrarse por ella y olvidarse de sus dilemas, pero le volvieron a asaltar de nuevo cuando se percató de lo que había dicho Naga: "...Te envidio, Amelia... tú aún tienes el entusiasmo por vivir tu vida..."; "¿ ...volver a Seillon conmigo?"; "Lo pensaré...". Era exactamente eso, ahora lo veía todo claro; todo lo que tanto le irritaba de Amelia, su ilimitado entusiasmo y alegría que le hacía perder su noción de la realidad... Pero al mismo tiempo, él, al igual que Naga, la envidiaban por ello: tanto la Serpiente Blanca como él mismo pecaban de haberse dejado arrastrar por sus desgracias (si bien de distinta forma) mientras que Amelia había conseguido salir adelante. Él también la amaba por eso, su entusiasmo le hacía olvidar su propia desgracia y sus ganas de vivir contrastaban simétricamente con su pesimista concepto de la vida; Amelia le aceptaba tal y como era, siempre le apoyaba y le animaba a seguir adelante en situaciones que él claramente veía de forma fatalista... En cierto modo la necesitaba, pero ahora eso mismo hizo que la odiase.

Su lucha continua entre su reprimida parte humana y su parte demoníaca alimentada por años sin otra razón para vivir que la pura supervivencia se estaban enfrentando de nuevo y ahora con más fuerza; empezó a odiar a ambas, a Amelia por todo lo que ella representaba para él, y a Naga porque había sabido ver el camino que le mostraba su hermana. Por si eso fuera poco Amelia había preguntado a su hermana que si se volvería con ella a Seillon y sorprendentemente, esta le respondió que se lo pensaría... exactamente lo mismo que ellos dos la última vez que se vieron. ¿Acaso era una coincidencia? Miró la pulsera de su muñeca con el odio y el amor enfrentados; la agarró con la intención de arrancársela y así deshacerse de todos su dolor y dilemas; pero no, esa no era la solución, para conseguirlo tendría que olvidarse de todo y de todos, centrarse en sus objetivos y luchar por la Biblia Cleir, y una vez que hubiese vuelto a ser totalmente humano, reharía su vida y sabría qué tendría que elegir... Sí, eso era lo mejor, ahora mismo él no estaba en posición de decidir que era lo mejor para su futuro.

"¡Se sincero contigo mismo, Zelgadiss!" oyó decir a una voz en su mente; telepatía, algo que solo los muy versados podían usar. Alzó la vista y miró a Acqua con sorpresa: ¿había sido ella?; la Reina Dragón estaba subida en los hombros de Lina y ambas reían alegremente, no parecía que le estuviese prestando atención, pero seguro que había sido ella quien se había introducido en sus pensamientos.

"¡Déjeme en paz; esto no es asunto suyo!" gritó en su mente; él no era telépata, pero sí podía responder, "¡Solo quiero averiguar la forma de ser humano, no escuchar sus sermones! ¡Usted no puede entender por todo lo que he pasado!" La voz permaneció muda durante unos instantes.

"Te equivocas, sé lo que te ha ocurrido y por qué. Pero está bien, no te diré más... Solo recuerda que si quieres acceder a ese hechizo, debes ser sincero contigo mismo; igual que lo hizo Lina."

"¿Qué...?"exclamó, pero la voz ya había enmudecido.

La condición demoníaca de Xeros le permitía estar por encima de los humanos en muchos aspectos; uno de ellos era que él podía saber exactamente cuál era el estado emocional de cada uno de ellos en todo momento, así que la tensión (ahora encubierta) que dominaba a las Invers, Naga y Zelgadiss, no era en absoluto un secreto para él. Es más, casi era una ventaja a su favor: como demonio que era, Xeros se alimentaba de las emociones negativas de los humanos, y el recelo que existía entre los cuatro era un buen aperitivo; además, también estaba el miedo de Lina a su hermana y la aversión que existía entre la hechicera pelirroja y Naga; pero el plato fuerte seguía siendo Zelgadiss. Hasta la aparición de Firia, Xeros siempre se había reído a su costa todo lo que había querido y ahora sus problemas personales hacían que esa tarea fuese aún más grata. Sin embargo, aunque el Sacerdote-bestia conocía perfectamente las razones de su tormento, y en cierto modo admirase el trabajo de su Señor Ojo de Rubí, él por nada del mundo, aunque sin ser exactamente lo mismo, reconocería abiertamente que sentía algo parecido.

Pero no, él no estaba allí solo para "comer", estaba allí por expreso deseo de su Señora, estaba para cumplir una misión: evitar que las Invers aprendiesen demasiado... porque se lo había ordenado Xeras y él la obedecería hasta la muerte. De momento solo vigilaba, pero si Acqua accedía a mostrarles los conocimientos superiores, entonces ya tendría que intervenir; aunque la verdad, era poco probable que eso ocurriese.

Aún así, el también sintió la agonía en su espíritu.


Aquella noche acamparon en medio del bosque de monolitos en un lugar situado en un alto del terreno desde donde se donaba una extensa región de cientos de kilómetros que aparecía despojada de sus monolitos por brutales medios: sin duda allí era donde se habían enfrentado Gaarv y Acqua año y medio atrás; pero su destino se encontraba en dirección opuesta y según Acqua, aún faltaba un día para llegar a su destino así que no corrían el riesgo de que los conocimientos que anhelaban se hubiesen esfumado por resultado de la batalla.

Tras montar las tiendas y distribuirse por ellas, encendieron una fogata y todas las chicas se quitaron sus capas extendiéndolas por el suelo para sentarse sobre ellas; es cierto que la noche del desierto era fría, pero no tanto como la del lugar de donde procedían, y para todos aquello resultaba un cambio agradable: volver a sentarse en círculo en torno a una hoguera bajo un cielo estrellado por no se sabe qué poder de la Reina Dragón era algo muy agradable.

Sin embargo el ambiente seguía siendo tenso.

Amelia, más animada por el acuerdo al que había llegado con su hermana, se sentó entre Gaury y Lina; al lado del espadachín se sentó Shilfild, quien se encontraba bastante agotada por su condición física y la intensa jornada; finalmente y a su lado, se sentó Luna cerrando el círculo junto a Naga. Acqua había desaparecido, mientras que Xeros, gustoso de contemplar el mundo desde lo alto, se sentó encima de una Tabla contigua al corro; y por último, Zelgadiss se sentó separado del grupo y de espaldas a ellos, pero lo bastante cerca como para no perder contacto, aunque su actitud demostraba que no quería saber nada. Naga y Gaury contemplaron su reacción de distinta forma; la primera porque, de alguna forma, se sentía responsable de su hermanita y desconfiaba de las intenciones que pudiera tener con ella; mientras que Gaury le contemplaba con pena... Tal vez había sido demasiado brutal para él, pero a su juicio, eso tenía que pasar tarde o temprano: ahora todo dependía de él.

Para Lina el comportamiento de Zelgadiss tampoco pasaba desapercibido; ella era la única que conocía mejor que nadie aquella parte de la vida de la joven quimera que tanto le atormentaba ya que la había sufrido en sus propias carnes cuando se conocieron. Pero ahora no tenía tiempo de preocuparse por él, es más, tendría que pasar por encima de él para conseguir la Biblia Cleir... ¡Maldita sea, ¿por qué no le salía nada bien últimamente. Tenía que luchar por la Biblia Cleir y convencer a Acqua de lo honesto de sus intenciones... cuando ni si quiera era seguro que pudiese leerla; y, por si eso no fuera poco, encima tenía a su hermana tras de sí todo el tiempo y Naga también estaba allí para hacerle la vida imposible. Si al menos pudiese pegar un poco más a Gaury...

Pero no, eso no iba a ocurrir.

Naga soltó una de sus atronadoras carcajadas mientras que Lina la miraba llena de rabia estirando uno de sus guantes de gamuza gris amenazando con romperlo; Amelia miró a una y a otra sin saber qué hacer.

- ¡...Eres una estúpida, Lina Invers! –anunció alzando un dedo y sonriendo con malicia mientras le guiñaba un ojo en una curiosa versión del gesto de Amelia- Te has tomado la molestia de venir hasta aquí solo porque te lo ha ordenado tu hermana... La verdad, esperaba algo más de ti.-

- ¡¡Ca... cállate! –despotricó Lina- ¡Tú también has venido hasta aquí porque sabes que soy mejor que tú!-

Gaury parpadeo sorprendido y se rascó la cabeza.

- No lo entiendo, ¿por qué se pelean tanto...? –quiso saber.

-... Verás Gaury; es porque...- Shilfild tampoco estaba segura de cómo explicárselo.

Zelgadiss los miró de reojo y gruñó.

- ¿Mejor que yo...? –preguntó con sorna- ¿En qué, Lina? –y diciendo esto arqueó la espalda haciendo resaltar su figura notablemente, con lo que consiguió dejar totalmente impotente a la hechicera pelirroja.

- ¡Oh... dios Cephid! –exclamó Shilfild ruborizándose mientras que se llevaba el puño a la barbilla.

- ¿Qué pasa...? –preguntó Gaury sin entender nada- ¿Por qué Naga se pone a sacar pecho así...? Como si le hiciera más falta.- casi se podría decir que Gaury no tenía ninguna queja.

Amelia se llevó la mano a la cara con un suspiro de resignación: no había forma de mantener la paz entre ellas. Entonces Luna se incorporó enérgicamente con una expresión de gran furia en el rostro dirigida hacia las hechiceras, quienes al ver cómo aparecía así emergiendo tras las llamas de la fogata y con semejante cara, palidecieron de puro pánico. Y efectivamente, una vez más, todos pudieron apreciar cómo Luna recompensaba sus tontunas sacudiéndolas a cada una un soberano y dolorosa golpe que les hizo perder toda gana de pelea.

- ¡¡¡Estoy harta de vosotras dos y vuestras estupideces de crías pequeñas! –exclamó furiosa- ¡¡¡No quiero ninguna otra pelea más en mi presencia; ¿ o es que no lo habéis entendido! –exigió.

Xeros se partía de risa.

- ¡Ah, Claro; eso es...! –exclamó de repente Gaury golpeándose la palma de la mano con el puño, lo que provocó que los demás le miraran interrogativamente.

- ¿Qué es el qué, Gaury...? –quiso saber Shilfild.

- ...Luna y Naga se pelean todo el rato porque se tienen envidia. –explicó el espadachín con tranquilidad. Entonces se volvió hacia la quimera y Amelia le imitó- ¿Has visto, Zel...? Las dos son...-

Pero Zelgadiss le ignoró, se incorporó de la arena con un gruñido y les miró por encima del hombro.

- ¡Yo también estoy harto de vuestras estupideces! –anunció secamente- ¡No me importa lo que hagáis, pero yo no quiero saber nada!-

- Pero Zel... –replicó Gaury.

- ¡Adiós! –se despidió y se marchó enérgicamente adentrándose en la oscura llanura desértica.

- Continua, Gaury... ¿qué ibas a decir? –preguntó Lina de improviso en un tono peligrosamente calmo y consiguiendo así distraer su atención de la quimera.

- Sí; verás Lina: Naga y tú... –comenzó a explicar inconsciente del peligro que corría.

