Left My Heart

Dejé mi corazón

----------oOoOoOo----------

Por:

Emma Grant

traducido por:

Perla


Parte 3

Era el mismo sueño otra vez.

Estaba vagando a través de los corredores de Hogwarts, sin saber qué era lo que estaba haciendo y hacia dónde estaba dirigiéndose. Las cosas eran siempre un poco borrosas en ese sueño, como si estuviera en un trance del cuál no podía despertar. Nunca había nada más que ver, sólo largos pasillos polvorientos y una sensación de desesperación la cual tenía problemas en quitársela de encima cuando despertaba.

Pero esa vez, viró en una esquina y vio a Ron sentado en el suelo, con las rodillas apoyadas contra su pecho. Qué raro, pensó Harry, percatándose a medias que eso era nuevo, y que debería de sorprenderlo. Pero, por alguna razón, no se sorprendió.

Ron le sonrió tristemente. –Lo siento –le dijo.

-Yo no –contestó Harry, con una voz que más bien parecía un susurro. Entonces, cayó de rodillas; el acto de hablar de algún modo había agotado su energía. Ron levantó su mano, y Harry extendió la suya hacia él.


Viernes 6 de febrero, 2004.

El sonido de la alarma del reloj despertó a Harry, sólo que ésta no dejó de sonar cuando presionó el botón de apagado. Lo volvió a golpear, pero continuaba timbrando. Después de unos segundos de aturdimiento, se dio cuenta que era el timbre del teléfono.

El teléfono.

-¿Diga? –graznó en el auricular, descubriendo que su cabeza le dolía.

-Disculpe que lo moleste tan temprano, señor Potter, pero acaba de llegar un fax para usted, y está señalado como "urgente". ¿Desea que se lo subamos a su habitación?

Harry pudo distinguir los números rojos del reloj cuando lo miró con los ojos entrecerrados, y el primero de ellos definitivamente era un "seis". –Es-bien. ¿Podrían… meterlo por debajo de la puerta o algo?

-Sí señor.

Se metió otra vez bajo las sábanas después de colgar el auricular, y gimió. No podía recordar haberse sentido tan mal después de una noche de parranda en mucho tiempo. Empezó a adormilarse a cabo de un momento, sólo para ser despertado de nuevo por un golpe en la puerta y el sonido de un papel deslizándose bajo de ella. Se sentó y echó a un lado la sábana de la cama. Estaba completamente desnudo, una circunstancia en la cuál no acostumbraba dormir. Y las sábanas estaban…

Aaaagh, pensó, arrugando su nariz. Recordó vagamente que se había despojado de toda su ropa la noche anterior y entonces, se había masturbado ante el recuerdo de Mlfoy y su pene siendo mamado en un baño. El motivo de que esa imagen en particular lo hubiera incitado a hacer eso, era algo que realmente no quería averiguar. Aparentemente, había usado una generosa porción del lubricante que la administración de la posada colocaba convenientemente en las mesitas de noche. También había olvidado cerrar la botella en su prisa por hacer el trabajo. Respingó, lo que ocasionó que su cabeza le doliera aún más.

Todos esos pensamientos perturbadores fueron hechos a un lado cuando recogió el fax… diez páginas de letras y números colocados al azar. Y cruzando el primero de ellos, Hermione había garabateado: "URGENTE: ENTREGAR A H. POTTER LO MÁS PRONTO POSIBLE".

Le tomó un momento encontrar su varita de entre la pila de ropa que se había quitado la noche anterior. Había habido una época en la que dormía con ella en la mano, aunque no había vuelto a pensar en eso hacía años. Cogió del suelo, con un par de dedos, la camisa que Malfoy le había prestado, percatándose con un poco de horror que tenía una misteriosa mancha en ella. Podría ser más fácil ofrecerse a pagarla que tratar de explicar eso.

Regó los papeles por el piso y tocó cada uno con la punta de su varita, recitando el encantamiento decodificador que era único para él. La investigación de Hermione para su doctorado había incluido el desarrollo de algoritmos mágicos de criptografía, y había estado trabajando en un método de clave pública basado en un sistema Muggle llamado RSA. Harry no tenía idea de cómo funcionaba, excepto que cada auror tenía una clave pública que todos conocían y usaban para mandarse mensajes, y una clave privada que sólo conocía cada uno, la cuál usaban para descifrarlos. Una vez, ella había tratado de explicarle cómo funcionaba todo eso, hasta que los ojos de él se habían puesto vidriosos. El último adelanto de Hermione había sido el desarrollo de maneras de usar tecnología Muggle, tal como computadoras y máquinas de fax en las comunicaciones mágicas. Los encantamientos de codificación y decodificación podían ser usados sin importar el tipo de papel en el que el texto fuera impreso.

Las letras de las hojas se reordenaron solas formando conocidos patrones de palabras delante de sus ojos, y se dejó caer en la cama con las páginas decodificadas en sus manos. Era un reporte que contenía los detalles de la información que ella le había transmitido en su llamada telefónica del día anterior. De acuerdo con la investigación de Hermione, la CIA había interferido las comunicaciones de Malfoy de manera extensa cuando vivía en Nueva York, tanto en su hogar como en su oficina. Había una lista de las fechas y las horas en las que Malfoy había recibido lechuzas de fuentes desconocidas. Había resúmenes de reportes de operativos de la CIA quienes lo habían seguido; listas de gente que había sido vista asociándose con él y listas de personas con las que había sostenido relaciones sexuales.

Harry frunció el entrecejo. ¿Por qué necesitaban saber eso? Se preguntó si alguien estaba manteniendo una lista de sus conquistas en Inglaterra. Por cierto que no sería muy larga.

Escudriñó a través de las páginas, sintiéndose culpable e intrigado al mismo tiempo. Malfoy había frecuentado un club en el barrio de magos de la ciudad de Nueva York llamado "B-Boy", y comprado comestibles en "Village Co-op". El informante de la CIA que había suministrado esa información declaraba haber sido su amante por más de un mes.

