A/N: Para referencias a mi estilo y a ciertos aspectos del fic, lean 'Littera Minima' y sus secuelas, de la cuál esta es su última entrega. Por favor, quienes dejan reviews anónimas, dejen un mail de contacto para que pueda responder sus comentarios con más agilidad, dado que no volveré a poner estas respuestas en mi profile.

¡MONTÓN DE GRACIAS A MIS LECTORAS DE PRUEBA! ¡Gracias Firts Ayanami y Sonomi por el tiempo que se dieron para leer y corregir mis locuras!

Saint Seiya, la trama y sus personajes pertenecen al Sr. Kurumada y a quienes han pagado por el derecho respectivo. El personaje de Shiori, de la serie Inuyasha, pertenece a Rumiko Takahashi y ha sufrido modificaciones para el beneficio de la trama. El Personaje de Selene pertenece a Fanny Shadow. No estoy sacando beneficio económico de este escrito: nada más hago esto para relajarme y entretener a mi imaginación, eso es todo.

ADVERTENCIA.

Del Manual del Villano Para la Malvada Conquista de la Galaxia, Artículo Trigésimo: Todos los conjuradores divagantes, terratenientes torpes, bardos sin talento y ladrones cobardes serán ejecutados de forma preventiva. Mis enemigos seguramente abandonarán su búsqueda si no tienen ninguna fuente de alivio cómico.

Cualquier coincidencia con la realidad, situaciones reales y semejanzas con personas vivas o muertas, es una mera coincidencia. Se pide criterio y discreción por parte de los lectores. No me hago responsable de castigos, lesiones, o penas capitales derivados de la lectura de este capítulo.

Capítulo 10:

¿Un Hecho Aislado?

Casa de Capricornio.

Dos días después.

19:50 pm.

"Sí, sí, ya voy, ya voy." Argol se sopló el flequillo hastiado. "¿Qué creen que he estado haciendo todo este tiempo? JA. ¿Estudiar? JA, JA. No me hagan reír. Como que me late que soy el único que está pendiente del asuntito de Giancarlo." Protestó con energía al tiempo que se cruzaba de brazos. Milo le dio un buen coscorrón.

"A mi me late que tienes que cuidar tus modales." Le advirtió muy serio el escorpión. "Desde que estás en esa secundaria te noto más respondón."

"Seguro es la mala influencia de esos vándalos enervantes." Protestó de improviso Afro. El santo de Piscis se veía transformado por el estrés: tenía ojeras y una barba de dos días, sin mencionar que el exceso de consumo de café comenzaba a ser notorio. "No Sabe Controlar A Esos Salvajes Que Tiene Por Amigos." Resopló mientras hacia el gesto como que retorcía el cuello de alguien.

Los demás presentes se lo quedaron viendo con cautela y lástima. No estaban todos los dorados presentes, sino unos cuántos (Tauro, Géminis, Cáncer, Leo, Escorpión, Sagitario y Piscis): los demás estaban en una misión especial emanada desde el Templo Principal. Aioria se rascó la nuca y se inclinó hacia Shaina como queriendo preguntarle sí sabía algo. Antes de formular la pregunta del millón, la amazona la intuyó y por ende la respondió.

"Los que le ponen bromas a Afro. Argol es su amigo." Explicó en voz baja.

"¿Los de la bomba de pintura chillona de la otra vez?"

"Sí, pero esa es una broma vieja… Pregúntale a Marin por los detalles de la nueva."

"Lo haré." Dijo Aioria muy decidido. Aioros le palmeó el hombro al santo de Piscis.

"Tranquilo, toma aire e imagina que vas a ese lugar." Le aconsejó con Paciencia. "Vamos, tú puedes: ve a ese lugar, ve a ese lugar."

