Los personajes no me pertenecen son de la gran Rumiko Takahashi. Esta historia, sin ánimo de lucro, está basada en la incompleta "Juegos por Internet" de JessMellark99.
.
..
Capítulo 5: Noche prohibida
.
..
Estoy de camino al hotel y no dejo de darle vueltas a la despedida con Shinno. Igual es por el sentimiento de culpa pero, cuando me besó, tuve la sensación de que me estaba pidiendo de manera implícita que no le engañase. Ahora mi mente parece una olla a presión y me embarga la angustia.
Necesito dejar de pensar en eso así que acelero el paso cuando una cosa llama mi atención: en el escaparate de una tienda de pelucas hay una morada de pelo largo con un semi recogido a base de una especie de moños. Entonces una idea surge en mi mente: Necesito algo para que nadie me reconozca en caso de que haya algún conocido en los alrededores del hotel. Además de que también me vendrá bien por si me cruzo con el "desconocido" en el futuro.
Al rato salgo de la tienda con la peluca puesta y vistiendo un precioso qipao rojo. La dueña, una señora muy mayor que se llamaba Cologne, estaba tan feliz de que alguien se llevase esa exótica peluca que ha insistido en ponérmela, para que quedase natural, y en regalarme el vestido que lucía el único maniquí de cuerpo entero que tenía. Cuando me miré al espejo de la tienda no parecía yo. Ese extravagante look pegaba completamente con mi nick jabonoso y además me hace ver muy sexy.
Una vez entro en el lobby del hotel me dirijo al mostrador. Hay una despampanante y altísima rubia que se presenta como Kiema y me pregunta qué deseo.
—La llave de la 161, por favor —respondo en un susurro.
Mientras ella teclea en el ordenador aprovecho para observar el espacio. El Hotel Monte Fenix es uno de los más lujosos de la ciudad. Aunque no es el más alto, se distingue porque tiene pocas habitaciones por planta, lo que hace que todas sean de gran tamaño.
—Aquí tiene —dice pasándome una llave/tarjeta— Le va a encantar la Suite Saffron, es la mejor habitación que tenemos y, por supuesto, la más cara. Tiene que coger el ascensor principal y marcar el piso 38. Solo hay dos suites en esa planta, por lo que no tiene pérdida.
Cuando estoy a punto de retirarme en la dirección que me indica, se me ocurre una cosa.
—Perdone, ¿a qué nombre se hizo la reserva? —Ella me mira extrañada y comprueba su ordenador.
—Pues supuse que al suyo. ¿Es la Srta. Tendo, no? —Asiento con la cabeza. No sé qué esperaba.
En cuanto salgo del ascensor y me aproximo a la puerta, empiezo a entrar en pánico. ¿De verdad voy a hacerlo? ¡podría tratarse de un psicópata! o de un acosador ¡¿quien más habría averiguado mi email, mi móvil y hasta mi apellido?! Todavía puedo retroceder y volver a casa con mi prometido, pero la curiosidad me puede. Empiezo a repasar todos los momentos que me han llevado a este punto en concreto y sé que, muy en el fondo, no me arrepiento. Así que decido dejar de cuestionarme si es correcto y paso la tarjeta por el lector.
Nada más entrar me quedo impactada, la sala de estar de suite está casi a oscuras iluminada tenuemente por la luz de unas pocas velas. Un camino de pétalos de sakura conduce hacia un punto al fondo de la estancia. Supongo que será el dormitorio pero no puedo verlo por la falta de luz. Esto es entre romántico y aterrador. Saco mi móvil del bolso y le escribo un mensaje a Yuka indicando que, si no he dado señales de vida en una hora, llame a la policía. Me da igual que Shinno se entere, lo más importante es mi seguridad y esto empieza a parecerse a una de esas películas de terror cutres en las que la tonta protagonista se adentra en la casa prohibida.
No encuentro el interruptor de la luz así que utilizó la linterna del móvil, que aún está en mi mano, para guiarme. Avanzo lentamente sobre las flores intentando escuchar cualquier ruido que denote la presencia de alguien. Cuando llego a la siguiente puerta respiro profundo para calmarme. El retumbar de mi acelerado corazón martillea mis oídos. Echo un último vistazo a la entrada que he dejado abierta por si tengo que salir corriendo, y tiro de la manilla.
En cuanto doy un paso hacia la negrura interior, noto una presencia a mi espalda que rápidamente me agarra desde atrás tomando mi móvil con una mano y, cuando estoy a punto de gritar, tapa mi boca con la otra. ¡Kami, voy a morir! ¡Seguro que aparezco en las noticias! Intento mantener la calma, mi padre me enseñó artes marciales de pequeña así que debería saber defenderme, pero esta situación me recuerda tanto a aquella otra que estoy prácticamente paralizada. Mis vagos esfuerzos por retorcerme y escapar son irrisorios. Me siento igual de impotente que hace diez años y esta vez no va a venir nadie a salvarme.