Amelia no le escuchaba, seguía mirando hacia atrás viendo cómo el mago-quimera se perdía en la oscuridad nocturna del desierto. Se estaba empezando a preocupar seriamente por él; su problema con Gracia tenía vistas de solventarse en algún momento y ahora se encontraba más tranquila en ese aspecto, sin embargo la persistente actitud de Zelgadiss le estaba empezando a afectar: no había ninguna explicación concreta que justificase su comportamiento. No se lo pensó más, ya no importaba lo que su hermana o Gaury pudiesen decir, ella iba a hablar con él.

Gaury siguió hablando con naturalidad ante la petición de Lina así que no se dio cuente de que Amelia se había incorporado y abandonaba el corro siguiendo los pasos de la quimera; solo cuando ya se hubo alejado lo suficiente, Naga reparó en su ausencia y dio un bote al verla alejándose de ellos; inmediatamente comprendió lo que pasaba, pero solo pudo gruñir para sus adentros; llamarla ahora y evitar que fuese al encuentro de Zelgadiss era algo inútil.

A la princesa le llevó un rato acostumbrar su vista a la oscuridad reinante cuando había permanecido frente al fuego; pero al final lo consiguió y empezó a preguntarse cómo iba a encontrar a Zelgadiss en medio de aquel bosque de monolitos de Oliharcón; el mago se habría aislado voluntariamente con la intención de permanecer a solas y, por si eso no bastara, sus ropas le camuflaban con el terreno, así que encontrarle, le iba a llevar tiempo. Pero resultó no ser así, sin que él pareciera saberlo, sus brillantes cabellos plateados revelaron su presencia con un resplandor: estaba de espaldas a ella y apoyado sobre un brazo en una de las Tablas.

Zelgadiss supo que era ella, podía sentir su presencia y reconoció el ritmo de sus pasos; pero no pudo más que chasquear la lengua, molesto al ver que ella había venido.

- ¡Zelgadiss... ! -

- ¡Déjame en paz, Amelia! –ordenó secamente sin volverse hacia ella-. ¡Quiero estar solo!-

La princesa levantó la vista impresionada por su vehemencia, pero se recompuso con rapidez: era evidente que algo pasaba... Aun siendo un solitario no era normal en él actuar de esa forma, entre radical, tajante... e incluso infantil. Zelgadiss podría ser reservado, pero tampoco les daba la espalda de esa forma, y menos aún a ella.

- ¡Pero Zel... ! –protestó intentando calmarle.

- ¿Es que no me has entendido? –amenazó rudamente volviéndose hacia ella.

- Si... pero no me voy a ir.-

La quimera apretó los dientes mirándola con dureza; en circunstancias normales, cualquiera se habría alejado ante ese imponente gesto, pero Amelia aguantó su mirada.

- ¡Estoy empezando a perder la paciencia, Amelia! –volvió amenazar- ¡Te he dicho que te vayas!-ordenó.

- Qué es lo que te pasa, Zel? –preguntó casi asustada,- ¿Por qué estas tan agresivo con todos nosotros...y conmigo, ¿También tiene algo que ver conmigo? -

Zelgadiss gruñó; estaba claro que ella no se iba a mover de allí y él, por nada del mundo alzaría la mano en su contra para echarla solo porque ella le molestase: una cosa era un capón ocasional porque ella se lo hubiese ganado, y otra muy distinta era... Zelgadiss nunca la haría daño intencionadamente.

- Vas a seguir insistiendo, ¿verdad? –adivinó.

- Si, Zel –contestó mirándole con ojos tristes- ¿Qué es lo que te pasa? Entiendo que estés nervioso por lo que pueda pasar mañana... pero eso no justifica tu actitud. -Zelgadiss chasqueó la lengua apartando la mirada. - ¿Es por Lina y mi hermana... ? –preguntó con suavidad- ¿O es por Xeros?-

- Xeros no me preocupa demasiado... –contestó por fin gravemente- Sé que trama algo, pero Acqua se encargará de él. Y tampoco se atreverá a hacer mucho estando aquí la hermana de Lina.-

- Entonces si no es eso, ¿qué te pasa...? –preguntó la princesa más animada al ver que por fin respondía-...Estoy muy preocupada.

Amelia le miraba con ojos tristes sin que Zelgadiss pudiera darle la espalda. Sin duda eran aquellos ojos, los profundos ojos azules de Amelia que le contemplaban con una mezcla de cariño, pesadumbre y compasión por él. Amelia era la única chica capaz de mirarle de esa forma, la única de todas con las que su vida se había cruzado que no le miraba con terror y suplicaba por su vida. No lo podía soportar.

- ¡Porque no lo aguanto, Amelia! –contestó rotundamente.

- ¿El qué...? –preguntó la princesa confundida.

- ¡No os aguanto a ninguna: ni las tonterías de tu hermana ni a ti! –contestó rotundamente.

- ¿Qué... ? –la princesa creía haber oído mal.

- ¡Estoy diciendo que no te soporto, Amelia... ! -

Amelia soltó una exclamación ahogada al oír aquello: entre todas las posibles explicaciones que pudiese haber, era imposible que la quimera pudiese decir algo así.

- ¡¡ Pe... pero, ¿ qué dices...! ¡¡No entiendo nada... ! -

La expresión de Zelgadiss era completamente fría.

- ¿Es que no te das cuenta de que me agobias? –continuó diciendo implacable- ¿Por qué siempre tienes que estar detrás de mío...?-

Amelia no podía alcanzar a articular palabra.

- ¡No... no puedo creer lo que estas diciendo! –exclamó angustiada- ¡Yo... yo siempre te he apoyado en todo lo que he podido, Zel! ¡Siempre he hecho todo lo posible por ayudarte en todo momento...! –la mirada del mago seguía siendo inexpresiva- ¡He hecho todo lo que me ha sido posible por ayudarte a que volvieses a ser humano...! ¡Te he enseñado magia blanca..., ¡siempre hemos combatido juntos...! ¿Por qué me dices eso ahora...! –suplicó.

- Yo, en ningún momento te pedí que me ayudases de ninguna forma; no era necesario que combatieses contra Xanaferd, ni que convencieras a tu padre de que me indultara en Seillon... –contestó con fría tranquilidad- Si lo has hecho es porque has querido... Y no soporto que alguien se pasa la vida tras de mí sermoneándome y abrazándome como lo haces tú solo por piedad y porque yo te de pena. Así que a partir de ahora olvídate de mí... No te necesito para nada.-

Amelia sintió que el mundo se le venía encima, lo que le acababa de decir Zelgadiss era tan brutal que no podía soportarlo; bajó la cabeza, sus ojos se volvieron vidriosos y finalmente las lágrimas empezaron a correr libremente por su rostro. Era de noche, apenas se podía ver algo, y ella tenía la cabeza gacha, pero seguro que Zelgadiss ya sabía que ella estaba llorando.

- ¡¡No... no puedes decirme algo así...! –contestó con voz quebrada- ¡¡No puedo creer lo que has dicho...!-

- Ya me has oído, Amelia... Es lo que querías saber, ¿ no? –añadió Zelgadiss cínicamente.

- ¡No... no es cierto... ! –la princesa alzó la mirada armándose de resolución- ¡Tú... tú me gustas mucho, Zel! Para mí tú eres mi amigo y la persona que me gusta, no el criminal buscado por la ley ni tampoco eres el monstruo que crees ser; a mí no me importa todas las maldades que has cometido en el pasado ni cuál sea tu aspecto: solo eres mi amigo y también lo bastante buena persona como para ser capaz de saber cuál es la magnitud de sus crímenes y dolerse por ellos. Y, a pesar de tu aspecto, creo que también eres hermoso... me gustan tus rasgos y tus cabellos plateados... -admitió- Y si te he agobiado tanto como tú dices, era para demostrarte que no era así, ni para mí ni para todos los demás, y no por compadecerme de ti como tú crees. -

Zelgadiss esbozó una sonrisa maliciosa.

- ...Pues hazte a la idea de quien te gusta es un monstruo. Si sabes tan bien quien soy, deberías saber eso ya. -

- No; tú crees serlo y ahora te comportas como si lo fueras...-

- ¿Y qué más, Amelia? –preguntó con sorna dándole la espalda- Eso es lo que tú dices que en tu opinión soy yo, pero para mí tú no eres más que esa princesita tontorrona que siempre me persigue... Alguien lo suficientemente estúpido como para correr el riesgo de preocuparse por un demonio. - hizo una pausa- Y ahora que ya lo sabes todo, te sugiero que te marches... -

Amelia balbuceó una serie de tapujos inconexos; Zelgadiss le había hablado con tanta dureza y frialdad y lo que le había dicho era tan despreciable, que no sabía qué responder ni a qué atenerse. Toda la entereza y resolución que había demostrado frente a su hermana no tenía aquí ningún valor; acababa de ser despreciada por una de las personas que más le importaban en el mundo y a quien también amaba –o creía amar- No podía soportarlo.

Finalmente no pudo soportarlo más, y con el rostro bañado en lágrimas, se giró y regresó caminando junto a los demás.

"¡Qué estúpido eres, Zelgadiss!" pensó Xeros. "Una estupidez única a la hora de proporcionarme comida, y ni siquiera te das cuenta."

Cuando la princesa regresó al corro formado alrededor de la fogata, su hermana y Lina presentaban dos soberbios chichones en lo alto de la coronilla, y Gaury un ojo a la funerala... muda evidencia de lo que había ocurrido en su ausencia; mientras que Luna les contemplaba a todos con aire de superioridad y de imponer orden a la fuerza. Entre tanto, Shilfild se afanaba en prepararle algo caliente al magullado Gaury quien no sabía cómo responder a sus atenciones. Amelia se aproximó lentamente a ellos con temor de que su estado de ánimo fuese a llamar la atención de los demás, al mismo tiempo que les observaba: Gracia estaba sentada de espaldas a Lina realmente molesta, mientras que Lina miraba refunfuñando a Shilfild y Gaury... no era muy difícil saber porqué. Les contempló con envidia durante unos instantes hasta que no pudo soportarlo más y se dirigió hacia la tienda que compartía con su hermana; entonces Lina reparó en su presencia.

- ¡Vaya! ¡Hola Amelia...! –la saludó- ¿Dónde has estado? –preguntó ansiosa de una distracción.

Pero Amelia la ignoró y siguió caminando hacia las tiendas- ¡Amelia...! –la llamó sin resultado.

Al oírla Naga se giró hacia ellas y se dio cuenta de que su hermana ya había vuelto, y la observó esperando ver algún rastro de lo que había sucedido; sin embargo fue Lina quien se incorporó y la siguió hasta su tienda.

Cuando la encontró la joven estaba tendida boca abajo sobre las mantas que formaba su precario lecho con la cabeza hundida en un poco aparente almohadón para la cabeza; su cuerpo se crispaba a espasmos y pudo oír como gemía: era evidente que lloraba.

