Hola Aikuri, gracias por tu review, me alegra saber que alguien leyó mi fic. Este capi te lo dedico a ti, espero que te guste. Intentaré seguir actualizando lo más rápido que pueda.
Continuación…
Caminó hasta Hiromi cautelosamente, acercándose muy lentamente para coger la sombrilla y cambiarla de posición. Cuando terminó de ajustar la sombrilla se quedó contemplándola. Jamás la había mirado tan de cerca. Era realmente guapa, aunque él no quería admitirlo. De repente, vio como de sus ojos salían lágrimas que resbalaban por su rostro.
"Pero, ¿por qué llora?", se preguntaba.
Hiromi empezó a hablar entre sueños– ¡No! ¡No! ¡No! –Abrió los ojos y se puso de pie muy nerviosa. Al hacerlo se dio cuenta de que Takao estaba justo enfrente de ella con cara de confusión. Sus lágrimas resbalaron por sus mejillas sin control.
–Eh, Hiromi. ¿Por qué lloras, que te ocurre? –le preguntó con voz sedosa. Hiromi se abrazó corriendo a él y Takao aunque se quedó desconcertado, la abrazó también–. Eh, vamos Hiromi, tranquilízate. Ha sido una pesadilla, no te preocupes. Vamos estoy aquí contigo, no tienes nada que temer –le decía en tono cariñoso–. Para de llorar por favor, no me gusta verte así. A ver...–pidió separándola lentamente de su hombro, llevando su mano hasta la mejilla de la chica para comenzar a secarle las lágrimas–. Muéstrame tu bonita sonrisa –ella sonrió levemente–. Eso está mejor, ¿sabes? Me gustas más cuando sonríes –Hiromi se sonrojó un poco, pero creyó haber escuchado mal, así que no le dio mayor importancia a esas palabras– ¿Te encuentras ya mejor? –preguntó preocupado.
–Sí, gracias. Es que he tenido una horrible pesadilla y me he asustado muchísimo, eso es todo.
–Sí, debiste de haberte asustado muchísimo porque no parabas de gritar.
–¿Y qué gritaba? –preguntó desconcertada.
–Pues sólo gritabas, no.
–Si que debí de gritar fuerte para que vinieras hasta aquí desde tu habitación –comentó al saber que el joven se había ido a su habitación antes de ella irse allí.
–Bueno...–comenzó a rascarse la cabeza–. Lo cierto es que iba a meterme en el agua para nadar, cuando te escuché gritar –mintió.
–Yo pensaba que tú estabas...–no le dio tiempo a continuar ya que fue interrumpida por el chico.
–Sí, pero hacia tanto calor en la habitación, que no podía dormir. Así que bueno, ya sabes… –alargó la frase, esperando que la chica diera el resto por hecho.
Hiromi miró hacia la hamaca y se dio cuenta de que la sombrilla estaba puesta en una posición distinta a como ella la había dejado–. Qué raro
–¿Qué pasa? –preguntó mirando hacia la misma dirección que ella, pero sin saber que era lo que la chica había encontrado raro.
–Juraría que la sombrilla no estaba antes así –comentó mirándola.
–Pero, ¿qué dices mujer? –le respondió quitándole importancia, aunque de inmediato la duda de sobre si había sido descubierto o no, le asaltaba– ¿Estás segura?
–Será mi imaginación –comentó dejando de mirarla. Caminó hacia la orilla del mar para refrescarse un poco, siendo seguida de cerca por el joven de cabellos azules.
De nuevo Takao vio como ella solo entraba en el agua hasta cubrirle las rodillas y se refrescaba con las manos todo el cuerpo–. Oye, Hiromi. ¿No es mejor que te metas en el agua por completo? –preguntó confundido, ya que no era la primera vez en el día que la veía hacer lo mismo, pero finalmente no llegaba a meterse.
–Es que yo prefiero refrescarme poco a poco –respondió.