Entonces mi captor me susurra al oído con una voz muy ronca, que me resulta vagamente familiar, pero que podría ser igual a la de muchos hombres ya que se nota que intenta fingirla.
—Voy a quitar mi mano de tu boca despacio, pero no grites ¿vale? —Asiento con la cabeza y trato de ingeniar un plan de escape— Así me gusta
—¿Qu-qué qui-quieres de-de mi? —pregunto. Parece un hombre alto y musculoso, y todavía me tiene agarrada, por lo que mi única opción es distraerle para que no me haga daño— p-por favor su-suéltame y no diré na-nada, lo-lo juro.
—Tranquila, no voy a hacerte nada malo. —asegura con su sensual voz—. Aunque la pregunta correcta sería, ¿qué quieres tú de mí?
Eso me descoloca— Y-y-yo no quiero nada.
—Si no quisieses nada no estarías aquí… —ronronea mientras comienza a repartir besos por mi cabello en línea descendente hacia mi cuello— …no habrías venido al hotel… —Continúa su camino mordisqueando mi lóbulo derecho— …ni abierto la puerta, ni caminado hasta esta habitación —Mi respiración empieza a entrecortarse— Por eso te pregunto qué quieres de mí. ¿O me vas a hacer averiguarlo?
En cuanto dice eso me gira para apoderarse de mis labios. Ha sido todo tan rápido que no he tenido tiempo de verle la cara, pero puedo sentir su cabello largo rozando mi rostro. Aún congelada dentro de su férreo abrazo, noto su trabajado torso. Es evidente que hace ejercicio. Tengo miedo y a la vez experimento una atracción inexplicable. Su actuar me ha tomado desprevenida, así que al principio no le correspondo pero, en cuanto su boca comienza a moverse sobre la mía, mi cerebro se desconecta. Ya no soy dueña de mis actos, ni quiero pensar en las consecuencias...cierro los ojos y me rindo a las sensaciones que me provoca.
—Confía en mi princesa, sabes que puedes hacerlo, ¿verdad? —dice separándose ligeramente de mi boca. Siempre imaginé cómo sonaría en sus labios ese apelativo que me puso en nuestras múltiples sesiones de sexting, y oírlo por fin me derrite sobremanera haciendo palpitar mi núcleo. Doy un pequeño asentimiento con la cabeza no confiando en mi propia voz. Un ligero cambio en su respiración me indica que se siente aliviado. Como si hasta este momento hubiese estado tan nervioso como yo a pesar de la seguridad que aparentaba.
—Bien, primero vamos a quitar esto —Coge con cuidado mi peluca y la lanza lejos— te prefiero al natural.
Al momento le sonrío e intento mirarle a los ojos, pero estamos tan cerca y está tan oscuro, que solo puedo ver el brillo de su mirada turbia.
—Ahora vamos a jugar un poco...cierra los ojos —Le hago caso y me los tapa con algo suave, parece un pañuelo de gasa plegado de forma que no pueda ver nada aunque quiera.
Luego me lleva de la mano hacia la cama y baja el cierre del vestido deslizándolo lentamente por mi cuerpo, como si se tratase de una caricia. Las yemas de sus dedos van recorriendo cada trozo de piel expuesta dejándola con un abrasador cosquilleo. Después echa la mano a mi espalda y, con un rápido movimiento, desprende el broche de mi sujetador. Mis brazos se mueven automáticamente para cubrir mis senos. Vuelvo a sentir el nerviosismo adueñarse de cada centímetro de mi cuerpo. Nunca he estado desnuda delante de otro hombre que no fuese Shinno y el hecho de no poder ver su expresión aumenta mi inseguridad. Me siento expuesta y vulnerable.
—Eres realmente preciosa —suspira mientras aparta con suavidad mis manos para contemplarme. Puedo notar el hambre en su voz y ese ronco deseo borra lo que quedaba de mis inseguridades.
Una vez completamente desnuda, me recuesta con cuidado en la cama y se aleja. Oigo como sus ropas caen y luego un ligero tintineo. Cuando vuelve, posa su mano en mi tobillo y un escalofrío me recorre entera. Ha cogido un hielo y lo está deslizando lenta y sinuosamente por mi pierna en sentido ascendente, dibujando círculos imaginarios a medida que lo hace. Al llegar a la altura de mi entrepierna la rodea para seguir su recorrido hacia mis senos. La sensación de ese cubito frío contra mis pezones eleva todavía más mi temperatura y me hace estremecer. Mi centro se contrae comenzando a empaparse. Al no ver nada el resto de mis sentidos se agudizan y todo es mucho más excitante.
