Dedicado a Gabe Logan

Continuación…

Ambos se adentraron en el agua. Practicaron una hora y después se fueron a tomar el sol en las hamacas. Había pasado una media hora cuando Hiromi se levantó.

Kinomiya enarcó una ceja al verla ponerse de pie– ¿A dónde vas?

–Ya son la una, voy a preparar la comida. –Le hizo saber– ¿Crees que debería hacer también para los chicos?

–Qué va –le restó importancia–. Conociéndolos, por lo menos las cinco de la tarde no van a despertarse.

–Entonces haré sólo para los dos.

–Voy contigo –le informó, poniéndose de pie el también–. Así te ayudaré a poner la mesa.

Takao&Hiromi

Terminaron de comer y Hiromi sacó el pastel de fresas de la nevera, poniéndolo sobre la mesa del comedor. En cuanto a Takao, no tardó en comerse su trozo cuando la chica le dio su porción en el plato.

–Estaba todo delicioso. –Agregó, tocándose la barriga–. Creo que jamás he comido tanto.

Sonrió–. Me alegro de que te haya gustado –comenzó a quitar los platos y a llevarlos hasta el fregadero.

–Deja que te ayude –se ofreció, levantándose de la silla. Con cuidado cogió el pastel y caminó con el hasta la cocina. La metió en la nevera con cuidado y se aproximó al fregadero–. Tú enjabonas y yo enjuago. –se ofreció, poniéndose al lado de la chica.

–Vale –contestó empezando a enjabonar los platos.

El joven miró a la chica con el rabillo del ojo. Tenía una duda y ella era la única que podía resolvérsela–. Oye, Hiromi. ¿Puedo hacerte una pregunta?

–Claro –contestó al tiempo que le daba un plato enjabonado.

Aceptó el plato y lo puso bajo el grifo para quitarle el jabón– ¿Has salido antes con algún chico?

–Lo cierto es que no. Aunque siempre he tenido pretendientes...pero ninguno llegó jamás a gustarme. –En cierta forma le había dado vergüenza confesarle algo así, pero ahora era ella quien tenía la curiosidad–. ¿Y tú? –preguntó, dándole otro plato.

Se mordió el labio inferior antes de contestar, con la misma vergüenza que seguramente ella había pasado al contestar–. No. Pero recuerdo que cuando tenía unos nueve años más o menos, recibía cada lunes una carta de amor y estaba firmada por una admiradora secreta. –dejó el plato enjuagado en el escurridor.

–¿Y no llegaste a saber de quién se trataba? –preguntó, dándole otro plato.

–No, nunca lo descubrí. –cogió el plato e hizo el mismo procedimiento de antes–. Pero me alegro de no haberlo hecho porque a lo mejor ahora estaría novio con esa persona y en otras circunstancias, quizás no estaría aquí a tu lado. –le hizo ver, a lo que la chica le dio un toque con su hombro en el brazo, demostrando que una vez más estaba avergonzada por esas palabras.

Cuando terminaron de fregar los platos decidieron dar un paseo por la orilla del mar. Llegaron a la casa sobre las cinco y media de la tarde. Los dos querían darse una ducha y aprovechando que en la casa había dos cuartos de baño, podían ducharse cada uno en uno. Hiromi entró al cuarto de baño que estaba en el piso de abajo y Takao entraría al que estaba en el piso de arriba, que estaba junto a la habitación de Max y de la de Hiromi. Takao abrió primero la puerta de su habitación para poder coger su ropa. Se detuvo unos segundos al ver allí a su amigo que seguía durmiendo en su cama. Negó con la cabeza, pensando que Kyouju no tenía remedio.

Cogió las cosas que necesitaba y salió de habitación, cerrando la puerta tras de sí. Cuando dio un par de pasos se encontró con que Max salía de su habitación y procedía a desperezarse en el pasillo.

–Buenos días, Takao –no tardó en saludarle, sonriente.

Enarcó una ceja e intentó aguantarse las ganas de reír–. Querrás decir buenas tardes. Supongo que os debisteis de divertir muchísimo, ¿no?

–¡Sí! –contestó efusivo.

–Bueno voy a ducharme y luego me cuentas los detalles, ¿de acuerdo?

–Claro, cuenta con ello. Iré a comer algo, tengo hambre –reconoció.

Cuando Takao salió del cuarto de baño, bajó las escaleras y sintió la risa inconfundible de Hiromi. Se preguntó que le pasaría para que su risa se escuchase casi desde el piso de arriba. Caminó hasta la cocina y se encontró con que Max estaba con ella y que también reía– ¿De qué habláis chicos? –preguntó curioso.

