Dedicado a Takaita Hiwatari
Continuación…
Al día siguiente Hiromi comenzó a hacer su examen. Tenían dos horas por delante para poder hacerlo ya que el examen era largo y difícil. Como siempre, Vanesa fue la primera en entregar el examen al profesor. Las normas de clase, cuando un estudiante entregaba el examen, debía salir al pasillo a esperar que el resto terminase. Así que así lo hizo ella, esperando a que Tachibana acabase. Tras esperar unos diez minutos, Hiromi salió.
–¿Qué tal te ha salido? –le preguntó Vanesa, nada más verla cerrar la puerta de la clase.
–Pues creo que bien, ¿y a ti?
–Espero que bien –contestó y miró su reloj de pulsera que estaba en su mano izquierda–. Falta treinta minutos para que los demás acaben. ¿Por qué no nos damos una vuelta por los jardines. Así no nos aburriremos.
Asintió, estando conforme con aquello–. De acuerdo –contestó, poniéndose la dos a caminar.
Takao&Hiromi
En la otra parte del instituto...
Kinomiya estaba en su aula, viendo como la profesora escribía en la pizarra. No pudo evitar una vez más mirar su muñeca derecha, más concretamente hacia su reloj de pulsera. Se había tirado prácticamente toda la mañana haciendo eso, esperando a que llegase la hora acordada que ponía en la nota y por fin había llegado ese momento. Ahora sólo restaba salir de allí y no le dejarían salir como si nada. La mujer se dio la vuelta y fue a abrir la boca para hablar, cuando él levantó la mano para intentar llamar su atención, consiguiéndola–. Profesora, ¿puedo salir un momento? Necesito ir al cuarto de baño, no me encuentro muy bien –inventó, intentando aparentar lo que decía.
La mujer le examinó desde la distancia y la verdad es que Takao parecía estar un poco más pálido que de costumbre–. Claro, ¿quieres que alguien te acompañe? –preguntó por si se mareaba.
–No, no es necesario –se puso de pie y se llevó la mano a la barriga. Empezó a caminar despacio y un poco encorvado hasta que salió del aula, cerrando la puerta tras de sí. Nada más salir, al no ver en el pasillo a nadie, dejó la pantomima hacia un lado y se dirigió hacia el lugar que citaba la nota. No tardó mucho en llegar, pero de lo que se percató es que allí no había nadie. "Qué raro. No hay nadie", miró a su alrededor y pensó que quizá se había adelantado, así que miró de nuevo su reloj. "A lo mejor me he adelantado un poco. Esperaré un rato y si no viene nadie, me marcho". Pasaron diez minutos y nadie aparecía. "Qué raro. Ya han pasado diez minutos y no veo a nadie aquí. Y yo ya tendría que haber vuelto a clase. ¿Y si no ha podido venir?", pensando en eso, se dio la vuelta dispuesto a marcharse, cuando una voz femenina le llamó, haciendo que se detuviese.
–¿Takao Kinomiya?
Se dio la vuelta–. Sí soy yo. –miró hacia ella, quedando aclarado la duda de si era chico o chica quien le había citado. Era más o menos de la misma estatura que él, tenía el cabello negro y largo, su piel era blanca y sus ojos marrones. No vestía con uniforme como él, así que imaginaba con no estudiaba ahí, aunque observándola bien, vestía con un pantalón largo y una chaqueta verde.
Sonrió al ver al chico–. No has cambiado nada. Sigues igual que siempre. –confesó.
¿Cómo que no había cambiado nada? ¿Acaso la conocía?–. Perdona. ¿Pero tú quien eres?
–Que rápido olvidas a tus amigas. Bueno aunque han pasado muchos años, yo no he podido olvidarte, ¿también has olvidado que nos prometimos ser los mejores bladers del mundo?
El escuchar aquello, le hizo recordar que únicamente había hecho una promesa con una sola chica, pero aquella chica tenía el cabello muy corto con flequillo, su piel no era tan blanca y no era tímida para nada–. Un momento...–La observó de arriba abajo, sin poder creer que la chica de sus recuerdos y esa que tenía ahora enfrente, pudiesen ser la misma persona–. No puede ser... ¿Ángela? –Habían sido los mejores amigos de infancia, iban al mismo colegio y los dos practicaban el mismo deporte. Pero debido al trabajo de sus padres, tuvo que marcharse a Estados Unidos y perdió el contacto con ella.
