Left My Heart
Dejé mi corazón
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Por:
Emma Grant
traducido por:
Perla
Parte 2
Miércoles 4 de febrero, 2004.
-¿Qué tú has estado, QUÉ?
-Pasando tiempo con él –dijo Harry, visualizando la expresión en la cara de Hermione. –No ha sido tan malo.
-Tampoco pudo haber sido tan bueno.
-De hecho, ha sido… divertido –Harry arrugó su nariz ante la palabra que escogió. –Bueno, tú sabes, diferente.
-Harry. ¿Estás seguro de qué eso es buena idea?
-No –admitió Harry, -pero no tengo ninguna otra. No confiará en mí o accederá a regresar al Ministerio al menos que se fíe de mis palabras, y no lo hará si primero no me conoce. Realmente está bastante a la defensiva conmigo, considerando lo mucho que me odiaba en la escuela.
Harry escuchó un suspiro de gran sufrimiento al otro lado de la línea. –Como tu enlace oficial del Ministerio, es mi deber advertirte que no debes confiar en Malfoy –Hermione había tenido mucho placer en informarle que había sido formalmente asignada al caso. Ella trabajaba en la oficina de investigaciones en comunicación, pero de alguna manera había logrado convencer al Director Bass que sería la más capacitada para el puesto. Ahora podía ser entrometida e interferir, y alegar que sólo estaba haciendo su trabajo. –Hoy revisé todos los informes de la CIA, incluidos unos reportes de colegas de Malfoy en el Departamento de Magia de Nueva York. Dicen que empezó a recibir lechuzas misteriosas dos meses antes de desaparecer, y que se convertía cada vez más en alguien sigiloso y antisocial.
Harry bufó en el auricular. -¿Malfoy, antisocial? –Ciertamente, esa no era la impresión que había tenido de él en los últimos días.
-Y cuando desapareció, no dejó dicha ni una palabra de adónde iría. ¡Después de cinco años en ese Departamento, Harry! –Hermione hizo una pausa, y Harry la imaginó enroscando un mechón de su cabello en uno de sus dedos de pura frustración. –Me preocupa que tú estés… Harry, has pasado una mala temporada recientemente, y sé que te sientes solo…
-¡No se trata de eso! –gimió Harry. -¿Realmente piensas que estoy tan desesperado por compañía… que la buscaré en Draco Malfoy?
Una vocecilla en el fondo de su cabeza dijo: Bueno, sí… de hecho, eso estás haciendo.
Hermione suspiró otra vez. –Está bien, está bien. ¿Qué es exactamente lo que hacen juntos, de todos modos?
-Hemos cenado juntos las últimas noches. He pasado algún tiempo durante las tardes en la cafetería dónde trabaja, mirándolo.
-¿Trabaja en una cafetería? –el tono de Hermione era el de alguien que estaba entre divertida e incrédula.
-Está viviendo como un Muggle, Hermione. Hasta donde he visto, no tiene contacto alguno con magos. Parece como si se estuviera escondiendo aquí.
-¿Pero de qué?. ¿Y por qué esconderse sin decirle a nadie a dónde se ha ido?
Harry bostezó. –No lo sé. No me ha contado nada sobre su vida en Nueva York. Hemos salido las tres últimas noches, y hemos hablado de todo: desde política, música y hasta de mi divorcio, pero no he podido conseguir hacerlo hablar de él mismo.
-Espero que sepas lo que estás haciendo.
Harry resopló. –Por supuesto que no lo sé. Pero eso nunca me ha detenido antes.
El día anterior, Malfoy lo había atendido personalmente cuando se había sentado en su mesita de la esquina en la cafetería y leía un libro que le había prestado el gerente de la posada. Malfoy le había llevado un gran vaso de café recién hecho y un pastel cada hora más o menos, hasta que Harry había preguntado si estaba tratando de engordarlo.
-Siempre pensé que eres demasiado flacucho –había respondido Malfoy, levantando una ceja.
-¿YO? –Harry había gesticulado vagamente. -¿Y tú, no ganas suficiente para comer?
-No puedo evitar ser delgado si tengo un metabolismo rápido.
-Y vistes ropa que te hace ver aún más flaco. Hablando de eso. ¿Qué obsesión tienes con las camisas de nylon?
Entonces, Malfoy le había sonreído, y su expresión había tomado desprevenido a Harry. No estaba seguro de haber visto alguna vez una sonrisa tan genuina en el rostro de su antiguo enemigo. –Estoy halagado de que hayas tomado tal interés en mi apariencia personal –le había dicho Malfoy guiñándole un ojo mientras se alejaba, dejando a Harry confundido sobre qué era lo que acababa de pasar.
Por supuesto que se había fijado en cómo lucía Malfoy. Últimamente, lo único que hacía era mirarlo. Pero eso no significaba que lo estaba observando… por lo menos, no de ese modo.
Jueves 5 de febrero, 2004.
El sol estaba entrando a raudales a través de la ventana cuando Harry se despertó, y el reloj indicaba que ya pasaba de las diez. Se sacudió de un sueño recurrente que tenía sobre vagar sin intención aparente por Hogwarts; un sueño que nunca fallaba en trastornarlo, por razones que no podía identificar en lo absoluto. Bostezando, y todavía no completamente adaptado al cambio de horario, se acurrucó bajo los cobertores una vez más. Malfoy estaría apenas dirigiéndose a trabajar justo en ese momento. Eventualmente, Harry se levantaría e iría a la cafetería, tomaría un montón de café y miraría a Malfoy por varias horas más.
Fue alcanzado por un impulso para salir de la cama y entrar en la regadera.
Intercambió algunos chistes con el gerente en su camino hacia la salida… No, de hecho sí tenía planes para la noche, muchas gracias… y se encaminó cuesta arriba hacia la cafetería "Jumpin' Java Coffee House". Cada día la caminata era un poco más fácil, y se había resuelto empezar a correr como ejercicio cuando volviera a casa. No había tenido idea que estaba fuera de forma.
La cafetería parecía estar llena con las mismas personas de siempre, y algunos de ellos inclinaron la cabeza hacia él a manera de saludo. La mujer rubia de la esquina tenía una computadora diferente a la usual, y estaba un hombre que nunca había visto antes bosquejando algo en una gran hoja de papel. Alguien había pinchado con chinchetas una etiqueta adhesiva para autos en el tablero de avisos que decía: "Los amigos no dejan a sus amigos ir a Starbucks".
No encontró a Malfoy a simple vista, pero se sentó en su lugar habitual después de tomar un periódico abandonado. Una mujer joven con el cabello muy negro y muchos piercings se dirigió hacia su mesa.
-Buenos días, Rosie -dijo Harry, sin levantar la vista.
-Hoy es su día libre, ya sabes –contestó ella.
Harry parpadeó. –Ah. Lo olvidé –no tenía idea de ello, por supuesto. Se removió inquieto, tratando de decidir que hacer. –Entonces, creo que tomaré lo de siempre, pero para llevar.
