Left My Heart

Dejé mi corazón

----------oOoOoOo----------

Por:

Emma Grant

traducido por:

Perla


Parte 9

Atravesaron la puerta y caminaron por un corredor bullente de personas, de las cuales todas parecían llevar portapapeles, hablar por teléfono celular y estar apresuradas por llegar a algún lado. Harry volteó hacia atrás para observar la puerta de la cual acababan de salir y que tenía un gran letrero encima que decía: "Atención: Salida de Portuario Activa". No pudo evitar mirar fijamente a la gente que caminaba junto a ellos. La mayoría los ignoraron, pero sonreían calurosamente hacia Manny. Particularmente las mujeres, se percató Harry.

Doblaron al final del pasillo, subieron un tramo de escaleras y luego entraron por una puerta hacia un lugar que parecía ser un área de recepción. Un hombre joven vestido elegantemente estaba sentado detrás de un escritorio, y levantó la vista cuando llegaron.

-Buenas tardes, señor Padilla –dijo, y le sonrió radiante a Harry.

-No me pases llamadas, Jack –dijo Manny cuando pasaron junto a él. –Y hazle saber a la señorita Montes que Harry Potter está aquí.

Los ojos de Jack saltaron a la frente de Harry, pero esa fue su única reacción. –Sí, señor –ya estaba levantando el teléfono al mismo tiempo que Manny abría una puerta e invitaba a Harry a entrar por ella.

Harry se encontró en una oficina que lucía casi tal como él había imaginado que lo haría la de un abogado, excepto que ésa contenía una extraña mezcla de tecnología muggle y mágica. Una computadora portátil estaba abierta en el escritorio, junto a un reloj mágico que mostraba la hora, la fecha, el clima y la probabilidad de tomar un taxi en varias ciudades grandes alrededor del mundo. Un par de palomas, ignorando su intromisión, dormitaban en una percha, mientras que el retrato de un hombre de cabellos grises saludaba a Manny con un movimiento de cabeza. La habitación estaba iluminada con luces fluorescentes, pero había candelabros aquí y allá, con velas a medio consumir en ellos.

Manny golpeó con su varita una cafetera plateada que reposaba en una repisa y ésta comenzó a arrojar vapor. Se dejó caer en el sillón detrás de su escritorio y suspiró, levantando la mirada hacia Harry pero sin decir nada.

Harry miró por encima de él, hacia fuera de la gran ventana que daba a una calle y que se dio cuenta era el mercado de Haight. Había cien preguntas que Harry quería hacer, pero no estaba seguro por dónde comenzar. Volteó con Manny por fin, obligándose a sonreír. –Sigo sin creer que seas un abogado –le dijo.

Manny le sonrió apretadamente. –Toma asiento, Harry.

Acababa Harry de sentarse cuando la puerta se abrió y entró una mujer. Parecía andar por los cincuentas, tenía cabello y ojos oscuros y a él le recordó intensamente a Minerva McGonagall. Se puso de pie, bastante inseguro.

-Hola, señor Potter –dijo ella, extendiéndole la mano. –Mi nombre es Cecilia Montes. Soy la directora de la oficina de División de Magia del Buró Federal de Investigaciones en San Francisco.

-¿FBI? –preguntó Harry, y le echó un vistazo a Manny. Manny asintió, luciendo extremadamente cansado. Harry estrechó la mano de Cecilia, sin estar muy seguro si debía sentirse aliviado o preocupado.

-Por favor, siéntese –dijo Cecilia, señalando la silla de Harry. Se volteó hacia Manny. -¿Qué le has dicho?

-Nada –respondió Manny, mirando a Harry fríamente. –Todavía no estoy convencido de que podamos confiar en él.

Cecilia hizo una pausa, girándose hacia Harry y considerándolo cuidadosamente. Sus ojos oscuros empezaron a destellar. -¿Qué sucedió hoy?

Harry se preguntó si ella estaba dirigiéndose a él, pero fue Manny quien respondió: -Al fin Hannick se descubrió, y lo admitió todo.

Una ceja de Cecilia se levantó. –Espero que lograras grabar eso.

Manny levantó su varita y murmuró: -Simulo. -El sonido de la tensa conversación entre Colby y Harry llenó la habitación, para gran sorpresa de éste. No tenía idea de cuánto tiempo había estado Manny en el apartamento de Colby, o de cómo se había escondido ahí, o de cómo los había encontrado para empezar.

Cecilia se inclinó contra el escritorio de Manny mientras escuchaba, golpeteando un dedo contra de su sien. Harry estaba avergonzado por la revelación de detalles íntimos, pero Cecilia y Manny no reaccionaron a ellos. Finalmente, intercambiaron miradas cuando la voz de Colby dijo: "Ya le había fallado a Lucius Malfoy una vez. No iba a hacerlo de nuevo".

-Silencio –dijo Manny, y la grabación se detuvo.

La oficina estuvo en silencio por un momento, y entonces Cecilia se volteó hacia Harry. –Imagino que tiene algunas preguntas para hacernos, Harry.

Harry dejó escapar un suspiro que no se había dado cuenta que estaba reteniendo. –No sé por dónde comenzar –respondió.

-Primero me gustaría saber porqué él está aquí –dijo Manny.

Cecilia asintió. –Entonces, mandaré al equipo y dejaré que lo averigües –sonrió hacia Harry y salió del lugar.

-¿Café? –ofreció Manny, en un aparente intento de romper la tensión entre ellos.

Harry lo miró. –Sé que no confías en mí, Manny, y no puedo culparte.

Manny bufó y se puso de pie, yendo a servirse una taza de café. –Después de lo que le hiciste a Draco esta mañana... ¿por qué debería hacerlo?

Harry abrió los ojos como platos. -¿Has hablado con él?. ¿Sabes dónde está?

-Por supuesto que sí. ¿A dónde piensas que fue después de que le regresaste su corazón hecho pedazos?

Harry se hundió en su silla, sintiendo una dolorosa mezcla de sentimientos. Saber que Draco estaba a salvo era increíblemente reconfortante, pero el dolor del fiasco de la mañana continuaba muy fresco en su mente.

Manny lo estudió por un momento, y sirvió otra taza de café. -¿Crema y azúcar? –preguntó.

Harry asintió. –Entonces... ¿está a salvo? –su voz tembló, pero no se quebró.

-Perfectamente –contestó Manny, pasándole la taza. Se inclinó contra el borde de su escritorio y miró fijamente a Harry. –Me encantaría creer que él te importa, Harry, a pesar de lo que le hiciste.

Harry abrió su mochila y sacó el legajo de papeles. Dudó por un momento, y entonces, abrió la carpeta. En ese punto, ya no tenía nada que perder.