Mientras el buen Aioros consolaba a Afro, los demás dorados, incluso Máscara, se quedaron en respetuoso silencio. Para ellos era difícil pensar que uno de sus compañeros, hermanos de armas, cayera en las bromas más inocentes y evidentes de la tierra, pero como bien sabían que Afro era del tipo distraído, algo lograban imaginar. Ellos mismos habían llenado la vida del santo de Piscis de bromas divertidas, ingeniosas y sorpresivas, sobre todo los de menor edad que él, pero aún así, se les hacía complicado siquiera pensar que Afro cayese tan seguido en bromas tan burdas. En fin. Saga carraspeó.

"Te aseguro, Argol, que no eres el único prestando atención a esos rumores." Le dijo con seriedad el mayor de los Gemelos. "Ten en cuenta que estamos preocupados y con justa razón. ¡Es sobre la seguridad de la Princesa!"

"¿Creen que yo no estoy igual? Feh." Argol se apoyó en la pared. "Hago lo mejor posible, creánme."

"No solo tú." Dijo Shaina. "Esto de los rumores no es una paranoia de Shura o Máscara. Las demás maestras me lo han comentado también y yo misma he visto comportamientos extraños en esos chiquillos. Si fueran aprendices, créanme que ya habría hecho algo."

"Tenemos que poner mucho ojo: los rumores se están incrementando y noto a Giancarlo más retraído que de costumbre." Intervino Aldebarán. "Deberíamos revisar ese colegio a fondo cuando esté vacío."

"No parece una mala idea." Opinó Milo pensativo. "Si hay más objetos peligrosos, sería una estupenda oportunidad para hallarlos y eliminarlos."

"Tendríamos que colarnos de noche después del cierre." Dijo Shura. "De otro modo dudo que podamos revisar con tranquilidad."

"Y con rapidez." Saga añadió con severidad. "Sugiero que Afro y Shura sean los que revisen. Que los demás se pongan obsesivos con esto de notar actitudes extrañas. Quisiera pasar por exagerado que por descuidado."

"Por mi no hay problema." Dijo Shaina. "Me dará algo que hacer además de gritarle a esos monstruitos."

"No son monstruos, Shaina, son tan solo niños." Intervino Alde con corazón de abuelo. "Tampoco tengo objeciones."

"Bah." Sería toda la aceptación que pudieron sacar de Máscara en esos momentos.

"¿POR QUÉ YO?" Afro preguntó de improviso, y casi asustado. "¿Por qué no Shaina, Argol, Alde o Máscara?"

"¡Calma Pez Rancio!" Gruñó Máscara. "Tú y Shura son los que mejor conocen la secundaria esa." Le explicó con brevedad. Afro suspiró derrotado, al tiempo que una gran gota resbaló por su cabeza. "Resígnate y enfréntalo como hombre."

"Ni modo. Tendremos que hacer horas extras." Dijo Shura animado. La perspectiva de ser un poco más útil en aquella misión le había subido el ánimo. Entonces el santo de Capricornio cambió el tema. "Por cierto, ¿por qué no vinieron todos?" Aioros suspiró y se cruzó de brazos.

"Hace días que Su Excelencia Shion sospecha que estamos siendo infiltrados por algún tipo de espía o de energía mágica que no ha logrado identificar." Explicó muy tranquilo. "Eso lo tiene de mal humor, y aunque no parece ser algo hostil, quiere averiguar qué es."

"Sin mencionar que anoche la señora Idril se lió a los golpes con un intruso, que se le escapó solo porque le echó algo en la cara a la pobrecita: estuvo estornudando TODA la mañana." Añadió Saga condolido. "El maestro Shion está muy molesto por eso." El Gemelo mayor no exageraba en lo más mínimo. Esos polvos que la espía le había lanzado en la cara a Idril eran muy efectivos. Aioros se encogió de hombros.

"Más molesta está Idril. Tuvo que tomar un antihistamínico para dejar de estornudar que por desgracia la hizo dormir toda la tarde." Explicó sin saber si condolerse o no. "¡Qué mal genio tenía esa mujer hoy!"

"¡Más Líos! Eso es bueno: las cosas ya estaban muy aburridas." Comentó Máscara con una sonrisa. "Aunque no los envidio. La señora Idril de mal humor da miedo."

