PRELUDIO A LA TORMENTA
Al día siguiente, aún frustrado por sus encuentros con Hermione el día anterior, Harry caminaba por los pasillos directo a la oficina del ministro, cuando escuchó dos voces bastante familiares. Una era la de Hermione y la otra parecía ser la de Bertram.
No se equivocó. Hermione y Bertram estaban platicando a la vuelta de la esquina de ese pasillo y decidió esconderse para espiarlos. Sintió hervir su sangre y los celos apoderarse de él cuando vio a Bertram inclinándose para besar a Hermione. Sin embargo, para su alivio, ella se apartó.
— Lo siento, pero no puedo hacer esto Bertram — aclaró la castaña moviendo su cabeza para evitar el beso en los labios — Eres apuesto y puedes tener a la mujer que quieras. Pero esa no soy yo.
— ¿Por qué? — Preguntó el hombre de ojos azules un poco decepcionado.
— Yo… Estoy enamorada de Harry y eso no va a cambiar. Lo siento Bertram — aclaró Hermione en tono de disculpa.
Harry se había escondido completamente en la esquina y de espaldas contra la pared, escuchando la conversación que tenían y unos minutos después se movió de ahí y continuó su camino con una sonrisa en su rostro, sabiendo que Hermione aún lo amaba.
El azabache pasó las siguientes horas en su oficina terminando su papeleo, mientras su cabeza no dejaba de recordarle lo que había oído de Hermione, su corazón latía más rápido cada vez que pensaba en ella.
Su buen humor duró poco, pues cuando salió de su oficina, dirigiéndose al ascensor, se topó con la persona que había causado el malentendido con Hermione, su sonrisa cayó y su ceño se frunció.
Amelie, su exaprendiz, estaba bloqueando su camino.
— Pero ¿qué...? ¿Qué haces aquí? — preguntó el azabache confundido y con decepción en su voz.
La veela ensanchó su sonrisa, y es que había conseguido su objetivo tras días de esforzarse por regresar.
Y es que cuando fue notificada que había sido trasladada a otro ministerio de magia, rápidamente se movió para regresar con el atractivo Harry Potter, estaba obsesionada y no se iba a rendir tan fácilmente.
Tardo varios días, pero con su encanto de veela, "persuadió" a sus superiores de aquel otro ministerio para ascenderla, lográndolo casi inmediatamente y una vez obteniendo el titulo que deseaba, solo esperó la oportunidad para solicitar su reingreso al ministerio de magia británico.
Con mucha suerte Amelie, fue aprobada para regresar como agente especial en el departamento de asuntos internos, tal vez ya no sería auror, pero decididamente estaría trabajando internamente, por lo que apresuró su llegada sin perder tiempo y lo primero que hizo fue buscar al auror de ojos verdes.
— Harry — dijo melosamente la veela.
— No, no... tú... pero... se supone... — tartamudeó el azabache, asustado de que volviera a ocurrir algo como aquella vez, pues no quería que accidentalmente, Hermione volviera a presenciar una escena como esa.
Amelie se lanzó hacia el auror, enganchando sus brazos alrededor de su cintura y elevándose un poco para besarlo. Sin embargo esta vez Harry fue mas rápido y se alejó, poniendo distancia.
— ¡No! ¡No esta vez! — exclamó el azabache.
La veela intentó nuevamente acercársele, pero Harry estirando sus brazos la detuvo.
— ¡He dicho que No! — gritó con molestia Harry, visiblemente harto de la chica.
— Pero... — intentó refutar la veela.
— ¡No! ¡Es suficiente! ¡Estoy cansado de repetirte lo mismo! ¡No estoy interesado en ti! — exclamó Harry.
La veela se sacudió los brazos de Harry y lo miró extrañada de su comportamiento, el ojiverde destensó su mandíbula, soltando un sonoro suspiro para calmar su molestia.
— Escucha, la primera vez me tomaste desprevenido y me metiste en problemas con la persona a la que amo. Te pido por favor, que no vuelvas a intentar besarme. Estoy enamorado de alguien más, no es correcto que hagas esto — Le aclaró Harry a la mujer tratando de ser lo más respetuoso y amable posible, luego de unos segundos de silencio.