-Trabajo para el Departamento de Servicios de Investigación del Ministerio de Magia del Reino Unido –dijo. –Fui mandado aquí para encontrar a Draco Malfoy después de que la CIA nos reportó que había desaparecido. No soy un agente de campo, por lo que asumí que me mandaron a mí porque lo conozco en persona. Cuando llegué, casi no tenía información, y esto –golpeteó con un dedo el montón de papeles, -me fue enviado durante la semana pasada –examinó a través del legajo, y sacó los reportes de los informes de inteligencia. Se los pasó a Manny.

El ceño de Manny se arrugó cuando echó una ojeada a través de ellos. –Parecen ser de la CIA.

-Completamente acertado –confirmó Harry. –Ellos compartieron informes con nosotros, y nosotros con ellos. O por lo menos eso es lo que ambos dijimos –exhaló, percatándose de la magnitud del quebrantamiento de su juramento a la que estaba llegando. No había vuelta atrás. Revisó a través del resto del montón de papeles. –Primero, sólo tenía la indicación de averiguar qué era lo que estaba pasando, y tratar de convencerlo de que regresara. Pero conforme pasaba el tiempo, se volvió claro que lo querían de regreso, no importaba cómo –le pasó a Manny la indicación de Bass dónde lo autorizaba al uso de la fuerza.

Manny arqueó una ceja. –Ya había escuchado hablar sobre este documento.

-Me lo imagino –suspiró Harry. –Junto con este reporte –le facilitó unos pocos papeles más, y Manny asintió. –Draco los vio todos esta mañana. Con tan mala suerte que los documentos más importantes continuaban codificados –desparramó las páginas codificadas por el escritorio de Manny y los tocó con su varita, pronunciando su hechizo de decodificación.

Los ojos de Manny se abrieron ampliamente cuando el revoltijo de letras se transformó en inglés. –Eso se parece mucho al algoritmo de clave pública de Granger.

Harry parpadeó de la sorpresa. –Justamente eso es lo que es.

Manny silbó y levantó la página que contenía la lista de demandas de Harry. –Nosotros seguimos usando la encriptación de datos estándar. ¿Sabes? El trabajo de Granger es increíble. La conocí en una conferencia en Madrid hace un par de años.

Harry no pudo evitar la sonrisa que cruzó su rostro. –Ella es mi mejor amiga.

Manny lo miró sorprendido. –Draco me dijo que fue a la escuela con ella, pero siempre creí que me estaba bromeando –regresó su atención al papel y resopló. –Tienes muchos cojones, Harry. ¿Cómo reaccionaron a esto?

Harry le narró la conversación telefónica que había tenido con Fallin, y le mostró a Manny el pergamino que había recibido esa mañana. Manny miró el documento por largo rato, y entonces se puso de pie y tocó un artefacto en su escritorio.

-Jack. ¿Podrías pedirles a la señorita Montes y al señor Thompson que bajen en cuanto tengan oportunidad? –regresó a su sillón tras el escritorio, mirando con fijeza el pergamino en sus manos. Harry lo observaba en silencio, preguntándose si había hecho lo correcto. Seguía sin tener idea de lo que el FBI quería con Draco, ni la parte que Manny jugaba en todo eso. Una cosa era cierta, ahora Harry estaba a su merced.

La puerta se abrió y dos personas entraron por ella… Cecilia Montes y un hombre joven de traje, que sonrió abiertamente cuando Harry lo miró.

-Hola, Harry.

-¿Jeremy? –jadeó Harry.

-Jeremy Thompson, asuntos internos de la CIA –le respondió mientras le tendía su mano. Harry se puso de pie y lo saludó, tratando de cerrar la boca. Jeremy le cerró un ojo, y asintió hacia Manny. –Escuché todo el escándalo que se armó mientras estaba en la capital.

Manny bufó. –No tienes idea. Tomen asiento –todos se sentaron. Harry se dio cuenta que el número de sillas en el cuarto siempre parecía coincidir con el número de personas que necesitaban sentarse. –Creo que es tiempo de poner a Harry al día –dijo Manny, levantando la vista.

Todos parecieron mirar hacia Cecilia. Ella asintió, y Harry soltó un suspiro de alivio. Habían decidido confiar en él.

-Creo que sabes que Draco Malfoy estuvo trabajando de manera encubierta en Nueva York –empezó Manny. –Oficialmente, era un empleado del Departamento de Magia de Nueva York, pero su cargo fue dejado por él mismo cuando se convirtió en un potencial contacto de los Mortífagos –Manny hizo una pausa, y miró hacia Cecilia, como si le pidiera permiso para continuar. –Esencialmente, estaba encubierto, haciéndose pasar como un agente doble. Era muy bueno en eso. Tenía a cada Mortífago del noroeste de Estados Unidos comiendo de su mano, y a algunos personajes de la mafia también.

-Pero... ¿realmente no era un agente doble? –preguntó Harry.

-No –respondió Cecilia. –Sólo les daba la información suficiente como para mantenerse sin levantar sospechas. Trabajaba de modo brillante, y logramos averiguar mucho. Siempre conseguimos frustrar la mayoría de los ataques de los Mortífagos como resultado de la información que nos facilitaba.

Por alguna razón, Harry se sintió enormemente orgulloso. -¿Y qué fue lo que salió mal?

-Lucius Malfoy –contestó Manny. –Aparentemente, averiguó que su hijo estaba forjándose un nombre propio en los Estados Unidos, y quiso aprovechar la oportunidad para expandir su propia influencia. Draco no quería descubrirse ante los Mortífagos, por lo que sacó ventaja del hecho de que habían estado distanciados por años. Le dijo a Lucius que no quería ningún trato con él, y fue entonces cuando Colby Hannick llegó a escena.

-Me dijo que Lucius le pagó para que encontrara a Draco –dijo Harry.

-¿De veras admitió que trabaja para los Mortífagos? –preguntó Jeremy.

Manny asintió. –En pocas palabras, sí. Pienso que eso es suficiente para arrestarlo.

-Acabamos de enviar un grupo a su casa hace diez minutos –dijo Cecilia. –Si aún continúa ahí, lo tomaremos en custodia.

-Esperen –dijo Harry. -¿Ustedes han estado tras Colby todo este tiempo?

Manny lucía pensativo. –Draco estaba actuando como un doble agente para nosotros, pero gracias a su padre descubrió que realmente había agentes dobles trabajando para los Mortífagos y la CIA.

-Y ahí es dónde entro yo –dijo Jeremy. –La oficina de investigaciones internas había estado sospechando durante meses que teníamos una filtración. Nuestra investigación no nos llevaba a ningún lado hasta que el propio Hannick nos dio pistas, al declarar que había averiguado que Malfoy era un agente doble. Mi oficina está habituada a tratar con magos, pero no estábamos preparados para los Mortífagos y los señores oscuros –sacudió su cabeza, como si todavía no lo pudiera creer.

-¿Tú no eres un mago? –preguntó Harry.

Jeremy sonrió. –No. Esto ha sido bastante educativo –la expresión de sorpresa de Harry pareció divertir a todos en la habitación.