–Por favor Max, cuéntaselo –pidió Hiromi entre risas

–Verás, llegamos al pueblo. Empezamos a mirar en las pastelerías a ver si quedaba pastel de fresa. Como no lo encontramos decidimos ir a comprar helado, pero sólo les quedaba de chocolate, y no de limón como buscábamos, así que no lo compramos. Más tarde nos fuimos a cenar a un restaurante, después nos fuimos a una discoteca y allí todos nos pedimos unas bebidas con alcohol. Kyouju empezó a tambalearse, Rei le retó a Kai a que no sería capaz de tomar hasta tres vasos. Bueno, ya conocéis a Kai, así que hicieron una especie de competición entre ellos. Yo me estaba ocupando de Kyouju, así que lo senté en un sofá y me quedé junto a él por si se ponía peor. Kai y Rei estaban picadísimos haber cual de los dos se retiraba antes, pero la bebida les afectó tanto que incluso comenzaron a bailar... –no terminó la frase, cuando la risa de su amigo le hizo detenerse en su relato.

Al escuchar aquello Kinomiya no pudo evitar echarse a reír– ¿Kai bailando? Eso habría que verlo. –decía entre risas, pero había algo de esa historia que le inquietaba. Sabía que su amigo Kyouju siempre era más moderado y no se atrevía a ir en contra de la ley y al escuchar que estaba mareado, le preocupó– Por cierto, ¿cuántos vasos se bebió Kyouju?

–Uno y ya estaba tambaleándose. Supongo que no tiene resistencia al alcohol. Pero ahí no acaba la historia. Rei me sacó a bailar y Kai a Kyouju. Tuve que engañarlos para poder salir de ahí y cuando conseguimos salir y pedir un taxi, va Rei y comienza a hablar con un contenedor. Claro, a Kai le dio por reír y el taxista tuvo que ayudarme a meter a los tres en el coche. Imagínate, uno hablando con un contenedor, otro haciendo ochos y otro riéndose como un loco. –Al escuchar la risa de sus amigos no pudo evitar reírse ahora al recordar todo aquel desastre–. Tienen que tener enorme dolor de cabeza y lo peor es que al bajar del taxi, a Rei le dio por cantar y a Kai y a Kyouju por aplaudirle. Y bueno, ya cuando entramos, nos encontramos con Hiromi. –dicho esto último, dio la historia por finalizada–. Por cierto, ¿vosotros cómo os lo habéis pasado chicos? –Para el rubio no pasó desapercibido que ambos miraron con disimulo hacia lados opuestos y que se sonrojaron. Lo cual le pareció extraño–. ¿Me he perdido algo?

Takao fue el primero en hablar–. No, qué va. Hemos visto películas, dado paseos, tomar el sol... lo normal –finalizó un tanto escueto.

Miró a ambos y la chica ni siquiera se dignaba a mirarles. Lo que era raro en ella y Takao había sido demasiado conciso y eso tampoco era normal en él– ¿Seguro que no hay nada más? –volvió a preguntar.

–¿Por qué piensas que hay algo más? –preguntó el otro.

–No sé, lo normal es que cada cinco minutos os estéis peleando. Es más, ya estáis tardando mucho –les recordó.

La chica miró de inmediato al rubio, sintiéndose un poco nerviosa–. Es que intentamos llevarnos mejor, eso es todo. –Ante su respuesta, el rubio se encogió de hombros y se puso de pie.

–¿A dónde vas? –preguntó Takao.

–Al baño, ahora vuelvo. Voy a refrescarme la cara, hace mucho calor –confesó, caminando hacia el baño de abajo. Takao salió silenciosamente detrás de él para comprobar que efectivamente se metía en el cuarto de baño. Rápidamente volvió con Hiromi que estaba sentándose a la mesa de la cocina, con un plato que contenía un trozo de pastel de fresa. Takao se sentó junto a ella y se quedó observándola con un codo apoyado sobre la mesa y su mano sobre la cabeza.

–¿Te apetece un poco? –preguntó, al sentirse tan observada. Takao negó con la cabeza y ella se sintió algo incómoda– ¿Por qué me miras así? –preguntó un poco sonrojada.

–Tranquila –le dijo en tono cariñoso–. Sólo observaba lo guapa que eres.

–¿Ah sí? –Preguntó con ironía–. Pues hasta hace unos días no pensabas lo mismo. –le recordó.

Se sintió mal al saber que aquello era verdad, pero al no querer reconocer sus sentimientos hacia ella por vergüenza o inmadurez, le había hecho comportarse como un verdadero idiota–. Hiromi eres la chica más guapa que jamás he conocido. Lo que pasa es que jamás he querido admitirlo y menos delante de los chicos.

Hiromi se llevó un pedazo de pastel a la boca y cuando se lo tragó, continuó hablando, no entendiendo lo que acababa de escuchar– ¿Y por qué menos delante de ellos?

–Ya los conoces, no pararían de hacernos bromitas. –le recordó–. Aunque tarde o temprano se enterarán de lo nuestro –la cogió de la mano y entrelazó sus dedos con los de ella.

Hiromi le sonrió y Takao empezó a acercarse lentamente hacia ella–. Un momento. ¿No estarás pensando...? –Acababa de decirle que no quería que los chicos supieran de su relación, ¿y ahora quería besarla como si nada?–. Takao no es buena idea. Max tiene que estar al llegar. ¿¡Y si nos descubre! –le hizo ver.