Quince minutos después, estaba parado frente a la puerta del edificio de Malfoy, preguntándose si estaba perdiendo la razón. Probablemente, Malfoy no le había dicho que era su día libre porque no desea pasarlo con Harry Potter. Quizá sólo había deseado que Harry lo dejara en tranquilo y pasara el día solo, por una vez. Frunció el entrecejo al caer en cuenta que, después de todo, no habían hecho ningún plan para la noche. Habían estado haciendo planes para ir a cenar cada noche, después de pasar varias horas bromeando en la cafetería. Cuando se habían separado la noche anterior después de cenar, ninguno de los dos había mencionado que se encontrarían al día siguiente.
Finalmente, Harry decidió que estaba siendo ridículo. Claramente, a Malfoy se le había olvidado mencionarle que no estaría en su trabajo la mañana del jueves. Presionó el timbre de su apartamento.
-¿Qué? –escuchó a través del intercomunicador después de un par de minutos y dos timbrazos más.
-Eh, buenos días. Soy yo, Harry –se detuvo, acobardándose. ¿Por qué siempre decía cada cosa estúpida cuando estaba con Malfoy?
No hubo otra respuesta más que el clic del seguro de la puerta, y entró por ella. El apartamento de Malfoy estaba en el tercer piso del edificio Victoriano restaurado. Harry golpeó la ornamentada puerta de madera, y ésta se abrió después de un momento para revelar a un muy desaliñado Malfoy.
Su cabello con rayos castaños estaba más desordenado que lo usual, y andaba sin camisa, vistiendo sólo un delgado pantalón de pijama de algodón. Parpadeó soñoliento hacia Harry a través de un par de anteojos rectangulares de marco de carey.
-¿Qué demonios es lo que quieres?
Harry no pudo evitar retirarse un paso ante su tono. –Fui a la cafetería y me dijeron que estabas descansando. Pensé que quizá… -observó a Malfoy. -¿Desde cuándo usas anteojos?
Malfoy bostezó y se rascó perezosamente el pecho. –Desde que tengo quince años –abrió más la puerta e invitó a Harry a pasar. -¿Un café?
Harry levantó su vaso de papel. –No, estoy bien, de hecho. Siento si yo…
Un musculoso hombre de piel oscura, enfundado sólo en unos bóxer, emergió desde lo que sin duda era la recámara. Ignoró a Malfoy y a Harry y se dirigió hacia el refrigerador. Harry lo miró entrecerrando los ojos, sintiendo una extraña combinación de desagradables emociones. El hombre se sirvió una coca de dieta y se estaba encaminando de regreso a la recámara cuando se dio cuenta de la presencia de Harry.
-Buenos días –dijo el hombre sonriendo, deslizando un brazo alrededor de Malfoy y atrayéndolo hacia él, para besuquear su cuello. Cualquier duda que Harry hubiera tenido sobre la orientación sexual de Malfoy quedó firmemente sepultada.
Malfoy lucía extremadamente incómodo. Hizo gestos y se escabulló lejos de su amante. –Éste es Harry, un viejo amigo. Harry, éste es… -hizo una pausa, mirando de reojo al hombre. –Un tipo que me tiré anoche –finalizó frunciendo el entrecejo. El hombre rió y le guiñó un ojo a Harry antes de desaparecer en la recámara una vez más.
Harry hizo un gran esfuerzo para no parecer contrariado. –Lo siento. Claramente he llegado en un mal momento.
Malfoy bostezó de nuevo. –No, no del todo. Se irá pronto. Estaba por poner a hacer café –le hizo un gesto señalándole la pequeña mesa en la cocina. –Siéntate.
Harry lo hizo, no muy convencido. Observó a Malfoy hacer café y servirse un tazón de cereal. Se movió inquieto en su lugar cuando Malfoy se sentó frente a él y comenzó a comer.
-Y. ¿Pasaste una buena noche, entonces? –Harry le preguntó por fin, e inmediatamente se arrepintió de ello. Malfoy sonrió petulante y asintió, mientras masticaba. Harry se pasó una mano por su cabello. Se sentía incómodo y casi enojado, por absolutamente ninguna razón. -¿En dónde lo…? –se detuvo, no muy seguro de lo que estaba preguntando.
-Lo conocí en un bar –declaró Malfoy con la boca llena de Cheerios.
-¿Anoche?
Malfoy asintió lentamente, como si hablara con un niño pequeño. –Sí.
-¿A qué hora fuiste a un bar? Te dejé aquí a las once –Harry se preguntó por qué eso le importaba tanto. Malfoy podía hacer lo que quisiera. No era que le hubiera mentido, después de todo. Por supuesto, había empezado a pensar que estaba disfrutando de su compañía. ¿Harry sólo había sido un entretenimiento cada noche hasta que Malfoy podía ir a un bar y recoger a un hombre extraño para llevarlo a su casa?
-Hoy es mi día libre –explicó Malfoy. –Siempre salgo las noches de los miércoles y los jueves –inclinó su cabeza y sonrió. –Por otro lado, anoche estaba muy caliente. No me parecía que tú fueras a joder conmigo.
Harry se sonrojó, lo mismo de enojo como de vergüenza. -¿Y entonces sólo me dices adiós y te diriges al bar más cercano, en busca de alguien que sí lo haga? –No podía creer que Malfoy se tomaría libertades como esas mientras se suponía que se estaba ocultando. ¿Levantando hombres extraños en bares?. ¿En qué estaba pensando?
Malfoy rodó sus ojos. –Sí. ¿Siguiente pregunta? –la conversación se vio interrumpida por la reaparición del huésped de Malfoy, ahora vestido completamente.
Malfoy ignoró al hombre, levantándose a servirse una taza de café. Harry se quedó congelado, sintiéndose muy torpe.
-Espero volver a verte por ahí –dijo el hombre, mirando hacia la esquina de la cocina.
-Sí, claro –contestó Malfoy. Ni siquiera lo miró. Harry no sabía si debía sentirse aliviado u ofendido por la indiferencia de parte de Malfoy hacia su amante ocasional. No se podía imaginar a él mismo tratando a nadie de ese modo. Se encogió de hombros hacia el hombre, incierto de cómo comportarse en esa situación.
El hombre le sonrió a Harry y se inclinó para susurrarle: -Hace unas mamadas fabulosas, y es un poco escandaloso -Harry luchó por no hacer gestos mientras el hombre salía del apartamento.
-Bueno, esa fue demasiada información –Harry murmuró hacia la puerta cerrada.
-¿Qué fue lo que dijo? –preguntó Malfoy, sentándose con su café.
-Que eres el miembro más insensible de la sociedad –replicó Harry, arrellanándose en su silla. Tomó un sorbo de su café, y se disgustó al descubrir que se había enfriado.
