Disclaimer: la mayoría de los personajes mencionados son propiedad de Stephenie Meyer.
Capítulo beteado por Flor y Yani. Infinitas gracias por toda su ayuda, chicas.
Capítulo 9
Sus labios estaban hinchados, su cabello despeinado y su ropa mal arreglada. Yo no estaba en mejores condiciones, tenía una puta erección que dolía y podía sentir mis bolas a punto de explotar.
No habíamos hecho otra cosa que besarnos hasta necesitar respirar, apenas tomábamos un poco de aire y volvíamos a fundimos en otro beso ardiente.
Había descubierto que me gustaban los besos de mi novia. Esa palabra se escuchaba bien porque Bella era mi novia.
Un carraspeo nos asustó.
—No es por interrumpir —murmuró Tanya caminando con una linterna en la mano y apuntando directamente a nosotros—. Bella, tu mamá ha estado tocando varias veces la puerta de tu habitación. Se me ocurrió dejar el agua de la ducha correr, aunque no funcionará toda la noche.
Bella salió de mis brazos y se incorporó rápidamente, acomodó su vestido y cepilló con sus dedos su largo cabello. Imité sus acciones mientras Tanya seguía iluminando nuestros rostros con la linterna.
—Ya son novios, ¿verdad? —afirmó Tan con un deje de desilusión en su voz—. Supongo que querrán estar todo el tiempo juntos, ¿no?
Exhalé suavemente atrayendo el cuerpo de Bella a mis brazos y apoyé mi mentón sobre su cabeza.
—No voy a interrumpir su amistad —aseguré—, ustedes podrán seguir teniendo su tiempo juntas.
—Con eso me conformo —dijo Tan tirando de la mano de Bella y llevándola con ella hasta la parte más oscura—. Ahora cuéntame todo —alcancé a escuchar mientras se iban alejando—, no te acostaste con mi hermano, ¿verdad?
—Aún no —susurró Bella entre risas nerviosas.
Ese "aún no" me dejó sin palabras. Debía planear muy bien una noche para nosotros, sin interrupciones y sin la madre de Bella.
Si Bella quería, ¿quién era yo para negárselo?
.
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Apenas la luz diurna iluminó la intemperie, escalé la ventana de Bella como cada mañana. Había pasado un mes desde que nuestra relación inició y lo único que me hacía bien era estar junto a ella.
No podía mentir, durante este mes solo nos despedimos para dormir, todo el día estábamos juntos. Yo inventando muchos pretextos con Emmett y Jasper para no salir con ellos y Bella olvidándose de Tanya para pasar su tiempo conmigo, quizá nos estábamos acostumbrando tanto que simplemente pasar ocho horas separados era demasiado para soportar.
—Buenos días, preciosa.
Bella salió de la cama y corrió hacia mí. Inspiré hondamente y llené mis sentidos con su exquisito aroma.
—Te extrañé —murmuró—, cada día me cuesta más despedirme de ti.
Me pasaba justamente lo mismo.
—Tal vez pueda quedarme a dormir contigo —ofrecí.
Bella levantó su rostro mostrando sus mejillas con ese hermoso rubor.
—Me gustaría que te quedaras esta noche —articuló suavemente al tiempo que retenía su labio inferior entre sus dientes.
Llevé mi índice a su nariz y sonreí.
—Bella —susurré—, ya no quiero seguir escondiéndonos. Llevamos un mes sin salir a ningún lado, solo hemos estado aquí y en el bosque. No es justo —me aclaré la garganta—, quiero presumirte, que me vean contigo de la mano y que sepan que eres mi novia.
Sus ojos se volvieron brillosos.
—¿Cómo crees que lo tomen?
Encogí mis hombros y dejé un corto beso en sus labios.
—No importa lo que digan. Te quiero —murmuré, acunando sus mejillas— y quiero hablar con tus padres, necesito que estén enterados que voy en serio contigo.
—Está bien, mientras tanto iré por el desayuno, aquí espérame.
La vi salir corriendo de forma sigilosa y descalza. Sonreí.
