Capítulo beteado por Flor y Yani. Infinitas gracias por toda su ayuda, chicas.


Disclaimer: la mayoría de los personajes mencionados son propiedad de Stephenie Meyer.

Capítulo 12

—Edward… —Bella suspiró en recompensa mientras yo degustaba sus pechos.

Me había hecho adicto a ellos en cuestión de días. Los apreté con mis manos y me gané un gemido entrecortado.

Ya no soportaba estar encima de ella solo frotándonos, estaba dolorido sintiendo que mis bolas se explotarían en segundos.

Podía adivinar todo el desastre que sucedería en mis pantalones. Además, la parte trasera del auto era un tanto incómoda por mi altura.

—Por favor, Edward —rogó—, házmelo.

Mierda.

Levanté mi vista y miré su rostro: sus labios estaban ligeramente entreabiertos e hinchados debido a nuestros fuertes besos, su respiración seguía agitada y sus ojos fuertemente cerrados.

—Nena… —tragué, recordando un importante detalle—, no traigo condón.

—No importa, solo —dudó—, no termines en mí.

De inmediato mi cerebro quería traer a colación una vieja charla entre mi padre y yo cuando tenía catorce años. No obstante, lo único que miraba con mucha necesidad era el cuerpo de mi novia: su vestido arremangado en la cintura mostrando sus pequeños pechos, sus muslos abiertos y desnudos.

¡A la mierda la charla! Yo quiero sexo.

Desabroché mi bragueta y la mirada traviesa de Bella brilló de emoción. Apenas logré acomodarme de nuevo encima de ella cuando…

—¿Qué jodidos estás haciendo…? —Emmett me sacó de un solo tirón del auto.

¿Cómo fue? Ni siquiera podía recrear lo que ocurrió. Tan solo sentí que mi pómulo se desencajada de mi rostro, mi mejor amigo acababa de estrellar su puño en mi cara.

Sacudí mi cabeza y reaccioné poniéndome delante de Bella mientras ella bajaba del coche descalza acomodando su vestido y cabello.

—¿¡Qué mierda te pasa!? —espeté encabronado y aún conmocionado. En este preciso momento no recordaba ni mi nombre completo.

Emmett intentó acercarse, pero Jasper no lo dejó. No me había dado cuenta que nuestro rubio amigo también estaba aquí viendo el espectáculo que Emmett armaba.

—¿Por qué con mi hermana? —gruñó Emmett con sus manos en alto—. En un maldito estacionamiento solitario y en plena tarde. ¡Te pedí que la cuidaras, Cullen!

Mi maldita quijada estaba intrincada porque no podía articular palabra.

—No te metas, Emmett —pronunció Bella saliendo detrás de mí—, Edward es mi novio y tenemos derecho a estar donde queramos estar.

Emmett restregó sus manos en el rostro visiblemente impaciente.

—Eres solo una niña, Bella —dijo él—, no sabes nada de relaciones adultas. Y este cabrón —me señaló— se está aprovechando de tu inocencia.

Rodé los ojos.

—Emmett, no soy ninguna niña —replicó Bella—, soy una mujer adulta que inició su vida sexual.

De pronto todo se enmudeció y solo podía escuchar el sonido de los grillos como anunciando mi muerte. Mi dulce Bella acababa de sentenciar mis últimos días de vida.

La reacción de Emmett fue echarse de nuevo contra mí y de nueva cuenta fue detenido por Jasper.

—No te atrevas a tocarlo —amenazó mi Bella poniéndose frente a mí—, porque te juro que si lo vuelves a tocar no volverán a verme en casa, me iré con Edward, me iré con él lejos de ustedes.

Abrí mucho los ojos. Estaba impresionado por la determinación de mi chica, la seguridad de sus palabras en vez de asustarme me hizo sentir orgulloso de ella.

Emmett no solo reculó sino que la decepción en sus ojos al verme me hizo sentir miserable, sabía que posiblemente acababa de perder a mi mejor amigo.

—Emmett… —articulé.

—No vuelvas a hablarme en lo que te resta de vida —me advirtió antes de dar media vuelta y marcharse a su auto.

