Left My Heart

Dejé mi corazón

----------oOoOoOo----------

Por:

Emma Grant

traducido por:

Perla


Parte 8

Harry fue despertado bruscamente por una mano que presionaba firme contra su boca; trató de sentarse en la cama, pero fue empujado hacia abajo de nuevo. Un hechizo fue susurrado, y una varita iluminó el rostro del intruso.

Era Malfoy, y tenía un dedo levantado sobre sus labios para indicarle a Harry que guardara silencio. Liberó la boca de Harry y susurró otro hechizo, y entonces barrió alrededor de la habitación con su varita, como formando un círculo. Un pequeño punto de luz apareció en un rincón del cuarto, cerca del techo; Harry entrecerró los ojos y buscó sus anteojos. Malfoy murmuró otra vez, y una burbuja de luz emergió de su varita y flotó a través de la habitación, cubriendo el punto del rincón.

-Es un dispositivo muggle para escuchar –masculló Malfoy. –La CIA tiene la costumbre de usarlos en nosotros, porque tendemos a esperar métodos de vigilancia mágicos. Pero ya no pueden oírnos más.

Vigilancia, pensó Harry, recordando la conversación de la mañana con Fallin. -¿Cuánto tiempo ha estado eso ahí?

-No sabría decírtelo –contestó Malfoy. –Ahora, eso no es lo importante. Harry, tienes que irte inmediatamente. Estás en gran peligro –Malfoy se puso de pie, tendiéndole su mano, y jaló a Harry para levantarlo. Malfoy seguía vestido con las mismas ropas que había tenido antes, a pesar de que estaban a mitad de la noche.

-¿Qué? –preguntó Harry, desconcertado. ¿Estaba soñando? Si era así, por lo menos ahora era algo nuevo.

Malfoy se sacó su brazalete de plata de un bolsillo y lo puso en la mesita de noche. –Es un traslador, y lo he encantado para que funcione sólo para ti, tan pronto como lo toques –el tono de su voz era urgente y diferente a ninguno que Harry le hubiera escuchado antes. –Te llevará directo a mi apartamento, aún a través de las protecciones. Ahí estarás a salvo.

-¿Qué está pasando?

-No puedo quedarme aquí más tiempo –dijo Malfoy. –Reúne todo lo que sea que no quieras que nadie encuentre, y usa el traslador. Date prisa.

Miró con fijeza a Harry por un momento y, entonces, desapareció con un estallido.

Harry se quedó congelado en su lugar por un segundo completo. No tenía ninguna razón para no confiar en Malfoy, pero era difícil creer que él estuviera en peligro. El recuerdo del tono en la voz de Malfoy lo impulsó a entrar en acción, y metió en su mochila todo lo que pudo encontrar. Encendió la lámpara, mirando alrededor para encontrar los objetos más importantes.

La varita. ¿Dónde estaba su varita? Había estado en su chaqueta, y recordaba habérsela quitado y arrojado al suelo en… el baño. Halló su chaqueta en el piso cerca del inodoro, y buscó por su varita.

Y entonces, escuchó los sonidos inconfundibles de dos personas apareciéndose dentro de su habitación. En voz baja, se hizo un hechizo de encubrimiento y se asomó por el marco de la puerta. Había dos figuras encapuchadas, moviéndose alrededor de su cuarto.

-Nuestros informes decían que estaba aquí –siseó uno de ellos. Era de acento británico.

-Todavía puede estar –respondió el otro. Esa voz era extrañamente familiar, y apretando la mochila contra su pecho, Harry se movió sigilosamente hacia delante. Si no se trasladaba muy rápidamente, ellos no se darían cuenta que estaba ahí. Sólo tenía que alcanzar el brazalete en la mesita de noche.

Las figuras empezaron a revisar la habitación, tirando las sábanas fuera de la cama y sacando los cajones del tocador. Harry dio otro cuidadoso paso adelante. ¿Qué estarían buscando, aparte del mismo Harry? Su cuerpo bullía en adrenalina y un sentimiento de distanciamiento se apoderó de él… ya tendría tiempo de sobra para pensar después. Por ahora, se enfocó en alcanzar el brazalete, en escapar. La banda plateada parecía destellar bajo la suave luz de la lámpara, llamándolo hacia ella.

-Revisa el baño –dijo uno de los hombres. Harry se congeló, a sólo pocos pasos del brazalete. El hombre se dirigió hacia el baño siguiendo una trayectoria que lo llevaría a chocar justo contra Harry, y él no se podía mover fuera de su camino sin llamar la atención. Se preparó y trató de enfocar su mente, en la cual desfilaban los hechizos de defensa que, sabía le funcionarían mejor a tan corta distancia. Su mente estaba extraordinariamente alerta.

-¡Amo, mire! –el hombre se había detenido y estaba apuntando hacia la mesita de noche.

El brazalete, pensó Harry, sintiendo un escalofrío de miedo.

-Sí –dijo el otro hombre. –En efecto, eso es bastante interesante –sacó una varita de su túnica y apuntó hacia el brazalete, susurrando: -Accio.

Harry se tiró de cabeza sin ni siquiera pensarlo, atrapando el brazalete en el aire. Justo antes de sentir el enfermizo retorcijón en sus tripas, justo antes de que el cuarto desapareciera a su alrededor, Harry se encontró, por una fracción de segundo, mirando el rostro de Lucius Malfoy.

Y un momento después, estaba parado en el apartamento de Draco Malfoy, oprimiendo su mochila y jadeando, con su brazo aún extendido y agarrando el brazalete. Malfoy estaba de pie junto al sofá, con el aspecto de quien que ha estado paseando de un lado a otro nerviosamente. Se congeló cuando vio a Harry.

Se miraron el uno al otro por un momento... Harry estaba demasiado trastornado hasta para hablar.

Entonces, Malfoy hizo un extraño sonido y se arrojó hacia Harry. Éste dejó caer su bolsa, el brazalete, su varita… y de repente sus brazos estaban llenos. Malfoy lo estaba besando, apretando su cuerpo contra el suyo y temblando.

-¡Dios, pensé que te perdería! –susurró contra los labios de Harry.

-¿Cómo supiste? –preguntó Harry, acercándolo más a él, tratando de tranquilizarse. Su corazón le latía con violencia; si Malfoy estaba asustado, tenía que saber algo sobre lo que hubiera podido pasarle. Por primera vez en años, Harry se preguntó si había escapado por poco de la muerte, o de algo peor.

-Estaba aterrorizado –respondió Malfoy. –Oh, Dios… -y besó a Harry de nuevo, tan duro que sus dientes chocaron. –Perdóname –murmuró dentro de la boca abierta de Harry. –Perdóname por haber hecho que te fueras.

-Estoy aquí –susurró Harry a su vez, y jaló a Malfoy en un abrazo más apretado contra él. –Estoy bien, todo está bien –Malfoy se fundió con él, con sus brazos alrededor de su cuello, gimoteando en su boca conforme Harry le correspondía el beso con todo el sentimiento que había contenido por días.

Todo lo demás empezó a desvanecerse a su alrededor… la habitación, el recuerdo del rostro del padre de Malfoy en la oscuridad, el miedo que había estado reuniendo en su estómago. Todo eso fue remplazado por una creciente pasión. Harry se apartó del beso, preocupado de que su repentina erección fuera inapropiada, de que esa fuera la hora y el lugar equivocados para sentirse así.

Pero Malfoy lo jaló hacia él y se oprimió contra su cuerpo, besando a Harry con una especie de desesperación. Malfoy estaba excitado también, Harry pudo percibir su dureza… y esta vez, no se alejó de Harry ni lo rechazó.

La mente de Harry estaba perdiendo la batalla contra sus hormonas, lenta pero inexorablemente. –Te deseo –susurró, moviendo sus labios en el oído de Malfoy y oprimiendo su entrepierna contra la suya. Sus erecciones se rozaron, y ambos jadearon.

-La recámara –masculló Malfoy, y empezó a caminar hacia atrás. Cruzaron la habitación a tropezones, sin deshacer su abrazo, sin dejar de besarse y tocarse el uno al otro tanto como les era posible. Harry nunca antes había sentido ese nivel de pasión… no podía quitar sus manos ni su boca de Malfoy ni siquiera para caminar, ni para quitarse la ropa.

