Continuación…
Tres meses después...
Desde la pelea, Takao consideró que lo mejor que podía hacer era darle un tiempo a Tachibana. Para ello, decidió que lo mejor que podía hacer, era no juntarse con sus amigos en el lugar de siempre durante el recreo, e irse a otro distinto solo. Sabía que de hacerlo, ella se marcharía del lugar y sus amigos se sentirían incómodos. Rei y Max a veces se quedaban algún recreo con él, pero él mismo les decía que no hacía falta. Que sabía que su amistad no cambiaría. Por otra parte, desde aquel momento en el que la vio sufrir tanto en su habitación, tampoco había ido a visitarla al apartamento.
Kinomiya estaba en su habitación, tumbado boca arriba en la que siempre había sido su cama, en el dojo. Miraba hacia techo, mientras sus brazos y piernas estaban extendidos. "Han pasado ya tres meses desde nuestra pelea. ¿Habrás conseguido perdonarme? ¿Me seguirás amando tanto como yo te sigo amando a ti? Para que seguir engañándome, me odias y ese día me lo dejaste bien claro. Siento un enorme vacío sin ti. Te extraño tanto. Como quisiera saber en qué piensas en estos momentos." Hiromi –Susurró finalmente.
Takao&Hiromi
En el apartamento...
Tachibana se sentó en su cama. "¿Por qué? ¿Por qué por más que lo intento no puedo sacarte de mis pensamientos? –Agarró el colgante que una vez Takao le había regalado y llevaba puesto en el cuello–. Te extraño tanto –le dijo a la nada. Giró su cabeza hacia la derecha y miró hacia su mesita de noche, más concretamente la foto que tenía sobre esta. En la foto estaban los dos de pie, delante de una gran fuente. Takao estaba detrás de ella abrazándola por la cintura y su cabeza estaba apoyada en el hombro de Hiromi, mientras que ella tenía una mano puesta en la mejilla de Takao y su otra mano entrelazada con la de él. Ambos estaban sonriendo. La cogió y comenzó a hacer suaves caricias con su dedo índice sobre la imagen de él. "Te necesito tanto", Takao.
Al día siguiente…
El joven de cabellos azules entró por la puerta de la casa de su abuelo–. Ya he vuelto – avisó.
Su abuelo se encontró con él por el camino, en el pasillo. No pudo evitar ver, que su nieto un día más parecía estar vacío por dentro–. Alegra esa cara, ¿quieres? Es viernes. Sal con tus amigos un rato. –Le animó, viendo que no tenía resultados–. Por cierto hablando de amigos, ha estado sonando tu móvil.
–¿Mi móvil?
–Así es.
–Voy a mirar –le avisó, subiendo unas escaleras para entrar a su habitación. Sobre un escritorio estaba el móvil, así que lo cogió y comprobó que efectivamente tenía un mensaje de Max con un mensaje–. Mañana a las cuatro de la tarde empezaremos a entrenar de nuevo en el lugar de siempre. –leyó y fue en ese instante cuando cayó en la cuenta de algo–. Dragón –acto seguido, marcó el nº de Max y no tardó en cogérselo.
–Dime, Takao –contestó, al saber que era él.
–Tengo un problemilla y no voy a poder ir al entrenamiento –le informó.
–¿Por qué? ¿Qué pasa?
–Dragón. Está en el apartamento.
Max quiso comprender lo que le decía Takao. Allí estaba claro que él no podía volver a pisar y no sólo no podría ir hoy al entrenamiento, sino todos los días–. Ya veo, espera un segundo.
–Claro –contestó, esperando de nuevo poder escuchar la voz de su amigo.
–Takao, yo iría a recogerlo, pero hoy estoy ocupado y mañana tengo que ayudarle a mi padre por la mañana con la tienda. Pero Vanesa dice que tenía pensado ir con Hiromi de compras esta tarde, así que tú mismo podrías ir a recogerlo sin ningún problema.
–¿Estás seguro? –no quería meter más la pata con Hiromi.