Malfoy sonrió abiertamente. –Ah, pero sí que tengo un miembro muy sensible.
Harry bufó por respuesta.
-¿Por qué te importa una mierda, de todos modos?
-No me importa.
Malfoy asintió y sonrió. Se quedaron ambos en silencio por un momento, tomando café. -¿Tienes algún plan para hoy?
-No –respondió Harry. –Iba a irme a haraganear a la cafetería de nuevo, supongo. Inundarme de cafeína. Soy un adicto a ella, gracias a ti. –Echó un vistazo alrededor del pequeño apartamento. –Esto es realmente bonito, Malfoy. ¿Cómo puedes pagar esto con el miserable salario que seguramente ganas sirviendo café?
Malfoy se rió. –Siempre he sabido manejar muy bien el dinero, Potter. El trabajo de la cafetería me provee con el dinero suficiente que necesito para estar. Y estoy muy a gusto, realmente –empujó su plato vacío de cereal y se estiró.
Harry lo miró por un momento, observando su piel pálida y sus formas angulosas. –Nunca te ví usar anteojos en Hogwarts.
-Es porque nunca los usé –contestó Malfoy. –Aprendí el encantamiento de alteración de la vista el verano anterior al sexto año y entonces no tuve que hacerlo.
-Es un hechizo complicado –declaró Harry, impresionado. Lo había intentado un par de veces, pero no había estado complacido con los resultados. Sólo duraba alrededor de dieciocho horas de todas maneras, y nunca le había importado usar anteojos.
Malfoy arqueó una ceja. –Era importante para mí. Mi madre me ayudó a aprenderlo –se encogió de hombros. –Por supuesto, normalmente tengo que esperar hasta que el Muggle con el que jodí se vaya antes de hacerlo por la mañana. Por eso es que me has visto con anteojos.
-Malfoy… -gimió Harry.
Malfoy sonrió, aparentemente complacido de la reacción de Harry. –Iba a poner algo de orden aquí hoy, y hacer algunas compras. Eres bienvenido a acompañarme, si gustas.
Harry se encogió de hombros. –No tengo nada que hacer.
Malfoy entrecerró sus ojos y estudió a Harry por un momento. -¿Y quién estaba en la cafetería esta mañana?
Harry pestañeó. –Rosie, Steve, y… eh… -apretó sus labios. –El tipo croata.
Malfoy levantó una ceja. –Realmente, Potter, te has olvidado de tu entrenamiento si eso es lo mejor que puedes hacer.
Harry frunció el ceño y volteó hacia otro lado. –Ya no soy más un auror, lo sabes. Ahora tengo un trabajo de oficina.
Malfoy se quedó en silencio varios segundos, y entonces hizo un sonido parecido a una risa. -¿Entonces el Ministerio no ha enviado a su más famoso y experto auror a buscarme, pero sí a un mero acomodador de papeles? Eso explicaría porque no has hecho otra cosa más que seguirme como un colegial enamorado por los últimos cuatro días.
-Tres –dijo Harry, sacando la varita de su chaqueta y haciendo un rápido hechizo para recalentar su café. –Y como ya te he dicho, no soy homosexual. Y no tengo idea de por qué me enviaron a mí. Quizá alguien en el Ministerio pensó que podría aprovechar para vacacionar.
Malfoy asintió con su cabeza y tomó un trago de su taza. –Claro.
Harry le dirigió una sonrisa inocente. –Entonces. ¿qué es lo que tú estás haciendo aquí?
-Yo vivo aquí, estúpido. ¿Quieres salir esta noche?
Harry suspiró ante el abrupto cambio de tema. –Seguro. ¿Por qué no?
-Usualmente voy a bailar con unos amigos los jueves –continuó Malfoy. Se levantó y hurgó dentro de una alacena sobre el microondas. –Visitamos un par de clubes, tomamos mucho y buscamos chicos calientes. Nos acostamos con ellos, de ser posible.
-Exactamente mi idea de una noche divertida –comentó Harry secamente.
Malfoy sacó su varita de la alacena en la que había estado buscando y ejecutó algunos hechizos de limpieza en dirección de la cocina. Los trastos comenzaron a llenar por sí mismos el lavaplatos, y un trapo empezó a limpiar el azulejo.
-La mía también –Malfoy sonrió con presunción, sentándose frente a Harry de nuevo.
Harry regresó al apartamento de Malfoy a las ocho en punto, y entonces pasó media hora esperándolo a que terminara de estar listo. Esa noche había caminado hasta ahí, imaginando que sería más barato llamar al taxi cuando Malfoy estuviese listo, en vez de pagar por uno que estuviese parado mientras estaba sentado en él por veinte minutos cómo le había pasado la vez anterior. Por otro lado, el apartamento de Malfoy era un lugar divertido para estar.
Era más pequeño que el que Harry tenía en Londres, pero estaba lleno de estilizados y singulares toques. El diseño de su piso había sido creado con la diversión en mente, y la mayoría de los espacios eran abiertos. Ladrillo expuesto y pisos de refinada madera trabajada le daban el moderno aspecto de un loft, pero con la íntima atmósfera de una restaurada casa vieja. Una cantina antigua aparecía con sus espacios llenos, y los sofás eran grandes y esponjados. Tenía una costosa televisión de pantalla de alta definición colgando de una pared, con un complejo sistema de sonido integrado alrededor. A Malfoy le había tomado quince minutos de la tarde enseñarle a Harry cómo operar el control remoto universal touchscreen. La televisión estaba sintonizada en el canal de la CNN con el sonido apagado, mientras el canal de radio satelital de música disco resonaba en los altavoces. Había varias pinturas interesantes en los muros, todas abstractas y eróticas. Harry estaba inclinando su cabeza, observando a una que finalmente se había dado cuenta representaba un acercamiento extremo de unos genitales masculinos, cuando Malfoy salió de su recámara.
-¡Oh, no, Potter!. ¡Por amor de Dios! –Harry se giró, sin saber a ciencia cierta que era lo que había hecho mal. Malfoy hizo gestos conforme cruzaba la habitación y se detenía a medio metro de Harry, mirándolo de arriba abajo. –No puedes salir viéndote así.
Harry miró abajo, hacia su guardarropa… jeans desteñidos, suéter verde de lana tejida. Había encantado su cabello para que le diera la apariencia de un chico bien portado. Esa era la manera en la que usualmente vestía cuando salía con amigos. -¿Qué está mal?
Malfoy lo tomó de la mano y lo jaló hacia su recámara. –Ese suéter. Lo siento, pero los amigos no dejan a sus amigos vestir Gap.
La recámara de Malfoy era (en una palabra) blanca. La cama estaba vestida con un mullido cobertor y montones de almohadas, y unos largos entrepaños pintados en una variedad de formas y texturas de blanco estaban colgados en las paredes de ladrillo. Todos los muebles en el cuarto habían sido pintados de blanco, y también las cortinas que enmarcaban las ventanas eran blancas y onduladas. Todo eso hizo que Harry se sintiera adormilado en cuanto le echó un vistazo. Malfoy empezó a buscar frenético dentro de un armario, murmurando para él mismo.
