Disclaimer: la mayoría de los personajes mencionados son propiedad de Stephenie Meyer.


Capítulo beteado por Flor y Yani. Infinitas gracias por toda su ayuda, chicas.


Capítulo 11

Sin quitar mis manos de sus párpados la guié con mucho cuidado escaleras arriba, luego recorrimos el pasillo mientras Bella reía nerviosa cuando nos detuvimos frente a su habitación. Abrí la puerta y lentamente dejé que fuera testigo de la sorpresa con sus propios ojos.

La estancia estaba adornada con velas aromáticas y pétalos de rosas. Había elegido poner velas que ayudarían a relajar el ambiente.

—Oh, Edward —susurró Bella antes de volverse y abrazarme—. Es tan hermoso y romántico.

—Eso no es nada —dije—, cociné para nosotros.

Se alejó un par de centímetros y vio mi rostro. Los ojos de Bella se habían vuelto dos rendijas estrechas.

—¿Sándwiches?

Rodé los ojos.

—Sé cocinar. —Le mostré los dos platos de comida: era udon, consistía en fideos gruesos bañados en salsa tsuyu—. Es mi platillo favorito, me quiero especializar en comida japonesa.

Sus ojos se abrieron al darse cuenta que no bromeaba.

—¿Quieres ser chef? —preguntó.

—No, amor, solo me gustaría saber cocinar mejor. Tener mayor conocimiento en cocina japonesa, así en un futuro puedo consentir a mi esposa. —Eso último no sabía de dónde lo saqué, pero ya era demasiado tarde para retractarme.

—Oh… —musitó con sus mejillas enrojecidas.

—Ven… —Tiré de su mano y la acerqué a la pequeña mesa improvisada.

Agradecía que Tanya se hubiera hecho cargo de estos detalles, ella realmente estaba siendo una buena hermana.

Podía darme cuenta de lo nerviosos que estábamos y ello provocó que degustáramos muy poca comida, porque los ojos de Bella estuvieron prácticamente enterrados en la cama.

—Iré a cepillarme los dientes.

Fruncí las cejas cuando la vi correr hacia su baño.

Suspiré. Entonces recordé las mentas que traía en el bolsillo de mi pantalón y me eché un puñado en la boca, también revisé mis dientes frente al gran espejo, estaban limpios y sin rastro de perejil.

Pasé una mano por mi pelo y comprobé que todo estuviera en orden.

Pensé en que podía desvestirme, sin embargo, opté por reservar esa parte para más tarde. No tenía intención de asustar a Bella.

Cuando mi chica salió, caminó nerviosa hasta mí.

Tan solo nos quedamos mirándonos el uno al otro por algunos minutos u horas, no pude saber el tiempo exacto, pero sí que fue suficiente para sentirme más nervioso. Juguetonamente uno de mis dedos acarició su mano hasta que lentamente entrelazamos nuestros dedos.

Di un paso y me acerqué a ella, inclinando lentamente mi rostro capturé sus labios. Me adueñé de su boca y saboreé su sabor a dentífrico y enjuague bucal.

Mi brazo rodeó su cintura, apretándola con más ansiedad a mi cuerpo. Podía sentir sus tetas aplastadas en mi torso y la sola idea simplemente me ponía duro.

La quería. Necesitaba con urgencia probar su cuerpo y robarme su inocencia.

—Bella —susurré con mi voz ronca al besar su cuello y aspirar el delicioso aroma en su piel, arrastré mi nariz por su clavícula mientras disfrutaba del temblor de su cuerpo—, quiero que seas mía —tragué—, pero sí aún no estás lista… podemos esperar.

Siempre será su decisión. La respetaría en cada momento y si ella decía no, sería no.

—No, no quiero esperar —respondió en un suspiro agitado. Sus uñas estaban fuertemente encajadas en mis hombros y amenazaban con romper mi piel si no la tranquilizaba.

Busqué de nuevo sus labios, besándola más profundo y sin aliento. Mi boca estaba avasallando la suya y no había tregua en separarme.

