Capítulo beteado por Flor y Yani. Infinitas gracias por toda su ayuda, chicas.
Disclaimer: la mayoría de los personajes mencionados son propiedad de Stephenie Meyer.
Capítulo 13
—Necesito hablar con Bella —le dije a Renée de la forma más educada posible—, ¿puedo pasar?
—En mi casa no te quiero. Ni ahora, ni ningún otro día, así que te puedes marchar de mi jardín y de mi patio. —Levantó su barbilla de forma retadora y vio por sobre mi hombro—. A ustedes tampoco los quiero aquí. Largo.
No hacía falta voltear para saber a quiénes se refería.
—Edward, vámonos —me pidió mi hermana mientras sujetaba mi brazo.
—No —siseé como si fuese un crío berrinchudo—, solo quiero hablar con Bella —musité para mí.
Sin importar si me permitían o no pasar, terminé por escabullirme por la puerta trasera ignorando los fuertes gritos de Renée y Tanya que caminaban tras de mí.
Conocía la casa como la palma de mi mano así que en menos de un minuto logré subir al segundo piso y me adentré en la habitación de Bella.
—Edward… —Bella se llevó la mano al pecho al verme—, ¿qué haces aquí?
Sin importar que mis bermudas seguían escurriendo de agua y que mis pies estaban llenos de barro me acerqué a ella y rodeé su cintura con mi brazo.
—Bella —susurré viendo fijamente sus ojos cafés—, no quiero…
—Edward, vámonos —ordenó Tanya.
—¿Cómo te atreves a entrar sin mi consentimiento? —espetó Renée al entrar detrás de mí hermana—. ¡Largo de mi casa, Edward!
Hice una mueca y fingí que Tanya y Renée no estaban. Inhalé suavemente llevando mis dedos al rostro de Bella, recorrí con ternura sus labios.
—Perdón, nena —le dije—, si te hice sentir mal, discúlpame. No fue mi intención…
—¡Charlie! —gritó Renée desaforadamente—. ¡Charlie, ven rápido! Largo de mi casa, Edward Cullen —siseó con los dientes apretados—, no quiero volver a verte aquí.
Fingí de nuevo que no estaba y que la señora era solo un ente imaginario en mi cerebro. Así que, ignorando de nuevo a Renée, incliné mi cabeza muy lentamente buscando los labios de Bella.
—¿Por qué el escándalo? —preguntó Charlie interrumpiendo nuestro momento.
Bufé. Realmente lo hice, sintiéndome malhumorado por tantas interrupciones.
—Oh, Edward, ¿qué haces aquí? —Charlie se dio cuenta de mi existencia y por su mala cara supuse que no le agradó verme en la habitación de su hija—. ¿Por qué no tienes camisa?
—Papá… ¿Puedo hablar con Edward? —Bella sostuvo mi mano, llevándome fuera de la habitación, o esa era su intención antes que Renée nos detuviera el paso.
—Tú no vas a ninguna parte, Isabella —ordenó—, ahora mismo vuelves a tu habitación y él se larga de aquí.
—No estoy haciendo nada malo —discutí cansado—, solo necesito hablar con Bella. Para no seguir molestando su vista ni perturbando su paz, ¿dejaría a su hija hablar conmigo afuera de su casa?
Renée frunció los labios sin dejar de mirarme.
—¿Qué fue lo que pasó? —indagó Charlie.
—Descubrí que este… Edward —Renée pronunció mi nombre como si quemara su boca— se escabulle en la habitación de Bella, ha estado usando una escalera para hacerlo y ha destruido mi jardín.
—No es verdad —mentí cuando percibí que el semblante de Charlie era amenazante—. Tan solo me acerqué, pero no tenía idea de cómo entrar.
—Bella… —Charlie tenía la vista fija en su hija—. Sabes bien que hay una regla y Edward no puede estar en tu habitación.
