Bueno, si vieron el último episodio de Yashahime ya se habrán dado cuenta que Yawaragi no fue una figura de maestra cariñosa exactamente…aunque quería a Moroha a su modo, pero es obvio que la pobre solo tuvo crianza al estilo duro y que Koga y Ayame no la criaron como hija, con suerte como tíos y no veo raro que se cumpla mi idea del fic de que la pobre tampoco era totalmente amada y aceptada entre los lobos.
Bueno veamos el lado positivo…nadie le quitará el papel de figuras paternas a Inuyasha y Kagome porque Moroha no parece haber tenido nada similar y considerando que aún es algo infantil y la más similar a una niña de las tres creo que eso está pensado para que puedan recuperar un poco el tiempo perdido…aparte ¿Qué dicen? Moroha se ve igual desde los once…o tiene contextura pequeña y delgada, o es de pubertad tardía o su envejecimiento desde ya va más lento.
En este episodio tenemos el reencuentro entre Moroha y Kagome, si ven cambié uno de los géneros del fanfic porque sumado este ep y creo otros dos habrá poca comedia, trataré de incorporar el cannon mientras que hay algunas ideas que me gustan y aunque la serie las desmienta si aún me gustan las dejaré, ahí verán cuales son. Puse "pequeña trama" porque habrá continuidad de aquí al final, tendrá 16 capítulos creo, quiero acabar el fic antes de que acabe la serie y no puedo resistirme a darle a los personajes un final feliz.
Respuestas: ¿Qué porque Kagome nunca le quito el rosario a Inuyasha? pues…o no sabe como, o lo ven como un recuerdo de la forma en que se conocieron y él acepta que no se lo quite, o lo dejó ante eventuales problemas y arrebatos de su marido que es capaz de sacar su espadota para hacer una demostración de poder y echar la casa abajo.
Yo que ella esperaría y se lo quitaría cuando este un poco más maduro jajaja.
Sango y Miroku son jóvenes aún pueden tener más hijos, pero por ahora solo sabemos que tienen 3, Sesshomaru veo poco probable que sea un padre celoso o sobreprotector la verdad…más del tipo que da independencia y aterroriza al sujeto con la mirada si no le convence.
Inuyasha y Hanyo no Yashahime no me pertenecen yo solo tomo prestados sus personajes para hacer que lloren mucho.
Una cálida melodía
Moroha estuvo todo ese día en casa de la anciana Kaede, sin dejar de taladrar con la vista la pequeña perla negra que descansaba en el suelo. Kohaku tuvo que regresar al trabajo, pero dejó que Setsuna se quedara allí si así lo deseaba. Ella se quedó.
Las gemelas trataron sus heridas superficiales, Hisui regresó llevando bollos calientes y todos se sorprendieron porque no lo vieron marchar, pero la comida fue bienvenida. Shippo le cedió a Moroha los bollos con su relleno favorito en un intento por hacerla sonreír, aunque normalmente era más partidario del reparto igualitario y que cada quien tuviera uno de cada tipo.
Ella se lo agradeció, pero sonreír de forma sincera era un poco complicado, y no podía engañar a ninguna de esas personas con una falsa.
Caminó de lado a lado en la cabaña, se quedo dormida, se tomó el agua que le trajeron y aceptó intentar jugar un poco a las cartas con el mazo que trajo del futuro, pero no estaba particularmente preocupada de que alguien hiciera trampa así que Shippo decidió jugar justamente porque no era divertido si nadie se enojaba e Hisui nunca se daba cuenta cuando lo estaban estafando.
Finalmente, cuando el sol se escondió en el horizonte se hizo ovillo en el suelo por un rato envolviéndose en su capa para estar más cómoda mientras esperaba, los ojos comenzaron a pesarle y finalmente se durmió.
Inuyasha emergió de la perla esa misma noche sosteniendo una frágil figura entre sus brazos.
Su madre, Kagome, la poderosa sacerdotisa que purificó la perla estaba inconsciente, no tenía ninguna herida en todo su cuerpo y su rostro estaba intacto. Pero estaba mortalmente pálida y delgada, lo único que daba alguna señal de que seguía con vida era la respiración suave que hacia subir y bajar su pecho.
Shippo parecía estar congelado en su sitio y Moroha lo agarró del brazo porque parecía como si se fuera a desmayar y estuviera mirando un fantasma. Cuando le pregunto que le ocurría él solo la miró con cierto brillo lloroso en sus ojos verdes:
- No puedes saberlo porque nunca la habías visto, pero Kagome no es tan delgada, ella no es tan pálida, nunca se vio así antes.
Y entonces supo que la diminuta mujer entre los brazos de su padre que él estaba acostando en un futón con infinito cuidado y preocupación, no se suponía que se viera así. ¿Podían culparla por no darse cuenta? Todo lo que sabía de Kagome es que tenía fuertes poderes espirituales y era muy hermosa. Ella solo pensó que su madre siempre se vio así de frágil.
Kaede interrogó a Inuyasha, pero no sabía casi nada. Entró a la tumba de su padre y detectó de inmediato el aroma de su esposa, lo siguió hasta que llegó donde ella estaba, pero no pudieron hablar siquiera. Kagome estaba encerrada dentro de un campo de fuerza espiritual, una burbuja de poder puro impenetrable que ningún demonio podría atravesar y dentro estaba ella en un estado ausente, aparentemente dormida.
La llamó, gritó su nombre, pero ella no reaccionó de inmediato. Fue lo primero que lo alertó de que posiblemente llevaba tiempo en ese estado sin que nadie le hablara, no habría dudado en sumergir una mano dentro de la barrera espiritual para llegar a ella incluso si se dañaba, nada de eso importaba.
Pero Kagome abrió los ojos y le sonrió por un segundo, antes de que el campo de energía espiritual reventara y ella se derrumbara murmurando un suave "Inuyasha" y él la atrapara.
Luego la sacó de la perla y llegaron a la cabaña.
- Eso quiere decir que no podemos saber cuánto tiempo ha pasado para ella hasta que despierte_ la anciana Kaede estaba revisando a Kagome con cuidado, les pidió a los chicos que se voltearan para poder mirar mejor su cuerpo_ sinceramente, no creo que sea tanto como ha pasado en este mundo, pero se ve débil. No fueron solo unos pocos meses.
- Ella va… ¿Kagome va a estar bien?
Moroha se sobresaltó, su padre sonaba a punto de quebrarse y eso la asustó porque él siempre era fuerte y decidido, incluso la mirada perdida y triste que puso cuando se conocieron viendo que se había perdido catorce años de la vida de su hija no se compraba a esto.
Towa y Setsuna se pusieron tras ella, enviándole un apoyo silencioso en ese momento, donde su padre no parecía estar disponible.
Kaede terminó de ponerle un kimono blanco limpio a Kagome y dejó que los hombres voltearan, Hisui parecía preocupado, pero nunca conoció a esa mujer, su preocupación venia más del hecho de que el adolescente pelirrojo a su lado tenía una mirada vacía y melancólica, como si fuera un hecho que no había esperanza.
La anciana suspiró:
- Todo depende de si su cuerpo logra recuperarse adecuadamente ahora que ya no está en letargo, ella tiene que despertar pronto…de lo contrario...
- No lo digas_ la voz de Inuyasha fue ronca y cortante.
Él no estaba dispuesto a considerar esa posibilidad, no ahora que la había encontrado y ella aún vivía.
Shippo murmuró en voz baja "lo suponía" tan baja que solo Moroha e Hisui que estaban a su lado alcanzaron a oírlo y luego salió.
- Iré con él, pasaremos mañana a ver como estás Beniyasha.
- ¿Mañana?
El exterminador no alcanzo a oírla, ya se había ido.
- ¿No piensas quedarte aquí con tu padre? _ preguntó Setsuna_ es bastante obvio que se quedará junto a su esposa.
- Creo que él te necesita_ susurró Towa, tratando de que las orejas altamente sensibles de su tío no la escucharan_ eres su familia…nosotras también, pero…
Moroha entendió. Para su padre aún era raro la familiaridad que tenían las hijas de Sesshomaru con él y ahora que su medio hermano resultó ser el culpable de haber mantenido atrapada a Kagome, resultaba aún menos probable que aceptara su acercamiento.
Towa empuño la mano llena de rabia:
- ¿Cómo pudo nuestro padre hacer esto?
Setsuna guardó silencio, no sabía que responder.
Moroha las tomó del brazo empujándolas hacia la puerta lejos de su madre durmiente y su padre ausente que podría jurar estaba llorando en silencio.
- No lo sé_ las soltó, se apoyó contra el tronco de un árbol cruzándose de brazos_ debe tener sus razones, dudo que Sesshomaru haga algo solo para desgraciar otras vidas.
- Suenas como Kohaku, a veces parece que conocieras personalmente a Sesshomaru, aunque nunca lo mencionas cuando hablas de tu vida, tampoco parece que hayas pasado tiempo con él, pero sabes incluso como huele_ Setsuna era perceptiva y Moroha sintió que si no hablaba con cuidado podría tener que contar algo que no quería, no especialmente con la blanda de Towa escuchando.
- Tampoco parece que le tuvieras cariño…_ la gemela de cabello blanco la miró de forma pensativa_ no tuviste problemas en aceptar matarlo.
- Solo estaba tratando de engañar al maldito árbol, como máximo derrotarlo sin matarlo ni siquiera podríamos rozarlo con nuestro nivel actual, pero no, no le tengo cariño a Sesshomaru es solo que cruzamos nuestros caminos una vez y me pareció más del tipo indiferente que malvado.
- ¿Incluso si tu madre está en ese estado por su culpa?
La cabeza de Moroha se volvió veloz hacia Towa, su tono de voz, la forma en que sus ojos rojos la estaban mirando, no le gustaba nada:
- ¡No me juzgues! ¡tu no sabes nada! ¡se que esa mujer es mi madre, pero no la conozco! ¡todo lo que sé es que por su culpa el viejo esta en un estado lamentable!
- ¡Si no se nada, explícame para entenderlo Moroha! ¡jamás podría perdonar a alguien que dañó a mi familia!
