A/N: Para referencias a mi estilo y a ciertos aspectos del fic, lean 'Littera Minima' y sus secuelas, de la cuál esta es su última entrega. Por Favor, Quienes Dejan Reviews Anónimas, DEJEN UN MAIL DE CONTACTO PARA QUE PUEDA RESPONDER SUS COMENTARIOS CON MÁS AGILIDAD, DADO QUE NO VOLVERÉ A PONER ESTAS RESPUESTAS EN MI PROFILE.

¡MONTÓN DE GRACIAS A MIS LECTORAS DE PRUEBA¡Gracias Firts Ayanami y Sonomi por el tiempo que se dieron para leer y corregir mis locuras!

Saint Seiya, la trama y sus personajes pertenecen al Sr. Kurumada y a quienes han pagado por el derecho respectivo. El personaje de Shiori, de la serie Inuyasha, pertenece a Rumiko Takahashi y ha sufrido modificaciones para el beneficio de la trama. El Personaje de Selene pertenece a Fanny Shadow. No estoy sacando beneficio económico de este escrito: nada más hago esto para relajarme y entretener a mi imaginación, eso es todo.

ADVERTENCIA.

Del Manual del Villano Para la Malvada Conquista de la Galaxia, Artículo Trigésimo Noveno: Si debo entrar en batalla, no lo haré al frente de mis Legiones del Terror, ni buscaré a mi contrario entre su ejército.

o.o Creo que este capítulo me quedó un poco largo ú.ù

Cualquier coincidencia con la realidad, situaciones reales y semejanzas con personas vivas o muertas, es una mera e increíble coincidencia. Se pide criterio y discreción por parte de los lectores. No me hago responsable de castigos, lesiones, o penas capitales derivados de la lectura de este capítulo.

Capítulo 14:

¿Curación Milagrosa?

En los corredores.

Poco antes que se desatasen los balazos al interior de la Biblioteca.

¡Vaya a saber uno las motivaciones de Giancarlo! Este prospecto de terrorista revisó su arma y procedió a cargar más balas. Tenía el rostro apretado y le corría adrenalina por todas las venas. Se quedó unos momentos frente a la escalera, cerca de la biblioteca, en espera de Bastián, a quien había enviado a eliminar a Sandra.

¡Por culpa de ella había recibido una buena reprimenda! La muy maldita no solo se atrevía a dejar su grupo, sino que además le hacía quedar en figurillas el otro día. Ese sujeto, el nuevo, el crío ese que venía de Arabia Saudita le había dejado en ridículo frente a sus amigos. Feh. Al menos ya le había dado su merecido a Argol y Sandra pronto correría la misma suerte.

Pobre, no sabía que el plateado estaba vivo y justo al medio entre el arma de Bastián y Sandra.

Bastián se estaba tardando mucho. Felipe hacía un buen rato que había bajado, lo mismo Lou y Esteban. BAH.

"Qué se las arregle solos." Gruñó Giancarlo con desdeño, y se dispuso a bajar los escalones. Volvió a revisar su arma.

"¡Cubo de Basura! Mira no más donde te pillo. ¿A dónde vas?"

Giancarlo pegó un brinco hacia atrás y enseguida encañonó a la persona que tenía delante suyo. Máscara, apoyado en la pared, cruzado de brazos y con una irónica sonrisa en el rostro, le miraba con calma.

"¡El cubo de basura eres tú!" Exclamó Giancarlo antes de descargar su arma hacia Máscara.

"¡JAJAJAJAJAJAJAJA!" El dorado rió como psicópata. No es por nada, pero comienzo a convencerme que esa risa es relajante. "No Me Hagas Reír, Por Favor¿Crees Que Unas Míseras Balitas Me Harán Daño?"

Giancarlo se quedó de una pieza. Abrió los ojos a más no poder cuando vio que el Profesor de la Muerte estaba tan calmado como siempre, y sin daño alguno. Retrocedió un paso cuando dejó caer las 6 balas que le había disparado. El santo afiló la mirada y avanzó un paso, sin borrar esa sonrisa del rostro.

"¿Te quedaste sin palabras?"

"MUERE, MALDITO." Una vez más, Giancarlo disparó hasta que se quedó sin balas. Sus ojos se abrieron como platos y sus pupilas se redujeron: frente a él, Máscara seguía sin daño alguno… y cubierto por su armadura dorada.

"No sabes a quien te estás enfrentado, Cubo de Basura." Le dijo Máscara, tratándole como a un niño.

Medio segundo después, el dorado le había quitado el arma y propinado un golpe en el estómago, lo bastante fuerte como para dejarlo fuera de combate, pero sin que lo matase. Giancarlo, sin aire, cayó al suelo y se hizo un ovillo. Un hilillo de sangre le salió por la comisura de uno de sus labios. Máscara lo miró como quien ve porquería en el suelo e hizo añicos el arma que tenía en las manos. Dejó caer las piezas al suelo.

"¡Ya… verás… cuando…!"

"Encima tienes las agallas para chistar. Me sorprendes, Cubo de Basura." Reclamó Máscara muy serio. El santo apretó los dientes y se dispuso a darle una patada.

"Vamos, Máscara, deja de jugar con eso, que tenemos trabajo qué hacer." Gruñó Shura de pronto, justo a tiempo antes que el santo de Cáncer patease a Giancarlo. Máscara le miró de mal humor. Giancarlo se incorporó lleno de miedo¡allí había otro dorado! El conserje estaba cubierto en una armadura dorada¿Qué estaba ocurriendo?

"No dejas que me divierta, Shura. ¡Al menos deja que…!"

¡El Cosmo de Athena! Ambos santos miraron hacia arriba, en la dirección de la energía de Saori con expectación. Máscara frunció el ceño y tras mirar brevemente a Shura, quien se apresuró a ir en ayuda de su diosa, pateó con suavidad a Giancarlo.

