A/N: Para referencias a mi estilo y a ciertos aspectos del fic, lean 'Littera Minima' y sus secuelas, de la cuál esta es su última entrega. Por Favor, Quienes Dejan Reviews Anónimas, DEJEN UN MAIL DE CONTACTO PARA QUE PUEDA RESPONDER SUS COMENTARIOS CON MÁS AGILIDAD, DADO QUE NO VOLVERÉ A PONER ESTAS RESPUESTAS EN MI PROFILE.

¡MONTÓN DE GRACIAS A MIS LECTORAS DE PRUEBA¡Gracias Firts Ayanami y Sonomi por el tiempo que se dieron para leer y corregir mis locuras!

Saint Seiya, la trama y sus personajes pertenecen al Sr. Kurumada y a quienes han pagado por el derecho respectivo. El personaje de Shiori y Jaken son personajes creados por Rumiko Takahashi y son parte de su manga Inuyasha: O Togi Sengoku Zoushi. Han sufrido modificaciones para el beneficio de la trama. El Personaje de Selene pertenece a Fanny Shadow. No estoy sacando beneficio económico de este escrito: nada más hago esto para relajarme y entretener a mi imaginación, eso es todo.

ADVERTENCIA.

Del Manual del Villano Para la Malvada Conquista de la Galaxia, Artículo Cuadragésimo Segundo: Cuando capture al héroe, me aseguraré de capturar también a su perro, mono, hurón o cualquier animal asquerosamente listo capaz de desatar cuerdas y coger llaves.

Cualquier coincidencia con la realidad, situaciones reales y semejanzas con personas vivas o muertas, es una mera e increíble coincidencia. Se pide criterio y discreción por parte de los lectores. No me hago responsable de castigos, lesiones, o penas capitales derivados de la lectura de este capítulo.

Capítulo 15:

La Revelación.

Estancias del Patriarca.

RIIIIING, RIIIIIIIIIIIIING, RIIIIIIIIIIIING.

¿Por qué RATAS tenía que retumbar el teléfono en esos instantes? Shion se abalanzó sobre su escritorio y el aparato. ¡No Fallaba! Si se metía al baño, llamaban, si se metía a la ducha, llamaban y si tenía algunos problemas de índole personal y urgente, también llamaban. SIEMPRE en el momento más inoportuno de todos. De buena gana habría lanzado el teléfono por el ventanal.

Más valía que fuera importante, o de lo contrario no sabría de qué sería capaz. Mejor se conseguía una secretaria. Ya era hora. ¡Necesitaba de los servicios de una! Las secretarias eran útiles, tomaban recados y atendían el teléfono en momentos como estos. ¿Por qué no lo había hecho hasta ahora? Pues a mi no me miren, que solo escribo lo que imagino.

"¡Diga!" Exclamó rápido y grave, dando a saber con su tono de voz que más valía que la interrupción valiese la pena, pues estaba de mal humor y ansioso a más no poder.

"¿Excelencia Shion?"

"¿Señor Tersites?" Reconocer la voz del director de la secundaria de Athena hizo que le pulsara una vena en la frente. "¡No me diga que hubo otra guerra de comida!" Exclamó mientras se refregaba el rostro con su mano libre.

"No Excelencia. No sabe como me gustaría poder darle esa noticia, pero no… ocurrió algo más grave que una guerra de comida."

Shion palideció. ¿Cómo que algo grave? Irguió la espalda con toda la dignidad que pudo. No se puso pálido, pues hacía un buen rato que ya lo estaba y no porque se sintiera mal. Es que el Patriarca se estaba llevando un buen susto de antes que sonara el teléfono, con el cuál ya tenía bastante. Su día se estaba poniendo cada vez más complicado. ¿Acaso la Princesa…?

"Señor Tersites, por favor ¿Qué pasó?"

"La señorita Athena está viva, bien y a salvo. No sufrió daño alguno." Confesó Tersites, quien tomó aire para proseguir. Ok. Eso es bueno, pero no necesariamente una buena noticia. ¡Algo había pasado! Lo sentía en sus huesos. "Hubo una pequeña emergencia: algunos de nuestros alumnos comenzaron a disparar contra sus compañeros."

¡BINGO! A Shion casi se le cae el teléfono de las manos y los cabellos de la cabeza. Podía manejar un susto. Uno nada más, un susto era un buen número, no dos. ¿Por qué los sustos no podían venir de a uno? Maldita sea la ley de Murphy. Frunció el ceño, dio un enojado golpe en la mesa y encendió su cosmo para acceder a la cosmonet… solo para darse cuenta que las líneas estaban saturadas.