- ¡Eso es porque creciste con una maldita familia! ¡los conoces! _ una sonrisa cruel comenzó a formarse en sus labios_ además ¿no estás siendo hipócrita Towa? ¡quieres que sienta amor instantáneo por mi madre, pero estás tratando de que odie a tu padre de sangre! ¿no deberías amarlo también? ¿y que hay de tu madre? ¿acaso le has dedicado algún pensamiento a esa mujer encerrada en el árbol?
- Yo… ¡solo me entere recientemente de que…_Towa guardó silencio, tan solo hace unos pocos días se había enterado junto con Setsuna de que esa mujer de piel blanca y cabello despeinado era su madre biológica, la que consumía los sueños de Setsuna y permanecía dormida mientras su hija no dormía en absoluto.
¿Acaso no era lo mismo para Moroha? ¿podías amar a alguien, preocuparte de forma inmediata solo porque estaban emparentados?
- Tienes razón, perdóname_ bajó la cabeza derrotada_ pero… ¿alguna vez nos dirás como conociste a Sesshomaru?
Setsuna observó a su prima, teniendo exactamente las mismas dudas, los mismos sentimientos que su hermana. Ella ni siquiera recordaba a su padre, no podía asegurar nada sobre él. ¿Cómo Moroha sí lo hacía?
- ¡Bien! lo haré alguna vez. Pero no ahora, necesito ver como está el viejo, aunque no sé que le voy a decir.
- Creo que es suficiente con que estés a su lado.
Asintió y emprendió el camino de regreso… ¿solo estar allí? Ese era un clásico consejo cursi de Towa, estar en silencio junto a alguien triste, solitario y sin esperanzas no sirve para nada, nadie se sentiría mágicamente consolado por ello…o al menos no ella y no sabía si su padre.
Trató de buscar en sus recuerdos algo…alguien, que la animara cuando se sentía perdida, cuando no sabía que hacer las pocas veces que se permitió ceder a sus sentimientos y ser aplastada por sus emociones, antes de que las embotellara firmemente hasta el día en que Jyubei la mandó a esa misión que le acabó abriendo las puertas para conocer a quienes fueron los amigos de su padre.
Llegó nuevamente a la cabaña y todo seguía exactamente igual: la anciana Kaede avivando el fuego, su padre tomando la mano de Kagome quien no daba señales de vida más allá de respirar.
Entonces recordó.
Su tiempo con la tribu de los lobos, cuando era pequeña y se alejaba a llorar a algún rincón de la cueva donde vivía con Koga y Ayame, luego de ser rechazada nuevamente por los niños de la tribu, porque se podía obligar a quienes la detestaban a no dañarla y soportarla, pero no a amarla ni a aceptarla, la pareja alfa podía controlar las actitudes, pero no los sentimientos de su manada.
Nunca se sintió feliz de ver el rostro preocupado de Ayame en esas circunstancias, ni las miradas compasivas de los pocos lobos que la querían y lamentaban su situación, que no podían obligar a sus propios hijos a que fueran sus amigos.
Quien siempre se acercaba era Koga, no era un gran orador y sabía que cualquier discurso motivacional no serviría para arreglar las cosas, solo sería negar la realidad, lo difícil que era la vida para alguien de sangre mixta que no tenía familia ni una comunidad cariñosa para refugiarla, lo difícil que era siquiera encontrar a alguien que los amara.
Él solo se acercaba con una sonrisa y le acariciaba el cabello antes de pedirle que cuidara un rato a su pequeño hijo. El adorable bebé que parecía jamás crecer, porque iba a estar décadas en este estado mientras ella crecía y llegaba a la adolescencia. El pequeño hijo de Koga, tenía cabello negro, ojos azules como su padre y la sonrisa más dulce y llena de aceptación total e inocente que jamás había recibido. Él la identificaba como una de sus personas cercanas, conocía su aroma y cada vez que la veía extendía sus pequeñas manos para que lo cargara porque eso era todo lo que le importaba, no su raza ni su sangre.
Y ella amaba eso, porque incluso si recibía la misma sonrisa de otras personas, siempre había un velo de lástima detrás. Así que lo sostenía, cuidaba de él un rato y también lloraba porque ese niño iba a crecer y posiblemente dejara de mirarla como lo hacía, porque se daría cuenta que ella no era familia, no era su hermana como posiblemente creía y jamás sería una más de la manada.
Y en ese momento su padre necesitaba esa sensación de amor y aceptación, porque, aunque no la conocía sabía que su madre le había dado eso, pero de una forma más poderosa de la que podía otorgar un bebé, porque Kagome lo amó tal cual era de forma consciente, ella lo eligió y se quedó junto a él para formar una familia y ahora su padre la estaba viendo posiblemente en sus últimos momentos.
Entró en la casa y encontró algunos de los bollos sobrantes que había llevado Hisui, ya estaban fríos, pero todavía eran deliciosos. Se sentó junto a su padre y cuando él volteó a verla le ofreció la sonrisa más grande y cálida que pudo, sin manipulación, falsa alegría o interés en conseguir algo, nada más que sus sentimientos expuestos:
- ¿Los quieres? No comiste nada desde la mañana.
Inuyasha regresó desde cualquier lugar en donde su mente había estado atrapada, dándose cuenta de que no había visto a Moroha desde que emergió con Kagome de la perla, sintió su aroma, supo que estaba allí, pero estaba demasiado preocupado por su esposa para prestarle atención a su hija más allá de asegurarse de que estaba bien y no olía a sangre.
Se vio aplastado bajo el peso de la culpa.
- Moroha yo…
- Está bien, ahora ella te necesita más que yo_ le tendió uno de los bollos manteniendo su sonrisa_ cuide de mí misma gran parte de mi vida, puedo volver a hacerlo mientras estás aquí. Lo entiendo.
No era del todo cierto, porque hasta hacía poco sus máximos amores eran la comida y el dinero, no sabía aún lo que era amar de la manera en que su padre amaba a su madre y no sabía si algún día lo haría, pero esa mañana se había imaginado a Inuyasha muriendo y no regresando nunca más para sus cenas torpes o darle sus consejos raros y supo que al menos podía comprender parte de ese dolor.
Inuyasha tomó la comida con una mano y sus garras cepillaron el cabello negro de la chica con la otra; Moroha era como él en muchos sentidos, sus vidas similares la moldearon para que en algunos aspectos fuera una pequeña versión de él, pero su empatía, su corazón bondadoso que se escondía detrás de toda la dureza, la capacidad de perdonarlo con una sonrisa incluso cuando le había fallado eso era todo Kagome.
- Tienes el corazón de tu madre.
Y Moroha esperaba que fuera así, porque si de verdad ella y su madre tenían el mismo corazón y eran tan similares en su núcleo como creía su padre, eso le decía que la pequeña mujer acostada no iba a morir tan fácil, que iba a luchar por sobrevivir, incluso si en ese momento se veía tan frágil como una muñeca de porcelana.
Kaede echó un poco más de leña a las brasas y salió silenciosamente de la cabaña dejando a la pequeña familia comer:
- ¿Sucede algo?
Setsuna asintió:
- Dígale a Moroha que estaremos usando su cabaña para dormir, así ella y su padre podrán quedarse con usted.
- También_ Towa titubeó un momento_ que pasaremos por aquí mañana temprano para dejarle el desayuno, así no tendrá que salir a comprar o atrapar nada.
- Lo haré. Son unas buenas chicas.
Towa hizo una reverencia como despedida y un pequeño rubor avergonzado adornó el rostro de su gemela.
La anciana Kaede las observó hasta que se hicieron pequeñas en el horizonte. Inuyasha y Sesshomaru dos hermanos que nunca fueran hermanables, donde uno, a pesar de que no poseía un corazón malvado traicionó al otro para proteger a su propia familia, donde pelear y herirse entre ellos fue costumbre por años y podría volver a serlo si no se aclaraban algunas cosas pronto.
Que las niñas de ambos se amaran como una familia y se preocuparan las unas por las otras le parecía un milagro.
Pasó una semana y su madre aún no despertaba.
Towa y Setsuna aparecían cada mañana antes de irse a trabajar con algo para desayunar, a veces era comida comprada en la misma aldea, pero la mayoría eran cosas provenientes de la era moderna que aún quedaban en su bolso amarillo gigante al que tenían acceso ahora que se quedaban en su cabaña.
A ella siempre le llevaban algo dulce: panqueques con mermelada, galletas con chispas de chocolate, tostadas con miel y leche de fresa o chocolate. Nunca les dió a entender que amara particularmente los dulces, pero el gesto estaba tan lleno de amor y preocupación que Moroha fue incapaz de hacer otra cosa que sonreír con gratitud.
Su padre era otro cuento, solo parecía tenerle amor al Ramen y a la comida chatarra de la era moderna y aunque le llevaron a Inuyasha un pote un día o dos no era algo que fuera bueno desayunar a diario. Moroha no sabía si reír o llorar cuando Towa apareció con una caja de bento cocinada con torpeza y Setsuna tras ella, fingiendo no tener nada que ver con el asunto pero intentando esconder un corte de cuchillo en uno de sus dedos, señal obvia de que había ayudado con la comida.
Inuyasha lo tomó con una expresión extrañada, olfateando la caja con obvia sorpresa porque sus sobrinas se habían tomado el tiempo de cocinarle algo y aunque cuando lo probó dijo que sabía horrible, se lo comió hasta el final porque según sus propias palabras "Cuando viajábamos juntos Kagome a veces me cocinaba comida horrible como esta" y por un momento él sonrió y las gemelas estuvieron bien con eso incluso si al parecer su cocina apestaba.
Hisui desapareció unos días de la aldea para regresar con sus padres a cuestas, que tomaron el relevo de Moroha a la hora de cuidar a Inuyasha, dejándola libre para ir a distraerse durante el día en lugar de estar atrapando comida para la cena y preocupándose por el estado medio ausente de Inuyasha que de todos modos se estaba esforzando por cuidarla y prestarle atención a pesar, de que él era un desastre total y se le escapaban la mitad de los peces que intentaba pescar.
Y mientras tanto su madre seguía dormida.
Shippo se acercaba a preguntarle como estaba, pero jamás entró en la cabaña y Moroha lo entendió. Aceptar la muerte de alguien solo para que luego regresara a morir frente a tus ojos debía ser terrible. Así que no hablaron del tema y en lugar de eso se dedicaron a trabajar por las tardes, a veces con Setsuna otras con Hisui para distraerse del ambiente pesado de la aldea donde ya todos sabían que la joven sacerdotisa desaparecida hace años había vuelto, pero estaba en riesgo vital.
