Parte X: Amigo
Hitomi rebozaba alegría a todo el mundo¡Rukawa-sama!., eso pensaba. No podía creer que iba a ir a la casa de su novio en compañía de su padre, más encima, gracias a su suegro; sin duda a éste le estaría eternamente agradecida. Como era una ocasión especial, se puso zapatos de tacón, una falda tableada corta negra y una polera con tirantes blanca, haciendo resaltar aún más su roja cabellera, amarrándose está con una cola de caballo.
Hanamichi casi se cayó de espaldas cuando vio a su hija. También se veía muy bonita, pero desde los ocho años que no la veía con falda (a excepción del uniforme de la escuela) porque no le gustaba esa prenda. El siempre le regalaba faldas para que se viera más femenina, aunque no se las pusiera, tal vez algún día sí lo hiciera.
- ¿No crees que esa falda está muy corta? – pregunta Hanamichi como padre celoso.
- Por lo que yo me acuerdo, que tú me la regalaste¿o no te acuerdas, idiota? – le contesta su hija molesta con su pregunta.
- Controla tu lengua, chiquilla insolente – le responde enojado, suspira y dice - ¿a quién habrás salido tan boca suelta?
"…", lo miró con cara de "el silencio otorga" – mejor vámonos, en vez de perder el tiempo en tonterías – le dijo tirándolo del brazo para irse pronto.
Hitomi empezó a hablar de lo emocionada que estaba, qué cara pondría el "suegrito zorro" cuando supiera que iría con su padre, bla, bla, bla. Sakuragi hacía como que la escuchaba.
El pelirrojo sólo podía pensar en la que se estaba metiendo mientras iba manejando.
No sabía con qué cara iba a mirar a la mujer de sus sueños después de lo que había ocurrido el día anterior y no se refería precisamente al casi beso que había dado con ella. "¡Maldito tarado!", se refirió a sí mismo como lo había hecho toda la noche. Si no fuera por la cara de felicidad de su hija ya se había arrepentido hace rato "¡Qué estúpido!", no tenía idea que lo empujaba a ir, su excusa eran las palabras de Rukawa, que se iba reencontrar con alguien.
Hitomi se extrañó que en tres cuartos de hora, su padre no hablara palabra alguna, sobre todo alguien como él, sólo lo miraba que estaba sumergido en sus pensamientos.
Hanamichi, sin percatarlo, llegaron a la casa de los Rukawa. Este le dio la orden para que se bajara del automóvil y que, por mientras él lo estacionaba, tocara el timbre. Su hija cumplió la orden.
- Hola, suegrito lindo – decía Hitomi con una sonrisa de oreja a oreja.
A Kaede le causó gracia – hola – en el mismo tono de siempre - ¿y el grandulón? – preguntó con una voz neutra al ver que Jones no estaba con ella.
No vino
- ¿Viniste sola? – preguntó Kaede algo sorprendido mientras la chica pasaba y Rukawa cerraba la puerta.
- No cierres – le advierte la chica para que no lo haga – mi padre viene conmigo.
Al zorrito casi le fallan las piernas "¿El torpe aquí¡Está aquí!"
Se fue a esperarlo en la puerta y ahí vio que venía hacia su casa. Su vestimenta casual, unos jeans desgastados y una polera blanca, lo hacían verse bastante atractivo, no había ningún elemento externo que afectara la belleza de aquel sujeto.
Casi se lo comía con la vista, llevara lo que llevara puesto, jamás se cansaría de mirarlo.
Cuando Hanamichi vio al zorro, realmente se sintió incómodo. No en vano ese maldito zorro había sido su motivo de desvelo toda la noche.
Cuando llegó a la puerta sólo lo miró a los ojos y entró, no quería profundizar el contacto con él.
A Rukawa no le importó, ya se lo esperaba.
Sin embargo no se percató que el pelirrojo observó disimuladamente su muñeca. Aún estaba vendada, pero por lo menos ya no se veía tan hinchada como el día anterior
Cuando ambos entraron a la casa, sólo le dijo el pelirrojo – sólo vine porque Haruko me invitó – y entró definitivamente.
