A/N: Para referencias a mi estilo y a ciertos aspectos del fic, lean 'Littera Minima' y sus secuelas, de la cuál esta es su última entrega. Por Favor, Quienes Dejan Reviews Anónimas, DEJEN UN MAIL DE CONTACTO PARA QUE PUEDA RESPONDER SUS COMENTARIOS CON MÁS AGILIDAD, DADO QUE NO VOLVERÉ A PONER ESTAS RESPUESTAS EN MI PROFILE.
¡MONTÓN DE GRACIAS A MIS LECTORAS DE PRUEBA¡Gracias Firts Ayanami y Sonomi por el tiempo que se dieron para leer y corregir mis locuras!
Saint Seiya, la trama y sus personajes pertenecen al Sr. Kurumada y a quienes han pagado por el derecho respectivo. El personaje de Shiori y Jaken son personajes creados por Rumiko Takahashi y son parte de su manga Inuyasha: O Togi Sengoku Zoushi. Han sufrido modificaciones para el beneficio de la trama. El Personaje de Selene pertenece a Fanny Shadow. No estoy sacando beneficio económico de este escrito: nada más hago esto para relajarme y entretener a mi imaginación, eso es todo.
ADVERTENCIA.
Del Manual del Villano Para la Malvada Conquista de la Galaxia, Artículo 66: Mi teclado de seguridad será realmente un escáner de huellas. Cualquiera que vea a alguien presionando una secuencia de botones o que espolvoree el teclado en busca de huellas digitales y luego intente entrar repitiendo la secuencia disparará el sistema de alarma.
Cualquier coincidencia con la realidad, con situaciones reales y semejanzas con personas vivas o muertas, es una mera coincidencia. Se pide criterio y discreción por parte de los lectores. No me hago responsable de castigos, lesiones, o penas capitales derivados de la lectura de este capítulo.
"Omnia Disce!"
(¡Aprende Todo!)
Omake 4:
Rositas Pirañitas.
Pasillos de la Secundaria.
Viernes, Hora de Almuerzo.
Afro, luciendo su brillante armadura, caminaba tranquilo por el pasillo. Se le veía calmo y orgulloso: por fin había recuperado la seguridad y los alumnos ya no le hacían la vida de a cuadros. Ahora se lo pensaban DEMASIADO antes de caer en alguna falta que significase una visita a la oficina del Inspector de Disciplina. Una cosa era hacer rabiar al Señor Afrodita Sicsip, y otra muy diferente a Afro de Piscis, por mucho que fuesen la misma persona.
Todos sabemos hasta qué deplorable estado había caído el buen Afro. Ojeras, falta de sueño y cuidado personal, piel reseca y cansancio eran la más clara evidencia que el dorado tenía la autoestima por el suelo. ¡Era su culpa! No había sabido hacerse respetar como persona normal, pero lo que más daño le había hecho a su autoestima había sido víctima de las bromas más viejas y conocidas del libro. Ser despistado no le había ayudado mucho.
Pero no. Ahora eso parecía ser cuento del pasado. El que les ordenasen llevar sus armaduras mientras estuvieran en el colegio había sido como la respuesta a sus plegarias. El mero hecho de que supieran que era un santo dorado le llenó de una silenciosa aura de respeto que ningún alumno se atrevió a rebatir. Nadie volvió a hacerle bromas, ni nadie volvió a comentarlas. Afro podía caminar tranquilo sin temor a que le aventasen agua u otros líquidos encima, que le hicieran quedar en ridículo.
Se recargó contra una pared cercana y encendió su videocámara. Miró la hora y enfocó la lente hacia los casilleros. Ya deberían estar por llegar. Escaneó el corredor con su cosmo.
…
Y en efecto, allí estaban. Caminando en su cohesionado grupo, José, Juan y Antonio venían en busca de sus almuerzos. Afro entrecerró los ojos y sonrió de gusto. Pulsó uno de los botones y se dispuso a grabar aquellos eventos.
"Vamos, mis pequeñas, no decepcionen a papá." Rió para sí Afro.
x-x-x-x-x-x-x
"Tengo la sensación de que lo del tiroteo pasó hace años." Comentó Juan. "Apenas ayer volvimos a clases, pero es como si nada hubiera pasado."