Bella respiró hondo dejando su rostro en alto. Sus padres seguramente estaban creyendo que diría la verdad, pero yo que la conocía sabía que algo se le estaba ocurriendo.
—Edward nunca ha estado en mi habitación, papá. Lo prometo. Y lo de tu jardín, mamá… —dudó—, lo hice yo… porque se las regalé a Tanya, ¿verdad?
Los ojos de todos estuvieron en mi hermana. Ella muy a su estilo abrió mucho los ojos al tiempo que jugaba con las puntas de su cabello entre sus dedos.
—Sí —murmuró—, así fue.
—Bien —dijo Charlie—, entonces no tienes nada que hacer aquí, Edward.
—Solo permítame unos minutos con ella —pedí, juntando las manos—, le prometo que no volveré a molestar.
—De acuerdo, pero será en el patio, mira como estás dejando los pisos. Hablen afuera.
—Sí, señor —susurré un inaudible gracias mientras Renée empezaba a gritar.
—¿¡Cómo puedes creerles!? ¡Están mintiendo, Charlie!
Bella tiró de mi mano y me hizo caminar a toda prisa por el pasillo y escaleras. En la sala de estar seguía Emmett tumbado en el sofá sin preocuparse en ningún momento de dirigirnos una mirada, Tanya se sentó cerca de él mientras mi novia no detenía su paso.
—¿Cómo se te ocurre entrar? —Fue lo primero que dijo cuando estuvimos fuera, me arrinconó a la pared de ladrillos y con sus delgados brazos me encarceló de manera posesiva, y no podía negar que me gustaba mucho.
No importaba que ella fuera más baja y que tuviera que estar de puntillas para poder verme de esa forma amenazante que la hacía lucir hermosa.
Sin poder contenerme sujeté su rostro entre mis manos y la besé profundamente y sin esperar un mañana, metí mi lengua en su cavidad bucal y disfruté de tenerla de nuevo conmigo.
Bella gimió en respuesta presionando su cuerpo contra el mío y haciéndome sentir cada una de sus deliciosas curvas. Llevé mis manos a su trasero y la acerqué mucho más. Quería que me sintiera.
En estos momentos no importaba que estuviéramos afuera de su casa y que diéramos un espectáculo no apto para el público.
—Bella —suspiré entre besos—, perdóname.
Ella negó aún con sus ojos cerrados y sin soltarme volvió a besarme.
—Vamos a tu habitación —susurró apresando mi labio entre sus dientes, tiró de él y me hizo sisear—, me siento muy… caliente.
¿Quién era yo para hacerla esperar?
Me dejé guiar como todo un hombre rendido ante su mujer y caminé a casa con ella tirando de mi mano. Apenas levanté la cabeza al ver a mamá y corrimos al segundo piso cuando frunció el ceño.
Bella estaba tan decidida a llevar el mando esta noche que al cerrar la puerta me estampó contra ella para besarme y hacerme olvidar todo.
—Nena… —pude decir con mi voz rasposa cuando su deliciosa boca atacó mi cuello y su pequeña mano apresó mi…
Gemí al tiempo que mis ojos rodaron hacia atrás.
—No quiero esperar —dijo decidida al momento que su mano empezó a masturbarme.
Nuestros besos se hicieron más desenfrenados dejándonos llevar por la pasión que ambos sentíamos. Así con la pericia de saber desvestir me deshice de su ropa antes de caer en la cama, alargué mi mano en busca de un condón cuando ella me detuvo.
—No… —negó entre jadeos— no lo uses. Te quiero sentir así… sin nada.
Tragué. Miré fijamente sus ojos cafés y comprobé la determinación en su mirada.
Oh, mierda.
Estaba entre aterrado y deseoso. Mis emociones ahora mismo tenían un gran debate dentro de mi cabeza, por un lado el raciocinio me susurraba "no" y por el lado irreflexivo me decía "no pasa nada". No tuve mucho que pensar cuando sentí que sus muslos se abrieron y pude sentirla tan necesitada.