El joven de cabellos azules no la vio muy animada, quizá fuera por lo de la pesadilla. Lo mejor sería intentar animarla–.Ya sé. Jugaremos con la pelota. ¿Te parece bien?
–Claro –contestó sonriéndole.
–Espera voy a por ella, ahora vengo –le avisó echándose una carrerilla hasta la casa. Habían dejado la pelota cerca de la puerta trasera, así que la cogió y se la llevó hasta donde la chica le esperaba–. Aquí está. ¿Estás lista? –le preguntó retrocediendo unos pasos para prepararse a jugar.
–Sí –contestó, adoptando la postura de las manos juntas.
El joven de cabellos azules lanzó la pelota como si se tratase de voleibol, aunque no tenían red. Llevaban un buen rato jugando. Ninguno de los dos quería perder y se estaban divirtiendo muchísimo. Hiromi lanzó el balón hacia el suelo y Takao le dio una patada para evitar que ésta tocara el suelo y el balón salió despedido hacia el agua, alejando de la orilla.
–¡Hiromi, ¿puedes cogerlo tú?! ¡Está más cerca de ti! –le gritó, debido a la distancia que mantenían.
La chica vio rodar la pelota hasta entrar en el agua– ¡Claro! –echó a correr hacia el agua. "Además no está tan lejos" se adentró en el agua poco a poco y estiró la mano derecha para intentar coger el balón en cuanto le pareció tenerla a su alcance, pero el agua cada vez la alejaba más de ella, empujándola mar adentro. El agua le llegaba a los hombros. Volvió a estirar la mano, viendo que el balón casi estaba a su alcance de nuevo."Sólo un poco más" viendo que hacía pie todavía y rozaba con los dedos el balón, decidió dar un salto hacia delante para cogerlo de una vez por todas.
Takao sólo observaba a Hiromi, viendo como ésta de repente se hundía precipitadamente y como el balón seguía su curso mar adentro. Esperó que Hiromi saliese de nuevo a la superficie, pero por alguna razón no lo hacía– ¿Pero por qué no sale?–se preguntaba a sí mismo. De repente vio las manos y cabeza de la chica salir hacia la superficie.
–¡Socorro! –le dio tiempo a gritar antes de volver a sumergirse. Intentaba mantenerse a flote como podía, pero le era imposible– ¡Socorro, Takao ayúdame!–pidió asustada.
Al escuchar aquello, sabía que algo no andaba bien, así que echó a correr hacia el agua todo lo rápido que pudo– ¡Tranquila, ya voy! –gritó. Tan pronto como el agua le llegó al ombligo, se lanzó al agua y comenzó a nadar todo lo rápido que pudo, pero no la veía salir– ¿Dónde estás, Hiromi? –Metió la cabeza bajo el agua para buscarla y la encontró hundiéndose cada vez más. Sacó la cabeza de nuevo y tomó todo el aire que pudo para volverse a sumergir y bucear hasta ella. En cuanto la tuvo a su alcance la cogió y la subió a la superficie. Como pudo, siguió nadando con ella hacia la orilla. Cuando hizo pie, la cogió en brazos y la dejó en el suelo con cuidado. Colocó su oreja en el pecho de la joven para ver si su corazón latía. Sin perder más tiempo, comenzó a hacerle el masaje cardiorrespiratorio– ¡Vamos, Hiromi! ¡Resiste, tienes que respirar! ¡Vamos no te mueras! –pedía con desesperación. Tras realizarle el boca a boca, la joven empezó a toser. El joven de cabellos azules le giró la cabeza hacia un lado para que pudiese escupir el agua–. Eso es, respira. Menos mal, ya estás a salvo –comentó, sintiéndose aliviado.
Abrió los ojos algo aturdida– ¿Qué ha pasado?–
–Casi te ahogas –le informó– ¿Pero que te ha pasado? –preguntó confundido.
–Takao, yo…– miró hacia otro lado sintiéndose avergonzada –… la verdad es que no sé nadar.
–¿¡Qué!? –Preguntó sorprendido– ¿¡Y por qué demonios no me lo habías dicho!? –Gritó– ¡Casi te mueres! –le regañó.