Takao se acercó a la oreja de Hiromi y le susurró–. Ya es tarde –Dicho esto, empezó a darle ligeros besos en la mejilla hasta llegar poco a poco a su boca, donde una vez allí lo profundizo. No tardó en abrazarla, sintiéndose feliz, sintiendo como ella le acariciaba en la nuca.

De un salto y rompiendo el momento romántico, Max irrumpió en la cocina, señalándoles con el dedo– ¡Ajá! ¡Sabía que había algo más!

Sorprendidos y asustados por esa interrupción tan grotesca se separaron, mirando al rubio.

–¡Max! –le llamó sorprendida.

–¿Pero cuándo? –fue lo único que atinó a decir el joven de cabellos azules.

El rubio se cruzó de brazos–. ¿Cuándo pensabais decírmelo? – preguntó, esperando una respuesta convincente.

–¿Y tu cuánto tiempo llevabas observándonos? –le preguntó su amigo, haciendo caso omiso de la otra pregunta.

–Desde que la has cogido de la mano. –Respondió para saciar la curiosidad de su amigo–. Por cierto, si que te has puesto, jajaja –rió, al recordar las palabras de su amigo hacia la chica. Tomó asiento enfrente de los dos. Ahora sería él quien saciaría su curiosidad– ¿Cuánto tiempo lleváis saliendo juntos? Por favor, me gustaría conocer los detalles.

Takao miró a Hiromi y esta no tardó en decir lo que pensaba–. Ya lo sabe, ¿no? Por mi no hay problema.

Esperaba esa respuesta por parte de ella, ya que el que había dicho de ocultar su relación había sido él y no al revés. Bueno, como decía ella, Max ya se había enterado, así que ya daba igual–. Está bien, Max. Pero te omitiré algunas cosas y me iré casi al grano porque es una historia bastante larga.

–De acuerdo– contestó el rubio, impaciente de escuchar esa historia. Kinomiya le contó aquello que creyó oportuno–. No esperaba menos de ti, Takao –le dio un golpecito en el hombro, mostrándole una sonrisa–. Me alegro mucho por los dos. Hacéis una bonita pareja.

El moreno de piel continuó hablando–. Prométeme que no se lo dirás a los chicos todavía, ¿vale?

–Como queráis, pero no tardarán en darse cuenta en cuanto vean lo bien que os lleváis.

En eso Max tenía razón y él lo sabía, pero todavía le seguía pareciendo precipitado decir que salía con la chica que siempre discutía hasta hace unos días–. Bueno, aunque me cueste muchísimo, intentaré mantenerme un poco alejado de ella delante de los chicos –miró a la chica–. Tú haz lo mismo, ¿de acuerdo?

–Vale.

Takao&Hiromi

Pasaron unas horas cuando Rei, Kyouju y Kai aparecieron en la cocina.

–¿Qué tal el dolor de cabeza, chicos? –preguntó Takao quien estaba sentando a la mesa con el rubio.

–Mmm –fue lo único que añadió Kai, sentándose a la mesa y viendo que Hiromi estaba cortando unos vegetales en la tabla, sobre la encimera de la cocina.

Kyouju le imitó y procedió a tocarse la sien–. Tengo un fuerte dolor de cabeza –reconoció.

Rei se sentó también junto a sus compañeros–. Yo recuerdo muy poco. Recuerdo haber bailado con vosotros –señaló a los chicos–, y después he aparecido en mi cama.

Kai le miró con obviedad– ¿Ni siquiera recuerdas cuando hablaste con el contenedor de basura?

Silenció unos segundos antes de contestar, pensando en si eso realmente había ocurrido, pero no recordaba nada–. No.

–¿Cuántos me bebí? ¿Alguien lo sabe? –preguntó Kyouju, ese dolor de cabeza no era normal.

El rubio aprovechando que estaba al lado de Kyouju le puso la mano sobre el hombro y decidió contestarle, ya que él había sido el único testigo–. Sólo uno, pero tu poca resistencia al alcohol creo que te ha hecho sentir el doble las cosas.

Kai hizo memoria y recordó algo– ¿Quien gano la apuesta?

–¿Qué apuesta? –preguntó Rei confundido.

–Empate a cinco –les contestó el rubio, viendo a su vez como Rei se ponía de pie y se iba junto a Hiromi para ayudarla a cocinar.

Ahora fue el turno de Kinomiya para hablar–. Por cierto, Kyouju. ¿Tú que hacías durmiendo en mi cama?

–No podía caminar en línea recta, así que supongo que me equivoqué de habitación. –De inmediato cayó en la cuenta de que era verdad que había entrado en una habitación que no era la que le correspondía, pero era la que le correspondía a Takao y sin embargo él no estaba allí a esas horas–. Por cierto, ¿tú dónde estabas? –preguntó curioso.