No se rían de mi, de alguna manera tenía que llamar al sistema de comunicación global no electrónica vía cosmo de los santos y otros guerreros con acceso a este sistema. Cosmonet me pareció un buen nombre.

"¿Cómo está la situación?" Preguntó enojado. "¡La misma pregunta va para Ustedes!" Añadió en su cosmo mensaje para Shura y los demás. El Patriarca no sonaba tranquilo.

Rápidamente pidió detalles de lo ocurrido a los santos, y a la misma Saori. El que la diosa y el Patriarca se hubieran unido a la misma conversación de cosMo meNSajería, llamó la atención de los demás dorados, que no tardaron en unirse y en pedir detalles como desaforados. Claro, obtuvo más información de los santos que de Tersites, pues el director de la secundaria tenía más presión política por parte de las autoridades para no revelar la información sobre tan sombríos sucesos.

"… los santos controlaron el tiroteo y eliminaron la amenaza. Ahora hay conteo de heridos y daños. Muchos menores se están yendo a casa." Explicaba Tersites con voz nerviosa.

"¿Hay bajas que lamentar entre los alumnos?" Preguntó Shion con urgencia. "¡Máscara! Dime, POR FAVOR, que no mataste a nadie."

"No Excelencia, no maté a nadie." Respondió el dorado a desgano.

"Es verdad, pero sí dio patadas." Aclaró Shura.

"¡A Eso No Se Le Puede Llamar Patada! Me Interrumpiste Justo Cuando Comenzaba A Divertirme." Reclamó de vuelta Máscara. El Patriarca les ignoró.

"Señor Yannos, En algunos momentos más estaré allí para que hablemos esto personalmente." Le indicó Shion sobándose las sienes. "Supongo, Máscara, que no me estás diciendo eso de que no mataste a nadie para ahorrarme un disgusto…"

"Feh."

"Lo agradecería: lamentablemente las identidades de la diosa y sus santos quedaron al descubierto y ya me están llegando quejas." Pidió Tersites con ahínco. Shion suspiró.

"Lo veré en algunos instantes. Hasta entonces, me despido."

Shion colgó el teléfono, se masajeó las sienes y exhaló nervioso. ¡Ni modo! No fallaba: las mini tragedias sin consecuencias negativas, pero que daban sustos de muerte, cómo esta, no podían venir solas, tenían que venir de dos en dos o de tres en tres. ¿Por qué le pasaban estas cosas a él? Con energía, el Patriarca se despeinó y giró sobre sus talones. Corrió hacia el sofá de su despacho y se arrodilló junto a Idril, que yacía allí cuán larga era, pues había perdido la conciencia hace un buen rato ya.

¿Por qué creen que estaba tan asustado de antes?

"Maestro Shion… Mi maestro Mu no me dejó escuchar. ¿Le pasó algo a Saori?" Preguntó Kiki preocupado, mientras le echaba aire con una revista a Idril.

"No Kiki, no le pasó nada¡Gracias a los dioses!" Exclamó mientras apartaba algunos cabellos del rostro a su esposa.

"Es que la señora Idril me preguntó y no supe qué responderle. Tampoco pudo oír bien lo que decían por cosmo." Le dijo Kiki tan normal. Shion miró sorprendido a su esposa y luego a Idril, quien le miraba de vuelta con ojos grandes. "Despertó recién."

"¡Kiki, Te Dije Que Me Avisaras Si Despertaba!"

"Sí, pero también me dijo que no lo interrumpiera cuando estuviera al teléfono." Se defendió el chico, encogiéndose de hombros. ¿Por qué los niños y pre–adolescentes tenían que ser tan literales? Shion se dispuso a reclamar de nuevo, pero Idril se lo impidió.

"¡Ya no seas gruñón, Aries!" Idril se incorporó en el sillón molesta. Se la veía bien, al menos de buenas a primeras. La elfa se sujetó la cabeza con las manos. "¡Qué Jaqueca!… Shion¿Qué pasó con la Princesa?… O mejor… ¿Como llegué al sofá…?"

"Entre lo que me dijeron el señor Tersites y los santos, lo que pasó fue…" Shion repitió exactamente lo que había oído. Kiki e Idril le escucharon con atención y molestia. Se aliviaron al saber que Saori estaba bien, aunque al menos Idril no pudo evitar el comentario que prefería que la diosa regresara cuánto antes al Santuario. "… más o menos eso pasó." El Patriarca le sujetó el rostro a Idril con ambas manos, con los ojos llenos de preocupación. "¿Estás bien, Cáncer? No me vuelvas a dar este susto: no es divertido, no lo es."

