SU RAZÓN
Fuera de la tienda, el caos era total. La lucha entre uniformados y civiles, estaba tomando ribetes peligrosos. Era muy difícil transitar entre aquel desorden pero, el coronel, no ponía atención a ello. Su objetivo era otro muy distinto al de poner orden. Tenía que encontrar a Hawkeye.
Paso a paso su desición era mayor. Indiferente del resto, solo buscaba algún atisbo de la teniente. La operación ya no era importante. Hawkeye había atentado contra Winry, eso importaba.
-Baje el arma Coronel- dijo una voz a su costado-. Baje el arma si quiere hablar conmigo.
Completamente sorprendido, el Coronel se detuvo. Sin girar la cabeza, alzó las manos y dejó resbalar el arma entre sus dedos. Era la misma Hawkeye la que, agazapada tras una tienda a su costado, le apuntaba justo a la cabeza. Se encontraba a cierta distancia, pero más valía no moverse pues su puntería era magnífica.
-¿Por qué lo hiciste?- murmuró el Coronel apretando los dientes de rabia pero sin atreverse a voltear.
-Lo sabe Coronel, yo misma se lo confesé antes de partir en el tren. Sabe que siempre le he amado y no iba a rendirme sin luchar- respondió Hawkeye-. En la guerra y en el amor todo vale. Soy oficial ¿Lo recuerda? Punto extra a mi favor.
-¡Iba a matarme! Me odia por lo de sus padres- dijo el Coronel en tono desesperado- ¿Cómo podría estar con ella después de lo que le hice?
-También sabía eso Coronel. La vi entrar en su tienda y pensé en seguirla, pero al oír su conversación lo comprendí todo- dijo Hawkeye sin dejar de apuntar a la cabeza de Mustang- Me quedé escuchando un rato afuera Luego, al oír que le ofrecía su arma, corrí en busca de algún oficial para no entrometerme. Vi a Havoc y le ordené patrullar el sector para salvarle,
-¡Salvarme!- interrumpió el Coronel- ¡Ahora si que estoy condenado! Necesitaba igualar la balanza para descansar en paz y por tu culpa!
Giró repentinamente y chasqueó los dedos produciendo una chispa que encendió el hidrógeno transmutado por el círculo grabado en su guante. La lengua de fuego se dirigió a Hawkeye quien alcanzó a ocultarse tras la tienda. Cegado por la ira y el rencor, la siguió. Hawkeye estaba esperándolo y de un golpe lo derribó. Salió corriendo mientras Mustang volvía a levantarse. El Coronel volvió a chasquear los dedos y una lengua de fuego más grande que la anterior siguió a Hawkeye. Esta se arrojó hacia la derecha ocultándose tras otra tienda del campamento. Arrastrándose ávidamente hasta la esquina, lanzó un par de disparos. Mustang se detuvo en su lugar. Al ver que la Teniente desaparecía, entró a la tienda junto a él, logró distinguir la sombra de Hawkeye que se ponía de pie. Corrió hacia ella desde dentro de la carpa, rompió la tela y la tomó por el cuello.
-Haz terminado de destruir mi vida- dijo Mustang en su oído.
-¿No lo entiendes cierto?- le interrogó Hawkeye dejando caer el arma-. Te he salvado de una estupidez. Eres un perro de los militares. Sólo cumplías órdenes. No tienes deuda que pagar.
-Pero yo maté a sus padres-. Dijo Mustang.
-Si, lo hiciste, pero no por voluntad- respondió Hawkeye-. Así como un círculo de transmutación transforma una materia en otra a causa del alquimista que lo usa. No eras más que eso. No eres más que eso, un círculo de transmutación operado por el Fuhrer. Si hay alguien que debe pagar, es él ¿Debe pagar el círculo el precio de la transmutación?
Mustang calló. Hubo un largo minuto de silencio. Silencio inexistente en el bullicio exterior.
Hawkeye tenía razón, él no era más que un instrumento del Fuhrer, todos lo eran, por eso se les llamaba perros de los militares. No debía ser él quien pagara el precio. No se condena al arma del asesinato sino al asesino. Vendió s alma por un reloj de plata y un título militar, ese había sido su error.
-Gracias- dijo Mustang soltándola.
-No podía dejar que murieras a causa del Fuhrer- dijo dándose vuelta y mirándole a la cara-. No podía. No sintiendo lo que siento.
La teniente se abalanzó sobre el Coronel para besarlo,
