Left My Heart
Dejé mi corazón
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Por:
Emma Grant
traducido por:
Perla
Parte 10
Viernes 13 de febrero, 2004.
Harry se desplomó en la silla detrás de su escritorio, oprimiéndose las sienes con sus dedos. El dolor de cabeza había ido aumentado conforme pasaba la tarde, y no había tenido todavía oportunidad de tomar una poción para curarlo. Echó un vistazo al reloj que estaba en su mesa. Con nueve horas de diferencia, serían las ocho de la mañana en San Francisco… por fin, no era demasiado temprano para llamar a Manny. Sacó de su bolsillo el pedazo de papel en el cual el hombre le había anotado el número de su celular, y alcanzó el teléfono.
Había sido sólo ante la insistencia de Hermione por lo que el Servicio de Investigación había instalado teléfonos en cada oficina, un par de años antes. Tan pronto como ella fue promovida para dirigir la División de Comunicaciones, había causado revuelo por insistir en la integración de la tecnología muggle a los procesos operativos del Servicio de Investigación. Las sesiones de entrenamiento que había organizado habían sido tremendamente entretenidas, ya que algunos de los magos de la oficina nunca habían visto en su vida un teléfono o una computadora. Aún seguía tratando de conseguir apoyo para instalar el acceso a Internet.
Harry realizó un rápido encantamiento silenciador alrededor de su oficina, y después ejecutó una búsqueda mágica de artefactos de espionaje, sólo por si las dudas. Se preguntó si estaba siendo paranoico. Bostezó y marcó el número de Manny. ¿Cómo era posible que veinticuatro horas antes estaba apenas levantándose? Había estado casi hasta las tres de la mañana hablando con Fallin y Bass, luego dormitó un par de horas bajo su escritorio antes de empezar una serie de reuniones desde las nueve de la mañana.
-¿Diga?
-Soy yo… Harry.
Manny exhaló en el teléfono. –Qué bueno es saber de ti. La verdad, esperaba que llamaras más temprano.
Harry sonrió. -¿Estabas preocupado por mí?
-¡Por supuesto! Demonios, Harry –respondió con una nota de humor mezclado con frustración. -¿Cómo va todo?
-Tan bien como se podía esperar –respondió Harry, recargando la espalda en la silla. –Me he pasado el día entero en reuniones con los jefes de todos los departamentos, y luego con un grupo del personal superior. Tuve que librar algunas pequeñas batallas, pero nada que no pudiera manejar. Pienso que la mayoría de ellos no creen que esto sea realmente una amenaza.
-Honestamente, no me sorprende.
-Deben creer que me he vuelto loco, o que el claramente malvado de Draco Malfoy me ha lavado el cerebro, o que los norteamericanos lo hicieron, o algo así. Por lo menos, piensan que me he vuelto paranoico –Manny bufó al otro lado de la línea, y Harry suspiró. –Un tipo me acusó sin ningún tapujo de que yo estaba pensando con el pene.
-Bromeas –dijo Manny en un tono que era una rara mezcla de humor e indignación.
-Eso quisiera. Es la primera vez que he tenido que admitir en público… que soy bisexual. Fue más difícil de lo que esperaba.
-¿Tan malo fue?
-Bueno, no tenía idea de que algunos de los presentes fueran tan homofóbicos –respondió Harry, hundiéndose en su silla. -¡O que serían tan malditamente complacientes sobre todo lo que les dije! Para mí, es como si me hubieran quitado un velo de encima, y puedo ver cosas de las que no me había percatado por años. No creo que ellos quieran verlo.
-O quizá no puedan verlo –intervino Manny.
Harry asintió, cerrando los ojos. –Aunque creo que sí conmocioné a algunos de ellos. Tenemos nuestro trabajo excluido en esta investigación.
-No esperaba que fuera tan sencillo. Espero que sepas a lo que te estás enfrentando, Harry.
-De hecho, quizá sea mejor si no lo sé –suspiró Harry. –Si estoy en lo correcto, y hay Mortífagos influenciando en el Servicio de Investigación, harán todo lo que esté a su alcance para desacreditarme.
-Se convertirá en una cacería de brujas si no estás atento. Eh… es un decir –Harry soltó una risita en respuesta. –Entonces... ¿aceptaron la mayoría de las cláusulas del acuerdo?
-La única cosa en la que no se comprometieron fue en la provisión del lugar para la oficina temporal.
-Bueno, eso no es importante. Podremos instalarnos en cuanto encontremos algo conveniente.
-Al menos, aceptaron proveerlos de personal de apoyo. Todo lo demás fue más o menos aceptado. Si me das un número de fax, te mandaré el acuerdo revisado. Hermione tiene un plan para codificarlo, parece conocer esa cosa de encriptación que mencionaste.
-Estoy seguro que sí –contestó Manny. Sonaba impresionado. Le recitó el número del fax y Harry lo escribió en un papelito de notas mágico. –Asumiendo que todo fue aceptado, nos gustaría enviar un equipo de personas el lunes, para reunirnos con tu gente y empezar a trabajar.
-¿Quién vendría? –preguntó Harry, sintiendo cómo su estómago daba un pequeño vuelco.
-Cecilia, un par de chicos que no conoces y yo –Manny hizo una pausa, y Harry sintió que el alma caía a sus pies. En realidad no había esperado que Draco viniera, pero… -Hablé con él anoche. Le di los papeles decodificados, y le conté acerca de la investigación que planeas hacer.
Harry se congeló mientras su estómago se retorcía otra vez. –Yo… ¿Qué fue lo que dijo?
-En primer lugar, estaba aliviado. No quería creer que estuvieras trabajando contra él. Y parece pensar que estás en la pista correcta en relación a todo lo demás.
-Y entonces… -Harry apretó los dientes. Si Draco hubiera querido darle otra oportunidad, seguramente Manny se lo habría dicho inmediatamente. -¿Sigue enojado conmigo?
-No, no está enojado, Harry, pero… No quiero que te hagas ilusiones. Está completamente a la defensiva... ¿me comprendes? Se sintió muy herido, y no desea ponerse de nuevo en la misma posición.
-Pero todo fue un malentendido –gimió Harry, jalándose su propio cabello por la frustración. –Realmente no fue mi intención ocultarle nada.
-Lo sé, lo sé –suspiró Manny. –Hablamos por largo rato, y él… Harry, él está asustado. Realmente te quiere, y creo que está aterrorizado de que tú no sientas lo mismo por él.
-Pero lo siento –respondió Harry. –Dios, ayúdame. De veras lo quiero. Nunca antes había sentido esto por nadie, ni siquiera por mi ex esposa.
Hubo un breve silencio del otro lado de la línea. –Eso explica bastantes cosas.
Harry resopló. –Yo no soy como tú, Manny. Sin ofender.
-Pero él no sabe eso... ¿o sí? Y tú no lo conoces bien, Harry. Los dos han pretendido ser alguien que no son durante las últimas dos semanas. ¿Cómo es posible que pienses que estás enamorado?
-No lo pienso –suspiró Harry, -pero él ni siquiera me dará ocasión de hacerlo.
-Siendo justos, esto va más allá del asunto de que si ninguno de ustedes quiere o no –dijo Manny, sonando cansado y un poco a la defensiva.
-Lo siento –respondió Harry, presionando las puntas de sus dedos sobre los ojos cerrados, en un intento de aliviar su dolor de cabeza.
-Sé que deseas que él vaya a casa y entonces poder ayudarlo, pero no está listo para regresar todavía. Dijo que nos daría información, si podía.
-Gracias por hablar con él –dijo Harry suspirante. -¿Le darías mi número de teléfono? Puede llamarme cuando quiera. La línea es segura.
-Claro.
Hubo una pausa, y Harry parpadeó, dándose cuenta que estaba siendo horriblemente egoísta. –Estaré esperando verte el lunes –dijo. –Jack puede arreglar los detalles del viaje junto con Peggy, la asistente de Hermione. ¿Crees que puedas trasladarte el lunes en la mañana?
-Probablemente el domingo en la tarde. Eh, o sea, domingo en la mañana para nosotros. Tú entiendes.
Harry sonrió junto al teléfono. –Y espero que tengas una buena noche de sueño antes de la reunión. El cambio de horario es duro.
-También espero verte pronto. Siento lo de Draco –Manny sonaba sincero, y eso hizo sentir mejor a Harry. -¿Estarás en Heathrow el domingo?
-En realidad, no puedo… hay algo que necesito hacer esa noche. Espero que Hermione esté ahí por ustedes, y quizá también el Director del Servicio de Investigación. Recuerdas a Hermione. ¿no?
Manny tosió. –Sí, de hecho la recuerdo muy bien.
Harry sonrió, por primera vez en ese día. –Gracias, Manny. Por todo.
Después de que colgó el teléfono, recargó su frente en el escritorio por un momento. Estaba exhausto y su cabeza le daba punzadas, pero no había terminado todavía. Levantó el teléfono de nuevo y marcó la extensión de Hermione.