El hielo se derrite rápidamente y mi amante coge otro repitiendo el proceso pero esta vez sujetándolo con los labios. ¡Es lo más erótico que he vivido nunca! Su aliento cálido sobre mi piel en contraste con la humedad y el frescor del hielo mandan descargas directas a mi intimidad. Es una delicia, no puedo parar de jadear. Mi cuerpo se convulsa en incontrolables espasmos de excitación.
El camino de sus labios, ya enteramente sobre mi piel, vuelve a descender y la anticipación de saber lo que va a pasar, aunque no pueda verlo, me consume. No tengo que esperar mucho cuando su lengua juguetona se enreda en mi clítoris. ¡Kami, este hombre es un dios! En poco tiempo consigue encontrar el ritmo perfecto para mí, haciendo que me retuerza bajo su piel mientras asciendo esa montaña rusa de sensaciones que explota en fuegos artificiales una vez llego a la cima.
Mientras navego en el placer y trato de regular mi respiración de nuevo, siento que vuelve a alejarse de mí. El sonido de un envoltorio metálico me saca de mi letargo y me devuelve a la realidad ¡que he hecho! Angustiada me incorporo en la cama pero una mano fuerte y cálida me impide continuar el movimiento.
—Tranquila princesa, sabes que lo deseas...por eso viniste esta noche —Su nariz me roza en una sutil caricia mientras me habla al oído— solo no pienses y disfruta.
Me rindo una vez más a sus sensuales palabras, recostándome y abriendo las piernas para darle paso, en una aceptación implícita.
Él me penetra lentamente, como si creyese que me voy a romper. Pero una vez se encuentra completamente en mi interior, el fuego nos consume y la delicadeza inicial da paso a un brusco y delicioso vaivén en el que nuestros cuerpos se reconocen como si en otra vida hubiesen sido uno. La espiral del placer nos envuelve y nos hace estallar en sincronía. ¡Siento que he alcanzado el cielo!.
Él se queda unos minutos dentro de mí susurrándome palabras cariñosas que apenas alcanzo a entender. Cuando por fin se aleja, emite un quedo quejido como si la separación le resultase dolorosa. Noto cómo me retira el pañuelo de los ojos, pero estoy tan abrumada por las sensaciones y tan agotada mentalmente que no quiero abrirlos y descubrí mi realidad. Finalmente entro en un sopor placentero desde el que solo alcanzo a escuchar unas últimas palabras antes de rendirme a Morfeo.
—No te alejes de mi Akane, yo te esperaré…
El estridente sonido del teléfono me saca de mi ensoñación. ¡Pero qué demonios! Me incorporo e intento acostumbrar mis ojos a la luz antes ausente en la habitación. Apenas es una lámpara en la esquina de la misma pero me permite ver que el sonido procede de una de las butacas que hay a los pies de la cama. Alguien ha dejado ahí mis pertenencias perfectamente dobladas, incluida la colorida peluca. El maldito aparato sigue sonando, es Yuka.
—Akane por fin respondes, ¿sabes lo asustada que me tenías? ¡Llevo dos horas tratando de localizarte! Te he dejado como mil mensajes.
—Lo siento me quedé dormida
—¿Sigues en el hotel?
Ese cuestionamiento hace que separe el móvil de la oreja y mire la hora. ¡Joder son las 23:30 Shinno va a matarme!
—Tienes suerte de que tu prometido no sea el típico novio controlador que llama a cada rato para ver cómo vas…y menos mal que no te hice caso y activé el operativo de búsqueda y captura que pedías si no dabas señales —comenta con sorna.
—Vale haremos esto, si Shinno te pregunta, en el cine no había nada que nos convenciera así que al final fuimos a tu casa a ver un dvd y era tan malo que nos quedamos dormidas —Espero que cuele— yo salgo corriendo para casa, hablamos mañana.
—Akane espera. ¿Te lo follaste al final? —Me quedo en un bochornoso silencio— ja, ja, ja, ya veo, mañana me cuentas los detalles sucios.
Siento que los colores me suben al rostro y la culpa me carcome. Cómo podré volver a mirar a la cara a Shinno después de esto. Me siento una basura. Respiro hondo, esto no volverá a pasar. Una vez salga de esta habitación será como si nada hubiese sucedido. Ahora debo centrarme para vestirme rápidamente y volver a casa. Además de camino deberé pasar por un baño público para quitarme la peluca y cambiar el qipao por mi propia ropa porque no pienso salir sin disfrazar de este sitio…por mucha prisa que tenga debo ser cuidadosa si no quiero que esta locura tenga consecuencias.