"¡Si Te Mueves De Aquí, Sabrás Porqué Me Llaman Máscara De La Muerte!" Le amenazó segundos antes de subir corriendo en dirección de la biblioteca.

Afueras del colegio.

En esos momentos.

El lugar estaba muy cambiado. De un momento a otro se había llenado de ambulancias, policías, curiosos, padres histéricos y reporteros. Luego que el 2º D había escapado, siendo seguido por el grupo de Shiori y por los alumnos que estaban en el gimnasio, los demás cursos no tardaron en huir del colegio. El establecimiento estaba medio vacío: Afro y Shaina habían sido quienes decidieron iniciar la evacuación, cuidando de que ningún pistolero se acercara a quienes huían.

En todo caso, la amazona no había tenido mucho trabajo. No había pasado ni media hora desde el inicio de la crisis. Los dorados no se tardaron nada en reducir a los pistoleros que andaban sueltos, por lo que el conteo de heridos no era tan abismal como se temía. Pese a esto, la situación aún no se calmaba del todo: el director del colegio seguía dentro, había dos chicos armados más que seguían sin controlar y la comunicación con el interior del edificio era cualquier cosa, menos clara. Tan solo un par de profesores estaban con la policía brindando datos y los demás trataban de calmar a sus asustados alumnos… cosa que se hacía complicada por la presencia de las autoridades y los reporteros. Por alguna razón, la hostil presencia de la Amazona de Ophiucus, que había salido del edificio no hacía mucho, mantenía los ánimos bajo control y les hacía sentir más que seguros.

Eso se agradecía.

"Esto parece como de otro planeta." Comentó Hueso al aire. El chico, junto con sus demás compañeros, incluido Pellejo, estaban sentados en el suelo, muy tranquilos. "¡Nunca Me Creerán En Casa!"

El 2º D permanecía en un solo punto. Por fortuna, uno de sus alumnos había prestado atención en los simulacros de evacuación del mes anterior, por lo que el grupo estaba en su zona de seguridad. Eran reacios a separarse, no les hacía gracia que Máscara cumpliera su promesa y lo conocían lo bastante bien como para saber que si lo desobedecían, les haría exactamente lo que les había dicho. Ya habían sido revisado por algunos paramédicos: entre ellos no habían heridos.

"Ojalá Que No Me Echen La Culpa. En Serio No Tengo Nada Que Ver Con Esto." Suspiró Pellejo. "Sabía que ese Giancarlo estaba planeando algo así. El man está muy mal de la cabeza."

"Hay que tener muchas agallas." Cuervo entrecerró los ojos, preocupado. "No acusemos a Giancarlo: es obvio que fue él, pero mientras no estemos seguros, mejor le damos el beneficio de la duda."

"Es verdad." Admitieron Pellejo y Hueso. "En serio, insisto que esto parece como sacado de una película." Añadió Hueso.

"Una muy surrealista." Comentó Pellejo al ver pasar a Shaina, quien en esos momentos se calzó su máscara. "¡Una amazona!"

"Súper." Comentó Cuervo.

"Oigan… ¿que no se supone que verle la cara a una amazona es muerte segura?" Preguntó Hueso algo pálido. Los demás se tragaron la lengua en el acto.

Y de inmediato bajaron la mirada al suelo.

Biblioteca.

En esos momentos.

Aquellos estruendos parecieron rebotar contra las paredes. Los alumnos gritaron de miedo y se oyeron no pocos lloriqueos.

Bastián disparó cuatro veces contra Argol.

María se abrazó de Saori, Sandra atinó a cubrirse los oídos y como el resto de los alumnos, Melissa incluida, se lanzaron todos al piso, y los que ya estaban allí, se pegaron con más ganas a este, como si quisiera hacer un agujero allí y esconderse en él. Sin embargo, y como era de esperarse, Argol atajó todas las balas con las manos sin sentir ni cosquillas. Las dejó caer a su lado, aún humeantes, aburrido. Saori soltó a María, se puso de pie, agitada, pero orgullosa. Sujetó el brazo del plateado.

"¿Es que no te das cuenta? Las balas son inútiles: aprendí a atraparlas a los 8 años." Gruñó Argol algo aburrido, haciendo un gesto de exasperación con la mano. Bastián, incrédulo, comenzó a hiperventilar, y preparó su arma para disparar de nuevo cuando vio que el plateado avanzaba un par de pasos en su dirección. "No me hacen daño."

"¡Cállate! Un Paso Más Y Te Dejo Como Colador, Desgraciado." Amenazó Bastián sin saber qué pensar. En teoría, ir disparándole a sus compañeros de secundaria debería ser más fácil y quien debería dar miedo, tendría que ser él, y no un tipo disfrazado como el hombre de lata del Mago de Oz. "¡Te Mataré A Ti Y A Las Mocosas Que Están Detrás Tuyo!"

"¡Por favor! Bastián, suelta el arma y deja esta locura." Suplicó Melissa con lágrimas en los ojos. Sandra, que había estado abrazando a María y que se moría de ansiedad, levantó la cabeza y miró hacia su chico.

"Argol…" Susurró apenas, sintiendo un enorme nudo en la garganta y que los ojos le ardían.

"Bastián. Haz lo que la profesora dice y suelta el arma." Le pidió Saori con calma. "Seguro podemos arreglar esto." Como la joven diosa está acostumbrada a este tipo de situaciones, parecía entera o en completo dominio de sí misma. Estaba muy ansiosa, pero no se le notaba.