Llegaron hasta la puerta, pero se golpearon fuertemente en ella al encontrarla cerrada. Harry oprimió a Malfoy contra ésta, sosteniéndole sus manos a cada lado de su cabeza contra la madera, besándolo suficientemente duro como para hacerle daño. Malfoy movió sus caderas contra las de Harry y usó uno de sus tobillos para atraparlo por detrás de las rodillas y acercarlo más a él.

Harry cambió la posición de su cuerpo y sus erecciones se rozaron de nuevo. Su gemido se mezcló con el de Malfoy, y empezó a empujarse contra él sin ni siquiera pensarlo. Se percató que Malfoy también se movía contra él en respuesta, y ambos se oprimieron más duro, volviendo sus movimientos cada vez más frenéticos.

No supo cuanto rato estuvieron haciendo eso, porque el tiempo parecía haberse detenido. Sólo eran él y Malfoy, sus labios y lenguas, sus penes presionándose juntos a través del delgado algodón y la ruda mezclilla, más duro, más rápido…

Malfoy gritó y lo dejó de besar, levantando su barbilla. Harry devoró su garganta expuesta, sintiendo su propio orgasmo subiendo vertiginosamente y cada vez más cerca. Golpeó su frente contra la puerta, pero casi ni lo sintió… de lo único que se daba cuenta era de la tensión en su ingle, la ráfaga de sensaciones y la cresta de todo ello alcanzando el punto de fuga mientras eyaculaba. Eso pareció durar tanto tiempo… y luego, ambos se quedaron temblando juntos, sosteniéndose el uno al otro después de sus respectivos orgasmos. Cuando su mente estuvo lo suficientemente clara como para pensar, Harry liberó las muñecas de Malfoy y sintió los brazos de él deslizarse alrededor de su torso desnudo.

-No lo hicimos completamente en la recámara –dijo Harry, respirando en la suave esencia de sudor del cabello de Malfoy.

Malfoy soltó un resoplido. –Ni siquiera lo hicimos fuera de nuestra ropa. ¿No es eso patético?

Harry dio un paso atrás. Bastante seguro, cada uno se había manchado solo. Harry levantó los ojos hacia el sonrojado rostro de Malfoy. –Yo no lo creo.

Se miraron el uno al otro por un momento, no muy seguros de qué hacer. Ninguno había tenido la intención de que eso pasara, y si Harry hubiera estado en sus cinco sentidos, tendría que haber detenido aquello. No tenía idea de qué significaba eso para ellos, o si cambiaba de algún modo las cosas. ¿Quería decir que Malfoy había cambiado de opinión?

Malfoy levantó la mirada y clavó sus ojos en Harry, con una expresión indescifrable. Harry tragó, y trató de no sentirse culpable porque estaba más preocupado sobre si Malfoy se acostaría con él o no, que sobre su seguridad.

Harry suspiró, deseando que su ansiedad no fuera demasiado obvia. -¿Qué hacemos ahora?

Malfoy se alejó de la puerta lo suficiente como para poderla abrir. -¿Qué tal una ducha? –había algo casi tímido en su actitud, y eso hizo que Harry sintiera un estirón en su profundo interior. Sólo atinó a asentir como respuesta.

Siguió a Malfoy dentro de la recámara y lo observó quitarse su ropa prenda por prenda, fijando constantemente la mirada en Harry mientras lo hacía. Harry estaba de pie como hipnotizado, al tiempo que Malfoy se sacaba su camisa por sobre su cabeza, y luego soplaba los mechones de cabello que caían sobre su cara. Mantuvo sus ojos clavados en los de Harry cuando bajó una de sus manos sobre su pecho para desabrochar el botón de sus jeans, y no perdió de vista la mirada de Harry al inclinarse hacia delante lo suficiente como para pasarlos por sus rodillas y salir de ellos. Más y más pálida piel se fue descubriendo hasta que, finalmente, Malfoy quedó desnudo frente a él.

Harry apenas podía respirar. Estaba aterrado de moverse o de hablar, por si acaso eso fuera sólo un sueño. Sintió un latigazo de miedo de que eso fuera una elaborada tomadura de pelo, y que Malfoy no tuviera en realidad la intención de hacer el amor con él. Entonces, Malfoy se dio la media vuelta, y se dirigió hacia la puerta del baño. Harry dudó unos pocos segundos antes de quitarse su pegajoso y húmedo pijama e ir tras él.

Malfoy le sonrió sobre su hombro justo antes de adentrarse bajo la ducha. Eso pareció ser una invitación, por lo que Harry lo siguió. Se quedó parado a un lado de la regadera cerca de un minuto, observando a Malfoy inclinar su cabeza hacia atrás bajo el agua. Los ojos de Malfoy permanecieron cerrados mientras enredaba sus largos dedos entre su rubio cabello con mechones rojos. Lo quitó de su rostro llevándolo hacia atrás, recordándole a Harry el peinado que solía usar cuando era un niño, y luego, inclinó su cabeza hacia atrás un poco más. El agua escurría camino abajo por sus mejillas, bajo su mandíbula y por su cuello.

Harry se encontró indeciso entre continuar viendo o unirse a él. Al final, enjabonó sus manos y tentativamente, recorrió con ellas el pecho de Malfoy hacia abajo. Éste se sobresaltó, pero permitió que Harry lo tocara con libertad. Las manos de Harry se movieron sin problemas sobre los enjabonados ángulos de piel y músculo, ligeramente en las partes donde Malfoy parecía ser demasiado delgado, y entreteniéndose en lugares de su cuerpo que encontraba intrigantes. Sus manos se deslizaron hacia abajo por la espalda de Malfoy, hacia donde su cuerpo se curveaba justo sobre las elevaciones de su trasero. El tatuaje del dragón le cerró un ojo a Harry, y después, bostezó. Se acurrucó como un gato cuando Harry trazó con un dedo sobre su lomo. Harry sonrió, y dejó que sus manos fueran más abajo. Malfoy dejó de respirar por un momento cuando los dedos de Harry indagaron dentro de su hendidura y tantearon en su entrada antes de alejarlas nuevamente de ahí. Entonces, Malfoy tomó el jabón y jaló a Harry dentro de la ducha también.

Harry cerró sus ojos, saboreando la sensación de unos dedos resbaladizos moviéndose lentamente sobre su pecho, bajando por los lados, trazando a lo largo de su espina dorsal. Nadie lo había tocado de ese modo desde hacía mucho tiempo, y había olvidado lo vulnerable que eso lo hacía sentir. Había una parte en él que quería alejar esas manos de su cuerpo, antes que hicieran su propio camino bajo su piel. Se quedó estático hasta que no lo pudo soportar más, y entonces besó a Malfoy.

Se quedaron bajo el chorro de agua caliente por largo rato después de que el jabón fuera barrido de sus cuerpos. Harry creyó que podría morir ante la manera que la lengua de Malfoy arremetía lentamente contra la suya, por el modo que se sentía el agua cayendo sobre sus rostros y se metía dentro de sus bocas abiertas, por el roce de esos labios calientes sobre los suyos.

Al fin, Malfoy dio un paso atrás y cerró la llave del agua. Echó un vistazo hacia abajo entre ellos y sonrió abiertamente. -¿Eso es por mí?

Harry tomó la mano de Malfoy y la colocó sobre su renovada erección. -¿De verdad necesitas preguntarlo?

Malfoy retiró su mano y le pasó una toalla a Harry. –Lo vamos a hacer con propiedad esta vez. Acostados en una cama.

Harry sonrió y empezó a secar su cuerpo.

Lograron mantener distancia entre ellos por los varios minutos que les tomó secarse e ir a la cama. Harry se sintió extrañamente avergonzado cuando Malfoy rebuscó dentro de un cajón y sacó un paquete de condones y una botella de lubricante. Los colocó sobre la mesita de noche y se volteó hacia Harry. La expresión en su cara era de cautela.

