Disclaimer: la mayoría de los personajes mencionados son propiedad de Stephenie Meyer.
Capítulo beteado por Flor y Yani. Infinitas gracias por toda su ayuda, chicas.
Capítulo 6
—¡No! —exclamó Bella empujándome con sus palmas sobre mi pecho.
Parpadeé. No entendía qué pasaba; estábamos besándonos, disfrutando la calidez de su boca y la cercanía de su tentador cuerpo cuando de pronto me alejó.
—¿Qué pasa? —Mi voz fue vergonzosamente ronca.
Ella se cubrió el rostro con sus palmas frotándose la cara antes de verme.
Se veía incluso más hermosa con ese bronceado en su piel.
—Nosotros —mencionó— no podemos. No debemos besarnos.
—¿Por qué? —Quise saber—. ¿Qué tiene de malo?
Ella sacudió la cabeza. Como si le costara entender mis palabras.
—Estoy con Jake, ¿te das cuenta? Tengo novio.
—Pues déjalo —me encogí de hombros—, y sal conmigo.
—¡¿Qué dices?!
—Me gustas —revelé al tiempo que me estaba dando una jodida taquicardia y los ojos de Bella no podían estar más desorbitados al escucharme—. Me gustas mucho y me gustaría que me dieras una oportunidad.
¿Qué demonios estaba haciendo?
Bella abrió la boca y parecía que el aire en sus pulmones no era suficiente, pues empezó a boquear mientras yo llevaba una mano a mi pecho para constatar que mi corazón siguiera latiendo. ¡Sí! Latía tan furiosamente que podía sentir que tronaba en mis oídos.
Quizá era la primera vez que me declaraba a una chica teniendo síntomas de un síncope. Ya podía imaginarme desmayado en la arena blanca, con cientos de personas estorbando mientras Bella repetía mi nombre a todo pulmón para que no muriera.
De acuerdo, eso era tan patético.
—Edward, tú no eres capaz de estar con nadie en serio —respondió y casi escuché mis ilusiones estrellarse contra la arena—. Ni siquiera me alcanzan los dedos, incluyendo los de mis pies, para contar cuántas novias has tenido. He escuchado todas tus conquistas de boca de tu mejor amigo.
Odiaba a Emmett. ¿Quién demonios le dijo qué podía contar mi vida?
—¿Eso es un sí? —Traté de que mi voz no sonara desilusionada.
Bella sonrió y acarició mi rostro con absoluta ternura volviendo sus preciosos ojos con cierta tristeza.
—Te quiero mucho, Eddie. Pero nosotros somos amigos y nada más.
—¿No confías en mí? —pregunté—. ¿Por qué no me das una oportunidad?
Retuvo su labio inferior entre sus dientes y despejó su rostro del mechón de cabello que había cubierto sus ojos. Ese nerviosismo quería decir algo, lo sabía por su forma torpe de actuar.
—Vamos —tiró de mi mano—, debemos arreglar nuestras maletas.
Me dejé llevar por ella.
Por supuesto, era una lucha por ganar su corazón y aunque me costara su amistad, no me rendiría sin intentarlo.
.
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Apenas crucé la puerta y la mirada acusadora de mis padres me recibió. Les expliqué que habíamos llegado después que Tanya porque había llevado a Bella a comer helado, desde luego que no me creyeron.
Entonces mi cerebro procesó que debía ir a casa de los Swan antes de que descubrieran a Bella. Dejé caer la pequeña maleta y salí de casa sin dar explicaciones, atravesé el patio delantero y sin siquiera picar el timbre entré en la estancia.
Ya podía coronarme como un jodido médium y empezar a leer el futuro. Los Swan estaban bombardeando a su hija con cuestionamientos.
—¿No te enseñaron a tocar el timbre? —indagó Renée cruzándose de brazos—. ¿Cómo puedes entrar de esa forma a mi casa?
Saqué del bolsillo de mi pantalón un billete y lo tendí hacia Bella.
—Gracias por el helado que me compraste —inventé—, aquí te dejo lo que gastaste.
Bella tomó el billete y lo arrugó con fuerza en su mano sin dejar de ver a sus padres. Estaba completamente asustada y no era para menos, nos habíamos ido por una semana a la playa sin su consentimiento.
—Estabas con Edward —afirmó Charlie—, ¿por qué simplemente no lo decías, Bella?
—Sí… me demoré en volver porque estaba con Edward —susurró. Nada creíble para ser ella.