"Al menos tendremos un anuario divertido." Antonio se llevó las manos detrás de la cabeza. "Extrañaré la secundaria."
"¿Ven a lo que me refiero? No han pasado ni dos semanas en que casi nos balean a toditos, y ya estamos pensando en nuestra vejez."
"La vida adelante: además, esto del tiroteo y que de nuevo haya dioses en el colegio fue bueno." José se acomodó su mochila. "Al menos los cotilleos tendrán más fondo que fulano se le vio con fulana y a mengano con zutana."
"Seee, tienes razón. Esos cotilleos son frívolos, pero divertidos." Antonio sonrió divertido. "A propósito¿Supieron que Isabel del 3°A está saliendo con Roberto del 3°C?"
"Creí que Roberto estaba saliendo con esa niña, Alejandra, del 2°B." Comentó Juan con los ojos abiertos. José y Antonio irrumpieron en carcajadas.
Y dicen que las mujeres somos las chismosas.
"ESTABA." Aclaró José. "¿No lo supiste? Nadie quiere acercarse mucho a Bella y sus amigas, luego que se supo que Saori era Athena." Explicó divertido. Antonio apretó los dientes.
"Merecido se lo tienen: todavía no le perdono a esas tres que hayan hecho llorar a mi hermanita el año pasado." Reclamó de mal humor.
Los chicos continuaron caminando por aquél pasillo. Iban a paso tranquilo y no tenían intenciones de darse prisa.
"Extrañaré al Señor Shura." Se lamentó de pronto José. "Es buena onda el man, No debieron haberlo sacado. Me divertía mucho."
"Ayer se vino a despedir. Lo mismo que Argol: el lunes los reemplazan a ellos y a los demás." Puntualizó Antonio. "¡Qué bueno que no fue algo definitivo! Seguimos siendo amigos de Argol. Y el Profe Alde dijo que estaría atento a nuestros progresos con el equipo de Atletismo."
"Sí, nos dijo que vendría a la graduación: la mitad de las chicas del curso lo invitó." Dijo José. "Y dijo que le cobráramos la palabra, pues dijo que nos invitaría a ver el Santuario."
Santuario. Un secreto escalofrío les recorrió el espinazo ni bien José pronunció aquellas palabras. Se quedaron mudos: ir al Santuario de Athena, por mucha buena voluntad que tuviera Argol, podría significar un encuentro con los dorados y temían encontrarse con Afro en sus terrenos de caza. Casi se habían desmayado y caído en coma cuando descubrieron que el mismo tipo al que se habían pasado el semestre jugándole bromas, era nada más ni nada menos que un dorado.
Ninguno de los tres hablaba del tema. La única alusión que habían hecho al respecto había sido el día anterior, cuando Argol, con una sonrisa divertida y encogiéndose de hombros, les había dicho 'les dije que no lo fastidiaran' (¡Cómo repatea el hígado esa frase cuando te la dicen!). Es más, el trío hacia lo humanamente posible por evitar al Inspector de Disciplina: de pronto le tenían miedo.
Es curioso como funciona la mente humana. Hasta antes del tiroteo, el único motivo de estos tres revoltosos era ir a clases a jugarle bromas pesadas a Afro, pero desde que se había descubierto que era un dorado…
"Miren… rosas." Señaló Juan. "En los casilleros."
Los chicos pronto olvidaron el motivo de sus pesadillas y se concentraron en lo que Juan les indicaba. Sus casilleros estaban llenos de rosas rojas y naranjas. Eran pequeñas y estaban dispuestas en pequeños ramilletes. Lo que sí, habían montones de esas flores. José se rascó la cabeza, pero sonrió de gusto. Antonio sintió que un ruborcillo se le subía a las mejillas y Juan sacó pecho orgulloso.
"O somos muy solicitados por las chicas o nos quieren dar una indirecta." José dio algunas zancadas y se acercó a su casillero. "¡Espero que sean de Catalina!"