-Aquí no hay tanta separación entre las comunidades Mágica y Mundana como en Europa –le informó Cecilia.

Harry le dio una mirada inquisitiva a Manny, quien murmuró la palabra: -Muggle.

Jeremy se removió en su silla. –Nuestra oficina estaba dividida por la mitad sobre si Malfoy era el espía o no. Yo revisé la evidencia, pero había algo que no terminaba de encajar. Entonces, de repente Hannick fue asignado a ir a San Francisco –meneó la cabeza. –Convencí a mi supervisor de que me permitiera venir y vigilarlo. No lo conocía, por lo que creí que podría acercarme a él, sin que nadie me reconociera…

-Pero Jeremy y yo nos habíamos conocido antes, cuando trabajábamos en la capital –dijo Manny sonriendo ampliamente. –Nos reconocimos el uno al otro de inmediato, y entonces nos dimos cuenta de que estábamos interesados en la misma persona.

-Y decidimos cooperar entre nosotros –continuó Jeremy. –No pasó mucho tiempo antes de que me percatara de que mi oficina había estado creyendo un engaño, y por entonces…

-La CIA estaba convencida de que Draco era un espía de los Mortífagos –finalizó Harry.

-Me temo que es mucho peor que eso –dijo Cecilia. –Draco descubrió que los Mortífagos se habían infiltrado en la CIA a un grado alarmante. La mafia estaba moviendo los hilos en las divisiones mundanas, y los Mortífagos estaban haciendo lo mismo en las divisiones mágicas. La telaraña se volvía profunda, mucho más de lo que nos habíamos imaginado.

-Para no hacer la historia larga, Draco estaba en peligro –dijo Manny. –Sabía demasiado, y su padre estaba empezando a sospechar. Tuvimos que sacarlo de Nueva York.

-¿Y trataron de esconderlo aquí? –se burló Harry, sacudiendo su cabeza. –No estaba viviendo exactamente un estilo de vida muy discreto, que digamos.

Manny resopló. –Todo salió bien al principio, y entonces Colby apareció. Lo relacionamos con la CIA casi inmediatamente, pero no pudimos averiguar cómo es que había encontrado a Draco tan rápidamente.

-El hechizo de registro de su varita –comentó Harry, apretando sus labios. –Nosotros supimos de eso sólo cuando la CIA nos dijo que habían localizado a Draco en San Francisco.

-Esa fue la gran noticia aquí, la semana pasada –intervino Cecilia. –Sabíamos que eso era una posibilidad, después del Acta Patriótica, pero no teníamos idea de que la CIA podía realmente implementarlo como una manera de seguir a la gente. Nuestro departamento legal está ya trabajando en una recusación –meneó su cabeza y su expresión era de un ligero disgusto.

-Creímos que habían usado algún tipo de magia oscura –dijo Manny encogiéndose de hombros. –Sabíamos que Colby no era mago, por lo que asumimos que debía tener alguna conexión con los Mortífagos. Fue idea de Draco entablar amistad con Colby, para usarlo e investigar la conexión de los Mortífagos con la CIA.

-¿Se ofreció él mismo como carnada? –preguntó Harry.

-A pesar de que yo no estaba convencido, por supuesto –resopló Manny, levantando la vista hacia Harry. –Cuando Colby empezó a andar contigo, yo estaba convencido de que estabas trabajando junto con él. Sabíamos de la conexión de la CIA con el Ministerio. Pero Draco insistía que tú no tenías nada que ver con eso –Manny sacudió su cabeza, y Harry no pudo saber si estaba disgustado con él mismo o por la fe que Draco le tuvo a Harry. –Y luego, hace dos noches, uno de nuestros agentes descubrió a Lucius Malfoy aquí en San Francisco. Draco se puso furioso. Estaba convencido que estaban tras de ti, y que Colby estaba tratando de tenderte una trampa.

Harry parpadeó, avergonzado de haber sido tan fácilmente engañado. –Eso es cierto. Pero... ¿por qué me querría a mí Lucius Malfoy?

Cecilia y Jeremy miraron hacia Manny. –No estamos seguros –dijo Manny. –Pero creo que Draco sabe porqué.

-Y no te ha dicho –finalizó Harry.

Manny negó con su cabeza. –No se lo ha dicho a nadie –sus ojos se desviaron hacia el brazalete plateado en la muñeca de Harry. –Pensé que podría habértelo contado a ti.

-No –respondió Harry. –Casi no me dijo nada –acarició el brazalete, descubriendo que hacer eso lo tranquilizaba. La habitación estuvo en silencio algunos minutos.

Un sonido no diferente a un croar de una rana pareció salir del mismo escritorio. Manny tocó un botón y escucharon la voz de Jack. –Disculpen la interrupción. Señorita Montes, su presencia es requerida en el Centro de Operaciones.

Cecilia asintió, y ella y Jeremy se pusieron de pie. –Me gustaría tener oportunidad de charlar con usted de nuevo antes de que se vaya, Harry.

-¿Qué tal mañana por la mañana? –sugirió Manny. –Se va en el traslador del mediodía al JFK de Nueva York.

-No, yo no voy a ningún lado –intervino Harry. –¡No me puedo ir ahora, no cuando hay tanto en juego!

Cecilia le sonrió. –Puedo asegurarle que Draco está completamente a salvo, pero usted no lo está. Inglaterra es el lugar más seguro para usted en este momento. Por otro lado, tengo una proposición que hacerle, que requerirá su puntual regreso. Tendré los detalles solucionados por la mañana.

Ella se giró y salió, seguida por Jeremy, y Harry se sintió como un escolar que ha sido regañado.

Manny estaba estudiando silenciosamente a Harry cuando éste levantó la mirada de nuevo. –Luces exhausto –le dijo.

Harry bufó. –Tú también. –Había una pregunta que estaba molestándolo desde que habían llegado ahí. -¿Cómo fue que me encontraste hoy?

-El brazalete –respondió Manny, bajando los ojos hacia la muñeca de Harry. –Draco le puso un hechizo de localización en él antes de dártelo, y lo encantó para que funcionara en el momento que te encontraras a diez metros cerca de Colby.

-Oh –Harry tragó, no muy seguro de qué responder.

-Aunque Draco estaba enojado y herido, me hizo prometer que te echaría un ojo –continuó Manny. –Yo no quería hacerlo. ¿Sabes? Pero él tenía razón. Como siempre –sonrió. –Me porteé al apartamento de Colby, y me hice un hechizo de encubrimiento suficiente para esconderme de él. Aguardé para ver qué pasaba. Cuando me di cuenta que realmente tú no sabías que era lo que estaba pasando, confié en que Colby confesaría.

-Eso fue lo que hizo –Harry trazó de nuevo con sus dedos el brazalete, y eso lo hizo sentir mejor –Supongo que tengo que elogiar tu impecable sentido de la puntualidad –le sonrió a Manny, quien sólo se encogió de hombros sin responder más. –Y entonces... ¿qué pasará ahora?

