A/N: Para referencias a mi estilo y a ciertos aspectos del fic, lean 'Littera Minima' y sus secuelas, de la cuál esta es su última entrega. Por Favor, Quienes Dejan Reviews Anónimas, DEJEN UN MAIL DE CONTACTO PARA QUE PUEDA RESPONDER SUS COMENTARIOS CON MÁS AGILIDAD, DADO QUE NO VOLVERÉ A PONER ESTAS RESPUESTAS EN MI PROFILE.

¡MONTÓN DE GRACIAS A MIS LECTORAS DE PRUEBA¡Gracias Firts Ayanami y Sonomi por el tiempo que se dieron para leer y corregir mis locuras!

Saint Seiya, la trama y sus personajes pertenecen al Sr. Kurumada y a quienes han pagado por el derecho respectivo. El personaje de Shiori, de la serie Inuyasha, pertenece a Rumiko Takahashi y ha sufrido modificaciones para el beneficio de la trama. El Personaje de Selene pertenece a Fanny Shadow. No estoy sacando beneficio económico de este escrito: nada más hago esto para relajarme y entretener a mi imaginación, eso es todo.

ADVERTENCIA.

Del Manual del Villano Para la Malvada Conquista de la Galaxia, Artículo 51: Si uno de los guardias de mis calabozos empieza a expresar preocupación por las condiciones de la celda de la bella princesa, le transferiré inmediatamente a una posición menos orientada al público.

Tomen un chaleco antibalas antes de comenzar a leer y las debidas precauciones del caso.

Cualquier coincidencia con la realidad, situaciones reales y semejanzas con personas vivas o muertas, es una mera e increíble coincidencia. Se pide criterio y discreción por parte de los lectores. No me hago responsable de castigos, lesiones, o penas capitales derivados de la lectura de este capítulo.

Capítulo 13:

Balas van, Balas vienen.

Escaleras de Emergencia.

Ni bien oyeron los balazos, los alumnos de Máscara, que estaban ya en el primer nivel y a punto de salir de donde su profesor les había metido, cayeron todos al suelo, cubriéndose las cabezas. TODO el 2º D cayó sentado en los escalones ni bien oyeron esos estallidos. El tubo de las escaleras de emergencia parecía ampliar los balazos. Los pobrecitos estaban paralizados de miedo. Sí, los mismos que se creían tan rudos, apenas se movían: no se atrevían ni a respirar. ¿Qué estaba pasando?

"Oye Pellejo, Yo sé como suenan las balas, mi viejo siempre me lleva a cazar con él, no me confundiría nunca." Dijo Cuervo, uno de sus amigos, muy agitado. "¡Esos son Balazos! Te juro que sí, Pellejo¡Son Balazos!"

"¡Vamos A Caerles A Golpes!" Exclamó Hueso, solo para calmarse a sí mismo. "¡No puedo creerlo! Por Esto el profe de la Muerte quería que nos saliéramos del colegio… ¡Hay Que Ir A Caerle A Patadas A Esos…!"

"¿ESTÁS Loco?" Pellejo casi escupió sus amígdalas por segunda vez en el día. "Primero Tenemos que salir todos. Después les caemos a golpes, si quieres, pero primero nos salimos todos o me linchan."

"¡Pero!" exclamó Hueso, mas se calló cuando oyó nuevas descargas, seguidas de golpes varios. Dos de las chicas del grupo comenzaron a llorar y la que no, buscaba al borde de la histeria su celular, sin poder hallarlo. Cuervo y Hueso se quedaron viendo a Pellejo, que asustado tenía la vista fija hacia arriba.

"Debe ser Giancarlo." Dijo uno de sus compañeros. "Hace tiempo que estaba tramando algo con su grupo."

"¡Nos van a balear!" Lloriqueó Jacinta, una de las chicas cuyos nervios habían traicionado. Todos estaban muy asustados.