-Oh, espera un minuto –protestó Harry, percatándose finalmente de qué era lo que estaba pasando. –No voy a dejar que me vistas, Malfoy.
-Mejor que desvestirte. ¿Mmmm? –escuchó su voz desde el armario.
Harry gruñó, aunque ya sabía que se daría por vencido. A no ser que lo que quisiera ponerle fuera horriblemente afeminado.
Afortunadamente, Malfoy era propietario de una gran cantidad de ropa negra, y emergió del armario con una camisa negra de rayón, simple y sencilla; Harry dejó escapar un suspiro de alivio. Malfoy se la puso por encima, como tratando de imaginar la camisa en Harry. –Bueno… -empezó a decir, oprimiendo los labios en un gesto no muy convencido.
-Está bien –insistió Harry, quitándose su suéter por sobre su cabeza y arrojándolo al piso. –La usaré.
Malfoy colgó la camisa en la extensión de su brazo, obligando a Harry a acercarse para tomarla. –Los jeans se tendrán que quedar, desafortunadamente. No creo que seamos de la misma talla –contempló fijamente la entrepierna de Harry. –Aunque la idea de verte intentando meterte dentro de mis pantalones es totalmente atractiva.
Harry le arrebató la camisa dirigiéndole una leve mirada de rabia y se la puso lo más rápido que le fue posible. Malfoy asentía satisfactoriamente, lo que preocupó a Harry.
-¿Un espejo?
-En el baño –dijo Malfoy, señalándolo.
Harry entró en un pequeño cuarto lleno de demasiadas velas encendidas como para sentirse cómodo. La camisa era más ajustada de lo que le agradaba, pero se la dejaría. Se viró para verse los lados y se dio cuenta que, con la luz indicada, la tela se pegaba a su piel lo suficiente para acentuar los músculos que tenía.
-Demonios –susurró.
-Exacto –dijo Malfoy desde el dintel de la puerta. –Pero el cabello estropea todo.
-De hecho, puse algo de esfuerzo en peinarme. ¿Sabes?
Malfoy sacudió su cabeza. –Ése es el problema –eligió un pequeño recipiente de su colección de productos para el cuidado del cabello del estante y agarró algún tipo de sustancia pegajosa con sus dedos. Se frotó las manos y empezó a repartirlo en la cabeza de Harry.
-¡Espera un minuto, YA! –le advirtió Harry, pegándose a la pared.
-Relájate –le dijo Malfoy. –Esto no dolerá mucho. Piensa en mí como si fuera tu Asesor Gay personal –Harry cedió, sentándose en la taza del baño, y Draco peinó sus dedos a través del cabello de Harry. Dio un paso atrás y movió su cabeza en un gesto afirmativo. –Mejor.
Harry se levantó y se miró en el espejo. –Está peor de cómo se me veía antes que me hiciera nada –murmuró. Su cabello sobresalía salvajemente en la coronilla y se curveaba en algún tipo de desordenado arreglo por todos lados.
-Se ve bien –sonrió Malfoy. –Los chicos te van a comer vivo esta noche.
-Grandioso –respondió Harry, rodando los ojos.
Llevaban apenas dos minutos en el taxi cuando Malfoy se inclinó sobre Harry y le habló quedamente al oído. –Supongo que será buen momento para decirte que he estado usando el nombre "Derek Malone" el tiempo que he vivido aquí –Harry arrugó la frente. Ahora que lo pensaba, no había escuchado a nadie llamar a Malfoy por su nombre en la cafetería. –Y mis amigos piensan que eres… -Malfoy hizo una pausa y se mordió su labio inferior. –Bueno, les dije que eras un viejo amigo del colegio.
Harry pestañeó. –De cierta manera, es la verdad.
-De hecho, asumieron que eras un ex, y yo… no los disuadí de eso, exactamente –Malfoy le regaló una débil sonrisa.
La mandíbula de Harry casi cayó hasta el piso. -¿Creen que soy tu ex novio? –siseó.
-Sí, por lo tanto será probable que tengas que actuar gay, o algo así.
-¿Actuar gay? –escupió Harry, y entonces echó un cauteloso vistazo hacia el chofer del taxi. -¿Cómo se supone que voy a hacer eso?
Malfoy rodó sus ojos. –Has estado perdiendo bastante tiempo junto a mí. Seguramente que te puedes imaginar cómo.
El taxi se detuvo abruptamente; el restaurante donde se encontrarían con los amigos de Malfoy estaba en el mismo barrio, por lo que no estaban muy lejos de ahí. Malfoy saltó fuera del taxi, dejando que Harry pagara el viaje, como siempre. Para tratarse de alguien con mucho dinero, Malfoy no ponía nunca objeción alguna en dejar que otro fuera el que pagara las cuentas. Esa tarde, Harry había tenido que buscar un cajero automático en su camino. Esperaba que el bar aceptara tarjetas de crédito.
El restaurante, un bar de tapas llamado "Mission Andalu", era tan de moda como cualquier otro lugar de los que habían estado antes. Los amigos de Malfoy estaban esperándolos en una mesa, con copas de vino en sus manos. Las agitaron entusiasmados en señal de saludo cuando vieron a Harry y a… Derek. Harry rechinó los dientes.
Intercambiaron besos y Malfoy hizo las presentaciones respectivas. –Harry, éste es Colby –dijo señalando a un joven desinhibido de oscuro y grueso cabello y que vestía una camisa brillante. –Y éste es Jeremy –Jeremy le recordó un poco a Ron; sus rasgos eran alargados y puntiagudos y tenía el cabello café rojizo. Harry les sonrió cortésmente y los saludó a ambos de mano. Le sonrieron ampliamente. -¿Dónde está Manny? –preguntó Malfoy, buscando alrededor de dónde estaban sentados.
-Llegará tarde –respondió sarcástico Jeremy. –Todavía más tarde que tú, y eso es ya un logro por sí solo.
Malfoy rodó sus ojos y entonces le cerró uno a Harry.
-Bueno Harry, de verdad que has mantenido a Derek ocupado esta semana –dijo Jeremy, mientras hacía señas al mesero. –Lo hemos visto a duras penas. Tuvimos que amenazarlo fuertemente sólo para que nos permitiera conocerte.
Colby le sonrió a Harry desde el otro lado de la mesa. –Cualquiera que captura la atención de Derek por más de un par de horas, realmente debe ser alguien que vale la pena conocer. ¿De dónde eres?
-De Londres –respondió Harry. –No había estado en San Francisco antes.
-¡Oooh, escucha ese acento! –canturreó Jeremy. -¡Tan lindo! –Harry se sonrojó.
-¿Y el mío qué? –reclamó Malfoy haciendo un puchero.