–Pensé que te burlarías de mí– contestó derramando unas lágrimas al pensar que realmente estuvo a punto de morir.
–¿Yo de ti? ¿Y por qué iba a hacer semejante estupidez? Hiromi, mírame a la cara –al ver que la chica no estaba dispuesta a mirarle, llevó su mano hasta su rostro e hizo que le mirase. A Hiromi no le dio tiempo a reaccionar cuando vio que Takao se acercó más ella y le dio un dulce beso en los labios. Después la incorporó y la abrazó contra su pecho– ¿Cómo crees que me hubiera sentido si en ese instante te hubiera perdido? Hay muchas personas que no saben nadar y no por eso la gente se burla de ellos. Hiromi –la separó un poco para poder mirarla a los ojos–. Prométeme que no volverás a hacerlo, ¿vale?– ella asintió con la cabeza, bastante sorprendida por el comportamiento del joven de cabellos azules–. Bien, ¿crees que podrías ponerte en pie?
–No sé, me encuentro un poco mareada, debe ser del susto –reconoció.
–Bueno, eso tiene arreglo– comentó.
–¿Qué vas a hacer?– preguntó sin entender sus palabras.
El joven de cabellos azules la cogió en brazos. Caminó con ella hasta la casa, dejándola tumbada en el sofá del comedor–. Mejor así, ¿no? –Le dio un beso en la frente–. Intenta descansar, ¿vale? Yo voy a ducharme, pero enseguida vuelvo –le aclaró, saliendo de la habitación.
Hiromi no daba crédito a lo que estaba viviendo. El Takao que ella conocía era otra persona o eso era un sueño, pero un sueño del que no deseaba despertar jamás. Los ojos poco a poco le fueron pesando cada vez más y más, hasta que concilió el sueño. Cuando despertó habían pasado dos horas. Hiromi observó que estaba tapada con una manta, pero no veía al joven de cabellos azules allí.
–Takao, ¿dónde estás? –preguntó mirando a su alrededor para ver si lo veía, pero allí no estaba.
–Estoy aquí, ¿qué pasa? –Preguntó entrando al comedor– ¿Te sientes mejor?
–Sí, mucho mejor, gracias. ¿Aún no han regresado los chicos?
–Rei llamó diciendo que a lo mejor pasaban la noche allí. Me dijo que iban a comer a un restaurante y después irían a la discoteca. No te dije nada porque te habías quedado dormida y no quise molestarte, así que te tape con una manta que encontré en mi habitación. Por cierto, debiste de soñar algo muy bonito.
–¿Por qué?
–Porque no parabas de sonreír.
Se sonrojo al escuchar aquello, ¿eso quería decir que el chico la había estado mirando mientras dormía?– ¿Es que me has estado observando
–Sí, bueno, es que no lo pude evitar. Parecías un ángel– confesó, esquivando la mirada mientras se rascaba la nuca al sentirse nervioso.
Hiromi destapó y se levantó poco a poco del sofá. Caminó hacia Takao con una clara idea en la cabeza– Demuéstramelo.
–¿El qué? –preguntó mirándola, sintiéndose confundido, ya que no sabía a qué se refería la chica.
–Demuéstrame que esto no es un sueño, adelante –estiró el brazo y cerró los ojos–. Pellízcame.
El chico sonrió al escuchar aquello. Parecía una niña pequeña–. Claro que te lo demostraré, pero de otra manera –la cogió de la cintura, la acercó a su cuerpo y juntó sus labios contra los de ella. Le dio un beso muy apasionado y ella le correspondió, hasta que se separaron por falta de aire–. Espero haberte convencido, de lo contrario puedo seguir intentando convencerte toda la vida, ¿eh?
–Ya no es necesario –habló sonrojada–. Te creo... mejor voy a ducharme –dijo intentando huir de la situación, ya que le daba mucha vergüenza.
Takao la detuvo cogiéndola de la mano– ¿Por qué no vas más tarde?