"¡Me Lleva! Estamos jodidos." Reclamó Hueso muy ansioso. Pellejo apretó los puños.

"No si escapamos de aquí." Dijo con decisión y se puso de pie. Es que de pronto se sentía importante, por primera vez sentía que podía ser útil para otra cosa que no fuera dar palizas. "¡Todos de Pie! Hay Que Salir de Aquí." Sus amigos le imitaron, lo mismo que sus compañeros.

"¡Jacinta, Deja De Llorar Que No Sacarás Nada!"

"Vamos, Rápido, Rápido."

Con decisión, los alumnos hicieron caso. Cierto, se sentían algo extrañados de que Pellejo los estuviera mandando, pero como era el único al que se le había ocurrido un plan, mejor le hacían caso. Total, peor es nada. Iban a salir de allí, de veras que sí y nada los detendría. Pellejo se acercó a la puerta, que nadie se atrevía a tocar, y justo cuando la iba a abrir… ésta se abrió de golpe y de par en par.

"¡AAAAAARH!"

El susto que se llevó Pellejo y el resto de sus compañeros, casi los mata en el acto y bastó para que todos volvieran a caer sentados, pálidos de miedo. Afro, que había abierto la puerta de improviso, les miró enojado, el ceño bien fruncido y una mano en jarra: detrás de él, uno de los amigos de Giancarlo estaba tirado de cara al suelo, con la lengua afuera, los ojos en cruz y con un montón de rositas pirañitas que le mordisqueaba por todo lado. Había más alumnos corriendo en dirección de la salida. Es verdad, aquél muchacho había logrado disparar antes que Afro lo detuviese, pero por fortuna no le había dado a nadie, dado que el dorado había atajado las balas. Sin embargo, no era el único con armas, aún quedaba otro remedo de pistolero en el primer piso, al cuál tenía que reducir lo antes posible. Afro gruñó de mala gana¿Qué hacían estos mocosos en las…? MOMENTO. ¡Eran los alumnos de Máscara!

"¡Ustedes¿Qué Se Supone Que Están Haciendo Ahí En El Suelo Como Pasmarotes?"

"No funciono bajo presión…" Se lamentó Hueso, con una mano en el corazón. El chico sentía que había envejecido unos 20 años en un segundo.

"Err… verá…" Comenzó Pellejo, tras reconciliarse con sus cuerdas vocales. "El Profesor…"

"ME VALE UN CUERNO." Gruñó Afro cada vez más molesto. "¡DE PIE TODOS Y LARGO! Salgan Del Colegio Cuánto Antes. ¡Rápido!"

Sin esperar por más, o emitir comentario alguno, los mocosos se apresuraron en obedecer al Inspector de Disciplina y corrieron lo más rápido posible a la salida del lugar. Claro, Hueso, Cuervo y Pellejo se tomaron su tiempo para patear en las costillas al pistolero que segundos antes Afro había reducido, antes de salir corriendo.

Una vez que se alejaron. Afro le avisó a Máscara de lo ocurrido vía cosmo, antes de volverse hacia el muchacho, que al parecer comenzaba a recuperar la conciencia. Las rositas seguían mordisqueándole y se quejaba de dolor. Sin darle tregua, el dorado lo sujetó por la solapa y lo puso de pie, para empujarlo contra la pared. El santo de Piscis le había dado una buena sacudida, por lo que el muchacho ni siquiera forcejeó por el trato.

"¡Eres un IMBÉCIL! Si te mueves de aquí, lo sabré y vendré por ti. No te gustará." Le dijo severo antes de darle la espalda. El chico asintió con energía y tan solo se limitó a observar como el Inspector se alejaba por el pasillo…

… Casi se muere de la impresión cuando vio que una dorada armadura le cubría el cuerpo.

4º Piso. Salón de Argol.

Momentos antes del inicio de las balas.

Argol estaba inquieto a rabiar.