Malfoy tenía teléfono en Nueva York, y la línea había sido interferida. Las trascripciones de sus llamadas telefónicas eran secretas, pero había una nota diciendo que éstas no contenían información valiosa. Su basura había sido revisada concienzudamente. Su correo Muggle había sido monitoreado. Sus lechuzas fueron interceptadas desde julio, después de que un informante reportó haber visto un pedazo de pergamino en el apartamento de Malfoy con la lista de los nombres de conocidos Mortífagos en los Estados Unidos y una clave que usaba cuando los contactaba. Malfoy había sido señalado oficialmente como sospechoso de ser "terrorista mágico" el 5 de julio del 2003, bajo las condiciones establecidas por el Acta Patriótica.

La cabeza de Harry comenzó a palpitarle dolorosamente. No había visto ninguna evidencia de que Malfoy estuviera haciendo cualquiera de esas cosas en San Francisco. Se preguntó si esa era el tipo de investigación que supuestamente él estaba haciendo. Ciertamente, no tenía ningún interés en clasificar la basura de Malfoy. La sola idea le revolvió el estómago.

O quizá fuera por la resaca. Empujó los papeles dentro de su mochila y se deslizó bajo las sucias sábanas otra vez, esperando sentirse mejor en un par de días. Entonces, ya podría pensar en eso. En todo eso. Adormilándose, las palabras de las páginas danzaron ante sus ojos, deletreando todo tipo de cosas raras acerca de Malfoy.

El teléfono sonó. Esa vez sí recordó que era el teléfono, aunque tuvo que sonar varias veces antes de que pudiera levantarse lo suficiente como para contestarlo.

-¿Puedes estar listo en quince minutos? –le preguntó Malfoy, con voz muy alegre.

-¿Qué? –masculló Harry. -¿Qué hora es?

-Casi las diez –hubo una pausa durante la cual Harry se imaginó que Malfoy estaría rodando los ojos. –Supongo que necesitarás más de quince minutos, entonces.

-¿De qué estás hablando? –Harry se daba cuenta que había sonado quejumbroso, pero no le importó.

-Del paseo por la ciudad, hoy. ¿Recuerdas? Te lo prometí.

-Oh, no, Malfoy –gimió Harry en el auricular. –Hoy no estoy para eso. Me siento peor que mierda.

-Oh, por el amor de Dios –escuchó, y Malfoy colgó el teléfono.

A dormir, pensó Harry, regresando el auricular a su base y acurrucándose en su almohada. Casi se había quedado dormido otra vez cuando escuchó un pequeño sonido de estallido y sintió que le quitaban su cobertor. Se agitó hasta quedar sentado, chillando de la sorpresa.

-Bebe esto –le dijo Malfoy, pasándole una taza humeante.

-¿Qué demonios…? –Harry parpadeó. –¡Maldita sea, Malfoy, casi haces que me cague del susto!

Malfoy sonrió presuntuoso. –Si no quieres que magos extraños se aparezcan en tu habitación, deberías poner las protecciones necesarias –gesticuló hacia la taza. –Bébela.

Harry lo observó sin expresión por un momento. ¿Por qué no había puesto ninguna protección? Ese era un procedimiento de rutina en las misiones, pero ni siquiera se había acordado de eso. Sacudiendo su cabeza, Harry tomó la taza y olfateó el contenido. -¿Poción anti resaca?

Malfoy asintió, y Harry exhaló un suspiro de alivio. Realmente, se estaba sintiendo terrible. Se tomó el contenido de la taza de varios tragos, preguntándose demasiado tarde en la razón por la que había confiado en Malfoy tan fácilmente. Levantó la vista y se dio cuenta que Malfoy no estaba mirándolo a la cara. Harry jaló las sábanas para cubrirse su regazo, sintiéndose tan enfermo que ni siquiera pudo enojarse por eso.

Malfoy sonrió abiertamente. –No es nada que no hubiera visto antes –le dijo, tomando su taza de vuelta.

-No lo has visto antes –respondió Harry.

-Las regaderas comunales pueden ser muy educativas –dijo Malfoy cerrándole un ojo. –Solía mirar un montón. Entonces... ¿te veo abajo en treinta minutos?

Antes de que Harry pudiera contestar, Draco desapareció.

Harry podía sentir la poción empezando a surtir efecto. Le levantó el ánimo, a pesar de que acababa de ser observado con avidez (mientras estaba desnudo y envuelto en sábanas llenas de semen) por Malfoy, entre toda la gente. Qué vergüenza.


A propósito hizo que Malfoy esperara diez minutos más, y entonces se encaminó hacia la puerta de salida. Lo encontró recargado contra el muro del edificio, fumándose un cigarro, y luchó contra las ganas de arrebatarle el cigarro y bailar encima de él.

-¿Te sientes mejor? –gorjeó Malfoy. No podía haber lucido más afeminado, pensó Harry. Bajo su abierto abrigo sherpa, vestía una camisa color crema de cuello de tortuga, que justo rozaba la cintura de sus pantalones negros de marca; y una bufanda rayada con los colores del arco iris estaba envuelta alrededor de su cuello.

Harry le sonrió como saludo, fijando sus ojos en la camisa de Malfoy. -¿Es Gap?

-Diablos, no. Es J. Crew –Malfoy le dio una última fumada a su cigarro y lo tiró contra la pared del edificio. –Francamente.

Harry sofocó una risa y tocó con sus dedos la punta de la bufanda. -¿Podrías ser un poco más obvio, Malfoy?

-No me avergüenza ser quien soy –contestó, inclinando su cabeza. Un mechón de cabello con rayos castaños cruzaba su frente y resopló para quitarlo de sus ojos. –Por otro lado, soy tu cita. Entonces. ¿qué dice esto de ti? –Harry rodó sus ojos.

Caminaron hacia la parada del tranvía que estaba en la 17 y Castro, y tomaron la Línea F que iba a Union Square. Harry nunca se había subido a un tranvía antes… se sentía como si estuviera en una vieja película Muggle. Lo desabordaron después de un viaje sin novedad y caminaron hacia la fila de personas que esperaban por el teleférico de la línea Powell-Mason.