–Te recuerdo que tú estás en pijama y yo todavía sigo con el bikini puesto.
El joven de cabellos azules la miró de arriba abajo– ¿Y qué? A mí me gustas así. –confesó con atrevimiento.
–¡Takao! –gritó sorprendida y sonrojada.
–Está bien –contestó alargando la palabra–. Ponte lo que quieras, me vas a seguir gustando de todas formas– añadió.
Takao&Hiromi
Habían pasado unos veinte minutos desde que Hiromi se había marchado. Takao mientras estaba en el sofá viendo la tele. No había nada interesante y las películas no empezaban hasta las nueve y media. En ese momento Hiromi entró al comedor.
–Takao.
Al escuchar su nombre el inmediatamente contestó, mirándola–. Dime.
–¿Tienes hambre? –le preguntó.
–Lo cierto es que sí –reconoció, apagando la tele desde el mando y dejando el mismo en el sofá.
–¿Y qué quieres cenar?
El joven de cabellos azules se levantó y caminó hasta ella–. La verdad es que no lo sé.
–¿Y por qué no miramos en la nevera? Puedes pedirme lo que quieras, yo te lo prepararé.
–Está bien –caminaron hasta la cocina, abrieron la nevera y el congelador para ver lo que había–. Quiero pizza y coca cola –concluyó
–¿Sólo eso? –preguntó ella confundida.
–Sí, ¿por?
–Porque tu sueles cenar el doble por lo menos.
–Ya, pero con eso tengo de sobra.
–Está bien yo creo que cenaré lo mismo –abrió el congelador de nuevo y sacó la base de pizza congelado de ahí. Después sacó de la nevera todo aquello que consideró que iba a necesitar como ingrediente y lo dejó sobre la encimera de la cocina.
–Nos las podemos comer mientras vemos una película –le hizo ver, sacando un cuchillo de un cajón, mientras ella lavaba el pimiento.
–Está bien –contestó.
Una vez que las pizzas estuvieron listas se sentaron en el sofá los dos, colocaron las pizzas sobre una mesa pequeña y empezaron a comer. Cuando terminaron, Hiromi retiró los platos, apagó la luz y después se sentó junto a Takao. La película empezó a las nueve y media, Takao cogió una manta y se taparon los dos. Rodeó con su brazo a Hiromi y ésta apoyo su cabeza en el hombro de él. Cuando llegaron las doce la película terminó.
Takao apagó la tele con el mando que estaba en su otra mano. Miró hacia Hiromi y se dio cuenta de que se había dormido. Él no quiso despertarla así que colocó un cojín en la esquina del sofá y se dejó caer hacia atrás muy lentamente de manera que Hiromi quedó tumbada sobre su pecho. Ella entonces lo abrazó mientras dormía y él hizo lo mismo con ella, quedándose finalmente dormido.
Takao&Hiromi
A la mañana siguiente, Takao despertó tapado con la manta, pero le faltaba algo.
"¿Dónde está Hiromi?" De repente sintió ruido en la cocina y le vino un olor muy agradable. Pensó que era muy temprano debido a la claridad que entraba en el comedor, así que miró el reloj de su muñeca. Eran las seis de la mañana y se preguntaba quien estaría a esa hora en la cocina. Probablemente los chicos habrían vuelto y serían ellos los que estuvieran armando ese jaleo con los utensilios. Perezoso, se levantó del sofá y comenzó a caminar.
Salió del comedor. Cruzó el pasillo dejando las escaleras del recibidor a la derecha y la puerta de salida a la izquierda. Siguió recto por el pasillo y se dirigió hacia la derecha que se encontraba la cocina. Entró sigilosamente y vio que la joven de cabellos castaños estaba allí y que parecía bastante atareada preparando algo. Pero no conseguía verlo porque ella estaba de espaldas.
Estaba tan concentrada en lo que estaba haciendo que no se dio cuenta de la presencia de Takao y se sorprendió cuando sintió que unos brazos le rodeaban la cintura y le besaban en el cuello muy suavemente.