Tres minutos después, ella entraba por la puerta de su oficina. -¿Está ya todo listo?
-Aja –dijo él, pasándole el acuerdo revisado. –Y aquí está el número –pegó la hojita amarilla sobre la primera página.
-Lo voy a codificar ahora mismo para que Peggy lo pueda mandar antes de que deje la oficina. ¿Estás bien? –Harry levantó la vista hacia ella y la vio frunciendo el entrecejo.
-Me duele la cabeza –refunfuñó. –Ha ido empeorando conforme pasa el día.
-¿Ya tomaste algo? –sacó su varita como si estuviera lista para invocar un hechizo para aliviar dolores o un Accio para traer una poción desde su oficina.
-No. Creo que es la abstinencia de cafeína… nada que un par de tazas de té no puedan arreglar –después de todo, había estado bebiendo bastante café las dos últimas semanas.
Hermione inclinó su cabeza hacia él, con una expresión escéptica en su rostro, y cerró la puerta detrás de ella. -¿Realmente crees que todos nosotros hemos estado dejando pasar algo importante? –preguntó al tiempo que se sentaba frente a su escritorio.
Harry asintió. –No puedo explicarlo, pero todo se siente diferente después de haber estado lejos. Es como si fuera difícil pensar cuando estás aquí, casi como si estuvieras realmente adormilado.
-¿Seguro que no es el desfase de horario causado por tu viaje, hablando por ti? –sonrió ella.
-No –suspiró él. –Pero vale la pena investigarlo... ¿no lo crees?
Hermione se puso de pie y examinó el acuerdo que tenía en sus manos. –Si esto es realmente el trabajo de los Mortífagos, si realmente están influenciando en nuestra agencia, necesitamos descubrirlo. Tengo el presentimiento de que las cosas se pondrán un poco emocionantes por aquí –levantó una ceja hacia Harry, y él le sonrió en respuesta lo mejor que pudo. –A propósito... ¿tienes algún plan para mañana en la tarde?
Negó con la cabeza, y casi se rió. –Difícilmente. Puede ser que duerma. ¿Por qué?
-¿Te gustaría venir a casa y cenar conmigo y los niños? No deberías estar solo el día de San Valentín.
Harry sintió una repentina puñalada de soledad recorrerlo. –No, creo que no. ¿A qué hora?
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Estaba oscuro a la hora que Harry finalmente salió de la chimenea de su apartamento. Se quedó parado un momento observando la sala de estar, la cual lucía justo como la había dejado casi dos semanas antes. Antes de dar siquiera un paso a la habitación, hizo un barrido en busca de objetos de espionaje. No había nada. Presionó una mano contra su frente, y se preguntó por vigésima vez en el día si no estaba cometiendo un horrible error.
Caminó hacia su recámara y dejó caer su mochila sobre la cama, procediendo a desnudarse. Se dio una rápida ducha y se desplomó en su cama. A pesar de ser temprano, el cielo estaba oscuro, y se imaginó que podría quedarse dormido. La conversación telefónica con Manny se mantenía vagando en su mente, y sus pensamientos regresaban a Draco, una y otra vez.
Draco ya sabía la verdad sobre Harry, y continuaba diciendo que no. Sentía cariño por Harry, pero eso no valía la pena como para arriesgarse. Quizá, hasta ya estuviera enamorado de Harry, pero no iba a regresar.
Harry suspiró, sintiéndose extrañamente entumecido. Debería sentirse de modo horrible, devastado, destrozado. Pero no. Era tan sólo como si no lo pudiera creer.
Un golpeteo en la ventana lo sacó de sus pensamientos, y se sentó en la cama. Una figura blanca estaba revoloteando al otro lado del vidrio.
-¡Hedwig! –gritó, corriendo a toda velocidad hacia la ventana. La abrió y el ave voló alrededor de la habitación una vez antes de posarse altaneramente en su percha. Traía atada a su pata una gran bolsa… dos semanas de correo atrasado. Harry le desató la bolsa y Hedwig agitó sus plumas, sacudiendo la cabeza. Harry le sonrió y levantó una mano para acariciar su pico, pero ella volteó la cabeza a un lado. Harry hizo un mohín y se movió hasta que quedó frente a ella. –Te extrañé –le dijo. Por supuesto que casi ni había pensado en ella, pero valía la pena intentar eso. El ave giró su cabeza al otro lado, ignorándolo. –No seas así. Tuve que irme. Hermione te cuidó bien. ¿no? –se inclinó a su alrededor para tratar de verla a los ojos, pero ella volteaba su cabeza hasta que le dio la espalda, y Harry suspiró. ¿Ni siquiera Hedwig quería hablar con él?
Encendió la luz de una lámpara y vació el contenido de la bolsa en su cama. En su mayoría, el correo era pura propaganda… catálogos para ordenar por vía lechuza exóticas pociones, aparatos mágicos para la cocina, y cosas de ese tipo… y algunas facturas, por supuesto. Su correo muggle probablemente estaría apilado junto a la puerta delantera. Ni siquiera había mirado.
La única pieza de correo personal era un gran sobre de color café. Lo abrió y sacó un legajo de papeles, impresos a la manera muggle. Los observó fijamente por varios segundos antes de darse cuenta de lo que eran: documentos de divorcio.
Casi soltó una risa. Si hubiera recibido ese sobre dos semanas antes, habría sido traumático, pero ahora estaba claro para él que su relación con Cho había sido un error. Puso los papeles a un lado y se tumbó de nuevo en la cama. Quizá debería llamar a Cho después de todo; almorzar con ella sería buena idea. Le podría regresar los papeles firmados y dar por terminada esa relación, de una vez por todas.
Cerró su mano alrededor de la muñeca donde tenía el brazalete de Draco y suspiró. Con sólo tocarlo se sentía más cerca de él. Tal vez ese era el motivo por el que no había perdido completamente las esperanzas. Cerró los ojos y fue quedándose dormido ante el sonido de los ululantes ronquidos de Hedwig.
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Sábado 14 de febrero, 2004.
-¡Buenas noches, tío Harry! –se despidieron los gemelos a coro. Le sonrieron de oreja a oreja, con sus rojos rizos sobresaliendo por todos lados.
Harry sonrió ampliamente y los jaló a ambos para abrazarlos. –Buenas noches, y vayan derecho a dormir para que su mami y yo podamos hablar... ¿está bien?
Cally asintió, frotando sus ojitos. –Gracias por el gatito.
-De nada, cariño –respondió Harry, besándola en la frente. En el camino se había detenido en una tienda de juguetes, ya que los regalos que les había comprado en San Francisco habían sido destruidos junto con el resto de sus pertenencias en la habitación de la posada.
-Gracias por mi osito –añadió Harley, jalando a Harry por el cuello y dándole un descuidado beso en la mejilla. Harry cerró los ojos y sonrió.
-Muy bien, ahora a la cama –dijo Hermione, jaloneando a Cally de su blusa. –Suelta al tío Harry, pequeñita.
-Feliz día de San Valentín –bostezó Cally.
Hermione agarró a ambos niños de las manos y los jaló para ponerlos de pie. –No debí dejar que comieran tanto chocolate –murmuró. Harry les dijo adiós con la mano mientras seguían a su madre con reticencia hacia la recámara.
Se incorporó y se dirigió a la cocina a abrir la botella de vino que había comprado para Hermione. Ella adoraba el vino francés, y él había gastado una obscena cantidad de dinero en una botella de Burgundy como regalo… mucho más de lo que había costado el collar que había adquirido en San Francisco. Ella había insistido en abrirla esa tarde y compartirla con él, un signo que le indicaba que había hecho una mala elección de la cosecha.
Y por supuesto que eso le había recordado que Draco sabía muchísimo sobre vinos franceses, asunto que lo había deprimido desde entonces.
Sorpresivamente, se había despertado sin dolor de cabeza esa mañana, y casi había mirado con rabia a las tres cafeterías Starbucks que pasó en su camino de la juguetería a la tienda de vinos. El aroma del café flotaba por fuera de la puerta de la tercera, y eso lo había tentado… pero no quería ni pensar en eso. De hecho, había estado muy orgulloso de su resistencia hasta ese momento, orgulloso de que no estaba permitiéndose pensar muy constantemente en Draco.
Mucha fuerza de voluntad. Sirvió dos copas y se sentó en el sofá frente al fuego. Eso era acogedor, casi romántico, y no estaba ayudándolo para nada. Aunque nunca había estado sentado frente a un fuego con Draco, ahora que estaba ahí no pudo evitar pensar en ello.
-Eso fue fácil -comentó Hermione mientras se sentaba a su lado.
Harry le pasó su copa de vino. -¿Usualmente no son tan cooperativos?
Ella negó con la cabeza, le dio un sorbo a su vino y olfateó. –Estupendo –dijo. -¿Cómo fue que elegiste éste?
–La etiqueta estaba en francés, y treinta libras parecía ser una buena cantidad para gastar en mi mejor amiga el día de San Valentín –dijo, sonriendo complaciente.
