Capítulo 7: La misión de Maui
Maui dio un vistazo una última vez antes de marcharse a su trabajo. Sabía que Della podía ser imprudente, pero confiaba en que ella y Scrooge McDuck pudieran cuidar bien de los trillizos. Ese día tenía un caso especialmente complicado y sabía que debía enfocarse en este si quería que todo saliera bien.
Lo primero que hizo al llegar a su oficina fue revisar los datos que tenía sobre el caso. Su mirada se posó en Lorenza. Ella parecía ser una buena muchacha y su familia parecía opinar lo mismo. Cada vez que hablaba con los amigos y la familia de la joven podía notar el cariño que le tenían a la joven. Pero eso no era lo único que había notado.
Cuando habló con Lorenzo pudo notar algo en su mirada que le era conocido. Él había hablado con cariño sobre su hermana y usó las mismas palabras que los demás habían empleado. A simple vista no había nada fuera de lo normal, pero él sabía que no era así porque había algo en su mirada que le resultaba familiar, algo que había visto en los ojos de Della.
"Será mejor que vuelva a hablar con él", pensó Maui mientras colocaba un post it sobre la fotografía del hermano de la víctima. No era su único sospechoso, pero si el principal de ellos. Lorenza no tenía enemigos ni se sabía de nadie que quisiera hacerle daño. Tampoco se sabía de un novio, pero Maui sospechaba que sí había un interés amoroso. Había leído el diario de la joven desaparecida y en ese cuaderno habían varias anotaciones sobre alguien a quien amaba por lo que existía la posibilidad de que ella hubiera escapado con esa persona cuyo nombre no llegó a mencionar, ni siquiera en las páginas de su diario.
Le pidió a Lorenzo que se presentara en su oficina de inmediato. Él le dijo que se presentaría después de clases, pero Maui tenía el presentimiento de que el joven no lo haría. Esperaba estar equivocado. También llamó a la mejor amiga de Lorenza, convencido de que si había alguien que supiera de algún posible noviazgo.
Maui se sentía frustrado. No había tenido ningún avance en el caso y eso le frustraba. Su experiencia como detective le había enseñado que todos los minutos contaban y que estos podían hacer la diferencia entre la vida y la muerte. Su mirada se posó en la pizarra, tratando de crear nuevas conexiones o de aclarar las que ya había definido.
Después de varios minutos supo que Lorenzo no se presentaría así que decidió ir a visitarlo a su casa La reacción de los padres de Lorenza hicieron que sus sospechas aumentaran considerablemente. Nuevamente deseó estar equivocado.
—¿Por qué quería hablar con nuestro hijo? —la madre era la que se veía más molesta.
Maui no la juzgaba. Él era padre y sabía que si algo le pasara a uno de sus hijos no podría soportarlo. Sabía que como detective podía hacer algo para ayudarlos y no estaba dispuesto a detenerse hasta que esa joven pudiera regresar a casa de sus padres.
—Buscaba información, algo que pudiera ayudarme a dar con Lorenza.
—Nuestro hijo nunca le haría algo a su hermana, él la adora —Claudio lucía ofendido ante lo que creyó era una acusación a su hijo. No estaba del todo equivocado.
Tampoco juzgaba al padre. A él no le gustaría que hicieran una acusación tan fuertemente contra uno de usted hijos. Pero ante todo era un detective y debía cumplir con su trabajo, había vidas que dependían de ello.
—Nunca dije lo contrario.
Maui no tuvo el valor para decirles que Lorenzo era su principal sospechoso y que dudaba que el afecto que le tuviera a su hermana fuera fraternal. Tampoco lo consideró necesario, prefería no molestarlos con lo que eran solo sospechas.
—¿Puedo hablar con él?
—No entiendo para qué.
—Para buscar pistas, quiero descartar que no intenten nada en su contra.