—Ahora sí te pasaste, Edward —me dijo Jasper—, solo a ti se te ocurre traer a Bella a un estacionamiento para… —Sacudió la cabeza—. Debí dejar que te partiera la cara —murmuró al marcharse.

Bella se volvió para abrazarme, escondió su rostro en mi pecho y escuché suavemente su gimoteo. Bella estaba llorando y sentía sus lágrimas humedecer mi camisa.

La abracé con fuerza. Mi cabeza lentamente estaba procesando que si Emmett no hubiera llegado seguro ahora mismo ya hubiéramos engendrado a su primer sobrino.

Temblé de solo imaginarlo.

Bella con diecisiete y yo con veintiún años cuidando de un bebé.

—No vas a dejarme, ¿verdad? —murmuró Bella aún abrazada a mi torso.

Una sensación extraña se instaló en mi pecho y se extendió como un calor diferente que no sabía explicar lo que era. Solamente sabía que no era capaz de dejar a Bella porque realmente la quería y quería cuidar de ella.

Y si tenía que elegir entre ella y mi mejor amigo, por supuesto que Bella siempre sería prioridad, no había opción.

—Te amo, Bella. No te dejaré nunca —me escuché decir de una forma diferente. Era una promesa.

.

.

Los días empezaron a transcurrir cada vez más deprisa, como si el jodido tiempo estuviera escupiendo mi cara y fuera la forma de reírse de mí. Y mientras mi relación con Bella se hacía más fuerte, mi amistad con Emmett había dejado de existir.

No volvió a hablarme después del enfrentamiento. Cada vez que me veía en su casa me ignoraba e incluso cerraba la puerta de su habitación para que no entrara, estaba seguro de que él sabía que pasaba las noches en la habitación de su hermana porque ya me había descubierto trepando por la escalera hacia la ventana, esa vez no dijo nada solo cerró la cortina de su habitación sin siquiera hacer un reclamo.

Algo extraño también ocurría; los celos estúpidos por mi novia se habían incrementado, me estaba volviendo un posesivo de mierda que la celaba por todo. Lo que provocó nuestra primera discusión.

Jasper y yo salimos a comer pizza mientras Bella pasaba tiempo con Tanya.

—Vaya, pensé que ya te habías olvidado de mí —se burló Jasper—, ¿cómo te trata la vida de casado?

Arrojé sobre su rostro una servilleta de papel hecha bola.

—No estoy casado.

—Pues parece, hermano —dijo—, siempre andas con Bella para todos lados como si fueran recién casados.

Negué, manteniendo una sonrisa en mis labios.

—Estoy enamorado —confesé.

Jasper se quedó sin palabras y sus cejas se arquearon. Estuvo escrutando mi rostro como si buscara algo en mi semblante.

No supe exactamente lo que vio en mi mirada porque solo asintió e inclinó su rostro antes de aclararse la garganta.

—Tú y Bella parece que ya visualizan un futuro juntos, ¿no? Ya no te veo dejándola.

—Nunca he pensado en hacerlo —aclaré—. Bueno, pero hablemos de ti, ¿qué pasa con Alice? Te he visto saliendo con ella.

Jasper hizo un mohín.

—Todo el tiempo está encima de mí, no me deja respirar ni un solo momento. Con decirte que va a mi casa y le ha dicho a mamá que es mi novia, realmente no la soporto.

—Entonces, ¿por qué no eres honesto con ella? —pregunté.

—Lo he sido, pero Alice es tan terca. Me exaspera sobremanera, espero que se desilusione y me olvide ahora que me voy a la universidad.

Exhalé pensativo. Jasper había elegido la universidad de la ciudad, lo cual le daba ventaja de estar en su casa, sin embargo, por culpa de Alice había decidido este año vivir en el campus para no verla más.

—¿Qué te ha dicho Emmett de mí? —indagué.

Jasper bebió su soda mientras me miraba fijamente.

—No quiere saber de ti. Dice que ustedes tenían un trato, sabes bien que Emmett cuida mucho de Bella y realmente se siente traicionado por ti.

—No hice nada malo —contesté.

—Solo te llevaste a su hermana a la cama.

Resoplé.

