A/N: Para referencias a mi estilo y a ciertos aspectos del fic, lean 'Littera Minima' y sus secuelas, de la cuál esta es su última entrega. Por favor, quienes dejan reviews anónimas, dejen un mail de contacto para que pueda responder sus comentarios con más agilidad, dado que no volveré a poner estas respuestas en mi profile.

Saint Seiya, la trama y sus personajes pertenecen al Sr. Kurumada y a quienes han pagado por el derecho respectivo. El personaje de Shiori, de la serie Inuyasha, pertenece a Rumiko Takahashi y ha sufrido modificaciones para el beneficio de la trama. El Personaje de Selene pertenece a Fanny Shadow. No estoy sacando beneficio económico de este escrito: nada más hago esto para relajarme y entretener a mi imaginación, eso es todo.

ADVERTENCIA.

Del Manual del Villano Para la Malvada Conquista de la Galaxia, Artículo 63: Los depósitos de desperdicios serán incineradores, no compresores. Serán mantenidos calientes siempre, sin contrasentidos como esas llamas que van a través de túneles accesibles a intervalos predecibles.

Cualquier coincidencia con la realidad, con situaciones reales y semejanzas con personas vivas o muertas, es una mera coincidencia. Se pide criterio y discreción por parte de los lectores. No me hago responsable de castigos, lesiones, o penas capitales derivados de la lectura de este capítulo.

"Omnia Disce!"

(¡Aprende Todo!)

Omake 3:

El Espía.

Templo Principal.

4:55 am

A punta de pies.

Idril no tenía problemas en caminar sin hacer nada de ruido. Salió de las Estancias del Patriarca en el más completo de los silencios. Las bisagras ni siquiera sonaron y la puerta apenas se sintió: de ella apenas se percibió el ligero movimiento de la madera. La elfa, caminando en puntillas, se dispuso a ir a su habitación.

Se acomodó algunos cabellos detrás de las orejas, se arregló los pliegues de su pijama y con altiva elegancia comenzó a caminar, cuál figura fantasmal por aquellos corredores. Seguramente nadie la vería por allí y en esas fachas, pero eso de poco le importaba a estas alturas del partido. Idril no podía evitar sonreír traviesa: esto de ir a hurtadillas desde la habitación de Shion hasta la suya se le hacía emocionante. No estaba haciendo nada malo, al contrario, el que hubiera pasado toda la noche en los brazos de su marido (que de mala gana la había dejado salir de la cama) no tenía nada de reprochable, pero aún así, era divertido.

No, aún nadie sabía que se habían casado, excepto Athena, quien no diría una palabra al respecto, a menos que ellos se lo permitiesen.

Idril suspiró. Ya habían pasado mucho más dos semanas, pero aún no divulgaban la noticia de su casamiento. La elfa sofocó una risita. Es que ni Shion ni ella sabían cómo dar la noticia, sin provocar un mini escándalo o mini explosión de sorpresa entre los santos, que consideraban al Patriarca como una figura paterna. Sabía que en algún punto tendrían que admitir abiertamente que se habían casado en secreto, pero de momento preferían dejar las cosas tal y como estaban. Si los santos eran observadores se darían cuenta, pues no estaban ocultando nada, y si se sentían curiosos y preguntaban, pues en ese momento soltarían la verdad, y no antes.

¡Se moría por verles las caras!

Esta situación tenía un efecto demasiado lúdico tanto en ella como en Shion, que los hacía ser más traviesos de lo que se hubiera esperado de estos dos (si entienden a lo que me refiero). Idril suspiró profundo y muy contenta. No se quejaba: su carnero era muy atento con ella y la cangreja tan solo esperaba poder corresponderle de la misma manera.

Idril caminaba por aquél pasillo tan ensimismada, que se le olvidó ser más discreta o prestar más atención a los alrededores. Es que de momento parecía caminar como en las nubes y esa silueta de negro que se escabullía por uno de los ventanales del corredor y que daban hacia la terraza no la iba a distraer del lindo recuerdo que había acontecido hacía no más de…

¡OPA!