Dejó escapar un suspiro lleno de alivio, mostrando una sonrisa–. Pensé que te habías olvidado de mi –confesó con temor a hacer el ridículo.
– ¿Cómo iba a olvidarme de mi mejor amiga? Es que no te había reconocido, has cambiado tanto. –confesó–. Eras la única chica que no tenía miedo a coger un gusano. –Recordó con gracia–. Pero dime, ¿cómo sabías dónde estaba?
–Tu abuelo me lo dijo. El otro día fui al dojo para daros una sorpresa, pero la sorpresa me la di yo al ver que ya no vivías con él. Pero dime, ¿cómo te ha ido la vida?
–Muy bien. He conseguido realizar mi sueño durante cinco años seguidos, ser el campeón mundial de beyblade. Supongo que ya te habrás enterado, ¿no? –le dijo, al saber que salió tanto en los telediarios como en los periódicos por un largo tiempo.
–Sí, te he visto en la tele y a tu equipo también. Sois los mejores.
–Jajaja. Bueno se hace lo que se puede. Pero dime, ¿qué te ha traído a Japón?
–Pues. Lo cierto es que he venido para hablar contigo.
–¿Conmigo? ¿De qué se trata? –apoyó su espalda a la pared y flexionó su rodilla izquierda, apoyando el pie en el mismo lugar, para estar más cómodo.
–Verás, es difícil de explicar y no sé por dónde empezar. –confesó un poco nerviosa.
Al ver aquella expresión reflejada en la cara de su vieja amiga, no pudo evitar preocuparse. Ella nunca se andaba con rodeos para decir las cosas– ¿Es algo malo? –Al ver que no le contestó, decidió llamarla para sacarla de su ensoñación–. Angie, ¿qué pasa?
–Es que tengo que confesarte algo y no sé cómo hacerlo.
–Inténtalo. –le animó.
–Está bien. ¿Recuerdas que cuando éramos pequeños recibías unas cartas y no sabías quien te las mandaba?
–Claro, eso nunca se me olvidará. ¿Tú sabes quién me las mandaba? –Angie asintió con la cabeza– ¿Sabes? Nunca me enteré de quien las escribía. Dime, ¿quién era? –preguntó, impaciente por saber la respuesta.
–Era yo –confesó un tanto asustada por la reacción que pudiese tener su amigo.
No pudo evitar echarse a reír por aquella broma–. Jajaja. Sí, seguro. Dime quien era, en serio –pidió, esperando esta vez la respuesta.
–Takao no es ninguna broma, me has gustado desde siempre –le miró con tal seriedad que Kinomiya no tuvo más remedio que creerle esta vez.
Pensó en que cuando recibía aquellas cargas anónimas, ella siempre estaba a su lado, en silencio, sin decirle nada, durante mucho tiempo. Debió ser duro para ella, ocultar algo así–. Pero, ¿por qué no me lo dijiste?
–Porque me daba mucha vergüenza –confesó arrepentida–. Además tú eras mi mejor amigo y no quería que te alejases de mi o que me rechazases.
Kinomiya se despegó de la pared y se rascó la cabeza, sintiéndose culpable–. Con razón me sonaba tanto la letra de las cartas. –al ver que la chica esperaba una respuesta a su confesión, decidió que lo mejor era dejarle las cosas claras, aunque le doliese hacerlo–. Mira Angie tu ocupas un gran lugar en mi corazón y lo sabes. Pero no te veo con los ojos que tú me ves a mí, ¿lo entiendes? –esperó no haberlo hecho mucho daño con su respuesta, pero lo mejor era aclarar las cosas.
Intentó aguantar el nudo que se le había formado en su garganta, pero aún así esa respuesta le había dolido y no pudo evitar que una lágrima, le resbalase por su mejilla derecha–. Claro. –Se limpió la lágrima con rapidez–. Tenía que intentarlo. He vivido todos estos años con este peso y ya no podía soportarlo más. –confesó atormentada.
–Lo siento mucho, Angie. Yo te quiero mucho, pero como amigo –concretó.
Por algún motivo, aunque ella se empeñaba en no llorar más, no podía retener sus lágrimas. Sorbió el moquillo, para poder contestar al chico–. No pasa nada, Takao –intentó restarle importancia, pero la verdad es que reflejaba todo lo contrario.
A Kinomiya no le gustaba ver así a la que había sido su mejor amiga y se sentía mal al saber que por su culpa estaba sufriendo–. Venga, no llores –se acercó a ella y la abrazó para reconfortarla–. Seguro que en Estados Unidos hay muchos chicos que están locos por ti. Mírate, eres una chica educada, lista, simpática y eres muy guapa.
