Parte XXIV: Ventura, desventura…

Caminaba a su casa como un día cualquiera, un día cualquiera en que siempre sentía ese temor… un temor difícil de explicar, el amor se había vuelto temor. Siempre estaba en su mente si había cometido algo que pudiera ser castigado… empieza a chequear si realizó todos sus deberes matutinos…No, no había nada, podremos decir que podría tratarse de un día tranquilo.

O eso esperaba… no sabía qué cosas podían suceder…

A pesar de todo, espera el grito al momento de entrar a su casa. Y para desgracia de él, estos no se hacen esperar, aunque no van dirigidos a él,

- ¡PARECES UNA PUTA! – era un hombre que gritaba a todo lo que daba ante un mujer atemorizada – ERES TAN FEA QUE TIENES QUE ACTUAR DE ESA FORMA PARA QUE TE MIREN – el niño se fue corriendo a su habitación, ocultándose en su habitación mientras sentía los golpes y los gritos que ese imbécil al que estaba obligado a decirle 'padre' a su mamá.

Seguramente, él la pilló conversando con el señor Kamiya, el dueño del almacén de la esquina, un hombre muy amable. Daría lo que no tiene para que fuera él su padre en vez de ese maldito desgraciado que ve todos los días.

Lloraba de la impotencia al no poder ayudarla, él era tan sólo un niño…Desgraciadamente todavía no existía el basketball en su vida.

De repente… algo lo asustó…

- ¡ESPERO QUE HAYA LLEGADO EL INUTIL DE TU HIJO! – gritaba el hombre al ver que ese chico debería haber llegado, sintiendo que iba a su habitación, encontrándolo totalmente atemorizado – HASTA QUE TE ENCUENTRO, MOCOSO DE MIERDA…

Lo toma del pelo, arrastrándolo hasta el salón, donde está empezando a suplicarle que no golpeara al hijo de los dos. Suelta al niño, dejándolo tirado en el piso, sollozando.

- Se nota que es hijo tuyo – dijo el hombre en un tono entre de burla y enfado – actúa igual que una niña… ahora vas a ver…

En ese momento, el niño ve que su padre recoge la escoba, que está botada en el suelo y siente que le va a pegar con todas sus fuerzas…

El sabe que éste puede ser su fin…

- ¡NOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO! – grita, levantándose del lugar en donde se había acostado, respirando con gran agitación y algo traspirado.

Mira a todos lados, como si estuviera perdido y se fija que si están sus padres, pero es obvio… ya no están. Ahora sólo hay sonidos, a la distancia, de teclas, murmullos, gran movimiento de personas y los teléfonos. No puede creer que todavía, treinta años después, todavía le afectaba esa parte de su vida; hacía un par de años que no tenía esas pesadillas y que había enterrado su pasado. Pero no, está latente más que nunca en su inconsciente.

Al fin reconoció que el lugar era su oficina y respiró con cierto alivio.

Había sido sólo un mal sueño…

- ¿Qué pasó? – entró de la nada un hombre de casi de cuarenta años asustado con el grito.

- Nada, Tsubasa… sólo fue una pesadilla – respondió sin darle mucha importancia al asunto, ni él quería dársela tampoco.

- Ah, ya veo – dijo el hombre, observando exhaustivamente a su amigo – oye… ¿no me digas que te quedaste toda la noche en la oficina otra vez?

- ¿Qué querías que hiciera? – respondió con otra pregunta – todavía no me acostumbro a vivir solo – bosteza con ganas, ahora más relajado, le bajó el sueño

- Te voy a traer un café y el trabajo de hoy – le sonrió a su amigo que lo miraba con cara adormilada – jajajaja, ya vuelvo.

A los cinco minutos, volvió con un café y con un carrito con un lote de libros. El otro, que recién estaba despertando, abrió los ojos de una vez al mirar todo eso, odiaba estas fechas… Todos los finales de febreros y marzos eran iguales, sólo existía la palabra 'trabajo'.

- Lo que me espera – suspiró.

- Este es el balance general… y no te quejes, que esto sólo es tu parte, los contadores están vueltos locos.

- Me imagino – todavía no se resignaba a que iba a ver eso.

- Oye… ¿no has escuchado los rumores? – Tsubasa le pregunta emocionado, cree que su amigo está al tanto, más que nada, porque era sobre él.

- No.

- ¿En qué mundo vives? – le pregunta sorprendido, golpeando la mesa – ¡te van a proponer para ser el gerente general en la próxima junta de accionistas, idiota! – el hombre comprobó que su amigo y jefe tenía los ojos como huevo frito y no era para menos.

- ¿Qué dijiste?

- Te imaginas… seguramente aparecerás en la portada del periódico financiero – ni siquiera prestó atención a la pregunta – ya veo los titulares… "Hisashi Mitsui en la cúpula de una de las empresas más importantes de todo Japón".

- Ya si no es para tanto – dijo el peliazul un poco sonrojado con tanta emoción del hombre – mejor ándate a trabajar.

- Antes que se arrepientan de promoverte – rió de buena gana.

- Sí, claro – Hisashi le siguió la broma – nos vemos…

Tsubasa cerró la puerta y trató de concentrarse para empezar a trabajar pero no pudo. "¿En qué planeta estás parado?", era lo que se pregunta, puesto que se notaba cada vez más distraído. No dejaba de lado su trabajo pero nunca se había enfocado tanto, dejando de mirar que es lo había en su alrededor. Y mucho menos con un rumor así, si ése era el trabajo que había añorado desde que entró a la compañía.