Entonces se oyeron varios balazos opacados afuera y una fuerte conmoción, como si alguien estuviera siendo golpeado de manera no letal. Esto distrajo la atención de los ya asustados compañeros de salón de Saori. Segundos después, Argol y la diosa vieron a Shura y a Máscara justo fuera en la puerta, del todo dispuestos a entrar antes de que se lamentasen más pérdidas. Athena se apresuró en encender su cosmo y pedirles que le dieran una oportunidad a Argol de desarmar al chico.

"Por favor… baja el arma, no te hemos hecho nada." Resopló Melissa tragando saliva. La profesora estaba haciendo esfuerzos increíbles por no llorar de miedo. Argol apretó los dientes y avanzó dos pasos más.

"¡QUIETO O TE MATO!"

"¡CORTA EL ROLLO!" Argol casi sintió en sus propios huesos cuando Shura y Máscara se tronaron los nudillos. "Este es el momento de que sueltes el arma. Acabas de amenazar a las dos personas más cercanas a mi corazón… Saori Kido es Athena y eso no te conviene. Menos con dos santos dorados afuera." El santo de Perseo dio un paso más. "¡Que Me Des El Arma!"

La revelación hecha por Argol causó una extraña conmoción en el grupo. Por si fuera poco, no solo les estaban disparando, sino que justo ahora se venían a enterar que compartían clase con la misteriosa encarnación de Pallas Athena Parthenos. Melissa abrió más los ojos, los demás chicos se miraron entre sí (al menos los que se atrevieron a moverse). Bastián tragó saliva y sacudió la cabeza. Saori se sopló el flequillo. ¡Ratas! Hasta aquí no más le llegó el anonimato.

"¿Santos dorados?" Susurró Bella con la voz en un hilo. Se quedó mirando a Teresa confundida. "¿Así Cómo Santos de Athena?" Preguntó algo descreída.

"No manches…" Susurró Alejandra, espantada a más no poder.

Argol dio otro paso hacia delante y estiró el brazo, dispuesto a quitarle el arma a Bastián, pero fue descuidado. Debió considerar que el muchacho estaba aterrado, con la adrenalina y la testosterona a todo dar, por lo que tuvo una reacción violenta.

"¡MUERE MALDITO¡MUERAN TODOS USTEDES!"

Bastián cerró los ojos y comenzó a disparar a lo loco en todas direcciones, lo cuál dejó un buen desastre al interior de la biblioteca. Argol, con una aburrida expresión, se dio a la tarea de atajar todas las balas antes que diesen en el blanco. En ese mismo segundo, Shura y Máscara irrumpieron en el lugar y mientras el Santo de Capricornio reducía a mopa de suelo a Bastián sin mucho esfuerzo, Máscara abrazó a Saori para protegerla de algún eventual balazo perdido.

Todo se sumió en silencio.

Tan rápido como había comenzado, terminó todo. Bastián ya no tenía arma en sus manos, estaba muy golpeado en el suelo, Shura lo pisaba con saña y le vigilaba de cerca. Ni siquiera alcanzó a darse cuenta que el santo de Capricornio bien podría haberle cortado la cabeza… y si no lo hizo, fue únicamente porque consideró que Athena no debía ver fluir sangre infiel siendo tan niña. Shura le propinó entonces a Bastián una última patada bien merecida en las costillas.

"¡Escoria! Mal Nacío' ¿Cómo Te Atreves A Disparar Contra Athena?" Le increpó con dureza, aprestándose a darle otra patada.

"¡Ya Basta, Shura, Lo Lastimarás!" Pidió Saori con urgencia. Máscara ya no la abrazaba, pero la tenía al alcance de su protección.

"Yerba mala nunca muere." Gruñó Shura. "¿Está usted bien, Alteza?"

"Más Vale, O De Lo Contrario, Me Enojaré Mucho." Gruñó Máscara, cruzándose de brazos. "¡Argol! Condenada Pústula de Pus. ¿CÓMO SE TE OCURRE Exponer así a Athena?"

Era evidente que los dorados no estaban muy contentos con el manejo de crisis que había hecho el plateado. Argol, quien estaba ayudando a Sandra y a María a ponerse de pie, sintió una gota al ver que tanto Shura como Máscara le miraban con cara de querer jugar al fútbol con su cabeza. Saori iba a abrir la boca para intervenir, pero…

"¿Athena¿La del Santuario?" Preguntó Melissa estupefacta. "Pero… ¿Cómo es esto posible?"

"Argol, te vienes conmigo: hay basura de qué encargarse afuera." Ordenó Máscara mientras se disponía a salir.

"Ya voy." Rezongó Argol, quien se puso de pie y salió tras los pasos de Máscara.

Shura se quedó atrás. No lo moverían del lado de Saori ni con grúa. La situación estaba más que controlada, pero uno nunca podía estar seguro en estos casos. La basura a la que Máscara se refería era Giancarlo, quien yacía en las escaleras… o eso esperaba. El chico había tenido la mala fortuna de cruzarse con el santo de Cáncer y como éste no estaba de buen humor, bueno… ya saben más o menos lo que pasó. Sobretodo porque desde hace días que Máscara estaba buscando pelea y aunque apenas fue un ejercicio, por fin había tenido la oportunidad de dar un par de golpes al menos. Shura había evitado que los matase, por cierto.

Aún quedaban otros dos pistoleros sueltos, pero justo en esos momentos, uno de ellos lloraba moco tendido en el segundo piso y era consolado por el enorme santo de Tauro, que lucía orgulloso su armadura. Se topó con Alde, quien optó por una vía no violenta y más psicológica, tratando de convencerlo de que lo que estaba haciendo, no era lo óptimo y que había otras formas de solucionar sus problemas. El muchacho, de nombre Felipe y que estaba ávido por este tipo de atención, terminó contándole todos sus problemas, sobre lo solo que se sentía, lo arrepentido que estaba y que nunca más haría algo así. Bien por Alde.