-Tú has estado en los Estados Unidos demasiado tiempo –contestó Jeremy. –Ahora, tienes tu acento tan misterioso como el de Madonna –Malfoy lo miró con indignación, claramente ofendido.
-Estoy seguro que Derek te mostró ya los alrededores –le dijo Colby a Harry. –¿El Muelle, los tranvías, el Barrio Chino y todo eso?
-Mmmm… -Harry miró a Malfoy con cautela. –No lo ha hecho, en realidad. No hemos salido para nada, excepto para comer.
-Uuuuuyy –dijeron los dos hombres a la vez, y Harry se puso rojo. Malfoy se sonrió y le dio un pequeño golpe a Harry con su rodilla.
-Eso no fue lo quise decir –dijo Harry.
-Seguro que no –respondió Colby, cerrando un ojo a Malfoy.
-Tendremos que remediar eso. ¿O no? –dijo Malfoy. Harry lo miró asombrado… seguramente que lo que había dicho no significaba… eso. Malfoy sonrió. –Mañana te llevaré a ver todos los puntos turísticos, lo prometo.
El mesero apareció, y Malfoy ordenó una variedad de cosas para toda la mesa, entre ellas una costosa botella de Bordeaux 96. Jeremy y Colby parecían conformes en dejar que se hiciera cargo, y Harry se preguntó si eso era lo habitual.
-Entonces. ¿Ustedes dos eran compañeros de colegio? –preguntó Colby. Harry asintió. –Cuéntanos cómo se portaba Derek cuando sólo era un pequeño escolar.
-¿Era tan grandísimamente puta como lo es ahora? -interpuso Jeremy y Malfoy le hizo una seña obscena.
Harry miró a Malfoy, esperando que le diera alguna pista, pero éste sólo le sonrió afectadamente en respuesta. Muchas gracias, pensó Harry. –Ciertamente era mucho más caradura de lo que es hoy –dijo al fin. – Para ser honestos, era un total esnob elitista.
Colby y Jeremy rieron y Malfoy bufó. –Todo es mentira –dijo con un suspiro dramático.
-Tomábamos juntos demasiadas clases para mi gusto –continuó Harry, empezando a disfrutar la humillación de Malfoy, -pero nunca compartimos el mismo dormitorio, a Dios gracias.
-¿Dormitorio? –repitió Jeremy, sonriendo. Le dio un codazo a Malfoy en el brazo. –¡Nunca nos habías dicho que era una escuela de internado! Oh, ustedes deben tener deliciosas historias… clandestinas citas nocturnas, entrar a hurtadillas a otros dormitorios…
-Sexo oral en las regaderas –añadió Colby, sonriendo. Ambos miraban expectantes a Harry.
-Esteeee… -comenzó Harry.
Malfoy lo rescató. –Harry pasó sus años de colegio creyendo que era heterosexual, así que no sabría nada de esas cosas –Harry trató de no mostrarse aliviado, y Jeremy y Colby gimieron. –Y odio desilusionarlos, pero difícilmente tengo alguna historia escalofriante que contar. Solamente había otros dos chicos de mi edad que eran homosexuales –Ante su mirada de incredulidad, añadió: -Era una escuela pequeña.
-¿Quiénes? –preguntó Harry.
-¿No te lo contaron? –respondió Malfoy. Harry sonrió con malicia.
El mesero llegó con dos copas más y abrió la botella de vino. Harry observó a Malfoy realizar el ritual de degustación del vino, y en su mente recorrió la lista de chicos de su generación. No había advertido que nadie de su grado fuera homosexual.
Después de que el vino fue servido y el mesero se fue, Malfoy le sonrió a Harry. -¿Te estás muriendo por saber, verdad?
-No –mintió Harry.
Malfoy tomó un sorbo de su copa. –Neville y Colin.
-¿NEVILLE? –repitió Harry, levantándose. -¡Estás bromeando! –Colin le pareció bastante obvio ahora que lo pensaba.
-Me sorprende que no lo supieras. Eras su amigo, después de todo.
Harry se sentó de nuevo en su silla y levantó su copa de vino. –Y supongo que tú no…
-¿Cogí con él? Sí. Varias veces –Harry había pensado más bien en la palabra salir, pero trató de no reaccionar ante la crudeza de Malfoy. –De hecho, ése es el motivo por lo que mi padre me sacó de la escuela –continuó Malfoy, y entonces hizo una pausa como si recordara. –Se enteró de lo de Neville y me llevó a casa a terminar los estudios a través de tutorías.
-¡Qué mierda! –dijo Jeremy. -¿Tú padre hizo eso?
-Oh, cariño, el mío me hubiera estrangulado –dijo Colby sarcásticamente. –De hecho, todavía lo haría, si se enterara.
-Mi padre era y probablemente sigue siendo un arrogante, santurrón y bastardo de mente estrecha –declaró Malfoy, en un tono tan prosaico cómo si sólo estuviese comentando sobre lo sabroso del vino o sobre lo arrugada que estaba la camisa de Harry. Éste lo miró, percatándose que esa historia constituía la primera pieza de información personal que Malfoy le había ofrecido hasta ese momento. Asumiendo que fuera verdad, claro está.
Recordaba claramente al padre de Malfoy llegando a Hogwarts un día de otoño del séptimo año, y retirándose con su furioso hijo al lado. Todos habían asumido que Malfoy estaba yendo a convertirse en un Mortífago, adelantándose lindamente al calendario escolar. Recordó también que ellos habían tenido una fiesta de "Al fin nos lo quitamos de encima" en la sala común de Gryffindor esa noche. Ahora que Harry lo pensaba, Neville no había participado, y había estado muy retraído y deprimido durante ese curso. Nunca se le había ocurrido relacionar eso con la retirada de Malfoy.
-¿Tú y Neville? –dijo divertido. –No tenía idea.
-¿Siguen siendo amigos ustedes dos? –preguntó Malfoy.
-Lo fuimos, hasta que murió –respondió Harry. La mesa se quedó en silencio por un momento. Malfoy estudió su copa de vino, controlando su expresión. Jeremy y Colby lo observaron, intercambiando miradas. –No estaba… él no estaba enfermo o algo así –añadió Harry, creyendo que podían malinterpretar. –Tuvo un accidente. Choque de autos. Un conductor borracho.
Clavó su vista en Malfoy, quien le regresó la mirada. Neville había sido prolongadamente expuesto a la maldición Cruciatus, y nunca recuperó la conciencia después de que lo encontraron. Murió en el hospital, y Harry pensaba que simplemente se había dado por vencido. Había sido torturado más allá de lo que cualquiera entonces hubiera aguantado. Malfoy suspiró y miró a otro lado. Harry le contaría más tarde, cuando estuvieran a solas. Por ahora, le dio un trago a su vino y presionó su rodilla contra la de Malfoy bajo la mesa, sintiendo simpatía hacia él por vez primera. Malfoy había dejado todo atrás y empezado su vida lejos por lo menos dos veces… pero. ¿por qué?