Hacía mucho rato ya que no prestaba atención a la clase, sino que prefería orientar su concentración a los cosmo mensaje que no dejaban de llegarle de todos lados. Máscara había sacado a sus alumnos del salón, Shura estaba rastreando a la princesa… y si se estaba demorando, es porque el grupo en el cuál estaba la diosa no estaba en su salón (ni hablar de los nervios del capricorniano). Shaina y Alde buscaban las armas de las que Shura les había hablado, pero pese a que encontraron pocas, hallaron un montón de municiones en puntos estratégicos, lo cuál los estaba demorando.

No sabía bien qué pasaba, pero sí sabía que la princesa y el resto de los alumnos podrían estar en potencial peligro. Argol se sentía inútil: en cualquier momento daría un brinco de su asiento, llamaría a su armadura e iría en ayuda de los demás. La pierna derecha le temblaba de impaciencia y miraba en derredor como un gato atrapado, al tiempo que mordía su pluma. Por enésima vez escaneó su piso, el último del edificio.

"Argol, si lo que dice la profe Romina no es tan complicado: es fácil cuando te concentras."

"No molestes José." Gruñó el plateado ansioso.

"¡Tst¿Despertaste de mal humor hoy o qué?" Protestó José de mala gana. Más encima que se preocupaba por su amigo y miren los modos en los que éste le contestaba.

"Algo pasará." Dijo Argol en voz alta, sin reprimirse ni dejar de revisar el piso con su cosmo. "¡Estoy seguro!"

"Claro: Romina te regañará si sigues moviéndote así." Refunfuñó Antonio, muy desconcentrado por culpa del plateado.

Argol se puso de pie de un violento salto, botando su silla al suelo. Detectó peligro demasiado cercano, lo que lo instó a reaccionar con presteza. Corrió hacia la puerta trasera del salón, (en su piso, todos los salones tenían dos salidas) que alcanzó de dos zancadas. Entonces se dispuso a salir sin mayor trámite.

Claro que a su profesora no le gustó que el plateado interrumpiese de ese modo su clase.

"¡Argol!" Exclamó Romina con energía, al ver a su alumno hacer esas maniobras. "¿Dónde Se Supone Que Vas? Regresa Aquí En Este Preciso Instante."

Argol puso un pie fuera del salón, y un súbito estruendo rompió el silencio del pasillo. El sonido de dos disparos consecutivos rebotaron por las paredes y el santo de plata cayó hacia el interior de su salón, como abatido de muerte. Sí, por descuidado no se dio cuenta que tenía el peligro literalmente encima, pero como es humano, este tipo de errores pasan. Sin embargo, y pese a las apariencias, a Argol no le pasó nada: se estaba haciendo el muerto. Romina se dejó caer al suelo, impactada y sin saber qué pasaba.

"¡Dios Mío!"

Ni bien oyeron los balazos, la mayoría de los demás compañeros de Argol se botaron así mismos de bruces al suelo. No pocos rompieron en gritos y no faltaron los que intentaron huir, que lastimosamente fueron abatidos por otra descarga de balazos. Entonces comenzaron a oírse tiros por todo el colegio. Giancarlo, pasmosamente tranquilo, entró al salón con un arma humeándole en la mano. Romina se puso de pie, tomó aire y haciendo acopio de toda su valentía, intentó calmar los humos.

"¡Quietos Todos¡Quietos, No Se Muevan!" Pidió en vano. Giancarlo le apuntó con el arma. "¡Giancarlo¿Qué Se Supone Que Haces? Esto Es Una Locura."

Sin responder, el muchacho le disparó a la profesora, quien se salvó no más de milagro. Romina se dejó caer al suelo y se cubrió los oídos, mientras escuchaba los gritos de sus alumnos, el tumulto en su salón y en los demás.