–Claro, espera...–le pasó el móvil a Vanesa para que ella siguiera con la explicación–. Hola, Takao. No te preocupes, yo me encargo de que deje el apartamento libre. Iré a recogerla a las cinco de la tarde. Puedes ir tranquilo, eso sí, no tardes mucho –le avisó
–Vale. Muchas gracias.
–De nada, adiós.
–Adiós –fue lo último que le dijo, antes de pulsar el botón de colgar.
A las cinco menos cuarto, Takao salió corriendo del dojo, para ir a por Dragón.
Takao&Hiromi
Hiromi y Vanesa estaban sentadas en el sofá del comedor del apartamento–. Vamos Hiromi, me lo prometiste –le recordó Vanesa.
–Es que no tengo ganas de salir –miró hacia la ventana y la señaló con el dedo índice de su mano derecha–. Además, mira el día que hace. De un momento a otro va a empezar a llover, seguro.
Echó un vistazo rápido a lo que dijo su amiga y tenía razón, pero tenía que sacarla de allí fuese como fuese–. Anda venga, te lo suplico. Nos llevaremos un paraguas por si acaso. ¿Qué me dices?
Tachibana enarcó una ceja. Le había pedido muchas veces que salieran juntas, pero ya llevaban un buen rato discutiendo sobre lo mismo– ¿Por qué insistes tanto? No es normal en ti.
Se sintió un poco en alerta cuando escuchó esa última palabra. ¿Se estaba pasando de la raya con tanto insistir?–. Porque necesito que me des una opinión sobre...ropa –finalizó.
–¿Y tiene que ser hoy? –Al ver que la otra silenció, sintió que algo no andaba bien– ¿Qué ocultas?
–No oculto nada, es que necesito tu opinión. Hay faldas que están en rebajas y la verdad es que eres la que mejor gusto tiene para escoger ropa de las cinco. –no era una mentira y ambas lo sabían. Y sin quererlo, esa sería su escusa–. Anda, venga di que sí. Además no te hará mal salir un ratito. ¿Qué me dices? –le pidió, esperando un sí por respuesta.
Al ver el empeño de su amiga, decidió que si no era hoy cuando salía a la calle, sería mañana u otro día. Cuanto antes lo hiciese, mejor–. Está bien, venga. –Se puso de pie–. Vámonos.
Takao&Hiromi
Takao llegó al bloque de su apartamento a las cinco y cuarto. Para asegurarse de que no había nadie dentro del apartamento, en la puerta principal del edificio, tocó el timbre. Al no recibir respuesta por el telefonillo, subió las escaleras y abrió la puerta con su llave. Muchos recuerdos le venían a la memoria en ese momento, pero no debía perder la noción del tiempo, porque en la calle amenazaba con llover de un momento a otro y a lo mejor Vanesa no podría retener a Hiromi mucho rato. Caminó hasta su habitación y empezó a buscar a dragón, pero por más que registraba en todos los lugares, no lo encontraba.
Se detuvo un momento a analizar sus recuerdos. "¿Dónde demonios lo puse?" –un flash le vino a la cabeza. "Ya recuerdo, se lo di a Hiromi. Tiene que estar entonces en su habitación". Caminó hasta la habitación de la chica y abrió la puerta, encontrándosela tan ordenada como siempre. Negó con la cabeza, intentando apartar el último pensamiento que tenía de aquel lugar, para poder centrarse en su búsqueda. Primero, abrió los cajones del escritorio, de la mesita, del tocador, pero no lo encontraba. Solamente le quedaba el armario. Caminaba hasta el mueble, cuando escuchó un gran trueno. "Tengo que darme prisa". Abrió el armario, cogió una cajita y la abrió, encontrándose con que dragón estaba dentro–. Bingo –se dijo a sí mismo, al encontrar su objetivo. Se metió la caja en el bolsillo de su chaqueta y cerró el armario. Se dio la vuelta y se encontró con una Hiromi empapada y apontocada en el marco de la puerta, con los brazos cruzados y observándolo. Ambos se quedaron en silencio.