A pesar del hecho que había un carro vacío en la plataforma, el personal no parecía estar apresurado por llenarlo de pasajeros. Esperaron cerca de media hora; Malfoy pasó el tiempo charlando sobre nada y sobre todo, ocasionalmente picando con un dedo a Harry en el estómago para asegurarse de que le estuviera poniendo atención. Harry compró café para los dos en una cafetería cercana, y fue recompensado con un gritito de placer por parte de Malfoy cuando sacó un croissant para compartirlo con él.

Al tiempo que Harry levantaba el croissant para que Malfoy pudiera morderlo, se dio cuenta que unas personas estaban observándolos. Había sido observado por los demás casi toda su vida, pero no de ese modo. Esto era diferente… era con desaprobación, casi con temor y curiosidad. No le importó que esa gente pensara que él y Malfoy eran pareja, pero eso lo amilanó al grado de voltear con rapidez hacia otro lado cuando confrontó su mirada con la de ellos. Se preguntó si ése era el tipo de vida que le gustaba a Malfoy, quien no parecía enterarse de que estaban llamando la atención.

Realmente, la gente ya no miraba a Harry, y no lo habían hecho por varios años. ¿O era simplemente que había dejado de darse cuenta?

El paseo en el teleférico fue divertido por sí sólo, aunque hizo un poco de frío. Malfoy se recargó contra Harry más de lo estrictamente necesario en el carro abarrotado de gente, pero a Harry no le importó. Malfoy estaba siendo alarmadamente dulce ese día, casi coqueto, y aunque el comportamiento era sospechoso, Harry encontró que la atención que le daba le gustaba. Hacía mucho tiempo que nadie lo había mirado de esa manera, o le había sonreído tanto, o se había reído con sus bromas. Ni siquiera Hermione lo hacía más, y Cho había dejado de sonreírle hace mucho tiempo ya.

Bajaron del teleférico cerca del Muelle y caminaron entre los puestos de venta de pescado, mirando algunas de las extrañas criaturas del mar que estaban exhibiéndose en cajas de vidrio. Compraron sopa de almejas servida en grandes panes ahuecados, y la comieron mientras Malfoy contaba a Harry lo que sabía de la historia del Muelle, de cómo el lugar no era ya más un mercado de pescado pero sí una atracción turística. Harry lo escuchaba, poniendo más atención en el timbre de la voz de Malfoy que en sus palabras mismas.

Caminaron por Pier 39 y se detuvieron a atisbar por las ventanas de las tiendas y a aplaudir a los artistas callejeros. Observaron a los leones marinos tomar complacidos el sol, y miraron con curiosidad hacia la isla Alcatraz a través de un telescopio público que funcionaba por veinticinco centavos. Malfoy acaparó la vista, y cuando se acabó el tiempo, le extendió su mano a Harry en espera de más monedas. Harry no se quejó, y le dio todas las monedas de veinticinco que llevaba consigo.

Caminaron por la calle Beach hacia Ghirardelli Square, chocando hombros ocasionalmente e ignorando las miradas acusadoras de los transeúntes. Malfoy quiso helado, y Harry hizo fila en Ghirardelli mientras Malfoy echaba una ojeada a la mercancía de los vendedores callejeros. Harry regresó con dos conos justo cuando Malfoy estaba examinando un anillo que era vendido por un hombre que tenía dos dientes de oro al frente.

-¿Es plata de verdad? –le preguntó con una expresión escéptica en su rostro. El hombre insistió que lo era, y Malfoy soltó un bufido.

-Pero esa sí es una pieza interesante –dijo el hombre, mirando el brazalete de plata en la muñeca de Malfoy. -¿Cuánto quiere por él?

Los ojos de Malfoy se entrecerraron y le devolvió el anillo al hombre. –No está a la venta –le declaró.

Harry le pasó su helado y ambos se alejaron de ahí, y le echó una ojeada al brazalete de nuevo. No se había percatado de él antes. Claramente, era de origen mágico, posiblemente hecho con algún tipo de plata especial sacada por duendes de las profundidades de la tierra. El diseño daba la sutil impresión que fuera una serpiente enroscada alrededor de la muñeca.

-¿Dónde lo obtuviste? –le preguntó Harry, señalando el brazalete.

-Mi madre me lo dio –contestó.

Harry asintió. La madre de Malfoy había muerto, por lo tanto Harry asumió que esa era una posesión especial para él. Tocó su anillo casi de manera inconsciente.

-¿Ése es tu anillo de bodas? –le cuestionó Malfoy.

Harry lo miró sorprendido. –No –respondió. No estaba listo aún para decirle a Malfoy nada más sobre eso.

Afortunadamente, Malfoy pareció entenderlo así. –Pastel de queso y cereza –canturreó mirando su helado, y sonrió. -¿Quieres probar? –levantó su cono, y Harry le dio una pequeña probada, provocando una carcajada de Malfoy. Harry rió también, sintiendo cómo el helado empezaba a escurrir por su barbilla. Se congeló torpemente cuando Malfoy deslizó uno de sus pulgares por los labios de Harry, y entonces, lamía el pegajoso helado de su dedo, con los ojos brillantes.

Se quedaron en la playa a comerse su helado, observando la bahía y lo poco que se podía ver del puente Golden Gate a través de la niebla. Daba frío estar ahí sentados cerca del agua, y Harry se cuestionó en silencio la locura de estar comiendo helado al aire libre en una neblinosa tarde de febrero. Ambos estuvieron en silencio por largo tiempo, mirando las pequeñas olas que se formaban en la orilla. Malfoy apretó sus piernas contra él y cerró sus ojos. Harry se dio cuenta de que ninguno de los dos había mencionado el incidente en el baño de la noche anterior. Se preguntó si Malfoy siquiera lo recordaba.

-¿Vas a contarme sobre Neville? –le cuestionó Malfoy, con los ojos enfocados en su helado.

Harry lo estudió por un momento. -¿Qué quieres saber?

Malfoy se encogió de hombros, y entonces pareció pensativo. -¿Qué sucedió?