José, aprovechando que Giancarlo no se estaba fijando en él, se arrastró hasta Argol, seguido de Juan. Ambos se quedaron quietos como estatuas en el suelo cuando vieron que Giancarlo salía tan tranquilo como entró, sin siquiera haber emitido comentario alguno. Estaban aterrados, pero al menos reaccionaban. Sus demás compañeros lloraban y no se movían. Ni bien Giancarlo abandonó el salón, José se abalanzó hacia su amigo.

"Argol¿Compadre, Viejito, Amigo, Cuate¡Di Algo!" José se pasmó de la impresión cuando Argol se incorporó de improviso, más sano que una lechuga y sin corrientes de aire extra en su tórax.

SHHH! No Te Muevas, Que Ese Infeliz Todavía Está Cerca." Le ordenó de sopetón, siseando con urgencia. Argol soltó las dos balas que había atajado con las manos y que le habrían dado de lleno en el pecho, dejándolas caer al suelo.

"¡Estás Vivo!" Exclamó Juan espantado, sin dejar de mirar las balas que había en el suelo y que Argol había atajado, dado que José todavía estaba mudo de sorpresa y con la boca muy abierta. "¡Coolísimo!"

"Sí. Vivo y FURIOSO." Gruñó el santo de plata.

Argol se puso de pie, apretó los puños y miró a su alrededor. Romina apenas levantaba la cabeza, aterrada, aunque le vio suspirar de alivio cuando le vio vivo. Algunos de sus compañeros estaban heridos y nadie quería moverse. Por los cosmo mensajes, supo que Afro ya había reducido a un pistolero en el primer piso y que Shaina lidiaba con otro.

Al pobre infeliz le iba a doler. No en balde Shaina era pariente de Máscara.

"¡Profesora¿Está herida?" Le preguntó Argol con insistencia, con la vista fija en la puerta y la quijada apretada. Romina negó con la cabeza.

"No. Estoy bien." Romina se puso de pie y avanzó dos pasos. Sus ojos estaban muy abiertos, llenos de miedo. "¡Argol¿Cómo estás tú?"

"Nunca me he sentido mejor." Argol inflamó su cosmo, llamó a su armadura que lo cubrió segundos después, y sin esperar mucho más, salió a toda carrera del salón.

No creo necesario explicar la TREMENDA SORPRESA en las caras de Romina y los demás alumnos al ver esto. ¿Argol era un santo de Athena? WOW. ¿Qué hacía en esa secundaria?

"¡Argol!" Le llamó José estupefacto. "¿Vieron, VIERON ESO?"

"¡El tipo se deschavetó!" Comentó Antonio cuando le vio salir.

Dejemos eso para después. Argol corrió hacia la biblioteca a toda velocidad, pasando junto a Giancarlo, quien ni siquiera se percató de esta carrera. No, Argol luego arreglaría cuentas con él: lo primero era lo primero. Athena y Sandra estaban en la biblioteca con su grupo y sabía que Bastián se dirigía allí. Tenía que protegerlas.

Biblioteca.

Momentos antes de la balacera.

Melissa había llevado a su curso ese día a la biblioteca, para un trabajo práctico en grupos. No se esperaba ni por si acaso que algo malo sucediese ese día, que fuera peor que la confiscación temporal de un par de celulares o de reproductores de mp3's. Los alumnos trabajaban, aunque no en silencio. Melissa en todo caso, jamás prestaba atención a ese tipo de formalidades, siempre y cuando los niños cumpliesen con sus tareas. Además hasta ese momento, la bibliotecaria, que estaba al fondo y bien ocupada en sus deberes, no había protestado por el ruido.

"Estoy aburrida." Rezongó Sandra. Como siempre, la chica se había quedado trabajando sola… no porque nadie quisiese trabajar con ella, sino porque ella no quería trabajar con nadie más. Dejó el trabajo a un lado y se recostó en la silla. "No quiero ver nada de esto sino hasta el fin de semana."

"¿No lo terminarás?" Preguntó María, que mordisqueaba la punta de su lápiz.