Ahí le da nostalgia, recuerda que apenas entró a trabajar, le pidió la mano a Rika…

Se siente estúpido, habían pasado los meses y todavía seguía como estúpido enamorado. Lo había traicionado y, aún así, hasta creía que en un momento cedería, suplicándole a darse una segunda oportunidad y dejando su orgullo de lado. Pero era el mismo que todavía no le dejaba ver que él también tenía gran culpa en todo esto, priorizando otros intereses.

Se la imagina que sus risas y conversaciones del diario vivir son dedicadas a otro, en los brazos de otro, con los besos de otro, haciéndola suya como él lo hizo por tantos años.

Tira su silla para atrás lleno de rabia…

¡Maldita sea!

¿No podía pensar en otra cosa?

Lo único que quería era quitársela de la cabeza una vez por todas…


Aunque le duela, tenía que reconocerlo, desde que se fue su padre de la casa, su hijo está cada día más inquieto que nunca. Hoy otra vez la habían mandado a llamar porque se había peleado a golpes acompañado de un niño más pequeño, que no era otro que Daisuke Rukawa. Así que apenas llegó a la escuela, vio al padre del otro niño sentado en una banca.

- Hola – saludó alegre Rika para alivianar el ambiente.

- Hola.

- Otra vez estos niños… – se quejó.

- "…" – Rukawa no tenía ganas de hablar.

- Te apuesto que ahora pelearon por una tontería… - no sabía si matarse de la risa o de la rabia.

- Es normal… todos los chicos a su edad pelean…

- Y algunos más grandes también… me recuerdan a Hana y a ti cuando iban en la preparatoria – sonreía la ojimiel.

- "…" – no dijo nada, pero la palabra furia la tenía incrustada en la cara, "es que si no fuera hermana del torpe…grrrr"

- Siempre pasa eso… cuando las personas se pelean bastante, en el fondo, se quieren mucho…

- Sí, claro – ironizó fríamente, muy a su estilo.

- No te lo creas… por ejemplo, Hanamichi cuando supo de tu lesión, se preocupó muchísimo…

- Se notó – Kaede seguía en su misma línea.

- No digas eso, te fue a ver todos los días al hospital – Rika estaba consciente que Rukawa lo desconocía.

- Nunca lo vi…

- Pero si incluso te iba a ver todos los días a la misma hora… si no me equivoco era mediodía, no sé por qué, pero siempre iba en ese momento… – fingía ignorancia, todo por una buena causa.

- ¿Mediodía? – "pero si a esa hora acostumbro tomar la siesta".

- ¿No lo viste nunca? – preguntaba, haciéndose la extrañada.

Flashback

- Joven, por favor, no se duerma – le dijo una vez una enfermera, que le estaba viendo que ya estaban que se le caían los párpados.

- ¿Por qué? Si no hay nada mejor que hacer – protestó Kaede.

- Es que hay un chico muy extraño que siempre me pregunta por usted – le contó.

- "…" – no se hizo ilusiones que fuera Hanamichi, así que no quiso saber más.

- Eso es lo otro… que no puede entrar nunca a verlo porque siempre viene cuando toma su siesta… ¿no le gustaría saber quién es?

- No me interesa – le sentenció y se volteó la cabeza para dormir.

Fin del Flashback

"Es que hay un chico muy extraño que siempre me pregunta por usted"

- No… puede… ser… – respondió muy lentamente, "así que era él". Se quedó callado.

- ¿Te pasa algo? – Rika casi no podía disimular su alegría, pero Kaede estaba tan metido en sus pensamientos, que ni la miraba.

- Nada – se fue a sentar, dejando a la ojimiel con la palabra en la boca

No podía creerlo, no quiso creer en las palabras de Hanamichi, que él sí le demostró preocupación pero sin que él mismo lo supiera. Estaba confundido, los sentimientos que creyó dormidos, estallaron en su interior, haciendo que su corazón latiera con fuerza. Era primera vez que sentía que realmente fue correspondido y que no sólo era una atracción sexual, sino que Hanamichi, más que por venganza, estuvo con él tal vez, porque la desesperación de encontrarse tan perdido con descubrir sentimientos nuevos en él… y justamente era su peor enemigo quien se los había provocado.

Ahora estaba completamente bloqueado, no podía pensar en otra cosa. No sabía qué pensar tampoco… ahora olvidarlo se hacía más difícil que antes…

Mientras tanto, la hermana menor de Sakuragi le dio la espalda, fingiendo que estaba esperando al director. Pero en cambio, pudo ver por el reflejo de un vidrio a un zorro que no podía sacarle esa sonrisa de tonto y un leve sonrojo en las mejillas.

Rika se sentía como scout… había hecho su obra buena del día…


- Y eso pasó – dijo el ex pelirrojo que le contó a Sendoh los pormenores de su pelea con su amigo Yohei.

- ¿Es que no te has dado cuenta? – preguntó el puercoespín cabreado – es que no puedes ser más tonto – se reía de que su amigo era tan ingenuo para algunas cosas.

- Hey – respondió algo molesto por lo de 'tonto'.

- Es que está diciendo…

- ¿Cómo? – preguntó Hanamichi aún sin entender.

- Ese tipo está enamorado de la esposa de Rukawa…

- ¡QUE! – exclamó Sakuragi a todo volumen, esa idea no se le hubiera pasado en su mente en toda su vida - ¡Yohei y Haruko!... pero ella está con Rukawa – habló más alterado.

- No idiota – "hay cosas que nunca cambiarán", suspira – no sé si ella siente algo por él, pero a tu amigo lo atraparon.

- No puedo creerlo… ella está casada con un hombre bellísimo… y yo más solo que las ratas – reclamó con envidia y con celos.

- Bueno, al menos tienes a Hitomi – le sonrió Sendoh – no es lo mismo pero algo es algo.