Ángela correspondió el abrazo–. Pero no hay ninguno como tú.
–Claro que no. Porque los hay mejores que yo. –le hizo ver.
Takao&Hiromi
Paseaban por los jardines para hacer tiempo hasta que fuese a empezar en cambio de clase, cuando cayó en la cuenta de algo–. Oye, Hiromi. ¿No era hoy el encuentro de Takao? –le preguntó al recordar la nota que le enviaron.
Miró a su amiga, cayendo en la cuenta de lo que decía–. Es verdad, con lo del examen se me había olvidado –confesó.
–¿Por qué no vamos a echar un vistazo? Era en el pasillo, junto al aula 10, ¿no?
–Sí –confirmó.
Miró su reloj de pulsera para confirmar que todavía les quedaba tiempo libre–. Vamos, aún nos quedan diez minutos para el cambio de clase. Pero habrá que darse prisa o no nos dará tiempo. –apremió.
–Claro.
Ambas comenzaron a correr hasta poder entrar en uno de los edificios. Una vez allí, subieron las escaleras y de la misma forma, continuaron corriendo por los pasillos.
Hiromi se detuvo con la respiración bastante agitada, llevándose la mano al pecho. Se habían dado una buena carrera desde los jardines hasta ese edificio, pero ella ya no podía más. Al ver que Vanesa se detuvo en su carrera con la respiración también agitada para observarla, decidió que no era justo retrasarla cuando ella misma le había propuesto ir allí–. Adelántate tú, yo ahora mismo no puedo dar ni un paso más –concretó, intentando regular su respiración, llevándose ambas manos a las rodillas, para poder descansar un poco.
–Está bien –decidió que lo mejor era caminar, ya que estaba cerca del sitio citado. Caminó unos pasos más y dobló la esquina, deteniéndose en el instante al ver algo que la dejó perpleja–. No puede ser –aunque su comentario había sido para ella misma, no pasó desapercibido para Hiromi.
Se incorporó y miró a su amiga– ¿El qué? –le preguntó.
Analizando la situación, Vanesa se dio la vuelta y regresó junto a Hiromi. Aunque intentaba aparentar que nada había pasado, en su cara se reflejaba que algo no andaba bien–. Será mejor que nos vayamos.
Enarcó una ceja, sintiéndose confundida al escuchar aquello, después de todo había sido su idea el ir hasta ahí, así que no entendía por qué aquel cambio tan repentino– ¿Por qué?
–Pues...porque –no encontraba las palabras adecuadas y no sabía que podía decirle para marcharse juntas de allí.
–Vanesa, ¿qué pasa? –al ver que su amiga no sabía que decirle, decidió ver por ella misma que era lo que había visto para ponerse de aquella forma. Intentó avanzar unos pasos, pero su amiga se puso en silencio frente a ella cortándole el paso. La miró preguntándose si había sido casualidad, así que lo volvió a intentar, pero se encontró con la misma respuesta.
–No te va a gustar lo que vas a ver –fue lo único que atinó a decirle.
–¿Le pasa algo a Takao? –al ver que no recibió respuesta y que le rehuyó la mirada, decidió inventarse una excusa para poder pasar. Miró hacia un lado y señaló con su dedo índice hacia aquella dirección–. Anda, ¿ese no es Max?
–¿Dónde? –Miró hacia la dirección señalada y al no ver allí al rubio, se sintió confundida, hasta que miró de nuevo hacia el frente, dándose cuenta de que su amiga ya no estaba. Con rapidez miró hacia la dirección que estaba segura que su amiga habría tomado y efectivamente allí estaba, doblando la esquina–. No, Hiromi –le advirtió, aunque ya era tarde, al ver que la otra se detuvo en su caminar y se quedó paralizada mirando hacia el frente.
Kinomiya estaba abrazando a una chica y estaba siendo correspondido. "¿Que hace abrazado a esa chica?" vio a su novio decirle algo a la chica, pero no lograba desde allí escucharle.
Vanesa le puso su mano derecha sobre el hombro izquierdo de su amiga para llamarle la atención–. Hiromi, seguro que eso tiene una explicación –le susurró, ya que no quería que fueran descubiertas por Kinomiya.
Tachibana miró a su amiga con preocupación– ¿Estás segura?
–Claro –le sonrió. Regresó su vista a Kinomiya y su sonrisa se borró.