Harry extendió su mano y trazó una línea siguiendo el contorno de la sombra de Malfoy sobre la cama. –Habías dicho que no podrías soportar hacer el amor conmigo. ¿Estás seguro de esto?

Malfoy asintió y se acercó, tumbándose en la cama junto a él. –Probablemente me arrepentiré, pero… creo que me arrepentiré más si no lo hago –entonces, besó a Harry en el hombro, tan cariñosamente que éste sintió un nudo en la garganta. -¿Qué hay sobre ti? Dijiste que tú no eras para tener sexo casual.

Es demasiado tarde para preocuparse por eso, pensó Harry y se empujó para quedar más cerca de Malfoy. En el fondo deseaba que ese encuentro fuera mucho más que sólo sexo casual. Deslizó una rodilla entre las piernas de Malfoy. -¿Puedo asumir que estamos seguros aquí? De… -se detuvo, percatándose que todavía no quería decirle a Malfoy lo que había visto.

Malfoy lo besó, como si quisiera evitar que dijera algo más. –Estamos a salvo –susurró. –Todo lo demás puede esperar hasta mañana.

Diciendo esto, rodó hasta quedar de espaldas a la cama, jalando a Harry sobre de él. Harry le sonrió, maravillado por la sensación de tanta piel tibia presionando contra él por primera vez en meses. Malfoy estaba sonriendo… como si en realidad lo estuviera llamando… y Harry no pudo resistir bajar su cabeza para besarlo. Malfoy hizo un sonido contenido y acomodó su cuerpo bajo de él.

Harry se obligó a ser paciente. No quería pensar que esa podía ser su única noche juntos, pero sólo por si era el caso, quería hacerlo lo mejor posible. Besó a Malfoy por largo rato antes de dejar su boca para brindar atención a su cuello y a su pecho.

Se daba cuenta que, en realidad, nunca había hecho el amor con un hombre. Por lo menos, no así: lenta y cuidadosamente, desnudo y vulnerable, y sintiendo tanto. Se detenía para observar cada nueva parte de piel antes de probarla, para asombrarse ante el hecho de que el cuerpo de Malfoy no era tan perfecto como Harry lo había imaginado… y que eso no le molestaba.

De hecho, le gustaba que Malfoy tuviera unas cuantas y feas cicatrices en lugares usualmente cubiertos por la ropa, y que tuviera un cardenal en su costado que parecía tener una semana de antigüedad. Le gustaba que Malfoy fuera demasiado delgado en algunos lugares y fuertemente musculoso en otros. Recorrió, con la punta de sus dedos, los mechones de vello rubio dispersados a través del pecho de Malfoy y que hacían que se viera más varonil comparado con Harry. Besó las pecas de sus hombros, haciéndose una nota mental de regañarlo después por pasar mucho tiempo bajo el sol dejando su blanca piel desprotegida.

Malfoy aspiró fuerte cuando Harry golpeteó su lengua a través de un pezón que rápidamente se endureció. Se retorció hasta que Harry lo mordió… y entonces, gritó. Harry levantó la mirada hacia él, pero los ojos de Malfoy estaban cerrados. Se cambió hacia el otro pezón, preguntándose si este era el tipo de cosas que se hacían los hombres en la cama. Tenía poco más que su experiencia con mujeres para continuar, y deseó que eso fuera suficiente.

-Nunca he hecho esto antes, lo sabes –susurró contra el pecho de Malfoy.

-¿Hunnhh? –gruñó Malfoy en respuesta. Parecía que el hablar le requería gran esfuerzo. -¿Y qué hay sobre… Colby?

Harry lamió a lo largo de una costilla, una que parecía estar demasiado prominente. –No fue como esto –contestó. –De pie y en un baño es difícilmente un encuentro sexual ideal –presionó su nariz dentro del ombligo de Malfoy, y éste soltó una risita.

-Mmm, supongo que no.

Harry mordisqueó sobre la línea de fino vello rubio que nacía desde el ombligo de Malfoy y corría hacia el sur, y su barbilla rozó su miembro.

Malfoy inhaló sonoramente, y Harry se recostó sobre su codo para echar un vistazo. No tenía mucho de dónde comparar, pero el pene erecto de Malfoy parecía ser más grande que el promedio. Era más pequeño que el de Harry, pero más grande que el de Colby, y tal vez aún parecía más grande que el de cualquiera de peso normal.

Malfoy hizo un sonido de frustración por encima de él. -¿Podrías acelerar las cosas un poquito?

Harry se inclinó lo suficiente hacia delante como para plantar un beso en la coyuntura de la cadera y un muslo. -¿Tienes prisa o algo así?

-¡No, sólo que me estoy volviendo loco, es todo! –el tono de Malfoy era alegre, y Harry tuvo el presentimiento que no hablaba realmente en serio.

Harry se mantuvo besando y explorando… caderas, rodillas y pies, y después besó la parte interna de un muslo, haciéndose camino. Malfoy hizo un sonido como un gimoteo cuando el aliento de Harry sopló sobre sus testículos, y otro cuando Harry arrastró la punta de su lengua por la parte posterior de su erección.

Harry se levantó para sentarse, pero las rodillas de Malfoy lo atraparon cerrándose a la altura de sus orejas. –¡No, no, no te detengas! Por favor... ¿podrías…?

Harry rió y empujó los muslos de Malfoy hacia arriba hasta que sus rodillas tocaron su pecho. -¿Has oído hablar de los preliminares?

Malfoy refunfuñó. -¿Qué no es eso algo como un capricho de chicas? Junto con los chocolates y las películas cursis.

Harry sonrió y se bajó deslizándose sobre su estómago. La respiración de Malfoy se aceleró cuando se percató que Harry estaba poniéndose cómodo. Liberó de su agarre a las piernas de Malfoy, y las manos de éste bajaron para mantener sus propias rodillas arriba. Esa era una posición en la que Harry siempre había adorado ver a una mujer… deteniéndose ella misma para mantenerse abierta hacia él, temblando con necesidad. Se dio cuenta que también le gustaba ver a un hombre así, aunque la vista fuera muy diferente.

Jugueteó con su nariz en los testículos de Malfoy, y entonces toqueteó con su lengua la piel que estaba justo debajo. Malfoy dejó de respirar un momento, sólo para inhalar fuertemente cuando la lengua de Harry siguió moviéndose más abajo.

-Oh, Dios… -masculló Malfoy.

Harry movió su lengua en círculos alrededor de su entrada, y entonces presionó dentro de Malfoy con la punta de ella, indagando con delicadeza. Malfoy se jaló sus rodillas arriba con más firmeza, e hizo un ruido incoherente. Harry empujó tan lejos como pudo llegar, penetrando lentamente a Malfoy con su lengua. Pudo sentir cómo temblaba, y no logró evitar sonreírse por ello.

-¿Estás seguro que no habías… hecho esto antes?

-Las chicas también tienen culos. ¿Sabías? –se rió Harry. Golpeteó ligeramente con su lengua a través de su entrada, para después introducirla de nuevo.

-No es justo –murmuró Malfoy, y entonces, su murmullo se convirtió en gemido cuando Harry empezó a brindarle pequeñas y rápidas caricias penetrantes, de dentro hacia afuera.

Continuó así hasta que su quijada comenzó a dolerle por el esfuerzo, y lamió de regreso hacia el miembro de Malfoy, no tan cuidadoso o delicado como antes. Se introdujo la ya húmeda cabeza dentro de su boca y la sorbió, tratando de recordar los movimientos de la lengua de Colby comandada por Malfoy en él, la noche anterior. Malfoy liberó sus piernas, clavando sus rodillas sobre los hombros de Harry y aferrándose con las manos de la sábana a ambos costados.

-Oh, Dios… Harry detente, por favor… -Harry lo dejó y levantó la vista. Una fina capa de sudor cubría el pecho de Malfoy, haciéndolo parecer casi como si brillara bajo la tenue luz. –No quiero venirme tan rápido –jadeó.

Harry se arrastró hacia arriba, aún con las rodillas de Malfoy sobre sus hombros, y le sonrió. –Entonces... ¿qué es lo que quieres? –Harry sabía qué era lo que él quería.