Era como si nadie pudiera dejar de hablar de la posible muerte de Kagome y no ayudaba que Kaede recordara que sucedió lo mismo con Kikyo y cuando Inuyasha y su esposa desaparecieron. Los aldeanos no dejaron esos temas en mucho tiempo.
Ninguno quería estar escuchando esas conversaciones ni recibir condolencias.
Meter a Shippo en los exterminadores fue sencillo, la única no humana era Setsuna, nadie más identificaría un aroma extraño proveniente del chico de unos doce años que se veía muy similar a Kohaku a la misma edad, lo único que lo delataba como otra persona y no un fantasma del pasado eran los ojos verdes que había conservado en su disfraz. Kohaku tuvo un mal rato tratando de explicar que no tenía un hijo perdido y que ese joven era un familiar lejano de otra aldea que vino a entrenar. Así logró que Shippo pudiera corretear por allí junto a Hisui o Setsuna fingiendo ser un alumno en entrenamiento. A veces acababan juntos, en otras ocasiones él iba con Hisui y Moroha con sus primas. Pero personalmente Moroha prefería que les tocara juntos, porque no podía dejar de reír al ver a Shippo obligado a llamar a su prima o a Hisui "Sempai" frente a otras personas y necesitaba reírse de algo.
Cuando Kohaku le preguntó porque gastaba el tiempo distrayéndose con ellos cuando podía ir a entrenar sus habilidades de zorro en lugar de estar fingiendo ser humano, Shippo le respondió que perfeccionar el camuflaje hasta hacerlo perfecto también era una habilidad a evaluar a la hora de aumentar de nivel, después de todo algunas Kitsunes habían fingido por años ser la simple esposa humana de un hombre. Pero Moroha sabía que no era por eso: él se estaba quedando para poder asistir al funeral de su madre si ella moría y también porque en el último tiempo se habían acostumbrado a hacer estupideces juntos, soportaban y les agradaba el lado tonto del otro que todas las otras personas continuamente regañaban o encontraban molesto. Y a veces cuando todo el mundo estaba siendo serio y depresivo era necesario tener a alguien con quien bromear.
Hisui…había sido perdonado por Setsuna, ella finalmente creyó en su inocencia a la hora de meterse en su cuarto, pero el exterminador de corazón blando de todos modos se quedó junto a Shippo como apoyo y aunque no jugaba con Moroha ni la hacía reír, su presencia resultaba agradable porque tenía una forma amable de ver el mundo y era de las pocas personas que luego de ir a conseguir comida o agua cuando estaban cansados decía que no era una molestia y realmente le creías porque ni siquiera se quedaba a escuchar las gracias antes de ir a ocuparse otra vez de su trabajo.
Todos intentaban ayudar, trataban a su manera de hacerla feliz a ella y a su padre y al menos para Moroha funcionaba.
Con Inuyasha era más difícil porque tener a su esposa en ese estado incierto tambaleándose continuamente entre la esperanza y la desesperanza sin ninguna certeza lo estaba lastimando, porque el nunca ni siquiera quiso barajar la opción de que Kagome estuviese muerta antes de encontrarla.
Ella siempre estuvo preparada, Shippo, Sango, Miroku también, pero su padre nunca, jamás quiso pensarlo o atreverse a imaginarlo.
Y Moroha comenzó a enojarse contra esa mujer hermosa y delicada que seguía durmiendo igual que una princesa de uno de los libros de cuentos de Mei. Si de verdad amaba tanto a su padre, si cruzó el tiempo por él, si había abandonado a toda su maravillosa y cariñosa familia por él ¿Por qué no despertaba? ¿acaso no escuchaba al supuesto amor de su vida llamándola?
Por eso una noche cuando su padre dormía se acercó a mirar el rostro de su madre:
- ¡Oye!… ¿podrías despertar? ¿por favor? _ le tocó la cara con una garra, pero no consiguió ninguna reacción.
No había mucha diferencia entre Kagome supuestamente aún viva y el cuerpo tibio y recién fallecido de su maestra segundos después de que ella misma la matara.
Nada pasó.
Pasaron tres días más, mitad de semana, aún nada.
Caminó cabreada luego de desayunar y mantener una expresión alegre para que ni su padre ni la familia de Hisui se preocuparan. Sinceramente esa mujer no iba a despertar, poco tiempo más sin consumir agua o comida y estaría en el más allá.
A menos que hiciera algo.
Y necesitaba discutir la idea con alguien, alguien que pudiera darle una opinión honesta pero no descartara sus planes en el acto por el peligro o la insensatez de ellos. Necesitaba alguien que le diera, aunque sea un mínimo de apoyo. Sabía a quién acudir.
Shippo estaba echándose la siesta debajo del mismo árbol donde días antes habían estado haciendo idioteces, hablando sobre el pasado y sacándole fotografías comprometedoras a Hisui.
Moroha se dejó caer a su lado, cruzando las piernas y tapándole la nariz para despertarlo. Shippo abrió un ojo nada sorprendido de verla allí:
- Te escuché llegar.
- Pensé que estarías con Hisui, buscarte aquí era mi segunda opción.
- Se ha estado preocupando demasiado por mí, dejé que hoy vaya con Setsuna. No importa si ella no le presta mucha atención.
- Es un buen amigo, deberíamos tratarlo mejor.
- Haremos algo bueno por él cuando Kagome despierte…o no_ susurró manteniendo la vista fija en el cielo.
- Es de eso que necesitaba hablarte.
- Te escucho.
Shippo volvió a cerrar los ojos, pero ella sabía que le estaba prestando atención a pesar de las apariencias.
- Cuando fui al mundo de Towa, allí la medicina es más efectiva a veces que la de aquí, tal vez si pudiera llevar a mamá de regreso a su tiempo la podrían ayudar. Pero el portal del árbol de las edades no ha vuelto a abrirse desde que Towa llegó, sin contar que el responsable de abrir el portal fue cabeza de raíz.
- El pozo tampoco volvió a funcionar desde que Kagome regresó.
- Podría tratar de negociar con el espíritu del árbol con cara de Kykio…Cabeza de raíz absorbe las habilidades de lo que devora así que el poder de abrir portales no es suyo, sino del árbol.
- Tienes que estar bromeando_ Shippo se sentó sacudiendo los trozos de hierba que se habían quedado enredados en su cabello_ el espíritu está interesada en que maten a Sesshomaru, no veo como podrías negociar si no haces que lo que te pide y sinceramente no tenemos oportunidad, al menos no ahora. No podríamos matar a Sesshomaru ni aunque fuéramos junto con tus primas, ni siquiera Inuyasha logro matarlo ahora y estoy seguro de que ganas no le faltaban.
- Lo sé_ Moroha junto sus rodillas abrazándolas contra su pecho_ tampoco confío del todo en el espíritu del árbol, el viejo tampoco.
- ¿Entonces?
- Tenseiga es capaz de curar a los vivos y revivir a los muertos…
- Pensé que habíamos dejado en claro que no podemos pelear con Sesshomaru.
- Podemos tomar prestada su espada.
El Kitsune se quedo en blanco, mirando a la chica como si hubiera enloquecido.
- ¿Crees que seríamos capaces de robarle la espada sin que se dé cuenta?
- ¡Me robas cosas todo el tiempo!
- ¡Sesshomaru esta en un nivel completamente diferente! Además ¿Quién la usaría? ¡Tessaiga y Tenseiga no pueden ser empuñadas por cualquiera!
- ¡Arg! _ Moroha se paso las manos por el cabello totalmente exasperada_ ¡lo sé, lo sé! ¡no necesito que me des un discurso! El anciano Myoga me dio la información sobre las espadas. Pero tal vez papá...
- Sigue estando el problema de que no podemos robarla y dudo que la preste. Además ni siquiera sabemos sus intenciones reales ni de que lado está.
- ¡¿Y que se supone que haga?! ¡crecí sin madre por catorce años, perderla otra vez no va a matarme, pero al viejo sí! ¡estoy harta de verlo en ese estado lamentable! ¡juro que así como quiso seguir a su primer amor a la tumba claramente va a querer seguir al segundo!
Cuando se conocieron un comentario como ese habría hecho estallar al Kitsune, ante la aparente insensibilidad de Moroha, pero ahora que la conocía no podía acusarla de nada. Incluso si Kagome era una de las personas más cálidas y buenas con las que tuvo la fortuna de cruzarse en su vida y se merecía el amor de su hija no podía obligar a Moroha a que amara a una desconocida. Si algo había aprendido es que ser amigo de Moroha a veces significaba separar sus sentimientos, la comprensión y lealtad hacia sus antiguos compañeros de viaje por un lado y la solidaridad y la empatía hacia ella por el otro, sencillamente no era tan fácil como tratar a la "Familia de Inuyasha" como una unidad, especialmente cuando las cosas no fueron como deberían haber sido.
Pero incluso así, era el resultado de ser de especies diferentes porque con Hisui era un poco similar: sus amigos humanos envejecían y fácilmente sus hijos más cercanos en desarrollo psicológico a él, se hacían sus amigos dejándolo con una horrible mezcla de sentimientos en más de una ocasión. Demonios y humanos no vivían en realidades diferentes, podían encontrarse, pero siempre involucraba un poco de desorden emocional en ambos lados. Justo como ahora.
- Moroha, eso no es cierto, te lo dije, Inuyasha te ama.
- ¡Pero, tal vez no lo suficiente!
Lágrimas gruesas se escaparon de sus ojos y ella comenzó a llorar de rabia e impotencia y aunque habían llorado juntos una vez el chico no supo que hacer. Esa vez solo se limitó a estar a su lado y poner una mano en su hombro, pero Moroha estaba en un estado de ánimo más dulce y reflexivo, ahora era un manojo de ira, impotencia y rabia. La incomodidad solo le hizo recordar otra vez que las cosas salieron de una forma jodida y triste, si Moroha hubiera crecido con sus padres él la conocería tan bien como la palma de su mano, la conocería como conocía a Hisui, a Kin'u y a Gyokuto, y no estaría sentado al lado de ella sintiéndose como un imbécil.
Finalmente opto con acariciarle el cabello, no pareció funcionar demasiado pero tampoco recibió un empujón ni ella aparto su mano. Algo era algo.