"No. Esto es para la próxima semana. Ya me aburrí, así que lo terminaré quizás el Domingo." Afirmó Sandra muy relajada.

"¡Me lleva! María¿Has visto mi celular?" Preguntó de pronto Saori. La joven diosa estaba inquieta. Hacía rato que percibía que sus santos estaban alterados, pero como estaban hablando en código, no entendía la razón de tanta alharaca. "No Lo Encuentro Por Ningún Lado." Rezongó de mal humor.

Es que tenía razones para estarlo. No entendía nada de los códigos que sus santos usaban, y por más que preguntaba, lo único que le decían era que ella estaría segura y que no se preocupara. BAH. No es por nada, pero sus santos debían aprender a ser más discretos y menos evidentes cuando querían ocultarle información: seguro estaban preocupados por algún peligro inminente que pudiera ponerla a ella en riesgo. ¿Por qué no se lo decían a la cara? No se iba a poner a llorar, había aguantado cosas muy feas antes. ¡BAH!

"Niña Cristal. ¿Segura que trajiste ese aparato contigo?" Preguntó Sandra relajada.

"Claro que sí. Debería estar…" Athena se interrumpió e intrigada, se mordió un pulgar. "Oye… ahora que lo mencionas…"

"Quizás lo dejaste olvidado en el salón." Sugirió María. "Siempre te pasa." Saori asintió.

"Creo que tienes razón. Veré si me dejan ir por él." Saori se puso de pie y levantó la mano. "¡Maestra Melissa!"

Melissa levantó la mirada de su libro y dirigió la mirada hacia Saori. La chica le sonrió y abrió la boca para efectuar su pregunta, cuando…

¡SLAAAAAM!

Las puertas de la Biblioteca se abrieron de par en par. Argol entró corriendo a toda carrera, sujetó a Saori por la cintura y antes que Sandra pudiera protestar también la tomó a ella en viandas. Las arrastró a la fuerza detrás de unos libreros, pese a los reclamos hechos a viva voz por las chicas y la profesora.

La biblioteca era a prueba de ruidos. Una banda de rock pesado bien podría haber dado un concierto justo fuera y no habrían oído ni pío en el interior… a menos claro que las puertas estuvieran abiertas. Por eso ni bien Argol irrumpió en la biblioteca, los balazos se hicieron más que evidentes y pronto reinó el caos en el lugar. Todos los estudiantes se tiraron al piso, llenos de miedo…

Tampoco tuvieron mucho tiempo de reacción, dado que detrás de Argol entró Bastián y antes que se dieran cuenta, comenzó a disparar a diestro y siniestro. De pronto los balazos que por breves instantes oyeron fuera de la biblioteca estaban dentro de ésta, lo cuál solo contribuyó a aumentar el nivel de estrés de los alumnos. Melissa se puso de pie tan rápido como oyó que terminaba la primera descarga.

Silencio temporal.

"Princesa¿Está bien?" Preguntó Argol en susurros.

"¡Cabeza de Piedra¿Qué pasa?" Preguntó Sandra con los ojos muy grandes.

"Yo Estoy Bien, pero Sandra tiene razón¿Qué…?" Comenzó Athena, pero fue interrumpida.

"SILENCIO TODOS." Bramó Bastián, con el arma en alto, disparando al techo.

Athena se calló asustada. Apenas se había dado cuenta que sus demás compañeros gritaban y lloraban. Había algunos heridos. La diosa intercambió una asustada mirada con el santo.

"¡SANDRA! Ven Aquí Que Tengo Que Arreglar Cuentas Contigo." Siseó Bastián, con el arma en alto. "Sal que no te…"

"Bastián. Baja el arma y explícame¿Qué está pasando aquí?" Melissa interrumpió al enardecido chico tratando de ser lo más cautelosa posible.