-En realidad, no lo sabemos –suspiró Harry. –Fue Terry Boot quien lo encontró, junto a los cadáveres de varios Mortífagos, en un fangoso campo cerca de Cornwall. Los últimos cuatro hechizos que había hecho fueron la maldición asesina. Los sanadores dijeron que su estado de coma probablemente se debió a los efectos de varios y prolongados ataques de Cruciatus, tal vez más de uno al mismo tiempo –Harry hizo una pausa. No había pensado en Neville desde hacía mucho tiempo. ¿Eso lo convertía en un mal amigo?

El helado de Malfoy estaba derritiéndose y escurría por su mano, sin que él se percatara de ello, aparentemente. Estaba mirando hacia el océano.

-¿Cómo fue que ustedes dos… eh…? –Harry se sorprendió de su propia falta de tacto, y murmuró: -No importa.

Se quedaron en silencio durante un largo rato. Malfoy finalmente se dio cuenta que su helado se derretía, y lo arrojó a un recipiente para basura que estaba al lado. Harry lamió su helado derretido alrededor de su cono para evitar que goteara sobre él.

-Estuvimos castigados juntos –dijo Malfoy, limpiando sus pegajosas manos con la servilleta que había estado envuelta alrededor de su cono. –Es casi como un cliché. ¿No? Ninguno de los dos sabía que el otro era homosexual hasta que nos atrapamos mutuamente mirando con ardor al profesor Riley.

-Riley –repitió Harry. Había sido el profesor de Defensa contra las Artes Oscuras de Harry durante su sexto curso. Era joven y muy atractivo, y parecía que cada chica de la escuela se había enamorado de él. Había sido asesinado en una batalla en el Bosque Prohibido, casi al finalizar ese año, justo a un metro de distancia de Harry. Protegiendo a Harry, de hecho.

-Si no hubiera sido una revelación mutua, seguramente yo habría usado esa información en su contra –continuó Malfoy. –Pude haber hecho de su vida un infierno.

-¿Más de lo que en realidad se la hiciste? –bufó Harry.

-Pero estaba intrigado por la idea de que alguien pudiera entenderme –dijo Malfoy, ignorando el comentario de Harry. –Llegamos a un acuerdo, un tipo de tregua. Por el comienzo del séptimo año, eso se había convertido en algo más.

-¿Hasta que tu padre te sacó de la escuela?

Malfoy asintió, con la mirada perdida en la arena bajo sus pies.

-Los demás creímos… bueno, probablemente te puedas imaginar que fue lo que pensamos que pasaría contigo después de eso –dijo Harry y Malfoy no lo miró, pero sonrió, casi con tristeza. Harry decidió presionar un poco más. -¿Por qué decidiste convertirte en auror?

Malfoy tomó un profundo respiro cerrando sus ojos, como para tranquilizarse. –Porque sabía que eso disgustaría enormemente a mi padre –dijo al fin. –Pensaba que yo estaba enfermo... ¿entiendes? Pensaba que sólo sería una fase que tenía que atravesar –abrió los ojos y levantó una de sus manos con el puño lleno de arena, dejando que los granos cayeran a través de sus dedos. –Creyó que podría agotarme, volverme normal. Después de seis meses de eso, me atrapó mamándosela a mi tutor, y sólo… explotó. Para no hacer la historia larga, me dijo que si estaba determinado a desperdiciar mi ADN, lo menos que podía hacer era permitirle ofrecer mis servicios para la causa –se encogió de hombros y Harry se preguntó a que se refería exactamente con servicios. –En ese punto, yo no iba a hacer nada de lo que quería que hiciera. De cualquier forma, cumplía dieciocho en marzo, y entonces tendría mi herencia. Me imaginé que no había nada que pudiera hacerme. Y me fui.

Malfoy miró hacia la bahía, con el rostro tenso. Harry esperó que continuara, pero no lo hizo. -¿Te las arreglaste tú solo después de eso?

Malfoy asintió. –Me volví un poco loco, y me mudé a Londres. Después de un par de meses, mi padre me encontró y me quería hacer regresar a casa. No iba a permitir que me negara, por lo tanto decidí hacer algo para protegerme yo mismo.

-¿Y decidiste solicitar tu entrada al entrenamiento de auror? –Harry miraba el rostro de Malfoy.

-Sí. Aunque tenía que tomar mis ÉXTASIS primero. Ya conoces el resto.

-No –respondió Harry. –De hecho, no.

Malfoy se encogió de hombros y se incorporó, sacudiéndose la arena de sus pantalones. -Me está dando frío. Vayámonos de compras.

Harry le permitió jalarlo para ayudarse a ponerse de pie, satisfecho de lo mucho que había conocido sobre Malfoy. Tal vez ese plan de hacerse su amigo pudiera funcionar, después de todo.

Horas después, estaban terminando de cenar en el restaurante "North Beach". Harry sirvió lo que quedaba de una botella de Chianti en la copa de Malfoy, mientras lo observaba picar los restos de su osso buco.

-¿Algo más que quieras visitar hoy? –le preguntó Malfoy, probando tentativamente la médula de su hueso de ternera.

Harry lo pensó. –Hay un solo lugar al que me gustaría ir.

Malfoy arrugó su cara y dejó el resto de la médula en paz. -¿Cuál?

-Haight-Ashbury, por supuesto.

El rostro de Malfoy se congeló por un momento, y entonces bajó la mirada hacia su plato. –Tendrás que ir ahí por tus propios medios.

-¿Qué? –preguntó Harry, sorprendido. -¿Tú nunca has estado ahí?

-No –Malfoy sorbió de su vino.

-¿Has vivido aquí por seis meses y no has estado en el barrio de magos para nada? –Harry no pudo dejar de entrecerrar los ojos ante la evidencia de una pista potencial. –Eres un auror, Malfoy. ¿No es para eso para lo están los hechizos de encubrimiento? –Malfoy se encogió de hombros y trató de cambiar de tema de conversación, pero Harry no estaba listo para dejar pasar eso. –Seguramente necesitarás ingredientes para pociones, algún libro o algo. ¿No extrañas convivir con otros magos? –Malfoy sacudió su cabeza. Harry apretó sus labios, preguntándose cómo podría presionar más sobre ese asunto. Si podía conseguir que Malfoy aceptara a ir a Haight-Ashbury, eso podía quizá dirigirlo a un adelanto en su investigación. –Deberíamos ir, entonces –dijo Harry, tan firme como pudo hacerlo.