"Me siento estupendo, excepto por la jaqueca…" Idril ladeó la cabeza un poco, curiosa. "¿Qué me pasó? No recuerdo haberme sentido mal"

"Perdió la conciencia de golpe y casi se cae al suelo: Sin dar aviso de nada." Explicó Kiki, que había sido un inesperado testigo del hecho. "El Maestro Shion la sujetó a tiempo."

"¿Me desmayé?" Idril se rascó la cabeza. "¡Qué raro! No me siento mal…" repitió molesta consigo misma. Shion la interrumpió con un fugaz beso en los labios.

EEEW! No hagan eso, aún soy un niño." Reclamó Kiki asqueado.

"Sólo cuando te conviene, Kiki." Le dijo Shion poniéndose de pie y revolviéndole el cabello. Se quedó entonces mirando a su elfita. "Idril, tengo que ir a la secundaria a ver como están las cosas. ¿Estarás bien?"

"Voy contigo." La elfa se puso de pie.

"No. Te acabas de desmayar, te puede pasar de nuevo. Que te quedas."

"No. Estoy bien y no me pasará otra vez. Que Voy."

"Te quedas."

"Que Voy."

"Que NO."

"Que ."

Este par de infantiles no parece haber superado ciertas mañas del pasado. Kiki observó a la pareja un buen rato antes de suspirar aburrido. Sacó una libretita de uno de sus bolsillos, junto con un lápiz y esperó el desenlace de la discusión, para anotar quién ganaba el pleito.

No más era cosa de tiempo.

Casa de Géminis.

Algunas Horas después.

En esos momentos, la Casa de Géminis era testigo de una reunión de dorados masiva. Aquellos que aún permanecían en el Santuario, se habían reunido en la Tercera Casa Zodiacal para poder seguir los noticieros sin interrupciones de ningún tipo.

Mantener a los santos dentro de los recintos del Santuario había sido complicado, pero no imposible. Requirió una enorme fuerza de voluntad para muchos quedarse allí. Los dorados fueron más disciplinados, pues comprendieron que más que ir a ayudar, si iban todos juntos en montón serían un estorbo más que una ayuda. La situación estaba bajo control y ya había santos en la zona. De no ser por el estoico ejemplo de casi todos los dorados, todos habrían acudido en masa al colegio de Saori.

Digo casi todos, pues Milo, ni bien supo sobre esta balacera y vio las noticias, enseguida supo que sería útil. Le encargó a Kyrus al primer dorado que vio, puso pies en polvorosa y salió corriendo del Santuario, pues sabía que Alisa, ni bien le llegasen rumores de caos, muerte y destrucción en la secundaria de su hermana menor, tomaría su hacha de servicio en ese segundo, partiría angustiada al colegio y no habría alma que la detuviese en Atenas. El buen escorpión quería evitar más problemas.

¡Cómo la conocerá de bien, que no se equivocó en lo más mínimo! Llegó justo a tiempo para quitarle el hacha, sujetarla y evitar que se metiera dentro del edificio a lo loco.

Saga subió el volumen del televisor, cuyas imágenes mostraban de pasada a los aterrados alumnos, padres, profesores, ambulancias y de tanto en tanto a los dorados allí presentes. A la pasada enfocaron a Milo, a Alisa y a su familia en pleno, abrazando a Sandra, que ya se quería morir de la pena. Cristián también estaba allí: el tipo tuvo el mismo instinto que Milo y si había dejado el trabajo botado, fue porque supo que Sofía ya había llegado a ver si su hermana menor estaba a salvo.

¡Vaya familia la que se gastaba Alisa!

Luego las imágenes cambiaron, y comenzaron a entrevistar a varios testigos. Sin duda esta balacera era la noticia del día, con la cuál los periodistas se estaban dando un gran festín. Desde los chillidos de la otra noche en Plaka que no pasaba nada interesante. Sin mencionar que la presencia de dorados en una situación así, era noticia segura.

"La familia de Alisa es muy unida." Comentó Kanon, quien tenía a Kyrus en los brazos. El Gemelo Menor había sido el dorado más cercano a Milo cuando éste salió corriendo del Santuario. El bebé no parecía molesto con su nuevo niñero: estaba muy tranquilo, mordiendo un sonajero. Kanon le caía muy bien. "Al menos Máscara y los demás no estaban de sobra en esa secundaria."

"Y tú decías que no era necesario meter santos que cuidasen de Athena en ese colegio." Gruñó Saga.