Casi enmudeció al recibir aquella pregunta–. Pues... "no puedo decirle que pase la noche en el sofá junto a Hiromi"… no podía dormir y fui a dar un pequeño paseo por la orilla de la playa.

–Ah.–claro, eso había tenido sentido. No había podido evitar sonreír al pensar en algo–. Oye, te veo más animado. ¡Me alegro!

–Sí, supongo que las vacaciones me están ayudando.

El rubio sintió tener que aguarle la fiesta a sus compañeros, pero era bueno avisarles–. Pues aprovéchalas mientras puedas, sólo nos quedan aquí cinco días.

Kinomiya continuó hablando con el rubio–. Max, ¿podrías venir conmigo mañana? – pidió el joven de cabellos azules.

–Claro. ¿A dónde vamos?

–Al pueblo en el que estuvisteis el otro día, es que necesito comprar unas cosas.

Ahora fue la chica quien interrumpió su charla, dirigiéndose al rubio–. ¿Te importaría traerme unas cosas a mí también? –le preguntó, mientras movía la comida que estaba en una sartén.

Dejó de mirar a Takao para mirar a Tachibana con una sonrisa–. No me importa, sólo hazme una lista y yo te las compro.

–Vale –respondió, cogiendo la sartén para vaciar finalmente su contenido en un plato.

Rei cogió dos platos que estaban en la encimera–. Chicos la cena está lista, cuando queráis podemos empezar –avisó, pasando de largo de sus amigos, para dejar finalmente los platos en la mesa del comedor.

Tras esas palabras se levantaron y se sentaron a la mesa del comedor. La comida estaba deliciosa, habían hecho varios platillos y todo se lo terminaron. Después unos ayudaron a quitar la mesa, mientras que los otros ayudaron a recoger la cocina.

Kyoju dejó el cepillo y el recogedor en su lugar y miró al resto, viendo que ellos también habían terminado sus tareas domésticas– Me voy a dormir. Buenas noches chicos.–aunque no hacía tantas horas que se había despertado, se sentía cansado y el dolor de cabeza que tenía no le ayudaba a sentirse mejor.

–Te acompaño –se ofreció Rei, colocando el último plato en su lugar–. También me voy a dormir. –Avisó y miró al resto de sus compañeros–. Hasta mañana –se despidió Rei, recibiendo la misma respuesta del resto.

Ambos chicos salieron de la cocina, caminaron por el pasillo y subieron las escaleras. Una vez que Rei se vio en el piso de arriba con Kyouju a solas, le detuvo cuando el otro ya tenía la mano en el pomo de la puerta de su habitación–. Espera, Kyouju. –susurró.

–¿Qué pasa? –contestó en el mismo tono.

–¿No notas algo diferente en Takao y en Hiromi?

–Bueno... esta noche no han discutido… –no le dio tiempo a continuar, cuando el mayor le interrumpió.

–Eso es. ¿Y no te resulta raro?

–Bueno, lo cierto es que tampoco han hablado entre ellos, con lo cual si no hay conversación, no hay debate, ¿no crees? –preguntó con obviedad.

Pensó que su amigo tenía razón–. Bueno, eso es verdad. Pero no sé. Ambos se miraban de una manera un tanto especial, ¿no lo crees?

–Yo no me he fijado.

Kai subía las escaleras y escuchó la conversación de los dos. Así que no tardó en unirse a ella–. Si que estás observador esta noche, Rei. –los dos chicos no tardaron en mirarle–. Aunque en algo si llevas razón.

–Tú también te has dado cuenta por lo que veo.

–Sí, aunque hay una manera de comprobarlo.

Al escuchar aquellas palabras, sabía que no traería nada bueno–. Chicos, prefiero no saber nada del asunto –les hizo saber Kyouju.

Sin embargo el chino si quedó interesado–. A ver, ¿qué estás tramando?

Se acercó más a él con una sonrisa que Rei no supo definir, pero estaba seguro de que no era nada bueno–. Esto es lo que voy a hacer. –se acercó a su oído para explicarle el plan. Cuando dio por finalizada su explicación, escucharon unos pasos, provenientes de las escaleras, así que todos se metieron corriendo en sus habitaciones. Aunque Kai prefirió saber de quién se trataba y fingió salir de la habitación, comprobando que era Max.

–¿Aún no te has acostado? –preguntó el rubio sintiéndose confundido.

–Voy al cuarto de baño –contestó con seriedad. Dio un paso hacia la puerta cuando de nuevo miró hacia Max– ¿Dónde están Hiromi y Takao?

–Ah, pues..."Vaya no me esperaba esa pregunta", pensó. Sabía que Kai no preguntaba nada al azar, así que quizá se hubiese dado cuenta de que algo no iba como siempre entre esos dos. No podía decirle que se los había dejado en la cocina juntos, porque quizá confirmaría sus sospechas–… Takao se ha ido a ver la tele y Hiromi se ha quedado fregando el suelo de la cocina.

–¿Estás seguro? –por alguna razón estaba desconfiando del rubio.