Les explico: ese año, los cursos que se graduaban habían querido hacer de su fiesta algo especial. En vez que los chicos invitaran a las chicas, sería al revés para fuera más simpático y creativo. Afro le había sugerido al comité organizador que las chicas entregasen ramilletes de rosas a los chicos que deseasen invitar, con una pequeña nota. La idea había prendido como reguero de pólvora.
Y hablando de Afro… éste estaba no lejos de allí oculto a la vista de José y sus amigos, y una sonrisa macabra se dibujaba en su rostro.
"¿De donde habrán sacado tantas rosas?" Preguntó Antonio mientras alcanzaba el sobre con la nota que estaba atorada en la puerta de su casillero. "Son muy bonitas: quizás le dé un ramillete a mi mamá cuando llegue a casa."
"Las chicas son precavidas: todavía falta para la fiesta y ya nos invitan." Juan abrió su sobre y lo leyó. "Vamos a ver… Hmmm… ¡Qué raro!"
"¿Qué dice tu nota?" Preguntó José, que también leía extrañado la suya.
"Que esto no es una invitación, sino algo mucho peor." Dijo arqueando una ceja.
"La mía dice que nos la merecemos." Rezongó Antonio, mientras revisaba el sobre en busca de alguna otra cosa.
"La mía dice que… ¡RATAS!"
José dio un brinco hacia atrás. Uno de los tantos ramilletes que cubrían su casillero se había movido. Quizás había un bicho o algo metido allí. Curiosos, los tres chicos se acercaron al ramo.
"Le vieron moverse¿verdad?"
"Sí, se movió. Yo le vi."
"Quizás fue el viento."
"¡GRRRRRR!"
"¡AAAAAAH!"
José, Antonio y Juan pegaron otro brinco hacia atrás. Las hasta ese momento inertes rositas de pronto cobraron vida, gruñeron y todas, al unísono, les enseñaron una dentadura que un tiburón blanco habría envidiado. Ante tal extraño fenómeno de la naturaleza, no pudieron menos que sentirse incómodos, asustados y curiosos.
"¿Pero qué…?"
"¡ÑA, ÑA, ÑA, ÑA, ÑA, ÑA!"
Entonces les atacaron. Abriendo y cerrando las fauces, muy al estilo de Pacman, todo un enjambre de rositas se abalanzaron sobre los desprevenidos muchachos y comenzaron a morderles por todo lado.
"¡QUÍTENMELAS, QUÍTENMELAS!"
Ropa, cabello, dedos, mochilas, zapatos, brazos, nada se salvaba. Las rositas pirañitas de Afro no mostraban misericordia. Es verdad, no hacían mucho daño, pero las mordidas no dejaban de ser molestas.
"¡TÍRENSE Y RUEDEN, TÍRENSE Y RUEDEN!"
"¡AAAAAAAAAAAAAAAAAH!"
¡Qué Dolor, Qué Dolor, Qué Pena! Un par de rositas se colaron por dentro del pantalón de José, provocando las más divertidas contorsiones del muchacho. Antonio se aventaba él mismo contra las paredes para sacárselas de encima, Juan rodaba por el suelo y sacudía las manos frenéticamente. Los tres chillaban de dolor.
"¡ÑA, ÑA, ÑA, ÑA, ÑA, ÑA!"
"¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAG!"
Los pasos tranquilos de Afro resonaron por el corredor y el santo se detenía con toda la calma del mundo a tomar mejores tomas de la precaria situación de José y sus amigos. De hecho, el trío estaba tan desesperado por sacarse a las rositas de encima que ni se percataron que Afro les estaba grabando en video. Debido al escándalo, algunos alumnos comenzaron a congregarse y a reír disimuladamente, pero solo unos pocos se atrevían a quedarse más tiempo.
"Eso es, pruebas completadas satisfactoriamente: las rositas pirañitas pueden ser usadas en combate…" Afro hizo algunos acercamiento a Antonio, que desesperado intentaba quitarse unas rositas que se habían colado por debajo de su sudadera. "Muy bien, la técnica funciona como se esperaba. No demuestran tener puntos débiles."