–Jajaja. ¡Para, me haces cosquillas! –decía dando pequeños respingos hacia los lados con una cuchara de madera en una de las manos, manchada con bastante nata.
–Sólo si me lo pides por favor –le susurró, para después seguir con su tarea.
–Jajaja. ¡Por favor, Takao, para ya!
–¿Sabes? No ha sonado muy convincente por tu parte. Si no me convences no te soltaré –le susurró al oído.
–No seas malo, Takao. Cuando quieres salirte con la tuya no hay quién te convenza.
–Sabes en eso te doy la razón. ¿Por cierto, que estás haciendo? Huele de maravilla –le preguntó a la vez que le iba dando la vuelta para poder mirarla a los ojos.
–Iba a ser una sorpresa, pero tarde o temprano te ibas a dar cuenta –Hiromi se echó hacia un lado y dejó ver un pastel de fresas sin acabar, aunque solo le faltaba la decoración.
–¡Vaya! ¿lo has hecho tu sola? Tiene muy buena pinta. Estoy deseando probarlo. Pero, ayer le encargué una a Max. Lo cual me recuerda, ¿han llegado ya los chicos?
–Sí, llegaron hace una media hora y Max me dijo antes de acostarse que no encontró pastel de fresas por ningún lado–. Terminó de untar la nata con la cuchara.
–Han debido de divertirse mucho para llegar tan tarde –decía a sabiendas de que sus amigos no eran muy juerguistas.
–Lo cierto es que han debido de beber alcohol–. Comentó, comenzando a poner algunas fresas de las que se encontraban en un bol, salpicadas en la tarta.
–¿Y tú cómo lo sabes?
–Kai entró riéndose a carcajadas sin parar, Kyojyu entró caminando en círculos, Rei no paraba de cantar y Max intentaba controlarlos. Al parecer él, sólo bebió un par de copas.
–Estarán durmiendo, ¿no?
–Sí, me extraña que no te hayan despertado.
–Bueno, ya sabes, tengo un sueño muy pesado.
Terminada la decoración, dejó la cuchara en el fregadero–. Oye, voy a cambiarme y me voy al pueblo a hacer unas compras, ¿necesitas algo?
–Lo cierto es que sí. –Takao se acercó a ella casi rozando sus labios–. Te necesito a ti –le susurró antes de besarla.
Hiromi se sonrojó cuando sintió los labios de Takao, aunque le correspondió–. Takao, lo digo en serio –Dijo sin dejar de mirarlo a los ojos.
–Ya lo sé, por eso te lo he dicho.
–Jajaja...tú estás loco –se separó lentamente de él–. Será mejor que me vista de una vez– cogió la tarta con cuidado, la dejó en la nevera y se marchó hacia su habitación. Pasaron diez minutos cuando Hiromi bajó las escaleras y se encontró con Takao. Éste la contempló boquiabierto. La joven de cabellos castaños llevaba un vestido blanco que le llegaba por encima de las rodillas y sus chanclas a juego–. Takao, ¿te pasa algo? –le preguntó al ver la cara tan extraña que tenía.
Él se sonrojó de sobremanera–. No, que va. Sólo iba a ponerme el bañador –le informó–. Creo que voy a tomar el sol.
–Vale, yo ya me voy.
–Ten cuidado, ¿vale?
–Sí, no tardaré mucho, adiós –le despidió, caminando hacia la puerta de salida. La abrió para salir de allí, cerrando la puerta tras de sí.
Takao se dirigió a su habitación. Abrió la puerta y realmente le sorprendió el hecho de ver ahí a Kyojyu durmiendo en su cama. Aunque si se paraba a pensar en ello, tampoco era algo tan raro viniendo del más bajito, ya que no era la primera vez que lo hacía.
Abrió el armario y cogió de su maleta otro bañador y con sigilo cerró la puerta. Bajó las escaleras para dirigirse hacia la puerta trasera de la casa. Fue entonces cuando escuchó el teléfono sonar, así que se fue corriendo hacia este para cogerlo.