–Pues claro, yo mismo lo vi. –Intentó aparentar normalidad–. Si quieres compruébalo tú mismo.

–No. Hasta mañana –dicho esto agarró el pomo de la puerta y entró al cuarto de baño, cerrando la puerta tras de sí.

Dejó escapar un suspiro de alivio por la boca. Se había inventado aquello, porque fue lo primero que le llegó a la cabeza. Por suerte para él, Kai no decidió bajar. Eso de ser cómplice de un secreto estaba bien, pero de seguir así envejecería por lo menos diez años de golpe. "Otro que empieza a sospechar, avisare mañana a los chicos".

Mientras tanto, Takao por casualidad realmente estaba sentado en el sofá viendo la tele–. No hay nada interesante –se quejó, al ver los diferentes canales con el mando.

Hiromi se acercó hasta él y le extendió una nota y dinero–. Aquí tienes. Es la lista de la compra para mañana, dásela a Max, ¿vale? –Diciéndole esto, le vino otra cosa a la memoria–. Ah, por cierto. Mañana pondré una lavadora, ¿tienes algo que este sucio?

–Una camiseta. La dejaré en mi habitación, encima de mi cama. Por cierto, intenta disfrutar estos días, ¿vale?

–Claro. Y tú pásatelo en grande mañana y diviértete –le sonrió–. Hasta mañana –le guiñó el ojo.

Le imitó en el gesto–. Hasta mañana. –dicho esto, vio a la chica salir de allí, seguramente para irse a dormir. Volvió a mirar de nuevo hacia la tele y continuó cambiando los canales, para ver si por fin encontraba algo que le gustase.

Takao&Hiromi

A la mañana siguiente, Takao y Max se fueron al pueblo y los demás desayunaron y se fueron a dar un paseo por la orilla de la playa. En cuanto regresaron a la casa, Hiromi comenzó a tender la ropa y después comenzó a limpiar la casa. Los chicos decidieron tomar el sol y jugar con el frisbee, ya que no había pelota. Hiromi mientras tanto empezó a barrer todas las habitaciones y con un trapo comenzó a limpiar los muebles del comedor, subiendo después a los dormitorios. Empezó a limpiar el polvo por el dormitorio de Kai y Rei, después el de Kyouyu y Takao. Cuando terminó de limpiar el escritorio de éste, se dio la vuelta para irse a limpiar el dormitorio de Max, pero en ese momento la puerta se abrió y entró Takao, que se sorprendió al verla allí.

Cerró la puerta y se alegró de poder estar a solas con ella–, Hola, preciosa. ¿Qué haces? –le preguntó a pesar de verla con un trapo en la mano.

–Limpiar la casa. Acababa de terminar de limpiar tu dormitorio.

–¿Y los chicos?

–Están divirtiéndose jugando con el frisbee en la playa. Y yo he aprovechado para poder limpiar la casa, sólo me queda mi dormitorio y el de Max.

Caminó hasta ella y se detuvo frente a ella, cogiéndole de las manos–. Hiromi, Max me ha contado que parece ser que Kai está sospechando de nosotros.

–¿Y tú que sugieres que hagamos?

–No lo sé, supongo que si hay oportunidad, nos tendremos que pelear delante de ellos, como siempre hemos hecho.

–Vale. Pero sólo actuaré porque tú me lo pides. –confesó. Le parecía una tontería eso que le pedía, pero si él se lo pedía, ella no se negaría–. Por cierto, ¿te has divertido en el pueblo?

–La verdad es que muy poco, me divierto más contigo –habló en tono cariñoso.

Hiromi sonrió y le abrazó por el cuello–. Creo que nos va a costar mucho eso de fingir.

Juntó su frente con la de la chica y le sonrió–. Habrá que intentarlo, ¿no? –se acercó más a ella al punto de rozar sus labios y fue en ese momento en el que tocaron la puerta, poniéndoles en alerta.

–Takao, ¿estás ahí? –preguntó Rei.

Ellos se separaron inmediatamente e Hiromi se escondió detrás de la puerta, por si Rei decidía entrar.

–Sí Rei, espérame ahora salgo. Es que... me estoy cambiando –fue lo único que atinó a decir.

–Tranquilo, sólo quería saber si has visto a Hiromi.

La chica le miró y con la cabeza negó con rapidez–. No... No la he visto –se puso de rodillas y juntó sus manos, diciéndole así que le perdonara–. Pero tampoco tengo interés en verla, ¿sabes? –fingió sentirse enfadado–. Si no regresa, para mi mucho mejor. Siempre hace que me salga de mis casillas. Además, ¿sabes qué? Pregúntale a otro, a mí no me interesa donde esté. Es una cría.

–Está bien, miraré a ver si está en la cocina o si ha ido a la calle a sacar la basura. Por cierto te esperamos abajo, no tardes.