Mientras tanto, Hitomi se había encargado de contarle a Haruko las novedades y ésta salió a saludar feliz que el pelirrojo haya dejado el orgullo a su lado para aceptarle la invitación.
- Hanamichi, me alegro que estés aquí – lo saludaba como si hubiera demasiada confianza. Algo que no le gustó nada al zorro.
- ¡Haruko! – el pelirrojo la abraza.
- Pensé que no vendrías, pero no te preocupes, siéntate como en tu casa – le dijo –además, estamos esperando a alguien – añade.
- ¿A quién? – pregunta el pelirrojo - ¿al gori?.
- No, él piensa visitarnos en navidad – le cuenta – está demasiado ocupado en Yokohama.
Y así comenzó un diálogo entre Haruko y Hanamichi. Rukawa estaba totalmente taimado mirando la escena. El pelirrojo se notaba nervioso en cierto sentido, porque no paraba de hablar y miraba lo menos posible a la mujer, que supuestamente, era dueña de su corazón. Estuvieron recordando durante media hora los tiempos escolares y las tonterías que pasaban en el gimnasio; en tanto que el pelinegro se mantuvo como estatua, ni siquiera se inmutó cuando tocaron el timbre.
- ¿Puedes abrir, por favor? – le pide Haruko a Hanamichi, que lo miró con una mirada cómplice.
Se extrañó mucho que se lo pidieran, más que nada era la visita, "¿porqué no lo hace el zorro apestoso?", protestó en su interior. Pero cuando abrió la puerta, entendió la razón por la que él debía abrir, era una sorpresa… Ambos hombres casi se emocionaron hasta las lágrimas.
¡HANAMICHI!
¡YOHEI!
Se abrazaron los dos, el chico de cabellos oscuros sabía que su gran amigo estaba en Japón, pero por asuntos personales estaba estancado en Kyoto y no podía zafarse de ellos, por lo que sólo habían estado hablando por teléfono durante todo este tiempo.
- ¡Amigo! – Hanamichi exclamaba abrazándolo fuertemente
- ¡Tanto tiempo sin verte! – exclamó Yohei – pero tú no cambias, qué envidia me das – le dice mirándolo de pies a cabeza.
- Después se ponen al día con todo lo que no se han contado, ya que tengo listo el almuerzo y no quiero que se enfríe – dijo Haruko contenta con el reencuentro – ahora sólo faltan los niños.
- Los iré a buscar – dice Hanamichi – "para ver que le está haciendo ese zorro pervertido a mi hija"- pensó.
Subió las escaleras para llegar a la que creía que era la habitación del hijo del zorro. Además no podía ser otra, puesto que las puertas estaban cerradas. A medida que se acercaba, sentía jadeos de dos personas en su interior, como si anduvieran en…
- Ahhh, ahhh, sí… – era la voz de su pequeña.
Como siempre, el mono pelirrojo pensó lo peor y abrió las puertas de una patada.
- ¡Te voy a matar, desgraciado! – gritó - ¡qué le estás…
No terminó. La chica se apoyaba en sus rodillas, cansada de tanto esfuerzo físico…
- No sé como lanzas con esos zapatos – le decía su novio por los tacos de la chica antes del ataque al estilo Rambo de su suegro.
Los jadeos eran con motivo que ambos chicos lanzaban el balón hacia una canasta que Youji tenía atornillada en la pared y ambos apostaron quien anotaría más canastas. Además, Daisuke los estaba observando.
- Mi puerta – dijo Youji en forma calmada pero molesta - ¿acaso no le enseñaron a golpear las puertas?
- Es tu culpa desgraciado, por tenerla cerrada – gritó Hanamichi – además yo pensaba que…
- ¿Qué pensabas, papi? – le pregunta su hija con voz de una niña de cuatro años que hay que explicarle todo gráficamente, como una manera de vengarse, ya que estaba empezando a ver el rubor en sus mejillas.
Yo… ehhh … bueno, yo…
- ¡Miren lo que pensaba el viejo depravado, jajajajajajaja!. – gritaba el más pequeño de los Rukawa, adivinando lo que pensaba el pelirrojo.
- ¡ESPERA QUE TE ATRAPE, MOCOSO MALDITO! – gritaba Hanamichi más rojo que su cabello.