Trago saliva dudando si decir lo que tenía en mente, no quería arriesgarse a causar más daño, pero…si había una posibilidad…
- Creo que Sesshomaru podría haber hecho lo que hizo para proteger a las gemelas…el otro día las escuché hablando, algo sobre que él podría haber estado aliado con Kirinmaru solo para armar un plan por detrás y salvarlas a ellas y a su madre...no puedo asegurar nada, pero es un maldito retorcido y no descarto que a su manera tratara de mantener con vida a tus padres. Aunque con Kagome no parece que le funcionara muy bien si esa era su idea.
- ¿Aliado con Kirinmaru? ¡no tenía idea! ¡por qué…_se palmeó la frente con cansancio pasándose la capa por la cara con agresividad para limpiar la humedad_ olvídalo, Towa y Setsuna a veces no me dicen nada en realidad no es tan raro, voy a tener que interrogarlas más tarde.
Shippo hizo una mueca despectiva:
- Son medio Rin así que tienen un lado muy bueno, pero también son medio Sesshomaru así que no es raro que puedan ser medio desgraciadas.
- ¿En que puede servir que a su manera extraña quiera a sus hijas?
- Si las convences de ir contigo podrían tener alguna posibilidad de que use la espada en Kagome. Pero no hablo de pelear con él.
- Hablas…de… ¿rogarle?
- Tenseiga es su espada, el plan más seguro es que él mismo la use.
- ¿Crees…que funcione? ¿pedírsela?
- Antes de saber lo de Kagome habría dicho que había posibilidades…ahora no lo sé Moroha.
- ¡Keh! ¡no es posible que no haya otra maldita opción!
Shippo escondió la cabeza entre las rodillas exprimiéndose el cerebro para encontrar algo que pudiera ayudar a Kagome, la espada de Sesshomaru era la mejor opción, pero si no… ¿de qué otra manera podrían encontrar una forma de ir al futuro que no involucrara al árbol sospechoso?
Entonces recordó. La lección que recibió hacía mucho tiempo cuando comenzó su entrenamiento, los diferentes niveles de poder Kitsune, lo que se requería para alcanzar cada nivel hasta llegar al máximo: Las nueve colas o incluso algunas más.
- Los Kitsunes más poderosos pueden tener la capacidad de curvar el tiempo y el espacio.
- ¿Uh? ¡¿Conoces a alguno?!_ los ojos castaños de la niña brillaron esperanzados.
- No exactamente, los de nueve colas no se cruzan comúnmente con los más débiles y apenas tengo dos, además no tenemos nada que ofrecer, tiene que ser alguien que este dispuesto a hacer favores.
- Has estado entrenando por décadas Shippo, debes al menos tener a alguien en mente o ni siquiera habrías dicho nada.
- Hay uno, tenía siete colas la última vez que nos vimos, podría haber ganado más en este tiempo era bastante poderoso, pero…_un escalofrío involuntario recorrió al chico_ su carácter…no me trata muy bien.
- ¿Es malvado?
- En realidad no, supongo que si logro encontrarlo podría servir.
- En ese caso ya tenemos un plan_ Moroha se estiró viéndose notoriamente más feliz que antes_ hablaré con Towa y Setsuna esta noche, probablemente no va a ser tan fácil, Towa está odiando a su padre.
- Normal , adora a sus hermanas menores y su padre encerró por catorce años a la esposa de su hermano menor en una cochina perla. Veo sistemas morales muy diferentes.
- ¿Cuánto tiempo te tomaría encontrar a tu amigo zorro?
- Uno no es mi amigo exactamente, dos…cinco días en llegar a la zona más cercana donde nos reunimos a veces y comenzar a averiguar donde está. No te voy a mentir, podría ser un poco largo.
- ¿Puedes irte hoy?
- Sí, supongo que terminaron mis vacaciones ¿eh? _ se sentía un poco mejor, al menos había algo que podían hacer para ayudar incluso si no eran los mejores planes_ esto no te va a gustar, pero voy a necesitar algo de tus ahorros, necesito comprar información y muchos zorros aman deambular por ahí entre los humanos, el oro sirve.
Moroha hizo un movimiento de afirmación con la cabeza, se cruzo de brazos y resopló. El viento había secado gran parte de sus lágrimas dejando marcas leves en su piel:
- ¿Sabes que la única cosa que me gustaba de ser huérfana y estar sola es que no tenía que preocuparme de esta manera por nadie? Sin dolor, sin llorar cada poco tiempo por nadie más que por mí.
- Bienvenida a los sentimientos de amor y empatía, a veces apestan.
Abrió la boca para contestarle algo sarcástico, pero eligió guardar silencio porque incluso si su comentario podía parecer un poco frío, Shippo le estaba sonriendo de forma cariñosa.
Aunque fuera un dolor en el trasero a veces, él era un buen amigo.
Llegó a la cabaña bostezando y casi arrastrando los pies, el cansancio emocional se sumaba al físico y quería dormir un rato antes de ir a buscar a las gemelas. Si hace un año le hubieran dicho que iba a estar rogándole a sus primas que a su vez fueran con ella a rogarle a Sesshomaru que agitara su estúpida espada para salvar la vida de su madre se habría reído.
Entro a la cabaña saludando a su padre con la mejor cara que pudo, su corazón dolió al verlo en la misma posición de la mañana, él era incapaz de apartarse de Kagome a menos que no fuera estrictamente necesario.
Miroku y Sango llevaban días yendo a acompañarlo, el monje estaba preparando la comida mientras que su esposa se dedicaba a doblar un par de mantas.
Cuando Moroha se echó sobre la colchoneta que Towa había dejado para ella, Sango le tendió una de ellas:
- Está haciendo frío por la noche.
- Gracias.
- ¿No vas a comer? La cena va a estar lista pronto.
- Ah, no tengo hambre.
La faz de la mujer se tiñó de preocupación, Moroha jamás rechazaba comer, ella amaba la comida. No importa si estaba enojada, triste o deprimida jamás la rechazó, inclusive en el tiempo cuando aún desconfiaba de ellos y le costaba abrirse de todos modos se comió lo que le dieron.
- ¿Segura?
- Sí, estoy bien. Pero podría beber algo.
El líquido la iba a ayudar a despertarse en unas pocas horas para hacer lo que tenía que hacer. Y por una vez agradeció que Shippo fuera bueno tomando "cosas prestadas" porque no iba a ir a pedirle que ella le diera el oro y en su lugar solo sacaría lo que necesitara de su escondite en la cabaña de ella e Inuyasha.
Pensando en que tendría que encontrar otro escondite para sus ahorros a futuro se tomó la leche que le dio Sango y se durmió.
- ¡KAGOME!
Abrió los ojos asustada, agarrando su arco y su espada por acto reflejo luego de tantos años donde dormía sola y despertar con un grito en medio de la noche significaba peligro.
Su cerebro reaccionó con rapidez, indicándole donde estaba, se volvió a situar en su realidad actual para percatarse de que el grito era de su padre, porque su viejo siempre hacía lo mismo: podría estar a su lado y de todas formas gritaría si estaba preocupado como si ella no pudiera oírlo.
Pero no era su nombre el que había pronunciado.
Levantó la vista viendo a Inuyasha abrazando a una figura delgada entre sus brazos…su madre. Habría pensado que finalmente fue a descansar al más allá de no ser porque escuchó una voz cansada y diminuta llamando a su padre incluso aunque él la estaba abrazando.
¿Gritarse de esa manera era cosa de ellos?
- ¡Kagome! _ la anciana Kaede pasó rápidamente a su lado, demasiado para alguien de su edad acercándose hasta la pareja y comenzando a chequear a la mujer.
Su madre…Kagome…estaba despierta, ella no murió. Y no sabía que hacer ahora.
Se quedó quieta pegada al fondo de la cabaña con la espalda contra la madera mirando como Kaede revisaba a su mamá, como su padre la ayudaba a beber un poco de agua y luego algo de sopa sosteniéndola con firmeza, pero al mismo tiempo de forma gentil y la regañaba cuando ella parecía intentar apurar los tragos. El viejo era así: se volvía brusco cuando estaba preocupado y era obvio que en esos momentos estaba feliz pero aún demasiado asustado por el estado de su esposa como para dejarse inundar por el júbilo.
Cuando el shock disminuyó, Moroha se dedicó a mirar a su madre, recordando que ella estaba débil, en mal estado…y que no sabían cuanto tiempo había pasado para ella. Para su viejo fueron solo unas semanas y por poco le da un infarto al enterarse de que fueron catorce años, pero él estaba sano y en buenas condiciones cuando lo encontraron.
Ella, no, en ese estado tan frágil no había forma en que fuera buena idea decirle la verdad a menos que ya lo supiera.
- Inuyasha, Sesshomaru…
- Shhh, lo sé Kagome_ la abrazó enterrando la nariz en su cabello_ no te preocupes de eso todavía. Tienes que tomártelo con calma estás muy débil.
- Inuyasha ¡Moroha!
- Ella también está bien, lo prometo.
Un fuerte sollozo sacudió a Kagome y se agarró a la túnica roja de su marido:
- ¡Han sido tres años Inuyasha! ¡tres! Ella…ella seguramente ya dijo sus primeras palabras, ya está caminando y me lo perdí, los deje solos todo este tiempo.
Inuyasha se quedó inmóvil incapaz de hacer nada más que seguirla abrazando, tres años…Kagome pensaba que habían pasado solo tres años y posiblemente también creyera que él había criado a su hija.
- Descuida Kagome_ Kaede reaccionó más rápido, frotando la espalda de la mujer más joven_ Inuyasha lo ha hecho bien, es un buen padre y Moroha ha crecido fuerte y saludable.
Padre e hija de estremecieron al mismo tiempo, Inuyasha se encontró con la mirada de Moroha, ambos igual de perdidos sobre que hacer a continuación, pero les basto verse para saber que tenían algo claro: Kagome aún no estaba lista para lidiar con la verdad, no mientras su cuerpo no estuviera en condiciones óptimas.
- Quiero verla, quiero ver a nuestra niña.
- Relájate, ella…esta con Koga ahora, no es seguro traerla a casa por el momento así que no puedes verla aún.
Tuvo que volver a esconder la cara en su hombro, porque Kagome lo conocía demasiado bien y si lo miraba a los ojos iba a encontrar la mentira en segundos.