Malfoy sonrió abiertamente. –Quiero que me tomes. No, necesito que me tomes.

-¿Necesitas? –rió Harry. Pensó en bromear a Malfoy por las palabras que acababa de decir, pero éste estaba ya buscando con su mano un condón. Le cerró un ojo a Harry mientras abría el paquete y lo desenrollaba sobre el pene de éste sin ni siquiera ver lo que estaba haciendo. Harry cerró los ojos ante el breve contacto, y comenzó a preguntarse cuánto tiempo podría aguantar. Después de todo, había estado fantaseando tanto sobre joder con Malfoy por mucho tiempo. La botella de lubricante fue depositada en su mano de repente, y se sonrojó cuando vio la sonrisa pícara y divertida en el rostro de Malfoy. Se aplicó una copiosa cantidad de lubricante en sus dedos y se inclinó hacia delante lo suficiente como para besar a Malfoy mientras empujaba un dedo dentro de él, seguido de otro, moviéndolos lentamente.

La expresión de Malfoy cambió completamente. –Estás tratando de matarme. ¿Verdad? –susurró contra los labios de Harry. -¿Tienes idea de lo que me estás haciendo?

La lengua de Harry recorrió los labios de Malfoy, y sonrió. –Estoy preparando el terreno mientras termino de creer que está sucediendo –removió sus dedos y los remplazó con su erección, empujando adelante y con lentitud, hasta que fue cobijada completamente por el cuerpo de Malfoy. Lo pudo sentir a él aventarlo hacia fuera, obligando a sus músculos a relajarse. El instinto de Harry le urgía a hundirse más, pero se forzó a él mismo a permanecer quieto, y estar en el momento tanto como fuera posible.

El instante de entrar era siempre increíble para Harry, y esta vez no fue la excepción. El grandioso calor de otro cuerpo devorando la sensible piel de su miembro, la presión, la sensación de llegar hasta dentro de otra persona… no entendía cómo había gente que podía tomarse eso a la ligera, tan casualmente. Tuvo que cerrar sus ojos ante la intensidad de lo que estaba sintiendo, para que no lo abrumara.

Pero entonces, abrió sus ojos otra vez, y miró el rostro de Malfoy. Sus ojos estaban cerrados, su boca abierta y su expresión era algo entre dolorosa y placentera, por lo que Harry podía decir. La frente de Malfoy estaba surcada de arrugas, y exhalaba lentamente.

-Dios, esto es perfecto –dijo.

Harry podía sentir su corazón palpitando en su cabeza. –Sí –respondió, y empezó a moverse. Se obligó a ir lentamente, tanto, que de hecho, dolía terriblemente. Se sentía tan intensamente bien que estaba temeroso de que se vendría si sólo aceleraba un poco del movimiento. Apoyó los antebrazos a cada lado del torso de Malfoy, haciendo que sus pectorales se presionaran uno contra otro. Malfoy estaba casi doblado a la mitad, pero parecía no molestarle mucho; Harry trató de besarlo, pero era demasiado difícil concentrarse en más de un movimiento a la vez. Recargó su frente contra la propia de Malfoy, y finalmente encontró un ritmo que podía mantener sin perder el control.

No tenía idea de cómo se sentía eso, y sólo podía esperar estar haciéndolo correctamente. Había jodido con Cho de ese modo algunas pocas veces, después de haber suplicado y besado mucho. Siempre se había preguntado porqué ese acto en particular le parecía tan erótico.

Bueno, quizá existía una buena razón, pensó, sofocando una sonrisa.

Malfoy abrió los ojos, y sonrió con amplitud. -¿Te diviertes? –susurró.

La pregunta atrapó a Harry completamente fuera de guardia, y detuvo sus penetraciones. –Sí. ¿Y tú?

Los brazos de Malfoy resbalaron alrededor de los hombros de Harry. –Maldición, sí. No pares –levantó su cabeza lo suficiente para alcanzar la de Harry y besarlo, y éste sintió que algo se derretía dentro su estómago. Oprimió a Malfoy contra las mantas, tomando su boca igual como estaba tomando su cuerpo. Malfoy gimió y rotó sus caderas, moviéndose junto con Harry.

-¿Podrás venirte con esto? –susurró Harry en la boca de Malfoy. –No sé que…

-Tócame –contestó Malfoy, y empujó una de las manos de Harry hacia abajo entre sus cuerpos.

Requirió algo de coordinación y esfuerzo de sus músculos abdominales, pero Harry logró acariciar la erección de Malfoy y penetrarlo al mismo tiempo. Su propio orgasmo se cernía cada vez más cerca, pero quería que Malfoy se viniera primero.

-Te sientes increíble –gimió Harry casi de manera inaudible.

-Tú también… oh, sigue haciendo eso… con tu mano…

-No puedo renunciar a esto –continuó, rozando sus labios contra los de Malfoy mientras hablaba. –No puedo regresar sin ti.

-Ahora no, Harry –jadeó Malfoy.

-Por favor, sólo… prométeme que lo pensarás –las embestidas de Harry aumentaron en velocidad, casi de modo inconsciente.

-Harry, por favor –gimoteó Malfoy. –No hagas eso.

-Te necesito.

Malfoy hizo un sonido que sonó casi como un sollozo, pero pareció ser un grito de placer. –Oh, Dios…

Ambos estaban empapados en sudor, y la mano de Harry resbalaba con facilidad por el miembro de Malfoy. –Quiero que te vengas conmigo –susurró, consciente del doble sentido de sus palabras. –Por favor…

Entonces, Malfoy gritó fuertemente, arqueando su espalda y forzando a la mano de Harry a dejar de moverse. Harry se apoyó contra el colchón y se mantuvo penetrándolo, sobresaltándose cuando sintió al cuerpo de Malfoy apretar alrededor de su erección. Estaba perdiendo el control, percatándose vagamente que sus caderas estaban golpeando contra el trasero de Malfoy. Enterró su cara en la cavidad del hombro de él cuando terminó.

Se quedaron inmóviles y en silencio por un momento, excepto por sus respiraciones. Los brazos de Malfoy estaban enroscados estrechamente alrededor de Harry, tan apretado que se empezó a preguntar si Malfoy estaría bien. Se meneó un poco y Malfoy lo soltó, y Harry sintió frío dónde el aire proveniente del respirado en el techo golpeaba en su espalda húmeda de sudor. Movió sus caderas lo suficiente como para salirse de Malfoy y pasó un momento vergonzoso peleándose con el condón para sacárselo antes de recostarse a su lado otra vez.

-Eso fue increíble –dijo Malfoy. –Oh, Dios.

Harry sonrió abiertamente contra su hombro. –Por favor… sólo llámame Harry.

Hubo un segundo de silencio antes que Malfoy soltara una risita y golpeara su hombro. -¡Eres tan tonto!

Harry levantó su cabeza y lo besó. Malfoy se retorció y se rió, pero finalmente se rindió, permitiéndose ser besado. Cuando hizo un ruido murmurante, Harry acomodó su peso contra un codo y lo observó fijamente.

-Lo que dije fue en serio. Quiero que regreses conmigo.

Malfoy cerró sus ojos. –Harry…

-Puedo ayudarte. Sigo teniendo cierta influencia en el Ministerio, lo sabes. Todo lo que te pido es que lo consideres, quizá sólo sean un par de semanas –Malfoy abrió sus ojos de nuevo, y Harry besó la punta de su nariz. –Podrías quedarte conmigo. Podríamos hacer esto todos los días –dijo levantando una ceja.

-¿Y dos veces los domingos? –preguntó Malfoy, sonriendo. El corazón de Harry dio un brinco. –No puedo prometerte nada, Harry –continuó mientras su sonrisa flaqueaba. –Todo es complicado, más de lo que te imaginas.

Harry asintió, y besuqueó la mejilla de Malfoy. -Quiero entender. Quiero ayudar. Pero más que nada… siendo completamente honesto… te quiero a ti –apoyó su cara sobre el pecho de Malfoy y suspiró, escuchando el latir de su corazón. –No puedo soportar el simple pensamiento de irme sin ti. Mejor, preferiría no regresar –y para su asombro, lo decía con sinceridad.