"Como si no tuviéramos bastantes problemas: primero lo de la secundaria y encima se suma esto de espías y energías fuera de lugar" La amazona se cruzó de brazos. "Mientras no sea nada relacionado con una guerra santa, bien por mi." Gruñó Shaina.

Todos asintieron con firmeza.

Gimnasio de la Secundaria.

Día Siguiente.

16:45 pm.

Como se quería dilucidar este asunto de los rumores lo antes posible, la noche anterior se había decidido llevar a cabo el rastreo del establecimiento al día siguiente. Shura y Afro serían quienes revisarían el colegio en busca de paquetes sospechosos u otro indicio de peligro, pero no entrarían en acción sino hasta bien entrada la noche. De cualquier manera, los santos parecían reacios a marcharse. Casi en una actitud predatoria, querían quedarse para absorberse del nuevo terreno de caza.

Argol, al final de clases, accedió a salir con José y los demás, sabiendo que este lote solía pasar sus ratos libres no lejos del colegio. Al parecer Antonio vivía cerca y su mamá parecía disfrutar alimentando con golosinas y bocadillos a todos los amigos de su hijo. No, el plateado no iba por la comida, sino por la perspectiva de estar cerca del colegio… por si acaso. Shaina, en cambio, decidió ir a ver a Alisa y a Alsacia a la estación de bomberos en donde ellas trabajaban. Alde y Máscara se quedaron en el colegio un par de horas más después del cierre: mientras que el santo de Tauro se quedó haciéndole compañía a Afro (para evitar que cayera en alguna pesada broma que lo desconcentrase), en cambio el santo de Cáncer… decidió hacer uso de cierto beneficio: el Gimnasio.

Las instalaciones del Gimnasio eran bastante buenas y amplias. Tenían que serlo para justificar lo que los padres pagaban. Máscara, que tenía una forma muy extraña de expresar que estaba preocupado, decidió dilatar su partida al Santuario lo más posible. Para esto haría uso del beneficio del Gimnasio, dado que los profesores tenían derecho a usarlo después de terminadas las clases. Su idea era hacer el precalentamiento allí, para luego regresarse al trote a casa y terminar de entrenar en el Coliseo. Esto le daría la oportunidad de quedarse un rato más. No alcanzaría hasta la noche, que era cuando Shura y Afro se pondrían a rastrear, pero al menos se quedaría tranquilo y podría dormir en paz.

Luciendo su ropa deportiva y con su bolso al hombro, ese día había venido preparado, Máscara salió de los vestidores de hombres y caminó la corta distancia hasta el Gimnasio. A esa hora aún había profesores, auxiliares y alumnos dando vueltas por los pasillos, pero de poco le importó. Eso sí, su ego subió un par de tallas cuando se percató que varias miradas se fijaban en él, por lo que adoptó una actitud al caminar acorde.

Entró al Gimnasio y en seguida notó la presencia de unas pocas personas más. El espacio era muy amplio y cómodo, por lo cuál se sentía más vacío que ocupado… ni siquiera con las chicas del equipo de porristas, que mantenían una pequeña junta en las graderías y parecían estar enfrascadas en una importante decisión, el lugar no parecía llenarse. Dado que dentro de los próximos días la secundaría sería la sede de un campeonato ínter escolar de gimnasia olímpica, había repartidos por toda la pista una serie de aparatos necesarios para las diferentes rutinas de aquella disciplina, en espera de su sitio definitivo. Lo único que estaba fijo y en su lugar en el suelo eran las barras asimétricas… que por cierto, en esos momentos estaban siendo ocupadas por una ágil gimnasta.

Máscara sonrió: bien podría hacer su rutina de calentamiento al fondo del Gimnasio, sin que nadie lo molestase o que él incomodase a alguien. Pasando desapercibido, las porristas apenas se dieron por enteradas que estaba allí, Máscara caminó tranquilo y atravesó la cancha hasta que llegó a un lugar cómodo. Dejó su bolso en el suelo y tras desperezarse, se dispuso a empezar a calentar. Entonces, casi por mera casualidad, se fijó en la chica que estaba en las barras asimétricas.