Por suerte eso bastó, ella suspiro aliviada y comentó que se sentía un poco mareada. La ayudó a recostarse otra vez sosteniendo su mano hasta que volvió a dormirse.
- Es un sueño normal_ lo tranquilizó Kaede_ tiene que irse alimentando poco a poco, su estómago no soportará alimentos sólidos aún.
Moroha se paro lentamente, vigilando a su madre paso a paso en caso de que ella fuera a despertarse hasta que llego a la puerta:
- Me quedaré con Towa y Setsuna hasta que podamos decirle la verdad_ susurró_ también, me encargaré de decirle al resto.
- ¿Esto esta bien para ti? _ ocultar la verdad por el tiempo que Kagome se recuperaba significaba que Moroha no iba a poder conocer a su madre de inmediato, que iba a tener que esconderse.
- Papá_ se arrodilló junto a su padre sonriéndole lo mejor que pudo incluso con sus sentimientos conflictivos_ esperé mucho tiempo para conocerla, un poco más de espera no me matará_ alisó las arrugas que él tenía en el entrecejo con su garra_ sonríe, ella esta bien ahora ¿no?
Inuyasha le dio una pequeña sonrisa cansada, pero llena de alivio y de alegría genuina por primera vez en semanas:
- Sí, ella va a estarlo.
- ¡Estoy diciendo la verdad, lo juro! _ Shippo tenía las manos en alto intentando calmar a la exterminadora que lo estaba apuntando con su naginata fuera de la cabaña de Moroha e Inuyasha, donde actualmente se estaban quedando las gemelas.
- Moroha ama su dinero, ¿esperas que creamos que ella te permitió tomarlo? _ la voz de Setsuna como siempre era fría y cortante.
- ¡Sí! ¿acaso piensan que se lo robaría?
No recibió ninguna respuesta.
- ¡Que me guste tomar algunas de sus cosas no significa que le quitaría su oro! ¡soy su amigo!
- Lo sabemos…pero también tienes malas costumbres_ Towa se cruzó de brazos observándolo pensativa_ ¡ya se! ¿tienes algún documento donde Moroha haya escrito que quiere pasarte parte de su dinero!?
- ¿Eh? ¿alguna de tus ideas de la era Reiwa?
- Tienes que reconocer que nos sacaría de dudas.
Shippo gimió, a este paso no iba a poder irse esa misma noche a menos que fuera a buscar silenciosamente a Moroha hasta la cabaña de la anciana Kaede y la trajera consigo para aclarar las cosas.
- Si renunciaras a tus malas costumbres, amigo mío tal vez no dudarían de ti.
- ¿Hisui? ¿Qué haces aquí? _ Shippo alzo una ceja preguntándose si el desespero del pobre hombre iba hasta el punto donde buscaba excusas para pasearse por donde estaba la chica que le gustaba.
- Vine acompañando a Moroha.
Hisui hizo un gesto indicando hacia su espalda, allí caminando a una corta distancia y con expresión pensativa estaba la niña, en un estado muy lejano a su clásico ánimo enérgico. Setsuna retiro la naginata sosteniéndola a un costado.
- ¿Moroha? _ Towa corrió hacia ella agarrándola por los hombros_ ¿pasa algo? Podría ser que…tu madre…
Dejó la frase colgando sin atreverse a terminarla, Shippo bajó la vista suspirando: lo sabía, siempre lo supo dos golpes de suerte no significaba que iba a haber un tercero.
- Moroha_ se acercó hacia ella sin saber muy bien que decirle a una chica que había perdido a su madre y que ni siquiera la recordaba_ yo…
- Oigan, mamá no murió.
Todos se quedaron estáticos, procesando lo que acababan de escuchar.
- ¿No? _ Hisui levantó ambas cejas totalmente sorprendido_ pero te veías tan triste durante todo el camino.
- ¿No le preguntaste en todo el camino que fue lo que pasó? _ el zorro se golpeó la frente incapaz de creer que el sujeto hacía hecho eso.
- Ella parecía tan deprimida_ Hisui se ruborizó sintiéndose repentinamente torpe_ ¡solo trataba de ser respetuoso!
- Bien, bien, escuchen_ un poco más recuperada Moroha fue capaz de hablar correctamente_ mi madre…ella estará bien, o al menos eso cree la anciana Kaede, pero su cuerpo está demasiado débil y no es buena idea contarle aún que han pasado catorce años desde que desapareció. Dentro de la perla solo fueron tres.
- Entonces…no puedes verla_ Towa la miró con tristeza.
- ¡No pongas esa cara! ¡realmente esta bien! sinceramente…_ Moroha se rasco el cabello_ ni siquiera sé que decirle cuando hable con ella.
- Esto quiere decir que ninguno de nosotros puede hablar con ella, ni dejarse ver en la cabaña…a menos que…_Hisui le dirigió una mirada significativa a Shippo_ tu puedes adoptar la forma que tenías hace catorce años e ir a verla ¿no?
- Hum…yo…_los ojos verdes del chico se desviaron hacia Moroha.
- Creo que es una buena idea_ Setsuna no le prestó atención a la sonrisa que le dirigió Hisui_ la señora Kagome…tía…no se va a sentir tranquila si pasan los días y las únicas caras que ve son las caras de Kaede y su marido, la tranquilizaría que haya alguien más.
- Y no sé qué tan similares se vean mis padres en comparación a catorce años en el pasado.
- El viejo dijo que Sango se veía casi igual, pero Miroku aunque no se ve mal, es notorio que ha pasado tiempo. Más de tres años al menos.
Los ojos castaños de Moroha se encontraron con los de Shippo y supo que iba a tener que hablar con él, porque todavía recordaba la forma en que lo trató cuando se conocieron y por eso en ocasiones parecía que caminaba sobre cáscaras de huevo a su alrededor, especialmente cuando se trataba de su madre.
Iba a tener que solucionar eso, pero ese no era precisamente el momento para ponerse a conversar.
- Ve con ella, y ayuda al viejo a esquivar cualquier pregunta difícil que haga, si lo que escuché es cierto ella lo conoce demasiado bien y descubre fácil sus mentiras.
Shippo asintió aún un poco reticente, pero con un humor más sereno. En un abrir y cerrar de ojos se había transformado en una versión más joven de sí mismo, al menos veinte centímetros más pequeño de lo que era ahora, con el cabello más corto y mientras que sus pies conservaban apariencia humana en su espalda se destacaba una cola naranja esponjosa.
- Extrañaba ver eso_ río Hisui.
- Cállate.
- ¿Uh? Te ves bastante esponjoso y pequeño_ murmuró Moroha.
- ¡Lo es!
Shippo lanzó un chillido al sentir que alguien le estaba apretando la cola, saltó y se abrazó el apéndice para apartarla de los dedos impertinentes de Towa:
- ¡No toques la cola de un zorro tan fácilmente! ¡es de mala educación!
- Ah, vale, lo siento_ Towa sonrió avergonzada.
- Así que de ahí es de donde el viejo te agarraba ¿eh?
El rostro del pelirrojo se sonrojó:
- ¿De dónde sacaste esa información?
- Sango lo mencionó.
Shippo soltó un suspiro cansado, ¿no podían omitir esa información vergonzosa sobre su pasado? ¿era necesario que conocieran los detalles personas que nunca estuvieron allí? Antes de que alguien pudiera hacer algún otro comentario se fue volando rumbo a la cabaña de la anciana Kaede y a pesar de todas sus quejas mentales a mitad de camino tuvo que admitir que la interacción un poco tonta con todos lo había ayudado a mantener las preocupaciones sobre el estado de salud de Kagome fuera de su cabeza.
Realmente no quería ver a alguien a quien siempre recordó como una de las mujeres más fuertes que conocía convertida en una cosita débil y delicada, le iba a doler y lo sabía. Pero iba a tener que soportarlo.
Kagome...
Los días se transformaron en semanas, lentamente Kagome recuperó sus fuerzas y podía permanecer más tiempo despierta para entablar pequeñas conversaciones y no solo comer y beber para volver a caer en un sueño pesado.
Inuyasha siempre estaba a su lado y la anciana Kaede la chequeaba a diario. Sango también estaba allí para hacerle compañía y el pequeño Shippo aparecía regularmente para intentar serle de ayuda en todo lo que pudiera. En apariencia todo parecía estar bien, Moroha se suponía que estaba a salvo con Koga, Sesshomaru alejado por el momento luego de que su esposo peleara con él, aunque le habría gustado ver a su amigo Miroku, Sango le dijo que estaba en un entrenamiento espiritual intenso que no podía interrumpir pero que podrían ir a verlo una vez que ella mejorara, las gemelas e Hisui al parecer se estaban quedando con su tío.
Parecía que todo estaba en orden, pero no podía quitarse la sensación de que algo no encajaba.
La anciana Kaede parecía temerosa en ocasiones y le dirigía miradas extrañas a Inuyasha. Cuando le preguntó a la mujer sobre Rin y sus pequeñas niñas preocupada luego de que Sesshomaru la traicionara, la anciana sacerdotisa desviaba el tema diciéndole que estaban a salvo y que no tenía que preocuparse por eso, que el medio hermano de su marido no dañaría a su propia familia.
Inuyasha aunque siempre le prestaba toda su atención cuando estaba con ella a veces de noche cuando él creía que dormía lo sentía salir de la casa corriendo hacia algún sitio desconocido…o hacia alguien. Cuando le preguntó al respecto él puso una expresión culpable que, sin embargo no era igual a la que solía poner cuando iba tras Kikyo, era un tipo de culpa diferente…pero no podía dejar de pensar que él corría a ver a alguien y no solo se iba a tomar el aire. El problema es que la única otra persona aparte de ella por la que Inuyasha siempre estaba pendiente se supone que se encontraba a Kilómetros de distancia escondida junto con los lobos.
Sango, su dulce amiga Sango se veía tan hermosa como siempre, pero había algo diferente en ella, su rostro no mostraba ninguna arruga ni signo de edad pero de alguna forma le transmitía una sensación más madura que le recordaba a veces más a la madre que dejó atrás en la época moderna y no a la mujer joven con hijos pequeños que era su amiga…y su cuerpo, definitivamente no estaba gorda, se mantenía en forma pero se veía más curvilínea, más suave, más como una madre que pasaba sus días en casa y había dejado estar un poco su entrenamiento físico de exterminadora.