-¿No regresar? –preguntó Malfoy, mientras su mano acariciaba en círculos la espalda de Harry. -¿Lo dices en serio?

-Sí. He estado pensando en renunciar y quedarme aquí. No hay nada para mí allá.

-Pero tienes tu trabajo, tu casa, tus amigos…

-Últimamente, nada de eso me parece muy importante –suspiró Harry.

-No estás a salvo aquí –susurró Malfoy, envolviendo a Harry en un apretado abrazo de nuevo.

-Tampoco tú –replicó Harry.

Malfoy se quedó en silencio por un minuto completo. –Está bien –dijo al fin.

Harry respingó. -¿Está bien?

-Lo pensaré.

-¿De verdad? –preguntó Harry, levantando la cabeza de repente. Malfoy asintió; no parecía terriblemente entusiasmado, pero Harry lo besó de todas formas. –Quizá sólo por unas semanas. Hace años que no has estado en casa. ¿Verdad?

-Sí –dijo Malfoy, cerrando sus ojos. –Hace años –los besos de Harry en el cuello de Malfoy se convirtieron en mordiscos y lamidas, casi inconscientemente. –Harry –gimió Malfoy, -son casi las cinco de la mañana. ¿Podemos dormir antes de hacerlo de nuevo?

-Lo siento –susurró Harry, acomodándose de nuevo a su lado. –No puedo evitarlo.

-Mañana tenemos todo el día, si lo deseas –dijo Malfoy en un bostezo; se volteó dándole la espalda a Harry, y éste se abrazó a él. –Todo el día, si mi culo puede resistirlo –murmuró Malfoy. En pocos minutos, ya estaba dormido. Harry lo apretó en un firme abrazo… algo que era raro en él después del tener sexo… y consiguió quedarse dormido al fin.


Miércoles 11 de febrero, 2004

Cuando Harry despertó, el sol parecía estar ya muy alto en el cielo. Se estiró bajo las mantas y bostezó. La almohada olía a Malfoy, y las mantas a sexo. Harry sonrió, casi dichoso.

Se rodó sobre su espalda y abrió los ojos. Estaba solo en la cama, pero el aroma a café se sentía denso en el ambiente. Se preguntó si Malfoy volvería a la cama pronto, y si debía quedarse a esperarlo ahí.

Después de varios minutos, empezó a sentirse solo, por lo que se sentó y buscó con los ojos entrecerrados alrededor de la habitación. Sus gafas estaban en el suelo, junto a los pijamas que traía la noche anterior. Levantó una mano y se concentró, y sus anteojos se elevaron lentamente en el aire dirigiéndose hacia él. Le tomó un pequeño esfuerzo, pero fue mucho más fácil de hacer de lo que había imaginado. Tal vez podría solicitar entrenamiento para hacer magia sin varita cuando regresara a casa. Con la misión lograda bajo la manga, podría entonces pedir que lo reasignaran, quizá a algún tipo de servicio de campo. Tal vez, incluso él y Malfoy podrían trabajar juntos.

Junto con otras cosas, había despertado con una erección, y su mente estaba planeando algunas maneras de aliviar ese problema en particular.

Consideró brevemente salir del cuarto desnudo, esperando que Malfoy captara el mensaje, pero en vez de eso se colocó sus manchados pantalones del pijama. Ciertamente, el recuerdo que asociaba a eso, era adorable.

Empujó la puerta y se dirigió a la sala de estar. -¿Draco?

Malfoy estaba sentado en el suelo de la sala, con las rodillas apoyadas contra su pecho. Su brazalete de plata estaba flotando en el aire delante de él, girando lentamente. Y estaba rodeado de papeles.

-Dios mío –dijo Harry.

El brazalete cayó hasta el suelo, y Malfoy levantó la mirada hacia él. Sus ojos estaban rojos e hinchados, como si hubiera estado llorando… desde hacía horas. La expresión en su rostro no era ninguna que Harry le hubiese conocido antes.

-Draco, no…

-Confíe en ti –dijo Malfoy en voz baja. –Él me dijo que no lo hiciera. Me dijo para quién estabas trabajando, y el motivo por el que estabas aquí, y que yo era un tonto por confiar en ti -sacudió su cabeza y miró a otro lado.

Harry estaba congelado en su lugar. No tenía idea de qué decir, o de qué hacer.

-Creo que debes irte –dijo Malfoy.

-Draco, por favor, sé lo que esto parece…

-¿Lo que esto parece? –se burló Malfoy. -¡Maldita sea, Harry! –levantó un papel del suelo y lo ondeó delante de él. –Esto parece ser un resumen de informes que la CIA reunió de mí en Nueva York, y éste son mis registros telefónicos, y éste es una lista de la gente que ha jodido conmigo, como si eso fuera de su incumbencia –buscó por el piso con la mirada y recogió otro papel. –Y éste, Harry… éste habla de todo lo que tú has conocido de mí, de cómo has estado trabajando tan duramente para ganarte mi confianza.

-No –masculló Harry, sacudiendo su cabeza. –Draco…

Malfoy levantó otro papel. –Y una vez que hubieras obtenido mi confianza, me ibas a entregar al Ministerio –entonces, levantó la mirada hacia Harry, con la expresión endurecida. –Y de eso se trató lo de anoche... ¿verdad?

-¡No! –respondió Harry, empezando a ponerse trastornado. –Dios mío, sé que esto es… No has visto todo. Déjame explicarte…

-No hay nada que explicar –contestó Malfoy. –Me mentiste, y continuarás mintiéndome todavía.

Harry comenzó a dejarse invadir por el pánico, y entonces avanzó un paso adelante. La varita de Malfoy apareció en su mano, como surgida de la nada, y apuntó directo a Harry. –Quédate exactamente donde estás -gruñó, y se levantó de un salto. –Casi me tenías, lo sabes. Creí todo lo que dijiste anoche –sacudió su cabeza, disgustado. –Iba a irme contigo. Y tú, me tendrías tomado de la mano hasta el mismísimo momento de entregarme. ¿Verdad?

-No –dijo Harry. –Lo has entendido todo mal. Por favor, no hagas esto.

-¿Qué he entendido mal? –estalló Malfoy, blandiendo un papel. Harry vio que era el que le otorgaba la autoridad para traer a Malfoy de regreso usando cuanta fuerza fuera necesaria, y pestañeó. -¿Te mandaron aquí a seducirme para hacerme volver, o esa parte fue tu idea?

-No es lo que parece, lo juro.

-¿Y porqué coño debo creerte ahora? –bufó Malfoy. Su expresión era de intenso enojo, pero Harry podía ver dolor detrás de ella. –Yo nunca te mentí, Harry. Cierto es que evadí decirte la verdad, pero nunca te mentí. Sobre nada –apretó la mandíbula.

Harry sólo pudo mirarlo con fijeza. Malfoy tenía razón. Harry debía haberle dicho la verdad desde antes, y ahora… Dio un paso adelante, buscando con la mirada por el piso frenéticamente. Si pudiera encontrar el papel que había escrito amenazando con renunciar, quizá eso…

Malfoy rugió algo que sonó como un hechizo, pero ninguno que Harry alguna vez hubiera escuchado antes. Los papeles en el piso se levantaron girando alrededor de Malfoy, agitándose violentamente en el aire. Volaron dentro de la mochila vacía de Harry, junto con su chaqueta y su varita. Y entonces, la mochila atravesó el aire directo hacia él.

Quiso eludirla, pero la bolsa pareció anticipar el movimiento. Lo golpeó en el estómago, tan duro que le cortó la respiración. Trastabilló hacia atrás, tosiendo y mirando fijo a Malfoy. La varita seguía apuntándolo, y la expresión en la cara de Malfoy era de un enojo mortal. Harry tragó fuerte, impactado de lo mucho que Malfoy le recordaba a su padre en ese momento.

-Debes irte, Harry –masculló. –Ahora, antes de que haga algo que lamente después.

Aturdido, Harry caminó cautelosamente hacia la puerta. Eso no podía estar pasando. Tenía que estar soñando. Seguramente despertaría en cualquier momento, y Malfoy seguiría estando en sus brazos, durmiendo profundamente.