Ella le sonrió. –Te han timado. Cuesta, cuando mucho, veinte libras.
Harry se encogió de hombros. –Últimamente no tengo buena suerte.
Hermione dio un trago de su vino y miró hacia el fuego por un momento. -¿Cómo estás, Harry?
Él apretó sus labios y suspiró. -¿Francamente? Me siento jodidamente miserable. Me siento tan perdido y es el Día de San Valentín y… -negó con la cabeza.
-Lo sé. La Navidad es casi igual de mala para mí, especialmente desde que Ron murió justo antes del día de San Valentín de aquel año… -se interrumpió, toqueteando la cadena de oro que traía en el cuello. La había encontrado en el bolsillo del abrigo de Ron una semana después de que había muerto. La había comprado para ella, pero nunca tuvo la oportunidad de dársela. –Éste es el primer año que estás solo... ¿verdad?
-Sí, supongo que sí –respondió Harry.
-¿Has hablado con ella desde que volviste?
Harry giró su cabeza, dándose cuenta que no estaban hablando de la misma persona. –Yo… no –dijo, parpadeando.
Hermione estudió su cara. -¿Qué?
Harry suspiró. –No es por Cho por quien yo me siento miserable. ¿sabes? –tomó varios traguitos de su vino y miró a otro lado.
-Ah –Hermione bebió de su vino también, y se quedó callada por un momento. –Debe de haber cambiado bastante desde la escuela.
-¿Quién? –preguntó Harry, percatándose inmediatamente de lo ridículo que se había escuchado. Después de todo, era de Draco Malfoy de quien estaban hablando. –Sí, ha cambiado. Probablemente no lo reconocerías, pues ya no es el mismo idiota que antes solía ser.
-Por tu propio bien, espero que no –bromeó Hermione, y alcanzó la botella de vino. Llenó de nuevo sus copas y la dejó a un lado. –Ahora, a hablar. Me prometiste que me contarías todo, y ya no estamos en la oficina. Quiero detalles.
Y él habló. Por casi media hora, le narró todo lo que había pasado las últimas dos semanas… la casi inmediata atracción entre él y Draco, el descubrimiento de que era bisexual, su aventura con Colby, los celos que tenía de Manny, y su única noche con Draco, después de que había salido a toda carrera de la posada justo cuando los Mortífagos habían aparecido. Se atragantó con sus palabras cuando le contó sobre la mañana siguiente, de la revelación de que Manny y Draco sólo eran buenos amigos y nada más, y la confesión de Manny de que Draco estaba enamorado de Harry. Y le dijo sobre la llamada telefónica con Manny la tarde anterior, y de que Draco no iba a regresar.
Miró fijamente su copa vacía cuando por fin terminó, y la realidad lo golpeó: Draco realmente no iba a regresar. No quería darse una oportunidad porque no confiaba en Harry, a pesar de todo. Draco sabía que podía amar a Harry, pero eso no era suficiente.
-Oh, Dios –susurró Harry, sintiendo las lágrimas inundar sus ojos. No intentó detenerlas… Hermione lo había visto llorar antes, y cada uno se había dado la mano mutuamente durante muchas noches difíciles de los últimos años.
Ella lo tomó de una mano. –Lo siento.
Harry asintió y se limpió las mejillas con su manga. –Me siento como un idiota de lo peor.
-Me imagino –suspiró ella, y apretó su mano. Él sintió cómo Hermione acariciaba con un dedo el brazalete de Draco. –Me pregunto por qué te habrá dado esto.
-No lo sé. No quiero pensar en eso –ella se quedó en silencio y casi podía escuchar los mecanismos girar dentro de su cabeza. –No lo digas, Hermione.
-Podría hacer sólo una pequeña investigación, ver qué puedo encontrar…
-Hermione, por favor… -gimió. –Si no es nada, no quiero saberlo.
-¿Pero qué tal si es algo?. ¿Qué tal si…?
-¿Podemos hablar de esto después? No estoy lo suficientemente ebrio como para ahogar mis penas aún –dijo, sonriéndole esperanzadoramente.
Ella suspiró. –Está bien. Mañana –recogió la botella vacía y la llevó a la cocina, regresando un momento después con una botella de chablis y dos copas limpias. Golpeó ligeramente el cuello de la botella con su varita y el corcho salió disparado.
Harry pestañeó. ¿Por qué todo le tenía que recordar a Draco?
-Entonces. ¿de verdad tuviste sexo con él? –preguntó Hermione y sirvió el vino. Estaba tratando de no sonreír muy ampliamente.
-Sí –respondió, y no dijo nada más.
-¿Y…?
Harry sonrió maliciosamente. –Ah, sí, quieres detalles. ¿verdad?
-Bueno, ya sabes… ¿tú… se lo hiciste, o…?
-Sí, yo se lo hice –contestó lo más casual que pudo lograr.
Hermione soltó una risita. -¡Mierda, Harry!. ¿Y te gustó?
-¿Bromeas? –sintió cómo se ruborizaba. –Fue increíble.
-¿Él también te jodió?
Harry la miró entrecerrando los ojos. –De hecho, ese es aún territorio inexplorado. No es que no esté dispuesto a hacerlo, pero…
-No es tan malo, en realidad –dijo ella, recargándose en los cojines del sofá. –Si se toma su tiempo y no solamente llega y empuja.
La mandíbula de Harry cayó hasta el suelo. -¿Tú…? –por alguna razón, el sexo anal no era parte de la imagen de dama que tenía de Hermione.
Ella se sonrojó. –Bueno, tienes que probar de todo alguna vez... ¿qué no? Estuvo bien, pero sigo prefiriendo la manera tradicional –le dio un sorbo a su vino y cerró un ojo. –Ron era un chico grande, por lo que era un poco incómodo.
-¿Grande, eh? –rió Harry. –Y yo que siempre pensé que se la pasaba fanfarroneando.
Hermione asintió. –Recuerda lo grandes que eran sus pies.
Harry sonrió ampliamente y la empujó con su pie desnudo. -Enormes, comparados con los míos. Aunque yo nunca se lo vi duro.
-Quizá eso habría cambiado tu vida –dijo Hermione disimulando una sonrisa.
-Quizá. ¿Sabías que lo besé en una ocasión?
-Me lo contó –dijo ella. Se quedaron en silencio un momento. -¿Sabes? Si ya puedo hablar de él… demonios, si puedo hablar de su pene… ya debería ponerme en acción.
-Ya son tres años... ¿verdad? –Harry metió su pie debajo del muslo de ella para mantenerlo tibio.
-Dicen que toma cinco años para recuperarse realmente de una pérdida como esa –suspiró ella. –Pero creo que ya estoy lista.
-¿Lista para qué?
-Para salir. Para tener citas. Tener sexo con alguien. Con cualquiera.
Harry se carcajeó. –Ya estás ebria.
-Estoy hablando en serio –dijo ella, gesticulando con su copa de vino. –Deberíamos ir a Soho y liarnos un par de tipos. ¿sabes? Llevarlos a tu apartamento y hacer lo propio con ellos.
-¿Por qué a mi apartamento?
-No querrás despertar a los niños –dijo ella, y su sonrisa se desvaneció. –Pero ese mismo es el mayor problema. No puedo salir con hombres al azar, precisamente por eso. Tengo que pensar en los gemelos.
-Lo supongo –respondió Harry. –Pero podemos fantasear aunque sea. ¿no?
Hermione tomó de su copa. –Tal vez tú puedas recoger chicos y yo sólo me quedo en la esquina a observar.
Harry abrió enormes los ojos. -¿Quieres observar?
-Por supuesto –sonrió ella. -¿Te molestaría?
-No estoy seguro.
Hermione apretó los labios. -¿Crees que el sonido de mi consolador te pueda distraer terriblemente?
Harry se rió, y ella soltó una risita en respuesta. -¿Usas uno de esos? Pensé que las brujas tenían hechizos para ese tipo de cosas.
-Prefiero la manera muggle, por lo regular. Los hechizos de masturbación requieren demasiada concentración, en un momento en el que no se tiene.
-Sí, matan la pasión –suspiró Harry. –No puedo creer que estemos teniendo esta conversación. Nunca habíamos hablado de sexo.
Hermione se encogió de hombros. –Es sólo que estoy bastante desesperada, creo. No he tenido nada en años.
-Mierda –masculló Harry. –Eso es horrible.
Hermione negó con su cabeza. -¡Somos tan patéticos! Sólo escúchanos…
-Lo sé –dijo Harry suspirante. –Yo no he tenido nada en días… -Hermione lo golpeó con un cojín. –Pero. ¿sabes una cosa? El sexo casual no es tan divertido como lo pudieras creer.
Hermione suspiró. –Lo supuse. Es sólo que no tengo ninguna opción. ¿Dónde voy a encontrar un hombre al que le guste, y que no huya de mí cuando se dé cuenta que tengo hijos?. ¿Qué tal si encuentro a ese hombre y no me gusta, o a los gemelos no les gusta, o…?