La elfa se detuvo en seco y fijó la mirada. Su aguda visión se centró de inmediato en el ventanal, pero no vio nada fuera de lugar. Idril arrugó el ceño: la aparente calma no la convenció. Cambiando totalmente de actitud, la antigua amazona de Cáncer asumió una pose predadora y siempre en puntillas, corrió hacia el ventanal. Una vez allí, le abrió con sigilo, sacó la cabeza y miró hacia fuera.

Nada.

Pero si ya antes no había sido convencida por la aparente quietud, menos ahora que estaba recelosa. Idril observó hacia la amplia terraza, iluminada únicamente por la luz de la luna. La elfa estaba por cerrar la ventana cuando sus agudos oídos captaron algo y rápidamente dirigió la vista hacia arriba.

Sujeta justo por encima del ventanal, como esperando pasar desapercibida, Idril vio una silueta humana vestida de negro, aferrada con ahínco a los mármoles, tan quieta que hasta parecía ser transparente y diluida. Era como si rogase no ser descubierta. La elfa frunció el ceño.

¡El Espía!

"¡Baja de Allí, Basura!" Exclamó enojada. ¿Quién osaba adentrarse tanto en el Templo Principal y a escondidas? Ya lo averiguaría pronto.

Idril pegó un brinco hacia fuera del ventanal, al tiempo que lanzaba un golpe de cosmo que destrozó parte del mármol en donde el espía estaba sujeto. Esta persona emitió un siseo de dolor, pues su mano resultó lastimada, y aunque perdió el equilibrio y cayó al suelo, no se dejó atrapar por Idril. Ni bien tocó el suelo se impulsó hacia la derecha para poder alejarse lo más posible de la elfa y escapar.

Había que reconocerlo, el sujeto era muy hábil.

"¡No Te Escaparás!" Exclamó Idril molesta, tras lo cual, inició la persecución.

El espía ni siquiera tuvo tiempo de detenerse y evadir a Idril, pues la elfa se le apareció por delante y lanzó un golpe con su mano derecha que le impactó de lleno en el rostro. Afortunadamente Idril no tenía intenciones de matarle, pues de haber querido, ya lo habría hecho. Producto del golpe, el espía fue impulsado hacia atrás varios metros y una vez más, tampoco tuvo tiempo de escapar. Antes de darse cuenta, Idril le había sujetado por el cuello y alzado en el aire. Rápidamente el espía le sujetó con ambas manos, y con fuerza, el brazo a Idril.

"¿Sabes Que Estás En Terreno Prohibido Y Que Puedo Matarte?"

"…"

"Hace tiempo quería hablar contigo." Gruñó molesta la elfa. "¿Quién eres y qué has estado haciendo todo este tiempo en el Santuario?"

Desde hacía ya unos 3 meses más o menos que este espía se daba vueltas en el Santuario, sin mencionar un raro flujo de energía mágica que no lograban identificar. Sólo Shion, Docko e Idril se habían percatado de su presencia. Si Athena hubiera estado más pendiente, también estaría al tanto de este espía, pero como estaba concentrada en otras cosas, la joven diosa ni cuenta se había dado.

"¿No me vas a responder o te comió la lengua el gato?" Idril le dio una sacudida a su prisionero, que no hacía nada por defenderse, más que sujetarle el brazo. No podía verle a los ojos, toda su cabeza estaba cubierta por tela negra.

Nada. No hubo respuestas, más que silencio.

Idril frunció el ceño y analizó a este espía. Era escurridizo y astuto: le habían tendido varias trampas, pero no cayó en ninguna de ellas, así como tampoco habían logrado descubrirle in fraganti hasta ese momento. Parecía estar recabando información sobre los santos y el Santuario. La mayor parte de sus andanzas se concentraban en la biblioteca. ¿Qué estaría buscando? Y más importante¿Para quién trabaj…?

¡OPA!

El espía le dio una buena patada en las costillas, que Idril no se esperaba, con la cuál se liberó. La elfa sin embargo apretó los dientes y plantó pelea. ¡No Iba A Dejarle Escapar! No ahora que le había capturado. Con presteza le cortó el escape y se analizaron por segundos. Entonces se liaron en una pelea e intercambiaron golpes, patadas y los más diversos trucos de pelea que la ocasión ameritaba. Idril se ofuscó: este enfrentamiento no debería ser un gran desafío, cierto, pero tendría que darse mucha maña para derrotar a su inesperado oponente. Tal cosa no debería tomarle mucho tiempo.