La puerta se abrió por sí sola, y Harry caminó de espaldas a través de ella. Sabía que tenía que decir algo, pero no tenía idea de qué. Estaba completa y totalmente perdido.

La puerta de cerró de golpe, y se quedó parado en el pasillo afuera del apartamento de Malfoy en sus pijamas, apretando su mochila contra su pecho desnudo. Escuchó un pequeño jadeo de sorpresa y se giró para ver a una mujer mayor que lo estaba espiando a través de su puerta entreabierta. La ignoró y regresó sus ojos a la puerta cerrada de Malfoy. Éste estaba herido y furioso, y Harry no podía culparlo por ello. Quizá se calmaría un poco en un par de horas, y Harry volvería, tratando de razonar con él. Sacó su chaqueta y sus zapatos de la bolsa y se los puso, y empezó a bajar las escaleras.

No estaba muy convencido si la posada era segura, pero no tenía ningún otro lugar a dónde ir. El resto de sus pertenencias estaban ahí, y de todas maneras tenía que regresar para liquidar su cuenta.

Y podría llamar a Hermione. Sintió una oleada de alivio recorrerlo, y aceleró su paso. Sí, Hermione sabría qué hacer.

Consideró desaparecerse en el callejón, pero llegar así a su habitación parecía ser mala idea. Casi ni se daba cuenta de la gente a su alrededor mientras caminaba por Castro. Todo lo que podía pensar era en la expresión de Malfoy, y en el horrible momento en que Harry se había percatado de que él había descubierto la verdad.

Pero en algún punto la verdad había cambiado, cuando Harry no estaba poniendo atención.

Entró por las puertas de la posada, mirando alrededor por si había alguna señal de peligro. Todo parecía tranquilo y completamente normal. Los dedos de Harry apretaron la varita cuando se encaminó hacia las escaleras.

-Señor Potter, supongo.

Harry se volvió a mirar a un hombre de traje, de aspecto familiar y que lo miraba con rabia. Asintió.

-Soy Carl Unter, el gerente –no le extendió su mano. –Me temo que tenemos que pedirle que liquide su cuenta y deje la posada de inmediato.

Harry lo miró boquiabierto. –Que yo… ¿disculpe?

Unter arrugó su nariz ante la extraña apariencia de Harry, sólo apenas disfrazando su disgusto. –No entiendo porqué usted tuvo la necesidad de destrozar su habitación anoche, pero puedo asegurarle que tendrá que responder por los daños.

Harry parpadeó y asintió. –Sí, por supuesto –dudó que fuera bueno explicar que dos magos malvados habían tratado de asesinarlo durante la noche. -¿Puedo subir y recoger mis cosas?

Unter asintió bruscamente. –Tendré su cuenta lista en diez minutos.

Si el personal ya había estado en su habitación, probablemente ya era segura. Aún así, levantó su varita delante de él mientras empujaba la ya abierta puerta… y miró incrédulo. No había un solo mueble del cuarto que no hubiera sido volcado, dañado o destruido completamente. Las cortinas estaban hechas trizas, y había pedazos chamuscados de tela blanca cubriendo toda la habitación, que podían ser los restos de las sábanas. Incluso había una gran marca de quemadura en la alfombra justo en el centro del cuarto. Harry empezó a sentirse afortunado de que solamente tuviera que pagar por el daño. La posada tenía derecho hasta pedir que lo arrestaran.

Cerró la puerta a sus espaldas y empezó a examinar entre los escombros, buscando por alguna ropa que se les pudiera haber escapado. Detrás de la puerta del baño, encontró un par de jeans sucios y una camiseta gris. No pudo hallar nada de ropa interior. Se desvistió y entró en la regadera, pero no salió agua. Las llaves del lavamanos habían desaparecido completamente, y su cepillo de dientes parecía haber sido derretido hasta quedar un gran bulto de plástico verde.

Gimiendo, evocó un desganado fregoteo y se puso sus jeans. No traer ropa interior con mezclilla no era exactamente lo ideal, pero no tenía opción. No había ningún trozo de sábana lo suficientemente grande como para transformarlo en ropa interior. Volteó la camiseta al derecho, y se dio cuenta que era la playera del Colegio Queens de Malfoy, la que Harry se había puesto cuando fueron al mercado de Haight hacía unos días. Parecía como si eso hubiera pasado hacía meses. Se la llevó hasta su cara y aspiró. Olía principalmente a él, pero tenía también rastros de olor a cigarro. Se vistió con ella y suspiró.

El teléfono había sido hecho pedazos, por lo que no pudo llamar a Hermione. Rebuscó por el cuarto por varios minutos más, pero nada parecía haber sobrevivido. Malfoy le había dicho que reuniera todo lo de valor, y había tenido razón.

Se dejó caer al suelo y vació el contenido de su mochila. Los papeles se habían organizado ellos mismos en un montón sorprendentemente ordenado; sólo tuvo que meterlos dentro de la carpeta otra vez. Dobló sus pijamas y las embutió dentro de la bolsa. Y se dio cuenta que había algo en el fondo, algo duro, liso y…

Sacó el brazalete de plata de la bolsa y clavó sus ojos en él por un momento, sintiendo un extraño sentimiento llenar su pecho. No tenía idea de cómo había llegado ahí. Draco lo pudo haber puesto en la mochila intencionalmente, o el hechizo que había usado, simplemente lo pudo haber juntado con todas las cosas de Harry. No tenía modo de saberlo.

Ciertamente, ya no era un traslador. Harry lo deslizó por su mano, y se sorprendió cuando se ajustó apretadamente a su muñeca por sí solo.

Draco había sabido, de alguna manera, que llegarían Mortífagos la noche anterior. Había salvado a Harry, y luego Harry lo había traicionado.

No intentó detener las lágrimas que inundaron sus ojos. Se derramaron por sus mejillas silenciosamente, sólo acompañadas por el sonido de su respiración. Ni siquiera se molestó en limpiarlas. Había algo casi reconfortante en la sensación de las lágrimas sobre su piel.

¿Por qué eso dolía tanto? No podía recordar haber sufrido así ni siquiera cuando Cho lo dejó, aunque había creído que sí lo había hecho. Quizá nadie recordaba cuán doloroso podía ser el amor, por lo que no sentían miedo de volverse a enamorar de nuevo.

¿Era eso lo que le estaba pasando?. ¿Era que se había enamorado?

Después de unos minutos, bajó por las escaleras. Sabía que era obvio que había estado llorando, que necesitaba una ducha y que se veía peor que mierda, pero no le importaba. Unter no fue amable cuando le pasó un documento para que lo firmara y tomó otra impresión de su tarjeta de crédito.

Harry se echó su mochila al hombro y se viró para salir.

-Señor Potter, esta mañana llegó esto para usted –dijo alguien. Era del personal, y estaba cargando un gran sobre de Fed Ex

Harry dejó de respirar y miró con fijeza al sobre. La mujer le dio una mirada divertida y caminó hacia él, ofreciéndoselo.

-Gracias –logró decir, y le dio vuelta en sus manos antes de abrirlo. Ahí estaba el documento, exactamente como lo había requerido, y certificado con la curvilínea y extraña firma de Bass, así como también por la ilegible de Fallin. El corazón de Harry empezó a latir con fuerza. Puso el pergamino de nuevo en el sobre y lo embutió en su bolsa.

Logró mantener la calma hasta llegar a la puerta, pero comenzó a correr al segundo de poner un pie en el pavimento. Bajó a toda carrera por Castro, de regreso al edificio de Draco, sólo dándose cuenta que podía haberse aparecido cuando ya estaba cerca de ahí. Presionó el timbre de su apartamento, pero no hubo respuesta. Se asomó por la puerta para asegurarse que el vestíbulo estuviera vacío. Miró hacia ambos lados de la calle, y entonces, se apareció dentro.

Estaba jadeando cuando tocó la puerta. No había respuesta, por lo que golpeó más fuerte. -¡Draco! –lo llamó. –Por favor abre la puerta. Tengo algo muy importante que mostrarte.