Al ver que los ojos de su ex, estaban observándola fijamente se sintió algo intimidada, bajo su enfado– ¿Qué estás mirando? –le preguntó, ya que esa mirada la ponía nerviosa.
–A la chica más bonita del mundo, que me ha robado el corazón.
Hiromi sonrojada, miró hacia un lado. No se esperaba ese tipo de contestación romántica, después de todo, se suponía que estaban peleados– ¿Quién te ha dicho que puedes registrar en mis cosas? ¿Qué buscabas?
–A Dragón.
–Ya lo tienes, ¿no? Pues vete –sin mirarle, caminó hasta su tocador. Cogió un cepillo y comenzó a desenredarse el cabello.
Kinomiya no podía dejar de observarla. "Con el cabello mojado y su ropa tan pegada a su cuerpo, se ve tan sexy", se mordió el labio inferior al pensar que quería besarla y abrazarla. Miró entonces hacia el suelo para no caer en la tentación.
Hiromi miró a través del espejo y observó lo que Takao estaba haciendo. "¿Se está mordiendo el labio?" –su corazón empezó a latir con fuerza, al pensar lo sexy que se veía haciendo eso. "oh, no. No me hagas esto, no ahora." Le pedía a su corazón, internamente y sospechaba que de seguir así, iría cada vez a peor. "Venga Hiromi, aunque no quieras, tienes que hacer que se vaya." Desvió su mirada de Takao para volverla en sí misma– ¿Es que no me has oído? Te he dicho que te vayas, no quiero verte aquí.
Levantó la mirada del suelo para poder mirarla–. Hiromi, ¿no crees que deberíamos aclarar las cosas?
Dejó el cepillo en el tocador y caminó hacia la ventana de su habitación, observando cómo llovía con demasiada intensidad–. No hay nada que aclarar. Me engañaste con otra y yo te odio por eso, fin de la historia –siseó.
–Oye, eso no es cierto. Yo nunca te he engañado, ella me besó inesperadamente –le informó.
Hiromi se cruzó de brazos, sintiéndose más enfadada–. Claro y por eso la abrazabas, ¿verdad? Anda, vuelve con tu novia –le animó.
–No tengo nada con ella, lo juro. Si sólo me dieras la oportunidad de explicarte lo que pasó...–fue interrumpido por la chica.
–Está bien, pero cuando termines te irás.
Takao no pudo objetar nada y comenzó a contarle todo lo sucedido y cuando terminó, esperó la respuesta de la chica.
–Muy bien, ¿algo que añadir?
Se acercó hasta la chica que todavía le daba la espalda, quedando a cuatro pasos de distancia de ella–Sí. Que te quiero con locura y eso no va a cambiar ni en un millón de años. Que te hecho muchísimo de menos. Aquel beso no significó, ni significará nada para mí. Todavía sé que me amas y no es verdad que me odias, porque por mucho que uno quiera, los sentimientos jamás cambian de la noche a la mañana. Y no voy a moverme de aquí hasta que me digas la verdad.
Sabía que en eso Takao tenía razón, pero aún así, se sentía enfadada y tenía miedo que aquella situación volviese a repetirse–. Por favor, vete.
Sentía que no podía rendirse ahí. Había conseguido que Hiromi le escuchase después de tanto tiempo sin verla, así que ahora tenía que conseguir que ella le perdonase. Y no se iba a rendir esta vez–. No.
–¡Que te vayas! –repitió en un tono un poco más alto.
–¡Oblígame!