- ¿Amelia...? –preguntó preocupada al encontrarla en ese estado- ¿Estás bien...? ¿Qué te pasa...?-

la princesa-sacerdotisa gimió aún más al ver que había despertado la preocupación en su mejor amiga.
- Amelia, por favor... –pidió Lina con suavidad- ¡Dime qué te ha pasado...!-

La princesa levantó la vista del almohadón y se volvió hacia la hechicera pelirroja; cuando lo hizo sus ojos estaban empapados y tenía una expresión de profundo pesar en el rostro. Lina sintió un vuelco en el pecho al verla en ese estado y su expresión revelaba una gran preocupación que, sin querer, provocó que la angustia de Amelia fuese aún mayor. La hechicera pelirroja ya la había visto llorar de forma parecida cuando creyeron que su padre había muerto en aquel atentado, pero ahora no tenía ni idea de lo que podía pasarle.

- ¡Linaaa... ! –exclamó arrojándose a los brazos de su amiga quien la abrazó sin comprender.

- ¡...Amelia, por favor, cálmate! –pidió la hechicera- ¡Dime qué te pasa! –pidió saber retirándola por los hombros.

-¡Es... es por... que...! –balbuceó con voz quebrada hasta que inspiró profundamente- ...Lina... yo... ¿ Yo soy una carga para vosotros? –preguntó angustiada.

Lina abrió los ojos y la miró sin comprender.

- ¿A qué viene eso...? –preguntó desorientada- ¿De dónde has sacado esa idea...?-

- Dime la verdad, Lina: ¿crees que soy una pesada que solo saber reír y decir tonterías, ¿que os agobio con mis ideas de la Justicia? –Lina la miró sorprendida- ¿Crees que sería mejor que nunca hubiese luchado a vuestro lado...?-

- ¿Po... por qué me preguntas eso...?-

- ¡Dímelo, Lina!-

La hechicera la miró fijamente durante unos instantes hasta que finalmente suspiró. No tenía ni idea de por qué Amelia le estaba haciendo semejantes preguntas, pero era evidente que algo tenían que ver con su estado actual.

- Bueno... Es cierto que cuando te conocí me agobiabas porque no hacías mas que pedirme que te enseñara cosas todo el rato... -confesó con suavidad- Pero también es cierto que has acabado siendo mi mejor amiga y que, aunque seas la más débil de todos nosotros, siempre has sido de gran ayuda...-añadió con una sonrisa y guiñándole un ojo. - Yo no puedo pensar que seas una inútil después de todas las cosas que has conseguido por este mundo. Solo un mediocre pensaría así.-

- ...Entonces, ¿de verdad que me necesitabais y que no os agobio...?-

- ¡Claro que no! –exclamó Lina con aire ofendido- ¡Tú siempre me has ayudado mucho y eres mi amiga... y aunque algunas veces te pongas un poco pesada con todas esas cosas que dices sobre la Justicia, no eres mucho peor que Gaury preguntando tonterías en todo momento y que Zel refunfuñando siempre por todo! ¿Por qué iba a pensar algo así...?-

Amelia la miró dubitativa sin saber qué pensar; a pesar de lo que dijera Lina en el fondo tenía la impresión de que todos pensaban (o pensaron en algún momento) que ella solo era una princesita tonta y cargante que agobiaba a todos con sus ocurrencias. Ella, que todo lo que hacía era por el bien de los demás... o al menos así lo intentaba.

- ¿De dónde te has sacado esas ideas, Amelia...? –preguntó intrigada Lina con voz grave.

La princesa se secó las lágrimas del rostro con el dorso de la mano y apenas reconfortada por las explicaciones de Lina; pero al oír esa pregunta le asaltó su conversación con Zelgadiss que la seguía muy afectada: si lo que decía Lina era cierto, ¿ por qué la quimera se había comportado con ella de esa forma, ¿ es que en el fondo la despreciaba y por eso le había dicho todo aquello, ¿ sino que además pensaba que ella era un completa estúpida por atreverse a preocuparse por un demonio? Lina la miraba aguardando una respuesta y ella miraba hacia el suelo sin saber qué ni cómo responder.

- ¿Seguro Lina...? –preguntó con voz trémula- ¿Seguro que todos no pensáis así...?-

- ¡Pero, ¿qué dices! ¡Claro que no! -

Entonces el dolor la invadió de nuevo, pero antes de que pudiera hacer nada más, Gaury interrumpió la conversación asomando la cabeza por la lona de la tienda.

- Perdonad un momento. –pidió y se volvió hacia la pelirroja- Lina; tu hermana te está buscando...-anunció.

Al oírle decir eso a Lina le asaltó el pánico y salió corriendo de la tienda sin ni siquiera poder disculparse, así que Amelia se quedó a solas con Gaury sin que ninguno de los dos pudiese hacer algo por paliar el problema de Lina. Amelia no se sintió mal por la rápida marcha de Lina; había cosas contra las que no se podía luchar.

- ...Has hablado con Zel, ¿verdad Amelia? –adivinó y la princesa le miró perpleja, pese a su lentitud mental, Gaury sabía qué había pasado- ...Te dije que no lo hicieras todavía...-

- Me... me ha dicho cosas horribles, Gaury –confesó con suavidad y más animada al ver que había alguien con quien podía hablar más francamente-

- Amelia, no te preocupes tanto por lo que él te haya dicho. Todo se solucionará, ya lo verás...-

La princesa miró al vacío durante unos instantes, aún sentía la presión en el pecho y el nudo en la garganta; finalmente sonrió.

-¡Gracias, Gaury! ¡Eres muy bueno...! –hizo una pausa- La verdad es que os envidio a ti y a Lina...-

El espadachín la miró sorprendido por esa declaración, sonrió y la dejó a solas, pero cuando salió de la tienda se encontró con Naga quien le miraba gravemente con los brazos cruzados bajo su busto. Gaury dio un bote al verla: Gracia le imponía mucho.

- ¿Y mi hermana? –preguntó- ¿ Esta bien?-

- Si, no te preocupes, Gracia...-contestó con una sonrisa.

Naga le miró gravemente durante unos instantes y finalmente se dio la vuelta y miró hacia el camino por donde su hermana había vuelto en espera de ver también a Zelgadiss, pero lo único que vio fue a Luna, que seguía riñendo a su hermana.


El día siguiente se presentaba igual al anterior: un sol implacable, un calor agobiante y una larga jornada de camino a pié, con la salvedad de que aquella tarde por fin llegarían a su destino, así que para alegría y goce de Xeros, el ambiente de recelo, aunque encubierto, era tangible.

De esa forma el demonio volvía abrir la marcha seguido de cerca por la siempre omnipresente Luna, Lina, con Acqua otra vez sobre sus hombros, y Gaury tirando de la mulilla torda; Shilfild se mostraba aún más dependiente de los demás: su convicción de estar sin poderes, su baja condición física y el agotador viaje que estaba sufriendo resultaba una dura prueba para ella, así que aquella mañana Amelia se vio obligada a aplicarle un hechizo de recuperación para que pudiese aguantar la jornada. Naga también estaba tensa por todo lo que podía ocurrir en apenas unas horas: si todo iba bien en muy poco tiempo estaría en poder de los más extraordinarios conocimientos de maga a los que podía aspirar... con la salvedad de que las Invers también pretendían lo mismo. Pero si Acqua accedía a mostrarles esos conocimientos, ¿por qué ni iba a hacer lo mismo con ella? La verdad es que se le hacía la boca agua ante la ansiedad de convertirse en la realmente mejor hechicera de todos los tiempos.

Su hermana, tras un rato charla con Shilfild, caminaba ahora a su lado con la cabeza gacha, no tanto por sus ojos claros y la tremenda luz, que por su estado de ánimo; de vez en cuando alzaba la vista y miraba con disimulo a Zelgadiss intentando ver en él un indicio de algo, pero la distinguida quimera seguía manteniendo una expresión fría y distante cuya única atención se centraba en vigilar a Xeros de quien nunca se fiaba. Naga observaba su comportamiento con rabia: ella sabía perfectamente que Amelia se encontraba en ese estado por algo que le había ocurrido anoche con Zelgadiss; no sabía exactamente el qué pero sí estaba segura de lo que el mago-quimera sentía por su hermanita, y por esa misma razón, no entendía cómo le habría hecho tanto daño. Ella nunca había sentido debilidad por ningún hombre, cosa normal si se tiene en cuenta que ella era la más extraordinaria de todas las mujeres, así que ningún hombre corriente podía aspirar a ella aunque algunos ya lo habían intentado, como ese niño-bien de Lester que se empeñó en regalarle rosas; en realidad Naga solo coqueteaba con algún hombre cuando intentaba conseguir algo, o pretendía fastidiar a Lina... Bueno, eso no era todo cierto, la verdad es que Hyriu Einberg era un chico muy agradable, pero ya habían pasado muchos años desde entonces y aquello solo era una tontuna de juventud. Sin embargo a pesar de su opinión y de lo que hubiese podido ocurrir anoche, lo cierto es que Zelgadiss y su hermana estaban muy unidos, y que lo que más temía era que ambos pudiesen llegar a algo y... ¡solo faltaba que esa quimera se sentara en el trono junto a su hermana convertido en el próximo rey Seillon! ¡Por mucho que ella no quisiera saber nada de Seillon, era una idea espeluznante!
Sin embargo no podía soportar ver a su hermana en ese estado.

- ¿Estás bien, Amelia...? Tienes mala cara.- dijo en tono casual, dejando a un lado su acostumbrada pedantería al hablar.

La princesa dio un bote y se giró hacia su hermana.

- ¿Qué...? –exclamó- ¿Que si estoy bien...?; ¿Por qué me preguntas eso...? -

- Sí, bueno;... anoche vi como te fuiste a hablar con Zelgadiss... –explicó en el mismo tono casual- ...y cuando volviste estabas llorando. -su hermana retiró la vista avergonzada- ¿Qué pasó...?-

Amelia guardó unos instantes de silencio y finalmente suspiró

- Estuvimos hablando... –explicó brevemente en voz baja- ...y nos peleamos.-

- ¡Ya!... Y por eso lloraste. -

- ...Sí.-

- ¿Y tanto te importa lo que pueda haberte dicho...? –preguntó incisiva- Amelia, tú vales lo suficiente como para que no te tengan que afectar esas cosas y lo que la gente diga de ti... -resultaba curioso ver cómo Naga decía algo así cuando ella siempre estaba molesta con Lina- Dime: ¿por qué te afectó tanto...?-

Amelia no respondió y Naga la miró largamente; finalmente fue ella misma la que suspiró.

- ...Para ti él no es solo uno de tus amigos, ¿verdad? Por eso él tiene tu pulsera de chalzen y papá le indultó en Seillon... –adivinó Naga y Amelia dio un respingo ruborizada- En realidad tú le quieres... -

- ...Sí –confesó agachando la cabeza al cabo de un instante; entonces volvió a sentir la presión en el pecho.- ...No sé si le amo...pero si le quiero. -

- ...Me lo imaginaba. -

La princesa arqueó una ceja mirando a su hermana; acababa de descubrir una faceta de su hermana que no conocía, o que al menos no creía que ella pudiese tener.

- ¿Qué te dijo...?-preguntó con suavidad- Puedes contármelo. Soy tu hermana después de todo...-

- Muchas cosas... –contestó con voz trémula,- Me dijo que no... Gracia, preferiría no hablar de esto.-

Naga la miró largamente durante unos instantes; finalmente gruñó y apoyó su mano en el hombro de su hermana.

