El ambiente de aquella noche embriagaba los sentidos de la joven de tal modo que, si todo aquello jamás hubiera sucedido, la hubiera considerado como la mejor de su vida.
La música impregnaba la amplia estancia donde se celebraba la fiesta de cumpleaños de la pequeña dama. Aunque todos la seguían llamando así, la chica no tenía nada de pequeña, hoy cumplía sus diecinueve y lejos le quedaban las muñecas guardadas bajo llave en el baúl de la habitación. Debía empezar asentar cabeza, y asumir que cuando la Neo Reina muriera ella se convertiría en la sucesora del imperio. Pero aquella noche, la cabeza de Chibiusa no estaba para preocupaciones ni planes de futuro, estaba para el ocio, la música que llenaba el lugar y movía inconscientemente sus pies y para los cientos de pretendientes que se encargaban de recordarle lo bien que le sentaba aquel vestido. En uno de los enormes espejos plateados que ornamentaban sutilmente las paredes de la sala de baile. Chibiusa se miró convencida de que su belleza expuesta a la luz incandescente de las lámparas de araña resultaba mayor.
.- Felicidades, pequeña dama!- Exclamaron al unísono el centenar de presencias que reunía el baile. La chica de pelo rosado sonrió ampliamente intentando hacer cuenta de la gran cantidad de regalos que había recibido durante aquella velada. Las llamas palpitantes de las velas del pastel, seguían meciéndose por el aire que furtivo entraba por la ventana. Chibiusa las apagó, seguido de un estallo general de aplausos y vítores. La música inundó de nuevo la sala y todos siguieron entretenidos al compás de las notas.
.- Hola, Chibiusa – se aventuró a saludar, tímido, Kou, uno de los pretendientes de la joven. – Cómo estás?
.- Muy feliz – sonrió alegre – Bailas? – le tendió la mano al ver que sonaba una animada melodía
El joven aceptó su proposición, no sin cierto rubor en las mejillas, y ambos ocuparon el centro de la sala siguiendo los pasos establecidos para aquella bella canción, mientras todos coreaban a la pareja bailando a su alrededor. La música llegó al final y todos pararon de súbito, trabando un inquebrantable silencio en la estancia. Vestida, como siempre, de blanco, y sin más joya que la tiara resplandeciente que se situaba sobre su cabello, la Neo Reina Serenity avanzó taciturna por el camino que todos los presentes le habían abierto, hasta quedar en frente de todos ellos.
.- Como todos sabéis, el motivo de la fiesta es el aniversario de mi hija – Todos volvieron a abrirse paso para que Chibiusa pasara. Esta, cohibida, avanzó mirando fijamente a su madre, hasta situarse frente a ella, cara a cara.- Ella será la futura sucesora de nuestro imperio. Y por ello, quiero hacerle entrega de mi más preciado objeto, como regalo. Así pues, sin más preámbulos, a partir de hoy mi hija será la portadora del cristal de plata – y dicho esto, alargó su mano a una almohadilla roja que un sirviente portaba entre sus manos y tomó de esta el colgante, que quedó pendiente entre sus dedos instantes antes de hacerlo pasar por el cuello de la joven y dejarlo reposar sobre su cuello. Chibiusa, aún sin salir de su estupor, miraba asombrada como la joya lucía sobre su blanca piel. Cuando al fin comprendió la importancia de ese gesto, abrazó con ímpetu a su madre, arranco un nuevo aplauso de todos los invitados.
Y de nuevo, la música volvió a sonar y todos dejaron de observar la enternecedora escena para divertirse, pues para ello habían venido. Chibiusa tenía en mente hacer lo mismo, pero su madre la asió del brazo haciéndola volver hacia ella.
.- Hemos de hablar – le dijo sombría. Y dicho esto, sin dejar que su hija preguntara nada, la llevó hasta la habitación continua. Una vez allí, cerró la puerta con llave y se acerco a la azorada chica. – Tú sabes que la luna siempre te protege, cierto?
.- Siempre me lo has dicho, madre. Pero que yo… - Puso su dedo índice en los labios de la joven
.- No digas nada. – Y sonrió nostálgica – Aún recuerdas aquellos cuentos que yo te explicaba cuando eras pequeña?
.- Palabra por palabra – Dijo mirando dulcemente a su madre
.- Y tu preferido?