- Ni eso… no sé puercoespín, pero cada día la siento más lejos de mí… a veces me mira con rabia y yo no sé por qué – la voz del ex pelirrojo denota tristeza.

- ¿Y no sé lo has preguntado?

- Ya me cansé de hacerlo… me ha lanzado todo tipo de excusas… me evita, puercoespín…

- Las mujeres nunca las vas a entender… si no, mírame… treinta y siete años y sigo soltero…

- No sé qué hacer con Hitomi – no tomó en cuenta las palabras de su amigo, en realidad, estaba angustiado – pero me he dado cuenta que se ha acercado más a Kaede…

- ¿No me digas? – preguntó – no puedo creer que Rukawa se ande sociabilizando más… bueno, debe quererla como una hija… es natural…

- Pero no sé…

- ¿Celos?

- ¡Claro que no, tonto! – se incomodó Hanamichi – me encanta que ellos se lleven bien, sé que no me la quitaría…

- No me refiero a eso – se río Akira – me pregunto si estarías celoso no por él, sino por ella…

- Tonto – los dos se rieron, Sendoh estaba más tranquilo al fin le había sacado una risa a Sakuragi.

- Yo decía, jajajaja…

- Sí, claro – lo dijo con ironía – ahora bromeas, ya que tienes novia… cuñadito…

- Rika y yo no somos novios – le aclaró el de ojos violetas.

- ¿Ah, no? – preguntó sorprendido – que lento eres.

- No es eso – se molestó el moreno – es que ella me dijo que quería organizar su vida, estar sola y todas las excusas que te dicen las mujeres cuando necesitan tiempo.

- Entiéndela, también – dijo el ex pelirrojo – no es porque sea mi hermana, pero recuerda que está divorciándose y eso es duro…

- Sí eso entiendo… y puedo esperar todo lo que ella quiera, pero es su hijo quien me hace la vida imposible, hace lo que sea por llamar la atención de Rika…

- Va a ser difícil eso de conquistar a mi sobrino – se lo dijo serio – es de esos niños que su máximo ídolo es su papá… tendrás que tener mucha paciencia.

- No me queda otra… ¿qué le vamos a hacer? – se encogió de hombros.

- Creo que ya es hora de irme – dijo Hanamichi apresurado poco rato después, al mirar su reloj – se me hace tarde…

- ¿Por qué no te quedas un rato?

- Tengo un compromiso…

- ¿Para que me justificas? – dijo Sendoh – si tus compromisos siempre son el aburrimiento mismo.

Ir a ver a Kaede, nunca… hoy es el cumpleaños de Haruko…


Por un lado estaba más que contenta, quería sólo que Hanamichi llegara y contarle de cabo a rabo lo que había sucedido con Rukawa. Pero por otro, con más problemas que nunca, la gracia de su hijo mayor le costó dos días de suspensión. Quiere castigarlo hasta los dieciocho años sin ver televisión ni salidas, sin embargo, sabe que solamente es para llamar la atención.

- Kenji… ¿hasta cuándo me tendrán que llamar del colegio porque te metes en problemas? – trató de hablar calmada mas no era como ella quisiera.

- Yo no me meto… me meten en problemas…

- ¿Qué te cuesta andar tranquilo? – la ojimiel comenzaba a desesperarse, sabía que no quedaba mucho para que ese par de chicuelos fueran expulsados del plantel.

- ¿Qué te cuesta dejar de andar con ése que tiene cara de idiota? – alegó el pequeño.

- Eso no tiene nada que ver con lo que estamos hablando…

- "…" – el niño no le contestó nada.

- ¿Qué tiene que ver Akira con que tú te metas en problemas? – se lo formula con una pregunta.

- No sé… sólo que odio a ese estúpido…

- No digas eso, él es una persona muy agradable…

- ¿Es tu novio? – pregunto el chico de ojos grises.

- No lo es – fue terminante – es sólo un amigo…

Quedaron en un incómodo silencio mientras caminaban. Rika ya no sabía qué hacer, su hijo no entendía que las cosas habían cambiado; ella se encontraba sola y él, no le felicitaba mucho la tarea que digamos ¿Cómo hacerle asumir a un niño de casi nueve años que sus padres ya no estarán juntos? Porque de que entendía, entendía perfectamente, no en vano odiaba a Akira. A falta de su ex, estaba su hijo para celarla.

Sin embargo… ya no podía vivir casada así…

Tarde o temprano se lo agradecería… Cuando él se fue, ella misma lloró mucho, tantos años junto a él y lo extrañaba demasiado ¡Es que es tan delgada la línea que separa el amor de la costumbre! Es tan delgada, que ni ella sabe bien donde está parada.

Ufff… Esto es la vida de una divorciada…


Hacía algunos días que había terminado el año escolar… ¡cómo pasa el tiempo! Si no hace mucho vivía en Estados Unidos, no tenía novio, no tenía idea quien demonios era Kaede Rukawa, que no sabía su padre era bisexual, no pensaba que sus tíos pudieran separarse…

¡Qué año!

Estaba Hitomi acostada escuchando su walkman, cuando oyó el teléfono.

"Que lo conteste otro"

No tuvo esperar mucho rato antes que Charlie le dijera con su formal voz – señorita Hitomi, es para usted.

- Gracias – contestó la pelirroja con pereza y tomó el teléfono – aló…

- Vaya, que ánimo – se oyó al otro lado.

- ¿Cómo me llamas? – habló urgida la chica - ¿y cómo no te descubrieron? – habló más bajo.

- Fácil, me hice pasar por una de tus amigas de preparatoria y… han pasado tantos años, que ni deben acordarse de mi voz.