El espía peleaba muy bien. Tenía una técnica de pelea estupenda. ¿Aikido o Kung fu? En ambos estilos se manejaba muy bien y cambiaba de uno a otro en fracción de segundos. ¡Era fuerte, rápido y ágil! Quizás estaba en condiciones de darle una paliza a un santo de bronce y hacerle la vida de a cuadros y ganarle a un santo plateado si se daban las condiciones, A ella, una amazona dorada, no le ganaría, aunque lo intentase… eso sí, sería todo un problema reducirle. Además… no sé… como que a Idril le daba la sensación que este espía lo único que quería era irse sin causar daño: no estaba siendo agresivo, sino más bien defensivo.

"¡Vamos! Pelea Conmigo, Me La Estás Poniendo Muy Fácil." Reclamó Idril molesta.

"FEH."

Digamos que fue el primer sonido que le extrajo al espía, y sonó bastante irritado. Idril supo en seguida que esta pelea sería pan comido y que con su burla, logró desconcentrar a su oponente.

La elfa era terrible y certera. Cada uno de sus golpes era estudiado y preciso. ¡Le salía todo natural y perfecto! Nuestro espía comenzaba a impacientarse. ¡No podía quedarse allí! Si le atrapaban, tendría que dar explicaciones para las que no tenía autorización alguna. Tenía que escapar. ¡Qué error más tonto! Si hubiera tenido más cuidado, esta endemoniada elfa no le hubiera descubierto. El espía se empeñó más en sus ataques: no podría ganarle a Idril ni en un millón de años, pero si lograba evadirla, aunque fuera por un escaso segundo, entonces podría escapar.

Comenzó a dar golpes más decididos y feroces. A estas alturas, estos dos improvisados contendientes habían recorrido prácticamente toda la terraza y destrozado alguno que otro mueble. Idril, al notar el cambio de actitud de la espía, se puso seria. Sabía lo que tramaba, sabía que quería huir, que no pretendía querer ganarle. ¡Por Athena Que No Lo Lograría! No le daría una oportunidad en…

Entonces el espía se sujetó de una oportuna columna y girando sobre este eje, en una maniobra que Idril jamás se esperó, dio la vuelta y corrió a toda velocidad hacia la baranda, para así poder saltar al vacío y huir.

"¡Golpe de Marea!"

El espía no contaba con esto. Del puño derecho de Idril se inflamó una luz azulina que salió disparada hacia delante, golpeando al espía en los pies. Esta mega zancadilla le hizo rodar por el suelo hasta que se detuvo no lejos de su objetivo, la baranda de la terraza, con dolores hasta en músculos de los que ni siquiera se había percatado que tenía. Intentó levantarse, pero Idril le pisó la espalda y agachándose, le quitó la máscara de tela que tenía en la cabeza con una mano, mientras que con la otra le puso de pie.

"¡Esto Se Termina Aquí Y Ahora! Me Hiciste Enojar Y Eso No Es Bueno Para Tu Salud." Gruñó Idril enfurecida. La sujetó del cuello y la aplastó contra la baranda con más fuerza de la necesaria. "¡ME DIRÁS QUIÉN ERES y qué buscas En El Santuario!"

Vaya.

El espía era una chica. ¡Hasta ahora se daba cuenta! Una profusa, larga y salvaje melena blanca fue liberada de su prisión e Idril se vio de súbito enfrentada a un par de ojos violeta, encendidos como brasas y de aspecto casi animal, que la miraban de vuelta con ansiedad. La chica apretó los dientes y sujetó con una de sus manos el brazo de Idril, que le estaba cortando el aire.

"No… respiro…"

"¡Lástima!" Idril apretó más presión. "¿Así está mejor?"

"¡Hmpf!"

La espía apretó los ojos con fuerza. Por la comisura de uno de sus labios podía verse el esbozo de un colmillo y con la mano libre… le propinó un manotazo a la elfa, que le sacó la máscara de improviso y en el momento en que Idril se dispuso a darle un merecido bofetón defensivo, la espía bloqueó el golpe y le echó en la cara unos polvos que guardaba bajota manga y que por desgracia la elfa aspiró, causando una reacción inmediata.