Pero por lo que sabía Sango no pensaba jubilarse completamente de las actividades de campo hasta que fuera un poco mayor, entonces siempre quiso dedicarse a desarrollar tranquilamente armamento para ayudar a otros exterminadores. Por la forma en que a veces hablaba parecía que ya lo estaba haciendo, tendría sentido si pensaba que Miroku estaba de viaje espiritual que prefiriera estar permanentemente en casa sin su marido para apoyarla ni ver a sus hijos , pero ¿Por qué Miroku elegiría irse mientras su esposa lo necesitaba con tres niños aún pequeños e hiperactivos?
Tampoco había visto a Kohaku en absoluto desde que despertó, se supone que él llevaba algún tiempo en la aldea comenzando a ejercer como tutor de los jóvenes exterminadores en formación, nunca fue demasiado cercana a él, pero habría pensado que iría a verla de todos modos llevando a sus sobrinos. Se pregunto si solo estaba siendo demasiado sensible, pero su intuición insistía en que algo pasaba.
Especialmente por Shippo…pequeño Shippo, que a veces parecía haber cambiado mucho.
Se veía exactamente igual que la última vez que lo vio, eso no era extraño los demonios envejecían lentamente, pero su actitud había cambiado: él no corrió llorando hacia ella cuando se encontraron la saludó con una sonrisa y contuvo las lágrimas como siempre hacían los chicos al llegar a cierta edad donde querían parecer más hombres y menos niños…él nunca había tenido ese tipo de actitud antes. Se tensó por un momento cuando ella lo abrazó como si no estuviera acostumbrado ya a ser abrazado todo el tiempo y cuando le respondió el abrazo no se acurrucó en su regazo, sino que solo la rodeo con ambos brazos mientras se arrodillaba a su lado.
Su actitud no la hizo pensar en su hermanito Sota que dejo atrás, ni en un pequeño niño, más bien le recordó a Kohaku el hermano adolescente de Sango. También había otras cosas extrañas: sus discusiones con Inuyasha se mantenían pero sus palabras se habían vuelto más certeras, ácidas e hirientes, ya no parecía que decía las cosas sin querer o sin pensar sino que solo dejaba salir lo que creía aunque a alguien le doliera, no corría hacia ella para que frenara a su marido cuando este le quería pegar sino que parecía tener toda la intención de intentar pelear con él y cuando ella intervenía ya no la miraba agradecido sino con un pequeño brillo de decepción en sus ojos verdes que ya no tenían la misma mirada inocente de antes sino que la mitad del tiempo se veían un poco reflexivos y el resto como si no planeara nada bueno.
Y comenzó a conectar los puntos, el nerviosismo de todos, la reticencia de Inuyasha a dar información, los cambios en Sango, la falta de respuestas y un niño que sospechosamente parecía uno, pero actuaba como quien se empieza a convertir en hombre. También estaba esa voz…la voz de una niña pidiéndole que despertara, una voz desconocida pero que sonaba con una cadencia similar a la de su marido.
Una tarde tranquila, sentada en su futón mientras miraba al exterior se quedó sola con Shippo, le sonrió con afecto y acerco su mano hacia su mejilla:
- Shippo ¿es así como realmente luces?
Él se sobresaltó confirmando las sospechas que ya tenía hace algunas semanas. Kagome ya se sentía lo suficientemente fuerte, ya no estaba en los huesos y la comida la había hecho recuperar el peso perdido. Tenía la idea de que todos le habían estado escondiendo información importante por su bien, pero ahora que estaba lo suficientemente fuerte como para aguantar cualquier golpe tenían que decirle la verdad.
Podría soportar cualquier cosa, no importaba porque su marido y su hija estaban bien, porque Inuyasha habría sido incapaz de mentir sobre la muerte de Moroha.
Shippo la observó fijamente unos segundos con una mirada triste.
- Por favor, dime.
Sus hombros se desplomaron y Kagome se dio cuenta de que se había rendido, le dió una sonrisa alentadora:
- Entonces me gustaría ver como luces en realidad.
Con una pequeña explosión el niño desapareció dejando paso a una versión más alta, de miembros más alargados con una cola de caballo que se extendía hasta el inicio de su espalda, La colita esponjosa también se había ido.
Kagome trato de sacar cuentas mentales buscando una comparación en edad humana: él lucía como un chico de entre unos doce a trece años…no más pero tampoco menos. Si fuera humano no habría sido tan alarmante el cambio, pero en un demonio…para que Shippo pasara de la niñez a la adolescencia temprana desde la última vez que lo vio, eso significaba que la diferencia entre los tres años que ella había sentido y el tiempo real que había pasado era mucho más grande de lo que pensaba.
- ¿Cuánto tiempo? _ Shippo se encogió en su puesto mirándola aún con esos ojos tristes, disculpándose_ ¿Cuánto?
Él tragó:
- Catorce años Kagome. Inuyasha…fue liberado hace unos seis meses aproximadamente, creemos que Sesshomaru los encerró separados porque juntos podrían ser peligrosos_ habló apresuradamente, como queriendo terminar cuanto antes.
Kagome dejo que un sollozo se le escapara antes de taparse la boca y obligarse a permanecer calmada, porque Shippo no seguiría hablando si la veía derrumbarse.
Había estado barajando diferentes posibilidades, pero la peor de ellas es que hubiera pasado el doble de tiempo del que pensaba: seis años, aún una tragedia, todavía lamentable que su pequeño bebé ya fuera una niña grande…pero ¿catorce? Por todos los cielos, Moroha ya había dejado atrás la infancia, tenía solo un año menos que ella cuando empezó su viaje con Inuyasha.
Y todo cobro sentido.
La apariencia de Sango, la marcha de Miroku (¿de verdad estaba entrenando o solo su apariencia delataba su edad y por ello no podía aparecer?), Kohaku, Hisui, las gemelas de Sango todos demasiado envejecidos para que ella no se hubiera dado cuenta de inmediato, por eso nunca los veía, posiblemente Rin y sus niñas fuera la misma situación en el mejor de los casos: demasiado mayores, demasiado crecidas.
Se mordió el labio y apretó sus manos recuperando la compostura:
- Moroha… ¿la crió Koga?_ resulta que también se equivocó en eso, su marido no cuidó a su bebé, el también estaba sellado en algún sitio.
- Hasta los ocho años más o menos, luego ella quiso marcharse y se fue junto a una anciana mujer lobo que le enseñó a luchar. Cuando la conocí estaba trabajando como cazarrecompensas por cuenta propia_ y calló el resto de la historia, Kagome todavía no necesitaba saber que su hija fue maltratada por algunos demonios de la tribu, vendida como esclava y tratada como sirviente. A él aun le dolía por ella, Kagome ya estaba procesando bastante.
Ni siquiera a Inuyasha le habían contado aún toda la historia porque a Moroha no le gustaba causar lástima e incluso con malos recuerdos amaba al lobo y a su esposa como a unos tíos y quiso a su maestra, pero Inuyasha habría hecho una maldita guerra con el clan y habría ido a por el cuello de Koga si llegaba a saber toda la verdad sin tener a su esposa al lado, la única capaz de calmarlo tanto por las buenas como por las malas.
Kagome se repuso tomando lentamente un poco de agua en el vaso que siempre tenía junto a su lecho:
- ¿Moroha está en la aldea?
- Sí, ella se estaba quedando aquí mismo antes de que despertaras, ahora esta durmiendo en la cabaña que compartía con Inuyasha, esta con Towa y Setsuna así que no esta sola. Inuyasha va a verla cuando te duermes. No es la misma casa que tenían antes, esa se derrumbó durante un ataque de un demonio hace algunos años.
- Podrías… ¿puedo verla? ¿ella quiere verme? _ aunque la desgarrara por dentro la dolorosa verdad es que para su niña posiblemente ella solo fuera su madre de nombre, Shippo calló, se veía incómodo_ no esta tan entusiasmada con la idea ¿verdad?
- ¡Ella era igual con Inuyasha! ¡pero ahora se quieren mucho! Estoy seguro de que cuando se conozcan ella te va a amar. Moroha puede ser un poco brusca, dice cosas sin pensar y no se abre fácilmente, pero tiene buen corazón y en el fondo es bastante dulce. Sé que se va a abrir a ti al final, solo necesita tiempo.
Kagome sonrió, no una sonrisa fingida ni tratando de mantener la calma sino una sincera sin rastro de tristeza porque acababa de descubrir algo bueno:
- Son amigos_ no fue una pregunta, estaba segura_ te llevas bien con Moroha.
- Sí, aunque a veces parezca lo contrario. Pero para ser justo ella se lleva bien con todos, no es de trato tan difícil si estas en su lado bueno.
- Me alegra oír eso_ quiso abrazar al zorro, pero al ver al chico frente a ella decidió pasar una mano gentil por su cabello en su lugar_ creciste bien Shippo.
- Gracias Kagome.
Un jadeo bajo desde la puerta los hizo reparar en la llegada de una tercera persona: Sango estaba allí sorprendida, parecía un poco triste pero también aliviada, entró y tomo asiento junto a Shippo.
- Sabía que en algún momento te darías cuenta. Lo lamento, Kagome no queríamos arriesgarnos a que no soportaras la noticia si te lo decíamos tan pronto como despertaste.
- Está bien, lo entiendo_ aunque le molestaba que le mintieran no podía negar que había estado en muy mal estado y definitivamente no lo suficientemente fuerte para manejar algo así.
- Bueno_ Sango le sonrió intentando reunir la mayor cantidad de optimismo_ ahora podremos ponernos al día de verdad.
- Siendo así supongo que las dejaré hablar…e iré a ver si encuentro a Moroha.
Shippo salió de la cabaña y casi choca con Miroku en el camino quien se mostró bastante contento de que Kagome ya supiera la verdad y por lo tanto por fin podía ir a saludarla sin temor a que viera su rostro de mediana edad.
Sin embargo, en cuanto entró saludándola con una sonrisa, ella finalmente se rompió, toda la compostura y calma que mantuvo con Shippo se cayó completamente al ver los visibles cambios en su amigo, no se veía mal, tampoco demasiado viejo, pero en él era mucho más patente el tiempo que había pasado que en el pequeño zorro.