–Muy bien –dejó de mirar por la ventana. Se dio la vuelta y caminó hacia él–. Yo misma te echaré y te sacaré a patadas si es necesario –siseó sin mirarle a los ojos. Poniendo sus manos sobre el pecho masculino, comenzó a empujarlo para obligarle a retroceder unos pasos, pero Takao la agarró de la cintura y la apegó hacia él– ¡Suéltame! ¡¿Qué crees que estás haciendo?! –Comenzó a darle puñetazos en el pecho, para obligarle así a que la soltase, pero no surtía efecto. Subió la mirada para encontrarse con la de él y éste aprovechó para besarla a la fuerza. Ella se resistió al principio, pero empezaba a corresponderle un poco cuando a Takao le empezaba a faltar el aire y tuvo que separarse. Apenas se separó, Hiromi le miró y le dio una bofetada. Éste comenzó a besarla de nuevo y ella apenas se resistía, pero al finalizar el beso, le dio otra bofetada– ¡Qué intentas demostrar! –le preguntó.
–Que me amas cuando dices que me odias. –le habló enfadado, pero sin llegar a levantarle la voz–. Y no pienso dejar de besarte hasta que tú misma me lo digas y después me iré –le informó, mirándola a los ojos.
–¡Cabezota!
–¡No tanto como tú! –le dio otro beso.
Al finalizar el beso, Hiromi le dio otra bofetada–. Esta es por haberme hecho sufrir –le informó con rapidez, dándole otra bofetada–. Y esto otro es porque te amo –agarró al joven de las mejillas y le dio un beso muy apasionado. Éste comenzó a acariciarle la cabeza y la espalda.
Hiromi comenzó a bajar una de sus manos hasta la chaqueta de Takao. Sin dejar de besarlo, fue haciendo que Takao retrocediese poco a poco en sus pasos, hasta casi tropezar con el filo de la cama. Hiromi empezó a quitarle la chaqueta. Se escuchó un trueno y el beso se rompió.
–Tengo que irme. Te lo he prometido.
–Quédate, quiero que te quedes. Sabes que no me gustan las tormentas –le recordó.
–Pero el abuelo puede que se preocupe y...–no le dio tiempo a finalizar la frase cuando Hiromi comenzó a besarlo desesperadamente.
–Por... favor...–Le decía entre besos, mientras cogía las manos de Takao y se las llevaba a sus propias caderas, deslizándolas hasta su trasero, apegando su cuerpo más al del joven–...hazlo por mí –le pidió, mientras se escuchaba un trueno. Comenzó a meter sus manos por debajo de la camiseta de él, mientras le acariciaba el pecho y sus labios se dirigían ahora al cuello. Un escalofrió le recorrió a Takao, al sentir las frías manos de ella.
Ahogó un gemido que le provocó aquello–. Creo que sería bueno que te cambiases de ropa. Todavía estás mojada y estás congelada.
Abandonó el cuello moreno, para mirarle y darle un pequeño empujón, haciendo que cayera sobre la cama. Sin perder tiempo, se puso sobre el chico a horcajadas–. ¿De verdad? –le preguntó en un tono juguetón. Se acercó a su oído y le susurró–. Pues ayúdame a entrar en calor –comenzó a juguetear con su oreja, al tiempo que dejó caer un poco su cuerpo, para sentir el contacto de Kinomiya.
Dejó escapar un gemido–. Ah –su miembro no tardó en despertar y ella lo notó. Hiromi no tardó en levantarse un poco y quitarse la camisa con algo de sensualidad.
–¿Qué me dices? –le preguntó a un Takao que estaba atónito por el comportamiento de su novia. Ella cogió una de las manos morenas y las pasó rozándose primero por su ombligo hasta llegar a uno de sus pechos– ¿No te apetece entrar...–Metió la mano de él dentro del sujetador, rozando su pecho que ya estaba erecto–...en... calor? –finalizó la frase, haciendo presión entre su pecho y la mano morena, dejando que un gemido saliera de ella–. Umh, a mi me encantaría. A no ser que a ti no te guste lo que estás viendo.
El chico se sentía nervioso y estaba sonrojado al ver aquella escena–. Me encanta –contestó con mucha rapidez.