Idril soltó a la espía y se sujetó la garganta con fuerza. Comenzó a toser en seguida y muy incómoda. De pronto todo el esófago le picaba y su nariz se congestionó.

"¡ATCHÍSS, ATCHÍSS, ATCHÍSS!" Idril entonces comenzó a estornudar compulsivamente. "ATCHÍSS, ATCHÍSS, ATCHÍSS. ¿Qué, atchíss, es… ATCHÍSS… esto? Atchíss."

Los estornudos venían uno detrás del otro e Idril no los podía controlar. Le estaba costando respirar, pero se las ingeniaba. ¡RATAS¿Cómo fue que no lo vio venir? Había caído en uno de los trucos más viejos del libro. Seguramente ahora la chica ya había escapado.

"Te dejo esto aquí. Sé que reservas tu rostro para una sola persona." La suave voz de la chica se dejó oír a su derecha. Idril, furiosa e inhabilitada para reaccionar, miró en esa dirección con cara de pocos amigos. Al alcance de su mano, estaba su máscara de mithril… y la espía, que la miraba con seriedad. "Disculpe los inconvenientes, pero me fue inevitable."

La espía hizo una respetuosa reverencia en señal de disculpa. ¿Qué Significaba Eso? Idril tomó aire, llena de coraje, pero en vez de reclamar, no pudo sino estornudar de nuevo. ¿Esta mujercita le estaba tomando el pelo?

"¡ATCHÍSS, ATCHÍSS, ATCHÍSS, ATCHÍSS, ATCHÍSS, ATCHÍSS, ATCHÍSS, ATCHÍSS, ATCHÍSS!" Idril tenía un renovado instinto asesino, pero por más coraje e ira que le daba, poco podía hacer por llevarlo a cabo. Los estornudos no paraban. La espía miraba ansiosa.

"No busco perjudicar al Santuario. No me es permitido revelar los motivos que me tienen aquí, pero sí puedo decirle que no he venido para dañar a su diosa." Explicó con suavidad, mientras se ponía de pie. "Esos polvos son inocuos: no tienen efectos secundarios."

"¡ATCHÍSS, ATCHÍSS, ATCHÍSS, ATCHÍSS, ATCHÍSS, ATCHÍSS, ATCHÍSS, ATCHÍSS, ATCHÍSS!" ¡UUY, como estaba de molesta Idril! Mejor ni se le acerquen.

"Se le pasará con una ducha fría… o un antihistamínico de los fuertes." Anunció con frialdad. "No le guardo rencor por los golpes, por cierto."

Y tranquilamente, como si nada hubiera ocurrido, Idril, llena de coraje, vio como la espía caminaba a la baranda de la terraza y saltaba al vacío. A enojados trastabillones, Idril entre que caminó y se arrastró hacia la baranda, pero bien poco pudo ver, pues seguía estornudando.

"¡ATCHÍSS, ATCHÍSS, ATCHÍSS, ATCHÍSS!" ¿Qué se supone que hacía ahora? "¡VUELVE, Atchíss, Atchíss, MALDICIÓN!"

ARGH. ¡Qué CORAJE!

Fin del Omake.

Por

Manquehuito (Misao–CG)

PS: No es bueno hacer enojar a Idril. Me pareció prudente incluir este mini omake con el misterioso espía que se está dando vueltas por el Santuario. Saquen ustedes sus propias conclusiones. Esta escena es inédita, se me ocurrió esta mañana y mis lectoras de prueba no tuvieron acceso a ella. Por lo tanto, está nuevecita de paquete, saliendo del horno y sin ninguna revisión de ningún tipo. :Misao asume la posición del tigre arrepentido: Faltas de ortografía, de gramática, tipeo y redacción no son intencionales y si descubren alguna, por favor, sean buena leche y avísenme para poder corregirla, lo mismo si tienen quejas o críticas respecto de la historia, para poder ver como lo soluciono (en tanto sean educadas y civilizadas) ¡GRACIAS POR HABER LEÍDO EL OMAKE!