Se puso de pie–. Sí, ahora voy –Takao sintió que los pasos se alejaban, pero decidió salir para comprobar si realmente no había nadie. Así que caminó hasta la puerta y la abrió con lentitud, asomándose al pasillo. Cabía la posibilidad de que el chino estuviese escondido, o quizá era imaginación suya, pero prefería cerciorarse. Miró en todas las habitaciones, en el cuarto de baño y miró por las escaleras. No había nadie. Se metió en su cuarto y sacó a Hiromi de ahí–. Vamos, no hay nadie –le informó en un susurro.

Cruzó el pasillo y abrió la puerta del dormitorio de Max, dejando la puerta abierta para que Takao que todavía estaba en el pasillo pudiese verla–. Me debes un beso –susurró juguetonamente.

Takao le guiñó el ojo con una sonrisa, contestándole con el mismo tono–. Será mejor que vaya a cambiarme, ya nos veremos.

–Claro –cerró la puerta de la habitación.

Mientras tanto, Takao no tardó en cambiarse y en ir junto a los demás. Llegaron las una y media y Hiromi no aparecía. Así que ellos comenzaron a caminar hacia las hamacas.

–Es extraño que Hiromi no esté aquí –comentó el chino, sin dejar de caminar, mirando hacia la casa.

–A lo mejor está en su cuarto o en la cocina –comentó Kyouju que estaba a su derecha.

–Bueno, toque la puerta de su dormitorio y nadie me contestó, así que no creo que estuviera allí –explicó el chino, regresando su vista al frente.

–A lo mejor estaba dormida, ¿no abriste la puerta? –preguntó Max situado a la izquierda de Rei.

–No.

–¿Y para que la buscas? –continuó el rubio, viendo que Takao estaba a su izquierda y Kai a la izquierda de este último.

–Para lo de las fotos. –comentó Kon, deteniéndose en su caminar al estar justo al lado de una de las hamacas.

–¿Qué fotos? –preguntó Mizuhara confundido, ya que no sabía nada acerca de unas fotos.

–Veréis, es que dice que tiene aquí un álbum de fotos de cuando era pequeña, en el que tenía el cabello largo y nos gustaría verlo –explicó Kyouju.

Mizuhara se encogió de hombros y se detuvo también en su caminar, junto con los demás–. Pues supongo que deberá de estar haciendo la comida.

Llegaron las dos y media y los chicos escucharon como desde el interior de la casa, Hiromi les llamaba advirtiéndoles de que la comida estaba lista. Así que poco a poco fueron entrando al comedor.

Tan pronto como Rei entró y enfocó a la joven, quedó confundido– ¿Dónde te habías metido?

–Pues... en mi habitación –contestó, sentándose a la mesa, junto con el resto.

Tomó asiento y no quedó muy conforme con esa respuesta– ¿Seguro? He estado tocando la puerta y no me has contestado.

Miró a Rei unos segundos, para acto seguido coger un plato de comida para poder servirse en su propio plato–. Es que tenía los auriculares de música puestos mientras buscaba el álbum. Lo más seguro es que no te haya escuchado entonces por eso. Después veremos el álbum, ¿vale?

–Claro –fue la respuesta de Kyouju.

Kai no paraba de observar los movimientos de Takao, el cual disimulaba bastante bien. Después de comer todos se hicieron un corro en la mesa para poder ver el álbum, excepto Takao.

–¿No quieres ver el álbum Takao? –le preguntó el rubio.

–¿Para qué? Sería una pérdida de tiempo. Prefiero ir a tomar el sol –aclaró en tono bastante frío.

La joven abrió el álbum y lo cerró con la misma rapidez–. Tampoco te necesitamos aquí y podemos prescindir de tu opinión –agregó con enfado.

–¿Lo ves Rei? Ya te dije que era una cría –caminó hasta ponerse a la espalda de todos.

–¡Si yo soy una cría, tú eres un imbécil! –le gritó furiosa.

–Chicos dejadlo ya –dijo Kyouju intentando calmarlos.

–¡Mira, el simple hecho de saber que este álbum es tuyo me da escalofríos!

–¡Tú sí que me das escalofríos!

–No digáis nada de lo que os podáis arrepentir después –decía Kyouju intentando mediar entre los dos, pero sin éxito.

–Me voy, si alguien me necesita ya sabe donde estoy –siseó, caminando hacia la puerta trasera de la casa.

–Eso es, vete de una vez –siseó también, intentando tranquilizarse.

Takao&Hiromi

Tras haber cenado el ambiente seguía un poco tenso. Tanto Hiromi como Takao, no paraban de discutir. Los demás sólo les observaban en silencio desde sus distintas posiciones, ya que habían intentando interceder, pero ninguno les dejaba.

–¡Se acabó ya estoy harta de ti, me voy a dormir! –bramó la chica, levantándose del sofá.

De pie frente a ella se encontraba Kinomiya– ¡Eso es, vete de una vez! –La animó a marcharse– ¡Así me quitarás el dolor de cabeza que tengo de tanto soportarte!

–¡Bien! –agregó con el ceño fruncido, caminando hacia las escaleras.

–¡Bien! –continuó él, viéndola marchar, tomando asiento en el sofá con cara de pocos amigos.