Abrió los ojos sorprendido.

"¿Nikaido–san?"

Máscara se pasó las manos por los ojos. Se acercó a las barras con decisión para desmentir o comprobar su primera impresión. Es que Shiori no se le hacía del tipo atleta, sino al contrario: como ratón de biblioteca, era natural que la viera delgada, pero ¿gimnasta? No ¡Nunca! Llegó a los pies de las barras y puso las manos en las caderas.

Sip. Era Shiori. La chica tenía el cabello atado en una coleta alta y, aunque llevaba el equipo adecuado para los ejercicios que hacía, que por cierto le revelaban por primera vez su delgada silueta, seguía sin mostrar mucha piel. Máscara la observó de cerca, sin darse cuenta como poco a poco se hipnotizaba con los movimientos y maniobras de la chica, que estaba totalmente concentrada en lo que hacía.

¡Es que Shiori, a su juicio, tenía nivel de medallista! Su rutina era complicada, pero la ejecución era casi perfecta, grácil y matemática. ¡AL DEMONIO CON ESTA MUJER! Era una caja de sorpresas. ¿Quién hubiera pensado que tenía este don tan curioso? Es que ya se sentía medio alelado. Nunca hubiera pensado que una chica pudiera moverse así, lo cuál al mismo tiempo de sorprenderlo, le dio algunas ideas poco respetables. Vaya: verla en las barras terminó por convencer a Máscara que Shiori estaba muy en contacto con su lado animal… eso le gustaba.

En fin. Mientras más cosas sabía de ella, más se sorprendía y más se prendaba de la profesora japonesa de latín. Ergo, tenemos un Mascarita del todo intrigado. Shiori, pareció acercarse al final de su rutina, pero en vez de saltar hacia el suelo, se sujetó de la barra mayor, giró un par de veces sobre su eje para perder impulso y tras una ágil maniobra, complicada, quedó colgando cabeza abajo, sujeta solo por sus piernas. Agitada, se dio el tiempo de recuperar el aliento antes de cruzarse de brazos. Cerró los ojos, pensativa… Máscara decidió intervenir.

"Se te irá toda la sangre a la cabeza." Le dijo para romper el silencio. Una vez más, sin dar luces de haber sido sorprendida, Shiori giró la cabeza hacia Máscara, luciendo una gran sonrisa.

"Mucho mejor, pues así mi cerebro estará mejor oxigenado." Respondió con simpatía. Máscara alzó una ceja.

"Te puedes desmayar estando mucho rato de cabeza." Comentó serio como pared. "O resbalarte de esa barra y romperte el cuello."

"¿Te preocupas por mi, Máscara–san?" Preguntó Shiori con calma.

"Supongo." El dorado se cruzó de brazos. "No sabía que eras gimnasta. Te lo tenías bien escondido… Mejor saltas al suelo." De tener un tono de voz relajado, de pronto el santo de Cáncer ladró para dar un énfasis.

"¿Por? Estoy muy cómoda."

"Si te caes no te voy a recoger. Menos si te desmayas. En serio se te irá toda la sangre a la cabeza. Así no podrás pensar bien y te desmayarás." Reclamó bien cruzado de brazos.

"Al contrario." Con su amable y quizás fría sonrisa, Shiori asintió. "Pienso mucho mejor y más cómoda estando cabeza abajo, Máscara–san… pero ya que te preocupa…" La chica se sujetó de la barra y antes que Máscara se diera cuenta, había saltado al suelo, aterrizando suavemente sobre sus pies. "¿Hace mucho rato que estás aquí? No te oí llegar."

"Llevo el suficiente como para verte en las barras." Explicó Máscara cruzado de brazos. "¿No me oíste? Eso es raro en ti, no me lo creo. ¡Tu escuchas hasta los dolores de tripa!" Shiori se enrojeció.