–¿Quién será? –se preguntó a sí mismo. Lo descolgó y contestó– ¿Diga?
–¿Cómo te encuentras? No me has llamado en estos dos días ¿Cómo te lo estás pasando? –era la voz inconfundible del abuelo de Takao.
–¡Hola, abuelo! ¿Cómo va todo?
–¡Vaya, te encuentro más animado! Eso es bueno. Dime, ¿te estás divirtiendo?
–Desde luego. Pero no has llamado sólo por eso, ¿verdad? A ver, ¿qué escondes?
–Lo cierto es que tu tutora me ha dado unos ejercicios para que los hagas durante el verano, dice que probablemente si los haces bien, el día del examen no tendrás ningún problema y aprobarás el curso.
–¡Jo, qué lata!– se quejó–. Y dime, ¿son muchos?
–Pues yo que tu empezaría desde hoy, puede que no logres hacerlos a tiempo.
–¿Eso qué significa? –preguntó temiéndose lo peor.
–Pues que me ha dado un buen montón de papeles, ¿sabes cuantos días te faltan para regresar?
–La verdad, no. Pero cuando lo sepa te llamaré y ya quedaremos en algo, ¿vale?
–Está bien. ¡Cuídate granujilla! Adiós.
–Vale. Adiós, abuelo– colgó el teléfono.
Tras eso, salió a darse el esperado chapuzón al mar y cuando pasó media hora más o menos, se tumbó en la hamaca y estaba sumido en sus pensamientos mientras observaba el cielo.
"Vaya, ¿cómo voy a hacer tantos ejercicios? Si no sé resolver ninguno. Aunque no me gusta admitirlo, necesito ayuda. Hasta hace unos días tenía decidido que yo sólo saldría de ésta, pero lo cierto es que necesito que me ayuden" .Una voz lo sacó de sus pensamientos.
–¿En qué piensas, Takao? –le preguntó la joven de cabellos castaños algo preocupada al verlo tan pensativo, sacando al chico de sus pensamientos.
Dejó de mirar el cielo, para mirar hacia ella– ¿Cuándo has llegado? –le preguntó con una sonrisa.
–Acabo de llegar. Dime, ¿qué te sucede? ¿Qué te preocupa?
Takao se incorporó para sentarse en la hamaca, le hizo un hueco a ella y dando suaves toques con las manos sobre esta, le indicó que se sentase a su lado.
–Escucha, Hiromi– la cogió de la mano entrelazando sus dedos con los de ella.
–Takao, me estás asustando. ¿Qué te ocurre...? –no le dio tiempo a terminar la frase, cuando fue interrumpida por el chico.
–Tranquila. No es nada importante. Es que verás, yo quiero pedirte un gran favor. Pero si no quieres aceptar no pasa nada, ¿vale?
–¿De qué se trata?
–Me preguntaba si querrías ayudarme a aprobar el curso.
–Pero yo creía que no necesitabas a nadie –dijo un poco desconcertada.
–Lo siento, aquel día fui un imbécil, no pensaba con claridad. Lo cierto es que pensé que te burlarías de mí si aceptaba tu ayuda. Por favor, perdóname. Tú solamente querías ayudarme como lo has hecho siempre. Es que cuando me pongo nervioso no puedo callar mi maldita bocaza. –se regañó a sí mismo.
Sonrió al escuchar aquello, ya que en eso llevaba razón–. No te preocupes, eso ya no importa. Y en cuanto a lo de ayudarte, mi respuesta sigue siendo la misma, pero sólo si tú me haces otro favor a mí.
–¿Cuál? Lo haré encantado –sonrió.
–Me gustaría aprender a nadar, ¿crees que podrías enseñarme?
–Claro, es más, si quieres podemos empezar ahora mismo.
–Está bien, sólo espera a que me cambie. No tardo –se puso de pie y echó a correr, alejándose del chico.