Escuchó un sonido cerca, pero era sólo la vecina espiando tras su puerta otra vez. La miró con furia, y ella frunció el ceño. Golpeó aún más fuerte la puerta, y luego descansó su frente contra ella.

Y fue cuando se dio cuenta que las protecciones se habían ido. Levantó su cabeza de repente, y colocó ambas palmas sobre la puerta. No podía sentir nada, a pesar del hecho de que las protecciones había sido inmensas hacía apenas una hora. Tocó de nuevo. -¿Draco?

La vecina tosió, y Harry volteó su cabeza hacia ella. -¿Le importaría, con una mierda? –siseó. Ella aspiró con fuerza y cerró la puerta. Harry recuperó su varita de su bolsa y apuntó hacia la puerta de Draco, susurrando un poderoso hechizo para abrir que había aprendido hacía años en su entrenamiento como auror. El seguro hizo clic. Con la varita lista, Harry empujó la puerta para abrirla.

Y jadeó de la sorpresa. La habitación estaba vacía, completamente vacía, como si nunca nadie hubiera estado ahí. Cada prenda, cada cable, cada taza, todo se había ido.

-¿Draco? –llamó frenéticamente, moviéndose a través del apartamento, abriendo puertas. Pero no había nadie ahí. Ni siquiera había ni una mota de polvo. En una hora, cada rastro de Draco Malfoy había desaparecido.

Harry escuchó pasos, y se giró para encarar la puerta con la varita delante de él. -¿Hola? –escuchó, y escondió su varita tras su espalda justo a tiempo. Un hombre que Harry asumió era el portero se asomó a través del marco de la puerta. -¿Cómo entró hasta aquí? –preguntó el hombre, con un brillo desconfiado en sus ojos.

-Soy amigo de Derek –contestó Harry, tratando de aplastar su creciente pánico. –Yo… estaba abierto. ¿Dónde está él?

El hombre lo miró como si Harry fuera estúpido. –Se mudó. Encontré una nota de él esta mañana, junto con un cheque que liquidaba su alquiler. No sé cuando se llevó sus cosas, pero seguramente lo hizo muy silenciosamente.

Harry asintió, sintiendo algo de su ansiedad disiparse. Eso sonaba como si Draco se hubiera ido por su propia voluntad. -¿Por casualidad, dejó alguna dirección?

-Nop –el hombre abrió completamente la puerta y se la señaló. –Lo siento, pero tengo que pedirle que salga del local.

-Por supuesto –contestó Harry, y se volteó para esconder su varita en la chaqueta. Echó un vistazo al vacío lugar. Estaba sorprendentemente lleno de recuerdos para el corto tiempo que había pasado ahí. Le había sucedido tanto, y mucho de eso había sucedido ahí. Bufó ante su propio sentimentalismo y salió sin mirar atrás.

Una vez en la calle, se dirigió hacia el callejón más cercano y ahí se desapareció para aparecer en el que estaba más cerca de la cafetería donde Draco trabajaba. Usualmente era muy cauteloso cuando utilizaba magia en público, pero nadie lo había visto aparecer de la nada.

Draco no estaba en la cafetería tampoco, y Rosie le dijo a Harry que no hacía mucho que había pasado por ahí y les había dicho que renunciaba. No había ni querido esperar un poco para poder recoger su último cheque.

-¿Tú podrías dárselo? –le preguntó Rosie, pasándole una hoja de papel doblada.

Harry asintió y lo metió en el bolsillo de su chaqueta. Aunque ya había algo en ese bolsillo… la tarjeta de Colby. Harry la sustrajo y le dio varias vueltas en sus manos. –Rosie... ¿podría hacer una llamada?


El apartamento de Colby estaba en Pacific Heights, así que Harry tomó un taxi para llegar ahí. Colby estaba sentado en el porche, esperando por él. Se levantó y agitó la mano en saludo, con apariencia de estar agotado.

Harry sabía que probablemente había sonado medio loco por el teléfono. –Siento tanto esto –dijo Harry, deteniéndose delante de él. –Todo esto. Yo sólo… no conozco a nadie aquí, y…

-Vamos –le sonrió Colby, gesticulando con sus llaves hacia la puerta. Harry lo siguió escaleras arriba hasta su apartamento. No era tan bonito cómo lo había sido el de Malfoy. –Disculpa el desorden –murmuró Colby. –Últimamente, he estado un poco ocupado –Harry se encogió de hombros y miró largamente el piso frente a él. Colby lo tomó de la mano y lo dirigió al sofá.

-Derek se fue –dijo Harry mientras se sentaba.

Colby parpadeó. -¿Se fue? Yo… -suspiró. –Harry, lo siento. Sé que te preocupaba, pero no es exactamente de los tipos que gustan comprometerse.

-No, no entiendes –gimió Harry. –Se ha ido. Su apartamento está vacío. No lo puedo encontrar por ningún lado.

Colby se quedó boquiabierto. -¡Estás bromeando! Se… ¿se fue? –se dejó caer en el sofá, repentinamente pálido. –Dios mío. ¿Y no tienes idea de qué pasó?

-No –respondió Harry. –Esperaba que tú pudieras saber dónde podría estar o… -Harry se inclinó hacia delante, recargando la cabeza en sus manos. Imaginó que sonaba horriblemente egoísta.

Colby estaba en silencio, y Harry levantó la vista para descubrirlo mirando fijamente su muñeca. Súbitamente cohibido, Harry jaló la manga de la camiseta por sobre el brazalete, y Colby alejó su vista.

-Tienes mucho valor para venir a mí llorando por esto –murmuró Colby.

-Lo sé. Estoy de veras, de veras apenado.

-Pero está bien –continuó Colby, con el tono de quien trata de hacerse el fuerte. –Pondré un poco de café, y hablaremos de eso. ¿De acuerdo?

Harry asintió, y Colby se puso de pie. Harry inclinó su espalda contra el sofá y cerró los ojos. Podía oír a Colby moviéndose por la cocina, abriendo una alacena, y luego un recipiente para café con un pequeño pop. Harry no sabía qué lo había motivado a llamar al celular de Colby, y que éste hubiera insistido en ver a Harry justo en ese momento. Colby había estado trabajando, pero había dicho que podría ir a casa ya mismo, que no era problema…

-Colby, eres un ángel –dijo Harry.

-¿Lo soy? –escuchó, y entonces algo duro y frío presionó contra el costado de su cabeza. Harry sintió que la sangre le abandonaba la cara. –No haría ningún movimiento repentino, si yo fuera tú –dijo Colby. –Ésta es una mágnum 357. Tu cerebro estará desparramado por el piso antes que puedas alcanzar tu varita.

Por tercera vez en el día, Harry pensó que debía estar soñando. -¿Colby? –gimió, desconcertado.

-Las manos donde pueda verlas –respondió Colby. Harry llevó sus manos por enfrente de él. –Buen chico –Colby registró dentro de la chaqueta de Harry y le sacó su varita. El cañón de la pistola fue retirado de su cráneo y escuchó que Colby cruzaba la habitación. Giró lo suficiente su cabeza para ver que Colby ponía su varita en la mesa del comedor.

Colby regresó y se colocó enfrente de él, manteniendo la pistola apuntando al pecho de Harry. –No te pongas muy cómodo –dijo Colby, sonriendo con malicia. –Ellos estarán aquí en cualquier momento.

-¿Qué está pasando? –preguntó Harry. Su mente estaba girando, y se impulsó hacia delante. -¿Quiénes vienen?

Colby sonrió aún más. –No puedo creer que no te lo hubieras imaginado, Harry. Tienes fama de meterte en problemas casi sin pensar, pero esto fue demasiado fácil.

Harry luchó por mantener su voz calmada, aunque por dentro estaba agitado. -¿Qué era lo que tenía que imaginarme, entonces?

Pero los ojos de Colby estaban fijos en el brazalete. –Debía confiar en ti. Quizá, incluso te dijo todo. Eso hace que seas tan valioso cómo lo es él.

-¿Valioso para quienes?

Colby se rió. –Para todos, Harry, pero me decidí por el mejor postor. Hay unas cuantas personas interesadas en Draco Malfoy, y aparentemente, en ti también.