"Calla Gargamel: lo que decía era que si Saori quería ser una chica normal, entonces debíamos tratarla normalmente." Kanon se encogió de hombros. Kyrus miró a Saga con sus enormes ojos azules, iguales a los de Milo, como apoyando al Gemelo menor.

"Al menos no pasó nada que tengamos que lamentar. A la Princesa no le pasó nada." Camus, con su seriedad usual, comentó tranquilo.

No hubo ni un comentario más por un buen rato. Kyrus siguió mordisqueando su sonajero en los brazos de Kanon, y decidió acomodarse en el regazo del Gemelo menor. Aioria permanecía atento al televisor junto a Marin, que, sentada en el sillón más cómodo de la sala del piso residencial de Géminis, se acariciaba su barriga. Aioros le echaba un ojo a Niké, que estaba sentada frente a la pantalla y la observaba como hipnotizada; Docko y Saga sopesaban la situación y Shaka, aunque presente, estaba más al pendiente de la cosmonet que del televisor, por lo que se podía decir que más parecía autista que un santo.

Entonces, de pasada, Shaina y Máscara fueron enfocados por las cámaras y en seguida la reportera que estaba en el lugar de los hechos se preguntó en voz alta sobre qué harían santos en aquél sitio, comenzando a especular de inmediato. Una gran gota resbaló por las cabezas de los presentes.

"Mi Maestro tendrá muchos problemas para explicar eso." Se lamentó Mu tras un suspiro.

"AJÁA." Todos asintieron condolidos.

Secundaria de Saori.

En esos momentos.

Saori se sintió excluida. Shion, Alde y Shura conversaban con el Señor Tersites, la policía y algunos representantes de la mesa directiva del colegio, el consejo de padres y profesores. Dialogaban sobre lo ocurrido y acerca de tanto su presencia como la de sus fieles santos en el colegio… pero a ella la habían dejado de lado y no la incluían en la conversación. En cierto modo, Saori lo prefería así: Shion era su vocero y confiaba en él, como siempre. La diosa se alejó un par de pasos y se sentó en una banca que estaba por allí.

Concentró su cosmo y buscó a sus demás santos. Afro y Shaina ayudaban a coordinar el retiro de alumnos: ese día y hasta nuevo aviso, las clases estaban suspendidas, pues había mucho sobre lo cuál ocuparse. Argol se había ido con la policía, vigilando a Giancarlo y a su banda sólo por desconfiado. El plateado tenía un gran interés en que esa pandilla quedara bien custodiada… la diosa sonrió cómplice, pues se dio cuenta que su santo le estaba dedicando muchos pensamientos dulces a Sandra. Quizás si le pedía un poco de ayuda a Eros, podía coordinar una linda cita para Argol y Sandra sin que nadie más se enterase.

Por otro lado, Máscara estaba checando su anonadado grupo, que una vez más ese día se había llevado una SORPRESOTA al ver a su psicoprofe con una armadura dorada. Mas, era evidente que el dorado tenía otra meta en mente, pues tras asegurarse que sus alumnos estaban bien y que le habían obedecido, los dejó solos para ir en busca de Shiori.

"Pago por sus pensamientos, Athena de Ojos Grises." Le dijo Idril de pronto. Saori la miró con una gran sonrisa.

"¿Me ayudarás a convencer a Shion que me levante el castigo?"

"No. Aún le queda un fin de semana más." La elfa, que lucía su máscara de mithril, sonrió cómplice. "Aunque veré que puedo hacer por usted. ¿Está bien, verdad? No me gustaría saber que está ocultando heridas."

"Estoy perfecto, Idril, en serio: no más me llevé un par de empujones, pero eso es todo." Dijo Saori con nostalgia. "Este día es muy raro."

"Dígamelo a mi."

Idril se irguió y observó en dirección de Shion, quien tenía el ceño fruncido. Se veía serio y responsable, concentrado en el tema en cuestión. No es por nada, pero eso lo hacía verse un poco más guapo. Y mientras la elfa cavila en las mejores tomas de primer plano del lemuriano, supongo que ver a Idril en la secundaria, acompañando a su marido, les ha hecho suponer que ella ganó la pelea que antes sostuviese con el Patriarca…

Están equivocados.

Shion ganó aquél tenis verbal y se vino sólo a la secundaria a resolver lo que tuviese que resolverse… pero digamos que Idril, cabezota como ella sola, no hizo caso y lo siguió de todos modos, quieras que no.

Puedo ver en el futuro cercano una nueva pelea, pero eso no es tema de este capítulo o fic.

Conste que ni siquiera tengo una bola de cristal.