La veela parpadeó varias veces, dejó de presionar su cuerpo hacia delante y dio varios pasos hacia atrás, pero sin querer aceptar, ni comprender que el azabache nunca estaría con ella.
Unos momentos antes, Hermione se disponía a salir del ministerio para ir a su apartamento. Estaba caminando por un pasillo cuando observó que Harry venía caminando en su dirección, seguramente dirigiéndose hacia el ascensor.
Rápidamente se escondió en una esquina, mientras esperaba que Harry pasara. Llevaba alrededor de una semana tratando de evitarlo, siendo en el ascensor, en el pub donde se habían dado un increíble beso, su desagradable encuentro con Ethan y su pequeña reunión por las respuestas que consiguió sobre el artefacto oscuro, las únicas veces que habían cruzado palabra.
Mientras estaba escondida en esa esquina, reconoció a la chica veela con la que vió que Harry se había besado, su ritmo cardíaco se aceleró, reviviendo la imagen del beso que deseaba no haber presenciado.
Sin saber que hacer, más que permanecer ahí, decidió poner atención a lo que sucedía, a pesar del dolor que su corazón estaba sintiendo.
Tras presenciar y escuchar todo el intercambio entre Harry y Amelie, Hermione notó que la mujer se había sonrojado por la vergüenza, al ser rechazada por Harry Potter, quien a su vez le dio los motivos del porque.
La castaña se sintió terriblemente culpable al haber evitado a Harry y tratarlo con indiferencia por varios días.
' 'Era una tonta y tenía que arreglar esto con él. Lo amaba y lo necesitaba con ella. ¡Por Merlín! ¡Si que lo extrañaba!''. Hermione se maldecía a sí misma.
Cuando estuvo segura que Harry y la tal Amelie se habían ido, cada quien por su lado después de que el ojiverde la había rechazado de la manera más cortés posible, Hermione decidió seguir su camino hacia afuera del ministerio para irse a casa.
La castaña caminaba fuera del ministerio, cuando se acordó de revisar en su bolso y sacar su varita. Siempre recordaba las palabras de ojo loco: ''Alerta permanente'', uno nunca sabía cuando le podía llegar a pasar algo.
Mientras revisaba y se ocupaba de dejar de llorar por sentirse tan tonta y pensar en como arreglar las cosas con Harry, no se percató de que atrás de ella venía Ron, tratando de alcanzarla y tampoco se dio cuenta de los tres mortífagos que aparecieron frente a ella.
Fue en cuanto levantó su cabeza sacando por fin su varita, que sintió cuando la agarraban e inmovilizaban y a la vez que tomaban su varita. La chica solo sintió que alguien tapó su boca y luego fue invadida por el horrible tirón de desaparición en su estómago.
El último pensamiento que tuvo antes de desaparecer, fue el nombre de Harry.
Mientras la llevaban estando ahora casi inconsciente, su cabeza era un revoltijo. Sufría por que pensaba que tal vez no volvería a ver a Harry y a sus amigos, que no tendría la oportunidad de reconciliarse con su amigo de ojos verdes. ¿Cómo reaccionaría cuando se diera cuenta que la habían secuestrado?, seguramente con otro impulso que lo pusiera en peligro. Estaba preocupada por que sabía que Harry, podía hacer algo tonto e impulsivo ya que no le importaba ponerse en riesgo. Al contrario, el peligro siempre lo buscaba y lo encontraba a él.
Mientras Ron corría hacia adentro, directo a la oficina de su mejor amigo, pues esto Harry tenía que saberlo. Habían secuestrado a Hermione.
Harry se encontraba sentado en su oficina y frustrado por todo lo que estaba pasando y pensó que estaba loco, cuando tuvo la sensación de haber escuchado una voz parecida a la de Hermione, que seguía siendo la voz de su consciencia, diciendo su nombre en su cabeza como una advertencia de peligro, cuando Ron entró en el despacho como un torbellino con una cara que no decía nada bueno.