"¡ÑA, ÑA, CRUNCH, ÑA, ÑA!"
"¡PIEDAD, POR FAVOR, PIEDAD! AAAAAAAAAAARGH." José había optado por sacarse los pantalones para eliminar las rositas que con ahínco le torturaban, pero eso tan solo había agravado su problema.
"Los sujetos de prueba demuestran tener mucho dolor." Afro sonrió satisfecho. El dorado parecía disfrutar del dolor de sus dolores de cabeza (sí, de nuevo, valga la redundancia). Complacido, apagó la cámara. "Esto se verá genial cuando lo suba al Internet."
"¡QUÉ ALGUIEN HAGA ALGO!" Exclamó Antonio mientras trataba de aplastar rositas con su mochila. "¡UN LANZALLAMAS! MI REINO POR UN LANZALLAMAS."
"¡MAMAAAAAAAAAAAAAAAAAÁ!" Juan, desesperado, comenzó a correr por el pasillo. Afro se encogió de hombros.
"Eso sería todo." Dijo tranquilo, contento y complacido, segundos antes de darle la espalda a la tragicómica escena. "Niñas, tienen 15 minutos." Le avisó a sus rositas antes de marcharse. Una vez que se fue los pocos alumnos que se habían atrevido a permanecer allí observando la escena estallaron en carcajadas.
José, Juan y Antonio serían víctimas de las rositas pirañitas de Afro por los siguientes 15 minutos.
Santuario de Athena.
Recinto de los Santos de Plata.
16:26 pm.
Argol enarcó una ceja y se rascó la cabeza. Encima de su cama, había encontrado un sobre y un ramillete de rositas, obsequio que había despertado su curiosidad. Miró hacia ambos lados, pero no encontró nada fuera de lugar. Retrocedió y salió de su cuarto, para repetir el mismo gesto. No… a esa hora nunca había nadie en los dormitorios de los plateados. Extrañado, regresó su atención al extraño paquete recibido.
"¿De quién será?" Se preguntó mientras abría el sobre.
De Sandra no era. Su linda chica no era del tipo que regalaba flores, y si así fuera¿Cómo lo había hecho para colarse hasta su cuarto? Era imposible, por mucho que lo hubiera intentado. ¿Quién lo habría dejado allí? Se encogió de hombros. Desdobló el papel que había en el sobre y se dispuso a leerlo. Quizás así se resolverían algunas de sus dudas.
"No es nada personal, pero siento que si no lo hacía, no estaría contento. Es que como eres amigo de esos 3 hunos, creí que no debía dejarte fuera… Gracias por ofrecerte para probar mis rositas pirañitas."
No había firma… pero Argol era un chico astuto. Miró de reojo el ramillete, lleno de sospecha. Aguantó la respiración solo por si acaso. Tranquilo y cauteloso, avanzó hacia el ramo, que tomó como si se tratase de una bomba nuclear. Tenía que sacarlo de allí cuanto antes.
"Eso, tranquilo, con cuidado." Cuidando cada uno de sus movimientos, Argol se acercó a la ventana más cercana. "Eso, quieto, muy bien, un poco más y…"
"¡ÑA, ÑA, ÑA, ÑA, ÑA, ÑA, ÑA, ÑA, ÑA, ÑA, ÑA, ÑA, ÑA, ÑA, ÑA!"
Argol palideció. Las rositas pirañitas despertaron de golpe de su letargo y enseguida le enseñaron al plateado sus afiladas sonrisas. El santo de Perseo tragó saliva.
"Glup. Va a doler…"
Coliseo.
16:30 pm.
El sol estaba de adorno. Sí, el día estaba despejado y ni una sola nube nublaba la vista del cielo. El Sol brillaba contento, pero no hacía calor. Estaba más bien fresco. Mientras que los dorados ocupaban su sitio favorito en las gradas del coliseo, algunos plateados disfrutaban de la relativa calma, echados en sectores aleatorios del enorme estadio.