–Takao –habló Rei, tomando asiento junto a él. Al ver que el otro sólo callaba, decidió continuar– ¿No crees que eres muy duro con ella?

Miró a Rei y ruló la vista–. Lo que me faltaba.

Kyouju seguía observándoles de pie–. Tiene razón Takao y no logro entender porque la tratas así.

–¡Porque sí! ¿Vale? –Se puso de pie–. Me voy a mi habitación –siseó. Subió las escaleras y se metió en su dormitorio. Se puso el pijama y se metió en la cama apagando la luz. No podía conciliar el sueño por más que lo intentó y pudo escuchar los pasos, las voces y las puertas de sus amigos cerrándose, indicándole que se habían ido a dormir. Dejó pasar más el tiempo, aunque no tenía noción de este. Sin poder remediarlo más, dio la luz de la habitación y miró su reloj de pulsera. Eran las tres de la mañana. Aunque todo había sido una actuación, no podía dejar de pensar en que había tratado mal a la chica. Así que salió de la cama y caminó hasta la puerta, abriéndola con cuidado de no hacer mucho ruido. Al ver que no había nadie, caminó hasta la puerta del dormitorio de ella y con sigilo, la abrió. Entró en ella y dio la luz, dándose cuenta de que el álbum de fotos estaba sobre el escritorio. Cerró la puerta tras de sí con cuidado de no hacer mucho ruido. Caminó hasta el escritorio de puntillas y cogió el álbum para empezar a verlo. Giró unas cuantas hojas y no pudo evitar mirar hacia Tachibana. La vio dormir tan plácidamente que la veía realmente hermosa. Sonrió y caminó hacia la cama, donde se arrodilló. Llevó su mano derecha hasta su frente y la acarició con delicadeza, apartándole el flequillo hacia un lado para poder verla mejor–. Por favor, perdóname –le susurró, apartando su mano para poder seguir mirándola.

–No importa –respondió en un susurro, abriendo los ojos.

Imaginaba que la habría despertado al tocarla–. Te he despertado, ¿eh?

–Eso da igual, pero, ¿qué haces aquí?

–Pues he venido a ver el álbum, deseaba verlo antes, pero...

Hiromi le silenció poniéndole un dedo en sus labios–. Ya lo sé, yo también estaba fingiendo. ¿Qué fotos has visto? –le preguntó, sentándose en la cama.

–Pues las de cuando eras un bebé –le hizo saber.

–Puedes seguir viéndolas si quieres.

–Claro, me encantaría.

–Siéntate aquí en mi cama –le invitó, haciéndose ella a un lado para que los dos pudiesen verlo juntos.

Así lo hizo y giró a la siguiente página– ¿Quiénes son todos estos? –preguntó al ver un grupo grande de niños pequeños.

Miró con atención la foto–. Eran compañeros de colegio. Yo tenía unos seis años.

–Erais muchísimos –reconoció, buscando entre ellos a Tachibana, pero no la veía por ningún lado– ¿Y dónde estás tú?

Con una sonrisa pícara, miró al chico–. Adivínalo.

Al escuchar aquello, miró a Hiromi– ¿Qué premio obtengo a cambio?

–Pues...–pensó un momento en aquello y algo se le ocurrió– un beso. –le propuso.

–Que sean dos. Uno apasionado y otro tierno.

–Vale. Pero sólo tienes una oportunidad –aseguró.

–De acuerdo. –miró concentrado los niños que había en la foto.

–No lo acertarás. –guardó silencio durante unos segundos, viendo la concentración del chico por encontrarle y ganarse su recompensa–. Y bien, ¿me has encontrado ya?

–Estoy seguro de que eres esta –señaló con el dedo índice a una niña.

Miró un segundo hacia la foto, viendo que efectivamente el joven de cabellos azules había acertado–. Pero... –regresó su vista a Kinomiya, asombrada– ¿Cómo lo has adivinado?

–Sigues teniendo la misma cara de ángel. –Le hizo ver, recibiendo una sonrisa por parte de la chica–. Bueno creo que merezco mi recompensa, ¿no?

–Claro. Te la mereces. ¿Cuál quieres primero?

–El tierno y después el apasionado.

–Está bien, pero después seguimos viendo las fotos.

Ambos se acercaron lentamente rozando sus labios hasta juntarlos. Comenzaron a besarse muy despacio, como si estuvieran probando un caramelo muy dulce. Se separaron en contra de su voluntad, pero tenían que respirar. En el beso apasionado Takao cogió a Hiromi poniéndole una mano en la cintura y la otra en la cabeza, acercándola hacia él. Ella por su parte, llevó su mano hasta la mejilla morena y con la otra jugaba con el cabello azulado. Comenzaron a besarse muy despacio hasta que poco a poco aceleraban el ritmo de sus besos de tal manera que parecía que a ambos se le iba a acabar el mundo si no besaban los labios del otro. Al igual que el otro beso, tuvieron que separarse por falta de aire.

