" Y entonces supe que tu amor nunca fue mío . Mía fue la ilusión ."
- Frida Kahlo.
OoOoO
HANAFUBUKI
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¿Estar al lado de la persona que amas realmente significa la felicidad?
Ella, erróneamente creyó que sí.
Ella, el día de su boda, después de recitar sus votos creyó que al fin su amor era correspondido.
Ella, con ese par lejos de sus vidas, creyó que no tenía de que preocuparse.
Ella, con su primer hijo en brazos, creyó que esa era la más clara prueba de su amor.
Ella, cuando ellos regresaron, juntos, creyó que todo estaba bien.
Ella, exhalando sus últimos suspiros, se dio cuenta, finalmente, que toda su vida fue un engaño. No de él. De ella misma, que no vio las señales.
Todo el mundo lo sabía, nadie tenía duda de eso. Era sabido por todos que entre los equipos de shinobis existían lazos inquebrantables, a ellos les confiabas tu vida durante las misiones y si era necesario dabas la tuya por ellos, era obvio que esos lazos eran especiales. Pero ningún equipo era como el equipo siete. Y como dije, todo el mundo lo sabía.
Lo que pasaba entre ellos, era algo que nadie sabía a ciencia cierta. No era un secreto que en sus inicios Naruto había declarado su amor por Sakura a los cuatro vientos. No era un secreto que Sakura con igual énfasis lo había rechazado alegando estar enamorada de Sasuke. Lo que no era tampoco un secreto -aunque si una sorpresa- es que durante sus misiones Sasuke siempre protegió a ambos, aún cuando pregonaba que ellos no le importaban en lo más mínimo.
Cuando todos se dieron cuenta que el equipo siete era diferente fue después del bosque de la muerte. ¿Qué pasó ahí dentro que los cambió para siempre? Solo había rumores, pero nadie podía negar que en esas miradas y silencios entre ellos había más entendimiento que si pasaran horas hablando.
Después todo se fue al demonio. El equipo siete se desintegró y cada quien se fue por su lado. Él se fue por tres años, tres largos años donde anhelaba saber que estaba haciendo, pero ni siquiera ella lo sabía. Siguió entrenando motivada por su entusiasmo y sabiendo que algo terrible se acercaba, escuchó decir que los Akatsuki iban detrás de Naruto, por lo que decidió volverse fuerte para protegerlo.
De nuevo los rumores del equipo siete, los que estuvieron cerca decían que casi se matan entre ellos. Su vínculo llegaba a tal grado que preferían acabar con la vida del otro antes que verse caer en la oscuridad. Nunca nadie supo cómo pasó. Sólo que nuevamente sus lazos eran inquebrantables.
El momento llegó, no fue como ella esperaba pero al menos pudo ganar algo de tiempo, pudo defenderlo e ingenuamente confesó sus sentimientos, creyendo que tal vez ahora podrían llegar a él. Ese fue tal vez su primer error: tener esperanza ante una confesión que no tuvo respuesta, sin embargo decidió esperar. Y seguir protegiéndolo.
La guerra llegó. Fue inevitable. Todos acudieron porque era su deber como shinobis. Ella acudió porque quería protegerlo.
Todo fue irreal, ese tiempo era un lapso borroso donde perdió personas queridas, donde todo alrededor era destrucción y caos, pero en su corazón, su admiración y su amor por él seguía creciendo. Sus manos unidas debían significar algo ¿no? Aunque el vacío que sintió cuando él la soltó para reunirse con ellos taladró su pecho, se dijo que estaba bien, después de todo, sabía que si alguien podía hacer frente a lo que se venía, ese era el equipo siete. Y no se equivocó.
La guerra terminó. El equipo siete estaba de nuevo reunido. Ella sabía, por experiencia, que no tendría lugar en su vida. Para Naruto, siempre eran Sakura y Sasuke primero, con ellos a su alrededor no tenía oportunidad de acercarse. Nuevamente se equivocó. Si bien juntos se reunido de nuevo, no volvieron a estar tan antes. Aprendieron a estar juntos aún estando separados.
Entonces Sakura se acercó a ella. No podía decir que le desagradaba, puede que solo le tuviera un poco de envidia, después de todo, si alguien conocía a Naruto íntimamente esa era Sakura Haruno. Pero cuando vino a ella fue para ayudar y aconsejarle. ¿Podía tomar los consejos que venían de ella? Aunque si lo pensaba bien, ambas estaban en una situación parecida: enamoradas desde siempre del mismo chico. Aunque también ambas seguían en la misma situación: una confesión sin respuesta.