Una fuente de fondue y un plato de frutas rebanadas fueron colocados frente a ellos, interrumpiendo el sombrío momento. En silencio, miraron al mesero encender la flama bajo la fuente. Harry buscaba un nuevo tema de conversación, en vano.
-Entonces, si ustedes no fueron pareja en el colegio. ¿Cuándo fue que se engancharon? –preguntó Colby al fin, mirando alternativamente de Harry a Malfoy.
Harry entró en pánico y se metió dos rebanadas de pera en la boca. Malfoy sonrió. –Lo típico. Ya sabes, demasiadas bebidas en una fiesta, no habernos visto desde que terminamos la escuela, la conversación que se convirtió en flirteo y que llevó a un beso en el jardín…
Harry observaba fijo a Malfoy mientras éste continuaba narrando un cuento de su primera noche juntos, completando con la embarazosa (y acompañada de resaca) mañana siguiente. Deseó no tener que recontar él mismo esa historia más tarde.
-Y rompimos cuando me mudé a Nueva York –finalizó Malfoy, sin mirar a Harry.
-Aahh, apartados trágicamente por sus carreras –dijo Colby. –Se conocieron en el tiempo equivocado y en el lugar equivocado. Me suena familiar –le levantó una ceja a Malfoy, quien lo ignoró.
Una amortiguada melodía empezó a sonar, y todos menos Harry comenzaron a buscar en sus bolsillos.
-Es el mío –dijo Malfoy, sacando un pequeño teléfono celular de su chaqueta.
Harry se quedó estupefacto de nuevo. No conocía ningún mago que usara teléfono celular.
-¿Dónde mierda estás? –Malfoy dijo en el teléfono a modo de saludo. –Bien, ven aquí… Oh, por favor. Necesitas algo de diversión… Estaremos aquí por un rato y después iremos al "The Café"… -Malfoy se levantó de la mesa y se alejó una pequeña distancia, y Harry no pudo escuchar más su conversación.
-Ese debe ser Manny –dijo Colby, introduciendo una rebanada de manzana en la burbujeante salsa de queso. –Es abogado, y va a tener un juicio la próxima semana, por lo que está realmente ocupado –Jeremy le dio un codazo a Colby en las costillas, e intercambiaron una mirada significativa.
-¿Qué? –preguntó Harry.
Colby se introdujo la manzana en la boca. Jeremy sorbió de su vino y sonrió. –Esa es una cicatriz impresionante –dijo, mirando de reojo a la cabeza de Harry. –Estoy seguro que hay una historia detrás de ella.
-Una muy larga –respondió Harry.
Malfoy regresó a la mesa. –Probablemente venga en un rato. La defensa encontró un nuevo testigo y tienen que investigar, o algo así –se encogió de hombros. –Que se joda. Tendremos más diversión sin él.
-Sé que tú sí la tendrás –dijo Colby sarcástico.
-Oh, jódete –bromeó Malfoy, sonriendo sobre su vaso de vino.
-Ya lo hice –contestó Colby.
Malfoy levantó su dedo meñique y lo estudió. –Así lo recuerdo.
Jeremy se rió, y Malfoy se agachó cuando una rebanada de manzana voló hacia su cabeza. Harry no pudo evitar sonreír. La señora Weasley siempre había sido aficionada al dicho: "Los hombres nunca dejan de ser unos niños". Aparentemente, tampoco los chicos gay eran la excepción a esa regla.
Dos horas, varios platos de tapas, y cuatro botellas de vino después, el grupo se encaminó hacia "The Café", una disco en la calle Market. Había algo de línea que esperar y ellos se apiñaron juntos, riendo y charlando, todos fumando menos Harry. Estaba sorprendido de lo mucho que se estaba divirtiendo. Había esperado sentirse incómodo al convivir con un grupo de homosexuales, pero los amigos de Malfoy habían sido muy amables, aceptándolo en toda la extensión de la palabra.
Colby y Jeremy se unieron en una ronda con un hombre que estaba en el balcón del segundo piso, y Harry aprovechó la oportunidad para jalar a Malfoy hacia su lado.
-Te diré esto sólo una vez –susurró contra su mejilla, sintiendo cómo Malfoy se estremecía por ello –Yo no bailo.
Malfoy se rió y deslizó un brazo por la cintura de Harry. –Es que no has estado lo suficientemente borracho para hacerlo.
-Derek –le advirtió Harry, pero fue demasiado tarde.
-¡Le pagaré una ronda a cualquiera que logre sacar a Harry a bailar! –anunció Malfoy. No sólo hizo reír a Jeremy y a Colby, sino que toda la multitud a su alrededor se unió también. Harry gruñó, y Malfoy le plantó un húmedo beso en su mejilla.
Una vez adentro buscaron una mesa (ante la insistencia de Harry) y Jeremy regresó con la primera ronda de bebidas.
-¿Qué demonios es? –preguntó Harry, entrecerrando los ojos ante el martini de color brillante que le colocaron enfrente.
-Ah, ése es muy fuerte –dijo Malfoy. –Midori y vodka, creo –levantó sus cejas hacia Harry. –Espero que te hayas puesto zapatos cómodos.
-Jódete, Draco –murmuró Harry. Le tomó un sorbo a su bebida antes de darse cuenta que era lo que había dicho.
-¿Draco? –repitió Colby, luciendo sorprendido. -¿Qué maldito tipo de apodo es ese? –Malfoy pareció empalidecer un poco, aunque era difícil verlo a causa de la débil luz de colores del lugar.
Harry tragó fuerte. –Ah, es sólo un… sí, un apodo de la escuela –sonrió tímidamente hacia Malfoy. –¿Supongo que prefieres que no te vuelva a llamar así nunca más?
-No –respondió tranquilamente Malfoy. –De cualquier forma, es un nombre estúpido.
-Eso tiene que tener una historia detrás –dijo Jeremy.
Malfoy sonrió, recuperando su compostura. –Era un apodo deportivo. Harry y yo jugábamos para el equipo de la escuela –pestañeó.
-¿Qué, soccer? –preguntó Jeremy.
-No, no, no –interrumpió Colby, y adoptó una expresión extrañamente familiar. –Se llama fútbol, norteamericano ignorante.
Jeremy se rió, y Malfoy rodó los ojos. –Sí, y yo era endiabladamente bueno jugando.
-Oh. ¿Y te arrancabas la camiseta cuando anotabas?. ¡Adoro cuando los jugadores hacen eso! –sonrió Colby.
La expresión de Malfoy se quedó en blanco por un momento antes que arrugara su nariz. -¿Por qué maldita razón me arrancaría mi camiseta? –Todos rieron, y Malfoy se les unió, aunque tardíamente.