Manny se puso de pie. –Te quedarás a pasar la noche aquí. Tenemos algunas habitaciones de seguridad arriba. Luces como si necesitaras una ducha y un cambio de ropa –arrugó su nariz, y Harry se sintió cohibido. -¿Tienes hambre?

Harry asintió. –No he comido nada hoy.

-¿Te gusta la comida china? –preguntó Manny, y Harry sonrió en respuesta. –Le diré a Jack que nos ordene un poco.

-¿Nos? –repitió Harry.

-Aún tenemos mucho de qué hablar, Harry –suspiró Manny.


Jack abrió la puerta de la habitación de seguridad e invitó a Harry a entrar. –Puede poner su ropa sucia en el tobogán –dijo, apuntando hacia un panel en la pared marcado con la palabra: "Lavandería". –Los empleados de limpieza saben increíbles hechizos de limpieza, y se la devolverán bastante rápido. Creo que en el baño encontrará todo lo que necesita.

Harry arrojó su casi vacía mochila sobre la cama. –Gracias –dijo, mirando alrededor. El cuarto era pequeño y simple, pero lo suficientemente cómodo. Una cama con su mesita de noche y una lámpara estaban recargadas contra uno de los muros, y una pequeña mesa con dos sillas estaban alineadas contra la pared contraria.

-¿Es usted vegetariano, u otra cosa?

Harry parpadeó por la pregunta. –Um… no.

-El señor Padilla dijo que debía preguntarle antes de ordenar comida para usted. ¿Tiene algún platillo favorito?

Harry negó con la cabeza. –Disculpa. Estoy un poco distraído. Pero comería lo que sea.

Jack sonrió ampliamente. –Entonces, déjeme saber cuando desee que le traiga lo que sea –cerró la puerta detrás de él.

Harry se desplomó en la cama, cerrando sus ojos. Estaba cansado, agotado y extrañamente entumecido, a pesar de todo lo que había sucedido ese día. Respiró con profundidad, percibiendo un olorcillo propio y bufó. –Una ducha –murmuró. –Definitivamente, necesito una ducha.

Se quitó su camiseta y sus jeans, y las dejó caer a la canasta. Cuando desaparecieron de su vista, se preguntó si los tendría de vuelta antes de que Manny regresara. Por lo menos, él estaría limpio. Probablemente, si era necesario, podría transformar una toalla en una túnica. Acarició su estómago distraídamente mientras caminaba hacia el baño, percatándose de que tenía una rugosa área en su piel, y bajó la mirada.

Oh.

Debía haber estado un poco disgustado por tener semen seco en su estómago, pero no lo estaba. Por un momento, reconsideró la ducha, ya que significaría lavarse todo el rastro de Draco de su cuerpo, toda la evidencia de lo que había pasado entre ellos. Su entumecimiento había empezado a flaquear durante la última hora, y estaba siendo reemplazado por una intensa tristeza. Cerró los ojos, pero eso sólo le trajo de regreso la imagen de Draco sentado en el piso, mirando fijo hacia Harry, rodeado de papeles.

Sin quererlo, se encontró tocando el brazalete en su muñeca otra vez, y se detuvo a admirarlo. Su primera impresión había sido que parecía una serpiente, pero ahora que lo miraba más de cerca, se dio cuenta que era más bien un diseño botánico, casi como una enredadera envuelta alrededor de su muñeca. Pensó que quizá no debía usarlo cuando se bañara, así que trató de quitárselo. Pero éste se había apretado demasiado ajustado a su muñeca, y no parecía querer cambiar de opinión. Se resignó y lo dejó en paz.

La presión del agua en la pequeña regadera era fantástica, y se quedó bajo el chorro caliente por largo rato, dejando que cayera sobre sus hombros. Lavó su cabello y talló su pecho, tratando de no pensar en las suaves caricias de las manos enjabonadas de Draco sobre su piel.

Se rasuró y lavó sus dientes, y finalmente emergió del humeante cuarto de baño sintiéndose renovado. Se asomó por el tobogán de la lavandería, pero todavía no había nada ahí. No estaba seguro cuánto tiempo les tomaría regresarle su ropa. Había una pequeña televisión en la habitación, y estuvo feliz al encontrar que tenía una gran selección de canales disponibles. Después de cambiarle por algunos minutos, la sintonizó en la CNN. Más soldados habían muerto en Irak ese día, estaba diciendo el reportero. Harry bajó el volumen del sonido y en vez de escuchar, leyó la cinta de noticias que pasaba por debajo de la pantalla.

Alguien tocó la puerta. Se levantó, incierto de qué hacer… después de todo, estaba completamente desnudo. Recogió su toalla del piso y caminó hacia la puerta. -¿Diga?

-Le traigo su ropa –escuchó que Jack decía. Aliviado, Harry se envolvió la toalla alrededor de la cintura y abrió. Los ojos de Jack se abrieron anchos ante la apariencia de Harry, justo antes de que evitara su mirada. Le pasó a Harry un paquete envuelto en papel. –El señor Padilla subirá en unos minutos, trayendo la comida. ¿Puedo… uh…? –Harry no pudo evitar sonreír cuando Jack empezó a ruborizarse. -¿Necesita algo más, señor Potter? –Jack se obligó a mirar a Harry a los ojos.

Jack no podía ser mayor que él mismo, y Harry se incomodó ante tanto respeto. –Por favor, dime sólo Harry. Y ahora que lo preguntas, realmente necesito algo de ropa interior –Harry trató de no sonreír ante la expresión en la cara de Jack.

-Está bien –respondió Jack, mientras sus ojos se precipitaban hacia la cintura de Harry y regresaban. -¿Bóxer o calzoncillos?

-Honestamente, no me importa –contestó Harry, y levantó una ceja. –Tú elige.

Jack enrojeció una vez más. –Correcto. Yo… um… Sí –se giró sobre sus talones y se alejó.

Harry cerró la puerta tras él, con una enorme sonrisa. Se preguntó cuántos hombres lo habían mirado de esa manera, antes de que se diera cuenta que lo mucho que le gustaba que lo hicieran.

Estaba ya vestido cuando alguien tocó la puerta la siguiente vez. Era Manny, cargando una bolsa con comida y sonriendo maliciosamente bajo el marco de la puerta.

-¿De casualidad eres responsable del estado de mi asistente?

Harry dio un paso atrás para dejarlo pasar. –Todo lo que quiero es ropa interior. No fue mi intención ofenderlo.

Manny le arrojó un par de calzoncillos blancos al pecho. –Ofendido no es la palabra –rodó los ojos y puso sobre la mesa la bolsa que cargaba.

Cuando Harry salió del baño (infinitamente más confortable) Manny había sacado platos y varios recipientes con comida china. Jaló de la bolsa un paquete de seis cocas de dieta y le pasó una lata a Harry.