"Eso es verdad… hoy desperté con mucho dolor de oídos." Explicó risueña y nerviosa, dedicándole una cálida sonrisa. ¿Era idea suya o se la veía un tanto pálida? "Además de dolorida. Parece que no dormí en buena posición." Añadió mientras alongaba los brazos. Err… sin comentarios. Muchos ya tienen una idea del porqué estaba dolorida.

Máscara pestañeó. Ahora que se fijaba mejor, Shiori se veía sutilmente diferente. ¿Le pasaba algo? En serio no le cuadraba que no le hubiera oído acercarse. No era normal verla así… aunque al santo de Cáncer le importó un rábano: el cambio le complacía.

"Quizás es por algún resfrío. Ten cuidado con eso: deberías irte a casa y tumbarte en tu cama." Aconsejó sin mucho preámbulo. Shiori se mordió un pulgar. "Nikaido, te felicito por cierto: tienes una técnica impecable en las barras. ¿Hace cuánto que practicas?"

"¡UF! Hace mucho. Prácticamente toda mi vida." La chica se pasó la mano por el cuello. "Digamos que mi Padrino siempre incentivó que hiciera MUCHO ejercicio… me gustase o no." Shiori suspiró de pronto con pena. "Aunque nunca pude asistir a competencias."

"¡¿QUÉ! Es una broma ¿Por QUÉ no?" Exclamó Máscara, gesticulando con las manos. "No Me Digas Que Ese Padrino Tuyo No Te Dejó. ¡QUE RIDICULEZ! Seguro Habrías Arrasado Con Tus Rivales. ¡Literal!" Un gesto de incomodidad inundó el rostro de Shiori y todo su lenguaje corporal. Bajó la mirada, como llena de temor y orgullo. Luego empuñó las manos, muy nerviosa.

"Entre otras razones, quizás más importantes… le caía muy mal a la profesora de Gimnasia de mi colegio."

"Seguro le Caías Más A Esa Tipeja Nada Más Porque Estaba Envidiosa De Ti. ¿Razones Importantes? TONTERÍAS. ¿Qué Razones Pueden Ser Esas? Te Vi En Las Barras: Eres Excelente."

"Este… mi condición genética… no es que me impida hacer eso, PERO…" Shiori se quedó viendo al dorado por algunos instantes, y decidió en su fuero interno que lo que iba a explicar era demasiado complicado y que no quería compartir tal detalle con Máscara de momento. Por lo tanto, cambió el tema. "¿Qué estás haciendo aquí, Máscara–san?"

Molesto por el cambio de tema, pero en el fondo entendiéndolo (sin saber porqué), Máscara se apoyó en la barra en una actitud relajada. Bien le hubiera acariciado el mentón a la chica frente a él, pero prefirió que no: sentía que aún era demasiado pronto para tal cosa y no quería arruinar los minúsculos avances que había tenido con Shiori.

"Decidí usar el Gimnasio. Tengo mucho trabajo y no alcanzaré a llegar a entrenar a casa. Así que aprovecharé para terminar algunas de mis rutinas aquí, antes de irme." Corto y escueto, pero una buena explicación. Shiori se llevó las manos detrás de la espalda, muy coqueta.

"Encima eres vanidoso."

"¿Vanidoso yo? JAJAJAJAJAJAJAJA… ahem." Máscara recupero la compostura que había perdido tras la aseveración de Shiori. "En lo absoluto, no soy vanidoso: me gusta mantenerme en forma, pero por salud, no por estética."

"Eso es muy bueno. Te felicito, Máscara–san." Shiori le dio la espalda y comenzó a caminar. Se detuvo al poco andar y le miró coqueta por encima del hombro. "Ya me voy. Se hace tarde y tengo que ayudar a mi okaasan con la cena."

"¿Cómo buena hija que eres?" Preguntó Máscara, alzando una coqueta ceja, y sonriendo como añadidura. "Deberías elongar primero un poco."

"Exacto, como buena hija que soy, ayudaré a mi okaa." Contoneando las caderas, Shiori se alejó. "Y no tengo ganas de elongar, no me apetece." Dedicándole una sonrisa de oreja a oreja, llena de picardía y calidez, Shiori giró sobre sus talones para despedirse. "Buena suerte con tus rutinas." Le dijo mientras le guiñaba el ojo.