Salgo hecha una flecha del ascensor, con la cabeza gacha, en dirección a la puerta del hotel. Desgraciadamente la recepcionista, que me atendió antes, intercepta mi carrera.
—Señorita Tendo —susurra lo suficiente alto como para que yo le oiga. Desde luego en este hotel se toman muy en serio lo de la discreción— espere, el caballero que vino con usted me pidió que le entregase esto —Y me extiende un sobre blanco.
—No gracias, quédeselo —respondo mientras vuelvo a iniciar la marcha.
—¿Entonces debo hacérselo llegar a su casa? —Eso frena mi avance.
—¿Pero qué narices está diciendo?
—Tengo indicación expresa de que, si no coge el sobre ahora, se lo haga llegar mediante un chófer a su domicilio.
—¡No puede hacer eso! —grito exaltada, consiguiendo que varias personas giren en mi dirección.
Kiema me coge del brazo y me retira a un sitio resguardado de las miradas curiosas.
—Si, si puede. El hombre que vino con usted es alguien muy importante para este hotel y puede hacer lo que le plazca —antes de que abra la boca añade— y por favor sea más discreta, este es un sitio respetable y no podemos permitirnos este tipo de escenas.
—Disculpe por el grito —Nadie va a poner en duda mis modales— por lo que infiero de sus palabras, usted sabe quién es la persona que ha estado conmigo así que le exijo que me diga su nombre si no quiere que monte un escándalo.
—Lo siento mucho señorita pero esa información es reservada. Y ahora va a coger el sobre o me va a hacer mandárselo a su casa.
La fulmino con la mirada pero acabó claudicando, tomo el dichoso papel y me marcho con paso airado del establecimiento.
.
..
.
..
¡Feliz año nuevo a todos!
Antes de que os tiréis a mi cuello con eso de que es imposible que Akane no haya reconocido a Ranma os quiero plantear tres cosas:
La primera de ellas y fundamental es que Akane, tanto en el manga como en el anime, siempre ha sido muy crédula o inocente, por llamarlo de alguna forma. Aunque prácticamente todo el mundo se da cuenta de que Ryoga es P-chan y haya momentos muy obvios, como en el capítulo de las marcas en su tripa, Akane no lo descubre.
Por otro lado, ¿nunca os ha pasado que os habéis encontrado con un amigo fuera del contexto habitual y os ha costado un rato reconocerlo?. Más aún si, en vez de verlo, solo escucháis su voz al llamar desde un número que no sea el suyo. Esto antes de los móviles y el reconocimiento de llamada era más habitual. Por ejemplo, mi suegro es actor de doblaje y la primera vez que oí su voz en la televisión de un bar no la asocié a él hasta que mi, por entonces, novio me lo dijo…y eso que le conocía desde hacía bastantes años.
Por último, y a colación de la profesión de mi suegro, hay personas con registros de voz muy amplios. Por ejemplo él que tiene una voz super grave al estilo Darth Vader (al que dobla para un videojuego) pero también da vida a un reyecito de voz aguda en unos dibujos infantiles…y os aseguro que si me habla asi y cierro los ojos, aunque en el fondo haya algo que me suene, jamás diría que la persona que está hablando es suegro.
Supongo que os habréis dado cuenta pero para los despistados: la habitación está en el piso 38, como los volúmenes del manga editados originalmente y es la número 161 como los episodios del anime. Por otro lado, Kiema es la capitana de la guardia de Saffron, el dios al que vence Ranma en el Monte Fénix al final del manga.
Respecto al capítulo anterior, muchos me habéis comentado que ha ido todo muy rápido. Supongo que esperabais más dudas, mensajes y tonteo antes del encuentro pero tened en cuenta que Akane se casa en menos de un mes lo que deja poco margen para eso. Además al final no sabe la identidad de su SexyMousse así que todavía pueden suceder muchas cosas antes del gran día.
También habéis planteado varias teorías sobre Shinno y solo voy a decir que no andan desencaminadas, aunque nadie acertó al cien por cien.
Por último quiero agradecer toooodos los reviews que me han llegado. Muchos de ellos me sacaron una carcajada y con otros me dieron ganas de actualizar antes, pero entre fiestas navideñas, cumpleaños y santos familiares, y el trabajo, no me ha sido posible.
En este capítulo he escrito mi primer lemon, o más bien lime, y no lo habría conseguido sin los consejos y ánimos de SakuraSaotome y LumLumLove que son unas cracks para estas cosas. Jamás se me hubiesen ocurrido tantas formas de nombrar determinadas partes del cuerpo ja, ja, ja.
Gracias por leerme. Luz