Volviendo a la Biblioteca, ni bien Máscara y Argol se fueron, toda la atención recayó en el orgulloso Shura y en Athena. Saori, suspirando, se sentó en una de las mesas de estudio. Todos la miraban con atención. Melissa se acercó a la muchacha, mirando con admirado recelo al que creía un simple conserje, pero demostrado ser nada más ni nada menos que el santo dorado de Capricornio.

"Señor Shura¿Estoy soñando o en verdad Saori es Athena?" La profesora se quedó mirando a su alumna. "¿Eres Athena?" Es que la pobre no se lo podía creer. Demasiada información por un día. Avergonzada, Saori comenzó a jugar con sus dedos.

"Sí… err… Es que verá… yo…"

"La Princesa quería asistir a clases en un colegio. Eso es todo. Además Su Excelencia Shion es demasiado aburrido para dar clases." Explicó Shura con tranquilidad. El santo se volvió al anonadado grupo, y tomando su capa, la rasgó en tiras. "Vamos, no se queden allí, ayuden a sus compañeros." Les despabiló. No había heridos de gravedad, pero lamentablemente algunos habían recibido balazos. Dos chicos intentaron salir corriendo. "¡NO SALGAN de la Biblioteca!" Advirtió severo. "De momento están seguros aquí." Les explicó tranquilo. Melissa tragó saliva y asintió decidida. Aún sus nervios amenazaban con destrozarla, pero estaba en condiciones de enfocar su energía hacia fines más prácticos.

"¡Alumnos! Ya oyeron. Se quedan aquí adentro: tenemos cosas que hacer. Nos dividimos en 4 grupos y hagamos un control de daños." Pidió la profesora decidida. "Bella, Teresa y Alejandra: Ya dejen de llorar y cooperen."

Shura, tras intercambiar una venia con Saori se dispuso a ayudar y a calmar a los heridos, mientras Melissa y la bibliotecaria, que había permanecido oculta y a medio morir del miedo al fondo de la biblioteca, coordinaban a los demás chicos y a comunicarse con la gente que ya estaba fuera del edificio. Para esas alturas, ya todo el colegio estaba evacuado y por la información que recabaron, solo quedaba un foco de conflicto.

No todos los alumnos estaban en condiciones de ayudar, y no porque estuvieran heridos. No pocos resultaron ser más estorbo que ayuda, por lo que a éstos los fueron sentando en las mesas de estudio. Saori, Sandra, María estaban juntas… en voz muy baja, la diosa le daba excusas a María por haberle mentido sobre su verdadera identidad… pero la chica estaba tan impactada, que no pareció importarle.

Mientras esto ocurría, en la mesa del frente, Bella miraba desconfiada hacia Saori. Teresa y Alejandra estaban en silencio.

"¿Athena, Saori es una diosa?" Bella no se lo podía creer. La pobre chica que ella creía becada por la Fundación Graude era nada más ni nada menos que la encarnación de una diosa. Ella no creía en esas cosas, pero… ¡Venga! El mundo no podía ser tan rebuscado.

"Mejor no la fregamos más." Gimió Teresa. Es que la pobre estaba muy complicada, dado que se consideraba devota de la diosa. "Estos dioses son vengativos."

"¿Qué van a ser vengativos? Eso de que es una diosa es pura basura." Bella se cruzó de brazos. "Esas cosas no existen: Mi papá dice que los del Santuario son un montón de fanáticos, que se creen la gran cosa y nada más."

"¡Baja la voz: es en serio." Exclamó Alejandra espantada. "Los del Santuario de Athena no son fanáticos y si hay dorados…" La chica bajó el volumen. "Es porque Saori es su diosa… ¿No viste como la protegieron?"

"¿Dices que no son vengativos? Amiga¿El juicio de Paris no te dice nada? Bella, en serio no es chiste incordiar a estas divinidades." Teresa se pasó las manos por el rostro. "Y de cualquier manera, aunque no creas en estas cosas, te guste o no Saori es la princesa de un pequeño principado, llamado Santuario de Athena." Bella no parecía convencida.

"Bah. Para mi siguen siendo pura basura. ¿Saori una diosa? Por favor." Esto último lo dijo en voz alta, solo para llamar la atención. Al oírla, Saori decidió ignorarla y se sopló el flequillo. Sandra bufó de disgusto.

"¡No Seas Descreída, Bella! Cuida tus palabras." Le ladró Sandra mofándose. "Hazle caso a Teresa que tiene razón: No tienes idea lo vengativos que pueden llegar a ser los parientes de Saori." Añadió cruzándose de brazos.

"Ya corta el rollo, Sandra." Le dijo Saori muy calmada. "No nos dejes tan mal parados a los dioses." La joven diosa miró a Bella con amable fijeza. "Sí, Yo soy Pallas Athena Parthenos… no soy tan rencorosa, pero es cierto… puede que se me haya pasado la mano con el asunto de Paris, pero eso es cosa del pasado. He aprendido a perdonar." Explicó amable. Entonces María emitió una risita irónica.

"Claro que Saori tiene un montón de hermanos y parientes que no opinan igual y no puede hablar por ellos." Dijo risueña.

Sandra sofocó una risa y Saori se encogió de hombros. Bella y sus amigas, sobre todo sus amigas, las miraron lívidas de espanto.

Salón del 1º B.

Justo al inicio de la Balacera….

Flashback.

"Nikaido–sensei… ¿Estará con nosotros?" Preguntó una asustada chica, con la voz en un hilo.

"Vamos Rosita: En serio tienen que salir." Le instó Shiori mientras tomaba en viandas a uno de sus alumnos y lo sacaba por la ventana.