-¿Qué tienen los norteamericanos contra el azúcar? –gimió Harry.

-Eso dices ahora –sonrió Manny. –Sólo espera a que llegues a los treinta.

Para sorpresa de Harry, charlaron amistosamente mientras comían. Resultó que Manny sabía mucho sobre el pasado de Harry; la mayoría lo había averiguado de la investigación que había hecho durante la última semana, bajo la sospecha de que Harry estaba trabajando con la CIA en contra de Draco.

-¿Yo tengo un expediente en el FBI? –había preguntado Harry, estupefacto.

Manny lo había mirado divertido. –Por supuesto que lo tienes.

Algo de lo que Manny sabía de él le había llegado por Draco, quien había estado hablando de Harry por años, según afirmó Manny. –No tienes idea de lo excitado que estaba cuando tú apareciste –le dijo, mientras levantaba un pedazo de pollo con ajonjolí con sus palillos chinos. –Fue "Harry esto" y "Harry aquello" por días.

Harry se sorprendió cuando se le dibujó una sonrisa. –Entonces... ¿lo conoces desde hace mucho tiempo?

-Casi desde que se mudó a Nueva York hace ya años –asintió Manny, husmeando dentro de los recipientes de comida como si tratara de decidir que comería a continuación. –Fue una… época extraña en mi vida –estudió un jiaozi antes de arrojárselo en la boca.

-¿Tanto así? –preguntó Harry. En sí, era más su curiosidad sobre la vida de Draco en Nueva York que sobre la de Manny.

Éste parecía estar pensando mientras masticaba. –Ya sabes: nuevo hogar, completamente solo, no conocía a nadie. Draco llegó a los Estados Unidos un par de semanas después, y trabajó bajo de mí por varios meses.

Harry bufó. –Eso lo puedo apostar.

Manny ignoró el comentario. –Entonces decidió tomar la misión de encubrimiento. Nos mantuvimos en contacto, aunque su trabajo lo aislaba y volvía difícil el vernos. Cuando se metió en problemas el verano pasado, me buscó y me pidió ayuda –Manny hizo una pausa y le dio un trago a su refresco.

-Por eso viniste aquí –dijo Harry, sintiendo como su alma caía hasta sus pies.

Manny asintió. –No nos imaginamos que nos encontrarían de nuevo tan fácilmente. Creo que pensamos que podríamos huir para siempre –la palabra juntos no fue dicha, pero Harry la escuchó de igual forma.

-Y... ¿ahora? –preguntó Harry. Dejó sus palillos a un lado, perdiendo de repente todo el apetito. -¿Qué pasará con él?

Manny suspiró. –No lo sé, Harry. Pero está a salvo. Debimos haber hecho eso desde el principio, pero él es tan jodidamente testarudo.

Eso fue como si una luz se encendiera en la cabeza de Harry. –Está siendo protegido por un Fidelius... ¿verdad? Y tú eres su guardián secreto.

Manny sólo miró fijamente a Harry por toda respuesta, con expresión cautelosa.

Harry suspiró, y se sintió inmensamente triste. –Me alegro, de verdad. Tú le importas, y confía en ti, mucho más de lo que nunca confiará en mí –sacudió su cabeza y miró su plato vacío. Lo único que había conseguido era arruinar las cosas entre ellos tres. –Mira, sé que no ha sido lo mismo entre Draco y tú desde que aparecí por aquí, y siento mucho eso. Sea lo que sea que pase después de esto, yo… Yo me quitaré de en medio -las palabras se sentían como si se tallaran en su piel mientras las pronunciaba. No me interpondré entre ustedes. No me interpondré entre ustedes.

Manny continuaba viendo fijo a Harry, aunque su expresión se había suavizado. –Realmente lo quieres –dijo.

Harry asintió. –Por supuesto que sí. Pero deseo que esté a salvo y que sea feliz, aunque eso signifique que sea tu… -Harry se interrumpió, incapaz de terminar la frase.

Hubo un momento de silencio, y Harry levantó la mirada para ver que Manny sofocaba una sonrisa. –Eso es muy noble de tu parte, Harry. Pero tengo que decir que yo no soy realmente del tipo que le gusta a Draco.

Harry parpadeó. -¿Qué?

-Él prefiere hombres que son… bueno, un poco más… gay –continuó comiendo, con un dejo de sonrisa traviesa en su rostro.

-¿Qué, quieres decir que tú no eres…? –Harry sólo pudo mirarlo boquiabierto.

-No soy gay, Harry –dijo Manny encogiéndose de hombros. –Intenté serlo, para ser honestos. Quiero decir, Draco es sexy. Me acababa de divorciar cuando me mudé a Nueva York, y atravesaba una etapa experimental. Él coqueteaba conmigo, y un día, sólo pensé: "¿Qué diablos?".

-¿No eres gay? –repitió Harry. -¿Y qué sucedió la semana pasada? Me dijo que jodiste con él en su mesa –esa era una imagen que lo había vuelto loco de celos.

Manny se sonrojó. –Ah, sí. Bueno… ¿te contó sobre eso? –Harry asintió y Manny hizo una mueca de dolor. –Verás, habíamos hecho una apuesta. Él pensaba que tú eras heterosexual, y yo pensaba que sólo estabas fingiendo que lo eras, tú sabes, para llamar su atención. Y… -se rió incómodo. –Por eso fue que te besé aquella noche, para ver cómo reaccionabas. Y entonces te espantaste y te fuiste, por lo que… Él ganó.

-Y te ganó… ¿A ti?

-Aja –Manny parecía más avergonzado de lo que Harry no lo había visto nunca. –Era cualquier cosa que quisiera, y él quiso… Me preocupé de que fuera una mala idea. Aunque fue divertido, y ya había pasado tanto tiempo que yo no había tenido sexo con otra persona que no fuera yo mismo. Y como sabía que él estaba interesado en ti, pues me mantuve diciéndole cosas sobre ti y él, mientras yo estaba… -agachó su cabeza, sonrojado.

Harry sonrió pícaramente. –En realidad, él perdió esa apuesta, lo sabes.

Manny sonrió también. –Ya podrá pagarme más tarde. Aquello resultó algo bueno al final, para ser honestos. Él no se alteró después de hacerlo, por lo que supe que finalmente había superado lo nuestro. Puede sonar bizarro, pero de hecho, eso hizo las cosas más fáciles entre nosotros dos.

Harry sacudió su cabeza. –No puedo creer que no seas gay –incapaz de resistirse, sonrió con amplitud. -¿Ni siquiera bisexual?

-Ya no estoy seguro qué significa eso –suspiró Manny. –Fuimos amantes por varios meses, y el sexo estaba bien, pero… yo no pude enamorarme de otro hombre. Sólo era sexo para mí, y él buscaba más.

Harry arqueó una ceja. –Pero yo creí… -parecía que había perdido la habilidad para articular sus pensamientos. -¿Él buscaba más?