No pasó mucho rato cuando la joven de cabellos castaños ya estaba de nuevo junto al joven de cabellos azules. Se cogieron de la mano y caminaron hacia la orilla del mar. Takao la iba adentrando poco a poco en el agua, hasta que el agua le llegaba por debajo del pecho.
–Bien, Hiromi. Confía en mí, no te soltaré, ¿vale? Ahora haz exactamente lo que te diga…
Takao&Hiromi
Una hora y media después...
–¡Eso es Hiromi, lo estás haciendo muy bien, sigue así! –Le animaba, viendo como la chica ya conseguía mantenerse a flote y sus movimientos ya no eran tan torpes– ¿Estás cansada?
–Lo cierto es que un poco –respondió ella agotada por tanto ejercicio.
–Está bien, vamos a descansar un poco y a echarnos bastante crema solar.
Salieron del agua cogidos de la mano. Takao arrastró una de las hamacas para juntarla con la suya. Se echaron crema en la espalda mutuamente– ¡Vaya aprendes muy deprisa, Hiromi! –Se tumbó de lado y miró a la chica.
–Supongo que tengo un buen profesor –comentó, imitando a Takao–. Oye. Muchas gracias –sonrió, cerrando los ojos para poder relajarse.
–No hace falta que me las des.
Ella sintió como él le acariciaba la mejilla muy lenta y tiernamente–. Me encanta que me hagas eso –Abrió los ojos muy lentamente y vio como Takao se le acercaba y le daba un dulce beso. Después la joven de cabellos castaños se quedó contemplando al joven de cabellos azules.
–¿En qué piensas?– preguntó él.
–Es curioso que ahora nos llevemos tan bien y sin embargo hace unos días nos llevábamos fatal y nos insultábamos sin parar –apoyó ambas manos en la hamaca para incorporarse y ponerse finalmente de pie.
–¿A dónde vas? –preguntó confundido.
–Sólo a refrescarme, enseguida vuelvo –la chica caminó hacia la orilla y se metió un poco en el agua. Le llegaba poco más debajo de las rodillas. Empezó a echarse agua en los brazos y en las piernas despacio, como era su costumbre. El moreno de piel sonrió de forma pícara y levantándose de la hamaca, caminó hacia ella en silencio. Hiromi sintió que unos brazos la rodeaban y unos labios comenzaron a besarle el cuello con pequeños y tiernos besos.
–Jajaja ¡No! ¡Por favor, Takao! ¡Me haces muchas cosquillas! ¡Voy a morirme de risa!–decía entre risas. Intentaba soltarse, pero Takao la tenía bien sujeta– ¡Eso no vale, me has pillado desprevenida! –confesaba.
–Está bien, te dejaré un poco de ventaja, pero cuando te atrape no te soltaré –la soltó y la chica no tardó en salir corriendo para alejarse– ¡Allá voy, no dejaré que te escapes! – le avisó echando a correr tras ella.
–¡No es justo, me estás dejando muy poca ventaja y los chicos corren más que las chicas! –Takao no tardó en alcanzarla y sujetarla de nuevo entre sus brazos.
–¿Sabes? Este juego me empieza a gustar cada vez más –confesó el chico.
–Claro, porque vas ganando, no es justo– Se dio la vuelta y con sus manos empezó a acariciar suavemente las mejillas de Takao– ¡Eres un tramposo, el día que descubra donde tienes las cosquillas, te vas a enterar! –decía intentando reprimir en vano sus ganas de reír.
–Lo cierto es que este tramposo no va a permitir que te sueltes –Le aclaró, sonriente.
Dejó escapar un suspiro-. Yo ya me rindo, no hay quien te gane –dijo dándole un abrazo y unas caricias en la espalda-. Oye, Takao. No es por arruinar este momento pero, ¿que tal si me sigues dando clase?
-Claro, vamos.
Takao&Hiromi
Continuará…
Espero que os haya gustado en especial a ti Aikuri, este está un poco más interesante que el otro. Eso es todo por ahora, cuidaros mucho, xao.