El niño se pone a correr por toda la habitación hasta que detrás del pelirrojo se encuentra una figura que está seguro que lo protegerá, quien había visto todo desde fuera de la habitación.
- ¡Papi, papi! – gritaba el niño mientras se abrazaba de su padre.
- Tranquilo – le dice a su hijo, acariciándole en la cabeza – no puedo creer que te pongas así por una niñería, jajajajajaja – Kaede le dice a Hanamichi, dándole un ataque de risa.
A todos se les descolocó la mandíbula, ni Youji lo había visto reír alguna vez de esa forma.
Inconscientemente, el pelirrojo se derritió con aquella sonrisa, demostrándolo con una leve sonrisa en sus labios…
Ella estaba harta de todo y de todos…
Caminaba por las calles de Kanagawa bastante de malas, un domingo a las dos y media de la tarde, transitando en un centro comercial con mucha gente alrededor y con un aire acondicionado que mataría a cualquiera.
"Es agosto pero ni que estuviéramos en el Africa", se quejaba Rika por el frío del lugar.
Como a casi todas las mujeres, le fascinaba irse de compras para dirigirse, como lo tenía planeado, a pasar la tarde en un pub que estaba cerca de aquel lugar, lo conoció hace un par de meses con unas amigas y quedó fascinada; cada vez con mayor frecuencia, lo utilizaba como su escondite.
"Ahora hasta salgo sola", pensaba en lo aburrida que estaba, recordando los buenos momentos que había pasado con sus amigas.
Recordaba también que si estaba sola era porque ya no aceptaba más sus desplantes ¿ Qué se cree, ah? Parecía más su clienta que su esposa. Tenían que verse a determinadas horas o días, según lo indicara su agenda, en su tiempo casi no había cabida para nada o nadie más ¿cuándo cambió? No era así.
Añoraba con melancolía los tiempos en que se había enamorado de aquel chico revoltoso, que no tenía nada que ver con el tipo importante que es ahora, pero nadie más que ella lo notaba ¿por qué?
Entonces, llegaba a la conclusión que era ella la culpable de todo, tal vez ha sido muy exigente con él.
Bueno, eso ya no importaba, ya no podía arrepentirse. Había salido, para no discutir más con él, "hazte cargo de los niños, si son también tus hijos" fueron sus últimas palabras antes de irse al que ya estaba siendo su rincón…
Aún después de almuerzo, a Yohei le dolía mucho el cuello porque Hitomi se colgó a él cuando lo vio, sin soltarlo después de mucho rato.
Le gustaban los niños, y hasta el retraído primogénito de Rukawa centraba su atención en él. Además se sentía muy nostálgico con ellos ya que no podía ver a los suyos, ya que hace un año se había divorciado en malos términos con su esposa y sus hijos los veía con poca frecuencia. Nadie de los que estaban allí le habían preguntado, no era un tema al que le gustara referirse.
Por lo tanto, al que más quería Yohei de los Rukawa, era lejos el pequeño Daisuke. No sólo porque era el menor o la falta de los suyos, sino más bien porque le recordaba a Hanamichi y a él mismo cuando eran niños y hacían travesuras por doquier.
Cuando el moreno iba a esa casa, se dedicaba tardes enteras a jugar con él, le regalaba juguetes, salían a pasear e incluso complacía al niño hasta en sus más mínimos caprichos.
A Youji le tenía aprecio, aunque jamás le llego tener el cariño que le tenía a ese pequeño.
La tarde había pasado amenamente. Yohei con el pequeño Daisuke, los tortolitos en otro lado de la sala conversando algo de ellos (a veces se besaban, cuando Hana no los viera) y Haruko conversando con el pelirrojo, bajo la atenta mirada de Kaede aunque no habló ni media palabra.
De repente, Hanamichi y Rukawa, sin saber cual fue el motivo, comenzaron a pelear con sus famosos "torpes" y "zorros apestosos", los demás los miraron divertidos, hacía mucho tiempo que peleaban sin sentido.
A Hitomi le llamó mucho la atención que se pelearan por otras cosas y no por Haruko, que se supone que es su motivo de rivalidad. Era como si les agradara hacerlo; yendo más allá, podía aventurarse a pensar que ese era su idioma propio, algo que sólo ellos podían comprender, excluyendo totalmente a los demás. Eso era lo que estaba deduciendo, cuando fue interrumpida.