Esos cosmos… Saori tragó saliva y miró de inmediato en dirección a la puerta. ¡Por todos los dioses! El santo de Perseo prestaba atención.

"Argol." Athena se quedó mirando con ojos grandes y ansiosos al plateado. Ambos sabían que Shura y Máscara estaban cada vez más cerca de la biblioteca. "¡Haz Algo o lo Matarán!"

"Ay…" Sandra gimió, cubriéndose los oídos. ¡Esto no era divertido!

El plateado se puso de pie. Observó en dirección de la puerta y vio a los dorados prestos para atacar, con las miradas fijas en el pistolero. Los llantos y gritos seguían, lo cuál alteró los nervios de Bastián. Melissa tenía toda su atención en el muchacho y ambos tenían los ojos fijos uno en el otro.

"¡Cállate Que No Te Incumbe!"

"Suelta el arma: así no podemos hablar." Suplicó Melissa.

"¡Una Palabra Más, Perra Asquerosa, Y Te Vuelo La Cabeza!" Bastián quitó el seguro de su arma. "Necesito a Sandra."

"Baja el arma, sopenco." Dijo Argol de pronto.

El plateado dio un paso adelante, luciendo todo y armadura. Era una visión casi surrealista y no pocos olvidaron momentáneamente su miedo al verlo. ¿Así se veía un santo de Athena? Pero… ¿Qué RATAS estaba haciendo allí? Saori y Sandra estaban de pie detrás de él. La diosa aprovechó para agacharse y tomar la mano de María para atraerla detrás de ella misma y por ende del santo. La pobre chica casi se deshacía en silencioso llanto.

Bastián apuntó el arma a la cabeza de Argol. Melissa suspiró en secreto, aunque su alivio no duró mucho. Estaba asustada, la situación la estaba sobrepasando y no quería oír ni un solo balazo más…

Por cierto… ¿Es idea mía o éstos se habían acabado? No creo alcanzar a oír nada más afuera… En fin.

"¿Estás vivo? Yo Te Vi En El Suelo. Gianca Te Disparó 2 Veces." Exclamó Bastián al ver a Argol, vivito, coleando y sin agujeros extra.

"Sí… pero digamos que soy a prueba de balas."

"No Manches, Viejo, Ya Verás Lo Que Te Pasa."

"Baja el arma."

Bastián emitió una sonrisa sarcástica que no auguraba nada bueno. Argol entrecerró los ojos, casi con ironía.

"Última oportunidad para que bajes el arma."

"No lo creo."

Una descarga de 4 balazos resonaron en la Biblioteca…

Es una lástima. ¿No lo creen?

Continuará.

Por

Manquehuito (Misao–CG)

Próximo Episodio¿Curación milagrosa?

"… ¿Sabes Cómo Se Siente La Soledad Cuando No Eres Ni Una Ni Otra Cosa¿Sabes Acaso… como se siente ver el temor en los ojos de quien descubre que no eres más que un monstruo?…"

PS: Bueno, este capítulo me comprueba que he visto demasiadas películas… o más bien noticieros. Como que ahora es más que evidente para más de un alumno que hay santos metidos en el colegio. Un pequeño error de cálculo de Giancarlo: seguro ni se esperaba esta eventualidad. La pasa por imbécil. Sip, Dejé a Shiori colgando. Sip. Dejé el capítulo hasta allí. Espero que a Shion no le dé un infarto cuando se entere de todo este lío. :ojos brillantes¿No creen que soy muy linda? Ú.ù A ver como se sigue desenredando esta madeja. Ya verán lo que pasa, solo tengan un poquitín de paciencia. Faltas de ortografía, de gramática, tipeo y redacción no son intencionales y si descubren alguna, por favor, sean buena leche y avisen para poder corregir, lo mismo si tienen quejas o críticas respecto de la historia, para ver como lo soluciono (en tanto sean constructivas y no destructivas) ¡GRACIAS POR HABER LEÍDO EL CAPÍTULO!