- Amelia; escúchame bien... –empezó a decir a su pesar- Te puedo asegurar que todo lo que te pudiera decir es mentira...-

- ¿Qué... qué quieres decir ? –preguntó sorprendida. La actitud de Gracia le resultaba totalmente extraña, tanto por lo que ella decía como por la forma de actuar que tenía en ese momento.

- ...Él te quiere mucho, hermanita. –reveló Naga muy a su pesar.

Amelia exhaló una exclamación ahogada al oír decir eso y la miró con los ojos brillantes.

- ¿ Có... cómo sabes tú eso? –preguntó desconcertada.

Naga estaba molesta consigo misma por la confesión que acababa de hacer; le irritaba profundamente haberle dicho a su hermana que sabía lo la quimera sentía por ella, pero aún más el verse obligada a dar explicaciones sobre porqué lo sabía. No le gustaba nada esa relación... y menos aún que Zelgadiss acabase sentado en el trono de Seillon; incluso empezó a plantearse si debía volver a Palacio con tal de evitarlo. No obstante su hermana aguardaba una explicación.

- ¿No te has dado cuenta de que en ningún momento se ha separado de tu pulsera de chalzen...? –contestó hábilmente.

Amelia miró a su hermana estupefacta y luego se volvió enérgicamente hacia Zelgadiss, quien, efectivamente, seguía llevando puesta la pulsera que ella le había entregado; pensó que tal vez por eso le había costado tan poco trabajo encontrar a su hermana ya que él estaba con ella y siempre la había llevado encima actuando como una especie de antena de su oráculo. Sus ojos brillaron por la emoción del descubrimiento y acabó esbozando una suave sonrisa de alivio, aunque seguía sin entender porqué Zelgadiss la había despreciado tanto; tal vez fuese porque no se atrevía a admitirlo, al igual que le ocurría a Lina con Gaury, pero eso era algo que a ella se le escapaba.
Mientras tanto, Naga observaba su reacción con rabia y finalmente suspiró profundamente. "¡Lo siento, Amelia, pero espero que nunca compartas la Corona de Seillon con él!" pensó.

A media tarde, después de comer, Shilfild, tras haberle cuchicheado algo a Lina y Amelia, se retiraron del acostumbrado corro que formaban cuando estaban juntos, y así las tres se dirigieron hasta llegar a un lugar lejos de las miradas indiscretas pero desde donde se tenía dominio visual del campamento Instantes después Lina y Amelia se giraron cortésmente montando guardia mientras que Shilfild se cambiaba y aseaba.

- ¡Vaya! –exclamó Lina cohibida agachando la cabeza- ¡ ...Cuando Gaury me dijo que te encontraba débil, no pensé que fuera por esto, Shilfild! –se disculpó.

- No tienes por qué decir nada, Lina... –contestó la sacerdotisa con una sonrisa,- ...Todas pasamos por esto y nunca lo vamos diciendo.-

- Sí; ...Aunque creo que yo voy a ser la próxima. –añadió Amelia.

Shilfild alzó la vista.

- ¡Pero Amelia... ! –exclamó- Entonces, ¿cómo vamos a...? -

- ¡No te preocupes! –exclamó restándole importancia- no me dará hasta la seman... -

Pero no pudo acabar de hablar.

- ¡Un momento: ¿ qué es eso de "cómo vamos a..."? –exigió saber Lina de repente.

- Pues... -

- Shilfild quería que yo la ayudase con la magia blanca, ahora que ella no puede... –explicó Amelia.

Lina la escuchó con atención y esbozó una sonrisa maliciosa.

- ¡Vaya, vaya...: así que Shilfild también tenía sus propios planes, ¿eh...? -

- Sí... –contestó con una risita.

- ¡Bueno! ¿Qué se le va a hacer...? –exclamó dándose la vuelta.- No sé vosotras, pero yo odio cuando me quedo sin poderes.-

Entonces alzó la vista hacia los demás. Luna y Naga estaban sentadas de espaldas la una de la otra en clara actitud recelosa, mientras que Gaury y Zelgadiss se ocupaban de afilar sus respectivas espadas, el primero con una piedra de afilar y el segundo usando el dedo pulgar... Pero, ¿ no eran Xeros y Acqua los que estaban charlando amigablemente un poco más allá? ¿De qué estarían hablando ambos con esas expresiones tan joviales en el rostro?; ¿ por qué iban a reírse juntos un demonio y un ser divino...? Firia también era una dragona y tanto ella como Xeros no se podían ni ver, se procesaban un enorme odio mutuo: ¿cómo era que entonces se habían sentado los dos juntos absorbidos por una distendida conversación? ¿Y cómo es que Luna permanecía tan indiferente a eso cuando ella debería ser la primera en escandalizarse? Pero Shilfild sacó a Lina de sus divagaciones.

- ...Lina; ¿qué piensas hacer cuando todo esto termine? –preguntó con suavidad pero evidente curiosidad.

- ¿Eh? –exclamó aturdida- Pues... no lo sé... La verdad es que todo depende de mi hermana... –las sacerdotisas la miraron con curiosidad; resultaba extraño ver a Lina tan dominada por alguien- Pero mi idea principal era que Gaury y yo pudiésemos ir de una vez a buscar una espada que sustituyese a la de Luz... -

- ¿Gaury ...y tú? –preguntó Shilfild desilusionada.

Lina la miró con ojos tristes hasta que agachó la cabeza ligeramente ruborizada.

- ...Sí; así es, Shilfild. -

La sacerdotisa suspiró amargamente.

- ¿Y tú, Amelia...? –preguntó la pelirroja para aliviar el ambiente- ¿Qué piensas hacer?-

- Pues, todavía no es muy seguro... Pero pensaba volver junto con mi hermana a Seillon...-

- ¿Naga va a volverse contigo...? –preguntó Lina sorprendida.

- No lo sé todavía...Pero yo quiero que sí lo haga y haré lo posible por convencerla. Por eso fui a buscarla.-

Lina miró sorprendida a la princesa durante unos instantes; para ella Amelia siempre había sido la única princesa de Seillon y también su mejor amiga, mientras que Naga solo era su irritante ex-compañera y rival. A pesar de que ya lo sabía, aún le costaba hacerse a la idea de que Naga fuese la hermana mayor de Amelia, y por tanto, la primera princesa de Seillon; aquello aún resultaba duro de asimilar.

- ¿Y tú, Shilfild...? –preguntó Amelia con una sonrisa ajena a los pensamientos de Lina,- ¿Qué vas a hacer...?-

- ...Pues yo quería; bueno: si consigo aprender nuevos conjuros, quería reconstruir Sairag... –soltó una risita tonta- Pero no sé si lo podré hacer... -

- ¡Claro que sí! ¡Ya verás cómo lo consigues...! –la animó Amelia con una sonrisa.


Finalmente, cuando apenas faltaban un par de horas para la puesta de sol, el grupo de hechiceros llegó al lugar donde según Acqua, se encontraban los conocimientos que tanto ansiaban; en principio no parecía un lugar muy distinto del resto, solo una serie de Tablas de Oliharcón situadas en una suave elevación del terreno. Acqua le indicó a Lina que se detuviera y el resto la imitó concentrándose a su alrededor con aire expectante.

- ¡Bueno, jovencitos...! –anunció jovialmente- ¡Esas de allí son las Tablas que buscabais...! -

- ¿En serio...? –preguntó Lina ilusionada- ¿Son esas... ? -

Acqua asintió sin perder su expresión jovial.

- Las del centro son las que guardan los conocimientos superiores de magia astral, la mayoría de ellos de carácter espiritual... –comenzó a enumerar Acqua,- Las de la derecha son las de magia negra... y las de la izquierda, de magia blanca...

- ¡Muy bien! ¡Pues entonces... ! –comenzó a arengar Luna.

Pero no pudo terminar de hablar; en ese momento, y para sorpresa de todos, Xeros se esfumó de repente y volvió a aparecer en lo alto de la loma justo enfrente de los monolitos.

- ¡Pero ¿qué... ! –exclamó Lina sorprendida.

- ¡Xeros...! –añadió Amelia.

El demonio no respondió, se limitó a sonreír maliciosamente y chasquear los dedos con el índice levantado y abría sus ojos color violeta que revelaban su verdadera naturaleza. Entonces una maligna aureola de energía negra se empezó a formar danzando a su alrededor y los demás le contemplaron con temor sin saber qué hacer.
Sin que apenas les diera tiempo a darse cuenta, el aura siguió creciendo, rodeándolo y relampagueando de energía negativa mientras su negra capa de terciopelo negro y su elegante melenita se sacudían de forma sobrenatural: no era como el Caos de la "Espada Ragna", sino pura energía demoníaca y destructiva. Entonces, cuando aquella diabólica energía hubo alcanzado su punto álgido girando sobre si misma hasta casi parecer un cono de plasma negro, Xeros levantó su bastón hacia el cielo mientras la gema roja resplandecía y lo bajó de golpe hincándolo con fuerza en el arenoso suelo. En ese instante, su poder formó una especie de burbuja... y explotó arrasándolo todo a su paso. Lo único que todos pudieron hacer fue alcanzar a protegerse de la indecible explosión como pudieron y ocuparse de las encabritadas monturas, aunque esta se centró en las Tablas y no en ellos.

Cuando la humareda se disipó y se recuperaron como podían, vieron que Xeros aún se encontraba en lo alto de la loma, pero ahora con una postura más relajada y con su habitual sonrisa que tan solo le hacían parecer un humano corriente y socarrón; sin embargo detrás suyo ya no había nada, todas las Tablas que según Acqua albergaban los conocimientos superiores, habían desaparecido a consecuencia de la explosión: Xeros las había destruido deliberadamente ante la aparente indiferencia de Acqua. Todos contemplaron estupefactos y sin acabar de creerse cómo sus aspiraciones se habían esfumado en apenas un instante; Xeros, el Sacerdote de la Señora de las Bestias, acababa de aniquilar todos sus sueños y deseos.

Las Invers, Naga y Zelgadiss contemplaron el desastre sin poder asimilarlo; poco a poco la sorpresa fue dando paso a la ira, y la rabia se fue apoderando de ellos.

- ¡¡Lo sabía... sabía que tramaba algo! –farfullaba Zelgadiss iracundo- ¡¡ XEROOOS ! –bramó.

-¡¡Maldito... maldito demonio...! –gritaba Luna loca de rabia,- ¡¡No deberías tentar tanto la suerte conmigo de esa forma!-

- ¡¡ Xeros; no tienes ni idea de lo que acabas de provocar...! –amenazó Lina.

La furia de Luna era casi irracional, todo su odio innato contra los demonios cobró forma cuando desenvainó ágilmente la espada que llevaba colgada del cinturón, y esta, en vez de ser la corta y ancha espada que había sido hasta entonces, apareció como una fenomenal espada larga y ancha de aspecto extraño. Una espada capaz de ensartar a un demonio y con la que se dispuso a atacar a Xeros.

- "¡¡ MÁS NEGRO QUE LA OSCURIDAD,
MÁS ROJO QUE LA SANGRE QUE FLUYE
ENTERRADO EN LAS CORRIENTES DEL TIEMPO...!"
–se unió Lina a ella.