— Secuestraron a Hermione — Soltó Ronald, furioso, asustado y sin aliento de tanto correr — La vi salir del ministerio, creí verla ir llorando y la iba a alcanzar para hablar con ella, cuando miré aparecer a tres mortífagos frente a ella. La tomaron estando distraída y desaparecieron antes de que pudiera reaccionar.
Harry se había levantado para escuchar el relato de su amigo, dirigió su mano hacia su pecho, acompañado de un jadeo cuando escuchó lo que dijo su amigo pelirrojo, empuñó sus manos y la furia que empezó a correr por sus venas, hizo explotar su magia empezando a causar estragos alrededor, haciendo temblar todo el edificio y explotar algunas cosas a su alrededor, al mismo tiempo que había dejado en penumbras el ministerio por un momento. Ahora todo tenía sentido, había conectado lo que dijo su amigo con la voz en su cabeza.
Al recuperarse, las luces volvieron y se dirigió hacia la puerta furioso.
— ¡A ella no la tocan! — exclamó y salió con sus ojos llenos de furia de su oficina con su amigo detrás.
En el camino se toparon con Kignsley y el resto de aurores, que precisamente, el ministro los había convocado para que buscaran a Harry y reunirse. Al ver el rostro del azabache lleno de furia y saber que el temblor desatado en el ministerio, junto a la penumbra, había sido causado por la furia que desató la magia del chico, al saber que habían secuestrado a Hermione. Kingsley lo detuvo y le dijo que se calmara para poder pensar, analizar y trazar un plan si no quería que ella y otras personas más, acabaran muertas.
A regañadientes aceptó y se reunieron para hacer el plan de ataque. La sala de reunión era amplia y había cerca de treinta personas.
— Esta es una misión de rescate, sin importar las medidas que se tomen, el objetivo es recuperar a nuestro elemento más valioso, Hermione Granger — dijo Harry tomando la palabra y organizando a los aurores.
Tras un asentimiento de Harry, Ron explicó lo que presenció durante el secuestro, dio altura, y descripción de los mortífagos, así como la forma en que se habían llevado a su amiga.
El ojiverde empuñaba sus manos, su cuerpo mantenía un ligero tic nervioso, claramente tratando de controlar la angustia y la desesperación por no saber de Hermione, sin embargo su determinación por encontrarla sacó a relucir su lado profesional.
— Quiero tres formaciones y tres equipos, uno es de búsqueda, otro es de reconocimiento y el otro es de investigación, y todos se reportarán exclusivamente conmigo — exigió el azabache sin importarle nada.
— ¡Harry! — llamó la atención Ron, al ver que estaba excluyendo al ministro de magia.
— Está bien, siempre que al final todo reporte sea descrito en los pergaminos de explicación de misiones y que nada fuera de los establecido por las reglas de los aurores sea llevado a cabo. Harry, entiendo que Hermione es la prioridad, no solo por ser la persona que representa un puesto importante entre nosotros, sino por ser un miembro especial en nuestros corazones, por ello te pido tengas cuidado con los sentimientos que involucres, de ello depende no solo la vida de la señorita Granger, sino también de todo el departamento de aurores — advirtió Kingsley con seriedad.
El azabache le asintió y continuó dando indicaciones, sintiendo su corazón latir tan dolorosamente y tan energizado por el apuro de encontrar a Hermione.
No pasaron diez minutos cuando inesperadamente una lechuza entró volando y dejó caer un sobre en las manos de Harry. El chico abrió el sobre, sus manos temblaron, mientras de ahí salía un espeso humo negro que empezaba a dar forma de una proyección, como si de una grabación se tratara.
Todos presenciaron como el humo tomaba forma de dos siluetas que poco a poco revelaban sus apariencias. Uno era un mortifago encapuchado, sostenía por el cabello a una Hermione lastimada y de rodillas, con sus manos atadas a su espalda y siendo inmovilizada por una varita que se posicionaba en su cuello.
— Esto es para ti Potter, si quieres de regreso a tu asquerosa novia sangre sucia, ven al castillo de Bolsover. A ver si alcanzas a despedirte de ella, si es que aguanta nuestra tortura — una risa invadió la sala, era burlesca y provocativa.