-No lo sé –dijo Harry, acercándose a ella y tomando su mano libre con la suya. –Pero creo que no puedes elegir de quién enamorarte –se giró a verla y ella le sonrió. Se miraron fijamente el uno al otro por un largo momento.
Entonces, ella se inclinó hacia delante y lo besó. Lo tomó totalmente por sorpresa, y se congeló en el lugar. Sintió la lengua de ella presionar tentativamente entre sus labios, y se preguntó si debería detenerla antes de que llegara más lejos.
Hermione se retiró, frunciendo el cejo. –Bueno, eso no significó absolutamente nada para mí –Harry pestañeó sin estar seguro de cómo reaccionar y la miró levantar una ceja. –Sólo pensé que debía probar. Sin ofender.
Harry sonrió de inmediato. –Claro que no me ofendes. Tampoco fue nada para mí, por cierto.
-Aunque eso habría sido terriblemente conveniente –dijo, y se rió. Ambos se dejaron caer al sofá de espaldas, apoyándose hombro contra hombro y recargando la cabeza junto a la del otro. Se quedaron mirando al fuego.
-¿Crees que estás enamorado de él? –preguntó Hermione, justo cuando Harry estaba empezando a quedarse dormido.
-No sé –respondió. –Me siento tan malditamente vacío, como si tuviera un hoyo dónde él solía estar. Estaba herido cuando Cho me dejó, pero era muy diferente a esto –se encogió de hombros. –No importa ya, de todas maneras. No va a regresar, y lo mejor es que lo acepte y me olvide de él –dijo deseando poder convencerse a él mismo con esas palabras.
-Es como aquella canción muggle –suspiró ella. –Dejaste tu corazón en San Francisco.
Harry arrugó su nariz. –Eso es patético.
-Lo siento –Hermione entrelazó sus dedos con los de él y apretó su mano. Harry le correspondió el apretón. Ella recorrió con un dedo el borde del anillo que traía puesto. -¿Cuándo te lo pusiste de nuevo?
Harry observó su rostro mientras ella estudiaba la piedra de jade, y otra vez deseó poder haberle dado el collar que le había comprado en los Estados Unidos. –Me lo encontré guardado en una caja, cuando estaba revisando mis cosas después de que Cho se fue. Estaba habituado a usar un anillo, así que… -se alzó de hombros.
Hermione sonrió y soltó su mano. –Eso le habría gustado a Ron, creo... el verte usando ese anillo.
-Desearía saber por qué me lo dio –dijo Harry en un suspiro. Había despertado en San Mungo con la noticia de que Ron estaba muerto y la guerra había terminado… y llevaba puesto ese anillo. La última vez que lo había visto estaba en la mano de Ron, y no tenía idea de cómo lo había obtenido.
Hermione abrió la boca como si fuera a decir algo, pero la cerró de nuevo, y se giró para observar el fuego.
Harry bostezó. -¿Te importaría si me quedo en tu sofá esta noche?
-Claro que no –ella se puso de pie y se estiró. –Te traeré algunas sábanas –lo besó en la coronilla antes de alejarse, y Harry sonrió.
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Domingo 15 de febrero, 2004.
Harry abrió los ojos con lentitud. Dos pares de brillantes ojos azules lo estaban mirando con curiosidad por encima del descansabrazos del sillón.
-Buenos días –murmuró él, parpadeando.
-¡Está despierto, mamá! –gritó Cally. -¡Ya no tenemos que estar en silencio!
-¡Niños! –escuchó que Hermione gritaba desde la cocina. -¡Dejen al tío Harry en paz!
-No, está bien –bostezó Harry mientras se sentaba. –Estoy despierto.
-¡Bravo! –dijeron los niños a coro y riéndose, se echaron a correr.
-Disculpa –dijo Hermione, sacudiendo su cabeza. –Han estado despiertos por horas, y no son capaces de enfocar su atención en nada por más de tres minutos.
Harry le sonrió soñoliento. –No, está bien. ¿Qué hora es?
-Casi las diez. ¿Quieres café o té?
Harry bostezó. –Lo que sea más sencillo para ti. Va a tomarme una semana recuperarme del cambio de horario.
Hermione hizo su aparición con una humeante taza y le sonrió cálidamente. –Pobre nene. ¿Gustas comerte un huevo, o algo?
Harry negó con la cabeza. –La verdad es que Molly me espera para almorzar. Usaré la red flu para llegar ahí, si no te importa.
Hermione lo miró entrecerrando los ojos. –Siéntete en libertad para usar mi baño. Ya sabes dónde están las toallas.
Harry le lanzó una mirada de rabia fingida antes de tomar un trago de su té. Al final decidió darse una ducha, la cual lo hizo sentir mucho mejor. Salió del baño y encontró su ropa pulcramente doblada sobre la cama de Hermione. Ella les había aplicado un encantamiento de limpieza, igual que a su ropa interior. Harry sonrió ampliamente mientras se vestía. Teniendo a Hermione y a Molly, realmente no necesitaba una madre.
Regresó a la cocina y se encontró a los gemelos desayunando. Tenían la cara llena de jalea, y Harley tenía un poco en su cabello también. Harry les sonrió abiertamente.
-¿Adivina quiénes son los próximos en darse un B-A-Ñ-O? –le murmuró Hermione. Miró fijamente a Harry y arrugó su nariz de nuevo. –¿No me digas que sigues sin aprender cómo hacerte un adecuado depilo?
Harry se acarició las mejillas. –Una vez lo intenté, pero lo eché a perder. Tengo que mirarme en el espejo, y todo lo hago al revés.
-¿Y entonces usaste una navaja de afeitar? El hechizo dura una semana, lo sabes –Hermione sacudió su cabeza enfadada y sacó la varita del bolsillo de sus jeans. –Ven aquí, pues –Harry trató de no demostrar sus nervios cuando ella estudiaba su cara. –Relájate, Harry. Yo uso este hechizo en mí misma con regularidad.
-Sí, pero no en tu cara.
Ella sonrió. -¿Crees que mis cejas lucen así naturalmente?
Harry se fijó en ella y se impresionó. Si podía lograr ese nivel de detalle, quizá no tenía nada de qué preocuparse.
-Ahora, quédate quieto –susurró ella, arrugando la frente en señal de concentración. Apuntó su varita a la barbilla de Harry y dijo: -¡Depilo!
Sintió una sensación cosquilleante recorrer su piel y disolverse luego. Se tocó una mejilla y la encontró muy suave. Sonrió ampliamente. –Gracias.
-Solía hacerlo para Ron todo el tiempo –dijo ella con una sonrisa.
-Cho nunca se ofreció –dijo Harry, encogiéndose de hombros. –Tampoco yo se lo pedí nunca.
-¿Quieres otra taza de té antes de irte?
Negó con la cabeza. –Molly espera que llegue pronto, y ya sabes que siempre tiene la tetera puesta.
Hermione suspiró. -No puedo esperar a que los gemelos sean lo suficientemente grandes como para viajar solos por la red flu. El trayecto en tren es un dolor en ya-sabes-dónde.
Él sonrió. -¿Disculpa, en dónde? –ella rodó los ojos y gesticuló hacia los niños. Harry se rió. –Ah, antes de que lo olvide, irás a recoger al equipo del FBI esta noche a Heathrow. ¿verdad?
-Sí –contestó ella, limpiando la cara de Cally con una servilleta. –Llegan a las ocho en punto, y los trasladaremos de inmediato al Hotel "El Duende Feliz". Vienen cuatro o cinco de ellos, aparentemente –cambió de niño mientras se lamía un pulgar para limpiar una mancha particularmente muy pegada. –Me encantaría que pudieras venir. Yo no conozco a nadie de ellos.
-De hecho, ya conoces a Manny –dijo Harry y Hermione levantó la mirada, sorprendida. –Él dijo que se conocieron en una conferencia en Madrid. Estoy seguro que lo recordarás... es alto, moreno, muy guapo y todo eso. Por cierto, es de la misma complexión que Ron.
Hermione sonrió con franqueza. –Pensarías que recordaría a un hombre así. ¿Es de la complexión de Ron, eh? –levantó una ceja de manera interrogante.
Harry levantó sus manos adoptando una expresión inocente. –No sabría decirte sobre eso, lo juro.
-El tío Harry va a la casa de la abuela por la red flu –dijo Hermione, revolviendo el cabello de Cally. –Digan adiós.
-Aaay... ¿podemos ver? –preguntó Harley, aplaudiendo.
-¡La Madriguera! –chilló Cally, mientras simulaba que se echaba encima un puño de polvos flu.
Harry levantó una ceja. -¿No son lo suficiente mayores para viajar por la red?
Hermione negó testarudamente con la cabeza. –Hasta que tengan cinco años.
-Si son capaces de decir a dónde quieren ir, creo que estarán bien -respondió él, sonriendo.
-Olvídalo, Harry –le advirtió.