Al ver esto, los demás comenzaron a salir por sus propios medios y una vez fuera, corrieron a lugar seguro, tal y como se les había ordenado. Rápidamente desocuparon el salón, y aunque los balazos parecían acercarse cada vez más, ver a su profesora en control de la situación evitó que entrasen en pánico.

Entonces Shiori erizó la espalda de pronto.

… Alguien estaba en la puerta…

Fin de Flashback.

Bien, Ya dije que sólo quedaba un pistolero por neutralizar y ése era justamente el que en esos momentos estaba por entrar al salón de Shiori. Sí, dejé a la pobre colgada en el aire por más de un capítulo, pero espero que el Flashback les haya refrescado la memoria.

BUM, BUM.

Dos tiros disparados al aire resonaron en la puerta con estrépito. Shiori levantó en viandas a dos de sus alumnos y los lanzó por la ventana sin mayor cuidado, mientras otros tres terminaban por saltar por sus propios medios y se echaban a correr atolondradamente por el patio.

"¡Corran!" Los chicos pusieron pies en polvorosa ni bien su profesora les ladró aquella orden, sin tener chance siquiera pensárselo mejor.

Shiori giró sobre sus talones para enfrentar la puerta y a lo que sea que fuera a entrar por ella y dio dos decididos pasos. Nadie interrumpiría su clase y se quedaría así tan tranquilo. Nadie.

"Quieta, Profe." Gruñó Lou, quien nada más abrir la puerta, la apuntó con su arma. Shiori abrió los ojos como platos.

"¡Lou!" Exclamó sorprendida.

"No se mueva." El muchacho miró a su alrededor, extrañado. "¿Dónde están los críos?"

"Espero que donde les dije." Le dijo con calma, como si supiera lo que tenía que hacer. Shiori entrecerró los ojos: la chica sopesaba la situación. "¡Lou! Suelta Esa Arma. ¡Te Puedes Sacar Un Ojo!" El sarcasmo no pasó desapercibido, se los aseguro. El muchacho sonrió con ironía y negó con la cabeza.

"Nah. Ahora yo doy las órdenes." Dijo esto mientras fijaba su blanco.

"¿Qué ordenes? No seas ridículo. ¿Qué órdenes quieres darme?" Protestó Shiori con energía.

Para que más o menos se ubiquen, justo en ese momento en los pisos superiores comenzaba el pánico, pues los balazos comenzaron a retumbar más y más seguido. Tanto Lou como Shiori alzaron las cabezas. La chica intentó moverse, pero Lou no la dejó.

"¡Quieta, Perra!"

"GRRRR. ¿Estás loco?" Shiori gruñó de enojo, fuerte y claro. Eso había sido un gruñido evidente, que Lou no se detuvo a analizar: el chico estaba más pendiente de los demás balazos que llegaban a sus oídos… mezclados con los gritos de los demás alumnos. "¿Qué locura es esta?" Exigió saber Shiori de mal humor.

"¡Se La Merecen! Esta locura se la merecen¡TODOS ustedes!" El rostro de Lou se llenó de una sombría gravedad. El chico apretó los dientes y los rechinó. "Estábamos Hartos De Tanta Burla¡Es Lo Que Merecen¡De Rodillas! Todos Obtendrán Su Merecido. Ya he matado, no temo hacerlo de nuevo." Exhortó a Shiori dando muestras de peligrosa inestabilidad. Sin embargo la chica no le hizo caso y no perdió la calma ni los colores de su rostro. Ella era la que estaba en control, aunque no lo parecía.

"¿Te estás haciendo el duro, eh?" Preguntó muy seria. Entonces la chica levantó la nariz y olfateó el aire a conciencia. Esta actitud le pareció un tanto peculiar a Lou. "No. No hueles a sangre. Tan sólo a pólvora. No has matado a nadie, solo has disparado."

Lou la miró estupefacto. No lo reconocería nunca, menos en ese momento, pero la maestra… tenía razón. ¡Era Verdad! Ni bien habían comenzado los balazos, el chiquillo no había tenido las agallas de querer acertar ninguno de sus tiros y los había fallado todos a propósito. Es más, no quería estar metido en ese rollo, él mismo había sido quien saboteó las duchas con la esperanza que los adultos se dieran cuenta de este desastre… sin embargo no sabía como salirse de lleno. Decidió seguir jugando su papel. No dejaría que la profesora lo dejara en evidencia… ¿Cómo supo eso, de que no había disparado? Disparó hacia delante un par de veces más, enrabietado. Con eso esperaba asustar a la mujer.

"¿TÚ QUE SABES?"

"Suelta el arma Lou." Le dijo Shiori con frialdad. Entonces la chica ladeó un poco la cabeza, como meditando. "¿Por qué haces esto, Por qué disparas?"

"¡Para Vengarme De Todos Aquellos Que Me Detestan!" Ladró Lou.

"¿Vengarte¿De qué hablas¿Vengarte porqué?" Preguntó de nuevo la chica.

Se produjo un silencio prolongado. Esta pregunta tomó por sorpresa a Lou, quien creía conocer la respuesta. ¿Por qué disparaba? Lo sabía en tanto no le preguntaran. Shiori le esperaba tranquila y fría. Esta apariencia de concreto estaba dando resultado. No era la primera vez que la ponía en práctica: ya antes la habían amenazado a punta de pistola. No, el hecho que tu vida estuviera a un balazo de terminar no se hacía más fácil o digerible con la práctica, pero al menos sí más manejable.

"¡PORQUE NO ME ESCUCHAN!" Vociferó Lou de repente, logrando asustar a Shiori. "No Me Prestan Atención, Se Ríen De Mi, Me Discriminan. ¡Soy Un Paria! No Me Dan Las Oportunidades Que Quiero. Tan Solo Soy El Bicho Raro: Todos Me Rechazan Y Ni Siquiera Se Detienen A Conocerme." Una a una, Lou enumeró todas sus frustraciones ante una impávida Shiori, incluso disparando al aire en un par de ocasiones, bastante fuera de sí. "¡ME IGNORAN Y VAPULEAN!"