No sabía cómo o en qué momento nos movimos a la cama y yo estaba encima de ella. Me sostuve con mis antebrazos, era poco caballeroso dejarle sentir mi peso, sin embargo, en un ágil movimiento, Bella me atrajo hacia ella recibiendome con sus piernas abiertas y logrando que nuestras caderas se rozaran.

Gemí.

Aproveché para deslizar una mano por sus muslos, era suave. Bella tembló y con su mano empujó mi pecho.

Miré su rostro. Sus labios estaban hinchados y su respiración era irregular, pero no fue eso lo que llamó mi atención, sino que estaba viéndome fijamente.

—¿Qué pasa? —pregunté por lo bajo—. ¿Quieres que me detenga?

—No.

Cerró fuertemente los párpados en el momento que mi dedo logró introducirse en ella, estaba caliente y resbaladiza, no hacía falta prepararla más. Aun así la seguí estimulando mientras Bella hacía sonidos audibles empezando a disfrutar mis caricias.

Arrugó mi camisa con su puño y suspiró fuertemente.

—Déjalo ir, nena —susurré viendo su rostro perlado de sudor.

Bella estaba completamente entregada al placer.

Se retorció mientras mi dedo siguió entrando y saliendo, pero cuando jugué con su clítoris, ella explotó en mis dedos.

Sonreí. Bella había tenido su primer orgasmo gracias a mí.

—Edward —murmuró, abrazándome—, te quiero mucho.

Sostuve su rostro y estrellé mi boca en la suya. La besé con ansiedad, estaba desesperado por quitarle la ropa, por tenerla desnuda debajo de mí.

Entretanto mi boca disfrutaba su sabor, mis manos hacían lo propio y la despojaban de su ropa.

Su reacción al cubrir sus pechos con sus manos me hizo sonreír.

—¿Puedes apagar…? —Su pregunta quedó a medias y prefirió morderse el labio.

Me las arreglé y lentamente removí sus manos, primero cubriendo su cuerpo de besos tipo pluma, y luego ejerciendo un poco de fuerza para que dejara sus brazos a los costados.

Ladeó su rostro enrojecido, escondiendo su mirada cuando por primera vez descubrí sus senos coronados por hermosos pezones color rosa. Su pecho subía y bajaba completamente agitado.

Era tan inocente que me daba ternura.

Acuné su rostro y miré directamente sus orbes cafés.

—No te escondas —murmuré—, eres hermosa.

Bajé mi rostro y la besé dulcemente hasta que nuestro deseo se volvió salvaje.

Quité mi camisa sin abandonar sus labios, fue difícil, pero también mi pantalón y bóxer los pateé fuera de mí. No había más qué decir, los dos estábamos desnudos y yo estaba más que listo por ella.

Jadeé y maldije al mismo tiempo cuando envolví mi pene erecto en un condón y lo llevé a su entrada, apenas pude invadir un poco y ella se quejó, empujándome.

—Mi amor… tranquila. —Llené de besos su rostro hasta bajar a sus pechos, los cuales degusté con gula.

—Oh, Edward. —Empezó a jadear mientras se retorcía debajo de mí.

Bella empezó a disfrutar, momento que aproveché para empujar mis caderas y enterrarme en lo más profundo de su ser. Ella intensivamente se paralizó e intentó alejarme una vez más, por mi parte me quedé muy quieto esperando que su cuerpo se acostumbrara a mi intromisión.

—¿Estás bien? —Quise saber.

Bella suspiró, su semblante había cambiado por dolor y miedo.

Repartí cortos besos en su rostro queriendo borrar toda la intranquilidad que estaba sintiendo, me sentía ansioso porque no quería que sufriera dolor. No pasó mucho tiempo cuando su cuerpo se relajó y mis caderas empezaron a moverse para que las de ella torpemente me recibieran.

Era un vaivén hermoso. El más cadencioso que había tenido hasta el momento, lleno de suspiros y jadeos audibles que armonizaban la habitación.