Alelado por esta repentina actitud, que le llenó el estómago de una extraña sensación de mariposas, Máscara de la Muerte de Cáncer observó como Shiori se alejaba. Casi ni estuvo conciente que no podía quitarle los ojos de encima.

¡Con Que Era Una Gimnasta! Con razón tenía tanta gracia para moverse, si desde pequeña había aprendido que todo movimiento debía ser una poesía. Bueno… eso no explicaba su agudo oído o la manía que tenía de gruñir… o el que olfatease las puertas, pero sí esos movimientos exóticos que tanto le gustaban. El dorado suspiró… y no sé si tal cosa fue un error en él, pero ni bien terminó de exhalar aire, sintió un raro sube y baja en el estómago y el aleteo de un montón de mariposas.

Se puso pálido. ¡OPA! Segunda vez en menos de 10 minutos que le pasaba lo mismo.

La última vez que había sentido eso había sido hacía ya muchos años. ¡No, no, no! El quería conquistar a Shiori, no enamorarse. Molesto consigo mismo, Máscara sacudió la cabeza con violencia, para sacarse esa sensación de encima. No estaba enamorado, ¿verdad? No podía darse ese lujo, ¡No podía…!

Uh. Esas caderas eran perfectas…

El dorado se dio una bofetada en la mejilla. ¡No estaba enamorado! En serio que no podía enam… Shiori tenía una espalda preciosa… ¡Bah! Al demonio con su orgullo.

"Esa mujer será mi perdición… ¡MALDITA SEA!"

Dicho esto, el santo de Cáncer giró sobre sus talones y se dispuso a iniciar su rezagada rutina de calentamiento.

No estaba enamorado, ¿verdad?

¿VERDAD?

Camino al Santuario. Barrio de Plaka.

2 horas después. 21:50 pm.

Algo tenía este sector que le encantaba. Quizás porque estaba lleno de gente a todas horas o por la enorme variedad de cosas que se podían ver y oler. Por la cercanía de la Acrópolis, era boleto seguro que los turistas estaban por doquier. Pese a que era de noche y ya refrescaba hace rato, los visitantes extranjeros no se amilanaban y curioseaban por todo lado. Máscara caminaba entre ellos tranquilo.

Hacía rato que había abandonado el gimnasio, e incluso había trotado una hora completa, pero no se regresó al Santuario. Se había quedado dando vueltas por Plaka en el caso que se topase con Shiori. Mas, hasta hora no había tenido suerte. Caminaba por un costado de la Acrópolis, hacia el Anfiteatro de Herodes. La calle estaba debidamente iluminada y la gente iba y venía. Los bosquecillos que estaban a su derecha y que a estas alturas del camino ya ocultaban las ruinas del Anfiteatro de Dionisos, parecían indiferentes a su paso. Arriba, en la cima del monte, el Partenón se erguía herido y orgulloso, iluminado por la luna en Cuarto Creciente.

Máscara pensaba en muchas cosas, que oscilaban del pequeño problema que tenían en la secundaria a mejores maneras de impresionar a su preciosa Shiori. El dorado por fin había logrado que la chica lo tratase de forma más cálida y amistosa, pero de allí a otra cosa, hasta sus mejores pronósticos se la ponían difícil. Inspiró y exhaló… e hizo un gesto de asco: se estaba poniendo muy sentimental, y lo peor de todo es que no le molestaba tanto. Tendría que auto infringirse una PALIZA para entrar en razón.

SHRIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIEK.

Un dolor punzante en los oídos logró que el dorado se llevase las manos a cada lado de su cabeza. Aquél repentino y estridente chillido sonó mil veces peor que los arañazos con que él castigaba a la tiza cuando escribía en el pizarrón. ¡Como Dolía! Máscara apretó los dientes y levantó la cabeza. Él era el único en pie: los demás transeúntes estaban tirados en el suelo y revolcándose de dolor. Con los oídos zumbando, el dorado sacudió la cabeza y encendió su cosmo para protegerse. Oyó un lejano batir de alas.

SHRIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIEK.

Ese chillido de nuevo. El agudo dolor quiso atacarlo, pero como el dorado tenía su cosmo encendido, apenas sintió una pesada molestia. El batir de alas se hizo más evidente y venía en su dirección. La gente comenzó a gritar de dolor y no pocos hicieron esfuerzos por huir. Una fuerte conmoción en el bosquecillo unos cuántos metros más adelante le hizo ponerse en guardia. Máscara, sin pensarlo mucho, se aprestó a correr para investigar de qué se trataba.

FUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUSH.

"¡MA!"

Justo por encima de su cabeza, algo le pasó volando y lo botó por el suelo. Una criatura con enormes alas, más o menos del tamaño de Aldebarán, le adelantó con violencia, se introdujo en el bosquecillo y en seguida se puso a agitar los árboles. Parecía que estaba buscando algo con mucho afán. Chilló una vez más y comenzó a causar destrozos en la vegetación.

"¡Vas A Ver!" Exclamó al tiempo que dejaba que su armadura le cubriese.

Explico: Si Máscara de la Muerte de Cáncer corrió en dirección de la conmoción, no fue para proteger a los indefensos ciudadanos atenienses y eliminar la posible amenaza, sino, muy por el contrario, para liarse a patadas con alguien. No se tardó en encontrar a la criatura, que no estaba haciendo ningún esfuerzo para pasar desapercibida, arriba de un árbol, desde donde escaneaba el follaje.

"¡MONTÓN DE ESTIÉRCOL! Dame Una Buena Excusa Para Partirte La Cara." Bramó el dorado en guardia y listo para atacar. "¿De Qué Circo Te Escapaste, Fenómeno?"

La criatura, que había arrancado varios árboles en su búsqueda por lo que sea que lo había motivado, se descolgó del árbol, se plantó a unos 4 metros por delante de Máscara y extendió las alas para verse más grande. Tenía una forma humanoide, ojos brillantes y cabellos largos. ¿Qué criatura era esta? Ya antes se había topado con cosas parecidas, pero ésta parecía ser diferente. Incluso su presencia distaba de ser humana: era poderosa, aunque nada que él no pudiera manejar. Hacía mucho, mucho tiempo que no percibía algo tan hostil. Máscara apretó los dientes: ya antes había sentido una presencia similar, que fue cuando tuvieron aquél lío con la ciudad de El Dorado. Las criaturas que vinieron en ayuda de Alsacia, los espíritu jaguar, tenían una presencia parecida, pero positiva. Esta cosa era pura maldad.

"Humano inútil, ¿Quién eres que te atreves a insultarme?" Una voz grave le respondió. Un par de ojos se encendieron como brasas al rojo vivo. La criatura avanzó hacia Máscara en forma amenazante. El dorado sonrió de soslayo. ¡Al fin una Pelea!

"¡No me hables en ese tono, Fenómeno! Soy Máscara de la Muerte de Cáncer, santo dorado de Athena." El santo encendió su cosmo y se puso en guardia, presto para atacar. "¿Dónde está esa excusa que quiero que me des?" La criatura alada retrocedió un paso, enseñó los dientes y gruño descontenta. Pareció sopesar la situación. Hizo un sonido de disgusto y plegó las alas. "¡Infame! Quiero mi pelea y la tendré."

Un repentino batir de alas impulsó a la criatura hacia arriba, justo en el momento en que Máscara le iba a golpear. Sin decir palabra, se alejó… y literalmente se perdió en la noche. Su hostil presencia desapareció tal y como si nunca hubiera estado allí.

"¡VUELVE, COBARDE!" Rabió Máscara molesto, agitando los puños. ¿Cómo demonios había hecho esta cosa para hacer desaparecer su presencia? Hasta hacía unos momentos había sido muy clara, ¿Cómo le había hecho para desaparecer tan rápido? Era como si se hubiera evaporado. "¡MALDICIÓN!"