Desayunábamos y cenábamos juntos con miles de pretextos para que su familia no descubriera que estaba en su habitación y era conmigo con quien ella compartía alimentos cada día. No negaba que en un principio fue divertido, sin embargo, conforme pasaron los días, la diversión se fue y empecé a sentirme frustrado. No habíamos hecho nada malo para estar escondidos, éramos solo dos adolescentes viviendo su amor sin hacerle daño a nadie.
Era tan distinto como lo vivía en casa, mis padres sabían al igual que mi hermana. Y aunque al principio mamá puso el grito en el cielo terminó por darse cuenta de que mi relación con Bella iba en serio.
—Traje panqueques —anunció Bella al entrar con la charola de comida—, son congelados —admitió—, no sé mucho.
—¿No sabes?
Frotó su nariz con el dorso de su mano y se subió a la cama quedando arrodillada.
—Sí sé —respondió llevando un bocado de panqueque a su boca—, solo que no soy muy buena.
—No te preocupes, yo sé cocinar —alcé mis hombros débilmente—, en un futuro yo me puedo encargar de eso.
Empecé a comer bajo la atenta mirada de Bella.
—¿Te diste cuenta de lo que dijiste? —preguntó—. Estás hablando de un futuro juntos.
Alargué mi mano y acaricié sus dedos. Sin dejar de ver sus ojos café, dije:
—Lo nuestro es muy en serio, señorita.
—Te quiero —murmuró echándose sobre mí y rodeando mi cuello.
Unos fuertes golpes a la puerta nos hicieron sobresaltar.
—Soy yo —dijo Tanya.
Bella corrió y abrió la puerta para que mi hermana entrara y dejara de aporrearla. Tanya tenía el ceño fruncido cuando entró, y con una mirada amenazante se sentó frente a mí.
—Dijiste que nos dejarías tener nuestro tiempo —reprochó—. Han pasado cuatro semanas, Edward, y no ha sucedido. Casi no dejas a Bella sola.
—Si quieres puedes desayunar con nosotros —ofrecí burlón.
Tanya puso los ojos en blanco manteniendo el puchero infantil en sus labios.
—Quiero a mi amiga de vuelta —protestó—. Anda, Bella, vamos al centro comercial, no sé, hagamos algo distinto que solo estar encerrada con este.
Bella suspiró. Se veía sin ánimo, incluso se abrazó a mis hombros antes de mover ligeramente la cabeza.
—Bien, iremos al centro comercial —aceptó.
Tanya aplaudió y como si tuviera un alfiler en el trasero saltó fuera de la cama.
—Ya oíste, Edward. Estaremos juntas toda la tarde, así que no molestes.
A regañadientes acepté. Bella era mi novia, no de mi propiedad. Tampoco era justo que dejara de hacer su vida normal por mí.
.
Iba a encerrar a Tanya en su habitación el resto del verano. Eran las nueve de la noche y ellas aún seguían sin volver. Yo tuve que fingir que veía televisión con mis padres mientras esperaba su regreso.
—Edward, ¿estás usando condón? —preguntó Esme.
—Mamá, por favor —rogué para que no tocara el tema. Cada vez que tenía oportunidad mi hermosa madre hablaba de lo mismo.
—Bella es muy joven, hijo —comenzó a decir—, un bebé a su edad incluye una boda precipitada y sabes bien que es un divorcio anunciado.
Froté mi rostro.
»Solo dime si estás usando condón, hijo —insistió—. No quiero ser abuela, aún no tengo edad para tener nietos.
Mi padre soltó una risita mientras sacudía la cabeza.
—Mujer, confía en Edward —dijo papá—. Nuestro hijo es responsable.
La voz de papá estaba plagada de orgullo. Sonreí con él, me tenía en un lugar muy alto y solo deseaba corresponder su confianza.
El preservativo en mi billetera era una promesa silenciosa de que nunca me olvidaría de usar uno.
—¡Ya llegué! —gritó Tanya al entrar como si su presencia no fuera visible a los ojos.