Bueno, yo creía que eso había sido así. Porque cuando me di cuenta había terminado en dos minutos, vergonzosamente había sido abordado por mi orgasmo y Bella no había alcanzado el suyo.

Cuando rodé por la cama me deshice del condón y busqué su rostro esperando ver desilusión, sin embargo, Bella mantenía sus ojos cerrados, completamente cansada por el placer que le había hecho sentir.

—¿Te gustó? —Me atreví a preguntar.

Bella abrió sus ojos lentamente y me sonrió.

—Te amo.

Algo hubo en sus palabras que solo pude atraerla a mí y envolverla entre mis brazos. De repente recobré la consciencia y me senté en la cama y la observé con ojo clínico. A simple vista estaba bien, solo tenía una pequeña marca roja en su pecho derecho.

—Nena, ¿estás bien? —pregunté—. ¿Te duele algo? ¿Fui muy brusco? Por favor, Bella —acaricié su rostro—, respóndeme.

Suspiró y su amplia sonrisa en sus labios me hizo sonreír automáticamente.

—Estoy feliz, amor. Soy muy feliz —reveló—. Quédate conmigo, Edward, no te vayas esta noche.

Asentí antes de dejar un beso en sus labios.

No podía ni quería irme.

Así que pasamos la noche entre besos, arrumacos y sexo, llenos de pétalos que se adhirieron a nuestros cuerpos sudorosos.

A la mañana siguiente fue el mejor despertar que había tenido en mi vida, lo catalogué como celestial.

—¡Edward! —exclamó Bella con la sábana enredada en sus pechos—. ¿Dónde está Emmett? Te matará si te encuentra aquí.

Tenía mis manos detrás de mi cabeza y mi cerebro aún dormido. No podía procesar lo que mi novia decía. No obstante los ruidos en la planta baja nos alertaron, me vestí en tres segundos y Bella en uno.

Ya podía imaginar mi cuerpo flotando inerte en la piscina de casa si esos ruidos eran de Emmett.

—Me haré cargo —dije, siempre pensando en salvaguardar la honra de mi novia.

Salí y me asomé por el barandal.

—¿Qué le pasó? —pregunté al ver a Emmett siendo arrastrado por Jasper. No podía sostenerse por sus propios pies.

—Me dijiste que te ayudara y ya lo hice.

Jasper solo dejó caer de golpe a Emmett sobre el sofá.

Angustiado bajé los escalones de dos en dos.

—¿Lo mataste?

Jasper puso los ojos en blanco.

—Está completamente borracho —se encogió de hombros—, ya cumplí mi parte. ¿Cómo te fue a ti?

No respondí. No hablaría nunca de mi vida sexual con mi novia, nuestros encuentros no serían nunca de dominio público.

Bella bajó con un albornoz blanco cubriendo su cuerpo y su melena despeinada, era la imagen viva de una noche de sexo. Quizá yo tenía el mismo aspecto, así que no había nada que aclarar.

Jasper alternó miradas entre nosotros dos, sin decir nada, solo sonrió.

—¿Qué le pasó a mi hermano?

—Se le pasaron las copas —reprendió Jasper en un tono inocente.

Bella frunció sus cejas y se acercó a Emmett que estaba casi moribundo en el sofá.

Bueno, ahora me tocaba ser buen amigo y encargarme de él.

.

.

La primera semana después de nuestra primera vez no hicimos nada más que repetir y mejorar nuestros encuentros, nos estábamos haciendo unos expertos en tan poco tiempo. No obstante, mi novia tenía que seguir con su vida al igual que yo con mis responsabilidades en casa.

—¿Dónde está Jasper? —demandó Alice cuando se acercó a mí.

Ni siquiera volteé a verla, solo seguí sacando la basura de la piscina con el recogehojas e ignoré su presencia.

—Te estoy hablando. —Su dedo picó mi costado con algo de fuerza—. Supongo que ahora que regreses a la universidad dejarás a Bella.

Su cambio de tema captó mi atención, la miré. Me di cuenta que sus ojos brillaban mientras trataba de ocultar su risa burlona.