-¿Mortífagos?

Colby volvió a reír. –Si ese es el modo en que los quieres llamar. Qué nombre estúpido, si me lo preguntas –miró a Harry al rostro por un momento. –Hace un par de años estuve en contacto con un hombre… un mago en realidad, que tenía muchas conexiones interesantes. Estaba buscando a su hijo, y se ofreció a pagarme muy bien si lo encontraba. Lo hice, pero su pequeñito no quería ser encontrado. No quería nada con su papi, y escapó de nuevo.

-¿Lo puedes culpar? –preguntó Harry, dejando que su tono sonara sarcástico.

-Veo que lo conoces –contestó Colby. –El señor Malfoy no acepta un "no" como respuesta. ¿Lo sabías?

-Entonces seguiste a Draco aquí, a San Francisco –dijo Harry. –Y trabaste amistad con él. Lo espiabas para su padre.

Colby sonrió ampliamente. –No eres tan tonto como pareces, Harry. Fue demasiado fácil llamar su atención y meterme en sus pantalones, pero quedarme ahí… -sacudió su cabeza. –En eso, tú no fuiste diferente.

Harry respiró profundo para tranquilizarse. El impacto de encontrarse en esa situación estaba empezando a desvanecerse, y ahora estaba pensando, planeando. Si tan sólo podía mantener a Colby hablando, quizá podía conseguir distraerlo. Colby siempre había parecido amar el escucharse a él mismo hablar, y eso podía ser una ventaja para Harry.

-¿Pero por qué el interés en mí? –le preguntó.

Colby se encogió de hombros. –Tenía la esperanza que tú me lo dijeras. Todo había transcurrido sin incidentes, hasta hace apenas una semana –dijo Colby, cambiando de posición para cargar todo su peso en un pie. –Mi jefe de la división de la CIA estaba deleitado de que hubiera encontrado al fugitivo que habían estado buscando, y me asignaron a vigilarlo aquí. El señor Malfoy estuvo razonablemente feliz con el arreglo.

Harry tragó. Colby había sido el agente de la CIA todo el tiempo, y él había estado convencido que era Manny. Después de todo. ¿Quién sospecharía del dulce e inofensivo Colby?

-También ha sido divertido. Sexo, drogas, clubes cada noche… ¿quién no disfrutaría eso? Todo lo que tenía que hacer era escribir dos juegos de reportes, tres veces a la semana –Colby cambió la pistola de mano. –Y entonces, la semana pasada, escribí sobre la aparición de un viejo amigo de la escuela de Draco, con una extraña cicatriz en la frente. Y el infierno se desató –meneó la cabeza con asombro. –El señor Malfoy estaba particularmente interesado, especialmente cuando le dije que estaba jodiendo con su hijo. Mi nueva misión fuiste… tú.

-¿Por eso te interesaste de repente en mí? –preguntó Harry, sintiéndose extrañamente aliviado.

Colby sonrió. –No me malinterpretes, Harry. Eres un estupendo acostón, pero en realidad no eres mi tipo –su sonrisa se convirtió en una línea delgada. –Por otro lado, ya le había fallado a Lucius Malfoy una vez. No iba a hacerlo de nuevo.

Harry arrugó la frente. -¿Qué quieres decir? –Colby estaba bajando lentamente la mano, y la pistola ahora sólo estaba apuntando a la dirección de Harry pero a nada en particular. No podía ver su varita, pero si se concentraba en el recuerdo de ella tirada en la mesa, quizá podría recuperarla. Aunque tendría que hacerlo rápido, o Colby le dispararía antes que pudiera realizar un solo hechizo.

-¿Por qué te importa, Harry? –se rió Colby. –De todas maneras, ellos estarán aquí por ti muy pronto. De hecho, en cualquier momento –Harry cerró sus ojos y visualizó la varita volando a través del aire hasta su mano, y empujó con su mente tan duro como pudo hacerlo.

Colby jadeó y abordó a Harry, presionando la pistola en su frente tan duro que dolía. –Buen intento –susurró. –No sabía que podías hacer eso. Ahora, deja caer la varita.

Harry liberó la imagen, y escuchó a su varita caer contra el suelo a un metro de él. Trató de rechazar un creciente sentimiento de pánico, ahora no tenía idea de qué hacer. Abrió sus ojos para enfrentar a un furioso Colby.

Y entonces, los ojos de Colby se abrieron mucho en un gesto de sorpresa.

-Dame el arma, Colby –siseó una voz. Harry levantó la mirada para descubrir a Manny parado justo detrás de Colby, con su varita presionando su garganta. –Sé que has visto lo que estas cosas pueden hacer. Puedo asegurarte que una bala difícilmente es un reto.

Eso no era totalmente verdadero, Harry sabía, pero Colby no parecía querer desenmascarar a Manny. Abrió su mano para que Manny pudiera quitarle la pistola. Éste lo jaló hacia atrás, alejándolo de Harry. Colby estaba mirando a Manny completamente impactado y aterrorizado.

-Levántate, Harry –dijo Manny. –Nos vamos.

Harry lo miró con los ojos entrecerrados.

-No lo hagas, Harry –dijo Colby, pasando su mirada de uno a otro frenéticamente. –Él trabaja para la misma gente, y sólo quiere ser el que te entregue personalmente a ellos.

Manny se rió disgustado. –Está mintiendo, Harry.

Harry se puso de pie mientras levantaba su mano, y su varita voló hacia él. Estudió los rostros de ambos hombres. A esas alturas, no tenía razón en particular para creerle a ninguno.

-Harry, en vez de eso podemos ir a la CIA –dijo Colby. –Si nos vamos ahora, tendremos tiempo –miró fervientemente a Harry, claramente en pánico. –Él sólo te entregará a los Mortífagos.

-¿Cómo tú estabas planeando hacerlo? –bufó Harry. -¿Ahora quién es el mejor postor?

Manny fulminó a Harry con una mirada de disgusto. –No tenemos tiempo para esto.

Harry aspiró profundamente y apretó su varita. Podría noquear a cualquiera de ellos con una sola palabra. O a ambos, de igual modo, pero eso no lo colocaría más cerca de encontrar a Draco. Ya sabía que no podía confiar en Colby, y no tenía idea de qué esperar de Manny. Más vale malo por conocido, decía la tía Petunia siempre.

Casi sin darse cuenta tocó el brazalete en su muñeca, y eso lo golpeó: Draco no confiaba en Colby, pero sí en Manny. Y Harry confiaba en Draco, más allá de cualquier duda.

Apuntó a Colby con su varita y dijo: -Petrificus Totalus –Colby tuvo una décima de segundo para mirarlo asombrado antes de engarrotarse y caer al suelo.

Manny arqueó una ceja. –Crudo, pero efectivo.

-¿Debemos atarlo o algo así? –preguntó Harry.

-No hay tiempo –dijo Manny, caminando hacia Harry y tendiéndole una mano. –Debo portearte fuera de aquí de inmediato.

Harry dudó. -¿Portearme?

Manny sacudió su cabeza. –O como sea el término británico para… desaparecer –estaba empezando a lucir nervioso. Harry asintió y recogió su mochila mientras se adelantaba. Manny lo jaló hacia él en un apretado abrazo, y entonces todo cambió.

Se encontró parado en una habitación sin ventanas, ligeramente iluminada por una sola bombilla. Manny lo soltó y caminó hacia la puerta. Se giró a ver a Harry mientras la abría.

-Vámonos, señor Potter.

Harry se armó de valor y lo siguió.


Nota de Traducción:

El "Vámonos" dicho por Manny a Harry, está escrito originalmente en español.

Y, eso es todo!


He vuelto, con este, a mi parecer el mejor capítulo del fic. Aunque claro, a los que no lo han leído en inglés les faltan aún dos más para poder juzgar.

Agradezco sus lecturas y comentarios, especialmente a Bollito Malfoy, Aikoss, Ornella y Eisa Evans (gracias por tu review y tus buenos deseos!). Espero que el capítulo les haya gustado, y si fue así, no dejen de hacérnoslo saber a Emma y a mí!

Gracias y hasta el próximo cap, el penúltimo!

Perla