Afortunadamente todo tuvo un final feliz, de alguna manera Naruto se enamoró de ella, le pidió matrimonio y se fueron para formar su propio hogar. En aquella época los rumores decían que Sasuke y Sakura estaban juntos, que iniciaron un viaje solos. Ni siquiera un consternado Naruto pudo dar fe de ello. Durante días su esposo se quejó de que lo hayan dejado atrás. Ella lo tomó como un arrebato infantil de los que algunas veces aún tenía, no le dio importancia. Le pareció natural su reacción, después de todo ellos siempre hacían misiones juntos cuando estaban los tres en Konoha.
El tiempo pasó. La felicidad llegó a sus vidas en forma de un pequeño de cabellos rubios y ojos celestes. Era su sueño convertido en realidad: el hijo de Naruto y suyo, la prueba más grande de su amor. Todo iba bien en sus vidas. Los tiempos de paz les permitían pasar mucho tiempo juntos en familia, Naruto comenzó a prepararse para ser el próximo Hokage. ¿Qué podía ir mal en su apacible vida de ama de casa?
Entonces, mientras caminaba por el mercado empujando el cochecito de su hijo y cargando las compras lo escuchó: Sasuke y Sakura Después regresado a Konoha. Lo que nadie podía creer era que los vieron tomados de la mano y en sus brazos la kunoichi cargaba un bebé de cabellos negros, ambos se dirigieron a la torre del Hokage. Se tensó. ¿Podía ser esto algo que perturbara su paz y su matrimonio?
No. Por el contrario: Naruto seguro estaría feliz que sus dos mejores amigos también fueran felices. Si los rumores eran verdad, Boruto debería un amigo o amiga para jugar, están tan unidos como sus padres, seguro a Naruto le hacía ilusión eso.
La llegada de los Uchiha sin duda causó revuelo, Naruto le pidió que preparara un gran banquete en honor de sus mejores amigos. Ella así lo hizo, esa noche Sakura y Sasuke le presentó a la pequeña Sarada, una niña idéntica a su padre, pero con los ojos tan vivaces como los de su madre, sin duda en el futuro sería una mujer hermosa, que admitir que Sakura había cambiado, ahora se le veía más madura, su belleza era innegable -siempre lo había sido, en realidad- y otra vez sentí envidia cuando entre risas el equipo siete de nuevo reunido contaba todo lo que les había pasado en los últimos años. Sakura narraba su viaje como algo extraordinario, describía los lugares a los que había ido y ella se sintió un poco mal, en realidad nunca había viajado más allá del país del fuego por mero gusto.
Con el regreso del equipo siete las cosas cambiaron un poco. Naruto solía ir a misiones con uno o con otro, era lo normal, después de todo, alguno de los dos debe mantenerse cuidando a su hija. Sin embargo un día su esposo le pidió un favor "especial" el sexto los necesita a los tres en una misión de alto rango. Sakura había declinado, le contó él, ya que no tenía quien cuidara de Sarada, Kakashi no pudo decidir si debería enviar a Sasuke y aprovechar el rinnegan oa Sakura que era médico, la misión podía ser peligrosa y solo confiaba en ellos para realizarla, por lo que al final terminó ella cuidando de la pequeña.
No le molestaba en realidad. La niña era calmada, a diferencia de Boruto, y solía quedarse cerca, con curiosidad le preguntaba acerca de todo. Anheló tener también una hija, las niñas eran más tranquilas y podía formar un vínculo aún más fuerte entre madre e hija, seguro que a Naruto también le agradaría la idea.
Tuvo que pasar algún tiempo para que su anhelo se viera cumplido, pero finalmente llegó al mundo Himawari Uzumaki, una niña preciosa con el mismo cabello negro que su madre, pero los mismos ojos color cielo que su padre. Su felicidad era tanta que no le cabía en el pecho, pero se vio opacada muy pronto.
Era una cálida tarde de verano, el sol se estaba poniendo cuando Sakura y Sasuke llamaron a la puerta, ni siquiera entraron a la casa, se quedaron hablando en el jardín. Desde la ventana de la habitación podía ver la escena, era más que obvio que algo grave pasaba. Naruto le daba la espalda, Sakura con su hija dormida entre sus brazos lloraba y Sasuke la abrazaba. La plática terminó con los tres en un apretado abrazo, una nueva promesa nacía en el equipo siete. Cuando Naruto entró a la casa ella ya estaba dormida, él solo le dio un beso en la frente, le deseó buenas noches y se dispuso a dormir sin decirle nada.