Takao miró a la chica, sintiéndose increíblemente bien– ¡Guau! ¡Ha sido increíble! –afirmó en voz baja, aunque deseaba gritarlo, pero sabía que eso no era posible–. Quiero seguir jugando.

Hiromi le quitó el álbum de las manos y le mostró de nuevo esa sonrisa pícara–. Venga, ¿a qué esperamos? Pero juegas con ventaja porque ya sabes cómo soy. Por lo tanto te daré sólo un beso por cada vez que aciertes–. A ver, dime. ¿Quién soy? –decía al tiempo que miraba la foto.

Kinomiya miró la foto y en ella aparecían un grupo de niñas vestidas con kimono–.Vestida con el kimono, ¿eh? A ver... esta –señaló de nuevo con el dedo índice sobre la imagen. Así estuvieron jugando hasta que el álbum finalizó con la última foto y ellos con un último beso. Hiromi cerró el álbum tras haberle dado su premio a Takao.

Kinomiya miró su reloj de pulsera y vio la hora que era–. Creo que será mejor que me vaya ahora. Ya es tardísimo. Además...

–Además, ¿qué? –le animó a continuar.

Juntó su frente con la de ella–. Puede que no resista la tentación de probar tus labios de nuevo. Y créeme si te digo que la tentación que tengo en este instante es muy, muy grande –finalizó sus palabras, separándose de ella. La chica fingió estar disgustada y se tapó la boca. Takao enarcó una ceja sin comprender que le había pasado de repente–. ¿Por qué te tapas la boca?

–Porque si no ves mis labios, no te tentarán. –le informó, sintiendo un poco infantil por aquello.

–Bueno eso es cierto, pero la verdad es que todo en ti me tienta. Y no creo que puedas hacer nada contra eso –le apartó la mano para poder ver sus labios de nuevo–. Me tienta tu pelo. Tu cara. Tus ojos. Tu nariz. Tu boca. Tu cuello…

–Sí, ese seguro –refirió al pensar que él siempre le besaba el cuello.

–La única manera que tenía antes de resistirme a ti, era pelear contigo y después me sentía fatal por ello y lo peor para mí era tenerte tan cerca y no poder tocarte porque tenía miedo a tu rechazo.

Hiromi le acarició la mejilla–. Fuiste un tonto, ¿sabes? Mi corazón me dio un gran vuelco la primera vez que te vi y la verdad no sabía cómo quedarme contigo a solas para poder decirte todo lo que sentía por ti. Para llamar tu atención lograba que la profesora te castigase porque no hacías los deberes o le decía cuando te dormías en clase. No me daba cuenta, pero así sólo obtenía odio de ti y recibir eso por tu parte me asustaba muchísimo, porque cada vez iba a peor contigo y no sabía...–al recordar lo impotente que se sintió durante aquel tiempo no pudo evitar sentirse nostálgica y las lágrimas comenzaron a salir–...que hacer para estar junto a ti. –finalizó con tristeza.

Takao le secó las lágrimas con el dorso de su mano, sintiendo un gran sentimiento de compresión–. Oye, ahora estamos juntos, ¿no? –intentó hacerle ver que después de todo aquel sufrimiento que él no supo ver, había nacido algo bueno.

–Sí –respondió, intentando serenarse.

Al ver la cara de la chica, se sintió más culpable que cuando fingió discutir con ella hacía unas horas–. Debí de haberme ido antes, así no te hubiera hecho llorar. –De inmediato le vino algo a la mente para intentar arreglar las cosas– ¡Ya sé! Pídeme algo que desees que haga en este momento por ti.

–¿Podrías quedarte conmigo hasta que me quede dormida, por favor?

–Claro –le besó la frente–. Descansa –le pidió. La vio recostarse de nuevo en la cama, así que para tranquilizarla más, procedió a acariciarle la mejilla con su mano derecha–. Ya es muy tarde. No me iré de tu lado hasta que no vea que estás totalmente dormida.

–Gracias –fue cerrando poco a poco los ojos y cayó profundamente en un dulce y pesado sueño.

Después de eso, Takao se fue sin hacer ruido a su habitación y se acostó en su cama quedándose dormido también.

Continuará...

Takao&Hiromi

¿Qué os ha parecido? Bueno este capítulo ha sido un poco más largo que el anterior.

Gracias por sus reviews a:

Misha– chan: Has hecho una buena observación en que soy española, es normal que no te gusten los yaoi, porque ves la página llena de ellos y apenas encuentras uno normal como me has dicho en tu review, es por eso que creo que los odias.

Takaita Hiwatari: Me alegra que te vaya gustando mi fic, y comprendo que odies a Hiromi, cada uno tiene sus gustos la verdad.

Gabe Logan: Te he hecho caso y he actualizado, espero que te guste porque va dedicado a ti esta vez n.n

Aikuri: Me alegra mucho que te parezca interesante los capítulos que he subido hasta ahora. Y espero que sigas pensando lo mismo hasta el final.