Los gemelos corrieron hacia la chimenea, gritando. -¡La Madriguera¡La Madriguera! –Harry se las ingenió para abrazarlos en son de despedida, a pesar de que no dejaban de menearse y seguían estando un poco sucios. Mientras, Hermione encendía un fuego en el hogar con su varita.
Ella lo besó en la mejilla. – Te veré en la mañana. La reunión está programada para las diez.
-Gracias por todo, Hermione –dijo, y ella le sonrió radiante. Tomó un puño de polvos flu de un recipiente y se metió entre las llamas.
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Tal como lo había dicho, Molly tenía puesta una tetera, y lo abrazó cálidamente en cuanto puso un pie fuera de la chimenea. Hizo caso omiso de sus disculpas por no haber asistido a la reunión anual en memoria de Ron, Arthur, Charlie y George; e insistió en que le contara que había hecho durante todo el mes que había pasado desde la última vez que se habían visto. Le dijo lo más que pudo (lo cual era muy poco), pero ella pareció quedar conforme.
-¡Estoy tan feliz de verte, cariño! –canturreó, sirviéndole otra taza de té. –Luces cansado, pero supongo que es por el difícil cambio de horario de California a aquí.
Harry asintió, muy contento de permitir que fuera ella la que hablara.
-Me tropecé con Cho en el callejón Diagon la semana pasada –dijo Molly, levantando una ceja sobre su taza de té.
Harry gimió para sus adentros. -¿De veras?. ¿Y cómo está?
Molly bufó. –Andaba de compras con ese hombre, como si nada estuviera mal.
-Molly –suspiró Harry, acariciando su barbilla, -aprecio tu comprensión, pero todo está bien, en serio. Eso se acabó. No estoy enojado con ella. Estoy listo para continuar con mi vida.
Molly lo estudió por un momento. –Bueno, tú puedes haberla perdonado, Harry, pero yo no. De cualquier forma, me alegro de que regreses a la circulación –sonrió, y Harry empezó a preocuparse. –Hay tantas chicas encantadoras allá afuera, ya sabes, todas ellas mucho mejores que esa ex esposa tuya. Mi Ginny está soltera otra vez, por cierto.
Harry trató de no sonreír presuntuoso. –Ginny está un poco absorbida por su carrera. Dudo que tenga tiempo para una relación sentimental. ¿Qué no está en Japón?
-Sí –respondió Molly frunciendo el ceño. –Pero necesita un buen chico con quien establecerse.
Harry mordió sus labios. –Tal vez eso mismo necesito yo –dijo, y levantó la vista hacia Molly.
Ella captó la indirecta. –Entonces Bill. También sigue soltero.
Harry sonrió abiertamente. -¿Bill es gay?
Ella se encogió de hombros. –Bueno, nunca ha tenido novia alguna que yo le conozca. Y se viste tan bien –parpadeó. –Por supuesto que no le ha dicho ni una palabra de eso a su madre.
Harry se rió, y bajó la vista a sus manos. –Entonces. ¿no te molesta eso?. ¿Qué me gusten los chicos tanto como las chicas?
-Por supuesto que no. Eres como un hijo para mí, Harry. Deseo que seas feliz.
Harry levantó la vista de nuevo. –Gracias.
Molly le sonrió. -Por otro lado, no es que no lo hubiera sospechado. Ron me dijo una vez que pensaba que sólo era cuestión de tiempo para que salieras del clóset.
Harry casi se ahogó con su té, y Molly se rió.
-Lo extraño –dijo Harry.
-Todos lo extrañamos. ¿Por qué no vas y pasas un poco de tiempo con él antes de almorzar?
Harry pasó casi media hora sentado en la tumba de Ron, observando el cielo y pensando. Había estado presente el día que Ron murió. Debió de haber visto la maldición que lo asesinó, pero no lo recordaba. Ni siquiera sabía si había tratado de hacer algo para detenerla. Sólo había despertado en San Mungo un día, con un tremendo dolor de cabeza... y Ron estaba muerto.
No había logrado hacer mucho de nada durante la guerra. Harry había estado en la reunión donde Albus Dumbledore había anunciado su intención de sacrificarse, lo que al final no había servido de nada. Y cuando finalmente estaban empezando a tomar ventaja, Voldemort y sus seguidores habían organizado una serie de ataques terroristas. Y luego, simplemente había desaparecido.
Un mes antes habían enterrado a los muertos y reparado los daños. Los periódicos publicaron que Voldemort ya había sido vencido otra vez, pero no era verdad.
Harry trazó el nombre de Ron inscrito en la lápida y suspiró. –Desearía haber conversado más contigo, en aquellos años –susurró. No había habido tiempo durante la Guerra, y luego, Ron se fue.
-No lamento lo del beso, por cierto –Harry se sintió un poco raro hablando con una lápida, pero de todos modos continuó. –Sólo lamento lo que pasó después. Desearía haber tenido el valor para aceptar lo que realmente sentía por ti –no era que eso hubiera hecho mucha diferencia en su relación, pues Ron había estado enamorado de Hermione toda su vida. Harry se inclinó contra la fría piedra y cerró los ojos. –Me pregunto que me habrías dicho por lo de Draco. Probablemente amenazarías con patear mi trasero, y el suyo por añadidura.
O quizá Ron habría entendido. Después de todo, aparentemente él le había dicho a Hermione y a su madre que sospechaba que Harry era gay.
-¿Por qué no me lo dijiste? –murmuró Harry, arrancando una brizna de pasto entre sus dedos. –Me habrías ahorrado una buena cantidad de desgracias. –Miró fijamente el anillo de jade en su dedo, y luego el brazalete plateado en su muñeca... dos recuerdos de los hombres que había perdido. Miró hacia el cielo y suspiró.
Molly no pareció molestarse de que llegara tarde a almorzar, y a Harry no le molestó que la comida estuviera fría. Se sentía sorpresivamente mejor.
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Lunes 16 de febrero, 2004.
Eran casi las nueve de la mañana cuando Harry llegó a los cuarteles del Servicio de Investigación por la red flu, nervioso y temeroso. Estaba emocionado por ver a Manny de nuevo, pero preocupado por la reunión. No tenía idea de qué esperar, y sólo podía confiar en que sus colegas que habían estado tan suspicaces el viernes anterior, ya hubieran abierto sus mentes.
Ya había un montón de papeles en su bandeja de entrada, y dos más aparecieron antes de que pudiera tomar los otros. Uno de ellos estaba temblando agitadamente en el legajo, y agarró ese primero.
"La reunión con los representantes del FBI ha sido cambiada al salón de conferencias pequeño. ¡Solo personal esencial! Procedimientos confidenciales."
Levantó una ceja. El personal esencial lo incluía a él, suponía, junto con los jefes de las divisiones. Eso había cambiado desde el viernes. Rebuscó entre el legajo por una copia del acuerdo firmado y comenzó a estudiarlo.
Diez minutos para las diez, escuchó que alguien tocaba a su puerta. La cabeza de Hermione apareció por ella antes de que él pudiera decir una palabra.
-Harry. ¿puedes venir ya al cuarto de conferencias?
-Claro –suspiró él, acomodando sus papeles y buscando un bolígrafo. De cualquier forma, no estaba seguro si estaría más preparado en diez minutos. Hermione estaba de pie en el marco de la puerta, mordisqueándose nerviosamente los labios. -¿Pasa algo malo?
-No –dijo ella, con la expresión extrañamente impasible. Harry la miró entrecerrando los ojos, pero ella sólo sonrió. Caminaron por el vestíbulo.
-Todos llegaron bien anoche, supongo –comentó Harry.
-Sí –dijo Hermione. Parecía como su estuviera haciendo esfuerzos para no sonreír.
Harry le dio un codazo. -¿Reconociste a Manny?
Ella se ruborizó y asintió. –Ah, sí.
Harry sonrió ampliamente. –Es muy guapo y sexy. ¿No lo crees?
-Cállate, Harry –enrojeció aún más. Ese era una señal segura de que estaba interesada.
Llegaron hasta la puerta del cuarto de conferencias, y ella lo detuvo con un brazo antes de que la abriera. Harry la volteó a ver. Lo estaba mirando con curiosidad.
-¿Qué? –preguntó él.
Hermione levantó una mano y peinó con sus dedos el cabello de Harry, como si lo alisara. -¿Listo? –le preguntó. Él asintió, y ella abrió la puerta. Harry ingresó en el cuarto, respirando con profundidad.
Y de pronto se congeló. Sentado ante la mesa, entre Cecilia y Manny, estaba Draco.
Harry estaba seguro de que la sangre había sido vaciada de su cara. Tuvo que hacer todo lo posible por no jadear de la sorpresa. Mantuvo su boca cerrada firmemente y la mirada fija. Draco había levantado la mirada en el momento que llegó, y la expresión en su rostro era un reflejo de la de Harry, excepto por el asombro.