Pasando a otro asunto, hay otros temas que ver antes de terminar el capítulo. Máscara, luciendo su armadura, estaba cruzado de brazos y observaba de reojo a Pellejo con fría atención. El dorado había ido a checar a sus alumnos hacía un buen rato ya y ahora se encontraba recargado contra una ambulancia. Por Shaina se había enterado que algunos de sus alumnos estaban siendo retirados por sus padres y como le quedaba de pasada, había ido a verles. Al llegar al improvisado centro de retiro que Afro y otro profesor habían montado, se topó con Pellejo, que estaba a la espera de poder marcharse.

El muchacho estaba solo. Sus papás, un par de señores muy gordos y llenos de bruta aprehensión, estaban al interior del vehículo de emergencia firmando en esos momentos el retiro de su hijo por parte del apoderado. Pellejo, cuando vio a su psicoprofe, se quedó de una pieza, frío como mármol. Apenas pudo tragar saliva cuando vio a Máscara recargado contra esa ambulancia, así vestido con todo y armadura. El dorado miraba hacia el frente, buscando a cierta profesora, con el ceño bien fruncido y la armadura reluciente al frío sol de la mañana.

"¿Pr… Pro… Profesor de la Muerte…?"

"Máscara de la Muerte de Cáncer. Santo dorado de la orden de Athena y la boca te queda donde mismo." Ladró sin mirarle a la cara.

"¿Por Qué No Nos Dijo Que Era Un Dorado?" Bramó Pellejo molesto… aunque claro, se arrepintió ni bien terminó de hablar. Máscara le propinó un zape. "¡AAAAAUCH!"

"No tengo porqué contarte mi vida privada, mocoso." Gruñó Máscara de mal humor. Pellejo no se atrevió a replicar. Taimado, miró a su profesor de reojo. "Bah. Creí que eras malo."

"¿Cómo dice?"

"Me oíste bien. Creí que eras malo." El dorado bufó de fastidio y le dio la espalda. "¡Mentiroso! Si fueras malo, no habrías cuidado de tus compañeros como lo hiciste."

"Bah. Lo que hice, fue no mas porque le tengo más miedo a usted que a nada."

"Con miedo o sin él, fue notable. Si fueras realmente malo, tus compañeros te habrían valido madres." Máscara comenzó a alejarse con cuidado. "Y dices que eres malo. JA. ¡Debería darte vergüenza! Eres el malo más inepto que he visto."

El santo de Cáncer se alejó del chico sin querer notar como el muchacho le miraba con los ojos muy abiertos y meditabundo en lo que le había dicho. Máscara nunca sabría, menos Pellejo, que justo ese momento marcaría algo importante en la vida del muchacho, que si bien no sería inmediato, al menos había dejado algo marcado a fuego, que no tenía porqué ser malo (valga la redundancia).

Pero Máscara de la Muerte no estaba elucubrando sobre pensamientos profundos sobre dejar huella en la vida de otros. Eso no le interesaba de momento, sino que tenía algo más en mente. A unas pocas ambulancias de distancia, por fin había divisado a Shiori. Había pasado los últimos 10 minutos de su vida buscándola sin éxito. Y como ya no tenía motivos para ocultar sus habilidades, decidió apurar las cosas. En un menos de un suspiro estuvo junto a ella, que era atendida por un paramédico, aunque tuvo la decencia de no darles un susto.

"… No es necesario que vaya al hospital, pero si gusta, puede hacerlo." Le explicó el sujeto con alivio. "Esto no es más que un feo raspado, eso es todo. Tuvo mucha suerte, señorita."

"¿Por qué sangré tanto?" Preguntó Shiori acongojada. La chica sabía perfectamente la respuesta, pero prefirió fingir demencia en ese caso.

"Ni idea. Quizás eso deba responderlo un médico más preparado y no yo." El paramédico, le sonrió, se puso de pie y tomó sus cosas. "Si me disculpa, tengo que irme. Puede quedarse aquí unos momentos si lo desea."

"Arigato."

El sujeto hizo una venia con la cabeza, en imitación de la chica. Giró sobre sus talones y tras hacer un gesto de saludo hacia Máscara, que acababa de llegar, se alejó en busca de otro paciente. Shiori se quedó viendo al dorado, quien le guiñó un ojo: no le había percibido acercarse. Ventajas de la velocidad luz.

"Máscara–san." Le saludó la chica con una sonrisa. "¿Atrapaste a Lou?" Preguntó seria.

