Sombras de la Noche

Disclaimer. Yami no Matsuei es creación de Matsuhita-sama. Los personajes secundarios, distintos a los de YnM, son de mi propiedad.

Advertencia: Contenido de sexo explicito en ciertas escenas (lemon, específicamente). No apto para homo fóbicos. Incluidas, relaciones hetero.


8vo Capitulo – Rescate

- ¡HISOKA!- había gritado Tsuzuki, intentando alcanzar con su mano la de él, para evitar que se lo llevará. Pero había sido en vano. Ese bastardo se lo había llevado junto con el muchacho de cabellos cobrizos.

Furioso, golpeo con su puño el suelo verde, mientras emitía pequeños sollozos. No estaba llorando, pero se sentía mal… tan mal…

- Tsuzuki… - murmuró Tatsumi, que había dejado a Watari apoyado contra un árbol. A paso lento, se acerco hasta su antiguo compañero.

- Deje que se lo llevaran – gimió - ¡Y no hice nada para evitarlo!

El secretario frunció levemente el entrecejo, desanimado por la idea de saber que no podía hacerle sentir mejor… y que ninguno de los dos evitó nada…

- Tranquilízate, Tsuzuki – le dijo, bien quedo, recibiendo como única respuesta, el que el shinigami negara furiosamente con la cabeza.

- Lo mejor será ir a buscarlo. - dijo con determinación, mientras se levantaba del piso. Del bolsillo de su gabardina negra, saco un sello fuda que, en sus manos, se transformo en una pequeña ave con plumas tan blancas que parecían relucir ante los brillos del sol. Este salió volando hacía el este, dejando atrás a los shinigamis.

- Cuando Watari despierte, te iremos a ayudar – prometió el secretario. Tsuzuki le sonrió antes de salir corriendo tras el mensajero.

-o-

Sus ojos intentaban enfocar bien entre toda aquella espesa oscuridad de la cual había sido presa desde que aquél ser los llevará hasta aquí. No podía ver nada, por más que se esforzará por hacerlo. Ni un solo rayo de luz hacía acto de aparición ahí para romper con la fragilidad de la oscuridad que a cada momento se iba haciendo insoportable.

El sonido, por el contrario, era constante. Era el sonido de agua golpeando contra las baldosas y haciendo eco contra las indefinidas paredes oscuras, haciendo coro con los chillidos de las ratas a unos cuantos metros suyos. Fue entonces que el sonido de disonantes pasos se abrió camino a sus oídos.

- ¡Por qué demonios nos has traído aquí, bastardo!- exclamó, furioso, intentado mover sus brazos, que estaban capturados fuertemente por unos grilletes, prohibiéndole el hacer muchos movimientos. El ruido de la cadena resonó en el ambiente.

- Será mejor que no intentes forcejear con la anilla – le advirtió una voz suave pero burlona – podrías lastimarte más de lo que piensas… -entonces se escuchó el chasquear de unos dedos, y en ese momento, sus ojos por fin pudieron apreciar el lugar. Aunque este no era muy confortable… Hisoka puso una mueca de repulsión al ver como una enorme rata de brillantes ojos rojos, se acercaba, rabiosa, hacía el…

- ¡Oh! No te preocupes – dijo el muchacho de cabellos negros y lacios, mientras extendía su brazo hacía rata, que después de unos instantes terminó echa pedazos, y salpicando de sangre la ropa y parte del rostro del joven shinigami – Sólo tienen hambre… - la mueca del shinigami se intensificó aún más, sintiendo su estomago revolverse. Volteo su cabeza, evitando ver los restos de lo que una vez fue una rata.

Entonces se encontró con un camastro de piedra sobre el cual descansaba el cuerpo inconsciente de Kaeruro, que igual que él, tenía las manos y los tobillos sujetos con una cadena.

- ¿Té gusta mi sacrificio, hermano mío (1)?

Hisoka lanzó un bufido de irritación por la denominación que le había puesto del demonio – No me rebajes a tu nivel – dijo con voz baja y ácida - ¿cómo que sacrificio?- pregunto después de unos momentos, mirando fijamente los ojos grises de su interlocutor.

Una media sonrisa se asomo en sus labios antes de contestar:- El que llevará dentro de sí, la semilla que traerá la destrucción del reinado de luz…

Hisoka abrió con estupor sus ojos verdes para ver como el demonio, caminaba por todo el largo de la cripta, acariciando suavemente la piel del joven. Entonces, una risilla llamó la atención de Libezleeb, que volteó, indiferente hacía el shinigami.

- Estás loco si crees que un hombre puede dar vida dentro de su cuerpo – una media sonrisa, cínica, se asomaba en el rostro de Hisoka, que internamente agradecía la estupidez del demonio,- necesitarías, entonces, utilizar el cuerpo de una mujer - pero su sonrisa desapareció al ver como la del demonio se ensanchaba.

Agitó sensualmente su cabello negro, para después mover su dedo índice, negando sus palabras, entonces explicó:- No subestimes mis poderes, hermano mío, mi poder es ilimitado – alzó sus brazos, representando su grandeza - no me importa si es un hombre o una mujer lo que use… al final es lo mismo… - mientras decía eso, bajó sus manos hacía sus costados, sonriente, mientras pasaba su lengua por sus labios. La malicia, entonces, se pintó en su rostro.

Derrotado, bajó su cabeza, mirando el piso sin ningún interés.