Cien pensamientos revolotearon al mismo tiempo en la mente de Harry, amenazando con desconectar su cerebro. Sabía que tenía que decir algo, pero no se atrevió.
-Siéntate –siseó Hermione, jalándolo hacia una silla.
Se sentó directamente frente a Draco, a quien aún miraba fijamente. Éste lucía igual, y Harry tuvo que recordarse que sólo habían pasado un par de días desde la última vez que lo había visto. Su cabello tenía ese estilo desordenado, y traía sus anteojos puestos. Harry se preguntó si el cambio de horario había desorientado su calendario para el hechizo de corrección de la vista. O quizá estaba deseando ser menos reconocible.
Draco lo miró fijamente, mordiendo su labio inferior. –Hola –le dijo.
-Hola –repitió Harry. Tomó un respiro entrecortado, y despegó los ojos de Draco. –Hola Manny, Cecilia –ambos le sonrieron cálidamente. Manny dirigió su mirada hacia Draco y se encogió de hombros muy ligeramente, cómo si le dijera a Harry que no sabía por qué al final Draco había decido venir. Había con ellos otro hombre al cual no reconoció, y que estudiaba con avidez lo que parecía ser una copia del acuerdo. A la derecha de Harry estaba Hermione, y a la derecha de ella estaba Arnold Bass, el director del Servicio de Investigación. Éste le sonrió cálidamente, con la mirada centelleante. También estaban presentes otros dos jefes de división, aunque ninguno de los que habían estado en contra de Harry en la otra ocasión.
Harry miró a Draco de nuevo, casi sin poder creer que fuera real. Draco estaba ahí, sentado enfrente de él, y eso tenía que significar algo. Simplemente, tenía que significar algo.
-Bien, señor Malfoy –dijo Fallin, apareciendo por la puerta. –Veo que decidió aceptar nuestra oferta después de todo.
-El señor Malfoy es un agente del FBI –intervino Cecilia. Su voz tenía un don de mando que acaparó la atención de todos. –Cualquier arreglo que usted le haya ofrecido no podrá celebrarse sin mi aprobación.
-Ese arreglo garantiza que no será arrestado –replicó Fallin, sentándose frente de Cecilia, -a cambio de su cooperación.
-No ha firmado ningún contrato en virtud de su presencia –respondió Cecilia, sonriendo apretadamente. -A pesar de cualquier idea preconcebida que usted pueda tener, el señor Malfoy es un miembro valioso de mi equipo. Espero que sea tratado como tal.
Harry miró de reojo a Draco para ver que estaba escuchando la discusión con mediano interés. Casi parecía despreocupado.
-Por supuesto –dijo Fallin, aunque Harry lo conocía suficientemente bien como para saber que no estaba muy feliz. Draco sonrió, y Fallin volteó hacia él. –Entonces, señor Malfoy. ¿por qué está usted aquí? –Harry miró a Hermione, quien se encogió de hombros. Aparentemente, la reunión había comenzado.
-Harry me pidió que viniera –dijo Draco, dirigiendo sus ojos a Harry.
El estómago de Harry revoloteó, y de hecho, también se perdió la siguiente pregunta de Fallin. Estaba tan fascinado por el movimiento del cabello de Draco cuando éste giró su cabeza, y en la manera en que apretó sus labios e inclinó su barbilla cuando comenzó a hablar de nuevo.
-La semana pasada fui notificado de que mi padre había sido ubicado en San Francisco –empezó a decir. –Asumí que estaba ahí por mí; después de todo, por años había estado tratando de reclutarme en su causa, llegando al extremo de emplear desvergonzados agentes de la CIA para que me siguieran el rastro.
La nariz de Fallin se arrugó ante eso, pero no dijo nada.
-Sabía que la CIA también estaba vigilando a Harry, y empecé a creer que Lucius estaba planeando atacarlo, para usarlo como carnada para atraparme, o quizá para chantajearme para que me uniera a él –Harry lo observaba, sobrecogido, pero Draco evitaba su mirada. – Entonces, ofrecí reunirme con él el martes en la noche. Para ese entonces, yo ya sabía que Harry estaba planeando regresar a Inglaterra, así que esperaba poder distraer a Lucius lo suficiente para que Harry se pudiera ir... si le ofrecía mi cooperación –Draco tragó, y Harry lanzó un rápido vistazo alrededor del salón. Había varias expresiones de sorpresa, y unas pocas de escepticismo. –Pero resultó que no estaba interesado en usar a Harry para atraparme. Quería usarme a mí para atrapar a Harry.
-¿Por qué? –preguntó Fallin, fijando su mirada en Harry. -¿Qué querría Lucius Malfoy con Harry? –éste tragó, preguntándose lo mismo.
Draco exhaló y levantó la vista hacia él. –Porque cree que Harry sabe lo que le pasó a Voldemort.
Hubo un murmullo de exclamaciones de sorpresa en el cuarto, y todos los ojos se giraron hacia Harry. –¿Qué yo... qué? –preguntó.
-De hecho, eso es lo que todos ellos creen –continuó Draco. –Piensan que estuviste ahí y que sabes porqué y cómo desapareció. Ese es el motivo por el que te quieren.
-¿De qué demonios estás hablando? –farfulló Harry. No sabía nada acerca del paradero de Voldemort, estaba muy seguro de ello. ¿Cómo podría no saber que sabía algo?
-Y yo creo que están en lo correcto –dijo Draco, entrecerrando sus ojos hacia Harry. –Dudo que fuera un Obliviate. Es más probable que fuera algún tipo de hechizo de aislamiento de recuerdos; de otra manera no estarían tan convencidos de que el conocimiento sea recuperable.
-Espera –dijo Hermione. -¿Estás sugiriendo que Harry sabe dónde está Voldemort, pero alguien bloqueó el recuerdo de eso, por lo que no sabe que lo sabe? –Harry la miró con fijeza, sin saber qué pensar. Eso parecía absurdo.
-Sí –respondió Draco, aún mirando a Harry a los ojos. –Tenía que haber sido hecho por alguien cercano a ti. Quizá hasta ha sido hecho con el propósito de protegerte de eso mismo. Mi padre parece haber sabido sobre esto desde hace años, y no estoy seguro de quién más lo sabe –Draco echó una ojeada por la habitación y pareció armarse de valor antes de continuar hablando. –Esa es una de las razones por las que se han usado los encantamientos de sofocamiento en las oficinas del Ministerio los últimos años. Quieren que Harry no recuerde, que la información no sea revelada... por lo menos, no hasta que ellos lo decidan.
Harry tragó y miró hacia Hermione. No tenía idea de lo que era un encantamiento sofocador, pero sonaba muy apropiado para describir lo que había estado experimentando.
-¿Encantamientos de sofocación? -chilló Fallin. -¡Tonterías! Aquí no existe tal cosa.
Draco sonrió con malicia. –La mayoría de ustedes son demasiado ingenuos. Un encantamiento sofocador es un hechizo complejo, y muy antiguo también.
-¿Es magia oscura? –preguntó Hermione.
-Por supuesto –contestó Draco. –Todos los realmente efectivos lo son –hubo algunos resoplidos en el salón, y la sonrisa maliciosa de Draco se convirtió en una condescendiente. Esa expresión fue terroríficamente familiar en su rostro, y Harry empezó a cuestionarse quién era realmente Draco Malfoy. ¿Era la reencarnación de su misma niñez, o era la persona que Harry había conocido en San Francisco? –No se han percatado del encantamiento porque, por definición, es un hechizo difícil de detectar. Gradualmente, sofoca la capacidad de darse cuenta de las cosas. Dejas de darte cuenta de detalles de los que de otra manera sí verías. Así mismo, sus efectos son persistentes. Tendrías que estar lejos de la influencia del hechizo por lo menos una semana antes de que tu mente esté completamente clara otra vez –se giró hacia Harry. -Ese es el porqué querían capturarte cuando se dieron cuenta de que estabas en San Francisco, más allá de su control. Querían atraparte antes de que descubrieras qué era lo que estaba pasando.
-Eso es ridículo –bufó Fallin, sacudiendo su cabeza. –No hay evidencia que soporte esa afirmación.
-Está diciendo la verdad –respondió Harry, viendo cómo todas las piezas empezaban a encajar en la piedra angular de su investigación. –Ahora ya puedo sentir los encantamientos sofocadores. Últimamente sólo me he dado cuenta cómo mi mente ha estado nublada éstos últimos años, pero ahora eso es demasiado obvio –sintió una punzada de dolor tras los ojos y parpadeó.
-Resistir el encantamiento te da dolor de cabeza –dijo Draco, -luego tu cuerpo se ajusta, y tu mente comienza a perder sensibilidad con el paso del tiempo.
-¿Puedes quitarlo? –preguntó Harry. -¿O contrarrestarlo?
-Puedo, pero toma su tiempo –respondió Draco. –Tal vez sea más útil enseñar a todos a resistirlo, de primera mano.
Fallin miraba de Harry a Draco, estudiándolos a ambos cuidadosamente. -¿Desde hace cuánto tiempo sabe sobre esto, señor Malfoy?