"Sí. El necio no se iba a ir a ningún lado. Estaba sentadote en el suelo, donde lo dejaste." El Dorado se sentó junto a ella, a la izquierda, se cruzó de brazos y miró al frente. "No sé qué le dijiste, pero vaya que alteraste al crío. Lo hiciste llorar: eso no se ve a diario."

"¿Qué ocurrió con él?"

"¿Después que tuve que arrastrarlo fuera del edificio? Se lo llevó la policía… aunque no sé si arrestado o al hospital o ambos. Bah. No me interesa lo que pase con Saco de Pulgas." Máscara giró la cabeza en dirección de la japonesa. "¿Cómo estás, Nikaido?"

"Bien. No fue nada serio, Máscara–san." Explicó Shiori, bajando la mirada, para ocultar un ruborcillo en las mejillas. "Te dije que fue solo un rasguño. Cosas que…" Sin previo aviso, y con la misma delicadeza de antes, el dorado le sujetó por la cintura y la sentó en su regazo, de manera de poder examinar su herida. "¡INSENSIBLE PEDAZO DE ID…!"

Shiori habría continuado con una larga y molesta perorata sobre los debidos cuidados que una herida como la suya ameritaban, pero ni bien se puso a gritar, un rápido y sorpresivo beso en los labios la enmudeció.

"¡Cómo Gritas, Mujer! Silencio." Gruñó Máscara como si nada. Shiori, con los ojos abiertos como platos, ni siquiera protestó… o se movió. El dorado entonces procedió a ver más de cerca la herida de la chica.

Raro.

La lesión era extraña, no era normal. Cuando la vio caminar por los pasillos, tras haber salido del salón, aquella herida necesitaba puntos, pero ahora no más veía un raspón y uno muy raro. Estaba al centro del brazo, por el costado. Quizás Shiori había hecho una contorsión muy rara y rebuscada al momento de esquivar el balazo, pero eso no solo le parecía muy rebuscado, sino… no era algo propio de un humano normal. Sin mencionar que un mísero raspón no explicaba ni justificaba tanta sangre. Había sanado demasiado rápido para su gusto.

En todo caso, Máscara no sabía que a Shiori le habían atravesado el brazo con una bala y que sí había sangrado muchísimo. La chica le miraba con ojos grandes y expectantes.

"¿Por qué…?"

"¡Qué Exagerada Eres¿Cómo rayos te salió tanta sangre por un mugre raspón?" Reclamó Máscara intrigado.

"Yo…" La expresión de Shiori cambió por una de auto lástima. "Máscara–san… ¿Por qué…?"

"Por lo menos estás bien, es lo que importa." El dorado, sin soltar a la chica, frunció el ceño y la reacomodó en su regazo, como si se tratase de un bebé. Le acarició la quijada. Shiori apenas protestó. "¿Qué me vas a preguntar?"

"¿Por qué me… besaste?" Tratando de lucir molesta, pero no logró sino un taimado y adorable efecto en su rostro. Shiori sacudió su cabeza molesta y frunció el ceño para salvar apariencias. Máscara acercó su rostro al de ella.

"Pues porque me dio la gana, ragazza."

GRRR, No juegues conmigo!" Gruñó Shiori. ¡Gruñó en serio! Yo la oí. Máscara pestañeó curioso. "Quiero que me sueltes." Demandó molesta.

"No. No quieres eso."

"¡Claro que lo quiero!" Exclamó Shiori, roja como tomate. "¿Por qué no lo querría?"

"Porque estoy a punto de darte otro beso."

Digamos que el plan de Máscara consistía en darle otro beso a Shiori. Es que todo el asunto de la balacera, de que todo el mundo se enterasen que ellos eran santos y que Saori no era otra sino Athena, le dio a entender que si no actuaba rápido con su linda profesora de latín, perdería su oportunidad… Estaba demasiado enganchado de ella, incluso para su propio gusto, y aunque eso le incomodase, perder su oportunidad con Shiori no era algo que permitiría así de fácil. ¡Esta chica era suya! Le guardaba un tierno sentimiento, salido de la negrura de su corazón. Y se lo haría saber. ¡Vaya que sí!…

… Pero no pudo darle ese beso, aunque a centímetros estuvo.

"¡AHEM!"

Shiori aprovechó esta contingencia para sacudirse y salir del regazo de Máscara lo más rápido que pudo. En los forcejeos, ambos terminaron a extremos separados de la ambulancia y de pie, enfrentados uno al otro, y al menos la chica, respirando agitada y roja como un pimiento. Máscara, que de buena gana habría gruñido como león disgustado, giró sobre sus talones para ver el motivo de la interrupción de su magistral momento Kodak, MOLESTO como no tienen idea.