El timbre del teléfono llevó a Malfoy lejos de la mesa una vez más. Harry tomó varios tragos a su bebida, la cual se dio cuenta que le gustaba, y sonrió hacia Jeremy y Colby.
-Nos quedamos en el tema de los días de escuela –empezó Jeremy, -cuéntanos más sobre Derek.
-Sí. ¿Qué hacía en Nueva York?. ¿Por qué se mudó a San Francisco? Debía haber tenido un trabajo fabuloso ahí, para tener todo ese dinero. ¿Por qué renunció y trabaja ahora en una cafetería aquí? –preguntó Colby.
Harry los miró a ambos. –Yo… -comenzó, y entonces apretó sus labios. ¿Malfoy no les había dicho nada a sus amigos sobre su pasado?. ¿Qué acaso no confiaba en nadie?. ¿O tenía que demostrarles que lo sabía, como un tipo de prueba? –Es bastante introvertido. ¿Verdad? –dijo después de un momento. –Me mataría si les contara algo –sonrió en una manera que esperaba fuera encantadora y tomó otra bebida.
Colby le sonrió de vuelta, un poco frío. -¿Listo para bailar, Harry?
-Nop.
-Déjame invitarte otra bebida, entonces.
Malfoy regresó cuando la segunda ronda llegaba. –No vendrá esta noche –dijo, al parecer un poco molesto.
-Qué suerte para Harry –murmuró Jeremy, y Colby le sonrió con afectación. Malfoy aparentemente no había escuchado el comentario.
La conversación continuó por un rato, hasta que Jeremy declaró que era tiempo de bailar y dejó la mesa en búsqueda de un hombre que había llamado su atención. Poco después, Malfoy y Colby se levantaron también, y Harry se quedó sentado solo.
No era que realmente le importara. Estaba bien tener un momento para ordenar sus pensamientos, los cuales estaban todos mezclados. Después de varios días de pasar más tiempo con Malfoy del que nunca hubiera imaginado tolerar, no había descubierto nada sobre el motivo por el que el auror había dejado Nueva York con tanta prisa.
Echó varios vistazos hacia Malfoy, quien bailaba entre la multitud, y no pudo evitar menear su cabeza de asombro. Malfoy no ponía mucho esfuerzo en tratar de esconderse. Si Harry lo había encontrado tan rápidamente, quizá otros lo habían encontrado también. ¿Estaba en peligro ahí?
Harry empujó su bebida y suspiró. Por lo menos había averiguado que Malfoy no se había convertido en Mortífago. Había considerado levemente que Malfoy estuviera trabajando como un agente doble, pero no había visto ninguna evidencia de eso. Malfoy había estado en un peligro suficientemente inmediato en Nueva York como para haber huido al momento de enterarse, pero parecía sentirse a salvo ahí, lo suficiente como para haber alterado apenas su nombre y su apariencia. Harry había tratado cada ardid que pudo ocurrírsele para lograr que hablara con él, pero Malfoy no le había revelado nada.
Harry, por otro lado, difícilmente tenía ya algún secreto que contarle. Malfoy ahora sabía acerca de él quizá tanto como Hermione misma. Nadie más (ni siquiera sus compañeros de borrachera del Ministerio) sabía cómo se sentía realmente sobre su relación con Cho, o lo mucho que le hubiera gustado ser padre. Ni siquiera Hermione sabía sobre aquél trío que había hecho una vez con Cho y Ginny, en medio de una borrachera años atrás. Malfoy había logrado sacarle todos los detalles de eso, escuchándolo con una expresión de fascinante horror en su cara.
Y nunca le había dicho a nadie más sobre la vez que él y Ron habían intercambiado un beso experimental después del Baile de Navidad de sexto año. Ron lo había alucinado bastante después de eso, y Harry se había sentido herido en sus sentimientos por semanas. Malfoy había sonreído y comprado otra bebida para Harry, pero no compartió ninguna historia de su primer beso ni nada.
Harry se tomó de un trago el resto de su segunda bebida, cerró sus ojos y dejó que la espiral de sonidos y luces se llevaran lejos su repentina ansiedad. Después de todo, Malfoy era quien se estaba escondiendo. Tenía mucho más que perder que el mismo Harry.
Colby regresó a la mesa con más bebidas (en pequeños vasitos, pero de las fuertes) y trató de convencer a Harry de bailar. Harry lo distrajo con algunas preguntas sobre Derek, y lo persuadió que le contara la historia de cómo se habían convertido en amigos. Justo cuando Colby estaba empezando a platicar, un hombre vestido con muy poca ropa se acercó vendiendo bebidas en largos tubos. Les sonrió y dijo: -¿Una mamada, chicos? –Colby compró cuatro tubos de una vez, tomándose él mismo dos de un trago y yéndose en busca del vendedor.
La cabeza de Harry empezó a dar vueltas debido a la cantidad de licor que había consumido en la última hora. Lo que estaba haciendo era realmente estúpido, pero si lo necesitaba, podría hacerse un hechizo desembriagante. De hecho, era agradable estar un poco entumecido por una hora o más, para relajar la ansiedad. Su mente había estado hilando fuera de lo acostumbrado esos últimos días, y necesitaba un descanso de pensar tanto sobre tantas cosas. Recargó su frente en la mesa, encontrando sorpresivamente que eso era muy cómodo. Podía sentir las vibraciones de los parlantes a través de la mesa. Interesante…
-Hola –escuchó, y levantó la cabeza. Una joven de rasgos asiáticos estaba sentada junto a él, sonriéndole. Ella miró sobre su hombro hacia una chica rubia que estaba detrás suyo y volvió a observar a Harry. –Verás, el chico que está allá –señaló a Malfoy con la mirada, -nos dijo que nos compraría una ronda de bebidas si conseguíamos sacarte a bailar por dos minutos.
-Oh, mierda –gruñó Harry.
-¡Oh, vamos! –suplicó la rubia, inclinándose sobre la mesa hasta que sus pechos casi se desbordaron de su pequeñita blusa. -¿Por favooor? Somos estudiantes, y este lugar es muy caro.
Harry mantuvo sus ojos en los rostros de las chicas, lo cual era todo un reto considerando lo pequeño de la ropa que estaban vistiendo. –Miren, señoritas, lo siento pero…
-¡Oye, lo tenemos bajo control! –lo interrumpió la chica asiática. –A ti no te gustan las chicas. Bien. ¡a nosotras no nos gustan los chicos!. ¡Nada de qué preocuparse! Tú haces feliz a tu novio, y nosotras obtenemos bebidas gratis. Todos ganamos –lo jaló de una mano y la rubia lo agarró de la otra, y la próxima cosa que Harry supo era que estaba torpemente parado en la pista de baile en medio de un pequeño grupo de lesbianas escasamente vestidas.