Enrabiado, Máscara pateó el suelo como caballo impaciente. Comenzó a mirar en derredor en busca de alguna señal, alguna pista o lo que fuera, que le diera indicios de donde había ido a parar esta cosa. Es más, indiferente a los autos de policía que estaban llegando y que dudaban en acercarse, Máscara buscó con su cosmo a esta criatura, en vano. ¿Por qué? Ratas. ¿Qué tenía que hacer un dorado aburrido como él para moler a golpes criaturas extrañas y malignas?

"¡Máscara! ¿Qué pasó?" Llamó de pronto Shura, que venía corriendo en su dirección, seguido de Afro.

"Sentimos unos chillidos horribles y que encendías tu cosmo." Explicó Afro. "Lo sentimos mientras rastreábamos la secundaria. ¡Mis oídos zumban!"

"Están evacuando las calles. ¡Esos chillidos se oyeron por toda Atenas!" Shura comenzó a mirar alrededor. "¿Qué Pasó Aquí?"

"Argh. Ni idea: había algo, pero ya se fue y lo único que pude hacer fue insultarle." Máscara se veía de muy mal humor. Miró al cielo y levantando el puño, comenzó a agitarlo molesto. "¡SÉ QUE ESTÁS AFUERA! ¡YA VERÁS CUANDO TE ATRAPE!"

Ris, ras, ras, ris…

"¿Qué fue eso?" Afro giró sobre sus talones y se quedó mirando hacia el follaje. Los otros dos dorados le imitaron.

No lejos de allí, la hierba se agitó. Los 3 dorados aguzaron la mirada, y al menos Máscara se puso en guardia. Quizás aún podría dar esos golpes que ansiaba. Con una actitud acorde, comenzaron a acercarse a la fuente de aquellos ruidos…

… lenta y cuidadosamente cercaron un arbusto…

Allí había algo…

O más bien alguien…

Continuará.

Por

Manquehuito (Misao–CG)

Próximo Episodio: Señal de Alerta.

"¿Te resfriaste, Shiori?" Preguntó Melissa mientras tomaba un sorbo de té.

"Parece… los oídos me están matando y me duele la cabeza." Shiori estaba tumbada de cara a la mesa y cubría sus oídos con las manos. "Pase muy mala noche."

"¿No escuchaste los chillidos de anoche? Se oyeron en casi toda Atenas. Los noticieros no dejaron de hablar de eso." Añadió Melissa con tranquilidad.

PS: Las presencias 'animales' que Máscara ya había sentido tienen su antecedente en 'Imago Mundi' y para que les pique un poco la curiosidad… ¿Recuerdan a aquellos matones que lastimaron a Isabella en 'Eiusdem Farinae'? Esos tipos hicieron desaparecer su presencia y de esta manera fue que se internaron en el Santuario sin ser detectados. Tengan eso en mente. Esto parece una escena sacada como del sombrero de un mago, pero es importante. La necesito como antecedente para mi próximo fic y para que quienes gustan de atar más cabos, puedan hacerlo sin problemas. Lo mismo ocurre con la mención de las fases lunares. Como ven, los santos no estuvieron de ociosos, bastante trabajo tuvieron y cierto italiano cuyo nombre desconocemos tuvo un momento bonito con su esquiva chica. ¡Si tan solo supiera en qué andanzas se mete Shiori! Por algo les digo que esa profesora de Latín es misteriosa. Algunos me han mencionado que Pellejo sería un buen aprendiz para Máscara… pese a que ya saben mis respuestas… puede que cambie de opinión, aunque no les prometo nada. Faltas de ortografía, de gramática, tipeo y redacción no son intencionales (excepto en el caso de los diálogos de Niké) y si descubren alguna, por favor, sean buena leche y avisen para poder corregir, lo mismo si tienen quejas o críticas respecto de la historia, para ver como lo soluciono (en tanto sean constructivas y no destructivas) ¡GRACIAS POR HABER LEÍDO EL CAPÍTULO!