-No quiero ir –contestó Malfoy.

-Vamos mañana. Será divertido.

-Tengo que trabajar mañana.

-Entonces vayamos cuando salgas de trabajar.

-¡Maldición, Harry!. ¡Dije que no! –la voz de Malfoy fue tan áspera que varias cabezas en el restaurante se volvieron hacia su dirección. Harry cruzó sus brazos sobre su pecho y miró a otro lado.

El taxi los llevó de regreso al apartamento de Malfoy en medio de un incómodo silencio. Harry hacía esfuerzos por no mostrarse inquieto, preocupado por haber arruinado en un simple momento, todo lo que había logrado ganar durante el día completo. Aunque en verdad no podía culpar a Malfoy por no confiar en él. Quizá ésa era una señal de qué tan profundo era el problema en el que Malfoy realmente estaba metido.

Siguió a Malfoy adentro de su edificio, sin desear marcharse hasta que uno de los dos hablara. Malfoy era increíblemente testarudo, por lo que todo indicaba que tendría que ser él el primero en decir algo.

Bien, pensó. Había estado casado; estaba acostumbrado a echarse la culpa de cualquier mierda que ni siquiera sabía que había hecho hasta que era demasiado tarde. Malfoy abrió la puerta y encendió las luces, y Harry abrió la boca para disculparse.

-Lo siento –dijo Malfoy, tan quedamente que Harry no estaba seguro de haber escuchado correctamente. Harry lo miró boquiabierto por un momento, y Malfoy continuó: -Tengo mis razones para no querer ir ahí. Te pido que respetes eso, por ahora –levantó la mirada, y Harry pudo ver que sus ojos lucían preocupados, a pesar de que su rostro se mantenía sin expresión.

Para empezar, Harry descubrió que Malfoy no lo quería dejar ir. No quería perder su compañía, aunque se portara cauteloso. Yo también sería cauteloso, si todos mis amigos y amantes me hubieran estado espiando, pensó Harry.

Asintió y trató de sonreír. –Está bien.

Malfoy pareció aliviado por un segundo, y entonces recuperó su compostura por completo. -¿Quieres salir con nosotros esta noche otra vez?

Harry se sintió fracasar. –Supongo –había estado esperando que sólo se quedarían a no hacer nada, a charlar un poco más. No estaba seguro de poder soportar otra noche como la anterior.

Los labios de Malfoy se curvearon en su acostumbrada sonrisa condescendiente. –No te preocupes. Será de mucha más baja intensidad. Sólo unos cócteles, y probablemente después regresemos aquí a relajarnos.

-¿Tengo que cambiarme de ropa otra vez?

Malfoy sonrió. –Absolutamente.


Malfoy se dio una ducha rápida y entonces caminó desnudo por el apartamento por lo menos unos diez minutos, para gran molestia de Harry. Éste había escogido lo que se vestiría y se lo había puesto ya, por lo que se sentó en la cama a esperar, tratando de no mirar, pero mirando de todas maneras. Harry se percató que Malfoy era delgado pero musculoso, más que sólo flacucho; y que tenía un tatuaje de un nudo céltico en la base de su columna vertebral. Harry observaba con fijeza hacia el tatuaje cada vez que Malfoy pasaba, y se preguntó si le habría dolido hacérselo. Malfoy estaba buscando algo en su armario cuando Harry descubrió que el tatuaje se había transformado en un pequeño dragón. Miró más de cerca, y el dragón estiró sus alas al tiempo que bostezaba. Harry jadeó de la sorpresa, e inmediatamente se sonrojó cuando la cabeza de Malfoy se viró de improviso hacia atrás.

-Me… ese tatuaje… me sorprendió –tartamudeó, sintiendo cómo se ponía rojo. Malfoy sonrió y se acercó, girándose para que Harry pudiera ver más de cerca.

-Tócalo –le dijo.

-¿Perdón? –Harry sentía que sus mejillas ardían aún más.

-Adelante –rió Malfoy, mirando por encima de su hombro.

Harry tragó fuerte y presionó tentativamente un dedo sobre el dragón. Éste se alejó de su alcance, retozando y observándolo con sus pequeños y brillantes ojos negros. -¿Qué demonios…? –Harry trató de tocarlo de nuevo y se volvió a alejar, sacudiendo su cabeza hacia él. Harry observó su danza por la pálida piel de Malfoy, esquivando sus intentos por atraparlo. Apoyó la palma de su mano contra la piel de Malfoy, capturando por fin al dragón.

Sonrió, y entonces se dio cuenta que su mano estaba en el trasero de Malfoy. Se congeló por un momento, incierto sobre si tenía que quitarla de un tirón o hacer simplemente algún comentario casual sobre el tatuaje mágico, como si no fuera nada raro haber estado acariciando el culo de otro hombre en el último minuto.

Malfoy se aclaró la garganta y sonrió sobre su hombro. –Bonito truco. ¿Verdad?

Harry levantó la vista y retiró su mano de dónde la tenía. -¿Le muestras eso a todos los chicos?

Malfoy sonrió. –Sólo se mueve para los magos, ya sabes. Tiene la apariencia de un nudo céltico, al menos que lo mires con mucha atención.

Harry se ruborizó, percatándose de que había sido descubierto. Malfoy procedió a vestirse y no dijo nada más sobre el tema, para gran alivio de Harry.


Se encontraron con Colby y Jeremy en el "Pilsner Inn" de la calle Church, un encantador y cercano bar que estaba atestado de gente. La mayoría son hombres, pensó Harry, mirando alrededor. Estaba sorprendido de lo fácil que le había sido mezclarse en ese ambiente. Afortunadamente, Colby y Jeremy habían llegado lo suficientemente temprano como para acaparar una mesa para todos ellos. Les sonrieron a Harry y a Malfoy mientras serpenteaban abriéndose paso entre la multitud. Colby le hizo gestos a Harry para que se sentara junto a él, sonriéndole tímidamente.