—Saber que me voy te causa felicidad, ¿no? —le dije.

—Para nada, tan solo me da un poco de risa porque Bella terminará quedándose sin ninguno de los dos.

—¿Quién te dijo que la dejaré? —la increpé.

Sus ojos se abrieron y su sonrisa se borró. La envidia exudaba por los poros de su piel. Bueno, si pudiera hacerlo seguro lo haría.

—No podrán llevar una relación a distancia —aseguró—, y obvio tú no le serás fiel.

—Hablas como si me conocieras. ¿Qué sabes tú de mí?

Rodó los ojos.

—Simplemente sé lo que todos saben.

—¡Hola, amor! —Bella llegó y envolvió sus brazos en mi torso.

Mi día había mejorado considerablemente, era curioso que su sola presencia me hiciera sentir bien.

Besé el tope de su cabeza y la abracé emocionado.

—¿Cómo fueron las compras? —pregunté. Bella y Tanya habían vuelto a tener su tiempo de amigas.

—Cansadoras —respondió Jasper.

Fruncí las cejas y no pude evitar mirarlo mal cuando llegó detrás de Bella. Me había vuelto un celoso exagerado.

—Nos encontramos por casualidad en el centro comercial y me uní a ellas —añadió mi amigo—. Nunca debí hacerlo —exhaló dramáticamente—, no siento mis pies. Caminamos por cuatro horas, hombre. ¡Cuatro horas!

—¿Por qué no me invitaron? —preguntó Alice, dejando a todos en silencio.

—Vamos a mi habitación —le susurré a Bella mientras la instaba a caminar hacía ahí.

Ella se retorció antes de dar media vuelta y encararme.

Se puso de puntillas dándome un corto beso.

—Si vamos a tu habitación sabes que no saldremos de ahí —dijo en voz muy baja—, anoche ya estuvimos. —Empezó a mordisquear su labio mientras su mirada estaba en algún otro lugar.

—Tengo suficientes condones —murmuré en su oreja.

Las mejillas de Bella se sonrojaron al punto máximo. Estaba avergonzada.

—Dijiste que hoy tendría mi primera clase de manejo —me recordó con un puchero en sus labios.

—Es de mala educación hablar entre susurros —nos dijo Alice colgándose de nosotros, la alejé y tomé el salvavidas más cercano, era uno en forma de dona de chocolate—. Anda, Bella, ¿cuéntanos qué hacías con Jasper si tienes novio?

Le lancé el salvavidas cuando empezamos a caminar lejos de ella.

—No te vayas a ahogar con tu veneno —le dije logrando que Bella y Jasper empezaran a reír.

—¡Eres un patán! —exclamó Alice—. ¡Engreído!

Llevé mis manos a las caderas de Bella y la empujé para seguir caminando. Debía cumplir mi promesa de enseñarle a conducir.

Algo me decía que esas clases serían muy divertidas.


¡Hola! Entramos en una nueva etapa donde el tiempo tendrá que transcurrir y pruebas vendrán para su noviazgo. Ojalá sea de su agrado.

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Aquí los nombres de quienes amablemente comentaron el capítulo anterior: Adriana Molina, Jade HSos, patito feo, ALBANIDIA, Car Cullen Stewart Pattinson, Cassandra Cantu, roberouge, PaolaValencia, Adyel, Eli, Antonella Masen, Daniela, BereB, mrs puff, Smedina, Noriitha, Pepita GY, Patty, Ninacara, Diannita Robles, Estefania Rivera, Iza, cocoa blizzard, Veronica, Leah De Call, Liz Barraza, NarMaVeg, mony17, Adriu, Liz Barraza, Franciscab25, Mapi13, saraipineda44, Isis Janet, Wenday14, Elizabeth Marie Cullen, Rosemarie28, Lili Cullen-Swan, Vampiremmangel, Ale Stewart, Vane, Flor Mcarty, Lily, rociolujan, Dulce Carolina, Adriana Ruiz, Maribel 1925, Ana, EmilyChase, Gabby352 y comentarios Guest

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