—Tanya llegó hace horas —aseveró Renée en ese tono enfadado que solía tener—, yo misma vi que Jasper la vino a dejar, tú no venías —me señaló—, y tampoco tú —le dijo a Bella—. Llegas cinco horas después y dices que estabas en una heladería con Edward, ¿y por qué estás bronceada? ¿Dónde estabas, Isabella?
Me aclaré la garganta.
—En Tennessee se hace senderismo —pronuncié con severidad—, eso hicimos estas dos semanas, señora.
Renée estrechó los ojos, mirándome con reproche. Ella detestaba que para todo tuviera una respuesta.
—¿Cuánto falta para que te vayas a la universidad de nuevo? —preguntó.
—Me iré a principios de septiembre, señora —respondí con mi mejor sonrisa—. Todavía quedan muchas semanas para que pueda verme por aquí por su casa, le prometo que no dejaré que me extrañe ningún día de ahora en adelante.
Había desaparecido todo rastro de buen humor del rostro de la señora Swan.
—Están de vuelta, eh… —saludó Emmett bajando las escaleras a toda prisa.
Lo primero que notó fue nuestro bronceado, nos miró y al saludarme de abrazo golpeó de más mi espalda logrando que me quejara. Después abrazó a Bella con mayor precaución, pero sin dejar de observar nuestros rostros.
Era obvio que algo intuía.
—Edward —continuó él, abrazándome—, vamos a la habitación, debes contarme todo lo que hicieron en Tennessee.
—Más tarde —prometí, zafándome de su abrazo—, dormiré un rato, estoy cansado.
»Hasta más tarde, Bella —me despedí solo de ella con un corto abrazo que me dejó con ganas de más—. Permiso.
Salí de la casa Swan con Charlie siguiendo mis pasos.
—Edward —me llamó y yo no sabía si correr o dar la cara, me volví hacia él. Charlie vestía su bata de médico y supuse que acababa de llegar del hospital—. Gracias por cuidar de mi hija. Llegué a pensar mal de ti —confesó—, y me doy cuenta que solo eres capaz de protegerla como una pequeña hermana.
Enarqué las cejas. ¿Cómo podía deducir tal cosa?
No respondí, no articulé palabras, tan solo di media vuelta y seguí mi camino hasta casa.
Me alegré que al volver a mi hogar mis padres estuvieran viendo televisión y se hubieran olvidado de mí. Así que subí a hurtadillas a mi habitación después de haber llevado la ropa sucia al cuarto de lavandería, me dejé caer en la cama cuando la puerta se abrió de par a par.
—Quiero que me expliques en este momento por qué te llevaste a Bella a Miami —espetó Tanya con las manos en la cintura—. ¡Habla!
—Tengo sueño —respondí cerrando mis párpados.
No debí haber respondido de esa manera. El descontento de mi hermana fue evidente al acercarse y empezar a golpearme con una almohada. Me retorcí sobre la cama y levanté mi mano pidiendo tregua.
—¿Por qué te la llevaste? —insistió.
Me senté en medio de la cama tratando de poner distancia.
—Estaba aburrido en ese lugar —dije—, solo le pedí que me acompañara y Bella aceptó. ¿Contenta?
Tanya no quitó ni un segundo sus ojos de los míos.
—Estuvieron una semana solos —mencionó—, incomunicados. Nunca respondiste llamadas porque tu estupido celular estaba apagado. ¿Por qué no me llevaron?
Reí. No pude evitarlo y una profunda carcajada escapó de mi boca. No duró mucho el efecto al ver a Tanya sostener la almohada entre sus manos.
—Dime algo… —La seriedad en su voz me puso nervioso, mi hermana se sentó en la cama quedando frente a mí, la almohada que traía la puso sobre su regazo—. He pensado que solo hay una razón por la que te llevaste a mi mejor amiga contigo, pero prefiero que me expliques tú. ¿Te gusta Bella? —preguntó sin rodeos.
Moví la cabeza de un lado a otro, no sabía si era bueno decir la verdad. Aunque tampoco me nacía esconder mis sentimientos.
—Sí. Bella me gusta —confesé mientras el rostro de Tanya se mantenía sereno, sin mostrar ninguna emoción, lo cual fue extraño. Me acerqué a ella y pasé la palma por enfrente de su cara—. Oye, ¿estás aquí? —Chasqueé mis dedos.
Tanya reaccionó estrellando la almohada en mi rostro y golpeándome una y otra vez.
—Te ordeno que te alejes de mi amiga —advirtió al tiempo que me dejé caer al colchón y me hice bolita recibiendo todo tipo de golpes con la almohada—. ¡Oíste! ¡No te acerques a ella!