- Esos dos no van a cambiar jamás – decía casi riéndose del par que se estaba peleando.
- ¿Siempre fueron así? – pregunta Hitomi, que atendió junto a su novio las palabras de Yohei.
- Desde que los conozco – le contesta.
- ¿Cómo eran, cuéntanos Yohei – le pide Youji a Yohei, dejando a la chica asombrada. El zorruno chico le cierra un ojo a la pelirroja sin ser visto para darle a entender sus intenciones. Al parecer, no sólo tener la cara de zorro era de familia, también era muy astuto.
Yohei les cuenta todo. Desde el día que se conocieron hasta el día en que Hanamichi se fue a los Estados Unidos. No les cuenta nada nuevo a lo que sabían salvo esto:
"Conociendo a Hanamichi, creo que ha estado todo este tiempo obsesionado con Haruko, nunca ha estado realmente enamorado de ella. Casi dieciocho años a la distancia, sin ninguna comunicación ni esperanzas, uno se olvida de ese amor o por lo menos, se le va apagando. Asimismo, creo que si Haruko no hubiese estado en el medio, ellos serían grandes amigos, eso fue lo que se vio incipientemente en el último año de preparatoria y se perdió, quedando peor que en el principio. Seguramente, su matrimonio le afectó mucho y es por eso que actúa así; aunque les puedo decir con certeza que es más sincero el odio que siente por Rukawa que el amor por ella".
Youji quedó más que convencido y no había que darle más sentido al asunto, esto era un trío amoroso y punto, sólo esperaba que el mono pelirrojo de su suegro se le quitara el rencor que tenía adentro para seguir con sus vidas en paz. Por lo menos, con su visita, ya podía decirse que aprobaba a regañadientes su relación.
Y se fue a la cocina porque le estaba abriendo el apetito.
Pero para la pelirroja, no se había acabado. Pocas cosas había heredado de su madre y una de ellas era su intuición, ella podía ver siempre más allá que los demás. Aquí señores, algo todavía no encajaba; y ya se había subido a este tren y no estaba dispuesta a bajarse de él.
- Tío Yohei¿tú sabes que le pasó a mi papá el último día antes de irse? – interroga.
- Al parecer, esta señorita está informada – dice el moreno divertido – ni idea, sólo que Haruko lo rechazó por Rukawa y no sé que brujería le metió para quedarse con él.
Ahhh, muchas gracias.
Con eso no habían más preguntas y la tarde continuaría sin nada importante que contar. Lo que tampoco Hitomi sabía era cómo lo había hecho su suegra, se notaba a leguas que él no la quería.
Era chistoso… veía en Rukawa más afecto hacia su padre que a Haruko… Nooo, imposible, jejejeje.
Estaba el lugar ambientado para personas mayores de 30 años, hasta la música de Norah Jones hacía que ese ambiente fuera más armónico que los ruidosos sitios en donde se reúnen normalmente los adolescentes. Había de todo en ese ambiente, desde grandes grupos conversando y riéndose hasta gente solitaria como ella, esperando alguien que les acompaña o que pasara algo interesante.
Prendió un cigarrillo y pidió lo mismo de siempre.
Un rato después, unos ojos penetrantes observaban a aquella mujer ensimismada en sus pensamientos. La encontraba muy atractiva ¿Qué hacía una mujer como ella en un lugar como éste? Se notaba que ella era de una familia acomodada, aún así, quedó fascinado.
Para él, aquellos ojos mieles eran seductores mas no podían disimular la tristeza y la desilusión en ellos. De repente él se fijó la causa de su tristeza, lo más probable es que estaba en su mano izquierda.
- ¡Kasuo! – el hombre llamó a un chico que estaba trabajando de mesero y que efectivamente había atendido a la hermana menor de Sakuragi.
- Dígame jefe – le dijo el chico que veía que su jefe se le acercaba para conversarle al oído.
- ¿La conoces? – indicaba disimuladamente hacia la dirección de Rika.
- Sólo de vista – le responde – es la segunda vez en el mes que la veo y siempre pide lo mismo: un vodka naranja – agrega.
