Holaaa... Soy Atomik27 y soy nueva en este fandom.
Creo que todos aquí han pasado por lo mismo. En serio, pensé que mi amor por los furries había acabado, hasta que vi al Sr. Lobo. Diría «Que la Virgen de Guadalupe me lo sople», pero aunque sea una caricatura, el señor Lobo tiene pareja —obviamente me refiero a Diane—. Respeto a las parejas sin importar que sean de ficción.
En fin. Tuve la idea de escribir esta historia hace años. Aunque en realidad era una adaptación de una película que ya existe —he visto que muchos lo hacen, no me juzguen—. En serio espero que disfruten de esta historia. Amo a los tipos malos. Se volviómi peli favorita desde que la vi. Literalmente la veo todos los días. Ya me sé sus diálogos.
Jonas Vagner
Todos se divertían en la gran boda que se llevaba a cabo, y bailaban al ritmo de Focus. No había preocupaciones, solo pura diversión, hasta que el grito de una mujer se escuchó en todo el salón de baile. No era cualquier mujer, era la novia. La música se detuvo al igual que los invitados dejaron de bailar.
Voz de Lobo: Sí, así solían gritar cada vez que me veían, pero les juro que no estoy involucrado en esta ocasión.
—¡¿Qué hace esa cosa en mi pastel?! —la mujer llena de frustración señala el pastel que tenía como muñeco de bodas una figura de acción junto a la muñeca de la novia.
Ok, puede que sí esté involucrado.
El equipo de ex criminales intercambiaron miradas desde sus posiciones.
—Ay, no —dijo Redes que estaba trepada en una columna griega decorativa.
Todo el equipo posó su mirada en un extraño mapache mal vestido, sin pantalones, todo despeinado y medio calvo. Este les devolvió la mirada para luego fijar sus ojos en la figura de acción.
—¿Wolf? —preguntó Diane en voz baja.
—Sí, esto podría ser un problema —contestó Wolf.
Sé lo que están pensando, pero les prometo que no es lo que parece.
Sé que miles de preguntas pasan por la mente: ¿Qué está pasando aquí? ¿Quién se está casando? ¿Quién es ese mapache y por qué está sin pantalones? ¿Quién es esta fémina de espectacular figura que está a mi lado y cómo conseguir su teléfono? Se llama Diane y, una vez se los digo, no está disponible. Pero no nos desviémos del tema. Todo tiene una explicación. Para contestarte es necesario regresar al principio, es decir, hace unos días atrás.
Tres días antes…
Los ex tipos malos entraron a la que solía ser su antiguo hogar. En ocasiones, los cinco amigos se juntaban allí para compartir y recordar viejas anécdotas que ahora formaban parte de su pasado. El lugar estaba vacío a excepción de la refrigeradora y un juego de sala con su mesita de centro. Diane se los había obsequiado. Sabía por experiencia propia que sus amigos tendrían un gran lazo con ese lugar —Garra Escarlata seguía conservando su antigua guarida después de todo—.
Habían pasado un par de meses desde que habían salido de prisión. Cada uno había tomado un rumbo diferente conforme a sus talentos; sin embargo, siempre estaban juntos. Piraña trabajaba en un restaurante cinco estrellas, solían llamarlo para que cante todas las noches de fin de semana; Redes estaba trabajando con Diane como su asistente; Tiburón formaba parte de un elenco de teatro, poniendo en práctica sus habilidades de actuación; Serpiente trabajaba con el equipo de policías, algo que nunca pensó hacer, no tenía un rango alto pero apoyaba a sus compañeros a pensar como criminal y poder resolver cualquier caso; y Wolf usaba su capacidad de convencimiento en una agencia de marketing y ventas, recibía excelentes comisiones por las ventas insuperables que realizaba. Todo era diferente ahora que habían comenzado de nuevo y los ciudadanos los habían aceptado. Sin embargo, dentro de ellos estaba el deseo de hacer algo emocionante como antes.
—Flor corrida de diamantes —dijo Serpiente con tono triunfante mientras mostraba las cartas que tenía en su cola—. Gané.
Todos refutaron.
—Estás haciendo trampa —lo acusó Tiburón.
—Nop. Es pura habilidad —dijo Serpiente.
—Sí, habilidad de hacer trampa —refutó Redes.
—¿Qué dicen? ¿Otra partida? —preguntó Wolf mientras recogía los naipes.
—Deberíamos de cambiar de juego. Otro juego de cartas y voy a gritar —dijo Tiburón para luego suspirar.
—¿Damas chinas?
—Aburrido —refutó Piraña—. Deberìamos tener una mesa de billar.