El auror de ojos verdes sintió su cuerpo pesado y en picada, sus ojos mostraban terror, sus manos apretadas al borde de la mesa amenazaban con romperla, el aire que estaba conteniendo al ver a Hermione en aquella forma, salió tan rápido que lo hizo marearse, sintiéndose rápidamente como si se estuviera ahogando. La presión en sus pulmones por jalar aire le empezaba a doler, sus ojos se desenfocaron, viendo borroso a pesar de tener sus lentes, una fuerte punzada en su cabeza le hizo saber que podría estar a punto de desmayarse.
Ron intuyéndolo, se le acercó para sostener uno de sus brazos, su mente recordó la vez que ambos estaban en el calabozo de la mansión Malfoy, con Hermione gritando mientras la torturaban.
Como si fuera un dejá vu, la proyección de la carta mostró como Hermione gritaba al ser impactaba por el maleficio torturador.
— No... no otra vez — susurró con miedo y dolor Harry, haciendo que todos los miraran con mezclas de sentimientos.
Ron pasó saliva viendo como el humo se desvanecía mientras un coro de risas macabras resonaba, dejándoles a todos un fuerte sabor amargo.
Pasaron varios minutos hasta que Harry empezó a recomponerse, a pesar de que sus ojos estaban inyectados de sangre por las ganas de llorar que estaba reprimiendo.
La habían llevado a un lugar bastante abandonado. Estaban en los terrenos de un castillo construído encima de un cementerio y la estaban torturando y todo esto lo hacían para llegar a él. Sabían que Hermione era su debilidad. Esto lo hizo enojarse aún más.
— No quiero ser un insensible, pero que ¿Granger y tú no habían terminado? — Uno de los aurores se atrevió a preguntar, tras unos segundos de silencio.
El auror de ojos verdes lo fulminó con la mirada, con la cual trasmitía un aura de muerte dirigida a quien se osara continuar con aquella pregunta, dejando al otro auror en silencio, mientras Ron por su lado se mostró incrédulo, haciendo una nota mental para hablar con aquel osado auror y darle una reprimenda.
— Lo importante ahora es decidir la estrategia para salvar a la señorita Granger — exclamó Kingsley buscando aligerar el momento y tratando de concentrar a los demás en el objetivo, siendo consiente de la relación entre Hermione y el jefe de aurores.
— Ya sabemos donde ir. Tenemos que irnos — Ordenó con firmeza Harry, aún aterrorizado y ahora furioso.
— Potter, tranquilo — intentó uno de los aurores, notando la expresión de Harry.
— ¡¿Cómo quieres que me tranquilice?! ¡Mi mejor amiga está secuestrada y acaban de mostrarme como la torturan! — exclamó con rabia Harry.
— Harry, necesitamos un plan — Ron lo trató de tranquilizar, intentando él llenarse de calma al mismo tiempo, pues Hermione también era su mejor amiga.
— Lo que necesitamos, es llegar a ella lo más rápido posible — dijo el azabache.
— Granger no es tonta y sabrá que hacer para ganar tiempo.
— Eso es cierto, pero hay un detalle — intervino otro de los aurores — Ella tiene toda la información acerca del artefacto y es seguro que la amenazarán o lastimarán si no les da la información — concluyó el hombre.
Al escuchar esto, Harry se levantó más molesto de su lugar y como si fuera un aviso, todos lo siguieron hacia afuera, dirigiéndose hacia el ascensor.
Harry entró junto con Ron en el elevador, siendo seguidos por el equipo de aurores.
— Recuerden, cabeza fría, y regresen todos como se van… con vida — Kingsley les dijo, antes de verlos partir.
Todos asintieron al ministro, mientras la puertas del ascensor se cerraban, Harry conectó su mirada con Kingsley y sin necesidad de palabras el azabache asintió con su cabeza entendiendo el mensaje, debía tener la cabeza fría, pensando las cosas antes de apresurarse, y asegurarse de cuidar a su equipo y a él mismo. Finalmente el ascensor comenzó su descenso.
— ¿Si le pidieran la información y la amenazaran con matarte, Potter? ¿Crees que…? — preguntó uno de los aurores junto a Harry, mientras salían.
— Ohh... ella hará lo que le piden — respondió Ronald, notando la incomodidad de su mejor amigo con la pregunta del auror.