Manny sonrió, con una simpática expresión torcida. –Todo ese asunto de no querer un compromiso era parte de su actuación, para tener a Colby tras él. Creo que era casi como un mecanismo de defensa; ya que, para él, el sexo casual era mejor que estar solo. Realmente necesita una relación... ¿sabes?

Harry estaba empezando a sentir un ligero mareo. –Dios mío –murmuró. –Definitivamente, nunca lo hubiera creído.

Manny sonrió, pero era una sonrisa triste. –Yo deseaba poder corresponder a su amor, pero… yo no funciono así. Ha sido horrible ver como se ha autodestruido éstos últimos meses. Se siente infeliz, solitario… y odia todo esto.

-Esto no tiene que ser así –dijo Harry. –Puedes mostrarle el pergamino del acuerdo del Ministerio. ¿No? Él puede regresar, y… -se detuvo, mordiendo su labio.

Hubo otro momento de silencio, y Harry sintió sus emociones revolverse otra vez. No debía permitirse pensar de esa manera. No debería permitirse tener esperanza.

-Él cree que está enamorado de ti –susurró Manny.

Harry cerró sus ojos para evitar que las lágrimas salieran.

-Estaba devastado esta mañana –continuó Manny, suavizando su voz. –Nunca lo había visto tan deprimido. Me dijo que quería esconderse lo más lejos posible y nunca ser encontrado.

Harry, completamente abrumado, escondió el rostro entre sus manos. Había estado tan cerca de tener lo que siempre había deseado. Pero ahora… mordió más fuerte sus labios, determinado a no llorar delante de Manny. Tomó un respiro entrecortado.

Manny desvió su vista. –Yo quería matarte... ¿sabes? Pero a pesar de todo, él quería asegurarse de que tú estuvieras a salvo. Deseaba que regresaras a casa, dónde eres menos vulnerable. Me hizo prometerle que yo mismo te llevaría a la Estación de Trasladores.

La garganta de Harry estaba ardiendo, y se concentró en respirar. No podía soportar imaginar a Draco tan herido. –Todo fue un malentendido –susurró. –Pero ya es demasiado tarde... ¿verdad?

Manny suspiró. –Hablaré con él, Harry. Le mostraré el acuerdo del Ministerio, y todos los papeles que has decodificado. Pero no sé si él se quiera arriesgar otra vez. Tiene mucho que perder.

-No –respondió Harry, limpiando sus ojos y mirando directamente a Manny. –Tiene mucho que ganar. Si se queda aquí... ¿qué tipo de vida tendrá? Tendría que estar huyendo para siempre. Estaría siempre solo –Harry encogió los hombros y resopló. –Yo puedo ayudarlo, Manny.

-Crees que puedes salvarlo. ¿Verdad? –preguntó Manny, pero su tono no era desaprobatorio.

-Sé que puedo –contestó Harry. –Si tan sólo él me diera la oportunidad.


Harry tuvo "El Sueño" otra vez. Estaba caminado por un oscuro corredor de Hogwarts, aunque no era el pasillo de siempre. De hecho, se dio cuenta de que estaba cerca de la Biblioteca. Ron estaría sentado en el suelo en algún lugar más adelante, cerca de las mazmorras, y Harry se preguntó si debía ir a encontrarlo.

Su farol se apagaba constantemente, y se detenía para encenderlo con su varita una y otra vez, pero no alcanzaba a ver mucho de nada. Siguió caminando. Dio vuelta en una esquina y se encontró ante una enorme puerta. La empujó, pero no se abrió. Apuntó su varita hacia ella, y se dio cuenta de que había olvidado el hechizo.


Jueves 12 de febrero, 2004

De nuevo, Harry había puesto sus únicas ropas en el tobogán de la lavandería antes de acostarse la noche anterior. Para su alivio, cuando despertó había un paquete envuelto en papel descansando en la mesa de su cuarto. Se duchó y se rasuró, aunque realmente no lo necesitaba… había descubierto que la presión del agua lo relajaba. Una vez vestido, reunió sus pertenencias y bajó por las escaleras, esperando poder recordar el camino a la oficina de Manny.

Jack lo encontró a medio camino y lo llevó a un pequeño cuarto de reuniones donde Cecilia, Manny y Jeremy estaban esperando por él.

-¿Café? –le preguntó Jack, y Harry negó con la cabeza. El simple aroma del café le recordaba a Draco, y no estaba seguro de poder soportar beberlo. Tomó asiento ante la mesa, sonriéndoles a todos a forma de saludo.

-¿Dormiste bien? –le preguntó Manny. Harry asintió, percatándose de que era verdad. –Necesitamos llevarte a la Estación de Trasladores en un par de horas –dijo Manny, echando un vistazo a su reloj.

-Bien, pasemos a los negocios entonces –dijo Cecilia, girándose hacia Harry. –Actualmente, la División de Magia del FBI no tiene relaciones con los Servicios de Investigación del Ministerio de Magia. Nos gustaría poder cambiar eso.

Harry asintió, considerando sus propias palabras cuidadosamente. –No es de mi autoridad entablar ningún tipo de arreglo en nombre del Servicio de Investigaciones, pero puedo encargarme de transmitir su mensaje.

-De hecho, estábamos esperando que estuvieras dispuesto para servir como enlace entre las dos organizaciones –continuó Cecilia. –Junto con Manny, por supuesto.

Harry le echó un vistazo a Manny, quien estaba observándolo cuidadosamente.

-Necesitaría hablar con el Director Bass –dijo Harry. –Así como con el Ministro Fallin. Éste último tiene una muy fuerte relación con el Secretario de Magia de los Estados Unidos, y he tenido la impresión de que últimamente no tiene una buena opinión del FBI.

Cecilia y Manny intercambiaron una breve mirada. Jeremy aclaró su garganta y dijo: -Podemos decir que la situación política es complicada. Pero el hecho de que yo esté aquí demuestra que ciertos pactos pueden funcionar.

-El Servicio de Investigación y el FBI han cooperado en el pasado –dijo Manny, -pero de eso hace muchos años ya. Nos gustaría reestablecer esas conexiones, abrir una oficina en Londres y compartir recursos en orden de mejorar el combate a la amenaza de los Mortífagos en ambos países.

Harry suspiró. –Haré lo que pueda por convencer a mis colegas. Empiezo a creer que nuestra relación con la CIA nos ha cegado.

-Tendría que estar de acuerdo –dijo Jeremy. –No me atrevería a sugerir que hay Mortífagos trabajando dentro de tu gobierno, pero…

-Yo sí –bufó Harry. Se preguntó porqué incluso eso no había sido un problema reciente, cuando antes siempre se había estado sospechando eso. Todos se habían relajado tanto después de que la guerra terminó, como su nada estuviera mal. Se dio cuenta de que él había estado haciendo lo mismo, sumergido en un ofuscamiento de dudas y conflictos personales. –Mierda –murmuró. -¿De qué nos hemos estado perdiendo?