–Pues demuéstramelo –le retó, agachándose hasta llegar a sus labios. Una vez allí, le besó en los labios, introduciéndole la lengua. Takao no tardó en seguirle el paso. Poco a poco le empezó a acariciar la espalda, bajando hasta sus muslos, donde comenzó a subirle la falda y a hacerle las caricias más profundas sobre su trasero. Como pudo, Tachibana bajó su mano hasta el pantalón masculino, donde le desabrochó el botón y le bajó la cremallera.
Takao gimió al sentir ese cosquilleo sobre su miembro–. Ah –se vio obligado a cambiar las posiciones. Ya no podía esperar más. Con rapidez, giró su cuerpo junto al de la chica y cambiaron sus posiciones quedando él arriba. Se quitó la camiseta y se agachó para seguir besándola. Primero los labios, el cuello, los pechos...
–Espera –le pidió, sintiéndose ansiosa de poder sentirlo más cerca de ella. Incorporó un poco su cuerpo y se llevó sus manos hacia atrás, soltándose el sujetador y no tardó en deshacerse de eso, tirándolo al suelo. Él no tardó en acariciarlos y besarlos. Ella metió sus manos entre los cabellos azules, impidiendo que se fuera y disfrutando del momento. Su respiración estaba siendo cada vez más rápida, ya que Takao le estaba empezando a lamer los pechos y sus masajes en ellos eran cada vez más rápidos y profundos. Volvieron a cambiar sus posiciones y la chica comenzó a restregar su parte íntima contra la de él, causando que su miembro despertara aún más. Los pantalones estaban estorbándole, así que se los quitó y lo dejó en bóxer. Llevó su mano hasta el miembro cubierto del chico y le dio unas caricias, escuchando como su novio lo disfrutaba.
–Quiero hacer el amor contigo. Quiero volverte loco de placer, sentirte dentro de mí, que nos pertenecemos el uno al otro...–silenció al ver que Kinomiya ponía una mano sobre la suya para detenerle en sus movimientos.
–¿Segura? ¿Te sientes preparada? –Le costaba un poco respirar, debido a que intentaba aguantarse las ganas de jadear–. Puedo esperarte el tiempo que necesites.
Se sintió feliz al escuchar aquello, después de todo, eso demostraba que la quería–. Lo estoy desde aquella noche en que me regalaste el colgante.
Hacía ya tres meses de aquello. –Si de verdad, es lo que quieres. Lo haremos. –quitó su mano, para que ella pudiese continuar por donde lo habían dejado.
Asintió con una sonrisa y le quitó el boxer a Kinomiya. No tardó mucho en acariciar, besar, morder y lamer el miembro. Poco a poco lo introdujo en su boca y empezó a hacerle una especie de vaivén.
Takao respiraba muy agitado, escapándose algún jadeo que otro al no poder aguantarlo, aunque lo intentase–. Ah –agarró las sábanas con fuerza. De seguir así, aquello terminaría rápido. –Cariño. Vas a hacer que…
Entendió el mensaje y abandonó el miembro para subir hacia su pecho y besarlo. Cambiaron sus posiciones de nuevo y fue el turno de Takao, quien se deshizo de la falda y las bragas de la chica. La abrió de piernas y empezó a lamerle y los muslos, haciendo un recorrido cada vez más cerca de su parte íntima.
–Takao, hazlo ya –le pidió con desesperación, agarrándose fuerte a las sábanas. El dejó lo que estaba haciendo y la levantó un poco de las caderas, para empezar a penetrarla con cuidado y despacio. Él buscó su boca, penetrándola más. Ella no pudo contener sus lágrimas y él se detuvo para permitirle que se acostumbrara al dolor. La chica fue quien le indicó cuando estaba lista, al mover su cadera, haciendo que él, comenzase a moverse. Cada vez lo hacían más deprisa y ambos jadeaban de placer.
–Dame más –pedía en un alarido. Comenzaron a besarse a la vez que se abrazaban y se movían más deprisa–. Takao, no pares.