Al ver aquello, Hiromi volvió a mirar a Takao encontrándose con la peor de las escenas–Dime que no es verdad –Su novio y una extraña se estaban besando frente a sus narices. Sintió que las fuerzas le flaquearon, y cayó lentamente de rodillas al suelo. Las lágrimas comenzaron a acumularse en sus ojos– ¡Seré idiota! ¡Él pasándoselo bien con otra y yo preocupada por él! –confesó, sintiendo sus lágrimas resbalarle por las mejillas. Se puso de pie como pudo y dejó de mirar aquella escena–. No me encuentro bien. Quiero irme a casa.
Vio en qué estado se encontraba Tachibana y no era para menos. Su novio acababa de romperle el corazón–. Está bien, te acompañaré –le hizo saber. Las dos se dieron la vuelta y dieron un paso cuando una voz les detuvo.
–¡Hiromi! –era la voz de Takao, quien al verlas allí, fue corriendo a encontrarlas.
Dejó salir de sus labios un suspiro entrecortado, intentando serenarse para poder hablar. Aunque el nudo que sentía en su garganta, se lo estaba poniendo difícil– ¡Olvídame! –le pidió.
Comprendió lo que su novia intentó decirle. Era obvio que después de lo que acababa de ver, estaba muy enfadada. Pero tenía que aclarar ese malentendido antes de que fuese a más. Al ver que la chica pretendía marcharse, la agarró de la mano para retenerla y hacer que le mirase–. No es lo que parece.
Fue obligada a darse la vuelta para mirarle, pero no tardó en soltarse de ese agarre, rechazándole– ¡No me toques! ¡No quiero saber nada más de ti! ¡¿Lo entiendes?! –dicho esto, se dio la vuelta, dispuesta a marcharse.
No se rendiría ahí, tenía que darle una explicación–. Hiromi, cariño...–aunque intentó hablar bastante rápido, no le dio tiempo a finalizar la frase, cuando la chica le interrumpió y además de eso se dio la vuelta más enfadada que antes.
–¡No me llames así! ¡Y no vuelvas a dirigirme nunca la palabra! ¡Hemos terminado! ¡Te odio! –dicho esto, volvió a darse la vuelta, esta vez echando a correr.
–¡Hiromi espera! –se preparó para salir tras ella, pero Vanesa se le cruzó por delante para impedirle el paso.
–¡Déjala sola, Takao! –le ordenó, mostrando que también estaba enfadada.
–Pero, tengo que ir con ella Vanesa –le dijo angustiado.
–Takao, si vas ahora lo único que vas a lograr es que te odie más. Le has hecho mucho daño –le hizo ver.
–Pero no es lo que parece. ¡Lo juro! –Se llevó ambas manos a la cabeza, intentando calmar toda aquella locura y pensar con más claridad, pero el momento no estaba de su lado–. Si ella no quiere verme quédate a su lado hasta que se tranquilice, por favor. No la dejes sola. Intentaré que me dejen salir de aquí. –refirió al pensar que le diría a su profesora que había empeorado y que se marcharía a casa.
Pensó en que su novio se preocuparía si no la encontraba a la salida del centró, esperándole, pero tampoco podía dejar a su amiga sola en un momento tan difícil como este–. Está bien. Avísale a Max cuando puedas de lo que ha pasado. Adiós –echó a correr, pensando en que así podía alcanzar a su compañera de clases a tiempo.
Takao se dirigió a su aula y le dijo a la profesora que se iba a su casa porque no se encontraba bien. Ésta asintió y dejó que recogiera sus cosas y se marchara. Fue a la clase de Max y empezó a hacerle señas para que saliera, ya que la puerta estaba abierta. Este salió y Takao le explicó la situación y después de eso se fue corriendo al apartamento. Cuando llegó soltó las cosas encima de su cama. Se acercó muy sigilosamente hacia la habitación de Hiromi. Iba a tocar la puerta cuando se detuvo al escuchar el llanto de su novia al otro lado de la puerta.
La chica sollozaba con fuerza en los brazos de su amiga–. Eso es, desahógate. Llora todo lo que quieras –le pidió. Cuando antes soltase su tristeza, antes se aliviaría su corazón.
–¿Por qué me ha hecho esto? –sorbió el moquillo, antes de volver a hablar–. Si ayer todo estaba tan bien. ¿Por qué ha dejado de quererme? –preguntó, no entendiendo porque había pasado todo aquello de repente.