Los dueños de la casa lo dejaron entrar aunque no se veían contentos con la idea. A simple vista no había nada fuera de lo ordinario, pero un ojo para el detalle podía ver más allá de lo que se ocultaba.
Habían manchas de barro en la ventana, algunas le recordaban a la huella de un zapato, La reacción de los padres le hicieron saber que ellos creían que su hijo estaba en la casa.
—¿Alguna idea de dónde pueda estar?
Ambos negaron. Ninguno quiso decir algo que pudiera comprometerlo.
Maui siguió con su observación. La huella parecía ser de entrada y no era la única, cerca de la cama había varias manchas de lodo. Levantó el colchón, sospechando que este era el típico escondite de cualquier adolescente.
Encontró una revista PlayDuck, nada extraño tratándose de un adolescente. Della solía tener más de una debajo de su cama, a él no le llamaban la atención demasiado.
—No puedo creer que mi hijo tenga esa clase de cosas —Martina estaba notablemente avergonzada.
—No tiene nada de extraño, es un adolescente y es normal que ciertas cosas le den curiosidad.
Lo que sí le preocupaban eran los tranquilizantes que se encontraban ocultos.
—¿Lorenzo tenía problemas para dormir?
—Sí, desde hace unos meses. Yo mismo lo llevé a la farmacia para que pudiera tomarse su tratamiento el mes pasado y mañana debíamos ir por más.
Maui revisó el envase, estaba vacío. Era normal teniendo en cuenta que debía comprar más, pero el instinto de Maui le decía que no era así y que, si estaba en lo correcto, podría estar cerca de resolver el caso.
—¿Sabe de algún lugar al que vaya su hijo cuando este triste?
—Suele salir a andar en bicicleta.
—¿Podrían mostrarme la bicicleta?
Claudia le mostró el lugar en el que, se suponía, estaba la bicicleta. Maui pudo notar la molestia y tristeza en su rostro y sabía que él no estaba ayudando para que se sintiera mejor. No creía que pudiera hacer algo por ella, por más que lo deseara.
—Gracias por su colaboración. Si llegan a enterarse de algo, lo que sea, no duden en decirme.
Maui decidió buscar el sitio que Lorenzo acostumbraba a visitar. Siendo un adolescente le parecía de lo más natural que se hubiera asustado al ser convocado nuevamente, en especial si ocultaba algo y Maui cada vez estaba más convencido de esto último.
Encontrar una huella de bicicleta lo hizo cambiar de dirección. Su ojo para el detalle inmediatamente reconoció el patrón del neumático de la bicicleta. Ver que está había tomado una desviación hacia uno de los sitios más apartados del bosque hizo que sospechara aún más. Decidió transformarse en ninja, temeroso de haber perdido demasiado tiempo.
Corrió lo más rápido que pudo y solo se detuvo cuando llegó a una cabaña abandonada. Ingresó de inmediato, tratando de ser lo más sigiloso posible. Nadie notó su presencia, pero él sí notó a los habitantes de esa casa. Uno de ellos era Lorenzo y la otra era Lorenza. La última se encontraba atada a la cama, inconsciente y amordazada.
Maui colocó su bõ contra el pecho de Lorenzo. Para él era evidente que Lorenzo era el culpable, no solo porque sabía dónde estaba su hermana, sino por la forma en que sostenía a su hermana. Se había apoyado sobre ella y la estaba asfixiando con una almohada bastante deteriorada y con muchos restos de suciedad.
No lo golpeó con demasiada fuerza, solo quiso asegurarse de que no siguiera maltratando a la adolescente. Lorenzo intentó atacarlo, pero no fue lo suficientemente rápido. Dejó su bõ de lado y presionó su cuello, sabiendo que eso lo dejaría inconsciente, pero no lo lastimaría. Cold Shadow se apresuró en revisar los signos vitales de Lorenza, sintiéndose aliviado al comprobar que estaba con vida.