-Entonces. ¿Hoy por fin dejaron la cama antes de la hora de la cena? –bromeó Jeremy. Colby le dio un codazo, lanzándole una extraña mirada.

-Nos paseamos en teleférico, y fuimos al Muelle –les informó Harry. –Fue divertido.

-Es bueno saber que Derek conoce algo más de San Francisco que sólo la gran vida nocturna –dijo Colby cerrando un ojo.

-Me arriesgo a salir durante el día, muy frecuentemente –respondió Malfoy, reclinándose en su silla con aire de aburrimiento. –También me alejo de Castro en algunas ocasiones.

-Y la tierra de algún modo no se sale de sus ejes –dijo una voz detrás de Harry. Vio una sonrisa franca cruzar el rostro de Malfoy justo antes que el hombre apareciera y lo besara.

Lo besó, y no en el amigable, hola-cómo-estás modo en que Malfoy acostumbraba besar a la gente. El hombre se apretujó entre Malfoy y Jeremy en la mesa, inclinando su cabeza hacia los demás a manera de saludo.

-Éste es Harry, un amigo que me visita desde Londres –le dijo Malfoy al recién llegado. –Harry, éste es Manny Padilla.

Manny le sonrió mientras su mano cruzaba la mesa para estrechar la de Harry. –Derek me ha hablado mucho de ti, Harry. Es grandioso poder conocerte al fin –sus ojos echaron una mirada rápida y breve a la frente de Harry.

-Sí, también es un gusto para mí –logró decir Harry, deseando poder regresar a la primera parte del comentario de Manny. La sonrisa de Manny era tan encantadora que por un momento le recordó a Gilderoy Lockhart… pero mucho más atractivo. De aproximadamente treinta años, vestía inmaculadamente y estaba mirando a Malfoy con adoración. Harry sintió que algo le daba un vuelco en su estómago.

-¿Cómo está marchando la declaración? –preguntó Malfoy, centrando completamente su atención en Manny.

Manny le hizo una señal al mesero agitando su mano casualmente y ordenó una cerveza Heineken. –Horrible. Los tontos no saben en lo que se están metiendo –Manny sacudió su cabeza, y él y Malfoy parecieron intercambiar una mirada significativa.

-¿Eres abogado, entonces? –cuestionó Harry, de repente queriendo ser parte de la conversación.

Manny sonrió. –Corporativo, para firmas de ingeniería. En realidad, es muy aburrido.

-Pero paga bien –murmuró Colby por lo bajito. Manny no pareció haber escuchado. Malfoy le hizo más preguntas sobre la declaración, y Harry descubrió que no podía seguir la conversación. Les dirigió una mirada a Colby y Jeremy, y se dio cuenta que lo estaban observando. Colby le ofreció una sonrisita y golpeó levemente su rodilla contra la suya por debajo de la mesa. Jeremy gesticuló su cabeza en dirección a Manny y rodó los ojos. Harry sofocó una sonrisa, y entonces la verdad lo golpeó.

Malfoy tenía novio.

Su sonrisa vaciló, y se obligó a mirar otra vez. Manny había tomado la mano de Malfoy y estaba acariciando su palma con un dedo, y Malfoy estaba sonriendo y escuchando mientras Manny hablaba. Para Harry, ellos se veían como una pareja, ya que aún alguien tan promiscuo como Malfoy podía verse, que con él, estaba en una pareja.

Harry se enfureció de repente. ¿Por qué Malfoy no le había mencionado esto antes? Habían pasado cuatro días juntos, y Malfoy ni siquiera le había dado una pista de que tuviera novio. ¿Qué no eran esas el tipo de cosas que uno le cuenta a la gente?. ¿Por qué nadie le había dicho nada sobre él? El nombre de Manny había salido a relucir varias veces la noche anterior, pero realmente no le había prestado atención. Había imaginado solamente que sería otro de los amigos de Malfoy.

No hacía ni una hora que se había sentido tan bien por los avances de su investigación, creyendo que por fin Malfoy se estaba abriendo a él. Ese era un gran detalle que había excluido. Harry miró a su cerveza con el ceño fruncido, sin importarle si alguien se daba cuenta. De hecho, esperaba que Malfoy se diera cuenta. Levantó la mirada de nuevo después de un momento, pero Malfoy seguía charlando quedamente con Manny. Éste sonrió y se inclinó hacia Malfoy para besarlo.

-¿Alguien quiere otra ronda? –preguntó Harry. –Yo invito.

-Seguro –contestaron todos a coro. Malfoy le sonrió radiante y se volvió otra vez hacia Manny. Harry trató de no mirarlo con furia.

-Yo te ayudo –dijo Colby, para el alivio de Harry. Ambos se abrieron camino entre la multitud para llegar a la barra. –Supongo que no te dijo nada sobre Manny –comentó Colby, con la mirada compasiva brillando en sus ojos de nuevo.

-Ni una palabra –gruñó Harry, sorprendiéndose de la amargura en su voz. Sin embargo, era probable que actuar el papel de amante celoso no lo perjudicaría. Era una buena historia para encubrirse, de cualquier forma. Arrugó su entrecejo. -¿Quién diablos se cree que es?

Colby envolvió con un brazo el de Harry. –Oh, cariño, Derek es sólo como todos seríamos si tuviéramos las pelotas suficientes. Hace lo que quiere, cuando quiere y con quien quiere.

-¿Y qué piensa su novio de eso? –preguntó Harry, sin que le costara mucho trabajo sonar sarcástico.

-Se aguanta las pendejadas de Derek, justo como lo hacemos todos –Colby sonrió y apretó el brazo de Harry. –O lo aguantas, o te largas.

-¿Qué harías tú?

Colby se encogió de hombros y miró hacia la barra. -¿Qué tipo de cerveza querían que les lleváramos?

El resto de la noche fue insoportable para Harry. No se había percatado a qué grado había sido el centro de la atención de Malfoy, hasta que ya no lo fue más. Cuanto más pensaba sobre el hecho que no le había dicho nada sobre Manny, más furioso se sentía. Después de una hora, apenas estaba participando en la conversación, a pesar de los intentos de Colby de incluirlo en ella.