—Demasiado tarde —susurré sofocado—, ya nos besamos.
En ese instante los golpes cesaron. Tanya se acuclilló en la cama y arregló su largo cabello con sus dedos.
—Espera… —murmuró—, ¿tú y ella…? —De pronto bajó de la cama—. Mierda, necesito ir a casa de Bella.
—Le pedí que dejara al idiota ese por mí —revelé.
Tanya se llevó la palma a su frente completamente conmocionada. Sus orbes parecían salirse de sus cuencas.
—Dijo que no —respondí a su pregunta no formulada.
Eso fue suficiente para que ella saliera corriendo.
Resoplé y pateé las mantas cuando una idea iluminó mi mente. Necesitaba saber de qué hablarían.
La seguí pero yo no entraría por la puerta, sino por la ventana de la habitación de Bella. Rodeé la casa y justo en el jardín de Renée se me ocurrió poner sobre sus bonitas flores de colores la escalera que estaba a un costado de la casa. No perdí mi tiempo en cuidar de las rosas, tan solo trepé.
—¡Explícame! —exclamó mi hermana.
La ventana estaba cerrada y la cortina blanca de tul me permitía apreciar que Bella estaba poniendo barniz en las uñas de sus manos mientras Tanya manoteaba sin sentido.
—No tengo por qué explicarte nada —gruñó Bella luciendo enfadada y a la vez tan tierna mientras volvía su atención a sus uñas, soplando.
—¡Pero se besaron! Tú y mi hermano se besaron.
Bella levantó su vista y me dejó ver la más hermosa sonrisa. Encogió sus hombros y se dejó caer de espaldas a la cama mientras abrazaba a su pecho un bonito almohadón peludo de color fucsia.
—Edward besa increíble —confesó haciendo que mi corazón latiera muy fuerte.
Estaba sonriendo como estúpido.
—¿Te gustó? —indagó Tanya sentándose a su lado.
Bella cubrió su rostro con el almohadón y algo tuvo que haber respondido porque mi hermana le dio dos almohadazos sobre el torso.
Maldije en voz baja. Quería saber su respuesta.
—¿Qué pasará con Jake?
Rodé los ojos. Por qué Tanya tenía que nombrarlo justo ahora.
Bella de inmediato se sentó, su rostro se había vuelto serio y quizá había una pizca de culpa en su mirada.
—No le he querido llamar —respondió Bella y me incomodó su voz tan triste—, ni siquiera sé cómo miraré sus ojos sin sentirme culpable. Jake no se merece lo que le hice.
—¿Qué decidiste? ¿Le darás una oportunidad al idiota de mi hermano?
Bella bajó su vista haciendo que mi corazón dejara de latir por más de dos segundos.
—Edward se irá cuando acabe el verano y toda esta locura pasará. Seguiré con Jake y trataré de no ver a tu hermano.
Sin pensar dejé un puñetazo en la ventana. Ruido suficiente para llamar su atención y bajar corriendo de la escalera para esconderme. Quizá no les importó porque ellas no se asomaron nunca.
Al volver a casa mi mal humor estaba activado.
.
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Dos días después no había visto a Bella. Ella estaba cumpliendo al pie de la letra esquivarme.
Sacudí la cabeza.
Era la tarde y no había otra cosa por hacer que pasar la podadora de pasto por el jardín de enfrente, con el cuerpo transpirado y la ropa sucia empujé la máquina mientras Jasper y Emmett bebían cerveza al tiempo que hablaban de mi pésimo humor.
Para variar no pudo llegar mejor persona que Jake. Bajó de su auto vestido con una aburrida camisa a cuadros y su impecable pelo relamido.
—Buenas tardes, Edward.
Levanté la vista mirando sus orbes negras y su gran sonrisa en su boca. ¿Por qué me estaba saludando como si tuviera treinta años?
—Oye —respondí con apenas un movimiento de barbilla y continué empujando la podadora pasando una y otra vez en donde Emmett, Jasper y el aburrido Jake estaban conversando.
—Pensé que te quedarías todo el verano con tu familia —escuché que dijo Emmett.
—Extrañaba mucho a Bella —dijo Jake y yo hice una mueca—, aunque también regresé para pedirle permiso a tus padres.
Yo pasé más veces haciendo más ruido y provocando que pedazos de pasto saltaran sobre sus calzados.
Jake me miró. Estaba deseando que dijera algo para poder discutir con él. ¡Maldita sea!, buscaba un puto pretexto para romperle la cara. Solo que como siempre él prefirió apelar a su serenidad y alzar la voz.