- Ni tampoco quieren acordarse…

- Es cierto… ¿cómo has estado?

- Pésimo… seguí tus consejos y nada, otra vez no pude hacerlo…

- Oye, el chico se te va aburrir, te lo advierto desde ya – estaba muy seria.

- ¿Es qué los hombres sólo piensan en sexo? – la muchacha se había enfadado.

- Es que el quiere consolidar su relación porque te considera importante y, otra cosa, es tú tampoco hablas con él de lo que realmente te pasa, eso es lo que lo está desesperando… Y por lo que me has dicho, no me imagino a Youji en ese plan.

- No puedo decirle lo de su padre y el mío…

- No necesariamente – dijo la mujer, se notaba que sabía de lo que Hitomi estaba hablando – no sé cómo, por el momento, pero ya veremos que es lo que le decimos para que ese chico te entienda…

- Gracias…

- No hay de qué…

- Todavía no me hago la idea que a Sakuragi le gusten los hombres… no me cabe en la cabeza.

- Apenas lo entiendo yo.

- A todo esto… ¿todavía está enojado conmigo? – preguntó con curiosidad.

- ¿Enojado? – cuestionó con ironía – no, claro que no, aparte de está totalmente prohibido mencionar el nombre de Makoto Aiwa en esta casa, no hay problemas contigo.

- Me queda claro – habló sin sorpresas, se lo esperaba.

- ¿Y tú… cómo estás? – se notaba la preocupación de la pelirroja.

- A salvo, déjalo así… estoy tranquila…

- Tienes que separarte – casi se lo ordena.

- Eso es fácil para la gente normal y tú lo sabes – se defiende la castaña – yo me metí en este lío y yo tengo que salir de él…

- ¿Puedo hacerte una pregunta más personal?

- Claro… adelante – afirmó Makoto – ¿no somos amigas?

- ¿Lo extrañas? – no era necesario decir quien era, para ellas era lógico.

- Como nunca antes – respondió sin titubear y con tristeza en los labios – pero no me sirve de mucho, tenemos vidas distintas.

- Que yo sepa, ahora está libre.

- La vida no es tan simple, Hitomi… recién te das cuenta de ello.

- Ni me lo digas…

- Me tengo que ir… te llamaba solamente para saber cómo estabas, cuídate y suerte con tu novio – se despide Makoto.

- Tú eres quien debes cuidarte¿de acuerdo? – fue firme la pelirroja – bye.

A pesar de los más de diez años de diferencia, desde que la vio con Mitsui, se habían hecho muy buenas amigas. Sin embargo, la conocía desde antes y no la vio en mucho tiempo porque Makoto había cometido una falta muy grave, haciendo que su padre la no quisiera ver en su vida. Hitomi se ha dado cuenta que ella no es quien para juzgarla, mucho menos ahora, que la estaba pagando y muy caro por sus equivocaciones.

Aunque no sabe si Mitsui la seguiría ayudando si supiera su pasado…


Las horas no se hicieron esperar y muy pronto se hizo la tarde. Se haría una pequeña fiesta en honor a la festejada, así que Hanamichi accedió inmediatamente cuando lo invitaron… ahora se conformaba con tan sólo verlo, tan altivo e indiferente como siempre.

Salió de su auto con su hija para tocar el timbre y abrió Haruko, siendo sorprendida con los típicos abrazos de cumpleaños. Hanamichi la observó, al parecer no sería mala idea eso de Yohei y ella juntos, después de todo, sabía que él sí la querría de verdad y al fin serían felices, no entiende cómo no se ha resignado a Kaede. Una de dos… o los hijos o el capricho… Quizás un poco de ambas… Pero no tenía idea que también había una razón más…

Y lo otro, no sabe si es egoísmo o no que lo únicamente que quiere es que Haruko y Rukawa se divorcien. Es muy difícil para él explicarlo porque si bien, él se quedaría solo. Pero de ahí a perdonarlo y que se quedaran juntos, más fácil es sacarse la lotería dos veces.

- Permiso – señaló el ex pelirrojo al rato para dirigirse al baño después de un rato, no tenía buena cara porque no había visto a su zorro.

Subió al segundo piso y llegó a la puerta del baño que estaba cerrada con llave, había alguien adentro pero no abría la puerta, quién sabe quien estaba. Esperó más o menos cinco minutos en el baño, hasta que se decidió golpear la puerta.

- Disculpe – preguntó con una forzada amabilidad - ¿hay alguien ahí?

Nadie respondió… hizo lo mismo instantes después…

- ¿Podría desocupar el baño, por favor?

"¡Maldita sea!"

Nadie respondió de nuevo .Iba a golpear la puerta por tercera vez, sin embargo, la puerta se abrió.

Y lo que pasó con Sakuragi lo dejó sin aire, era como si estuviera viendo una ilusión, era el mismo Kaede Rukawa… tan cerca y tan lejos… tan real y tan sueño… Hanamichi estaba estático, sólo la órbita de sus ojos se movía mirando de arriba hacia abajo y viceversa, siendo obstaculizado por una inoportuna toalla blanca.

Su respiración se agitó y los latidos de su corazón se dispararon. Le comenzaron a sudar las manos, ardiendo por tocar lo que tenía en frente, acariciarlo hasta el más recóndito lugar de su ser.

Tragó saliva, sin importarle que Rukawa se diera cuenta o no, total, estaba a menos de un paso de distancia de él; podía sentir el vapor de su cuerpo recién bañado y ver las gotas que recorrían ese cuerpo, hasta a unas malditas gotas de agua le tenía envidia.

Sus ojos de repente se perdieron en unos azules que lo miraban fríamente, como si no se inmutaran por nada. Se acerco un poquito más para tratar de sentir su aliento, pero esta vez sus ojos se clavaron directamente a su boca.