–Ah –gimió Kinomiya. Ambos sentían que el clímax estaba por llegar–. Me vuelves...loco –aunque estaba falto de aire, le empezó a besar el cuello hasta llegar a sus pechos donde comenzó a pegarle pequeños mordiscos, haciendo crecer la excitación de Hiromi.
–Ah, Takao –le agarró del cabello. Takao al escuchar su nombre, no pudo evitar que su excitación creciera también y no pudo evitar explotar dentro de ella. Cuando finalizaron sus movimientos, ambos estaban intentando respirar, ya que todo había sido muy intenso. Takao apoyó su frente con la de Hiromi.
–Te amo –dijeron al unísono. Se sonrieron y se dieron un beso. Takao salió de ella con cuidado. Se tumbó boca arriba, junto a ella y se taparon con las sábanas. Hiromi acomodó su cabeza en el pecho de Takao, mientras que este le hacía caricias rodeándole con su brazo y la besaba en la cabeza. Así se quedaron dormidos.
Takao&Hiromi
A la mañana siguiente...
Takao despertó y vio que Hiromi seguía durmiendo y que estaba abrazada a él. Sonó su móvil–. Oh, vaya, ¿quién será? –se preguntó en un susurro. Apartó con cuidado a Hiromi para no despertarla. Se levantó de la cama y se puso de pie. Caminó hasta sus pantalones que estaban en el suelo y lo cogió, sacando de ahí su móvil. No tardó en pulsar el botón y en contestar– ¿Diga? –preguntó en voz baja para no despertar a la chica.
–¿Cómo que diga? ¿Dónde demonios te has metido? ¡Llego toda la tarde de ayer esperándote, jovencito! ¡Será mejor que tengas una buena explicación para esto…! –le gritó su abuelo al otro lado del teléfono.
–Shhh… no grites, no estoy sordo, abuelo –miró hacia la chica unos segundos, esperando no haberla despertado, aunque parecía que no era así porque ya comenzaba a moverse.
–¡¿Por qué me hablas tan bajo?! ¡Cómo no tengas una buena excusa…! –Hiromi le quitó el móvil a Takao.
Kinomiya iba a contestar cuando Hiromi le quitó el móvil y se lo llevó a su oreja–¿Abuelo? No te enfades con él, ha sido culpa mía. Le pedí que se quedara porque me dan miedo las tormentas y no te pudo llamar porque no tenía cobertura por la tormenta–. Entrelazó su mano con la de Takao–. No podía dejar que se fuera tampoco con lo que estaba lloviendo, así que se ha quedado aquí a dormir. De verdad lo siento mucho. –se disculpó, esperando que esa excusa fuese buena para convencer al hombre.
–No pasa nada. Sólo espero que arregléis las cosas entre vosotros dos. Me gustaría que volvieses a ser mi nieta. –aclaró–. De todas formas dale un buen tirón de orejas de mi parte. Adiós.
Rió ante el último comentario del hombre–. Sí, lo haré. Adiós –se separó el móvil de la oreja y pulsó el botón para colgar la llamada.
El joven de cabellos azules le miraba a sabiendas de lo que le diría la chica–. Un tirón de orejas, ¿verdad?
–Sí –se acercó lentamente hacia él.
–¿Y me lo vas a dar? –le preguntó, imitando a Hiromi en el gesto.
–No lo sé, eso depende –contestó juguetona. Y acortando más la distancia entre ambos, le dio un beso en los labios–. Buenos días.
–Buenos días, ¿has dormido bien?
–Sí, genial –le contestó, abriendo sus brazos para abrazarle, dándole un beso en el hombro derecho– ¿Y tú?
–De maravilla –confesó, correspondiéndole el abrazo, dándole un beso en el cuello. Sonó el móvil y la chica rompió el abrazo para darle el móvil a su novio, ya que todavía lo tenía en la mano. Kinomiya lo aceptó–. ¿Y ahora quien será? ¿Diga?
–Hola Takao –saludó Max.
–Hola Maxie. ¿Qué pasa? –preguntó, ya que era raro que lo llamase a esas horas.