.- El que más. La princesa de la Luna…en cierta forma, me gustaba creer que yo era ella, y así vivir sus aventuras. Era…mágico
.- Mágico… - Dijo en un apenas audible susurro. Abrazó de nuevo a su hija, que confundida, ya no sabía que le deparaba todo. Tenía a ver algo con lo de aquella mañana. Pero seguía sin intuir apenas que pasaba.
.- Madre… - Correspondió al abrazo – que es todo esto?
.- Sabes que te quiero, mi niña – se le quebró la voz.
.- Pero que pasa? Por que lloras?
Al tiempo que lloraba, la reina desenvainó la daga por detrás de la espalda de su hija, de plateada empuñadura con forma de luna. Aquella que ella misma protegía. La misma que protegía a su niña. La misma que le trazaba sin piedad el destino de todos ellos. El afilado metal se posó en el medio de la espalda de su hija. Cerró los ojos. El tiempo que reparó a dejar caer la última lágrima, fue suficiente para que la daga se tiñera de carmín, y la joven fuera conciente del dolor.
.- Madre… - Dijo incrédula palpándose la espalda y viendo como sus manos estaban tan rojas como el afilado objeto que su madre llevaba entre sus manos.- Qué has hecho? – Dijo ahora llorando ella también.
.- Perdóname, hija – dijo apuntando de nuevo la daga hacia su pecho.- perdóname… - Y mientras su rostro seguía aún empapado volvió a embestir contra la chica, que rápidamente la esquivó echándose hacia a un lado.
.- Cómo has sido capaz? – Logró preguntar con voz temblorosa – Yo confiaba en ti…
.- Lo siento! – Y lo volvió a hacer, pero sin dar en el blanco esta vez tampoco.
Chibiusa sintió una punzada de dolor a lo largo de su espalda y cayó de rodillas al suelo, impotente, sollozando aún y reacia a creer lo que pasaba en aquella sala, apartada de las risas y murmullos de la habitación contigua.
Su madre, con semblante arrepentido se acercaba a ella lentamente, sosteniendo la daga entre sus manos.
.- Pensaba que me querías, madre – Sollozó- Pero todo ha sido una mentira...
.- Lo siento… - Al parecer, lo único que urdían los labios de la reina eran disculpas. Disculpas que incumplía al acercarse a ella y posicionar de nuevo la daga contra el pecho de la chica. Donde yacía el cristal de plata, el que brilló cegando de luz a ambas, emitiendo un resplandor que solo se apagó tras el estrépito de los cristales de la ventana. El caballo de blanco pelaje relinchó y bajo su lomo hasta llegar a la altura de la muchacha. A tientas, Chibiusa logró subir a él y aferrarse a sus estribos tanto como pugnaba por hacerlo a la vida. Pegaso volvió a saltar sobre el alféizar de la ventana, la chica jadeaba agonizante sobre él.
Y el caballo corrió, y corrió, alejando a su amita del lugar, donde las mentiras se disfrazaban de verdades para hacer más llevadero el destino. Hasta que una piedra, puesta por azar en su camino, hizo que tropezara, tirando por ende a la chica de sus lomos, que fue a caer sobre el barro, mientras la lluvia caía para ambos. Pero se quedó bastante más tranquilo al ver que de las heridas dorsales de la chica ya no manaba la sangre, habían sanado, y tan solo dormía. Lamió su rostro pensando en que era la hora de reunirse en sueños.
Nota de la autora:
Sé que en cuestiones narrativas este chap. Deja mucho que desear pero no tengo prácticamente tiempo (no se como me lo hago, que siempre voy falta de este). A sí que perdonen que conteste los reviews tan escuetamente (Mil gracias a todas, no sabéis que agracesida me siento)
Saori-Luna: Muchas gracias por tu Review, espero que este capitulo sea de tu agrado!
GabYxA: m vaya, si te has parado a analizar cada uno de esos detalles y los resultados son tan positivos… Vaya, muchísimas gracias, wapa
Tsukynoai: U, no sabes cuanto me alagas… espero que te guste este chap.
En fin, y no me paro más que, por si no lo he dicho antes, tengo mucha prisa (tiene mérito, lo he escrito todo en poco más de diez minutos)
Narumi
Y no se olviden de dejar Reviews!