- "¡¡ FUENTE DE TODOS LOS ESPÍRITUS QUE VAGAN POR TODA LA ETERNIDAD
LLAMA AZUL QUE NUNCA SE APAGA
APELO AL PODER QUE DUERME DENTRO DE MI ALMA.. !"

–añadió Zelgadiss y Naga empezó a convocar un golem en parte animada por la iniciativa de todos ellos.

Todos ellos estaban locos de furia y rabia por lo que acababa de hacer Xeros, tenían que hacérselo pagar de alguna forma, y aunque aquellos hechizos por separado no bastaban para agredirle, seguro que entre los cuatro conseguían dañarle de alguna forma, sobre todo en el caso de Luna cuyo poder real era comparable al de un Mazoku de alto rango. No habría problema, todos eran muy poderosos y tenían motivos para odiarle... aunque durante un breve instante Lina sintió una punzada por ver cómo podía acabar el demonio ya que en el fondo le tenía aprecio. Pero lo más sorprendente de todo es que Xeros no se movió de donde estaba, sino que permaneció allí plantado con su habitual sonrisa socarrona; lo único que se podía pensar es que estaba disfrutando de las emociones negativas que emanaban de todos ellos.

- ¡¡Deteneos! –ordenó Acqua de repente,- ¡¡No le hagáis daño! ¡¡Tú también, Caballero de Ceephied! -

La imperiosa orden surtió efecto y todos desconvocaron su poder a regañadientes. Luna pareció recobrar la tranquilidad antes que ningún otro, y volvió a envainar su espada de media mano.

-Como tú ordenes, Raguradia...- exclamó en tono molesto. - ¿¡¡Por qué deberíamos hacerlo? –exigió saber Zelgadiss girándose hacia la Reina Dragón e ignorando el cambio de parecer de Luna, - ¡¡¡Ese demonio ha acabado con la posibilidad de que consiguiese volver a ser humano! -

Las demás se unieron a sus rezos y Acqua permaneció muda con una expresión grave en el rostro, hasta que finalmente se explicó.

- Sé que todos vosotros, incluso Luna, no lo vais a comprender fácilmente... –comenzó a decir,- ...Pero en realidad yo le sugerí que lo hiciese. –confesó.

- ¿¡¡QUÉEEEE ?-

- Estoy al tanto de que en los últimos años Xeros ha estado viajando por los reinos del interior de la Antigua Barrera destruyendo las copias de la Biblia Cleir.- empezó a decir con suavidad en un tono indescifrable, - Pero también me explicó todos los motivos de por qué había venido aquí y yo le sugerí que destruyese las Tablas antes de hacer nada peor... -

- ¡Pe... pero ¿qué está diciendo! –exigió saber Luna.- Ese bastardo destruyó la copia que se guardaba en el palacio real de Dills, y otras muchas de igual valor... ¿¡Por qué se lo has permitido? ¡Tú, mejor que nadie, deberías comprender el alcance de lo que acaba de hacer!-

- Lo que dice Acqua es cierto... –comenzó a decir Xeros acercándose a ellos,- Yo vine aquí porque quería estar con vosotros y divertirme un rato... Y porque mi Señora me ordenó que ninguna de vosotros, ningún humano de hecho, accediese a los conocimientos superiores, especialmente en el caso de las hermanas Invers. –explicó el demonio con tranquilidad.-Es natural que mi señora ordenase algo así.-

- Xeros me explicó que su única misión era evitar que eso ocurriese, y como él no quería haceros daño ni estaba en su haber hacerlo, yo le sugerí que destruyera las Tablas... –concluyó Acqua.

Tras semejante explicación no pudieron articular palabra; el desconcierto y la incertidumbre se apoderaron de ellos. Acqua no tenía intención de mostrarles aquellos conocimientos desde el principio y Xeros también tenía la misión de evitar que eso ocurriese: entre los dos habían acabado con todas sus ilusiones.

- ¡Pe... pero ¿por qué, Acqua ! –exclamó Lina,- ¿¡Por qué nos has hecho esto...?-

-Yo tampoco lo entiendo, Raguradya.- apuntó Luna con dureza.-No tiene ningún sentido que hayas privado a los humanos de semejante cantidad de conocimientos que pueden usarse contra los Mazoku.-

- ¡¡Reina Dragón: acabas de destruir la mayor esperanza de mi vida...! –anunció Zelgadiss sin poder contener la ira.

- ¡Vamos, jovencitos! ¡Tampoco seas tan catastróficos! –todos la miraron sin comprender, sus argumentos les eran perfectamente válidos- Escuchad: cuando de verdad necesitéis aprender hechizos cómo esos, entonces sí os los mostraré... Pero si solo lo hacéis por ser poderosos, no lo haré, especialmente en tu caso, Luna… Como acabas de decir, tú mejor que nadie deberías saber de qué estoy hablando. –explicó consiguiendo su consternación.- Ciertamente los conocimientos almacenados aquí son de gran ayuda contra los Mazoku, pero igualmente peligrosos para cualquier otra forma de vida... ¿Te has parado a pensar qué pasaría su todos los hechiceros conocieran el conjuro de la "Espada Ragna"? Eso es algo que yo no puedo tolerar que se divulgue. Es mejor que los humanos permanezcan ignorantes sobre ciertos temas...-

Luna gruñó por lo bajo mientras el resto del grupo la miraba interrogativamente.

- ¡Vaya! Si eso es así, ¿¡acaso es que yo no necesito recuperar mi cuerpo! –añadió Zelgadiss con sorna intentando mantener la compostura aguantándose la rabia. Parecía que todos sus esfuerzos eran vanos, él que había conseguido algo tan difícil como encontrar la Piedra de Sarvia, no podía hallar la forma de volver a ser humano.

- ¡Ya te lo dije; vas demasiado deprisa, jovencito... !-

La quimera gruñó, aquella anciana estaba consiguiendo sacarle de sus casillas. Entonces, Shilfild alzó la vista y señaló a la loma interrumpiendo sus rezos.

- ¡Mirad! ¡Aún quedan Tablas en pie... ! –anunció.

- Si; son las de los conjuros mixtos... Allí encontrareis lo que de verdad debéis saber.-

- No entiendo; ¿qué quieres decir? –preguntó Amelia.

- Los conjuros mixtos son los que aúnan y potencian los hechizos sean de la clase que sean... –comenzó a explicar Acqua mientras ascendía por la loma hacia las pocas Tablas que aún existían allí- Los megaconjuros tienen esa base... –los demás la miraron interrogativamente,-... ya que con ellos se pude unir por ejemplo, el "La-Tilt" al "Dragon Slave"...Vosotros deberíais saber que la ciencia de aunar conjuros es una de las más complicadas y con resultados más impredecibles que hay, pero aquí tenéis los conocimientos necesarios para hacerlo bien.- y diciendo esto apoyó una mano en una de las Tablas.

- ¿Unir esos dos conjuros... ? –preguntó Lina sorprendida pensando en la posibilidad de aunar "La-Tilt" y "Dragon Slave" en uno solo.

- ...Pero entonces el resultado sería... algo similar a las armas de Estrella Oscura. –dedujo Zelgadiss sorprendido en una continuación de los pensamientos de Lina.

- ¡Es fantástico! –exclamó Amelia -¡Si Gaury aplica ese conjuro a una espada como la "Vaina Astral" de Zelgadiss, podría hacer que su espada fuese como la de Luz...! -

- Estooo, Amelia... ¿Cómo se supone que Gaury va a conseguir hacer algo como eso? –señaló Lina con sorna.

- ¿Eh?... ¡Vaya! Tienes razón... –exclamó Amelia avergonzada.

- ¡No deberías hablar así, Lina...! –exclamó Shilfild como si estuviera ofendida por algo,- ¡Te recuerdo que Gaury tiene sangre de elfo y también podría dominar la magia...! -

Lina la miró confundida y seguidamente suspiró con resignación.

- Hay una forma de conseguirlo. –explicó Acqua- El Señor de las Espadas os puede procurar una que os sirva para eso. Él os puede informar sobre otras espadas legendarias que estoy segura que vuestro amigo puede manejar.-

- ¿Cómo?; ¿el Señor de las Espadas... ? –preguntó Gaury; luego se volvió hacia la hechicera pelirroja- Lina, ese Señor podría solucionar el problema de mi espada... –le sugirió esperanzado, pero Lina pareció ignorarlo; su mente aún estaba centrada en lo que podía pasar ahora.

- ¿Y ...también podría unir el "Resurrección" a "Retroceder en el tiempo"? –preguntó Shilfild esperanzada.

Acqua asintió con una sonrisa que provocó la alegría de la sacerdotisa del Hulagón.

- ¡Un momento! –interrumpió Zelgadiss gravemente- ¿Qué es lo que pasa conmigo, ¿Es que yo no puedo acceder al hechizo que me devuelva la humanidad? –exigió saber por enésima vez.

Zelgadiss había empezado a impacientarse; parecía que Xeros y Acqua se habían propuesto arruinar los planes de las Invers y Naga exclusivamente, mientras que a los demás les daban una oportunidad. Pero en ese caso, ¿qué pasaba con él... ?

- El hechizo que tanto deseas conocer tampoco ha sido destruido... –reveló Acqua finalmente.

- ¿¡Qué... ? –exclamó asombrado y aún sin creérselo por la sorpresa; luego se volvió hacia Xeros quien le miraba con su habitual sonrisa.

- ...Lo que Acqua dice es cierto. –reveló alzando un dedo- Zelgadiss, ¿recuerdas que una vez te dije que yo podía facilitarte parte de la información que tanto deseabas... ? -

- Sí; lo recuerdo... –gruñó,- Pero te vuelvo a decir lo mismo de entonces: no, gracias, no me fío de ti... -

- Jovencito... Xeros ha conservado la Tabla que alberga ese conocimiento... –explicó Acqua y la quimera los miró confundido: no podía hacerse a la idea de que Xeros no hubiese destruido de nuevo la Biblia Cleir delante de sus narices solo para disfrutar de su ira.

- ...A mí no me importa lo que ocurra con tu cuerpo o deje de ocurrir. –le explicó el demonio sabedor de lo que Zelgadiss estaba pensando,- Mientras que mis Mayores no me ordenen lo contrario, no tengo porqué evitar que lo consigas... –hizo una pausa y se encogió de hombros. - Aunque la verdad es que si lo haces, ya no podré divertirme tanto como hasta ahora. –añadió risueño. -El odio que has guardado durante todos estos años contra los mazoku , y en particular contra Rezo y yo, siempre ha sido muy jugoso.-

Zelgadiss le miró con rabia cuando comprobó que estaba equivocado: a ojos de Xeros él solo era una marioneta con la que jugar y divertirse... y encima no tenía ningún reparo en admitirlo. Encima el Sacerdote Bestia también le había refrescado el fantasma de Rezo. Parecía que su vida estuviese marcada por ese estigma.

- Pues siento decepcionarte. –contestó con sorna,- Pero yo de ti no estaría tan frustrado: aún sigues teniendo a Lina y Firia para jugar. -

- Tienes razón... –rió Xeros.