— Esa mujer mataría por Potter — dijo Krum, quien estaba por delante, frente a las puertas del ascensor, de espaldas a Harry.
Harry no pudo evitar sentirse aún más incómodo, sabiendo sobre los sentimientos del búlgaro por Hermione, pero se mantuvo callado apretando sus dientes.
Bastaron menos de veinte minutos para que el cuerpo de aurores fuera transportado a las afueras del Castillo. Inmediatamente todos se pusieron en guardia, apretando sus varitas tan fuerte y en alto, atentos a cualquier improvisto.
El lugar al que llegaron era bastante grande, el castillo aún estaba algo lejos, por lo que tendrían que avanzar por al menos cien metros.
— Nos dividiremos en cuatro equipos, en formación diamante, con rezago de veinticinco pasos entre cada uno, a medida que avancemos y nos veamos obligados a aumentar la distancia, recuerden seguir el protocolo... — ordenó Harry sintiendo la adrenalina correr por su cuerpo, la angustia podía sentirse en el aire.
Harry y Ron se mantuvieron en el mismo equipo junto a tres aurores más, Bertram y Krum lideraban el segundo equipo con otros siete aurores, los otros dos equipos restantes eran los más grandes y los que iban en las esquinas.
Harry y su equipo denominado Alfa, comenzó a avanzar, afortunadamente al rededor del castillo había algunos frondosos arboles de tronco grueso con los cuales podrían camuflarse.
— Harry… veinte metros adelante… seis sombras — dijo en un susurro Ron.
El azabache entendió el mensaje viendo a los seis mortífagos que hacían guardia y con un levantamiento de mano dio la orden de atacar al mismo tiempo.
Los seis cayeron rápidamente, al ser impactados con rapidez y lo menos audible posible.
Sin embargo aquello solo desató la primera defensa de los encapuchados, como si de una trampa elaborada se tratara y un séquito de sesenta personas los rodearon.
Rápidamente la batalla se dio, los hechizos volaban por todos lados, los aurores buscaban resguardarse y replegarse para defenderse.
— ¡Cuidado! —
— ¡Diffindo!, ¡Protego! —
La diferencia de gente empezó a notarse, los aurores comenzaron a caer, Harry y Ron daban ordenes gritando con fuerza.
El sonido de la batalla era ensordecedor, angustiante y con una pizca de adrenalina, los sentimientos en ese momento eran erráticos y cambiantes, Harry era experimentado basado en su pasado al luchar contra el Señor Tenebroso, sin embargo cada nueva lucha era por propia definición agobiante en todos los sentidos, en su visión notó a varios de su equipo en el suelo.
Rápidamente el olor de sangre, sudor y tierra se mezcló en el aire, provocándole náuseas y recuerdos dolorosos, en un instante Hermione se le vino a la mente, su cuerpo ligeramente encorvado se enderezó y cobró nueva energía, sus ojos verdes crisparon con furia y levantando su varita con más firmeza empezó a contra atacar con una puntería impresionante.
Varios de los aurores al ver que su líder comenzaba a ganar terreno, lo imitaron y le ayudaron a combatir.
En medio de aquella batalla ahora casi equilibrada, un auror de los más jóvenes, se separó de la batalla y viéndose seguro se desapareció.
El ministerio de magia normalmente abrumado con el ir y venir de muchos magos y brujas, estaba en un pesado silencio, el ministro al ver partir a sus aurores decidió cesar las actividades y enviar a todos a casa.
Mientras Kingsley esperaba noticias, llegó con él Luna Lovegood, se había enterado del secuestro de Hermione y el despliegue rápido de los aurores, en su corazón y mente rogaba por que nadie saliera herido y su amiga fuera rescatada sin ningún percance.
— Buenas tardes ministro, ¿Hay noticias? — preguntó Luna preocupada, pero aún con su tono soñador.
— Aún no, llevan poco más de media hora, deben estar entrando en aquel lugar — respondió el ministro.
En ese momento entró corriendo el joven auror que había escapado y se dirigió a Kingsley.
— Mi... minis…tro, hay.. ba-bajas necesi-sitamos refuer..zos — dijo con dificultad por la falta de aire.