—No. Tampoco lo digas así —corregí—. Bella es mi novia y lo que suceda en nuestra intimidad no debe importarle a nadie. No la obligué, simplemente sucedió porque ambos queríamos.

Jasper exhaló suavemente antes de asentir y darme la razón.

—Creo que es la primera vez que te veo enamorado, Edward. No puedes negar que Bella te tiene loco.

Sonreí ampliamente cuando la vi caminar hacia el restaurante junto a mi hermana. Mi jodido día se había vuelto mejor con mi chica a mi lado.

—En ningún momento he querido ocultar que la quiero —dije—. Bella es todo mi mundo por ahora.

Bella se sentó en mi regazo mientras yo rodeaba su cintura con mis brazos y repartía besos en su nuca y cuello.

—Oigan —dijo Tanya al llegar y sentarse al lado de Jasper—, Alice organizó una fiesta en la piscina de casa.

Jasper y yo nos miramos e hicimos una mueca.

—¿Por qué en la casa? —pregunté—. ¿Acaso ella no tiene dónde vivir?

—Mamá ya le prestó la casa.

Tanya encogió sus hombros comiendo de mi pizza mientras mi Bella se movió en mi regazo. Ella no se daba cuenta lo que provocaba con ese simple movimiento.

—Nena… —susurré en su oreja— no te muevas así.

Bella volteó de reojo.

—¿Por qué?

Resoplé.

—Estoy duro, nena —volví a susurrar solo para ella.

Bella me sonrió de una forma traviesa antes de volverse a mover sobre mi erección.

Exhalé sujetando fuertemente sus caderas. ¿Así que ella quería jugar? Pues jugaríamos a mi modo.

Con un brazo afiancé su cintura mientras dejaba vagar mi mano por su muslo, yendo bajo su falda, un codazo en mi estómago me hizo detener abruptamente.

Bella me había sofocado.

—Deja de manosearme —me regañó en voz muy baja.

Reí y seguí recorriendo con mis dedos su redondo trasero.

—Nosotras nos vamos —anunció Tanya llevándose mi rebanada de pizza—. Iremos a ayudar a Alice.

Bella volteó y acunó mi rostro entre sus pequeñas manos, besándome. Lo hice de forma avasalladora y sin importar que estábamos en un lugar público, algo nuevo para ser ella.

—No tardes —murmuró sobre mis labios y se puso de pie.

Me quedé con la boca abierta al seguir su camino fuera del establecimiento. Bella era preciosa, tan risueña y era toda mía.

—Estás babeando —me acusó Jasper mientras se burlaba.

—Anda, vamos a la fiesta.

—Prefiero no ir, no tengo ganas de lidiar con Alice.

—Te cubriré y no te dejaré solo con ella —prometí.

—Juro que patearé tu trasero si me dejas solo con ella —amenazó.

—Sí, sí, lo que sea.

.

La fiesta estaba bien ambientada, globos de colores, luces, no me quejaba y la música le daba ese estilo fresco, aunque los hot dogs dejaban mucho que desear. Alice era pésima cocinera, así como anfitriona, pues a nadie recibía solo estaba ahí en la piscina sin importarle nada.

—Hola, Eddie —salpicó agua sobre mi rostro—, ¿por qué tan solo?

Me restregué las manos en la cara y la miré.

—Estoy esperando a Bella.

Insistió en salpicar agua sobre mi rostro sin dejar de reír.

—¿Qué demonios te pasa? —me quejé.

—Me gusta molestarte, te ves gracioso cuando te enojas —rio.

Sostuve sus manos evitando que siguiera.

—¿Quieres saber dónde está Bella?

Junté las cejas y Alice rio burlonamente, reteniendo su labio entre sus dientes en una mala copia de Bella.

—Supongo que está con Tan.

—Lleva más de media hora platicando con Jake —dijo—, ¿no me crees? Asómate al patio de su casa y la verás.

Exhalé.

Puse mi mejor cara y la ignoré. Seguí nadando por toda la piscina mientras intentaba pensar en otra cosa, no le daría el gusto de verme histérico.

Pero cuando Tanya apareció mi estómago se revolvió al verla sola.

—¿En dónde está Bella? —Traté de que mi voz sonara casual.