Un gesto de incredulidad había comenzado a crecer en el rostro de Shiori desde hacía un rato. Escuchar a Lou quejándose de su vida la hizo enojar y no poco. Sí, está bien, las demandas del chico eran válidas, pero había algo que no entendía: Lou no estaba tan mal como él creía, el sujeto no hacía esfuerzos por ser más simpático. No se le podía dar todo en bandeja. ¿Discriminado él? Temido mejor dicho, pero no discriminado. Ella misma había visto casos mil veces peores que el de Lou. Su propio caso de discriminación era una podredumbre. Shiori guardaba muchos secretos en su vida, además de mucho dolor, pero nunca habría tenido una reacción de este tipo. Lou estaba exagerando y algo le decía que el muchacho no se hacía cargo de sus propios problemas.

"¿De Qué Hablas Mocoso?" Le increpó fría, enojada e indignada. "¿Qué Sabes Tú De Rechazo? Tienes Padres Que Te Quieren, Familia Que Te Apoya¿Dices Que No Te Dan Oportunidades?" Shiori agitó sus brazos, como señalando al edificio. "¡Mira Nada Más El Colegio En El Que Estás Metido! Mocoso Malagradecido. ¿Rechazado Y Discriminado? No Más Porque Tú Te Lo Buscaste. No Sabes De Lo Que Estás Hablando. No tienes NI IDEA de lo que significa ser rechazado. ¡Eres un hijito de Mami!"

Con los dientes apretados, Shiori dejó escapar veneno en sus dichos. Es que hablaba desde el punto de vista, la fiereza y el dolor de quien ha sufrido rechazo toda su vida y en carne propia. No, Lou nunca había visto a Shiori así. La profesora dejaba en evidencia de este modo que nadie la conocía bien. Eso no le importó al chico: en su mente, los únicos problemas importantes eran los suyos… Lou volvió a disparar 2 veces más.

"¡CÁLLATE RIDÍCULA!" Bramó furioso.

"¡ARGH!" Shiori retrocedió un paso y se llevó la mano a su brazo izquierdo. Por primera vez ese día, y sin proponérselo, Lou había acertado. Un balazo atravesó el brazo izquierdo de Shiori, que por poco no le destrozó el hueso, justo al medio entre el hombro y el codo. El chico abrió los ojos como platos.

"¿Profe?" Le preguntó ansioso.

"… Aaagh…" Shiori no le miraba. Sujetaba su brazo herido con fuerza, pues no dejaba de fluir sangre. Respiraba agitada, con los ojos muy apretados, maldiciendo entre dientes, pero eso es todo. Dolía mucho. Entonces alzó la mirada… la cual paralizó de miedo a Lou. "Lou. Suelta. La. Maldita. Arma." Sus agudos ojos, afilados igual que los de un predador, le hicieron retroceder. Lou no soltó el arma, no se atrevió. Estaba demasiado estupefacto como para obedecer.

Vamos viendo, dijo el ciego. Por favor, disculpen la auto referencia, pero en estos momentos que me es imposible dejarla pasar. Si a mi me hubiera llegado un balazo en el brazo, igualito que a Shiori, no me tardo ni dos tiempos en caer al suelo y rodar de dolor por éste, chillando como puerca a punto de ser sacrificada a favor de una barbacoa, pero no. No era el caso de Nikaido Shiori. La chica siseaba de dolor¡En Serio Le Dolía, pero tan solo había retrocedido un paso y sujetado el brazo con fuerza para detener la hemorragia. ¡Sangraba Tanto! Pero de dolor no se revolcaba y su herida no parecía ser su prioridad.

Es que en sus ojos, en su actitud, incluso en su aura, algo cambió. Se tornó extraña, adoptó una postura animal. De pronto Lou no sabía con qué se había metido y observaba con horror tan sutil cambio en su profesora. Le dio tanto miedo que casi perdió el control de sus esfínteres. Shiori aguzó los ojos bajos sus lentes de contacto y se puso seria, dedicándole una mirada fría, pero compasiva al mismo tiempo. Tomó aire… y se descubrió la herida. Su mano derecha estaba empapada en sangre y su brazo izquierdo se veía muy mal… La chica enseñó los dientes.

Antes que Lou lo notase, en un movimiento que sus ojos no pudieron captar, Shiori se movió de su sitio. De pronto, de estar frente a él, estaba a metro y medio de distancia a un costado. La profesora entonces sacudió su mano derecha, el curioso ademán de quien se sacude el exceso de líquido de la piel tras lavárselas.

Hijin Ketsusou!" La sangre de Shiori le salpicó entonces su arma, y para sorpresa soberana de Lou, se partió en 4 cortes limpios. La profesora tomó aire tranquila. "Mocoso Ignorante."

"¿Qué diablos…?" Lou comenzó a decir, pero fue empujado y azotado con fuerza contra la pared. ¡Shiori era fuerte¿Quién se lo hubiera creído de alguien que no pesaba más de 48 kilos?

"¿QUÉ SABES DE RECHAZO? Dime. ¿Acaso Mataron A Tu Padre A Traición SÓLO Porque Te Engendró¿Has Tenido Que Correr Por Tu Vida, Por Temor a que te Despedacen¿Has Temblado De Miedo Porque No Puedes Defenderte Ni Del Más Mínimo Abuso? Ignorante Y Malcriado. ¿QUÉ SABES TÚ?" Shiori estaba enfurecida. Lou negó con la cabeza.