-De lo mismo que nosotros, Harry –dijo Cecilia. –Todo ha estado demasiado tranquilo los últimos años y, recientemente, nos hemos vuelto complacientes. Los Mortífagos sólo han provocado los suficientes problemas para mantenerse sin levantar sospechas, pero creo que están planeando algo.

-Algo grande –susurró Harry. -¿Ustedes creen que Draco sabe de qué se trata?

Manny suspiró y se giró hacia Harry. –No lo sé. Si lo sabe, no nos ha dicho nada. No le ha dicho nada a nadie.

Estuvieron en silencio por un momento. –Colby Hannick escapó ayer –dijo Cecilia. -Cuando nuestro equipo llegó, no había rastro de él. Hemos tenido vigilado su apartamento, pero no ha regresado.

-Tal vez esté muerto –aventuró Manny.

-Lo dudo –dijo Harry. –Lucius Malfoy no mataría a alguien tan útil para él. No todavía, por lo menos –se volteó hacia Cecilia. –Estoy de acuerdo en que nuestras organizaciones pueden beneficiarse si cooperan entre ellas, y estoy dispuesto a ayudar a lograrlo. ¿Qué términos tenían en mente?

Dos horas después, habían escrito una proposición para que Harry se llevara con él. La metió en su mochila, que de otro modo llevaría vacía. Estaba dejándoles todos los faxes de los informes del Servicio de Investigación como un gesto de buena fe. También habían formulado un plan para empezar a investigar una posible influencia mortífaga en el Ministerio de Magia. Harry estaría encabezando esa investigación, con la asistencia del FBI… y esperaba contar también con la ayuda de Hermione y algunos colegas de confianza.

-Debemos irnos –dijo Manny tan pronto como Harry tuvo oportunidad de decir adiós a Cecilia y Jeremy. Manny se iba a trasladar a Nueva York con Harry, por razones de seguridad.

-No necesito niñera –gruñó Harry, aunque la compañía no le molestaba. Todavía no había enfrentado el hecho de que regresaba a casa, solo. Sin Draco.

-No, necesitas un guardaespaldas –respondió Manny con un toque de humor. –No podemos permitirnos que los Mortífagos te secuestren en el JFK.

Caminaron juntos hacia la habitación para portearse; todo el camino, Harry estuvo inmerso en sus pensamientos.

-¿Estás bien? –le preguntó Manny mientras abría la puerta. El cuarto, de muros y piso desnudos, estaba desierto. Harry recordó la ansiedad que había sentido cuando se encontró en ese mismo lugar hacía menos de veinticuatro horas.

-Sí. No –dijo encogiéndose de hombros. –No me quiero ir, no mientras todo está tan arruinado.

Manny sonrió. –Lo sé, Harry. Dale un poco tiempo... ¿de acuerdo?

Harry no estaba seguro de poder recordar dónde estaba la Estación de Trasladores, así que Manny se ofreció a ayudarlo a aparecerse ahí.

-No había tenido tantas apariciones dobles en años –dijo Harry sonriendo con amplitud mientras se dirigía a los brazos de Manny.

-Lo que pasa es que no puedes quitarme las manos de encima –bromeó Manny.

-Realmente no eres mi tipo. ¿Sabes? –replicó Harry.

No fue hasta que estuvieron en la sala de espera de Virginia cuando Harry se dio cuenta que realmente se estaba marchando. No se había permitido pensar en eso durante toda la mañana, pero ahora, ahí estaba. Estaría en Londres en media hora. Respiró con profundidad, pero eso no ayudó mucho. Si Manny se percató del abrupto cambio en su comportamiento, no mencionó nada al respecto.

Como un golpe de suerte, estaba la misma agente (la mujer que a Harry le había recordado a Cho el día que llegó), y fue quien los recibió. Harry pensó que era muy bonita, a pesar de que ahora no sintió el mismo retorcijón en su estómago como la otra vez. De hecho, no había pensado casi nada en Cho desde que había llegado ahí. Miró de reojo a Manny y se dio cuenta que los ojos de éste estaban fijos en los senos de la mujer.

-En serio que eres heterosexual. ¿Verdad? –susurró Harry cuando la mujer volteó para otro lado. Manny le cerró un ojo por toda respuesta.

Trasladarse con alguien más no lo hacía necesariamente más fácil para Harry… continuaba odiándolo de todas formas. Algunos magos muy poderosos podían aparecerse a través de grandes distancias, pero Harry nunca había considerado en serio el tratar de aprender a hacerlo. Aunque si iba a realizar una alianza entre el FBI y el Servicio de Investigación, quizá tendría que meditarlo.

La empleada le pasó a Harry el disco traslador, advirtiéndoles que tenían un minuto para la salida. Ese disco era más grande que el otro que había sostenido cuando se trasladó solo. Se paró dentro del círculo pintado en el suelo, y Manny se le unió, agarrando al disco por el otro extremo. Harry mantuvo su mirada fija en el logotipo de Virginia mientras esperaba.

-Diez segundos –trinó la empleada. –Que tengan un buen viaje –Harry no respondió, pues estaba contando en su cabeza. Ocho segundos, y entonces estaría en Nueva York. Cinco segundos, y estaría a más de tres mil kilómetros de ahí. Dos segundos, y habría perdido su oportunidad de…

Sintió su estómago sacudirse, y entonces, su cuerpo fue lanzado contra el de Manny por varios y largos segundos hasta que sus pies golpearon una superficie de nuevo. Se encontraron en una sala del JFK. Harry estaba desorientado, como siempre, pero Manny no parecía estar afectado. Los norteamericanos deben trasladarse muy a menudo a través de su enorme país, pensó Harry. Manny le regresó el disco a la empleada, quien estaba dándoles la bienvenida a Nueva York en un tono que no indicaba mucho entusiasmo por su llegada.

Se abrieron paso a través de la multitud de viajeros de negocios, hacia la sala de salidas internacionales, sin que ninguno dijera palabra. Manny se quedó cerca de Harry y miraba alrededor, pero no parecía estar demasiado preocupado. Encontraron asientos en la sala tres, sentándose muy lejos de los otros viajeros que esperaban.

Manny empezó a charlar de un modo que era casi fuera de su personalidad, contándole a Harry sobre sus restaurantes favoritos en Nueva York, aparentemente, con el objetivo de distraerlo de sus pensamientos. Pero no estaba funcionando.

-¿Sabes? –interrumpió Harry cuando Manny comenzó a filosofar acerca de los restaurantes de filetes en la ciudad. –Habría deseado, al menos, verlo por última vez antes de partir.

Manny parpadeó asombrado ante el repentino cambio de tema. –Sabes que por ahora, no es seguro para él ir a ningún lado.