—Regresé para pedirle permiso a tus padres —repitió—, quiero que dejen a Bella viajar conmigo y pasar lo que resta de las vacaciones junto a mi familia.
—¡De ninguna jodida manera! —exclamé llamando su atención. De mala gana apagué la máquina podadora y me enfrenté a Jake—. Bella no irá contigo a ningún lado.
Los rostros de los tres quedaron perplejos. Reaccionó primero Jasper y dejó su mano en mi hombro, sabía que trataba de influir sobre mí para que no me delatara.
—Edward —mencionó él—, siempre tan bromista, hermano.
Sacudí su mano lejos de mi hombro y seguí mirando a Jake, enfrentándolo.
—¿Qué te pasa, Edward? —inquirió Emmett frotando mi espalda—. Calma, hermano. ¿Por qué estás tan enojado?
Tragué saliva.
—Bella es una hermanita para nosotros —opinó Jasper ganando mi atención—. Entonces, es difícil verla partir con su novio, oh, sí —palmeó mi espalda—, nunca nos acostumbraremos a que nuestra niña haya crecido tan rápido, ¿verdad, chico?
Jasper no podía ser más idiota. ¿Él estaba tratando de salvar mi pellejo?
Ofuscado, exhalé.
—Bella es demasiado joven para ir sola con un tipo, ¿o no, Emmett? Ella es casi una niña —argumenté logrando que Jasper empezara a toser de forma repentina y escandalosa.
Emmett solo le dio unos cuantos golpes en la espalda mientras Jake no había dejado de observarme.
—¿Tienes algún problema conmigo? —lo reté.
Jake hizo un movimiento ligero con la cabeza, negando y sin articular palabra.
—En eso tienes razón. —Al fin reaccionó Emmett—. Mi hermana es muy joven para andar de vacaciones contigo —señaló a Jake—, no importa si tu familia estará con ustedes, no me parece correcto que ella esté teniendo vacaciones con su novio.
Asentí repetitivamente y sin ocultar mi sonrisa.
—Pensé… —la voz de Jake fue un murmullo débil— que lo tomarían bien, Bella y yo llevamos tiempo juntos, creí…
—Pues no, no debes suponer nunca —lo interrumpí—. Bella no irá a ningún lugar contigo y se acabó.
Emmett me ofreció una cerveza. Apenas di el primer trago y recordé que dejaría de tomar por lo que restaba del verano. La tendí hacia el remilgado Jake y este negó, rodé los ojos y la ofrecí de nuevo mirándolo con absoluta ira.
Quizá vio algo en mi mirada porque la tomó sin darle ningún trago.
Fue sumamente aburrido cuando se quedó al lado de nosotros. Traté de ser comprensivo y aceptar que el tipo no tenía iniciativa y quise darle una oportunidad, pero es que el hombre era soso. Aparte de ser el mejor receptor según él, era el mejor alumno de su generación y lo decía con orgullo, y sin contar que practicaba ajedrez junto a su padre cada noche.
Me sentí mejor cuando Jasper y Emmett empezaron a bostezar contagiados por el sueño que Jake provocaba.
—Iré con Bella —anunció Jake dejando la cerveza ya caliente en el pasto y sin haber bebido una sola gota—. Tal vez iremos al cine.
Ah, ¿irán al cine?
Para colmo se iba dejándome de pésimo humor. Pateé de mala gana la botella dejada por él, que de paso se estrelló por el golpe.
—Edward —dijo papá parado bajo el garaje—, es hora de que guardes la cortacésped.
A regañadientes me despedí pues no estaba de humor para salir, no quedó de otra que llevar la podadora a mi padre. Supuse que se había dado cuenta de mi enfado porque me vio rechinar los dientes la mayor parte del tiempo que estuve ayudándolo a ordenar el garaje.
—Si Bella es importante, ¿por qué no luchas por ella?
Miré a mi padre. Sentí que mis mejillas estaban poniéndose acaloradas, teníamos una buena relación padre a hijo, no podía negarlo, mas nunca hablábamos de nada que involucrara mujeres, quizá nuestra última plática respecto a ello fue en la famosa charla de usar preservativos cuando tenía catorce años.
—¿Cómo sabes? —Quise saber si era tan idiota y ya se notaba que estaba loco por ella.
Papá sonrió de lado, como tratando de decir: soy tu padre y lo sé todo.
—Te conozco, hijo. Aparte que me llegó el estado de cuenta del banco, sé que estuviste con Bella en Miami, no, mejor dicho con tu esposa en su viaje de bodas.