- ¡Eh!; ¡un momento! –exclamó furiosa Lina- ¿¡Qué quieres decir con eso, Zelgadiss... ? -

El mago-quimera la ignoró dándole la espalda.

- Muy bien –anunció Acqua en tono concluyente dando por zanjada cualquier otra discusión, - Vayamos a buscar esa Tabla... -

Zelgadiss dio un bote ahogando una exclamación y mirando a Acqua quien se giraba y comenzaba a caminar en medio de las Tablas; tras unos instantes de duda, la quimera empezó a seguirla y el resto le imitó tras mirarse mutuamente los unos a los otros.


De alguna manera el mago quimera se acabó convirtiendo en el centro de atención de todo el mundo; por increíble que pareciese por fin iban a poder presenciar la realización de los sueños de Zelgadiss y por fin podrían ver su verdadero aspecto de humano. En cierto modo aquella era la ocasión precisa pues todos sus allegados estaban allí reunidos y eso era lo apropiado; sin embargo Amelia hubiese deseado compartir ese momento más estrechamente y no tras el disgusto de la noche anterior.

Zelgadiss también se encontraba algo desorientado por lo que estaba ocurriendo con tanta rapidez; aún no acababa de creerse que por fin todos sus sufrimientos fuesen a acabar en los próximos instantes: una vez que hubiese vuelto a ser totalmente humano, por fin podría vivir y sentir como una persona mas. Era cierto que los crímenes que cometió en el pasado le perseguirían en su conciencia durante el resto de su vida, pero a ojos de los demás ya no sería un monstruo asesino y perseguido, sino una persona normal, y así podría rehacer su vida: en una palabra, por fin sería feliz.

Finalmente Acqua se detuvo frente a una Tabla que había permanecido integra ante la explosión.

- ...En esta Tabla se halla el conjuro que te permitirá dejar de ser una quimera. –anunció la Reina Dragón gravemente- Apoya la mano sobre ella y podrás acceder a ese hechizo... -Zelgadiss la miró desorientado durante unos instantes, luego se volvió hacia el monolito y alargó la mano hacia él temblorosa por la emoción- ¡Sin el mitón! –advirtió.

La quimera retiró la mano, se arremangó el brazo y se quitó el mitón que se la cubría; al hacerlo los que nunca le habían visto el resto del cuerpo pudieron apreciar con cierta repulsa que su piel azul ceniza tachonada de esquirlas de piedra que aparecía en su rostro también era así en el resto de su cuerpo, era casi de agradecer que siempre vistiera tan tapado.

Una vez que hubo acabado, acercó la mano a la Tabla y, tímidamente, la apoyó con una especie de caricia.

Al principio no fue nada, pero al poco empezó a sentir que le embargaba una especie de calidez al mismo ritmo que el de su respiración; en ese momento notó que algo tiraba de él absorbiéndolo hacia el interior de la Tabla y entonces gritó. Los demás le miraron interrogativamente pues a sus ojos lo único que veían era como la Tabla emitía un breve resplandor en el lugar donde él tenía apoyada su mano, pero nada más. La única que sabía qué podía estar pasando era Lina quien ya había pasado por una experiencia similar anteriormente.

Entonces, mientras la tabla le absorbía a su interior, vio todo el principio de su metamorfosis, y finalmente pudo comprender en qué consistía; al igual que otros hechiceros y alquimistas le habían explicado en el pasado, crear una quimera venía a ser como hacer hidromiel, mezclando agua, vino y miel hasta conseguir una mezcla homogénea; si la quimera resultante estaba bien lograda, sería casi imposible separar los componentes, igual que pasaba con el hidromiel. Sin embargo ahora sí podía ver todo el proceso de la creación paso por paso: comprobó que en realidad no era un solo hechizo sino muchos combinados entre sí que abarcaban desde invocaciones (la del golem y el demonio) hasta llegar a los que los habían fusionado con él. Llegado a este punto empezó a ver cómo era el hechizo que desharía los conjuros que habían provocado la unión entre los tres seres usando una especie de catalizador que atrajera cada uno de los componentes para separarlo del resto... Era algo terriblemente complicado.

Tras unos incontables minutos, Zelgadiss apartó la mano con suavidad de la Tabla y se derrumbó de rodillas sobre el suelo arenoso jadeando profusamente; los demás le contemplaron expectantes.

- ¿Qu... qué tal, Zel? -preguntó Gaury con suavidad,- ¿Has visto el hechizo... ?-

- ¡N... no puedo hacerlo! –anunció con impotencia- ¡¡No puedo conjurar ese hechizo... !-

- ¿Qué... ?-

- ¡¡No puedo hacerlo! –maldijo con impotencia descargando un puñetazo al suelo y los demás le miraron sin comprender.

- Pero... ¿cuál es el problema ? –preguntó Lina- Eres uno de los mejores magos astrales que hay; ¿ por qué no puedes hacerlo... ?-

La quimera gruñó y se incorporó sacudiéndose la arena de la ropa.

- Ese es precisamente el problema, el hechizo que tengo que conjurar aúna la magia astral y la blanca, incluso algo de negra... –explicó apretando los dientes- Es un conjuro mixto formado por un hechizo de purificación y otro espiritual de invocación para el golem, mientras que para el demonio brownei hay que usar uno de magia negra relacionado con Zellas... –los demás le miraron confundidos- Invocar magia astral y negra no sería un problema para mi, pero para poder usar ese conjuro y que sea efectivo, tendría que tener un gran dominio de la magia blanca y yo no lo tengo. -

Todos se miraron entre sí sorprendidos por la explicación.

- ¡Efectivamente! –exclamó Acqua atrayendo la atención de todos- La base de ese conjuro es un hechizo de purificación muy complejo y también se precisa dominar la magia espiritual y de la negra... -

- ...Y los conocimientos de magia blanca que yo tengo solo son hechizos del tipo "Recuperación", nada más... –gruñó Zelgadiss- ¡¡Maldición! ¡¡Ya me extrañaba que todo fuera tan fácil... ! -

- ...No te desesperes, Zel –le animó Lina- Seguro que debe haber alguna solución... Yo podría intentarlo: sé levantar maldiciones... –sugirió.

- Lina: ¿tú harías eso p... ? -

- ¡¡No digas estupideces! –exclamó de repente Luna- ¡¡Tú dominas la magia negra y la astral que es lo que estudiaste en la Asociación de Hechiceros donde te graduaste, pero no la blanca y la espiritual de alto grado! ¡¡No podrías conjurar bien a la primera un hechizo como ese! -

Naga soltó una de sus risotadas.

-¡Vaya, Lina Invers... ! –anunció burlona- ¡La que cree ser la mejor hechicera de todos los tiempos, no podría juntar dos hechizos de distinta familia a la vez... ! -

- ¡¡Cállate, payasa...! –exclamó Luna soltándole un capón; luego hizo una pausa- ...La verdad es que es algo muy difícil de hacer... ni siquiera yo estoy segura de poder conseguirlo, y prefiero no intentarlo por miedo a lo que pudiera pasar si no lo consiguiese. Yo poseo el poder de Ceephied, pero no tengo poder sobre la magia negra y la astral. - aclaró.

-Exactamente.- añadió Acqua, que hasta entonces había estado en silencio.- Es lo mismo que me ocurre a mi. Las dos somos representantes de Ceephied, y como tales, no tenemos acceso a determinados hechizos que van más allá de nuestra naturaleza, aunque sepamos cómo funcionan.-hizo una pausa, - No es nada sencillo si no se dominan esas dos clases de magia; además, se necesita un grado muy alto de concentración y poder mágico que puede ser muy peligroso, eso si se consigue hacer bien, pues en caso de que no fuese así... –agachó la cabeza dejando la frase en el aire.
Zelgadiss también bajó la mirada ante la desesperada situación que se estaba formando, parecía que de ninguna forma iba a poder recuperar su humanidad y que estaba condenado a ser una quimera para siempre; también comprendía entonces por qué solo alguien de la talla de Rezo, había sido capaz de transformarle de esa manera… y por ende, de "des-transformarle". La consternación también reinaba entre todos ellos al ver como ninguno de ellos era capaz de solucionar el problema de la quimera aún sabiendo el hechizo que lo solucionaría.

- ...Un momento –pidió suavemente Shilfild de improviso- ...Si lo he entendido bien, ese hechizo se basa en una "Purificación"; entonces... bueno, yo creo que lo debería conjurar alguien con grandes conocimiento de magia blanca... o sea, un sacerdote. –sugirió.

Todos parpadearon sorprendidos al oír las explicaciones de Shilfild: ¿Cómo no se les había ocurrido antes? ¿Qué mejor que un sacerdote para "purificar" el cuerpo de Zelgadiss... ?

- ¡Shilfild... ! –exclamó Gaury alegremente- ¡Tú podrías curar a Zel: eres una sacerdotisa muy poderosa y no te costaría mucho conjurar una recuperación como esa... !

- ¿¡Eh... ? –exclamó mirándole con los ojos abiertos, luego se volvió y agachó la cabeza- ¡...No; no puedo! Yo no... bueno –se ruborizó- No; no puedo hacerlo... -

Gaury parpadeó sin comprender, pero el resto supo inmediatamente porqué no podía; Zelgadiss estaba empezando a perder toda esperanza.

- No lo entiendo; ¿por qué no puedes... ? -

- ...Pues... yo... –Shilfild no sabía cómo contestar.

- Ella tiene razón, Gaury –confirmó Lina- Shilfild no podría... ¿No te has dado cuenta de que no tiene ni idea de conjurar otra cosa que no sea magia blanca... ? –señaló en un tono cercano al reproche- ¿Cómo iba a juntar ese conjuro blanco con otro espiritual, y menos aún con otro de magia negra? -

Shilfild no supo si agradecerle a Lina que la sacara del apuro o decirle cuatro cosas.

-¡...Está claro que no hay solución! –anunció Zelgadiss en tono catastrófico y dándose la vuelta totalmente abatido- ¡No ha serví... ! -

-¡¡No; sí hay una forma! –exclamó de repente Amelia dando un paso adelante y atrayendo sobre sí la atención de todos de forma inexperada.

- ¿¡Quéee... ?-

- ¡Hay una forma de que Zelgadiss vuelva a ser humano... y yo sé cuál! –anunció.

- ¿Qué... qué quieres decir ? –preguntaron y Amelia les miró atentamente.

- ...Shilfild tiene razón cuando dice que tendría que ser un sacerdote quien conjurase el hechizo... –comenzó a explicar- ...pero además también tendría que dominar la magia astral y negra, al igual que le ocurría a Rezo. –hizo una pausa inspirando profundamente- ...Y yo puedo conjurar tanto el "Resurrección" como el "La-Tilt", los dos hechizos más poderosos de esas dos ramas de la magia. Además, también uso la magia negra... aunque no me guste.-

La intervención de Amelia fue tremendamente rotunda; irónicamente la joven princesa tenía razón, a pesar de ser la más débil, ella era la única que podía conjurar ambos hechizos por igual y, por tanto, la única que podría lograr que Zelgadiss hiciera realidad su deseo.