La verdad es que ella tampoco lo entendía. Desde el tiempo que conoció a Takao, nunca le dio a entender que pudiese ser el tipo de chico que jugase a dos bandas–. Tranquila, a lo mejor es sólo una equivocación –le hizo ver con tono esperanzador.
Sorbió el moquillo y pensó en aquella posibilidad, pero los hechos decían todo lo contrario–. Tú lo has visto igual que yo. Además esa chica era preciosa...–fue interrumpida por Vanesa.
–Hiromi, ¿no sería mejor que hablases con él sobre esto?
–No. No quiero verle. Me ha hecho mucho daño –sorbió el moquillo de nuevo–. Le odio.
–Voy a traerte un vaso de agua, ¿vale? –Separó a la chica de ella y la miró a los ojos–. Ahora vuelvo –le informó, poniéndose en pie.
Al escuchar aquello, Takao se alejó de la puerta y se fue caminando hasta la cocina.
Vanesa salió de la habitación de su amiga y caminó hasta la cocina, donde un preocupado Kinomiya estaba esperándole.
–¿Cómo la ves?
–Está destrozada –le aclaró, cogiendo un vaso del escurridor de platos, sin dirigirle la mirada a Takao.
–¿Puedo pasar a verla? –preguntó esperanzado de que eso pudiese llegar a ser así.
Puso el vaso bajo el grifo de agua–. Verás –le dio a la palanca y comenzó a llenar el vaso de agua –, ella no quiere verte. Está demasiado dolida y la verdad no me extraña. –cerró la palanca del agua y sacó el vaso de ahí–. Si me sucediera algo así con Max no sé lo que haría –confesó empática.
–¿Crees que lo mejor es que me vaya a otro sitio a vivir mientras?...–no le dio tiempo a finalizar su pregunta cuando la chica le dio su respuesta.
–Sí. Porque si te quedas aquí sólo empeorarás las cosas –le aclaró, mirándole esta vez a los ojos.
Ambos sintieron un ruido muy fuerte que provenía de la habitación de Hiromi.
–¡Hiromi! – gritó Takao antes de salir corriendo a la habitación.
Dejó el vaso con rapidez sobre la encimera de la cocina– ¡Espera Takao, no pases! –le advirtió Vanesa, echando a correr tras él.
–¡Hiromi! –la llamó, abriendo la puerta de la habitación, encontrándose con una escena que no esperaba.
Ésta se encontraba arrodillada, abrazada a sí misma en el suelo, llorando desconsoladamente. Takao miró a su alrededor. Toda la habitación estaba patas arriba. La almohada en el suelo, las sábanas revueltas… no quedó nada sobre el escritorio. Libros, lápices, flexo , incluso la silla en la que se sentaba, estaba tirada en el suelo. Kinomiya dejó de mirar hacia aquel destrozo, para fijarse de nuevo en ella. Se fijó en sus ojos que tenían una mezcla de tristeza, enfado y mucho dolor. Caminó unos pasos por inercia para querer estar junto a ella y poder abrazarla.
Vanesa se puso delante de él y lo fue empujando hacia la puerta–.Takao sal de aquí. Venga hazme caso, por favor –le miró un segundo por inercia, encontrándose con que por la mejilla izquierda del joven de cabellos azules, resbalaba una lágrima y sus ojos parecían amenazar con soltar más.
Verla así le estaba haciendo daño a él también. La puerta se cerró frente a él en cuanto fue sacado de la habitación. Su culpabilidad le estaba matando. "Hiromi, ¿qué te he hecho? Y pensar que estás así por mi culpa. Yo que un día te dije que no te haría daño. Como desearía no ser el que te causa ese dolor, poder besarte, abrazarte y aliviar tus penas. Soy un imbécil, jamás debí haber ido a ese encuentro. Ni debí de haberme dejado besar por alguien que no eras tú" pensaba atormentado el joven de cabellos azules.
Takao&Hiromi
Takao cogió sus cosas de su habitación y salió del apartamento. Decidió que iría al dojo de su abuelo, mientras tanto en el camino no paraba de recordar lo que había pasado.
Flash back
A Kinomiya no le gustaba ver así a la que había sido su mejor amiga y se sentía mal al saber que por su culpa estaba sufriendo–. Venga, no llores –se acercó a ella y la abrazó para reconfortarla–. Seguro que en Estados Unidos hay muchos chicos que están locos por ti. Mírate, eres una chica educada, lista, simpática y eres muy guapa.