Ahí sus ojos empezaron con un vaivén seductor entre aquellos ojos y sus tentadores labios, estaba a poco de mandar todo a la borda, meterlo al baño y hacerle el amor hasta perder el sentido y que los escucharan hasta los vecinos. Jadeaba de sólo imaginarlo, quisiera besarlo… una vez… sólo una vez más…

Su rostro se acerca al de Rukawa, no ve que el moreno se haya opuesto, así que no se detiene, hasta que una voz lo interrumpió…

- ¿Podrías dejarme libre la pasada? – era la voz del mismo Kaede Rukawa quien lo sacaba de ensoñación.

- Lo-lo siento – le dijo el ex pelirrojo, corriéndose un lado.

En ese momento, el pelinegro se dirige a su habitación bajo la atenta mirada de Sakuragi, quien le siguió hasta que se entró en su habitación, sin de dejar de mirar ese cuerpo al que daría lo que no tiene por poseer. Luego entró al baño y jadeó como si estuviera muy cansado, recordando cada una de sus partes.

Sintió un dolor en su entrepierna, al parecer se había excitado. Miró a aquella parte y sólo pensó una cosa.

"Creo que si seguimos así… tú y yo nos volveremos locos"

Mientras tanto, Rukawa no se encontraba mejor, que Hanamichi lo mirara de una forma tan… ¿lujuriosa? Recordarlo, le hacía pésimo, ya veía que no podía resistirse. Se hubiera sentido lo peor si hubiera caído, porque ya es difícil olvidarlo viéndolo cada cierto tiempo, pero que lo provoque…

Tengo una mala noticia,

no fue de casualidad.

Yo quería que nos pasara

y tú y tú, lo dejaste pasar.

Y más encima ahora, su hermana lo andaba confundiéndole más por hablar esas cosas. Pensó que Sakuragi nunca se había fijado en él, que era más bien su entretención.

No quiero que me perdones,

y no me pidas perdón.

No niegues que me buscaste

y nada, nada de esto

Pero ahora no sabía qué pensar, aparte de lo que le acababa de pasar, nunca se le había acercado ni tampoco le siguió insistiendo para que se quedaran juntos. Eso sí, más de una vez lo había pillado que le tenía la vista fija, mirándolo como idiota.

Nada de esto fue un error…

Por primera vez se lamentaba que su hijo tuviera de novia a Hitomi; no por ella, sino porque otra vez se tuvo que cruzar con Hanamichi Sakuragi… Para qué darle más vueltas al asunto, si él vivía tan tranquilo antes de volverlo a ver…

Ahora lo único que necesitaba era calma… al menos sabía disimularla muy bien…


Podría ser la cumpleañera, pero igualmente tenía que hacer todo, en estos momentos le gustaría tener una hija o por último, que su nuera se ofreciera para ayudar. Estaba hastiada con tantas cosas que hacer, ni Rika ni Ayako habían llegado para ayudarle, se sentía horrible. De repente, lo vio… qué alivio, sabía que él la ayudaría; de hecho, siempre lo hace.

- Hola – saludó Haruko al recién llegado que estaba en la puerta de la cocina.

- Feliz cumpleaños – dijo Yohei quien tenía en la mano un obsequio.

- Gracias… oye¿podrías ayudarme en esto, por favor?

"¡Otra vez de mozo!... parezco su empleado", pensó algo enfadado. Es que ya en todos estos meses se había dado cuenta que ha estado perdiendo el tiempo, y aunque sabe que tiene que olvidarla, hay algo que le atormenta, que todavía esto no puede tener un punto final. Sin embargo, ya se dio cuenta que Haruko es la peor ciega que ha conocido, casi veinte años y no descubrir que tiene un marido homosexual, que para peor, enamorado de Hanamichi.

Odia que la usen.

Pero no sólo culpa tiene el que usa, sino (e inclusive más) el que se deja usar… eso ya es problema de ella.

- Que te ayude tu marido, si no te sirve en la cama, al menos que te sirva para ayudarte – fue áspera su respuesta, ya estaba harto que a él también lo utilizaran, se dio media vuelta y la dejó hablando sola, se topó con alguien, pero no le prestó el menor caso.

- ¿Pasó algo? – era el hermano mayor de Haruko.

- Nada – mintió, no quería conflictos en su día.

- ¿Te ayudo?

- Claro – aliviada, al fin alguien se compadecía de ella – siempre me ayudan Rika y Ayako, pero ellas no han llegado.

- No te preocupes… y ¿cómo has estado, Haruko?...

- Muy bien, salvo que, para variar, Dai se metió en problemas y que…

- No me refiero a ellos – la interrumpió Akagi – me refiero a cómo estás tú…

- No entiendo lo que dices…

- No te me hagas Haruko – la increpó el corpulento hombre, mientras que preparaba algo – tú sabes que te pregunto si estás feliz como vives… sobre todo con el desgraciado de Rukawa.

- ¡No le digas así a Kaede! – exclamó fastidiada – yo no sé que le has tomado, Takenori…

- Desde hace algún tiempo, veo que él ha actuado un poco extraño, está desconcentrado pensando en cualquier cosa, además que no es afectuoso contigo y hasta dudo que tú lo ames… - se sinceró - yo no entiendo tu obsesión que le tienes, sé que nunca te ha querido… yo te lo dije, pero me pediste que como sea se casara contigo… ¿cuándo te vas a divorciar de ese bueno para nada?

- ¿Para qué me recuerdas eso justamente hoy? – la castaña tenía los ojos vidriosos.