-Hace dos años –dijo Draco, encogiéndose imperturbable de hombros. –No sé por cuanto tiempo ha estado colocado el hechizo, pero puedo asumir que no más de cuatro o cinco años.
-¿Y por qué no nos dijiste, hace dos años? –preguntó Hermione, con una pequeña arruga de molestia cruzando su ceño. –Sin mencionar lo que nos hemos estado perdiendo, y tú podrías haber ayudado...
-No tengo ninguna obligación con el Ministerio de Magia –replicó Draco. –El Servicio de Investigación devolvió mi solicitud cuando finalicé el entrenamiento de auror, y me pusieron en lista negra por el simple hecho de que soy un Malfoy. No podía encontrar trabajo en este país, gracias a ustedes. El FBI no tiene ese tipo de prejuicios –miró fijo por el cuarto, evitando a Harry pero acusando a todos los demás con sus ojos. –Por otro lado, estaba trabajando de modo encubierto. Tendría que haber sido un completo idiota para pasar ese tipo de información cuando había tantas vidas que salvar por revelar otros detalles.
-El trabajo de Draco en Nueva York era extremadamente importante –añadió Cecilia, con la voz conteniendo un dejo de la fuerza de la cual ella era capaz. –Tenía que tomar decisiones difíciles cada día, y puedo asegurarle que la organización respalda cada una de ellas –Fallin parecía estar sofocando las ganas de mirarla con furia.
-Ese no es el motivo por el que estamos aquí –intervino Harry. –Nuestras agencias tienen un acuerdo para compartir información, y Draco, cortésmente, ha demostrado que el FBI ha intentado hacer justo eso. Sugiero que cambiemos a temas más relevantes –Hermione lo codeó apenas perceptiblemente por debajo de la mesa, como gesto de apoyo. –Por ejemplo, nuestros colegas necesitan encontrar un lugar seguro para establecer su base de operaciones, y hemos prometido ayudarlos con eso. También aceptamos compartir estrategias de codificación, y Hermione trabajaría con ellos por ese lado. El personal puede ser diferente de lo que se había esperado, pero eso no cambia el principal objetivo de esta empresa.
-Bien dicho, Harry –dijo Bass, quien había estado inusualmente callado durante la reunión. –Tal vez deberíamos levantar la sesión por ahora, y darles a nuestros huéspedes una oportunidad de ajustarse al cambio de horario, encontrar un espacio de trabajo y establecerse en él. ¿Puedo sugerir que nos reunamos de nuevo aquí el próximo miércoles?
El salón estaba silencioso, pero nadie parecía querer discutir eso. Fallin le echó una última mirada suspicaz a Draco antes de girarse hacia Cecilia. –Muy bien. Directora Montes, mi personal está a su disposición.
Hermione volvió a codear a Harry, y él volteó para verla sonreír pícaramente. Curioso, Harry levantó una ceja, y ella rodó sus ojos. Miró a través de la mesa hacia Draco, quien también estaba sonriendo.
Todos se pusieron de pie; se dieron las manos en despedida y algunas presentaciones tardías fueron hechas. Una por una, las personas fueron saliendo, pero Harry parecía haber echado raíces en el lugar. Draco estaba parado al otro lado del pequeño salón, asintiendo distraídamente mientras Cecilia le decía algo al oído. Manny y Hermione hablaban quedamente junto a la puerta, y parecían indiferentes a todo lo que sucedía a su alrededor.
Harry no estaba seguro de qué era lo que estaba sintiendo... estaba emocionado, aterrorizado, aliviado, y totalmente aprensivo, todo al mismo tiempo. Había estado atemorizado y admirado por la información que Draco había revelado, y sabía que le tomaría algo de tiempo aceptarla. No estaba convencido de que nada de eso fuera verdad.
Tal vez Lucius Malfoy estaba mintiendo. Harry nunca había escuchado hablar de hechizos que te bloquearan recuerdos, y menos que fueran hechos sin el consentimiento de la persona. Eran diferentes de los hechizos para olvidar en ese aspecto, ya que requerían cooperación. Y no podía imaginarse que él habría cooperado con nadie para bloquear ese recuerdo en particular, no cuando hubiera sido tan útil durante la guerra... y después de ella.
Harry observó a Draco durante otro minuto antes de que reuniera el valor para caminar y rodear la mesa.
-Quiero que seas cuidadoso –estaba diciendo Cecilia. –Sigo sin estar muy convencida de que haya sido buena idea el haber venido.
Draco echó una rápida mirada a Harry antes de voltear hacia Cecilia. –Yo tampoco lo estoy, pero ya es demasiado tarde. Tuve que descubrirme ante los Mortífagos, y no podría trabajar encubierto ya más.
-Estarás encabezando las listas de los Mortífagos, lo sabes –respondió Cecilia. Le sonrió a Harry, y le dio un apretón a Draco en el hombro. –Tengo unos detalles que arreglar con el director del Servicio de Investigación, así que mejor me voy –le cerró un ojo a Draco y se giró para salir.
Draco la miró alejarse; casi parecía que estaba evitando encarar a Harry. Éste se removió inquieto por un momento, y entonces se sentó en el borde de la mesa, esperando lucir una pose casual a pesar del hecho de que su corazón estaba latiendo con fuerza. No tenía idea de qué esperar. Draco había dicho que había vuelto porque Harry se lo pidió, pero. ¿eso significaba lo que Harry fervientemente deseaba que significase?
-¿De verdad leíste mi disertación? –estaba diciendo Hermione al otro lado del cuarto.
-Claro que sí –respondió Manny. –No podía parar de leer.
Harry no pudo evitar rodar los ojos. Ni siquiera Ron había leído las disertaciones de Hermione.
Ella soltó una risita. -¿Estás...?. ¿Te gustaría tomar un café, o algo?
Hermione y Manny seguían sonriéndose ampliamente cuando dejaron la habitación. Harry y Draco estaban solos.
Draco se volteó hacia Harry y sonrió apretadamente. Harry sintió que su estómago daba una voltereta y le regresó la sonrisa. Los ojos de Draco se dirigieron hacia la muñeca de Harry, al brazalete.
-Me da gusto que te lo hayas puesto –dijo. –Temía que no lo hicieras.
-No sé por qué me lo puse –admitió Harry. –Supongo que quieres que te lo devuelva. ¿no? Pero no sé cómo quitármelo –extendió su mano con la palma hacia arriba.
-No puedes quitártelo –dijo Draco. Harry frunció el ceño y Draco suspiró. –Tiene un antiguo y poderoso encantamiento de protección. Solamente se saldrá de ti cuando alguien a quien tú quieras mucho... alguien por quien te sacrificarías... necesite la protección. Entonces, se sale por sí solo –completó avergonzado, y bajó la cabeza.
Harry lo estudió por un momento. –Dijiste que tu madre te lo había dado.
Draco asintió. –Cuando yo tenía casi dieciocho. Ella sabía que yo estaba planeando dejar la casa, y entonces, en medio de la noche, me despertó y me dijo que estaba haciendo lo correcto. Ella había traído puesto el brazalete desde que yo tenía memoria, pero esa noche lo traía agarrado con su mano. Supe lo que eso significaba cuando me lo puso en mi muñeca y me besó –levantó una mano y tocó el brazalete, con sus dedos trazando camino por la piel de Harry. –Esa fue la última vez que la vi.
Harry tragó. Ese parecía ser un regalo el cual le sería imposible corresponder. Cruzó sus brazos sobre su pecho y exhaló, mirando hacia otro lado. Eso era demasiado y no sabía qué responder.
-Supongo que estás enojado conmigo por no decirte todo eso antes –susurró Draco. –No te culpo.
Harry negó con la cabeza. –No, no estoy enojado. Tuviste tus razones. Y nunca te di ninguna buena razón para que confiaras en mí –miró a Draco a los ojos y sonrió. –Estoy feliz de verte.
Draco cruzó los brazos sobre su pecho, imitando a Harry, y se acercó un paso. –Tenía la intención de contarte todo aquella mañana. ¿sabes? Pero algo me distrajo levemente.
-Siento mucho eso. Debí haberte dicho lo que estaba pasando mucho antes.
-No, por favor... Siendo honestos, desearía no haber mirado –Draco suspiró y sopló un mechón de cabello que caía sobre sus ojos. –Yo sólo... deseaba saber si podía confiar en ti. Debí haber permitido que te explicaras. Nos habríamos ahorrado un montón de problemas.
-Estoy feliz de que entiendas la verdad ahora –dijo Harry, inclinándose hacia atrás y apoyando las manos en la mesa. –Y por otra parte, el FBI pudo obtener evidencia contra Colby como resultado de eso.
Draco se acercó otro paso. –Pero el riesgo no valía la pena. Estaba tan furioso contigo, y aún así me aterrorizaba que fueras a ir con él. Cosa que sí hiciste –le lanzó a Harry una mirada de fingido enojo. –Pudo haber sido un desastre.