—O tal vez podríamos comprar una consola de videojuegos —propuso Redes.
—O podrías pedirle prestado su consola a Eddie —dijo Piraña con el propósito de fastidiar a Redes.
La tarántula puso los ojos en blanco. Todos rieron a excepción de ella. Eddie era una joven tarántula macho que trabajaba como pasante en la oficina de Diane. Era tonto, un freaky y no dejaba de coquetearle cada vez que podía.
—Ni en un millón de años —contestó ella, claramente fastidiada.
—Prometo traer un juego de mesa de mi viaje —dijo Tiburón.
Tiburón había logrado formar parte de un elenco de teatro, y había estado practicando para la nueva obra donde sería el protagonista principal. La obra había tenido mucho éxito al punto de ser contratada por otro teatro al otro lado del país durante el fin de semana. Estaba emocionado, jamás había pensado que ese sueño escondido que tenía se estaba cumpliendo. Ser bueno traía cosas realmente buenas.
—¿Cuándo regresas? —preguntó Wolf.
—La próxima semana —contestó Tiburón animado—. Diane fue muy buena al darnos su jet privado para viajar.
—Por cierto, ¿cómo va Diane con el tema de Mermelada? —preguntó Serpiente.
Si bien el asunto con el Dr. Mermelada había sido resuelto al llevarlo tras las rejas por largo tiempo, habían algunos cabos sueltos que nadie había previsto. Como el hecho de que el bandido roedor había usado el dinero de diversas fundaciones del estado para poder costear su elegante casa y su ostentoso laboratorio. Sus ingresos estaban muy por debajo de las grandes deudas que tenía en los bancos. El interés de los préstamos aumentaba cada día, y todo caía sobre Diane, quien como gobernadora tenía que dar solución a dicho desastre, pagar la deuda que recae en el estado.
—Se piensa proponer una solución con los bancos —dijo Redes—, pero no es del todo oficial. Primero lo tendría que aprobar el ministro de economía.
—¿No era ese sujeto que fue contrincante de Diane en las elecciones? —preguntó Piraña—. ¿Cómo se llamaba? ¿Patrick?
—Sí, idiota Patrick —contestó Wolf con disgusto.
—Va a poner obstáculos, eso es seguro —dijo Redes—. Lo malo de toda esta situación es que el proyecto ambiental que Diane planeaba realizar va a ser pospuesto hasta quién sabe cuando.
—¿Qué trato quieren hacer con él? —preguntó Serpiente.
—La idea es llegar a un acuerdo con los bancos. Pagar solo la mitad de la deuda, y que el resto lo pague Mermelada luego de cumplir su sentencia —contestó Wolf algo preocupado. Sabía que en parte era causante de dicho desastre financiero o el retraso del proyecto ambiental de Diane. La gobernadora había estado usando parte de su tiempo en reducir la sentencia de él y sus amigos. Habían salido por buena conducta, pero detrás de todo estaban las buenas conexiones de Diane. Todo el equipo se sentía en deuda con ella.
La alarma del reloj de Redes sonó.
—Op, 5:20. Se me hace tarde. Tengo que estar en una reunión con la jefa —dijo Redes refiriéndose a Diane.
—Voy contigo —dijo Tiburón—. Tengo que alistar mis cosas para mañana.
—Hasta luego, amigos. Y, hey, Redes —la llamó Piraña—, saludos a Eddie.
—Idiota —dijo Redes saliendo del lugar.
—Sabes que a ella no le agrada Eddie —dijo Wolf.
—Sí, pero es divertido molestarla —dijo Piraña.
—No he dicho que no lo sea.
Ambos se ríen.
—Me retiro. Tengo una presentación dentro de una hora —dijo la piraña para luego marcharse.
—Que te vaya bien —le dijo Wolf.
El lobo dirigió su mirada al único amigo que quedaba. Serpiente estaba recorriendo la guarida mientras observaba cada centímetro del lugar. No había mucho que ver, estaba casi vacío. Solo recordaba cómo es que ese lugar estaba lleno de todas las cosas robadas. Había pasado el tiempo y su enfoque había cambiado, pero no podía evitar sentirse nostálgico.
—¿Todo bien, amigo? —preguntó Wolf desde el sofá.
—Sí. Solo recordaba —dijo Serpiente mientras tocaba con su cola una grieta en la pared. Se había formado luego de una tarde en que Tiburón se había molestado al perder en una partida de naipes y quedarse sin su paleta. De la ira había arrojado una bola de bolos y había chancado la pared.