"¡Le prohíbo que me trate así! Aquí la víctima soy…"

"¿TÚ QUÉ SABES? Asusto a la gente sin proponérmelo ¿Sabes Lo Que Se Siente Ser Un FENÓMENO De Esos¿Sabes Cómo Se Siente La Soledad Cuando No Eres Ni Una Ni Otra Cosa¿Sabes Acaso… como se siente ver temor en los ojos de quien descubre que no eres más que un asqueroso monstruo?" Shiori volvió a azotarlo contra la pared, y lo soltó, solo para enseñarle su mano derecha, la única que a la postre podía mover con libertad… porque sí, le había estado sujetando solo con esa mano. "¡MIRA ESTO!"

Lou se quedó de una pieza. Se había visto forzado a prestar atención a las manos de la profesora… ya estaba oficialmente aterrado: es que ocultas debajo de una buena manicura, y ahora que lo observaba mejor, había garras… ¿Garras en vez de uñas?

"¡NO PEDÍ TENER ÉSTAS!" Shiori entrecerró los ojos. "Podría Cortarte La Yugular con ellas Antes Que Te Des Cuenta."

Shiori retrocedió un par de pasos. Se llevó la mano al brazo izquierdo y revisó su herida. Ella no parecía muy sorprendida al ver que estaba sanando rapidísimo y que prácticamente ya estaba cerrada, pero Lou no se lo podía creer. ¿Acaso era un sueño? Esta mujer… ¿QUÉ era exactamente?

"Profe… su brazo… yo…"

"Otro don de la genética." Susurró la chica resignada. Shiori se volvió hacia Lou, que aterrado había caído sentado en el suelo. Se la veía más calmada. "Tú No Eres Un Rechazado, ERES UN IMBÉCIL." Con algo de altivez, la chica se dirigió hacia la puerta. Se detuvo segundos antes de salir. "Hay otras maneras de lidiar con tus frustraciones, ir disparando por la vida no ayuda. Hace daño y es cosa de cobardes. Bien pude matarte en defensa propia… ¿Sabes? Se supone que ustedes, los humanos, son capaces de compasión, pero mírate donde estás. ¿Qué creíste que obtendrías matando gente? Feh¡Y Se dice de mi que soy un monstruo! No quiero volver a verte en mi vida."

"Pr… Prof…" Lou la miró suplicante. Buscó las palabras adecuadas por algunos instantes, sin poder hallarlas. Reaccionó justo cuando Shiori se iba a mover. "… no quería hacer nada de esto…" Confesó con los ojos llenos de lágrimas.

"Me consta." Gruñó Shiori al salir por la puerta. Es que era verdad, le constaba. Esto era el motivo por el cuál Lou había buscado que lo suspendieran, lo comprendió en el momento olfateó que no arrastraba sangre en su aroma, sino solo pólvora.

¿Cómo fue que no se dio cuenta de esto antes? Habría podido detener toda esta locura.

Desde fuera, Shiori oyó los lloriqueos de Lou. Quizás había sido demasiado dura con él. La chica tenía el rostro ensombrecido y lleno de una profunda y dura pena. Suspiró de alivio cuando pudo dar dos pasos seguidos sin oír el rechinar de un arma, por las cuales guardaba una sana animadversión. No era la primera vez que le disparaban. Avanzó por el corredor, sujetando su brazo. Se detuvo para prestar atención… ya no se oían balazos, de pronto el edificio estaba mudo. A estas alturas los demás pistoleros habían sido detenidos. A juzgar por el escándalo que le llegaba desde fuera del colegio, era evidente que los alumnos habían sido evacuados.

Entonces, para su sorpresa, alguien se le acercó por la espalda de improviso, la giró sobre sus talones y le dio un alegre abrazo.

"Nikaido–san." Máscara la soltó y puso las manos en las caderas. La observó orgulloso. "¡Qué Suerte Más Mugre Tienes! Estás herida." La regañó de mala gana. Es que estaba preocupado. ¡Cuánta sangre había!

"Naaah, es sólo un rasguño." Admitió Shiori desconcertada por tal despliegue de afecto… y por la armadura de Cáncer, que resonó al verla, como saludándola. "Fue un balazo, pero no me pegó por un pelo de liebre y…"

Con la delicadeza que tanto lo caracteriza, Máscara de la Muerte tomó el brazo herido de Shiori con brusca gentileza y rasgó la manga de la chica para ver mejor la herida.

Dos palabras: Eso DUELE.

"¡AAAAY, BRUTO DESALMADO, Me Duele, DUELE!" Con animescas lágrimas fluyendo por sus ojos, Shiori se sacudió en vano. La chica había probado ser muy fuerte segundos antes, pero… digamos que no era rival para un dorado decidido.

Máscara la ignoró un buen rato. En el lugar en donde minutos atrás había habido un agujero de bala, tan solo quedaba una fea abrasión que sólo necesitaría un par de puntos y desinfectantes. Era como si la bala tan solo le hubiera rozado la piel. Nada que lamentar… pero… ¿Por qué esa cantidad de sangre? De momento el santo de Cáncer no lo sabría.

"¡Vaya que sí la esquivaste! Tienes suerte, bella ragazza." Máscara soltó a Shiori, quien retrocedió un par de pasos. Tenía un ruborcillo en las mejillas, pero bien podemos atribuir tal cosa al dolor que sentía. "¿Dónde está el mocoso con el que creo que te topaste¿Afro lo detuvo?"

"No, lo detuve yo." Confesó en voz muy baja y algo apenada. "Está en el salón del 1º B. Ya no es un peligro…"

"¿Lo detuviste tú sola?" Preguntó Máscara algo incrédulo, pero al mismo tiempo orgulloso de su chica… que no es todavía su chica, pero digamos que el tipo éste es algo posesivo y ya quiere marcar territorio.