-Pero no lo fue, gracias a ti y a Manny –sonrió Harry. Éste parecía ser el mismo Draco que recordaba... la persona que había representado antes había sido una actuación aparentemente, y eso lo reconfortó inmensamente. –Manny me había convencido de que no vendrías. ¿sabes?. ¿Por qué cambiaste de opinión?
Para sorpresa de Harry, Draco se sonrojó y evitó su mirada. –Es realmente estúpido –parecía reacio a querer continuar, así que Harry le sonrió y esperó. Draco se agarró de sus codos, como si se abrazara él mismo, y tomó un profundo respiro. –Mi padre solía decirme que yo terminaría solo y miserable –dijo al fin. –Y le creí. Después de todo, cada intento que hacía por tener una relación, terminaba mal. La persona en quien me interesaba no quería tener realmente una relación seria, o solamente me estaba espiando –se encogió de hombros y miró a Harry a los ojos. –Todos los hombres gay que yo había conocido hasta ese entonces, o se la pasaban jodiendo con todo el mundo, o estaban solos. No se me ocurrió que mi vida pudiera ser diferente.
Harry suspiró. Tuvo que hacer un esfuerzo para no saltar de la mesa y tomar a Draco entre sus brazos, y decirle que todo estaría bien.
-Patético, lo sé –Draco bajó la mirada de nuevo. –Y luego te presentaste y... tuve una larga charla con Manny la noche del viernes, pero yo no estaba nada convencido de que esto pudiera funcionar. Sabía lo mucho que tú deseabas tener una familia. Igual que Manny... él quiere una esposa, y cinco o seis niños, y veinte personas en su casa comiendo tamales para Navidad y... –sacudió su cabeza con tristeza. –No soy exactamente el tipo de persona que él llevaría a casa a presentar a su papá y su mamá. ¿sabes? Creo que asumí que tú pensarías de igual forma.
-Draco... –comenzó Harry, pero fue interrumpido por un gesto de mano.
-No, déjame terminar. Me desperté la mañana del sábado y... Dios, qué estúpido suena eso ahora –hizo una pausa, presionando una mano en su frente, la cual estaba adquiriendo una simpática tonalidad sonrosada. –Fue por esas noticias... gente casándose en la alcaldía de la ciudad. Estaban casando a quienes lo quisieran, sin importar si eran homosexuales. Y por primera vez, eso se me presentó como una realidad para mí, como algo que yo podría tener –el corazón de Harry estaba latiendo con violencia, y tenía que morderse los labios para quedarse callado. Draco se obligó a levantar su mirada para encontrarse con la de Harry. –Había pensado que no funcionaría porque nunca podría darte lo que deseabas, pero ahora... empiezo a creer que eso no es verdad. Que mi padre estaba equivocado. Y que si no venía, aquí y ahora, quizá perdería mi mejor oportunidad de tener algo parecido a una relación normal.
Harry tomó un respiro entrecortado. Su interior estaba revolviéndose en una avalancha de emociones, y no estaba seguro de cómo manejarlas. –Entonces. ¿estás diciendo que regresaste porque quieres casarte conmigo? –bromeó, eligiendo responder con humor. –Es un poco repentino, considerando que sólo hemos estado saliendo por dos semanas –una expresión de pánico cruzó el rostro de Draco, y Harry sonrió.
Draco rodó sus ojos y se rió, avergonzado. –Sabes lo que quiero decir. ¿o no?
Por toda respuesta, Harry le tendió su mano. Draco la tomó y permitió que lo jalara más cerca. –Por supuesto que lo sé –murmuró Harry justo antes de besarlo. Fue un beso casi casto... sin lenguas apasionadas, sin hormonas embravecidas... pero se sintió bien. Draco se inclinó en Harry, apoyando las manos en la mesa a cada lado de las caderas de éste.
Se separaron después de un largo momento, ambos respirando más agitadamente de cómo lo habían hecho antes del beso. Draco apoyó su frente en el pecho de Harry.
-Por favor, dime que esto significa eso –masculló.
Harry deslizó sus brazos alrededor de Draco. –Por supuesto que sí. Yo deseo esto, lo sabes.
-No va a ser fácil –suspiró Draco, levantando la mirada. –Nos hemos estado engañando el uno al otro durante dos semanas, y eso difícilmente es una buena base para una relación.
-Puede que me haya tomado algo de tiempo reconocerlo –respondió Harry, -pero nunca mentí con respecto a lo que yo sentía por ti –metió un mechón de cabello detrás de la oreja de Draco, disfrutando la oportunidad de tan simple toque.
-Yo sí –sonrió Draco, -por lo menos hasta esa noche.
Harry resopló. –De hecho, eres un mentiroso terrible. Estaba un poco frustrado por todas esas señales mezcladas que me mandabas –sonrió y Draco se rió. -¿Cuánto tiempo vas a estar aquí?
-Por lo menos, tres meses. Voy a ayudar a poner la oficina y a establecer relaciones con agencias locales. Y luego, está tu investigación, por supuesto –dijo Draco levantando una ceja.
-Tu ayuda me sería útil. Aquí hay unas cuantas personas que conozco y en las que puedo confiar. Después de lo que nos contaste hoy, estoy aún más determinado a averiguar qué es lo que está pasando.
-Y es por eso exactamente por lo que quiero ayudarte. Vas a ser el objeto y el investigador, lo que siempre es difícil. Debería saberlo –Draco se inclinó hacia adelante, y Harry lo envolvió en sus brazos, acercándolo más a él. –Sabes que no va a ser fácil. La mitad de la gente que estuvo en esta habitación podría estar colaborando con los Mortífagos. Desconfiarán de nosotros en cada esquina... a pesar del hecho de que ahora yo mismo soy un gran objetivo para los Mortífagos.
-Es por eso que avanzaremos despacio –respondió Harry, apretándolo un poco más firme. –Hay demasiado en juego, después de todo.
Draco se zafó de su abrazo y lo miró a los ojos. –Y esto tampoco será fácil. Soy un novio difícil, además de que estaremos trabajando juntos y bajo arduas circunstancias.
-Quiero intentarlo –dijo Harry, tomando una mejilla de Draco con su mano. –He estado casado y divorciado, así que sé que tan mala puede llegar a ser una relación –se inclinó lo suficiente como para rozar sus labios contra los de Draco. –Y tú eres demasiado bueno para mí.
Los labios de Draco sonrieron contra los suyos. -¿Por qué no iniciamos este noviazgo con una cita para almorzar? Me muero de hambre.
-Me lo imagino –suspiró Harry, soltándolo. -¿Es seguro para ti presentarte en público?
-Estarías sorprendido de lo que un buen encantamiento glamour puede hacer –respondió Draco cerrándole un ojo. –Pero será mejor que nos contentemos con las áreas muggles. No me lleves al callejón Diagon por un buen rato.
-Hecho –sonrió Harry. –De todas formas, ahí no hay ningún buen restaurante –Draco lo besó una vez más y se alejó un paso para que Harry pudiera bajar de la mesa. Éste tomó su mano y lo encaminó hacia la puerta. –Me muero de ganas por probar un pequeño restaurante de sushi –le dijo. –No está lejos de aquí, podemos caminar.
Draco apretó su mano y sonrió. –Adoro el sushi.
Harry le regresó la sonrisa y abrió la puerta. –Lo sé.
FIN.
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Para finalizar con este fic, haré un resumen de una nota escrita por la misma Emma en su primer borrador de "Left My Heart".
Ella explica que esta historia era originalmente un pequeño relato sobre las bodas gay del día de San Valentín en San Francisco, pero que fue desarrollando la idea y ésta se tornó más y más compleja hasta que tuvo que pensar en una secuela.
Una de sus metas al escribir este fic, era lograr algo que se leyera completamente diferente al conocer el final. O sea, que al releerlo, los lectores encontraran pistas y significados que no habían visto antes pero que han estado todo el tiempo ahí. Por lo que ella dice esperar que todos tengan ganas de volver a leer y disfruten la historia desde otra perspectiva.
Yo me despido con la noticia de que Emma me ha nombrado su traductora oficial en Español, con vía libre a traducir todos sus fics. Aparte de sus genialidades de "Left My Heart" y "Surrender the Grey", tiene varios relatos cortos que son unas delicias. Espero contar con tiempo y apoyo de ustedes para traducirlos.
Muchas gracias por haberme dado una oportunidad como traductora y espero que hayan disfrutado de la historia de Emma como yo lo hice cuando la leí. Gracias a los que me escribieron uno (o muchos) comentarios, de verdad que eran alentadores y me alegraban el día. Aikoss, Bollito Malfoy, Isobo, Sara Meliss, Elisa Evans (tal como lo dices, del sueño de Harry y el asesinato de Ron se tratará el siguiente fic, entre otras cosas) y Gaby, por haberme dejado un review en el cap. pasado.
¡Muchos besos y nos vemos en la secuela, muy pronto!
Perla.