Le aplicó primeros auxilios, logrando que su respiración se normalizara un poco. Llamó a una ambulancia antes de tomar a los dos hermanos y llevarlos a un lugar donde pudieran ser atendidos, pues sabía que no había tiempo para perder.
Encontró a la ambulancia las afueras del bosque. Deshizo la transformación antes de que pudieran verlo y se apresuró en hacer todo tipo de señales para que pudieran localizarlo.
—En seguida nos encargaremos de ellos.
—Él solo está inconsciente, debe ser arrestado de inmediato.
—¿Por qué? —preguntó el oficial al que había llamado.
Maui se lamentó por el hecho de que viviera en un pueblo tan pequeño. Admitía que era más tranquilo y que era el tipo de ambiente en el que quería que crecieran sus hijos, pero todos se conocían y era difícil ocultar la verdad cuando ese tipo de cosas pasaban.
—Preferiría no decir nada hasta que pueda confirmar los hechos.
—Escuché que su esposa está de vuelta ¿es cierto? —el oficial le colocó las esposas a Lorenzo, pero fue Maui quien lo cargó.
—Daria y yo no nos hemos casado.
—Me refería a la madre de sus hijos.
Maui no sabía si el oficial Smith decidió cambiar de tema por lo incómodo de la situación o porque le interesaba saber más sobre el tema. Sospechaba que se debía a esto último. Ambos habían trabajado juntos en varios casos y en más de una ocasión le preguntó por la madre de los patitos, aunque ese era un tema que solía evitar.
—No nos casamos, pero sí, está de vuelta. Ella estuvo pérdida por años y finalmente pudo regresar.
—¿Está seguro de que es eso?
—Sí.
Maui no quiso agregar nada más y no volvió a hablar durante el recorrido pese a lo mucho que insistió el oficial Smith. Una parte de él temía que todos sus secretos se descubrieran y otra no podía dejar de pensar en el caso. Sabía que tendría que hablar con los padres de Lorenza y que no sería fácil.
Dejó a Lorenzo en una celda y ordenó que revisaran la cabaña. Él decidió acompañarlos y verificar que no se estaba perdiendo de nada. Una parte de él deseaba que todo fuera un mal entendido, pero todo resultaba demasiado evidente como para siquiera intentar negarlo.
En la cabaña había pistas de que dos personas estuvieron viviendo allí por una semana, el mismo tiempo en que Lorenza estuvo desaparecida. También mostraba que uno de los dos estaba en contra de su voluntad. Las cuerdas y manchas de sangre delataban los hechos violentos que ocurrieron bajo ese techo. Los oficiales recogieron algunas muestras e incluso recolectaron algunas huellas digitales. Lo que no encontró fueron evidencias de relaciones sexuales y Maui sospechaba del motivo.
Pidió hablar con Lorenzo en cuanto despertara, pero el permiso le fue negado. El oficial Smith le dijo que el acusado no podría recibir visitas hasta que fuera trasladado a una celda y se tuviera la seguridad de que no era peligroso. También fracasó en su intento por contactar con la familia, ellos estaban en el hospital, velando por su hija y tratando de conseguir un abogado. El detective sospechaba que el rechazo que le profesaban pudo influir en su decisión de no aceptar su visita.
Dedicó el resto del día a trabajar en el caso, pese a que estaba resuelto. Revisó las pistas y todo comenzaba a cobrar sentido. Mentalmente se reprochó por no haber atado los cabos sueltos antes y lamentó por ser quien tendría que dar las malas noticias a una familia que se encontraba destrozada.
Cuando llegó la noche no quisiera pensar en ello. Se retiró a su casa con la idea de que no molestaría a su familia con sus problemas. Sus hijos creían que solo tomaba casos sencillos y él no quería que dejara de ser así. Estaba convencido de que era lo mejor para todos, quería que el mayor problema de sus niños fuera competir por la última rebanada de pizza o decidir qué verían en la televisión.