–Pues que hemos cancelado el entrenamiento por lo de la tormenta.
–Ah, ¿ya saben los demás? –Hiromi comenzó a besarle y a acariciarle el pecho.
–Sí, sólo faltabas tú. ¿Viste la tormenta de ayer? Fue tremenda.
–Pues... –Hiromi fue haciendo un recorrido de besos hasta llegar al miembro de Takao, donde le dio un pequeño mordisco en la punta–. Ah –se le escapó un gemido.
–¿Takao? –preguntó al creer escuchar algo raro.
–Ah, claro Maxie fue como tú dices –intentó disimular y miró a la chica, quien al parecer no iba a dejar lo que estaba haciendo.
–¿Te encuentras bien?
Takao empezaba a respiraba con dificultad–. Cla...ro. ¿Por qué lo... preguntas? –ponía todo su empeño en intentar disimular, pero Hiromi no se lo estaba poniendo fácil.
–No sé...–aquella forma de contestar no era típica en Takao, pero a lo mejor eran imaginaciones suyas–… bueno, ¿conseguiste a Dragón?
Hiromi dejó el miembro de Kinomiya y lo empujó lentamente para hacerle retroceder y recostarlo en la cama. De nuevo no dudó en ponerse sobre Takao y con su mano, jugar con el miembro del chico–. Sí –contestó como pudo.
–¿Hiromi te descubrió?
Contestó en un gemido–. Sí.
–¿Y qué pasó?
–Hablamos. –contestó, viendo que la chica le sonreía con cierta picardía, al saber que se lo estaba poniendo difícil con la conversación entre él y su amigo.
–¿Os habéis reconciliado?
–No veas…como –Hiromi se agachó y le besó en los labios, para después reírse juguetonamente.
¿Gemidos? ¿Contestaciones entrecortadas? ¿La risita de Hiromi? No había duda de que se habían reconciliado como Takao le había dado a entender. Pensó que su amigo más bien parecía estar ocupado 'en otro tipo de cosas'. Sonrió y pensó que le contestaría su amigo ahora–. Te encuentro algo agitado. ¿Qué haces?
–Tranquilo Maxie... estoy corriendo. –Aguantó un gemido y al ver que aquello cada vez iba a más, decidió que lo mejor era finalizar aquella conversación cuanto antes–. Maxie... tengo que colgar.
Rió ante aquella excusa–. Jajaja, claro. Bueno me alegro de que os hayáis reconciliado y no corras mucho. –finalizó, volviéndose a reír–. Adiós.
–Adiós –apretó el botón y dejó caer el móvil en la cama. Se incorporó y agarró a la chica, tirando de ella para dejarla caer sobre la cama, cambiando así sus posiciones–. Niña mala, eso no se hace –fingió regañarle. Dicho esto, comenzó a besarla sin parar en el cuello– ¿Te gustaría que te hiciera eso a ti mientras hablas por teléfono con tus amigas? –le dijo entre besos.
–Jajaja, puede –contestó, siguiendo con el juego.
Abandonó el cuello de la joven y la miró con una sonrisa–. Esta noche te vas a enterar. Voy a hacerte el amor por cada bofetada que me distes ayer.
–¿Y por qué esperar? –le preguntó con picardía.
–Te amo –le dijo el joven de cabellos azules con una sonrisa.
–Yo también a ti –le contestó, acortando la distancia con el joven para besarle con dulzura.
Y de nuevo comenzaron a desatar su pasión igual que lo hicieron el día anterior, jurándose amor eterno.
Takao&Hiromi
FIN
Bueno, este es el último capítulo de Vacaciones, espero que os haya gustado. Gracias por sus reviews a: Aikuri, Takaita Hiwatari, Gabe Logan, Misha–chan y Triple G. Gracias, vuestros comentarios me han reanimado un poco, ya que pensaba que este fic no lo iba a leer nadie.
Eso ha sido todo, cuidaos mucho, xao.