Sango la atrajo hacia un abrazo apretado acunando a Kagome contra su hombro, imaginando el enorme dolor que ella debía estar sintiendo, incapaz de imaginarse como sería perder tantos años de su vida.
- Shh…está bien, déjalo salir.
Miroku se sentó al otro lado y también le brindó su apoyo silencioso sonriéndole con resignación a Inuyasha cuando reapareció en la puerta.
Atardecer…
Había encontrado a las gemelas medio demonio, a Hisui, a Kohaku incluso a Inuyasha quien salió disparado como un rayo hacia su esposa al enterarse de que ella sabía la verdad. Pero no encontraba a Moroha por ningún sitio.
El Kitsune peinó la aldea, la cabaña de Moroha, el árbol donde solían instalarse, el río y no pudo encontrarla. Deseó tener el mismo olfato desarrollado que ella quien siempre podía saber donde estaba cualquier persona sin esfuerzo.
Estaba pensando en rendirse y regresar a la cabaña para decirle a Inuyasha que aparentemente se habían secuestrado a su hija cuando recordó que no había revisado todo el río, tan solo solo las zonas más frecuentada por los aldeanos, pero no las más vacías. Se dirigió hacia allí sintiéndose aliviado al ver a la figura pequeña y bastante mojada de una niña que se había metido al agua con ropa incluida:
- ¡Oye Moroha!
Ella se asustó dejando escapar al pez que estaba sosteniendo:
- ¡Mi comida! ¡Vas a tener que venir aquí y atraparlo otra vez Shippo! _ demandó pisoteando en el fondo del cauce y salpicando agua a su alrededor.
- Si quieres lo hago más tarde_ Shippo se acercó manteniéndose lo suficientemente lejos de la orilla para que ella no tuviera la tentación de arrojarlo al agua_ Kagome ya sabe la verdad.
- Oh…
Moroha se quedo en silencio, sin saber que responder así que se comenzó a centrar su atención nuevamente en los pescados que nadaban contra la corriente para mantenerse ocupada:
- ¿Tú le dijiste?
- Ella es lista, se dió cuenta sola.
- Claro que se dio cuenta, ella es mi madre ¿no? no puedo tener una madre tonta.
- Corta esa sonrisa, sé que es falsa.
- Tsk, ¡bien! ¿entonces que quieres que te diga?
Shippo se sentó en las rocas cruzándose de piernas, intentando que su voz sonara lo más tranquilizadora posible:
- Podrías empezar diciéndome si piensas ir a saludarla o no, ahora que ella sabe todo.
- ¿Y si digo que no?
- No es como si pudiera arrastrarte_ se encogió de hombros.
- Shippo…yo_ Moroha suspiró saliendo del agua buscando el sol para que la secara_ no sé si estoy lista.
- ¿Estabas lista para conocer a Inuyasha? _ ella guardo silencio negando con la cabeza después de pensar unos segundos_ ¿habrías estado lista alguna vez si él no hubiera ido a buscarte por sí mismo?
Moroha se mordió el labio. Tenía que reconocer que no, nunca habría estado lista para que su padre saliera del mundo de los muertos donde se supone que estaba y posiblemente se habría seguido arrancando de él, si Inuyasha no hubiera sido tan poco paciente y decidiera forzar el encuentro.
- Kagome no va a venir a buscarte, ella te va a dar espacio y va a dejar que vayas a hablarle cuando tu quieras. Tampoco va a permitir que Inuyasha te lleve.
- El viejo no es nada sutil ¿eh?
- Nunca fue su fuerte lidiar con los sentimientos ajenos…ni los propios.
- Te encanta criticarlo.
Shippo se echó a reír:
- Es una costumbre mutua. Además, me encanta criticar a todo el mundo, alguien tiene que encargarse de decir lo que nadie se atreve.
Moroha llevo suavemente un pie a la corriente para salpicarle agua con él:
- Te vas a quedar solo y sin amigos.
- Hisui me ha soportado desde que nació y aun no me mata, voy a estar bien. Moroha…nunca vas a estar lista para encontrarte con Kagome, no lo aplaces demasiado, tampoco te preocupes tanto le hablé un poco sobre ti y ya te ama.
- Espera… ¿le hablaste a mamá sobre mí? ¿Qué le dijiste?
Shippo ya iba caminando de regreso hacia la aldea. Moroha comenzó a perseguirlo:
- ¡Oye, espera! ¡qué demonios le dijiste! ¡tus presentaciones me dan mala espina! ¡como haya sido malo te voy a purificar!
- ¡Solo dije la verdad!
El zorro agitó una mano y se fue antes de que pudieran atraparlo.
Una vez que se calmó y logró aceptar la idea de que había pasado tanto tiempo desde que quedara atrapada en la perla Kagome descubrió que podía saludar correctamente a la fila de personas que entraron esa noche a la cabaña durante la cena: Kohaku convertido en un hombre serio y seguro, junto a sus alumnos y a Hisui quien la sorprendió porque era como ver a un joven Miroku con traje de exterminador.
Fue agradable ver que el pequeño niño sensible apegado a las faldas de su madre había crecido para ser alguien educado y amable con tendencia al sonrojo cuando lo molestaban y gestos parecidos a Sango. Una vez que Shippo regresó y los vio interactuar supo que debían haber pasado mucho tiempo juntos por la familiaridad con la que se trataban.
Trató de enfocarse en esas pequeñas cosas que observar en lugar de que el zorro había regresado solo y por la mirada desanimada que puso Inuyasha al escuchar "que no había visto a Moroha" fue fácil suponer que Shippo estaba oliendo a ella en esos momentos delatando la mentira y su marido lo notó. Kagome pudo aceptarlo, su niña de catorce años no iba a correr hacia una desconocida gritando "mamá".
No pudo ver a las gemelas de Sango porque estaban en su casa familiar que ya no se encontraba en la aldea, pero pudo imaginar que debían de ser mujeres hechas y derechas a esa altura.
Towa y Setsuna le dieron algo más en que enfocarse, se asombró al ver a esos pequeños bebés que vio nacer convertidos en dos chicas altas y atléticas, Setsuna, tuvo que admitir que era un poco lo que siempre esperó de una hija de Sesshomaru, era extraordinariamente parecida a él incluso si ella decía jamás haberlo conocido, pero tenía una mirada más dulce y la capacidad para entender el ambiente que seguramente era herencia de su madre.
Towa si fue toda una sorpresa empezando por su ropa moderna, su carácter alegre casi igual a su madre y algunos gestos o inflexiones de voz que le parecían familiares, pero no sabía de donde los recordaba. Todo cobró sentido al escuchar su historia, el viaje en el tiempo, como su hermano menor la había criado y entonces vio que esos gestos eran de Sota. La chica la trató como si fuera una tía largamente perdida, ya que la sentía como su familia paterna en vez de un familiar político, Kagome se emocionó al ver algunas fotografías de su hermano ya convertido en un hombre, su esposa y su pequeña hija, pero no fue una experiencia triste porque siempre supo que Sota crecería sin ella, que formaría una vida, lo supo desde que salto al pozo por última vez.
Fue capaz de sonreír cuando la chica le contó sobre como Moroha conoció a su familia y gasto una buena cantidad de dinero de la tarjeta de su tío, como el abuelo Higurashi por fin encontró a alguien que amaba sus regalos raros y Moroha encontró rápidamente la forma de aprender a usar la nueva tecnología que Towa explicó y hasta la misma Kagome encontró extraña.
Amó escuchar cada pequeño detalle sobre su hija, trozos de su personalidad que le mostraban que podía ser una niña alegre y un poco descarada incluso si debió tener una vida difícil. también fue una experiencia dulce ver a las hijas de Sesshomaru decirle "tío" a Inuyasha y ver que él podía diferenciar correctamente entre lo que hizo su hermano y sus sobrinas que no tenían la culpa de nada.
Nadie sabía nada sobre Rin, y sintió una profunda empatía al pensar que tal vez también estaba sellada o dormida en algún lado, que cuando despertara pasaría por lo mismo que ella.
Repentinamente Inuyasha se puso de pie olfateando el aire, todos se tensaron pensando en que algo iba a atacar, pero negó con la cabeza calmándolos y luego salió corriendo de la cabaña.
Era Moroha, Inuyasha solo corría de esa manera por dos personas en su vida y una de ellas se encontraba en la habitación.
Minutos más tarde volvió a entrar, pero parecía caminar un poco rígido, el corazón de Kagome se estremeció al ver un par de pies más pequeños tras los de su marido y una capa hecha de retazos de tela asomando por su espalda.
Lentamente Moroha asomo la cabeza escondida tras el cabello de su padre, dirigiéndole una mirada a su madre a quien no había visto en semanas: la fragilidad se había sido, se veía más suave, más curvilínea y también muy bonita, tanto como la señorita Tamano. Dio un paso al lado quedando totalmente a la vista de la mujer, sin saber que hacer excepto seguir mirándola.
La primera impresión de Kagome fue que ella era pequeña, su hija no se veía como una chica de catorce años sino de menos, no tenía curvas aún y no era tan alta como Towa o Setsuna, era bajita y aunque sabía que era una excelente peleadora y llevaba una espada a la cintura Moroha se veía más adorable que temible, un lazo rojo en el cabello asemejaba mucho las orejas de su marido y podría jurar que esa era la antigua tela de su uniforme. Su atuendo de rata de fuego la hacia ver al primer golpe de vista como una copia exacta de su padre, pero sus rasgos más suaves y dulces y sus colores eran los suyos. Y la mirada desorientada que le estaba dando casi la hizo volver a llorar, porque le recordó a la última mirada que le dio antes de enviarla con Hachi cuando era un bebé. Su pequeña niña no sabía que hacer, se veía torpe y estaba poniendo la misma cara de cachorrito asustado que solía poner Inuyasha cuando estaba incómodo.
Ella no la conocía, su bebé no se acercaba con confianza, pero su pequeña estaba allí y para su alivio aun se veía como una niña y actuaba como una aferrándose a la manga de su padre por apoyo moral, aun podría cuidarla durante algunos años y tratar de darle el afecto que no tuvo antes. Había tenido miedo de encontrarse con una mujer que ya nunca fuera a necesitarla.
Le sonrió intentando infundirle confianza y disipar un poco la sensación poco acogedora entre ambas. Moroha trato de devolverle la sonrisa.