—¿Qué les parece si cenamos pizza y vemos alguna película? —Maui notó que sus hijos parecían sorprendidos por su propuesta —. ¿Qué? —pretendió estar ofendido —, hoy tuve que perseguir a un marido infiel por todo el pueblo. Además yo también sé divertirme.
Ni los trillizos ni Della parecían convencidos con esa respuesta y él lo dejó pasar. Obtuvo su venganza cuando pidió la pizza sin preguntarles por su opinión.
La novela comenzó y Maui se vio embargado por los recuerdos. En el pasado había hecho muchas teorías con Della y discutido sobre cuál ship sería canon. Ella se había ido y el triángulo amoroso se mantenía a pesar de todos los capítulos que se emitieron después. Pensó en el amigo que solía acompañarlo y que le consiguió un trabajo con el staff de Angustias. Pensar en él era doloroso porque había sido forzado a irse.
Esa mañana Maui recibió una llamada de Daria. Había estado durmiendo en el momento en que sonó el teléfono por lo que terminó cayéndose de la cama. La última vez en que había hablado con su novia fue un día antes de la llegada de Della.
—Lamento no haber llamado antes —le dijo Daria —. Estuve grabando un capítulo especial de Angustias y las últimas escenas de Día de nieve —Daria hizo una pausa para reírse —. Nadie debe saber que habrá otra temporada. Espero que no digas nada.
Maui sonrió al escuchar esas palabras. Daria era una actriz talentosa y había llegado muy lejos en poco tiempo. A veces se preguntaba qué había visto en él, pero nunca encontraba la respuesta ni un motivo para dejarla y el regreso de Della no había cambiado el hecho de que la amaba.
—No prometo nada, sabes lo mucho que amo esa novela, ahora más porque tú estarás en ella.
—¿Lo harías por mí? Prometo recompensarte —Daria utilizó un tono de voz coqueto, el mismo que empleaba cuando quería pasar tiempo a solas con él.
—Sabes que no es necesario, por ti haría cualquier cosa.
—¡Mañana estaré de vuelta y te quiero solo para mí! —el tono de voz de Daria era autoritario, pero Maui sabía que ella cedería si se lo pidiera —. ¿Sabes si los niños quieren que les lleve algo? Estoy por salir de compras y no quisiera que pensara que me olvidé de ellos.
—Dewey estaría feliz con cualquier cosa del cine, sabes lo mucho que le gustan las películas, en especial los musicales y las comedias románticas. A Huey le gusta aprender, cualquier folleto informativo lo haría feliz, en cuanto a Louie, a él le gustan las gaseosas.
—Que no te dé pena pedir —le regañó Daria —. Sabes lo mucho que quiero a los trillizos y lo mucho que me gusta darles regalos.
—Los conscientes demasiado.
Maui pensó en sus niños. Sabía que ellos no terminaban de aceptarla como a una figura materna, incluso Louie que era el que más cariño le tenía. También sabía que eso sería más complicado con el regreso de Della, en especial para Dewey que era el que más ilusiones se había hecho.
—Me ofendes —la forma en que Daria se reía dejaba en claro que no hablaba en serio —. No te olvides de que quiero hablar contigo cuando regrese.
No planeaba hacerlo, pues sabía que había mucho de lo que debían hablar. Quería contarle sobre el regreso de Della y pedirle perdón, sentía que era lo menos que se merecía y estaba dispuesto a aceptar cualquier reacción por parte de ella, incluso si no quería volver a verlo. Sería doloroso, pero prefería sufrir él antes de ser el causante de sus lágrimas.
—¿Pasa algo, Donald?
—¡Daria! —le reclamó Maui.
—Es que me gusta mucho tu nombre —respondió Daria con fingida inocencia.
—Herneae, te amo —Maui prefirió no insistir con el tema, una parte de él creía que no tenía el derecho a hacerlo.