Tan solo me enterré en ella y me olvidé de las consecuencias.
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Después de nuestra primera pelea y reconciliación, todo fue mejor. De lo único que me quejaba era de no poder entrar a su habitación cada noche. Sin embargo, Bella estaba pasando más tiempo en mi casa fingiendo pasar tiempo con mi hermana cuando en realidad se quedaba conmigo, en mi cama.
No hubo noche de las siguientes seis semanas que no pasáramos juntos. Claro, hasta que ella regresó a clases a su último año en secundaria.
Esos días me encargué de llevarla y traerla de sus clases, puntualmente. Me convertí en su chofer personal mientras cada tarde le daba lecciones de manejo. Bella estaba tan desanimada por no aprender a conducir que una tarde simplemente me dijo que mejor dejáramos todo.
Ese día la abracé y la consolé dándole ánimos. No había prisa y ella un día aprendería.
Sin embargo, el día más difícil fue ese adiós en el aeropuerto. Yo debía regresar a California para seguir con mis clases en la universidad.
—Prométeme que no me olvidarás —susurró con su rostro enterrado en mi pecho.
Suspiré. Soporté el nudo en la garganta y mantuve la esperanza de que los días pasarían rápido, pues entre mis clases y trabajo me era imposible viajar.
La abracé más fuerte y descansé mi mentón en su cabeza, aun pensativo.
—Te llamaré todos los días —musité—, porque de ti no podré olvidarme nunca. Te amo, nena, y te prometo que vendré por ti.
Ella elevó su rostro y pude ver que lloraba. Quizá dudaba de mis palabras.
Acuné su rostro con suficiente ternura. Y borré algunas lágrimas con mis pulgares.
—Confía en mí —le pedí soportando las ganas de llorar—, no voy a olvidarte.
Ella asintió.
—Te amo, Edward. Y te estaré esperando.
La abracé de nuevo. No quería dejarla, estaba convencido de que si pudiera la llevaría conmigo, quizás podíamos vivir juntos y…
En mi cabeza se estaban formando mil imágenes de nosotros dos compartiendo juntos en el apartamento, yo estudiando la universidad y ella terminando su último año de secundaria, viviendo felices. Construyendo nuestro propio destino.
—Bella… —La hice mirarme, sin embargo, en mi garganta se quedaron las palabras que realmente quería decir—. Cuídate mucho y no confíes en Alice.
Aunque Alice hubiera cambiado un poco estos días, siendo más flexible y menos intrigante. No confiaba.
—Edward… —habló mamá —, han llamado a tu vuelo, debes abordar.
Se acercó a abrazarme.
—Cuida mucho a Bella —le pedí.
Cuando me alejé volteé a mirarlas; mamá abrazaba a Bella que seguía llorando.
Esa fue la última imagen que tuve de ambas.
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Al volver a California nada mejoró, los días se hicieron más lentos, las clases más aburridas y las horas en el trabajo más extensas. El poco tiempo en el apartamento se había vuelto un infierno al compartirlo con Emmett y que él no me hablara.
Pero todo cambió una noche que Emmett bebía unas cervezas mientras estudiaba sobre el mesón.
Al entrar lancé las llaves sobre los libros de medicina. Emmett levantó el rostro y me miró por primera vez en dos meses, sí, él me estaba mirando de esa forma enfurruñada.
—Pensé que ya no te gustaba —mencionó al ver que abría una cerveza—, no has bebido en semanas.
—Y yo pensé que tú ya no querías hablarme.
Emmett resopló y volvió a centrarse en sus libros.
—Extraño nuestras charlas —le dije al sentarme frente a él—, antes eras más divertido que ahora.
—Antes no te habías acostado con mi hermana.
Bufé antes de llevar una mano a mi pelo y tirar un poco de mis hebras broncíneas.
—Emmett, mi intención nunca fue enamorarme de Bella, lo juro. Intenté no verla, no pensarla, pero no pude. Me gustó desde que regresé a casa, me atraía y no pude dejar de quererla.