Tiré de mi pelo. Estaba descubierto.
—Sé que entre ustedes no pasó nada porque eres un caballero —continuó—, aunque también sé que estar con ella una semana te hizo quererla más, tan solo debes verte.
—¿Se nota mucho?
Papá sonrió.
—No entiendo cómo tus amigos no se dan cuenta. No puedes ocultar tus celos cada vez que Jake aparece.
Bufé.
—No lo soporto, papá.
—Puedo darme cuenta —volvió a sonreír—. ¿Por qué no inicias un plan? Puedes enamorarla, hijo. Eres mejor que Jake, por lo menos más divertido.
Reí.
Era tan extraño hablar con papá sobre Bella aunque a la vez también era emocionante sentir esa complicidad con él. Al final de todo era mi padre.
—Lo he planeado, pa.
Papá extendió su puño para chocarlo con el mío.
—Un Cullen nunca se rinde, eh. Te lo digo por experiencia. —Me dio un guiño.
Sonreí, quería saberlo todo.
.
Llevaba alrededor de una hora afuera de la ventana de Bella. Estaba enojado porque había aceptado ir al cine con ese aburrido, incluso conté el tiempo y solo tardaron una hora y media fuera de su casa, tiempo suficiente para ver una película, no importaba, ella se había ido con él y saberlo me hacía sentir enfermo.
Suspiré hondo cuando la vi entrar en su habitación, usaba un camisón de Hello Kitty bastante bonito y tierno.
Aun con mi mueca de enfado subí el cristal de la ventana haciendo el suficiente ruido para llamar su atención.
—Edward, ¿qué haces aquí?
Así como si su sola voz fuera un bálsamo para mis oídos, todo el enojo que sentía se esfumó al escuchar mi nombre salir de su boca.
Entré como si nada a su habitación y me acerqué a ella.
—Te fuiste con él —reclamé—, no te importó saber que estaba muriendo de celos por ti.
—Solo fuimos al cine.
—No quiero que vayas con él sino conmigo. —Rodeé su cintura y ella se estremeció al tiempo que humedecía sus labios—. Me gustas, Bella, y quiero saber qué quieres de mí.
—No, no entiendo —susurró nerviosa con sus ojitos impregnados de un brillo especial.
—Sé que te gusto —llevé un dedo a sus labios cuando quiso protestar—, no puedes negarlo —susurré—. Tan solo dame una oportunidad, Bella. Te juro que no voy a fallarte.
—Edward… yo…
No le di oportunidad de negarse, acorté la distancia y reclamé sus labios en un beso tierno y cálido.
Dejándole saber que estaba dispuesto a todo por ella.
—Tengo miedo —susurró sobre mis labios.
La abracé fuertemente mientras sus manos me rodeaban y enterraba su rostro en mi pecho.
—No quiero que tengas miedo sino valor para enfrentar lo que sientes.
—Solo dame tiempo —me pidió.
—Te daré todo el tiempo que quieras si me dices que sí.
¡Hola! Antes que nada agradezco muchísimo su apoyo para con la historia. ¿Creen que Bella diga sí? Me gustaría saber sus opiniones.
Recuerden que participo en martes de adelantos en el grupo de Élite Fanfiction y para quienes gusten echar una mirada a imágenes alusivas respecto a cada capítulo pueden unirse a mi grupo de Facebook, el link está en mi perfil.
Aquí los nombres de quienes amablemente comentaron el capítulo anterior, besos: alejandra1987, Diannita Robles, Adriana Molina, Jade HSos, patito feo, Flor Mcarty, ALBANIDIA, Ninacara, PaolaValencia, cocoa blizzard, Franciscab25, Lily, Isis Janet, Torrespera172 (igual extraño mucho cruzar palabras con ustedes, saludos), Verónica, roberouge, Dulce Carolina, Cassandra Cantu, Daniela, Estefania Rivera, Sanveronica, karo29, Ale Stewart, Noriitha, Peerla Salvatore Swan, Liz Barraza, Adriu, BereB, NarMaVeg, saraipineda44, Lore562, Rosemarie28, Patty, Andii, Elizabeth Marie Cullen, Pepita GY, interesadas no, rociolujan, SOL(bienvenida), mrs puff, Mapi13, Diana, Iza, Adyel, Car Cullen Stewart Pattinson, Antonella Masen, mony17, Ana, Gabby352, Lizdayanna, EmilyChase, Lili Cullen-Swan y comentarios Guest.
¡Gracias totales por leer!