"Sí… pero lo dejé allí dentro. No quiero volver a verlo nunca."

"Te comprendo. Por cierto Nikaido… Ya lárgate por ayuda." El dorado se cruzó de brazos. "Afuera hay ambulancias y te ves pálida. Te veo al rato." Añadió tras girar sobre sus talones, dispuesto a ir a por el último pistolero.

"¡Máscara–san!" Llamó de pronto Shiori. El aludido giró la cabeza por encima de su hombro.

"Dime." Le dijo con una coqueta sonrisa. Shiori le guiñó el ojo.

"Linda armadura, santo de Athena." Le dijo antes de volverse hacia la salida y alejarse en busca de alguien que le vendase el brazo.

Máscara alzó ambas cejas por la sorpresa, y sonrió de gusto al verla alejarse, con ese contoneo de caderas del cuál estaba seguro que Shiori nunca se había percatado.

"¡Qué Mujer!"

Continuará.

Por

Manquehuito (Misao–CG)

Próximo Episodio: La Revelación.

"No vine por gusto, chiquilla. Su Padrino envió por usted." El viejo chillón explicó cruzándose de brazos. "La está esperando en el auto." Shiori abrió los ojos sorprendida.

"¿Mi Padrino está aquí? Jaken–sama¿Por qué mi Padrino…?"

PS: La primera escena es inédita. Se me ocurrió mientras editaba este capítulo, por lo que mis lectoras de prueba no la vieron. Al menos ya terminaron los balazos y son libres de quitarse el chaleco antibalas que les sugerí. Aún quedan algunos cabos sueltos que atar y aunque los índices de mi maldad y la mala influencia de Máscara siguen dando fruto, de momento no los haré sufrir más. Espero. Supongo que Shiori en este capítulo les hizo sentir más dudas que respuestas. Tranquilos todos, como siempre, estoy mirando a favor de mi siguiente Fic… de momento, vamos a ver como se toma Shion esta noticia y como reacciona… Jejejeje. Faltas de ortografía, de gramática, tipeo y redacción no son intencionales y si descubren alguna, por favor, sean buena leche y avisen para poder corregir, lo mismo si tienen quejas o críticas respecto de la historia, para ver como lo soluciono (en tanto sean constructivas y no destructivas) ¡GRACIAS POR HABER LEÍDO EL CAPÍTULO!

Brújula Cultural.

Hijin Tetsusou: Esto es del japonés y en honor a la verdad, me gusta más la traducción que le dieron en inglés, "Airborne Blade Blood Claw" (o más fácil, "Blades of blood" o "Dagas de Sangre"). Para los que están más familiarizados con el MANGA de Inuyasha, reconocerán esto como uno de los ataques básicos de Inuyasha, que en el anime y en la versión en castellano, fue traducido como "Garras de Fuego." Consiste en lanzar la propia sangre al enemigo, la cuál se volverá afilada como cuchillas y cortarán lo que sea. Y sí… digamos que Shiori pidió prestado este ataque para beneficio de la trama Un.n. Tal aberración corre por mi cuenta.

Juicio de Paris: Según la mitología griega, se encuentra el origen legendario de la Guerra de Troya. Como con muchos relatos mitológicos, los detalles varían de una fuente a otra.

Se cuenta que Zeus organizó un banquete para celebrar la boda de Peleo y Tetis (¡BODA! Ya saben ustedes lo bueno que son los dioses griegos para ir a fiestas), pero no invitó a Eris, la diosa de la discordia, para evitar que la fiesta se arruinase, dada la manía de esta chica por incordiar a todo el mundo. Sin embargo, quieras que no, Eris acudió a pesar de ello y molesta por la afrenta, arrojó o hizo rodar una manzana dorada con la inscripción καλλίστη ('para la más bella').

Tres fueron las diosas que reclamaron la manzana: Hera, Atenea y Afrodita. Pidieron a Zeus que juzgase quién era la más bella. El padre de los dioses tragó saliva: se trataba de su tía, su esposa y su hija predilecta y no quería incordiarse con ninguna de las tres. Para sacarse el problema de encima (y un conflicto familiar de proporciones), Zeus, nada de tonto, declaró que Paris, un mortal frigio, hijo del rey Príamo de Troya que había sido desterrado de su ciudad (un oráculo había dicho que este niño sería la perdición de Troya) juzgaría en su lugar, pues recientemente había demostrado equidad en un concurso en el que había declarado vencedor a Ares transformado en toro sobre el suyo propio.

Entonces Hermes guió a las tres candidatas ante Paris, que apacentaba sus rebaños en el monte Ida. Las chicas, tras bañarse en el copioso manantial de Ida y engalanarse para el juicio, compareció ante Paris para que el chico juzgara. Cada una de ellas intentó sobornarle: Hera ofreció hacerle rey de Europa y Asia, Athena ofreció hacerle hábil en la sabiduría y la guerra, y Afrodita (que tenía a las Cárites y las Horas para realzar sus encantos con flores y música), le ofreció el amor de la mujer más hermosa del mundo después de ella misma.

Esta chica era Helena de Esparta, esposa del rey Menelao, hermana melliza de Pólux, hija de Zeus. Paris, al sopesar las tres opciones, aceptó la oferta de Afrodita (hombre tenía que ser) y le otorgó la manzana a ella, recibiendo a Helena a cambio, a quien tuvo que raptar de su casa. Athena y Hera, picadas a más no poder, obviamente lo añadieron a su lista negra. Por si fuera poco, Menelao, molesto que el príncipe troyano hubiera secuestrado a su esposa, pidió ayuda a los demás reyes de Grecia para ir a recuperar a su mujer. La expedición aquea, con las argivas naves, para recuperar a Helena es la base mitológica de la Guerra de Troya.