No hubo tiempo de mirarla mal ni de reclamar nada, apenas pude despedirme de mis padres cuando salí de casa rumbo a la habitación de Bella. Ya conocía el recorrido hasta con los ojos cerrados, ir hasta el patio trasero de su casa y subir con la ayuda de la escalera que había en el jardín.
Crucé el alféizar y Bella me recibió con un beso.
—Qué bonita bienvenida —recé sobre sus labios mientras la rodeaba con mis brazos.
—Quiero darte los besos que no te di en todo el día —musitó antes de besarme.
Con los ojos cerrados y el puro instinto, la guié hasta la cama mientras nuestras bocas se devoraban con necesidad. Gemí cuando quedé sobre su cuerpo y ella abrió las piernas acunando mis caderas.
Recorrí sus muslos con mis dedos y ella se estremeció.
—Edward —suspiró—, creo… que ya estoy lista.
Ansioso bajé los tirantes de su camisón y hundí mi rostro entre el valle de sus senos. Empecé a besar y saborear su piel, quería descubrir sus pezones por primera vez y degustarlos a mi antojo. Estaba duro de solo imaginar, fue entonces que sentí que temblaba, su cuerpo se sacudía lleno de nervios.
Levanté mi vista. Bella tenía los ojos fuertemente cerrados y su boca entreabierta.
—Mi amor —murmuré poniéndome a la altura de su rostro, ella abrió sus ojos y mordió sus labios—, tranquilízate, nena.
—Es que… tengo frío.
Sonreí.
—No podemos forzar las cosas, nena.
Ella resopló, su aliento chocando con el mío.
—Yo quiero, Edward. Quiero ser tuya —rezongó como una niña berrinchuda—. Por favor. —Tiró de mi cuello y me acercó a sus labios.
La besé tiernamente volviéndome a fundir sobre su cuerpo, necesitaba distraerla. Lentamente saboreé su boca al tiempo que mi mano ascendía sobre su piel, había recorrido más allá de la falda de su vestido tocando el algodón de sus bragas.
Temblé de deseo.
Tenté con mis dedos su vagina y ella automáticamente intentó cerrar sus piernas.
Abrí los ojos y observé su rostro. Tenía el semblante nervioso y asustado, me miró.
—Yo… —dudó.
Suavemente dejé un dulce beso en su frente. Quería hacerla sentir bien.
—Mi amor, no pasa nada, aún no estás listas.
La ayudé a sentarse en el medio de la cama y me senté frente a ella sujetando sus manos. Primero dejé un beso en sus labios, luego besé cada dorso.
—¿Y si nunca estoy lista? —musitó nerviosa—. Ya pasó un mes y no podemos. —Sus ojos rehuyeron los míos.
Sujeté su mentón y la hice mirarme. Era hermosa y tierna.
—Te aseguro que cuando el día llegue será especial, nena —prometí—. Por el momento no forzaremos las cosas.
—¿Me esperarás?
La abracé fuertemente. Dándole a entender lo importante que era en mi vida, necesitaba hacerla sentir segura.
—Te esperaré siempre, nena. Te aseguro que cuando hagamos el amor será lo más hermoso de nuestras vidas.
—Abrázame fuerte, Edward —susurró apretando mi torso con sus brazos—. Nunca me dejes de querer. Nunca lo hagas.
—Te querré siempre, pase lo que pase.
Besé sus cabellos.
—Ahora es tiempo de dormir, señorita.
—¿Te quedarás conmigo?
—Sí, amor. Velaré tus sueños. —La arropé con las sábanas—. Anda, duerme.
Estuvimos conversando una hora más poniéndome al día con sus compras con mi hermana hasta que de pronto ya no habló y supe que se había dormido. Bostecé y me acurruqué a su lado también durmiendo.
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A la mañana siguiente despertamos temprano y lo primero que hicimos fue asearnos, por supuesto que Bella lo hizo primero y yo después.
—Te ves hermosa —aludí al verla entrar a la habitación.