-o-

Watari comenzaba a reaccionar, sintiendo un agudo dolor en su cabeza. Apenas iba a colocar su mano sobre su cabeza, cuando siente otra que le sujeta la muñeca, evitándole moverse.

- ¿Tatsumi?- pregunto, sorprendido

- Si, soy yo – la voz del secretario sonaba tan suave y tranquila, con una sonrisa adornando sus labios y una mirada tranquilizadora.

Se sentó sobre la superficie de donde estaba acostado, notando que estaba sobre una cama.- ¿Te sientes mejor?- Watari asintió, moviendo su cabeza de arriba abajo - ¿Qué ocurre?- pregunto al notar que miraba hacía su alrededor.

- No, nada… por cierto¿Y los chicos?

Tatsumi sonrió, después de lanzar un suspiro. Coloco sus manos sobre las del rubio, que lo volteo a ver, y le dijo: - Hisoka y Tsuzuki estarán bien – vio, entonces, como los hermosos labios del rubio se entreabrían.

- Entonces están…- abrió lo más que pudo, los ojos - ¿No deberíamos ir a ayudarles!- Tatsumi movió su cabeza de arriba abajo, mientras recordaba lo que había sucedido hacía ya varios minutos.

Más cuando volvió en sí, sintió una mano en su hombro, reconfortándole. Al alzar su mirada, se encontró con una tierna mirada del científico. No evitó devolverle el gesto al tiempo que inclinaba su cabeza para posar su frente sobre el suave torso de la mano derecha del rubio…

- Deberíamos apurarnos – aconsejo Watari en un murmullo, mientras cariñosamente, acariciaba los cabellos lacios del secretario.

- Si… - fue lo único que respondió.

-o-

El mensajero volaba por el cielo, como analizando todas las posibles direcciones que se pudieron haber tomado, mientras que Tsuzuki le seguía con desespero, deseando encontrar ya a Hisoka. Su mirada a veces vigilaba al mensajero, y otras, buscaba por su cuenta, el lugar en el que se imaginaba que se encontraban.

Fue en una de esas, que un pillido llamo su atención de inmediato. El mensajero se encontraba a varios metros alejado de él, dando vueltas, una y otra vez, alrededor del mismo lugar. Una sonrisa victoriosa se asomo en sus labios.

Bajó hacía donde el pájaro indicaba, encontrándose con una vieja y abandonada estación del metro, con una rustica puerta de madera a punto de caerse. Decidido, entró en el lugar, con cuidado de no hacer ruido con la puerta, que casi se le iba de las manos al abrirla. Sus pasos haciendo eco al pisar las cientos de hojas secas que adornaban el piso sucio; el crispante chirrido de las ratas al correr de un lado a otro sobre los tubos de metal que estaban encima de él o escondidas por los rincones del piso, eran los sonidos que inundaban el ambiente y entraban a sus oídos, molestándole.

Continuó caminando por el derruido camino hasta llegar a lo que era una pequeña galera, que estaba iluminada escasamente por las luces eléctricas, que se bifurcaba, después, en varios pasillos. Escogió el penúltimo pasillo de todos, notando que por este se colaba un poco de luz del final.

Con más cuidado que antes, anduvo con sigilo hasta llegar al final, donde asomo con lentitud su cabeza para observar.

Sus ojos se abrieron descomunalmente al ver frente a él a Hisoka… a su niño… con grilletes en cuello, muñecas y pies; y a Kaeruro sentado contra el camastro, abrazando sus piernas, viendo hacía la nada.

Paseo su mirada por el lugar, esperando encontrarse con Libezleeb, pero no lo encontró por ninguna parte. Dio un respingo, antes de hacerse invisible y caminar hacía donde Hisoka, a quien con cuidado le alzó el rostro, notando de que estaba dormido. Suspiro de tranquilidad. Lo siguiente que hizo fue desencadenarlo, provocando que despertara de repente.

- ¿Quién?- pregunto titubeante, cuando Tsuzuki puso uno de sus dedos en sus labios para callarle.- Soy yo – le dijo al oído, mientras le quitaba los grilletes.

- ¿Cuándo llegaste?- pregunto con la emoción embargando su voz. El mayor solo le respondió "Hace unos momentos" y cuando por fin quedo libre de sus ataduras, el castaño le robo un beso "Será mejor apurarnos e irnos" Hisoka asintió, mientras caminaba hacía Kaeruro, para tomarlo del brazo y guiarlo hacía donde Tsuzuki los esperaba.

Sin problemas salieron del viejo edificio, mientras que de entre la oscuridad, una perversa sonrisa se dibujaba…

- Muy pronto… - y una luctuosa risa inundo el lugar…

(1) Libezleeb al ser un demonio, y Hisoka, un ángel de la muerte, podrían considerarse de la misma naturaleza. Por ello, Libezleeb le dice "hermano mío".


¡Octavo capitulo Arriba! Pues como prometí, he aquí el octavo capitulo, y a continuación la entrevista con Muraki y Oriya-kun n.n (la cual la pongo por separado u.u) y pues... me salto mis excusas, puesto que ya se las di en Author's Note... ahora solo me resta decir... GOMEEEEEEN! Yo no quiseeeeee T0T y prometo no volver a hacerlloooooo se arrodilla enfrente de todas GOMEEN T-T...

... después de calmarse... Lo malo es que el capitulo sigue estando igual de corto que los demás T.T aunque igual espero que les haya gustado. Esperamos sus reviews con quejas, amenazas de muerte, sugerencias, lo que quieran n.n

Ja NE! Besos!

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