- Es bastante atractiva – le confidencia el hombre - ¿cómo la encuentras?
- Está muy bonita, pero es una mujer casada – le dice el chico dejando en evidencia la alianza que tiene en su mano izquierda.
- ¿Y has visto alguna vez al marido? – le pregunta el hombre.
No
- Entonces es como si no lo tuviera – le señala como si no le importara - ¿podrías hacerme un favor?
El hombre le da indicaciones al chico de lo que tiene que hacer. Rika no se da cuenta de nada, ni siquiera se da cuenta que hay un hombre atractivo merodeando por allí. No alcanza a reaccionar cuando un vodka naranja y un jugo de fresa están en su mesa.
- Disculpe, yo no pedí esto – le señala Rika.
- No se preocupe, es cortesía de la casa – le dice el mesero – le dejaron esto.
- ¿Para mí¿no será una broma? – preguntaba la ojimiel incrédula.
No se preocupe, sírvase con toda confianza, atención del dueño del local.
- Mmm, será – dijo Rika levantando sus hombros – muchas gracias.
Quedó sorprendida¿quién habrá sido? Empezó a tomarse el licor, esperando que no le afectaran los efectos secundarios. Como supiera el remitente de aquellas atenciones que ella ya había estado bebiendo, se dio cuenta que el trago estaba muy suave, no se emborracharía con eso.
En ese momento, miró que el mesero también había dejado un papel y le entró la curiosidad. Lo abre y dice:
"Espero que con esto te sientas mejor, con una sonrisa tuya me siento más que agradecido"
Se sonrojó, definitivamente la estaban cortejando pero le gustó la forma que la estaban conquistando, en una forma misteriosa, al fin encontró algo con qué entretenerse en su vida; ese hombre la tendría en suspenso …
Y como respuesta a ello, sonrió natural y coquetamente.
Aquel hombre la vio y con eso se sintió más que satisfecho…
¡Hola a todos! Espero que les haya gustado el capítulo. Les tengo dos noticias una buena y una mala. La buena es que el próximo capítulo está buenísimo y tendrán que beber harto hielo antes de leerlo; la mala es que por cuestiones de exámenes no podré actualizar este fic sino en un mes más. Así que apelo a la paciencia de mis lectores para que esperen con ansias mis actualizaciones. No pienso dejar botada la historia, ya que la tengo planeada hasta el final y uno de mis nuevos placeres es la escritura. No se les olvide dejarme un review (agradeciendo todos los que lo hayan hecho), lo que ameniza bastante mi estresante vida y contribuye a mi retorcida imaginación.
Con respecto al fic, el zorrito está más contento que niño con juguete nuevo porque lo fue a ver su pelirrojo. Realmente creí que iba a ser obvia cuando me refería a la visita, así como me había imaginado que me querían asesinar porque no se besaron, así es la vida. ¡Qué inteligentes son Hitomi y Youji!., realmente se nota la evolución de la especie, porque sus padres hacen cada cosa, jejejeje.
Cuídense mucho y pido disculpas…
Un abrazo y un besito
Paulyta.
REVIEWS
Shadir: Si algún día te sale algo, gustosa te lo leo. Tal vez tengas razón, nuestro travieso pelirrojo ya haya tenido dudas, pero en ese sentido, es tan lento el pobrecito pero para eso está un zorrito para que lo "oriente". Besos.
Belglez: Jejeje, no tardé mucho en actualizar, pero creo que no verán la continuación en un buen tiempo, tal vez haga el cap. 11 antes pero en muy lento desarrollo. Tú entiendes que noviembre y diciembre son los meses más pesados para una. Un abrazo.
Miguel: Muchas gracias, siempre me llenas con tus elogios que me suben el ego. Aquí ya vez que la historia se pone buena, la hija de Hanamichi ya está sospechando algo y hay más acerca de las travesuras de pequeño niño loco de Daisuke. Creo que la parte final del capítulo viste claramente quien es mi próxima víctima, aunque la soga se la puso él por "descuidado", ahora sí que comenzó la trama secundaria. Esta vez actualicé rápido pero espero que me tengas paciencia para la próxima. Cuídate mucho.