-Bueno, chicos, me tengo que levantar temprano mañana –dijo Jeremy alrededor de la medianoche. –Tiempo de retirarse a dormir.

-¿Qué? –Malfoy puso mala cara. –¡Siempre vamos a mi casa los viernes en la noche!

Jeremy se encogió de hombros y miró hacia Colby. Colby estudió sus ojos por unos segundos antes de levantar la mirada. –Lo siento, pero yo estoy rendido. Ustedes arréglense como puedan esta noche.

-Yo me puedo quedar un rato -dijo Manny. Harry sintió que el alma se le caía a los pies.

-¿Y tú, Harry? –le preguntó Malfoy, dirigiéndose directamente a Harry por primera vez en casi una hora.

Harry lo consideró. Realmente no tenía humor para una tercera ronda, pero no quiso ni pensar en Malfoy y Manny regresando al apartamento juntos, y solos. –Por supuesto. –dijo. No tengo nada mejor que hacer.

Por otro lado, se recordó, estaba ahí para investigar. Las relaciones de Malfoy con ese abogado podrían ser una pista importante de porqué estaba escondido ahí. Harry suspiró. Estaba ahí para trabajar, no para hacer amigos o meterse en la vida de otras personas. Era mejor que no se olvidara de eso.

Se despidieron de Colby y Jeremy afuera del lugar, y entonces caminaron hacia el apartamento de Malfoy, que estaba a un poco más de un kilómetro de distancia. Malfoy charlaba alegremente mientras caminaban, con Harry a su izquierda y Manny a su derecha. Una tonada amortiguada empezó a sonar, y Manny buscó en los bolsillos de su elegante abrigo de lana.

-Disculpen, chicos –echó una mirada a la pantalla de su teléfono y volteó a ver a Malfoy. –Tengo que contestar esta llamada. ¿Diga? –Manny se alzó de hombros hacia ellos y se alejó una pequeña distancia, hablando rápidamente pero en voz baja. –Claro que sé quién es. Sólo me gustaría que alguien me hubiera dicho…

Malfoy regresó su mirada a Harry y le sonrió, inclinando su cabeza. -¿Te la estás pasando bien?

Harry resopló, resistiendo las ganas de golpearlo en respuesta. –Supongo.

Malfoy arrugó el ceño. -¿Pasa algo malo?

Harry miró hacia Manny, que gesticulaba ampliamente hacia nadie mientras hablaba por su celular. –No. No pasa nada –suspiró y bajó la mirada hacia sus pies.

-Harry… -empezó a decir Malfoy, buscando tomar su mano. Harry la retiró con brusquedad antes que supiera lo que estaba haciendo. -¿Qué mierda te pasa esta noche? –soltó Malfoy. –Traté de ignorarte, y he intentado ser amable contigo, y tú te portas como un patán de cualquier manera.

-¿Yo soy un patán? –replicó Harry. –Oh, por el amor de Dios…

-¿Qué?. ¿Qué fue lo que hice?. ¿Esto es todavía por lo de Haight-Ashbury?

Harry gimió. –Esto no es por lo de Haight-Ashbury… -suspiró, tratando de dominarse. ¿Por qué estaba tan enojado por esto? Miró de nuevo a Manny. El bastardo se veía completamente espectacular aún parado ahí, metido en su abrigo a la débil luz de la lámpara de calle y hablando con sabe quién.

-Oh, Dios mío –dijo Malfoy. Harry lo miró. -¿Es por Manny, verdad?

Harry no supo cómo responder, aunque esa era la verdad. Se contentó con encogerse de hombros. –Yo sólo… desearía que me lo hubieras dicho.

Malfoy hizo un sonido exasperado. -¿Decirte qué?. ¿Qué iba a venir esta noche? Se suponía que iba a venir desde la primera noche… lo sabes.

-Qué tienes novio -dijo Harry, muy agradecido de que estuviera lo suficientemente oscuro para que Malfoy no pudiera ver el color del que seguramente se estaba poniendo.

Malfoy levantó sus manos en protesta. –Primero que nada, no es mi novio. Yo no tengo novios.

Harry sonrió sarcástico. –Eso no fue lo que me pareció ver esta noche.

-Segundo, no creo que sea, de ninguna manera, tu maldito problema saber a quién me estoy tirando.

Harry luchó para no mostrar el dolor que sintió ante ese comentario. Era la verdad, después de todo; ese no era de ninguna manera su problema.

Por otra parte. ¿eso era por lo que estaba ahí, no? Se suponía que estaba tratando de averiguar lo más posible acerca de los contactos de Malfoy y de sus actividades. Logró sonreír con frialdad y los ojos de Malfoy se entrecerraron.

-Siento eso –dijo Manny, reuniéndose con ellos. –Desearía poder apagarlo, pero es por esto por lo que me pagan –miró entre ellos dos, cómo si sintiera la tensión.

Malfoy asintió y comenzó a caminar otra vez; se quedaron en silencio el resto del trayecto. Ante las escaleras de su edificio, Malfoy se detuvo, pensando, y entonces se dirigió a Manny. –Olvidé… me quedé sin vodka. Voy a correr a la licorería de la esquina y comprar un poco antes de que cierren. Ustedes entren –se alejó, dejando a Harry a solas con Manny.

Manny rebuscó entre sus bolsillos y sacó un llavero. Harry frunció el ceño mientras él abría la puerta principal. -¿Tú también vives aquí?

Manny se rió. –No, yo vivo en un loft que está en Market –Harry lo siguió adentro, apretando los dientes. ¿Él tenía una llave…?

Dijo que no tenía novios. Ja.

Siguió a Manny dentro del apartamento… Maldita llave… y se colapsó sobre el mullido sofá. Ése había sido su lugar habitual en los últimos días. Se preguntó dónde solía sentarse Manny.

Manny se acomodó en el sofá a su lado, sonriendo apretadamente. –Mira, Harry, sólo acabemos con esto de una vez. ¿Si?