- Porque te he protegido desde siempre y quiero lo mejor para ti, Haruko…

- Entonces sabes lo que es mejor para mí… tú no estuviste esa vez – ella miraba al suelo, como si fueran malos recuerdos – pero mis padres casi me echaron de la casa por quedarme embarazada sin haberme casado y me gritaron lo más horrible... no me hablaron en meses y lo único que los calmó fue el hecho que me casara…

- ¡Pero ellos no manejan tu vida! – protestó el gorila.

- Ya lo sé… pero si me divorcio, ellos no me hablarán más, tú sabes como son…

- Al final, entenderán… Haruko, aún eres joven para rehacer tu vida, eres bonita y todo lo que un hombre quisiera tener…

- Además, tal vez…

- ¡No lo sigas defendiendo!

Haruko tenía miedo…

Además sabía que su marido tenía una forma bastante extraña de querer las personas... así es él...

Pero aún así, no dejaba de pensar que su matrimonio tenía posibilidades…


Al rato después, llegaron juntas Ayako y Rika, con sus respectivos hijos. Las dos parecían radiantes y felices, sobre todo la primera porque al fin había nacido su primer hijo varón. Aún así con tantas cosas, no habían tenido tiempo para comentar las últimas novedades.

- ¿Quién lo diría? – comenzó Ayako – pensé que Haruko sería la primera divorciada de las tres y mira…

- Por lo menos sé que Ryota y Hisashi en algún momento nos amaron… pero Rukawa, estoy segura que jamás ha amado a Haruko… pobre…

- Es que Rukawa tiene un amor imposible… – suspiró la de rizos.

- ¿Imposible?

- Aunque tú no lo creas… Rukawa está enamorado – "ni loca le digo que es su hermano".

- ¿Cómo sabes que no tiene una posibilidad? – "no puedo decirle que Hanamichi está enamorado de Rukawa".

- Es que siempre veo a Rukawa triste – "si le digo quien es, Rika no me va a dejar en paz".

- Cierto… pero tú sabes que para el 'zorro' no hay nada imposible – "Es como si supiera que es Hana".

Lo divertido de esta conversación es que hablaron quince minutos de la misma persona pero ninguna de las dos tenía idea que la otra sabía, pero Rika estaba desesperada por un consejo de alguien que no estuviera en el asunto, así que radicalmente le cambió el tema.

- Quiero contarte otra cosa – dice la ojimiel con un tono de 'esto es muy importante' - ¿no se lo dirás a Ryota?

- No, mujer, confía en mí… pero qué es lo que no tengo que decirle a Ryota…

- No quiero que se lo digas porque sabes que saldrá volando a contárselo a 'su amigo del alma'.

- Ya, está bien, pero dime qué es – Ayako ya estaba desesperada por lo que le iban a contar, parece que esto sí era bueno.

- Estoy saliendo con alguien… y creo que tú lo conoces…

- ¿Estás saliendo con alguien? – como típica mujer, oye un romance y se vuelve loca – ¿quién es dímelo?

- Akira Sendoh – cuando Rika lo dijo, Ayako estaba boquiabierta.

- ¿Sendoh? – cuando reaccionó lo dijo más que asombrada – ¿Sendoh?... no puedo creerlo.

- Sí… hace algún tiempo, pero…

- ¿Qué tienes tú para que fijen tremendos tipos en ti? – pregunta bastante admirada de la suerte de su amiga, que ni la dejó terminar.

- No sé…

- Eso no importa – comentó Ayako emocionada – ¿tú quieres algo con él?

- Es que no sé… tal vez es muy pronto…

- Eso es lo de menos – le aconsejó – tú eres una mujer libre, no totalmente divorciada aún, pero libre… tienes el derecho de rehacer tu vida, quizás fue el destino quien se encargó de que entrara a tu vida ahora y no después… tampoco te digo que te comprometas pero por algo se empieza.

- ¿Tú crees?

- Claro… salvo que todavía ames a Mitsui…

- N-no – hubo algo de duda en su voz, sin embargo, Ayako no lo notó.

- ¿Entonces?...

A lo mejor, como dice Ayako, no es mala idea…


Al fin había la hora de cantar cumpleaños feliz y, como siempre, lo hicieron. Haruko, a pesar que no había empezado como ella esperaba, estaba muy contenta que mucha gente había ido a su cumpleaños y eso realmente no se lo esperaba. Como tampoco, al pedir los dichosos tres deseos y soplar las velitas, el pequeño Daisuke mete su cara en la torta, dejándola completamente embadurnada.

- ¡DAISUKE! – gritó la castaña con falso enojo, el chiquillo estaba muerto de la risa.

Rukawa le pasó un paño para que rápidamente su esposa se limpiara la cara, no pudo evitarle a su hijo menor dirigirle una sonrisa, a ese diablito le aguanta todo…

Los flashes no se hicieron esperar, sacando fotografías a todo el mundo para el recuerdo. De repente y sin previo aviso, Haruko toma la nuca de Kaede y le planta un tremendo beso, siendo celebrado por casi todos. Rukawa no quería dárselo, pero no iba rechazarla enfrente de todo el mundo y mucho menos delante de sus hijos.

Todo por los hijos… hasta vivir de las apariencias…

Aparte, muchas alternativas no tenía.

Mientras todos observan, desde atrás, Rika siente un apretón en su mano. Era su propio hermano que miraba el piso… con un rostro totalmente derrotado e impotente por no poder hacer nada. Su cara sólo reflejaba el dolor y la rabia.

- Hana¿estás bien? – preguntó, era obvia la respuesta, como también era obvio que no se lo respondería.

- No… - su respuesta sorprendió a Rika, Hanamichi se debe sentir muy mal para que reconociera eso.