- ...Y si ese es el deseo de Zelgadiss y yo puedo hacer que se cumpla... –continuó diciendo- ...Así lo haré. -

Todos miraron a la princesa-sacerdotisa asombrados; las Invers porque no acababan de creerse lo que estaba diciendo (y también porque hubiese algo en lo que Amelia fuese superior a ellas); Shilfild y Gaury sorprendidos por ello, y Naga con una mezcla rabia y temor. Ella también era capaz de efectuar semejantes combinaciones, pero cuando lo hacía el resultado, en honor a la verdad, solía ser desastroso. Con cualquier otro lo habría hecho, pero mejor no ponerse a experimentar con Zelgadiss de esa forma.

- ¡A... Amelia ! –exclamó Zelgadiss asombrado y con los ojos brillantes.

La princesa se dirigió a Acqua.

- ¿Qué es lo que tengo que hacer, Reina Dragón... ? –preguntó gravemente.

-¡¡No, Amelia; no lo hagas... ! –exclamó Naga de repente y su hermana la miró de reojo interrogativamente- ¿¡ Es que no has oído lo que ha dicho Acqua? ¡¡Ese conjuro es muy difícil y peligroso: ambos podríais acabar mal... ! –gritó asustada.

Amelia vaciló.

- ...Lo que dice tu hermana mayor es verdad, jovencita, -advirtió Acqua- Sé que tienes los conocimientos necesarios para hacerlo, pero podrías perder toda tu energía y él podría acabar muy mal parado si el conjuro no saliese bien... -

Zelgadiss miró desconcertado primero a Acqua y luego a Amelia; se sentía demasiado emocionado y confuso por todo como para pensar con claridad. Por su parte Amelia bajó la mirada como si no supiera que hacer dudando por momentos cada vez más.

- ...No importa –anunció por fin- ¡Lo haré! -

Todos ahogaron una exclamación de asombro.

- ¡¡No, por favor, Amelia: no lo hagas...! –suplicó Naga.

Su hermana se volvió hacia ellos con los puños apretados y temblando.

- ...Escuchad –pidió,- Sé que es muy difícil y cuáles son los riesgos que corro... pero mi mayor deseo siempre ha sido hacer el bien por los demás; todo lo que hago es con ese fin... –comenzó a explicar- Deseo convertirme en una heroína para poder ayudar a los demás en nombre de la Justicia; pero si no lo consigo, al menos también espero ser una buena reina por el bien de Seillon y de mi pueblo. –explicó- Y si también está en mi mano conseguir hacer realidad el mayor deseo de mis amigos, también lo haré... –se volvió hacia la quimera- Zelgadiss; tu mayor deseo es volver a ser humano, ¿verdad ? –preguntó.

La quimera, al igual que el resto, vaciló; estaba muy confuso y sorprendido por la resolución y la vehemencia de la princesa; él nunca había esperado que al final fuese ella quien tuviese el poder de solucionar su problema. Empezó a sentirse mal por todo lo que le había dicho: él la había despreciado y ahora ella le brindaba el poder ver cumplidos sus deseos; no sabía cómo responderle.

- S... sí; así es Amelia. –contestó avergonzado y agachando la cabeza, un gesto sorprendente tratándose de él.

Amelia le miró fijamente por su reacción pero también confusa por lo que iba a pasar; observó a la quimera con detenimiento, como si intentase guardar en su memoria todos los rasgos que podría perder en los próximos instantes: sus cabellos plateados, sus orejas largas y puntiagudas, su piel azul ceniza, el rostro empedrado... los monstruosos rasgos de aquel a quien creía amar. Pero, por eso mismo, también lo hizo, ya que no sabía qué iba a poder esperar de él.

Finalmente se giró de nuevo hacia Acqua.

- ¿Estás preparada, jovencita? –preguntó y Amelia asintió con la cabeza,- Entonces apoya la mano en la Tabla... -

La princesa se acercó al monolito color negro acerado y, tímidamente, apoyó la mano con suavidad sobre él; entonces pudo ver y sentir lo que Zelgadiss había experimentado unos momentos antes. Cerró los ojos emitiendo un gemido al sentir que se precipitaba al interior de la Tabla e ir comprendiendo qué era lo que tenía que hacer. Finalmente bajó la mano y se tambaleó mareada por lo que había sufrido.

- Es... es muy difícil. –anunció inspirando profundamente- Pero lo he entendido... y creo que sí lo puedo hacer. -

- Entonces; ¿estás segura de que lo conseguirás... ? –preguntó Acqua en tono incisivo.

- ...Sí. -

Al oírla los demás exhalaron una exclamación ahogada y ella intercambió una mirada confusa con Zelgadiss; seguidamente se arrodilló en el arenoso suelo donde empezó a dibujar con el dedo una estrella de seis puntas inscrita en un círculo, el anagrama de restauración; seguidamente fue trazando complejos símbolos a su alrededor formando círculos concéntricos hasta un total de tres mientras se llevaba la mano a la joya del pecho convocando su poder. Una vez que hubo acabado el resultado era una especie de suma de un Círculo de Invocación y otro de Protección de un metro de diámetro y donde los anagramas de ambos se entremezclaban complejamente.

Acqua observó con detenimiento el dibujo, asintió con la cabeza en un gesto de aprobación, y se volvió hacia la quimera.

- Bien, joven... Si estás preparado, introdúcete en el centro de Círculo... –anunció.

Zelgadiss vaciló, miró primero a Acqua, luego al Círculo y por último a Amelia; no se podía creer lo que estaba pasando, pero el hecho de volver a ser humano era su principal objetivo, así que no se lo pensó más y se introdujo en él. Amelia le miró con los ojos brillantes, inspiró profundamente, cerró los ojos y cruzó las manos sobre la joya del su pecho.

-" Sagradas manos curativas,
poderes de la Luz y de la purificación
que os congregáis para el Bien..."
–comenzó a recitar.

Cuando Zelgadiss sufrió su metamorfosis a la edad de 14 años, sintió que su cuerpo fue inundado al principio por un resplandor carmesí que le cegó y le envolvió por completo; sin embargo lo que ahora aparecía era un haz de luz azulada que partía desde el Círculo donde se había situado hacia arriba formando algo parecido a una columna con la forma de la estrella de seis puntas. Una especie de viento eléctrico similar a la que había sentido años atrás, rodeando su cuerpo e infiltrándose en todo su ser haciendo que se sacudiera con espasmos y sus ropas y cabellos plateados ondeasen como movidas por un huracán.

- "...Recordad el pacto sellado en el ser que yace ante mí
y romped las cadenas que lo unen..."-

Llegados a este punto, Amelia extendió una mano hacia delante canalizando el poder del hechizo; en ese momento sintió una descarga que la vaciaba de energía y jadeó por el cansancio.

- ¡No te pares...! –aconsejó Acqua en tono imperioso,- ¡Si lo haces, podrías matarle...! -

El aura eléctrica relampagueó alrededor de Zelgadiss que gritó de dolor al sentir como su cuerpo sufría una enorme presión; se sacudió en violentos espasmos y se llevó las manos a la cara cayendo de rodillas al suelo. Le dolía, todo su cuerpo se convulsionaba por la presión del hechizo que actuaba sobre él como si quisiera dividirlo en tres partes, y el sufrimiento que esto le generaba era demencial. Su instinto de huir del dolor le ordenaba que saliera del círculo, pero el deseo de volver a ser humano era aún más fuerte y le imponía quedarse donde estaba. En ese momento su cuerpo pareció desdoblarse y una nueva criatura apareció a su lado.

- ¿Qué... qué es eso? –preguntó Shilfild asustada.

- ¡Increíble! –exclamó Luna atónita.

- Es... es el golem que estaba unido a Zelgadiss. –contestó Lina.

En efecto, al lado de Zelgadiss se había materializado un golem de piedra de tamaño humano y grotescas proporciones, que, una vez separado de su dueño, se incorporó y se alejó de allí dando tumbos. Naga le observó angustiada; ella sabía que un golem sin amo solo podía deambular sin rumbo fijo movido tan solo por el impulso, así que esa criatura no suponía ningún problema, pero temía por su hermana. Cuando se giró hacia Zelgadiss y los demás la imitaron, vieron que su rostro ya no estaba tachonado de esquirlas sino que era tan liso como el de un humano, aunque su piel seguía siendo azulona, sus orejas puntiagudas y sus cabellos como de metal. Pero para Naga eso solo era una simple curiosidad, era Amelia quien más le seguía preocupando: su rostro se crispaba por el esfuerzo y el cansancio, y aún no había acabado.

- ¡Amelia... hermana...! -

- " Apelo a vuestra resplandeciente llama,
unid vuestras fuerzas con las mías,
por ser este mi deseo y mi voluntad
y permitidme romper el hechizo bajo el que se encuentra."

¡Ven a mí, Ruptura! –gritó alzando las manos hacia el cielo.

Fue un espectáculo indecible: el aura de corriente se intensificó hasta cegarlos por el resplandor mientras que Zelgadiss se sacudió y gritó de agonía de forma inhumana cuando sintió el agudo y penetrante dolor en su cuerpo y mente que separaba su ser. Una vez más, sintió que algo desaparecía, que abandonaba su cuerpo y su mente privándolo de una sensación a la que había estado unido mucho tiempo. Ahora una nueva criatura se había materializado a su lado.

Cuando el resplandor se extinguió, Zelgadiss yacía en el suelo en posición fetal aún dentro del Círculo; a su lado se encontraba una repulsiva criatura de aspecto humanoide con largas orejas, cara alargada de comadreja, una cresta de pelo plateado y piel azul ceniza. Aquel ser observó a Zelgadiss con indiferencia, luego desapareció emitiendo un silbido similar al de cuando se corta el aire, y volvió a aparecer junto a Xeros, que había contemplado todo el proceso con indiferencia, y quien le miró por encima del hombro con aire de superioridad: aquel duende maligno (o lo que fuera) era muy inferior a él aunque ambos estuviesen relacionados con la Señora de las Bestias. Los Brownei no eran demonios en el sentido estricto, pero su tendencia natural era parecerse a ellos, de la misma forma que un troll.

Los demás, tras restregarse los ojos y sacudir la cabeza a causa de la confusión, miraron primero al golem que parloteaba con lo que quedaba de otro monolito; luego a la otra criatura que permanecía junto a Xeros como un perrito faldero, y por último a Zelgadiss como respuesta a un gesto del demonio que les instó a que lo hicieran señalándolo con el bastón.

Zelgadiss, aparentemente inconsciente, aún yacía en el suelo, pero se sacudió levemente y comenzó a incorporarse pesadamente mientras el pulso le temblaba con violencia; entonces reparó en su mano desnuda y vio que ya no era gris azulada ni estaba empedrada, sino que era de color rosa pálido, de tacto tierno y apenas estaba cubierta por un suave vello moreno. Luego, sin alcanzar a creérselo, temblando se llevó las manos a la cara y empezó a palpársela: su rostro estaba liso y cedía con suavidad ante la presión de las yemas de sus dedos, y su cabello ya no era tieso, sino suave y plumoso.