Mi hermana se paralizó mirando hacia todos lados, buscándola y luego hizo un leve encogimiento de hombros.

—Pensé que estaba contigo —balbuceó—, tengo rato que no sé de ella.

Bufé y salí de la piscina como alma que lleva el diablo. Me encontré con Jasper que iba llegando y lo ignoré cuando me habló.

No pude reprimir los estúpidos celos que sentí al verla riéndose con Jake muy animada y feliz recargada en el coche de él.

—Edward, no harás una idiotez —advirtió Tanya tirando de mi brazo—, solo está conversando con él, no está haciendo nada malo.

—Pero llevan mucho rato hablando muy, muuuy cerca —intrigó Alice.

—¡Quieres callarte! —le grité volteando hacia ella.

—No me grites, idiota.

—Entonces, no te metas.

Caminé hacia Bella y su estúpido ex novio. La sorprendí afianzando mis manos sus caderas y la acerqué a mí dejando claro que ella era mía.

Los ojos oscuros de Jake entendieron de inmediato la cercanía y confianza de nuestro acercamiento y no pude evitar reír. Porque sí, era un cabrón burlón y celoso.

Me recargué en el coche e hice que Bella apoyara su trasero en mi ingle cuando mis brazos rodearon su cintura. Mis bermudas seguían escurriendo agua y recorría mis piernas.

—Te extrañé —le dije a Bella al tiempo que besaba su mejilla—. Ah, Jake, eres tú. No te había visto.

El imbécil rodó los ojos caminando hacia el patio trasero de casa, ¿qué demonios hacía en mi casa? Al instante comprendí al ver a Alice reír, ella había sido. Ella lo invitó.

Maldita enana.

—¿Qué te pasa, Edward? —Bella se alejó de mí y llevó las manos a su cintura. Estaba enojada—. ¿Por qué hiciste eso?

—¿¡Qué!? —pregunté inocentemente—. Eres mi novia y solo te abracé.

Las cejas de Bella se fruncieron.

—Lo hiciste a propósito —reclamó—, me tocaste de una forma… —Sacudió la cabeza—. Edward, eres insoportable.

—Tú tampoco tenías por qué estar aquí a solas con él mientras yo te esperaba. ¡Quedé como imbécil!

Bella estrechó los ojos y se acercó. Las fosas nasales se ensancharon de manera graciosa, en otro momento me hubiera reído pero no ahora.

—¿Me estás prohibiendo que hable con Jake? Es el colmo, solo nos encontramos aquí y nos saludamos, no pasó nada.

—Pues yo te vi muy feliz hablando con él, tanto que me olvidaste —repliqué.

—¿Sabes qué? —inquirió—, cuando se te quite el mal humor hablamos, Edward.

Ella dio media vuelta y caminó a su casa. Lo hizo a toda prisa.

—¡Isabella! —la llamé caminando tras ella—. ¡Bella, espera!

Azotó la puerta en mis narices al entrar.

Qué demonios.

Presioné el timbre, unas cinco veces, y Emmett abrió la puerta.

—Quiero hablar con Bella —le dije queriendo pasar. Por supuesto que no me permitió entrar porque se atravesó en la puerta.

—Ella no está —rezongó cerrando la puerta con toda la intención de romper mi nariz.

—Parece que Bella se enojó —murmuró Jasper detrás de mí, me volví a él y lo miré junto a Tanya y Alice.

Los tres observándome con interés. Resoplé caminando a la parte trasera de la casa de Bella, busqué la escalera y con horror descubrí que no estaba entre el jardín.

Miré hacia arriba y vi la ventana iluminada, Bella estaba ahí y necesitaba hablar con ella. No quería que estuviéramos enojados.

—¿Qué buscas aquí, Edward? —preguntó Renée saliendo por la puerta trasera, se cruzó de brazos y me miró fijo—. Sabía que eras tú quien arruinaba mi jardín con esa estúpida escalera. No volverás a arruinar mis flores ni a entrar en la habitación de Isabella, nunca más.

Pasé la mano por mi pelo.

No. Definitivamente no había sido mi día.


Me habían preguntado si ellos no habían tenido problemas en su noviazgo y bueno, aquí la respuesta. ¿Opiniones?

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