Ángela correspondió el abrazo–. Pero no hay ninguno como tú.
–Claro que no. Porque los hay mejores que yo. –le hizo ver–. Lo que pasa es que yo he sido tu mejor amigo desde que éramos niños. El que te defendía en cualquier pelea...–fue interrumpido por su vieja amiga.
–El que me protegía, el que me daba ánimos cuando estaba triste, el que me hacía reír, el que me enseñó a jugar al blade... ¿cómo no amarte, Takao? Lo eres todo para mí.
–¿Y no será que estás confundida y me quieres como un hermano? Son sentimientos muy parecidos y fáciles de confundir. El amor que se le puede tener a un hermano y el amor que se le puede tener a alguien a quien amas.
Pensó en las palabras del joven y se separó un poco de él para poder mirarle a la cara– ¿Sabes? Puede que tengas razón. No me había parado a pensar así. La chica que algún día tenga tu corazón será muy feliz, estoy segura.
Takao pensó en Hiromi y se sonrojó–. Lo siento, pero tengo que volver a clase. ¿Volveré a verte?
–Cuenta con ello. –sonrió–. Y espero que me perdones.
–¿Por qué? –preguntó, sin entender aquello. No pudo seguir hablando ya que Ángela le dio un beso inesperado en los labios. Un beso que no fue correspondido por su parte.
–¡Seré idiota! ¡Él pasándoselo bien con otra y yo preocupada por él! –al escuchar la inconfundible voz de su novia, se separó de su vieja amiga con brusquedad y no tardó en mirar hacia la dirección en la que le pareció escuchar esa voz, encontrándose con que efectivamente allí estaba su novia. Así que no perdió ni un segundo más y empezó a correr hacia ella. Tenía que explicarle lo que había sucedido cuanto antes. Ángela al ver aquella acción, decidió irse de allí para no empeorar las cosas.
–¡Hiromi! –le llamó el chico.
Fin Flash back
Takao&Hiromi
Estaba sumido en sus pensamientos con una maleta en la mano, dirigiéndose al dojo. Cuando la voz de su amigo Max, le hizo detenerse.
–¡Eh Takao! –le gritó para llamarle la atención, mientras iba corriendo hacia él.
Se dio la vuelta y se encontró con que su amigo se detenía justo frente a él– ¿Max?
Con la respuesta un tanto agitada, sacó del bolsillo de su pantalón un móvil y se lo extendió–. Toma.
Aceptó el móvil al reconocerlo– ¿Mi móvil? –¿Cómo es que su amigo lo tenía. Al hacer memoria recordó que se lo había dejado cargando sobre su escritorio–. Es verdad, me lo deje olvidado.
–Fui a verte a tu apartamento y cuando Vanesa me dijo que no estabas, fui a llamarte al móvil y me di cuenta que se escuchó en tu habitación. Supuse que estarías en el dojo de tu abuelo, así que lo cogí para devolvértelo. Oye amigo, ¿qué ha pasado?
–Ya te lo dije antes, nos peleamos y todo fue por mi culpa –finalizó algo escueto.
–Pero, ¿qué fue lo que paso? –Volvió a preguntar, esperando conseguir algo que se pudiese considerar como una verdadera respuesta–. Se te ve muy mal –confesó, ya que parecía estar sin energías.
Takao empezó a caminar y a su paso, fue explicándole la situación a su amigo.
–Ya veo. Bueno supongo que tendrás que darle un poco de tiempo. ¿Has hablado con ella?
–No. No me ha dejado y lo que más me duele es que no me deja aclararle que es un mal entendido. Ni siquiera quiere verme. Me odia y en cierto modo no la culpo, porque si lo miro desde su punto de vista si ella me vio abrazando y besando a otra, debe de pensar lo peor de mí.
Max le puso la mano en el hombro–. Amigo, no te preocupes. Ya verás como el tiempo cura las heridas y estoy seguro de que si consigues hablar con ella, te perdonará.
–Gracias Maxie, por darme ánimos.
–No hay de qué, para eso están los amigos –le comentó, con una sonrisa llena de comprensión.
Continuará...
Takao&Hiromi
Hola, este capi es un poco más corto que los demás pero no por ello es menos interesante, espero que les haya gustado en especial a ti Takaita Hiwatari ya que está dedicado a ti. Espero vuestras opiniones si leéis el capi. ¿Habrá reconciliación? ¿Sí?, ¿no? Si queréis saberlo, ya sabéis lo que tenéis que hacer. Sayonara.