Harry se obligó a sonreírle en respuesta. -¿Disculpa?

-Obviamente Derek no te habló de mí, y estás celoso y enojado –se recargó contra los cojines, suspirando. –Desearía que fuera un poco más cuidadoso con los sentimientos de los demás, pero…

-¿No te preocupa que ande jodiendo con quién sea por ahí? –dijo impulsivamente Harry, en un tono tenso. Le pareció que era una buena pregunta. Ciertamente, eso le había estado preocupando a Harry.

Manny se encogió de hombros. –Siempre ha sido así, y es honesto en cuanto a eso. Es muy cuidadoso, también. Yo desearía que se quedara en casa y esperara por mí cada noche, pero no lo hace.

-Eso es una grandísima mierda –gruñó Harry.

-Ha habido un montón de chicos cómo tú, Harry –dijo Manny. –Entran en su vida, se encapricha con ellos una semana o dos, y luego se aburre –Harry tragó saliva, sacudiendo su cabeza incrédulo. ¿Cómo podía ser Manny tan imperturbable?

-Sólo que de mí, nunca se ha aburrido; por lo tanto, aún sigo aquí –dijo sonriendo, y Harry tuvo que luchar enormemente contra la necesidad de golpearlo.

Por otra parte, era claro que Manny había conocido a Malfoy por mucho tiempo, y podía ser una buena fuente de información.

-¿Qué te hace pensar que soy sólo otra cana al aire? –preguntó Harry, tratando de imitar la imperturbabilidad de Manny. –Después de todo, lo conozco desde los once años. Tengo una historia con él que no cualquiera tiene.

Manny sonrió apretadamente otra vez. –Sólo estás de visita aquí por unas semanas. Volverás a Inglaterra muy pronto, y Derek regresará derechito a mi cama, como siempre. De cualquier forma, está bien que estés aquí para mantenerlo ocupado. Yo tengo mucho trabajo esta semana.

Harry apretó su mandíbula y miró hacia otro lado.

-Oh, no lo tomes personal, Harry. Si te sirve de consuelo, él ha hablado incesantemente de ti toda esta semana. Hasta me he puesto un poco celoso.

-¿En serio? –preguntó Harry, regresando su mirada a él. -¿Qué te ha dicho?

Manny se movió más cerca, sonriendo. –Qué es magnífico joder contigo.

La mandíbula de Harry cayó hasta el piso, y antes que pudiera impedirlo, soltó: -¿Él dijo eso? -no podía imaginar el motivo por el que Malfoy estaría diciendo algo así.

Manny afirmó con un movimiento de cabeza, y sus ojos oscuros brillaron. –Puedo ver el porqué Derek está tan interesado en ti.

Harry tragó fuerte, dándose cuenta por fin de que Manny estaba demasiado cerca. No tenía ninguna idea de qué hacer. –Yo… eh… ¿Por qué será?

Manny tomó una mejilla de Harry con su mano y se inclinó sobre él. –Eres endemoniadamente sexy, y no tienes absolutamente idea de ello.

Harry nunca había sido uno de esos hombres que presionaban agresivamente a las chicas, sin saber aceptar un "no" como respuesta. Se preguntó si eso era lo que se sentía recibir ese tipo de atención.

Y la siguiente cosa que Harry supo, era que estaba siendo besado. Habían pasado meses desde que había sido besado por alguien, y su cerebro se desconectó completamente por un momento. La lengua de Manny lo presionó, caliente y resbaladiza, y no pudo evitar abrir su boca en respuesta. Manny profundizó el beso, deslizando su brazo por la espalda de Harry, quien se escuchó a él mismo gemir.

Entonces, oyó una vocecita en el fondo de su cabeza decir: ¿Qué demonios crees que estás haciendo?

Empezó a alejarse, tratando de pensar en una manera de protestar sin dejarle saber a Manny que no era, en realidad, homosexual. Maldito Malfoy que no les dice la verdad a sus amigos. –Espera… -comenzó a murmurar.

-¿A Derek? Regresará pronto –la boca de Manny se dirigió a la oreja de Harry y empezó a lamer de un modo que siempre conseguía derretirlo. –Puede unírsenos.

-Oh, mierda –susurró Harry.

La perilla de la puerta sonó, y Harry saltó del sofá alejándose de Manny. Malfoy entró por la puerta con una bolsa de papel en la mano y les sonrió a los dos.

-¿Han estado charlando en lo que venía?

-Claro –dijo Manny. Harry pudo escuchar la sugerencia en su voz. Levantó la mirada para descubrir a Malfoy viéndolo, con una extraña expresión en su rostro.

Harry tomó una decisión. –Lo siento, pero estoy realmente muy cansado. Creo que me iré ahora mismo.

-Harry… -protestó Malfoy.

-No, de verdad –dijo Harry, metiendo sus manos en sus bolsillos. –Yo… te veré después. ¿Está bien?

No miró a ninguno de los dos mientras se dirigía hacia la puerta. Escuchó a Malfoy llamarlo por su nombre cuando bajaba corriendo las escaleras, pero no miró atrás. Sólo se mantuvo caminando, pasó la puerta del edificio, subió por Castro y regresó a su cuarto en la posada.


Notas de traducción:

RSA: Sistema criptográfico con clave pública. Son las iniciales de los apellidos de los investigadores que desarrollaron el algoritmo: Rivest, Shamir y Adleman.

La conversación de Manny por teléfono celular (lo que está en cursiva) está escrita originalmente en español por la autora. Se supone que Manny habla español porque es de origen latino.


¡Gracias por leer y especialmente a los que dejan review! La autora me ha dicho que no es necesario que le traduzca los reviews pues ella se siente capaz de leerlos, ya que sabe un poco de español.

Así que si esta historia te está gustando, escribe un comentario con la seguridad que Emma misma lo leerá.

Otra cosa: por pura ociosidad, he añadido en mi perfil unos enlaces a páginas e imágenes de lugares o cosas aparecidas en el fic... ¡están muy interesantes!

Después de todo, los que la conocen, dicen que San Francisco es la ciudad más bella de E.U... ¿será?