En ese momento, lo único que quería hacer era huir de ese lugar, no sabe para qué vino… en realidad, sí lo sabe pero es tan tonto que no entiende razones y que debe entender de una vez por todas que, cuando le dicen 'no', es 'no' y que no debe dárselas de niñito caprichoso, que al final, todos cumplirían sus deseos. Lo bueno es que ya no estaba solo, Rika agarró de su brazo y se apoyó en su hombro, ella no sabía qué más hacer en estos momentos…

Lo que Sakuragi ignoraba es que era observado por dos pares de ojos con mucha atención. El primero de ellos era quien más odiaba en este instante, unos ojos azules penetrantes en forma de zorro. Y el otro, eran los de una chica pelirroja, que reprobaba el comportamiento de su padre…

"Yo no sé para que te lamentas… si esto tú te lo buscaste"…


Ese beso… ese beso… nadie más que él sabía que no hubiera dado por ser él, nunca en su vida se había sentido tan celoso como por ese maldito beso, ella era la esposa de Kaede, ni siquiera tenía derecho a sentirse traicionado pero lo sentía¿y qué? Se sentía capaz de admitírselo a la misma Haruko y reclamarle lo que era 'suyo'.

Amable y disimuladamente dio la excusa que tenía unos compromisos muy importantes que realizar y que su hija se quedara hasta la hora que quisiera. Pero en verdad, el único compromiso que tiene es irse a la casa a autocompadecerse y seguir culpándose de ser el mayor idiota del mundo.

Caminó hacia el auto y alguien lo estaba observando, esperaba que no fuera alguien que quisiese hablar con él o un autógrafo, eso es lo menos que quería hacer en este minuto.

- Sakuragi… - el aludido no sabía si arrancar o reclamarle hasta el cansancio.

- ¿Qué quieres Rukawa? – le pregunta lo más neutral posible mientras abría el auto, pero no podía fingir los celos – déjame en paz, tengo cosas muy importantes que hacer – reconoce que fue molesto.

- Sólo quería preguntarte algo…

- Andate a ver a tu mujer y déjame en paz – su voz era fría.

"Hanamichi… ¿estás celoso?", pensaba Kaede, no se lo preguntaba porque sabía que él antes muerto que admitir eso.

- Tranquilo… yo no tengo la culpa que estés tan alterado – el moreno trató de calmarlo.

- Discúlpame, Rukawa – se dio cuenta que lo estaba tratando mal y empezó a ser más amable – ¿podría ser otro día?... es que tengo una entrevista con ese nuevo periodista deportivo… haber… ¿cómo se llama?... esteeeee… ehhhh… es que no me acuer…

- ¿Porqué te empeñas en ser alguien que no eres tú? – lo interrumpió de repente, dejando estupefacto a Hanamichi.

- ¿Qué dices? – le preguntó por sorpresa.

- ¿Porqué te empeñas en ser alguien que no eres tú? – el moreno le repitió duramente – Ese no eres tú… eres aquel pelirrojo infantil, chillón y torpe.

- Quise cambiar, eso es todo… ¿algún problema? – dijo prepotente, subiéndose al automóvil, sin ni siquiera mirarlo, pero el brazo de Kaede lo detuvo.

- ¿No te das cuenta que te ves patético? – preguntó alterado; unos ojos castaños se abrieron como platos, justo esto era lo que faltaba para que fuera su día perfecto.

- ¿Eso te importa, Rukawa? – le dijo en un tono tenso pero no lo subió – preocúpate tú de tu apariencia; y yo, de la mía… ¿De acuerdo?

- A mí no me importas, sólo lo decía… pero extraño a aquel torpe chillón… – Kaede dejó solo a Sakuragi, pero se dio cuenta demasiado tarde lo que acababa de decir, aunque era verdad, por algo se enamoró del escandaloso pelirrojo.

Hanamichi quedó en una pieza… ¿Qué extrañaba al que era antes?... ¿Qué era eso?

Quizás, quisiera imaginarse que en el lenguaje zorruno, eso de que se veía patético era como si dijera "aún estoy loco por ti y quiero que regrese el Hanamichi Sakuragi de antes". Su semblante cambió inmediatamente, se subió al auto y sonrió ampliamente.

O sea… ese beso… ¿qué fue ese beso?

Y sonrío otra vez, pero esta vez con confianza. Recién entendió lo que realmente quería decir Sendoh, no es lo mismo cambiar que transformarse, ser otro; necesita crecer como persona, dejar de ser el niño bobo que se deja llevar por todo como una hoja al viento…

¿Pero ahora qué hacer?... Ya no puede insistirle…


Había pasado una semana desde que Hanamichi y Kaede tuvieron esa pequeña discusión, una semana que ambos les sirvió para reflexionar. Es cierto que el par de veces que se vieron, se evitaban; aunque por dentro estaban más alborotados que nunca, les costaba concentrarse en cualquier cosa. Rukawa estaba dubitativo con esto de que el ex pelirrojo fuera "uno más", más encima el muy tarado lanzándole indirectas¿cómo es eso que extrañaba el de antes, que lo extrañe su abuela; ahora seguramente le había dado una esperanza… ¡qué imbécil, eso es lo que menos quiere… ¿o no?. El mismo Sakuragi quería hablarle una vez más, que todavía es posible entre ellos, pero fue tajante en eso que 'ya no quería hablar más del tema'¡maldita ironía, si era él precisamente quien no quería tocar el tema al principio…

Hanamichi finalmente llega a casa, se siente raro… pero no es nada malo, sino que también estaba extrañando eso de llamar la atención por donde va, por lo menos, ya se siente más cómodo.