—La evidencia de la procrastinación —dijo el lobo recordando que siempre se proponían arreglar esa pared, pero nunca lo habían hecho. Se acercó y comenzó a tirar pequeños golpes a la grieta—. Creo que se tendría que romper la pared y… oh, oh…
Sin querer, había logrado derribar la grieta y ahora solo se veía el interior de la pared hueca.
—Genial, ahora sí vamos a tener que arreglarla —dijo Serpiente de mala gana.
Miró dentro del agujero para examinar el daño. Había retazos de madera, polvo y un muro de ladrillos. Al parecer ese espacio había estado hueco antes de que ellos ocuparan el lugar. Serpiente inspeccionó el agujero con su cola.
—¿Qué es esto? —dijo la serpiente sacando una pequeña cajita de lata—¿Es de alguno de ustedes?
—No lo creo. Déjame ver —dijo Wolf tomando la cajita en sus patas. La observó un rato y la abrió. Dentro se encontraban algunos boletos antiguos, un par de postales ilegibles y una tarjetilla de un hombre con peinado extraño.
—¡Ja! Vaya peinado —se burló Serpiente.
Wolf se rió del comentario.
—Jones Vagner —leyó Wolf en la tarjetilla.
—¿Quién es ese?
—Ni idea.
—¿No son esas cosas de colección que valen billetes? —preguntó Serpiente.
—Es probable. Tal vez 300 dólares como mínimo. Son suficientes para reparar el daño en la pared y algo más. Vamos, conozco un sitio. Cierran a las 6 —dijo el lobo corriendo hacia la salida de la guarida.
—Espera, ¿no crees que deberíamos enviársela a Redes para que nos dé información? —dijo Serpiente.
Wolf miró su reloj en su muñeca:
—No hay tiempo. Además, debe de estar en su reunión.
Wolf y Serpiente entraron a una tienda de antigüedades. Estaba llena de artículos antiguos y de colección. Era propiedad del Sr. Raccoon, un mapache con traje marrón, caracterizado por ser un tipo muy alegre pero solitario.
—Buen día, caballeros. ¿En qué puedo interesarles hoy?
—Realmente esperamos interesarle a usted en algo, Sr. Raccon —dijo Wolf.
—En realidad, se pronuncia racún. Es con doble O. Bueno, ¿qué tienen para mostrarme?
El lobo le muestra la tarjetilla.
—Ahh… —el mapache toma la tarjetilla y comienza a observar al detalle con una pequeña lupa—. A ver… Hmm… Es un cromo muy viejo, claro está. Pero está en muy buenas condiciones, mis amigos. No tiene pliegues, dobleces o ralladuras. Incluso la impresión sigue siendo perfecta. Pero nada de eso es sinónimo de valor. Siendo honesto, desconozco quién es ese Jones Vagner. Lamento decirles que este cromo no tiene valor. Pero, para que no se vayan con las manos vacías, les puedo dar 100 dólares por el cromo.
Wolf lo mira y sonríe.
—¡Ja!, me parece que nos toma por estúpidos, Sr. Raccoon. Perdón por su tiempo —dijo quitándole el cromo de las patas para luego dirigirse a la puerta con su amigo.
—Está bien, está bien. Me han atrapado —dijo haciendo que se detengan.
Los dos amigos sonrieron y regresaron al mostrador.
—En serio, lo siento, amigos —se disculpó el mapache—. Son cosas del oficio. Comprendanme. El cromo vale más. Les doy 200 por él.
—Uh… ¿Es lo más que nos puede ofrecer? —preguntó Wolf.
—Mira, amigo, 200 está muy bien por ese cromo.
—450 mínimo.
—¡¿Mínimo?! Ni hablar.
—Está bien, adiós.
—No, espera. Está bien. ¿250?
—400
—275 y ni un centavo más.
—450 y ni un centavo menos.
El mapache se inclinó para mirar fijamente al lobo que tenía enfrente.
—Sr. Wolf, ¿verdad? Lo vi en las noticias —dijo para luego reírse de forma amical—. Amigo, tienes un don. Has ganado. 450 dólares por el cromo. ¿Lo tomas o lo dejas?
—Lo tomamos —dijeron los dos.
El mapache se rió y les dió el dinero por el cromo.
—Sr. Raccoon, fue un placer hacer negocios con usted —dijo Wolf.
—Créeme, amigo, el placer fue todo mío.
Los dos amigos salieron de la tienda de antigüedades con rostro triunfante y el dinero en la mano.
—Se nota que nos has pedido el talento, mi amigo —dijo Serpiente.