"¿QUÉ NO TIENE NADA MEJOR QUE HACER?" Vociferó el italiano a todo pulmón. Ante él, había un hombre de aspecto viejo, muy bajito y mala leche, que miraba con evidente desaprobación en los ojos a la pareja. Shiori pareció reconocerlo, aunque no por eso se la veía feliz.

"¡Jaken–Sama¿Qué Se Supone Que Hace Aquí?" Shiori estaba casi tan molesta como el dorado. Como que tampoco le había gustado que interrumpieran el momento.

Con el ceño fruncido, el viejecillo cerró los ojos y se apoyó en su extraño bastón. Máscara tuvo una corazonada extraña: había algo MUY fuera de lugar. Se quedó mirando fijo al tipo… tenía una presencia rarísima. Era como si no fuera humano, pero sus ojos veían a un anciano perfectamente normal ¿Era algún tipo de hechizo lo que engañaba sus ojos? Miró de reojo a Shiori y luego de regreso al viejo. ¿Qué era lo que no le cuadraba?

"¡Grosera¿No me vas a preguntar como estoy? Tuve que buscarte en este caos yo solito con lo mal que tengo mis huesos. Ya no tengo 20 años¿O no te habías dado cuenta?"

"Feh. Es difícil no notarlo: se queja como una reliquia de 700." Gruñó Shiori, mientras se arreglaba la blusa… que de algún modo se había arrugado.

"¡A Callar Los Dos!" Bramó Máscara de pronto. "¿Qué está pasando aquí?"

"Lo mismo quisiera saber yo, Máscara–san." Le dijo Shiori como avergonzada. La chica puso las manos en las caderas. "No es normal que Jaken–sama me esté buscando para molestar solo porque sí. ¿A qué vino?"

"Jejeje, No sabía que estaba tan bien acompañada, señorita." Burlón, el viejo chillón sofocó una risita. "Dudo que su Padrino lo apruebe, pero bien por usted."

"¡CÁLLATE, VIEJO METICHE!" Bramó Shiori en japonés, cada vez más molesta. "Dime De Una Maldita Vez QUÉ Viniste A Hacer Aquí."

"No vine por gusto, chiquilla. Su Padrino envió por usted con urgencia." El viejo chillón explicó cruzándose de brazos. "La está esperando en el auto." Añadió mientras señalaba en determinada dirección con su bastón. Shiori abrió los ojos sorprendida.

"¿Mi Padrino está aquí?" Preguntó sin poder creerlo. "¿Qué no estaba en Japón?" Shiori se rascó la cabeza "¿Cuándo llegaron y porqué no me dijeron que venían?"

"Esta mañana y fue un viaje sorpresa." Explicó el viejecillo, suspirando. Máscara intercambió una curiosa mirada con Shiori, pero la chica se encogió de hombros y no supo qué decirle.

"Ya, está bien. Me choca cuando pasa esto, pero… Jaken–sama¿Por qué mi Padrino…?"

"Ocurrió una emergencia, un imprevisto. Es por su tío, señorita." La atajó el hombrecillo con un apenado suspiro, hablando en japonés. Máscara ladeó la cabeza: entendía muy bien aquél idioma y comenzó a preocuparse, dado que el tono usado por este Jaken daba a entender de que algo serio había ocurrido. El anciano se veía mala leche y malas pulgas, pero se le veía honesto. "Finalmente ha cumplido lo que prometió hace años. Su Hahahue… Hmpf… está en el hospital. Aoshi–sama está con ella."

Esas palabras tuvieron un efecto extraño en la chica, que retrocedió un par de pasos, como golpeada de improviso, cubriéndose la boca con ambas manos. Shiori se pegó a la ambulancia y su rostro se desfiguró en una expresión de pánico como nunca antes había visto en una mujer. Sus ojos se enrojecieron en ese instante y se llenaron de lágrimas. Máscara entrecerró los ojos, pero no tuvo tiempo de analizar el susto de la chica. Tenía el desagradable impulso de abrazarla, pero no sabía como. Shiori saltó sobre sus pies, respirando agitada y al borde de las lágrimas. Se pasó ambas manos por el rostro y recuperó toda la compostura que pudo. Olfateó el aire, de nuevo con ese gesto tan extraño, y segundos después salió disparada, a toda carrera, en determinada dirección.

La petisa corría muy rápido.

"Joven, disculpe por la interrupción, pero… en verdad es grave." Aclaró Jaken condolido, mientras se disponía a marcharse. Con mucha más facilidad de la que hubiera creído necesaria, Máscara lo sujetó por la nuca y lo alzó en el aire hasta tenerlo al nivel de sus ojos. Esta situación debió verse muy cómica desde fuera, dado que Jaken agitó sus brazos y pies, sin soltar su bastón, con animesca energía.