- ¡Llegué! – gritó muy fuerte, quería hacerse notar.

- Hanamichi, que bue… no… que te en…cuen… – era lo que murmuraba María al ver a Hanamichi nuevamente… pelirrojo, vestido como siempre lo ha estado y con una sonrisa en los labios.

- ¿Qué? – disimuló enojo - ¿tan mal me veo, acaso?

- Pensé que te quedarías así moreno y deprimido para siempre…

- No… tú sabes que este genio no se dejaría estar así como así, jajajajajaja…

- ¿No crees que estás crecidito para hablar tantas tonterías? – la latina su manos en su 'no' tan estrecha cintura.

- Pero tú sabes, yo soy... especial – la abrazó y vio que una persona la observaba desde las escaleras - ¿Te gusta cómo me veo? – se dirigió hacia arriba.

- Te he visto toda la vida así – contestó Hitomi sin interés – verte al natural me parecía más raro – dicho esto se fue a su habitación.

- ¿Qué es lo que le pasa? – preguntó el pelirrojo a María muy desconcertado y no menos molesto – ya no sé qué hacer con ella.

- Es adolescente… no se sabe en que andan…

- Ahora sé en qué va a andar, aunque sea lo último que haga – dijo Hanamichi en forma muy decidida y subió las escaleras.

Tantos meses rara, que le observa fijamente como si lo estuviera analizando, que casi nunca le daba un beso ni lo abrazara y que diera mil excusas de su estado de ánimo, desde que estaba llena de exámenes hasta que tenía la regla, lo tenía harto.

Esto de andar con la duda lo ponía más mal… "llueve sobre mojado", cuando pasa algo malo no pasa una sola vez sino que muchas y… todas juntas.

Fue a la habitación de su hija y la cerró de un portazo, haciendo sobresaltar a la chica, quien estaba leyendo una revista.

- Ahora me dirás qué demonios te pasa y sin excusas – casi gritó – yo no te hecho nada…

- El que nada hace, nada teme, papá – Hitomi levantó la vista sólo para hablar y luego, la bajó para seguir leyendo, pero se volvió a asustar cuando Hanamichi le quita de un tirón la vista y la lanza para cualquier parte.

- Hey, eso es mío – ahora era la pelirroja quien estaba molesta – ten cuidado.

- Me importa un soberano pepino lo de tu revista, a mí me respetas…

- Claro, cuando te lo merezcas – la chica lo dijo en un arrebato

- ¿Qué dijiste? – al pelirrojo no le faltaba mucho para caer en la cólera, no entendía nada - ¿a qué te refieres?

- "…" – no se atrevía a responder, después de todo… Hanamichi era su padre…

- Ahora la señorita tiene miedo de responder – era sarcástico – veamos si eres capaz de decirme en la cara qué es lo que te pasa.

- ¿Quieres saber, ah? – Hitomi lo miró desafiante – resulta que me enteré que mi papá era gay, que no se tengo la más mínima idea el porqué diablos se casó con mi madre, que ahora dice estar enamorado de mi propio suegro y que antes que yo naciera se acostó con él por venganza y producto de eso, nació mi novio… es sólo por eso… pero definitivamente me das asco, Hanamichi Sakuragi…

Pensó que los ojos de Kaede serían sus más crueles jueces… pero se equivocó…


No me demoré tanto para que me lincharan pero en fin, ando bien pero bastante apretada con las pruebas, espero publicar pronto, pero lo dudo porque las próximas tres semanas tendré que hacer diez mil cosas y ahí tendré dos libres. Aparte el capítulo XXV es bastante complicado, así que ténganme paciencia que no voy a defraudar a nadie, se los prometo. Los reviews, en el profile… espero decir más adelante 'como siempre', jajajaja. Hay unos versitos dispersos en el capítulo que son de la canción "nada de esto fue un error" de Coty, Paulina Rubio y Julieta Venegas.

En cuanto al fic… Rika se nos coronó como la heroína del día, transformándose en la celestina de estos dos torpes… ¿quién lo diría? Sendoh y sus problemas de estar con una mujer divorciada, y su hijo que no piensa darle tregua ¿con quién creen que se quedará definitivamente Rika? Al fin nos enteramos del pasado de Mitsui, que también tiene sus secretillos bien escondiditos, que se irán descubriendo conforme vaya avanzando la historia… Y también, hizo acto de presencia Makoto Aiwa, la 'supuesta amante' de Mitsui… ¿quién será y cuál es su relación con Hitomi y Hanamichi?... y la otra pregunta es qué hizo para que Sakuragi la odiara tanto…

Haruko también tiene sus problemas, aparte de su 'obsesión' por Rukawa, no puede divorciarse porque sabe que sus papás no se lo perdonarían y pensemos que en Japón es muy distinto eso que tus ascendientes no te quieran ver en pintura, no es como acá, que la opinión se la metan por donde les caiga. Y Yohei decidió que si Haruko no quiere estar con él, ella se lo pierde…

Ay, pobre Hana, hasta ya me está dando pena hacerlo sufrir tanto (seguramente sus fans me quieren colgar), miren que aguantar ver que se den esos dos un beso (¡puag!), tenía que hacerlo, al menos volvió a ser pelirrojo, jejejejejeje; sin contar con la estocada final que le dio a Hitomi, eso continuará inmediatamente en el próximo capítulo. El zorrito anda tremendamente indeciso, además que ni siquiera lo puede disimular ante el "ahora pelirrojo" ¿cederá finalmente o preferirá morir de orgullo?

Cuidense mucho, un beso y nos vemos en el próximo capítulo…

Paulyta.

PD: Sigo diciendo que los niños de ahora necesitan ir a un loquero… (para el que me entienda)