A la mañana siguiente Naruto se fue antes del alba y no volvió hasta el anochecer. Cuando regresó le sirvió la cena y con su sonrisa de siempre él le agradeció por la comida. Nunca se atrevió a preguntarle dónde estuvo todo el día, él tampoco le dijo nada. Pero días después, cuando se enteró que Sasuke había partido de Konoha en una misión por tiempo indefinido no tuvo ninguna duda que fue a despedirlo y que el resto del día seguramente lo pasó consolando a Sakura. Y entonces se preguntó si era justo, ¿Quién la acompañó a ella esa tarde para cuidar a su hija recién nacida ya su hijo hiperactivo? Nadie.
Se preguntó si de ahora en adelante iba a ser así, ¿él iba a salir corriendo cuando Sakura lo llamara? Conocía bastante bien a ese trío para adivinar la promesa que hicieron, casi podía escuchar en su mente la monótona voz grave de Sasuke decirle a su esposo "cuídalas por mí" ya Naruto prometiendo que nunca nada les iba a pasar.
La primera vez que los pétalos aparecieron fue una fría noche de invierno. No era raro que Sakura y Naruto se reunieran en la oficina del Hokage -que ahora era Naruto- después de todo, ella era alguien importante para la aldea y él, como líder debe estar al tanto de lo que sucedía. Pero lo cierto era que Naruto no tenía por qué estar abrazando a Sakura, quien lloraba con su rostro escondido en su pecho. No era necesario que él la alejara un poco para secar sus lágrimas y la mirara de esa forma: como solo se ve a lo más valioso que se tiene en la vida. Él no tenía que mirar a Sakura con el amor que nunca le había mostrado a ella. Era totalmente innecesario que él le acariciara la mejilla prometiéndole que todo estaría bien.
Salió corriendo de la torre del Hokage hasta llegar a la calle donde en medio de un ataque de tos los vio: pequeños y delicados pétalos de color rosa manchados del rojo de su sangre. ¿Qué significaba aquello? Sin tiempo de reflexionar regresó afligida a su casa, en espera de un esposo que no estaba segura si quería ver.
La segunda vez que los pétalos aparecieron no fue tan casual, ella sabía que su esposo estaba en casa de los Uchiha. Lo vio salir por la puerta principal y despedirse con un beso en la frente de Sakura. La sensación en su pecho fue como si su corazón se rompiera en medio de una lluvia de pétalos rosas que surgían de su interior. Las lágrimas corrían por su rostro mientras caía en cuenta de su desgracia y la burla del destino, porque su hanahaki estaba representando por flores de cerezo.
El tiempo pasó. Algo cambió. No supo son exactitud qué o cuándo, pero los pétalos ya no aparecieron. Naruto no se volvió el esposo perfecto, pero lo cierto es que los nombres de sus mejores amigos poco a poco dejaron de mencionarse. Todo parecía de nuevo esa vida de ensueño que siempre imaginó. Fue feliz.
Pero entonces él volvió. No definitivamente, pero se le veía más por Konoha. Entonces todo era sonrisas. Probablemente ellos ni siquiera eran conscientes de que cuando estaban juntos era como si estuvieran en su propio mundo. Fue difícil aceptar que la misma mirada que le dirigía a ella también se la daba a él . Darse cuenta de aquello terminó por destruir sus ilusiones. Y los pétalos rosados volvieron, para recordarle que así como la belleza de los cerezos era efímera, su felicidad también lo era.
Así como los cerezos florecen a finales de marzo y se marchitan antes de que termine abril, una tarde de primavera le daban el último adiós a Hinata Hyuga. Himawari se aferraba a su hermano derramando lágrimas amargas. Boruto miraba ausente el nombre esculpido en el mármol. No podía creer que una extraña e incurable enfermedad le hubiera quitado a su madre.
Nadie se extrañó que el Hokage, con Sakura aferrada a su brazo derecho y Sasuke parado a su izquierda permaneciera horas de pie frente a la tumba. Aún cuando todos se marchado hace mucho.
Lo que nadie tampoco pudo ver fue la culpa en los ojos del equipo siete. Ahí, sin moverse, recordaban las últimas palabras de una mujer que amó con el amor más puro que ninguno de ellos había conocido: "sean felices los tres, yo ya no estaré en medio".
* Hanafubuki (花 吹 雪) es un término japonés que significa "lluvia de pétalos" *