"Tú No Te Vas Hasta Que Me Digas QUÉ RATAS Está Pasando Aquí." Demandó con energía. "¿Qué derecho crees que tienes que haces llorar a Shiori?" Ladró enojado. ¡Nadie haría llorar así a su ragazza si podía evitarlo! Jaken, asustado, palideció y dejó de patalear, aunque no de quejarse ni reclamar. Incluso tuvo la osadía de golpear al dorado con su bastón

"¡Eso No Es De Tu Incumbencia, Grosero Matón Y Abusivo!" Alegó Jaken segundos antes que el dorado lo soltase. El sujeto cayó al suelo, y sin dejar de protestar, se puso de pie y arregló sus ropas. "Shiori–sama ya te lo dirá luego. Yo no puedo hacerlo."

Aturdido por lo extraño de la situación, Máscara ni siquiera respondió la venia que el hombrecillo llamado Jaken le hizo al marcharse. Ni siquiera le dio para reírse cuando vio al anciano alejarse de él lleno de miedo… y no es por nada, pero para ser tan viejo como aparentaba, corría bastante rápido.

"¿Qué Demonios…?" Masculló Máscara muy bravo. Agitó los brazos irritadísimo. ¡Todo le estaba saliendo mal!

¡Es que minutos antes tenía a Shiori en sus brazos bien segura y ya no! De un momento a otro estaba haciéndose de tierno galán en medio de una desgracia y al siguiente estaba parado como pasmarote, observando la estela de polvo dejada tras los pies de la chica. Pero… ¿Dónde se había ido? RATAS, Debió haber ido con ella… ¡Es que su carita se descompuso tanto! Shiori tuvo miedo, uno muy grande, uno que ni siquiera tuvo cuando Lou la tuvo a punta de pistola. ¡Máscara sabía reconocer el miedo en los ojos ajenos! Y en los de su bella ragazza no había visto otra cosa, sino pánico.

Shiori ya no estaba… La chica se le había ido antes de que pudiera detenerla. Él había perdido la oportunidad perfecta de iniciar una relación con ella y no había podido hacer nada para evitarlo. Y lo peor de todo…

¡Lo Peor De Todo!

Es que ni siquiera le había dicho que sentía un bonito retorcijón de estómago cada vez que la veía… lo que traducido al carácter de Máscara, significa que sí la quiere mucho…

"¡QUÉ ESTAFA!" Vociferó el dorado en serio enfurecido.

Continuará.

Por

Manquehuito (Misao–CG)

No hay adelanto del Próximo Episodio: es el último.

PS: Ya lo sé, lo sé, soy cruel y lo admito. Máscara no solo no puede dar los golpes que quiere, sino que la chica que tanto le gusta se le escapa por entre los dedos en el momento más romántico que él mismo recuerda en mucho tiempo. ¿Qué tiene que hacer un dorado como el para estar contento? No lo sé. Para desentrañar muchos misterios, tendrán que esperar al próximo fic, en donde se van a resolver las dudas sobre el pasado de Shiori, quien ratas es su padrino, quién es su tío, entre otras cosas. Jejeje. Sí, soy mala. ¡AHAHAHAHA!o.on.n ¡ES CIERTO, ES CIERTO! LA RISA MANÍACA ES RELAJANTE…. :ahem: En fin. Por cierto, el término 'psicoprofe' se lo debo a Lady Chibineko… es que lo mencionó en una review que me dejaron en Paraíso Fanfiction y me gustó montones. Espero que no se enoje por haber usado el término. Y respecto de Kiki… bueno, el crío ese ya debe ir por los 12 o 13 años de edad, lo cuál lo hace caer en la categoría de pre–adolescente. Faltas de ortografía, de gramática, tipeo y redacción no son intencionales y si descubren alguna, por favor, sean buena leche y avisen para poder corregir, lo mismo si tienen quejas o críticas respecto de la historia, para ver como lo soluciono (en tanto sean constructivas y no destructivas) ¡GRACIAS POR HABER LEÍDO EL CAPÍTULO!

Brújula Cultural.

–sama: Un sufijo del japonés y se añade al final de los nombres o títulos. Indica un ALTO respeto a la persona a quien se la llama así.

Hahahue: También es del japonés. Una forma arcaica, muy respetuosa, de llamar a una madre. Creo que se traduce como 'Honorable Madre."

Arigato: Para los despistados, esto significa 'gracias'.