-Sí, claro –dijo Harry. De repente no podía soportar el pensamiento de estar tan lejos de Draco. Por lo menos ayer estaban ambos en la misma ciudad, por lo que Harry podía saber, pero ahora… Se descubrió acariciando con un dedo el brazalete otra vez, y bajó la mirada hacia él. –Debería darte esto para que se lo devolvieras –dijo. –Pero no sé cómo quitármelo.

Manny lo examinó por un momento y se encogió de hombros. –No tengo idea. Desde que lo conozco, nunca vi que se lo quitara. Se duchaba con él, se dormía con él… hacía de todo.

Harry sintió un ligero temblor en su estómago ante el pensamiento de que tenía algo que pertenecía a Draco… algo que era tan importante para él. –Dijo que su madre se lo había dado.

Manny asintió y lo tocó con uno de sus dedos. –A mí me contó que ha pertenecido a la familia de su madre por siglos.

-Oh, Dios –gimió Harry. -¡No es posible que me quede con él! –trató de jalarlo de nuevo, pero no pasó nada.

Manny puso una mano sobre la suya, deteniendo sus esfuerzos. –Harry, creo que realmente deseaba que tú te quedaras con él.

Harry tragó. ¿Por qué Draco le habría dado algo tan valioso a él, justo en el preciso momento en el que pensaba que Harry lo había traicionado?

-Por otro lado –sonrió Manny con sinceridad, -si de veras quiere que se lo devuelvas, sólo tendría que venir y pedírtelo él mismo.

Harry trató valerosamente de sonreír.

-Harry Potter a la Puerta de Salidas, por favor –dijo el anunciador.

Manny pestañeó. -¿Y qué tal si mejor te ponen un maldito letrero encima? –se pusieron de pie y Harry suspiró; realmente no se quería ir. -¿Va a haber gente esperando por ti, verdad? –preguntó Manny, quien lucía nervioso.

Harry asintió. –Incluyendo al Ministro Fallin en persona, según creo. Nadie de quien preocuparse.

Se dirigieron hacia la puerta. La empleada no dejó pasar a Manny dentro, así que Harry regresó un paso para extender su mano hacia él.

-Gracias –le dijo. –Por todo.

Manny ignoró su mano y en vez de eso, lo jaló para abrazarlo. –Te prometo que trataré de hacerlo entrar en razón... ¿está bien? –susurró. Harry asintió contra su hombro, tragándose la sensación que le hacía un nudo en su garganta. –Y te llamaré pronto –dejó ir a Harry y se alejó de él.

Harry logró sonreír antes de dar media vuelta y atravesar la puerta.

-Treinta segundos –gorjeó la empleada, apuntando hacia el disco traslador que descansaba en una mesa. Claramente no quería arriesgarse a viajar accidentalmente hasta Londres al pasárselo ella misma.

Harry lo tomó y caminó hacia dentro del círculo de salida. En menos de un minuto, estaría de regreso en Londres, y casi a medio mundo de distancia de Draco. No tenía idea si lo volvería a ver otra vez, y una parte de él quería arrojar lejos el traslador, regresar por la puerta de la sala y lanzarle un Imperio a Manny para que lo llevara hasta Draco.

-Diez segundos.

Levantó la mirada y alcanzó a vislumbrar el rostro de Manny a través de la puerta abierta. Le estaba sonriendo tristemente y se despedía con la mano. Harry sintió el familiar y repugnante estirón en su estómago y cerró los ojos. Estaba dando vueltas, con el viento y la luz girando a su alrededor y atrás de él. Le pareció que el viaje duraba mucho más que el que había hecho antes, y empezó a ponerse nervioso. Justo cuando estaba preocupándose por ello, todo empezó a disminuir y sus pies tocaron suavemente el suelo. Quizá Heathrow finalmente había instalado esos amortiguadores de aterrizaje de las que sus colegas habían estado hablando ante los bebederos hacía meses.

-¡Harry! –abrió sus ojos justo antes de que Hermione lo abordara. Ella lo abrazó fuertemente, y sintió sus senos oprimirse contra su pecho. Deslizó un brazo alrededor de su cintura, plenamente consciente de lo diferente que un cuerpo femenino se sentía contra de él. Cerró sus ojos otra vez, inhalando la esencia del cabello de ella, mientras se liberaba de los efectos del traslado trasatlántico. Ella lo apretó una vez más antes de dar un paso atrás y mirarlo fijamente. Parpadeó, dándose cuenta de que no la había llamado desde que lo habían sacado de su hotel por la fuerza.

-Lo siento –le dijo, y se inclinó para besarla en la mejilla.

-Estás solo –comentó ella. -¿Qué pasó con Malfoy?

-Necesito ver a Bass y a Fallin de inmediato, y entonces les explicaré todo.

-Hola, Harry –dijo Fallin, asomándose detrás de una puerta. También él buscó por toda la sala, y pareció medio decepcionado de encontrarla vacía. –Pensamos en darle oportunidad a Hermione de decirte lo mucho que nos has tenido preocupados.

-Fue por una buena razón, señor –dijo Harry, enderezando sus hombros.

La sonrisa de Fallin flaqueó ante la expresión de Harry. -¿Debo tomar eso como un indicativo de que Malfoy escapó?

Harry respondió negando con la cabeza. –Espero que estén preparados para quedarse hasta tarde hoy en la noche. Tenemos un importante asunto del cual tratar.

Fallin entrecerró los ojos. -¿No puede esperar hasta mañana?

-Preferiría no esperar –dijo Harry. Se giró hacia Hermione, quien lo miraba con curiosidad. -¿Puedo tener una junta con todos los superiores mañana en la mañana?

Ella asintió. –Los llamaré a todos por la noche.

Harry regresó su mirada a Fallin, gesticulando hacia la puerta. –Después de usted, señor.


¡Bien, aquí estoy, cumpliendo con la entrega de un capítulo más! Sé que me he atrasado, y pido una disculpa por ello. Mi familia no me dejaba mucho tiempo libre, y en cuanto miraban que tocaba la computadora empezaban a pegarme de gritos.

Se extraña a Draco en este capítulo. ¿verdad? Veamos que pasa en el siguiente, el último de este fic. Pero no de la historia, pues como les he dicho, hay una segunda parte. Emma va a colocar la edición final el 1o. de Septiembre, así que creo que me otorgará su permiso para traducir a partir de ese día.

Muchas gracias a los que leen esto y más a los que me dejaron review: Elisa Evans (concuerdo contigo en que fue un cap. sorprendente... esta chica -Emma- tiene un genial poder de inventiva. viste? besos y gracias por tu review!), Bollito Malfoy, Ornella, Dernhelm de la Marca, Aikoss, Niku Black, Ambarette-Bloodymary e Isobo (gracias por tu review, qué bueno que no sólo te gustó sino que te encantó, jeje... gracias por el abrazo y otro igual a tí).

Nos vemos en el último cap, los espero!

Perla.