Asterion y Dante, entre que vigilaban y holgazaneaban, observaban la arena en donde se llevaban a cabo algunas prácticas grupales. Podía verse a Mu combatiendo con Kiki entre otras cosas. Hacía rato que no hablaban, no porque hubieran peleado, sino porque no tenían ningún tema planeado. Suspiraron llenos de abulia. Misty, entonces, se sentó junto a ellos.
"¡Qué Bodrio! En Este Santuario Nunca Pasa Nada Divertido." Rezongó el recién llegado. "Siempre Es Lo Mismo, Ni Los Chismes Varían."
"Hay que tener paciencia." Explicó Dante. "Nunca pasa mucho tiempo antes de que pase algo aquí."
"Nunca hay suficiente paz." Suspiró Asterion cerrando los ojos. "¿Se enteraron que el fin de semana pasado Touma y Seiya volvieron a coincidir en Leo?"
"Seee. Aioria los correteó hasta la salida del Santuario. No sé qué tanto destrozo hacen, pero…"
"¡AGUAS, AGUAS, QUÍTENMELAS, QUÍTENMELAS!"
Con la potencia de una sirena de bomberos, Argol, gritando como alma en pena, huía atormentado por un enjambre de rositas pirañitas. Todos en el Coliseo detuvieron sus actividades en tanto el plateado, a quien no dejaban de hostigar, corría en círculos y en busca de una salida o de algún tipo de ayuda que le permitiese quitarse los molestos vegetales de encima.
Dicha ayuda no encontró. Argol no generó muchas simpatías. Ni bien se perdió de vista, tras meterse por una de las salidas del estadio, todos regresaron a lo que estaban haciendo. Misty, Dante y Asterion suspiraron aburridos.
"No, nunca pasa nada divertido."
…
No lejos de allí, Afro de Piscis reía como maníaco, complacido como no lo estaba desde hacía años.
…
Como dice aquél viejo dicho de la selva… la venganza es un plato que se sirve frío.
Fin del Omake.
Por
Manquehuito (Misao–CG)
PS: Se supone que debí haber publicado este omake el Martes, pero arrastro un mal karma desde hace días, y el único que puede ayudare al respecto es Shaka, pero no contesta mis cosmomails. El muy infantil está enojado porque Chantal llegará al Santuario. Por otro lado, una serie de eventos desafortunados (no le estoy haciendo propaganda gratis a la película) me impidió terminar o escribir este omake. Ni modo, al menos lo logré antes que pasara mucho tiempo. Ya saben, niños y niñas, no deben bajarle la autoestima a Afro, pues el sujeto es vengativo. Esta escena era sorpresa, por lo que mis lectoras de prueba no tuvieron acceso a ella. Ojalá les haya gustado. Por lo tanto, está saliendo del horno y no tiene revisión de ningún tipo. :Misao asume la posición del tigre arrepentido: Faltas de ortografía, de gramática, tipeo y redacción no son intencionales y si descubren alguna, por favor, sean buena leche y avísenme para poder corregirla, lo mismo si tienen quejas o críticas respecto de la historia, para poder ver como lo soluciono (en tanto sean educadas y civilizadas) ¡GRACIAS POR HABER LEÍDO EL OMAKE!
NADIE RESULTÓ HERIDO DURANTE LA PRODUCCIÓN DE ESTE OMAKE.
Excepto quienes sufrieron la ira de las rositas pirañitas de Afro, quienes ya fueron indemnizados como se debía.
Argol estuvo una semana sin poder sentarse cómodo. Una lástima, el chico, pese a todo, me cae bien.
Las Rositas Pirañitas fueron añadidas a la lista de técnicas de ataque de Afro… aunque Shion se mostró receloso a incorporarlas.
Por si se preguntaban, el pozo de apuestas iniciado por Kanon fue bastante rentable. Por concepto de comisiones, el Gemelo Menor ganó bastante dinero, aunque no faltaron lo que dijeron que el asunto estaba arreglado. Se reiniciaron las apuestas cuando se produjo el recambio de santos en el Colegio…
Los que apostaron por Shaka perdieron. Recuerden que el buen Camus CONGELÓ a sus alumnos.
…
Y por cierto, Máscara se ofendió mucho cuando se enteró que ÉL era la primera opción del primer pozo de apuestas.