Rió nerviosamente y se volvió hacia el resto del grupo que le miraban con una mezcla de asombro y curiosidad; ya que entonces, después de tanto tiempo, pudieron ver sus rasgos de humano, su piel lisa y rosa pálida, sus ojos grises y almendrados, sus perfiladas cejas y su cabello, que aunque seguía conservando la misma forma con el tupido flequillo cayendo sobre la ceja derecha, ya no era tieso y plateado, pero sí de un brillante tono negro violáceo.

Todos estaban asombrados.

- ¡¡N... no... no puedo creerlo! –balbuceó emocionado- ¡¡Vuelvo... a ser... humano! -

- S... sí, Zel... Lo hemos conseguido... –anunció Amelia débilmente.

Zelgadiss dio un respingo y se volvió hacia aquella que había conseguido devolverle la humanidad; estaba muy pálida, sus cabellos se habían vuelto blancos y se mantenía en pié de forma precaria.

-¡¡Amelia... hermana! –exclamó Naga angustiada al verla en ese estado.

La princesa-sacerdotisa esbozó una suave sonrisa, se tambaleó y finalmente se derrumbó sobre el suelo.

-¡¡A... Amelia! –gritaron.

Pese a su estado físico, Zelgadiss se arrojó junto a ella y la tomó en sus brazos suavemente.

-¡¡A... Amelia: ¿qué has hecho... ! –preguntó asustado al ver el estado en el que se encontraba, con sus cabellos blancos y los ojos opacos muda evidencia del esfuerzo que había realizado. Años atrás ya había visto a Lina en ese estado, y sabía bien lo que eso implicaba.

-¡ ...Lo he conseguido, Zel! –anunció en voz baja- ¡He conseguido que vuelvas a ser humano! -

Entonces Acqua se les acercó con el semblante triste.

- ...Vuestra amiga ha agotado todas sus energías en ese conjuro. –explicó- Ya os dije que era peligroso. -

Al oírla los demás exhalaron una exclamación de angustia.

- ¡¡Hermanita... ! –gritó Naga

Atemorizado por esa declaración, Zelgadiss miró primero a la Reina Dragón y luego a Amelia.

- ¿¡Q... qué quieres decir? –preguntó con temor.

- ...Es muy probable que con su estado actual, acabe muriendo. -

Aquella afirmación cayó con todo su peso sobre el grupo; Lina y Naga se precipitaron hacia la princesa conjurando un "Recuperación" y Zelgadiss les imitó, pero no pudo continuar, estaba desfallecido a causa de la metamorfosis.

- ¡N...no puedo ! –se lamentó angustiado.

- ¡Esto no funciona, Naga... ! –añadió Lina en el mismo tono,- ¡No es suficiente! ¡Un conjuro así solo la está agotando aún más! -
Naga apretó los dientes ante la impotencia y se giró enérgicamente hacia la otra sacerdotisa.

- ¡¡Shilfild! –suplicó.

La sacerdotisa del Hulagón balbuceó llevándose las manos a la cara con los ojos desencajados.

- ¡¡N... no puedo! –contestó fuera de sí,- ¡¡No puedo invocar ningún conjuro! –y se volvió hacia Gaury.

Finalmente Lina y Naga se retiraron mientras que Zelgadiss la estrechaba en sus brazos; los conjuros que le habían aplicado la habrían podido mejorarla si su estado fuese mejor, pero los "Recuperación" no sirven cuando una persona no tiene energía vital suficiente, así que resultaron ser peores que no haber hecho nada.

- ¡¡Hermanita! ¡¡Te lo suplico: no te mueras; eres lo único que tengo... !-

- No, Gracia... Aún tienes a papá y todavía... puedes realizar mi sueño por mí y nuestro reino... –Amelia esbozó una sonrisa sin abrir los ojos, como si aceptara su destino sin arrepentimiento alguno. - Sé que tú puedes... hacerlo. –Naga no podía articular palabra. Entonces Amelia abrió los ojos y se volvió hacia Zelgadiss- ...Tú también, Zel... has conseguido tu sueño...-

El mago tembló; sus ojos brillaban por la emoción y la vergüenza.

- ¡¡No... Amelia... eso no... no es verdad! –balbuceó con la voz quebrada.

A pesar de su estado la joven se dio cuenta del dolor de Zelgadiss, sus ojos estaban vidriosos y su voz, habitualmente firme y tajante, era ahora débil y vacilante, algo que muy rara vez ocurría con él. Entonces, con cierta sorpresa, Amelia alargó la mano hacia su mejilla y la acarició débilmente.

- ¿P... por qué no, Zel? –preguntó con los ojos brillantes- Sabía que tendrías este aspecto, parecido a Rezo... –sonrió débilmente- Eres muy guapo...-

Zelgadiss tembló; aquella declaración le hería profundamente: no podía aguantar oírla decir eso cuando él era el causante de su estado.

- ¡¡No... no... no es verdad! ¡¡M... mi cuerpo de humano no es lo más importante! –contestó dolorido y sacudiendo la cabeza; entonces suavemente entrelazó su mano con la de la sacerdotisa quien le contempló con los ojos brillantes. De alguna forma ella sabía lo que él quería decirle.- ¡¡ To... todo lo que te... dije anoche era mentira! ¡¡Yo no te… te desprecio de esa forma! –no podía hablar, le dolía el nudo en la garganta y las lágrimas, después de contenerlas durante tantos años, habían empezado a correr libremente por su rostro- ¡¡¡ No quiero... recuperar mi cuerpo a... consta de la vida de alguien y menos de tu vida!- tragó saliva, -¡¡ ...Yo... yo te amo, Amelia! ¡¡No quise reconocerlo nunca porque no quería herirte, pero es la verdad: yo te amo... ! –confesó.

Lina dio un bote y le miró estupefacta por lo que acababa de oír decirle; mientras, Amelia abría los ojos también asombrada por su tardía confesión. Tembló y los suyos también se volvieron vidriosos, pero estaba muy débil, incluso para poder reaccionar.

- ¡Z... Zeeel! –gimió.

Entonces jadeo profundamente con los ojos opacos y mirando al vacío.

- ¡¡Amelia... ! –gritaron.

El pecho de la sacerdotisa se contrajo por los espasmos de las bocanadas de muerte, hasta que finalmente exhaló un último jadeo y la vida le abandonó.

-¿¡Amelia...? –preguntó Zelgadiss desesperado al ver que ya no reaccionaba; él reconocía la muerte tal vez mejor que ninguno de los humanos allí congregados, pero se negaba a verla.- ¡¡¡Amelia...! –suplicó- ¡¡¡AMELIAAAA... ! –bramó de dolor.

Zelgadiss abrazó el cuerpo sin vida de la sacerdotisa loco de dolor; no era la primera vez que Amelia moría en sus brazos, pero esta vez había muerto por su culpa y no por un adversario imbatible: ella se había sacrificado porque él le dijo que ser humano era su mayor deseo en vez de amarla libremente, o al menos corresponder a todo el cariño que ella siempre le había procesado. No podía soportar esa idea, seguía siendo un monstruo a pesar de que el golem y el demonio ya habían abandonado su cuerpo. Lloró, bramó y aulló como el llanto de Banshee.

- ¡¡No... no... NOOO... ! –gimió Naga llevándose las manos temblorosas a la cara- ¡¡¡HERMANAAA... ! – y se arrojó llorando al suelo.

Shilfild se abrazó a Gaury llorando profusamente; no podía evitar pensar que ella habría podido salvarla usando el "Resurrección" si hubiese estado en condiciones. Gaury la abrazó tembloroso sin poder reaccionar.

- ...Te lo dije. –anunció Acqua en voz baja y suave- Te dije que fueras honesto contigo mismo... Siento que yo no pueda haber hecho nada. Mi poder está muy mermado tras mi lucha contra Gaarv en el Pico del Dragón.-

Zelgadiss la miró con los ojos empañados y apretando los dientes: ahora comprendía a lo que se había referido Acqua durante todo este tiempo. Ella también sabía que no podría haber hecho nada más.

Lina no podía creer lo que había ocurrido; miró a Acqua, al destrozado Zelgadiss y al cuerpo sin vida que sostenía en sus brazos mientras que Naga se echaba sobre el sin dejar de llorar. Amelia había muerto al usar todo su potencial mágico y hacer realidad el sueño de Zelgadiss... pero resultó que en realidad ella era su sueño: Lina siempre había pensado que para Amelia, Zel no era indiferente, pero nunca se le ocurrió pensar que también al contrario. Y ahora su mejor amiga estaba muerta. Apenas podía moverse, estaba totalmente derrumbada y ni siquiera tenía el valor de llorar; entonces Luna se acercó a ella y la estrechó en un reconfortante abrazo.

Pero para Naga todo era mucho más sencillo y obvio: el único culpable de la muerte de su hermanita no era su cabezonería e ideales sobre el Bien y la Justicia, sino Zelgadiss. Levantó la cara del cuerpo de su hermana cargada de odio y rencor, y se incorporó.

- ¡¡TE ODIO! –exclamó con vehemencia- ¡¡NO SABES CUANTO TE ODIO, ZELGADISS! –apretó los dientes- ¡¡Tú amabas a mi hermana desde el principio, pero no quisiste admitirlo... Y ESO LA HA MATADO! ¡¡¡AMELIA ERA LA ÚNICA PERSONA QUE MÁS ME IMPORTABA EN LA VIDA Y HAS ACABADO CON ELLA! –gritó acusadoramente. Entonces alzó las manos hacia el cielo- "VIENTO QUE SOPLAS ETERNAMENTE, ACUDE A MIS..."

- ¡¡¡No, Gracia, no lo hagas...! –gritó Lina de repente lanzándose sobre ella y consiguiendo inmovilizarla a pesar de la diferencia de envergadura- ¡¡Él no tiene la culpa, Gracia... no la tiene! -

- ¿¡¡Que no...? –forcejeó Naga- ¡¡Mi hermana se ha sacrificado por ese miserable y su estúpido deseo...!-

- ¡¡No, Gracia, te equivocas...! –replicó obligándola a desconvocar su poder- ¡¡Amelia se ha sacrificado porque ha querido; porque su mayor deseo siempre ha sido ayudar a los demás, ¡¡Fue SU elección, ella sabía lo que podría ocurrir! -

Naga apretó los dientes por la rabia y la impotencia; luchó contra el razonamiento de Lina y, finalmente, la enajenación mental producida por la rabia y el dolor la abandonaron, se derrumbó de nuevo sin dejar de llorar; entonces Luna abrazó a ambas.

Zelgadiss las contempló cargado de odio y vergüenza contra si mismo; lo que Lina había dicho era verdad... pero no justificaba cuanto la había despreciado y hecho sufrir. Aulló de nuevo apretándola contra su pecho y hundiendo la cara en sus cabellos blancos mientras se balanceaba por el dolor.

- ¡¡ Perdóname... por favor... perdónameee... ! –suplicó.

Xeros estaba confundido; aquellas muestras de agonía y dolor eran, en un principio, un deleite para él, pero ahora, por alguna razón, él también compartía el dolor del grupo. Se giró hacia el sol poniente dándoles la espalda y notó que la mano que sujetaba el bastón le temblaba.

- Mi señora... –murmuró.


N. de la A: Bien, con esto concluye la última versión reformada de "Larga Búsqueda". La historia puede darse por concluida aquí o bien continuarla en la II-Parte.