Una pequeña parte de su cerebro dijo: "¡Mierda santa!"… y el resto estaba en pánico. Empezó a caminar lentamente hacia atrás. -¡Oh, no, no lo harás! –escuchó en su oído, y varios pares de manos lo jalaron adelante otra vez. Volteó a ver a otra chica con cabello corto y rojo que le sonreía. Miró a su alrededor, y descubrió que todas las chicas vestían de modo similar.
-¿Hay un concurso de "Buscando a la doble de Britney Spears" esta noche? –peguntó sarcástico, tratando de empezar a moverse de una manera que esperaba no fuera horriblemente idiota.
-No, es que acabamos de llegar de una fiesta Mardi Gras de disfraces –dijo la rubia.
-¿Sabes quiénes somos? –preguntó la pelirroja, jalando a la chica asiática cerca de ella.
El cerebro de Harry empezó a trabarse ante la vista; sólo pudo negar sacudiendo la cabeza.
-¡Los Ángeles de Charlie, bobo! –rió tontamente la rubia, y se acercó a Harry.
Por el rabillo del ojo, podía ver a Jeremy y a Colby saludándolo con la mano y riéndose histéricamente. Buscó a Malfoy hasta que lo encontró, estaba reclinado contra un pilar y sonriéndole. Harry rodó sus ojos. Las chicas bailaban a su alrededor, pegándose sensualmente una contra otra.
No era tan mal bailador como creía, reflexionó. No se sentía tan cohibido como era usual, y no podía imaginar que alguien realmente le estuviera prestando atención a él mientras permaneciera rodeado de chicas semidesnudas.
La música cambió, y el brazo de alguien lo rodeó. -¿Divirtiéndote? –preguntó Jeremy. Le puso otro pequeño vaso de bebida en la mano, y levantó el suyo propio en señal de salud. Harry sonrió y copeó el vaso contra el del chico antes de empinar el contenido.
-Argh –dijo, haciendo gestos. La bebida era horriblemente dulce. Jeremy le quitó el vaso vacío y se alejó de ahí.
-Aquí estás –escuchó, y unas manos lo jalaron de regreso hacia la espiral de cuerpos. La chica asiática le sonrió a la pelirroja, y presionó su trasero contra la entrepierna de Harry. Cuando dos de ellas empezaron a besarse a unos cuantos centímetros de su cara, sus pantalones se comenzaron a sentir un poco incómodos.
-Creo que ya fueron los dos minutos, señoritas –dijo, retrocediendo. Ellas le sonrieron y agitaron sus manos conforme se dirigía hacia el baño, tratando de no caminar demasiado torpemente. Era irónico que una de sus más grandes fantasías sexuales, se viera realizada delante de él una noche que tenía que fingir que era gay.
Empujó la puerta del baño sólo para encontrarse que éste era usado tanto como para tener sexo como para el propósito inicial. Había varias parejas restregándose una contra otra a lo largo de las paredes, y sonidos apagados salían desde los cubículos. Se armó de valor y caminó en dirección a los orinales.
Bajó la cremallera de sus jeans y se dio cuenta que le era muy difícil el orinar. Esperó, tratando de bloquearse de los sonidos de sexo a su alrededor, pero no estaba funcionando. Quizá si se sentaba un rato afuera podría conseguirlo. Suspiró y cerró sus pantalones, girándose para salir.
Y se congeló… Malfoy estaba recargado contra el muro a unos cuantos metros adelante, y un hombre estaba arrodillado en el mugroso suelo delante de él, chupando su miembro. Harry pestañeó, incapaz de no mirar aquello. Había visto sólo muy pocas veces a alguien teniendo sexo delante suyo, pero ciertamente nunca entre dos hombres. Por supuesto, una mamada era una mamada, y ésa no se veía nada diferente a lo que habría esperado ver.
Excepto que al que miraba era Malfoy, con sus pantalones negros bajados hasta sus rodillas y sus dedos enredados en el oscuro cabello del hombre delante de él. La expresión de su rostro era mesurada, y sus ojos estaban fuertemente cerrados. La cabeza del hombre se balanceaba con rapidez; tenía aferrada la base de la erección de Malfoy con una mano y con la otra estaba apoyado en la pared detrás, o tal vez haciendo algo interesante en el trasero de Malfoy. La respiración de Malfoy era desigual, y estaba mordiéndose el labio, sin emitir sonido alguno.
Es un poco escandaloso, escuchó Harry en su cabeza, y se preguntó si estaba haciendo esfuerzos para contenerse. Las manos de Malfoy se crisparon fuertemente, y Harry se quedó hipnotizado por el movimiento, por el engullimiento y la revelación de esa piel resbaladiza… por el ritmo de la respiración de Malfoy.
Miró hacia arriba y descubrió a Malfoy viéndolo a él, con los ojos vidriosos y muy abiertos. Harry se heló, incierto sobre lo que tenía que hacer a continuación. ¿Debía disculparse?. ¿Salir?. ¿Unirse?
El último pensamiento lo sobresaltó tanto que lo hizo dar un paso atrás. Malfoy golpeó su cabeza contra el muro, haciendo gestos mientras se venía. Harry se percató de su propia erección levantándose justo cuando los ojos de Malfoy lo buscaron otra vez. Aterrorizado, dejó el baño, haciendo una pausa fuera de la puerta para acomodarse su miembro a una posición más cómoda antes de abrirse sinuoso camino entre la multitud que bailaba en la pista, sintiendo más y más claustrofobia a cada segundo que pasaba.
-¡Harry! –una mano en su brazo lo detuvo, y se volvió a mirar a Colby que le sonreía. -¿Adónde vas?
-A casa –dijo Harry. –Al hotel. No puedo… He tenido suficiente, por esta noche –trató de soltarse.
Colby lo jaló más cerca. –Harry, ya sabes cómo es él. No es exactamente del tipo "novio" –sus ojos eran compasivos.
Harry sacudió su cabeza. –Me voy –dijo, y se soltó de su mano. El aire de la noche era fresco, y caminó dos calles antes de llamar a un taxi. Se colapsó en el asiento trasero, excitado y confundido, y demasiado ebrio como para pensar sobre eso en el momento.
Notas de traducción:
Loft: (piso sin dividir) Lugar amplio y abierto usado originalmente como bodega, restaurado para ser utilizado como apartamento. Muy de moda en las ciudades grandes de E. U.
Gap: Marca de ropa norteamericana, famosa por ser elaborada por personas en condiciones de casi esclavitud mientras que en las tiendas es vendida a precios altísimos. Sólo usada por los fresas.
Soccer: Así le dicen los norteamericanos al fútbol, pues ellos llaman "football" a lo que los demás conocemos como "fútbol americano".
Mardi Gras: (martes gordo, en francés) Fiesta o desfile de inicio de cuaresma, como un tipo de carnaval. Comúnmente se realiza en el martes anterior del miércoles de ceniza. Originaria de Nueva Orleáns.
Gracias por leer y comentar! Nos vemos en la Parte 3 muy pronto!