—Gracias. ¿Qué te parece darle la sorpresa a los demás mañana? —propuso el lobo.
—Me parece bien. La idea de la mesa de billar no estaba mal.
—Primero lo primero. Repararemos la pared y veremos si podemos comprar algo que se ajuste al presupuesto que queda.
Al día siguiente…
Eran las 6 a.m. y la alarma había comenzado a sonar. Ambos gimieron en protesta. Wolf se sentó y apagó el despertador para luego volver a echarse en la cama y abrazar a su compañera.
—¿No vas a despertar? Tienes una reunión a las 9.
—Cinco minutos más —dijo Diane acercándose más al lobo.
Wolf rió.
—¿En serio? ¿Cinco minutos? —dijo en tono coqueto.
—Eres un idiota, ¿lo sabías? —dijo ella para luego abrir los ojos y sonreír al verlo—. Buenos días.
—Buenos días —le saludó él sonriente—. Espero que hayas tenido un buen descanso, señora gobernadora. Hoy tienes reunión con el ministro.
Diane puso los ojos en blanco.
—Detesto a ese tipo —se quejó.
—Lo sé. Ánimos. Te prepararé el desayuno —dijo él.
Le dió un beso rápido en la mejilla para luego levantarse de la cama, ponerse una bata y salir rumbo a la cocina.
La relación que tenía con Diane era perfecta, al menos eso intuía. No había tenido relaciones antes, después de todo, la gente siempre huía de él. La gobernadora fue la única se había atrevido acercarse y mostrarse transparente con él y sus amigos. No los veía como los demás antes, ni mucho menos ahora.
Luego de ser llevados a prisión, no había día de visita que Diane se perdiera. Se enviaban cartas, y en ocasiones traía al gatito para que Wolf lo pudiera ver.
Una semana después de salir de prisión, su relación fue oficial. Habían decidido mantener la vida privada lejos de las cámaras, pero no había nada que se le escapara a Tiffany Chismera —el apellido lo llevaba por una razón—, pues ambos iban juntos a cualquier evento que se presentara.
Al llegar a la cocina, el lobo prende el hervidor y coloca dos rebanadas de pan en el tostador. Abre el refrigerador para sacar la caja de leche y al cerrarla se encuentra con alguien.
Miau.
El pequeño gatito que había rescatado aquella vez estaba frente a él. Diane lo había estado cuidando durante el tiempo que Wolf había estado cumpliendo su sentencia. Le había dado hogar, comida e incluso un nombre. Entre las muchas visitas que había hecho a Wolf, un día Diane llegó junto con unos papeles de adopción. Legalmente, el felino le pertenecía al Dr. Mermelada, pero al estar él tras las rejas, Diane había decidido adoptar al pequeño Tobby; así fue como él y Diane lo nombraron.
—Buen día, pequeño —dijo Wolf tomando al minino entre sus brazos—. Despertaste temprano. ¿Tienes hambre? ¿Qué te parece leche y tus croquetas favoritas?
Miau. El pequeño felino sobó su cabeza contra el pecho del lobo.
Wolf vertió la leche en un tazón para luego dárselo a Tobby. Sacó los waffles y los colocó en un plato junto con algunos arándanos, fresas y miel. Era el desayuno favorito de Diane. Puso a hacer otros en la wafflera y se dirigió a sacar las croquetas de gato.
—Parece que vamos a tener que comprar más —dijo observando que el recipiente estaba casi vacío.
—¿Se acabaron? —preguntó Diane entrando a la cocina.
—Eso parece —dijo Wolf mientras colocaba dos tazas de café.
Diane se sentó en la mesa, no sin antes acariciar al pequeño minino.
—Buen día, pequeño Tobby.
Miau.
Después de tanto tiempo conviviendo juntos, Tobby había tenido un gran aprecio por la volpina.
Wolf se sirvió sus waffles y, mientras comía, observó el panorama frente a él. Estaba desayunando con Diane, la hermosa volpina que hacía que su cola se moviera y su pelaje se esponjara cada vez que estaba cerca a ella. La amaba demasiado. Al lado estaba Tobby, el pequeño y adorable gatito con quien había hecho conexión aquel día que lo había bajado del árbol. Los tres juntos desayunando en la mesa de la cocina era... Como una escena familiar, pensó.
—Gracias por el desayuno —dijo Diane recogiendo los platos y las tazas de la mesa, para luego proceder a lavarlos.
—De nada, señora gobernadora —dijo él con tono coqueto.
—¿Estás libre? ¿Me acompañas a la oficina hoy? —le preguntó.
—¿Quieres que te acompañe a la reunión con el idiota de Patrick?