- Creo que deberíamos darles tiempo a solas para que hablen.
- Hisui, amigo, eres tan sutil como un ciempiés gigante.
Shippo se levanto seguido del exterminador, luego los siguieron el resto, Sango le dijo que volvería temprano al otro día para verla. Hasta la anciana Kaede se fue a buscar algunas hierbas según ella y así finalmente en la cabaña solo quedaron los tres.
- ¿Quieren que me quede?
Kagome no le respondió a su marido y le dejo la decisión a su hija.
- No, viejo, creo que estaremos bien.
- Estaré buscando más leña.
Inuyasha le acarició el cabello a la niña antes de salir, Moroha le sonrió genuinamente, y Kagome se sintió cálida por dentro al ver la escena porque al menos su hija amaba a su padre e Inuyasha merecía ser amado.
- Entonces…_Moroha se sentó suavemente a su lado, con las piernas cruzadas camuflando el golpe de nostalgia que tuvo cuando sintió el aroma de su madre tan cerca, incluso si no recordaba nada sobre ella_ tú eres mi mamá.
- Lo soy, pero puedes decirme como te sientas más cómoda.
- No…mamá está bien.
- Le dices viejo a Inuyasha.
Moroha se ruborizó:
- ¡Ah, sí! Era difícil decirle papá al inicio así que lo empecé a llamar viejo, pero ahora también le digo papá. Pero…creo que te queda bien mamá.
El pecho de Kagome se expandió con alivio.
- Me alegra oírlo, vieja no habría sido muy lindo.
La niña soltó una pequeña sonrisa, al menos ahora sabía que su madre tenía sentido del humor.
- Hum…oye ¿qué te dijo Shippo sobre mí?
- Dijo que no te abres fácilmente pero que eres muy dulce en el fondo.
- ¡Keh! ¡imbécil! ¡pensé que había dicho algo peor!
Moroha se golpeo la frente y Kagome resopló:
- Te pareces mucho a tu padre.
- Curiosamente él no deja de decir que me parezco mucho a ti. Y un poco a mi abuela, creo que ella también era baja.
Ambas se sumieron en un silencio un poco incómodo, pero al menos no era asfixiante.
- Moroha… ¿te importaría contarme sobre ti? Sé un poco sobre como viviste todos estos años, pero quiero saber otras cosas, que te gusta, que te disgusta…ese tipo de cosas. También puedes preguntarme lo que quieras.
Así fue como Moroha comenzó a hablar, ya había hecho esto una vez con su padre, no pensó que fuera a ser muy diferente, más sorprendentemente lo fue, porque Inuyasha le dio mucha importancia a preguntarle por su sobrevivencia, por cómo había aprendido a pelear, como pudo alimentarse, si se lastimó o quien la lastimó, él desde el inicio esperaba que no la hubiera pasado del todo bien en la tribu de Koga así que no exigió más información al escucharlo de ella. Pero Kagome parecía ir más allá detectando cosas sutiles en la narración antes de que ella lo confirmara, dándose cuenta de que Koga y Ayame no la criaron como una hija, que en su relato nunca mencionó ningún amigo, quiso saber cosas que su viejo nunca preguntó: si se había enamorado, si había cosas que quería hacer, en que sitio se había sentido más a gusto. Le pidió que le contara en detalle sus aventuras con sus primas, sus vivencias con Shippo e Hisui, como conoció a Sango y Miroku y ahondaba en cada pequeña cosa que a ella le parecía sin importancia. Su madre no se conformaba con que le narrara hechos, ella quería saber sus sentimientos, esos con los que estaba poco acostumbrada a lidiar y dejar salir: era comprensiva, no empujaba, esperaba y eso la hacia finalmente soltarse y poder hablar. Inuyasha la entendía, compartían vivencias, dejaba estar cualquier cosa que a ella le incomodara, esta mujer le dio su espacio, pero la incitaba a hablar, a expresarse. Parecía importarle cada pequeño sentimientos o vivencia insignificante de su día a día.
Y Moroha comenzó a tener miedo de hablar demasiado, porque siempre escucho historias sobre el carácter bueno de su madre, sobre su corazón puro, sobre lo cariñosa que era y comenzó a temer que a esta persona amable, suave y empática no le gustara escuchar que su hija no siempre sintió remordimientos al matar demonios para conseguir dinero, que a veces perdonó algunas vidas pero otras solo mato sin importarle si la víctima tenía hijos, o no, no podía asegurar a ciencia cierta que todos fueron malvados, ella solo cumplió con su trabajo cortando cabezas y tomando la recompensa. En muchos casos uso el rouge y al despertar no conservaba ningún recuerdo de la batalla, solo su ropa ensangrentada y los restos de quien asesinó.
Empezó a sentirse avergonzada de su poder espiritual poco desarrollado, de las veces que había robado comida incluso cuando no tenía hambre y solo quería asegurarse de tener algo guardado para más tarde y cuando le contó que había asesinado a quien fuera su maestra con sus propias manos bajo la cabeza, porque en ese momento le había parecido justo pero ahora sentía que podría haber encontrado la forma de salvarla y que lo superó demasiado pronto.
Su padre justificó cada cosa gris e impura en su corazón porque eran similares, vidas casi iguales, elecciones parecidas para mantenerse con vida, crecieron con el código moral del que no esperaba ayuda ni amor. Pero ¿su madre? ¿ella lo entendería? ¿la persona que fue capaz de pedir el deseo correcto a la corrupta perla de Shikon? ¿Quien su viejo siempre definía como la persona más buena que había conocido hasta un punto donde incluso sintió empatía por quienes trataron de hacerle daño?
Su madre no habló cuando ella terminó su historia y Moroha temerosa levanto la mirada encontrándose con los ojos marrones tan parecidos a los suyos empañados en lágrimas con nada más que amor y aceptación en ellos. Los labios de Kagome formaron una sonrisa suave y lentamente una mano cálida y amable se poso en su mejilla en un toque que Moroha supo que siempre estuvo buscando cada vez que Ayame la tocaba o Sango, el toque suave y gentil lleno de aceptación de una madre, ese toque que nunca pudo tener como algo propio sino solo tomar prestado.
Su aroma enviaba mensajes confusos a su cerebro, sensaciones de calidez, amor y seguridad que no recordaba conscientemente, pero estaban guardadas en algún lugar de su ser. Era parecido a lo que sintió hacia su padre, pero al mismo tiempo diferente.
Kagome acunó el rostro de su hija, primero la rozo suavemente con una mano y cuando ella no se apartó tomo su pequeña carita entre las dos:
- Estoy muy orgullosa de ti, lo hiciste bien Moroha.
Eso era todo lo que siempre quiso escuchar de sus padres:
- Ma…mamá…
Y ambas comenzaron a llorar: lloraron por el tiempo perdido, por la soledad que una niña tuvo que aguantar, los golpes, las miradas de asco que Moroha nunca debió haber soportado si hubiera estado con su familia. Lloraron porque deberían haberse conocido tan bien como se conoce la palma de una mano, saber lo que le gustaba a la otra, sus gestos, lo que significaban sus miradas y no sabían nada de eso.
Y sin embargo eso no importaba porque esa niña era su hija y Kagome reconocía en ella a la versión más madura del bebé que dejo hace tanto tiempo, ella era hermosa, increíblemente fuerte y no estaba rota a pesar de haber tenido una vida tan dura, ella aún era capaz de sonreír y de ser amable con otros. Moroha no dejo que la tristeza y el dolor apagara su brillo interior y no podía enorgullecerse más de ella.
Moroha sintió que algo la estaba rasgando por dentro, la pequeña parte de ella que no se rompió la primera vez que recibió el abrazo ferozmente protector y fuerte de su padre, lo hizo ahora al sentir los suaves brazos de su madre atrayéndola hacia su pecho. No recordaba su voz, ni su sonrisa ni nada de ella pero su aroma y los latidos de su corazón en su oreja la hacían volver a sentir como una niña pequeña, el abrazo de Kagome tenía una sensación dulce y suave, se sentía como regresar al hogar luego de un día cansado, no era el sentimiento de protección y la esperanza de enseñarle a luchar contra el mundo que transmitía el toque de Inuyasha, era el sentimiento de que por un momento estaba bien rendirse y solo llorar mientras alguien te acurrucaba. Era el abrazo de la madre que nunca tuvo y nunca se permitió anhelar.
Siguió llorando cuando Kagome comenzó a balancearse hacia delante y hacia atrás mientras cantaba una canción de cuna, pero poco a poco sus sollozos remitieron porque esa melodía le transmitía reminiscencias de momentos felices, de un tiempo donde aún no estaba tan dañada.
Era una pequeña y cálida melodía feliz.
- ¿Qué estàs cantando?
Inuyasha se acercó hasta su esposa colocando la barbilla en su hombro, viendo como Moroha comenzaba a dormirse bajo el tierno balanceo de su madre, a veces aún no podía creer que él tenia una familia, que era padre. Observo al pequeño ser en brazos de Kagome, mientras ella tarareaba:
- Es una canción de cuna que solía cantarme mamá, también se la cantó a Sota cuando nació.
Inuyasha toco la mejilla rosada del bebé con su dedo teniendo cuidado de no dañar la delicada piel con su garra:
- Creo que le gusta.
Moroha abrió sus ojos por unos momentos y esbozo una sonrisa, luego los volvió a cerrar y se durmió.
Continuará…
Le puse muchas ganas a este episodio, espero que les haya gustado porque quería que fuera conmovedor.
Aunque su amistad no es cannon me he encariñado con la banda juvenil en este fic XD, Towa es la amiga dulce, amable y responsable, Setsuna la que te pega si la cabreas, Hisui el pancito que sufre de bullyng y a veces se aprovechan, Moroha es la parte linda y traviesa que en el fondo todos quieren cuidar y Shippo es el amigo medio cabrón pero que en el fondo tiene un corazón suave. Me gusta su dinámica.
Hice sufrir mucho a Inuyasha y Kagome, pero quedo satisfecha con este episodio, quería escribir algo que dejara sentimientos de familia, amistad y comunidad también :3.
Este episodio es el culpable de que cambiara la sinopsi, y género del fic a "drama" también, volverán a haber episodios graciosos pero tengo planeado algunos más un poco tristes.