Bella se acercó y empezamos a besarnos hasta dejarnos caer en la cama. Estaba ansioso por hacerla mía, pero también reconocía que mi Bella no estaba lista para dar ese paso.
Seguimos besándonos.
Estábamos moviéndonos en toda la cama, rodando de un lado a otro buscando la manera de que nuestras lenguas ganaran el dominio que deseaban en nuestras bocas.
Quedé encima de su cuerpo y mi mano sin querer empezó a recorrer la suave piel de su muslo haciéndola suspirar cuando mi boca se perdió en su cuello.
—Be…
Mi corazón dio un brinco.
Rodé inmediatamente fuera de la cama, lejos de la presencia asesina de Emmett. Levanté mis palmas queriendo explicar lo que sucedía, pero él ya se había acercado amenazante a nosotros. Bella se interpuso delante de mí impidiendo que el salvaje de su hermano me tocara.
—Hijo de… —gruñó—, ¡eres un cabrón!
—No es lo que estás pensando —dije—, bueno, sí es, solo…
—¡Te advertí que con mi hermana no! —exclamó dramáticamente y dispuesto a golpearme. Fui más rápido y me subí a la cama—. ¡Cobarde! —gruñó cuando Bella le impidió subirse.
—¡Ya basta, Emmett! Edward y yo somos novios —reveló mi chica.
Los ojos de Emmett casi se desorbitaron, y, decidido a estrellar su puño en mi varonil rostro, me correteó por la habitación con Bella detrás de nosotros. Era un tanto cómico, pero no le daría el gusto de que me pegara, así que era mejor correr.
—Puedo explicarte —traté de hacerlo razonar. Había rodeado el cuerpo de Bella con mis brazos y la llevé detrás de mí, protegiéndola—. Yo quiero a tu hermana —dije—, estamos juntos.
—¡Tú no quieres a nadie! —espetó, apuntándome—. Tan solo sabes jugar, divertirte y no dudo que solo quieras acostarte con…
—Puedo ser el más mierda si tú quieres —murmuré—, pero no con Bella. Ella es lo más importante que tengo ahora.
Bella se acurrucó en mi espalda y me rodeó con sus brazos bajo la fría mirada de su hermano.
—Sé que soy un cabrón por haber cruzado la línea de nuestra amistad —añadí—, lo siento. Si no me quieres hablar lo entenderé, mas no dejaré a Bella. Ella es mi novia y está por encima de ti y de todos.
—¿Emmett? —habló Renée del otro lado de la puerta—. ¿Qué está pasando? ¿Están discutiendo?
Bella se tensó inmediatamente saliendo de detrás de mí, sus ojos mostraron miedo y mi impulso por protegerla fue abrazarla. Estaba listo para enfrentar a su madre.
La puerta se abrió y los ojos fieros de Renée fueron de Bella a mí.
¡Hola! Nuestro Edward quiere ser novio oficial, no quiere esconderse más. Veremos cómo lo tratan su cuñado y su suegra.
Agradezco a cada uno la oportunidad para la historia.
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Aquí los nombres de quienes amablemente comentaron el capítulo anterior: Sanveronica, Liz, Adriana Ruiz, Lily, miriarvi23, alejandra 1987, interesadas no, Eli, Vane(bienvenida ), kaja0507, Car Cullen Stewart Pattinson, roberouge, patito feo, Diannita Robles, Pepita GY, ALBANIDIA, PaolaValencia, Adriana Molina, Patty, Leah De Call, Flor Mcarty, cocoa blizzard, Cassandra Cantu, Adyel, mrs puff, Daniela, Iza, Isis Janet, BereB, Paula, Torrespera172, Peerla Salvatore Swan, Dulce Carolina, ariyasy, Veronica, Noriitha, NarMaVeg, ELIZABETH88(bienvenida), Adriu, Estefania Rivera, Rosemarie28, Elizabeth Marie Cullen, Antonella Masen, Mapi13, Lili Cullen-Swan, saraipineda44, Ana, Ale Stewart, Lizdayanna, Gabby352, rociolujan, EmilyChase y comentarios Guest.
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