—Pues me gustaría contar con alguien que pueda evitar que me lance a golpearlo.
Wolf rió por lo bajo. Se levantó de su asiento y abrazó a Diane por detrás.
—Créeme, golpearía a ese tipo antes de que te dieras cuenta —dijo Wolf para luego besar la mejilla de Diane—. Estaré allí. Podría ser como tu asistente, aunque preferiría asistirte en otras cosas.
Diane simplemente salpicó un poco de agua en la cara del lobo.
—¡Hey! —se quejó él.
La volpina solo rió.
Diane y Wolf llegaron a las oficinas del gobierno. En el camino hacia la oficina de la gobernadora, todos los saludaban. Para nadie era secreto que ambos tenían una relación. Muchas veces llegaban juntos en la mañana.
—Buenos días, gobernadora, Sr. Wolf —saludó una secretaria.
—Buen día —saludó la pareja.
—Sr. Wolf, ¿tienes los chocolates suizos?
—Por supuesto —dijo el lobo entregando un paquete a la joven
—Oh, amo estos chocolates. Son los mejores. Gracias —dijo ella para luego retirarse.
—Buen día —saludó un señor de traje plomo—. Wolf, ¿tienes entradas para la obra de teatro de mañana?
—Firmadas por Tiburón —dijo él entregando dos boletos.
—Gracias. Acabas de salvar mi aniversario de bodas y el tener que dormir en el sofá, amigo —dijo para luego irse.
—Tiburón me dió entradas extra —le comentó a Diane.
—Hola, Diane, Wolf… —saludó otro joven para luego acercarse al lobo con una actitud sospechosa—. Amigo, ¿tienes lo que te pedí?
—¿Aniquilación final 4? Por su puesto —dijo Wolf enseñandole el videojuego.
El joven tomó el videojuego con alegría.
—Genial. No llega aquí sino hasta noviembre —dijo el joven para luego irse feliz.
—¿Es ilegal? —preguntó Diane con curiosidad.
—No. Llegó un lote de esos desde Japón —contestó el lobo—. Solo que está en japonés, pero supongo que no le importará.
—Espero que no. Iré con Judith, de contabilidad. Nos vemos luego —le dijo Diane para luego entrar a una de las oficinas.
—Hola, Wolf —saludó Eddie. La tarántula se había posado en el hombro del lobo—. Dime, amigo, ¿has hablado con Redes? ¿Va a salir conmigo?
El lobo rió.
—No a ambas preguntas —dijo Wolf.
La tarántula macho se quejó:
—¿Qué quieres, Wolf? Tengo piezas de colección, cómics, figuras de acción… Valen un montón. Lo tengo todo.
—Woh… Calma, amigo —le dijo Wolf colocándolo en una mesa de escritorio—. Escucha, Eddie, me encanta… tu rollo friki moderno, pero mira a Redes —dijo señalando por lo bajo a su amiga—. Tengo contactos, pero no hago milagros, ¿sí?
Dicho esto, el Sr. Wolf se acercó a la pequeña kitchenette para servirse en vaso eco amigable de café —Diane se tomaba muy en serio su plan ecológico—, para luego ir donde el escritorio de su amiga.
—Hey, Redes. ¿Qué haces? —le preguntó el lobo.
—Estoy probando la seguridad del sistema de información del gobierno para evitar que intrusos accedan a ella de forma ilegal. Básicamente lo que solía hacer antes, solo que al revés —dijo para luego despegar su mirada de la computadora—. ¿Todo bien? Serpiente dio aviso que tenías algo que decirnos en la guarida. ¿Qué es?
—Es una sorpresa —dijo Wolf mientras tomaba el periódico del escritorio—. ¿Es de hoy?
—Claro. Ya lo he leído. El artículo principal ha sido la noticia del día en todos los medios de comunicación. Tendencia en todas las redes sociales.
El Sr. Wolf tomó un sorbo de café y, luego de ver la portada del periódico, lo escupió.
—¡Hey! ¡Cuidado, hay documentos importantes aquí! —se quejó Redes—. Eh… ¿Wolf? ¿Estás bien? —le preguntó al ver que el lobo estaba en shock.
—D-Dile a Diane que surgió un imprevisto y que la veré para el almuerzo —dijo todo apresurado mientras se dirigía a la salida.
Rápidamente subió a su auto y llamó a Serpiente.
El número que usted ha marcado está ocupado.
Pisó el acelerador, tenía que llegar antes.
Espero que hayan podido disfrutar de este primer capítulo. No olviden apoyarme con un review. Se los agradecería mucho.