—La vas a querer hasta que te encuentres otra que caliente tu cama.
—Vete a la mierda. —Me incorporé—. Lamento no haber sido el amigo que querías que fuera. Pero no volveré a insistir, no he hecho nada malo ni tengo por qué soportar esto.
Caminé hacia la habitación y antes de entrar me volví hacia Emmett.
—Creo que lo mejor será no compartir piso —articulé—, buscaré otro lugar.
—Ahora quieres irte para que no sea testigo de cómo engañas a mi hermana.
Resoplé encabronado. Emmett me tenía cansado.
—¡Con un demonio! ¿Por qué eres tan insoportable? Pareces la versión masculina de Alice. No entiendo tu molestia cuando tú estuviste con mi hermana, tenían sexo en donde se les antojaba y jamás te dije nada. Nunca me metí en su relación.
—Tanya y tú ni siquiera han llevado una buena relación, por eso no dijiste nada. Aunque te aseguro que si la hubieran tenido jamás me hubieras dejado acercarme a ella.
—El que Tan y yo no tengamos la mejor relación de hermanos no significa que no me importa o que no la quiero. Es mi hermana y la adoro, no obstante siempre respetaré sus decisiones y si ella eligió estar contigo yo no tenía por qué meterme.
—Ah, por eso buscaste a mi hermana. Creías que te dejaría hacer lo que quisieras con ella y no diría nada, ¿es una venganza?
Reí. Emmett se había vuelto loco.
—¿¡Qué jodidos quieres, Emmett!? ¿Que la deje? No te vi tan llorón cuando ella andaba con el mariposón ese.
—¿Lo harías? ¿Dejarías a Bella por nuestra amistad? Puedo presentarte a quien quieras, incluso Jane, mi compañera de clases, preguntó por ti y quiere que salgamos una noche juntos.
¿Jane? Mi cabeza la recordó de inmediato. Era una rubia preciosa por la que había babeado un año entero sin que ella me volteara a ver. Meses atrás con esta confesión de Emmett me hubiera emocionado y quizá saltado de emoción, ahora simplemente no sentía nada.
—No. No puedo dejar a Bella porque ella es lo más importante que ahora tengo, incluso más importante que tú. Así que si ya no quieres mi amistad, lo acepto. Mas no me pidas que deje a tu hermana porque no lo haré.
Mi Nokia sonó y mi sonrisa se amplió al ver el número de quién llamaba.
—Hola, preciosa —respondí en voz alta—. Te extrañé, nena. ¿Cómo estuvo tu día?
—Edward… —Bella sollozó haciendo que mi corazón palpitara rápido—. Tenemos que hablar.
Buenas noches, disfruten el capítulo y ojalá compartan conmigo sus opiniones.
*Tengo una historia nueva para quienes gusten darle una oportunidad, se llama "Bombón" 🍭 y también continuaré con la historia que tenía en hiatus "Los monstruos también se enamoran" 😈 ojalá se animen a acompañarme.
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Aquí los nombres de quienes amablemente comentaron el capítulo anterior: Pepita GY (🍋), alejandra1987, interesadas no, Adriana Ruiz, Liz Barraza, Diannita Robles, Flor Mcarty, kaja0507, Car Cullen Stewart Pattinson, Smedina, PaolaValencia, patito feo, miop, saraipineda44, Cassandra Cantu, mrs puff, ALBANIDIA, cocoa blizzard, terewee, roberouge, Adriana Molina, Vane, Isis Janet, Dulce Carolina, Ale Stewart, Veronica, BereB, Lily, Noriitha, NarMaVeg, francicullen, Estefania Rivera, Torrespera172, Patty, Gabby352, Mapi13, Maribel 1925, Ana, Adyel, Lili Cullen-Swan, Lore562, rociolujan, Elizabeth Marie Cullen, Adriu, EmilyChase, Antonella Masen, Cinthyvillalobo, Rosemarie28
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