Ante el tropiezo de aquella oración, Luna se le acercó para auxiliarlo, mientras Kingsley lanzaba un patronus que volaba con rapidez hacia un pasillo, y perdiéndose de vista.
Unos minutos después se escucharon los pasos firmes y rápidos de un escuadrón de aurores.
Eran el cuerpo de defensa del ministro, algo parecido al servicio secreto de los presidentes muggles, aquellos hombres eran en su mayoría de primera clase, y con el único objetivo de mantener al ministro en turno a salvo, por lo que aquellos que formaban parte de este escuadrón, eran letales, fuertemente insensibles y sin una pizca de remordimiento a la hora de asesinar lo que fuera que atentara contra el ministro.
— ¿Señor? ¿Va a enviarlos? — preguntó la rubia alterada por el llamado del ministro.
— Ellos están entrenados para salvaguardar mi vida a toda costa, por lo que lo único que hará que vayan es que yo mismo este allá… — aseguró Kingsley.
— Pero... ¿No es eso muy arriesgado? — dijo Luna sintiendo un escalofrío recorrer su cuerpo.
— Tal vez, sin embargo, me necesitan... así que le pido mande un comunicado a los ministerios de Francia y Alemania para que se coordine una cooperación internacional y nos ayuden en aquella batalla — ordenó el ministro mientras cambiaba su atuendo por uno mas militarizado.
— Yo... si... si lo haré, pero... quiero ir con usted... Hermione es mi amiga, Harry también... y, y... esta Ron... el… yo… por favor — exclamó la rubia tartamudeando y suplicando.
— Definitivamente no… y no pienso debatir eso señorita Lovegood. Ahora vaya y encárguese de lo que le he pedido y… discreción, esto sigue siendo un asunto confidencial, ¿Entendido? — dijo Kingsley con absoluta seriedad.
Luna asintió forzadamente mientras trataba de idear algún plan que consistiera básicamente en seguirlo sin que la notaran.
Kingsley ordenó a su escuadrón seguirlo y ayudar a todo auror que lo necesitara, y tras esas indicaciones salieron del ministerio para hacer una aparición conjunta.
Luna iba a seguirlos cuando el joven auror que había llegado hace rato, se alejaba a la enfermería, por lo que la rubia lo detuvo, y tras unos segundos en los que amenazó al joven, consiguió la ubicación del castillo, con una sonrisa se dispuso a ir, dejando al joven auror indicaciones sobre el pedido del ministro.
Luna salió con rapidez y tras un suspiro cargado de clara tensión, desapareció de ahí.
De vuelta en la batalla, Harry había logrado detener la inminente caída de los aurores, varios mortífagos retrocedieron, dándole a los restantes aurores a combatir con más entusiasmo.
El lugar estaba bastante destruido debido a los miles de hechizos que habían impactado por todos lados.
Ron con algunos cortes en su cara y en uno de sus brazos festejó anticipadamente cuando los hechizos de los mortífagos pararon y varios de sus compañeros también se relajaron. Pero tan pronto lo hicieron una nueva ola de hechizos se desató.
La verdadera emboscada enemiga había comenzado, todo liderado por una chica mortífaga que resaltaba por su atuendo demasiado brillante y llamativo para estar usando todo en color negro.
Aquella mujer pelinegra de rasgos acanelados tenía un objetivo personal, Harry Potter, pues medio secretamente estaba atraída por el elegido, hace unos años se había dado a conocer debido a que en su primer revuelta había dejado cartas poéticamente cursis y locas para el azabache, con las cuales buscaba llamar su atención.
Tras ese primer intento fallido, empezó a agravar sus delitos, llegando al punto de colocar pociones explosivas en las afueras del ministerio con la misma intención de llamar la atención del auror de ojos verdes.
La última vez que hubo noticias de ella, fue cuando se auto sacrificó para ser capturada e interrogada por el mismo Harry, quien harto del hostigamiento la enfrentó.
En pleno interrogatorio el auror quemó todas sus cartas y le dejó en claro que nunca la vería más allá de una criminal despiadada.
La mortífaga tras ese encuentro planificó escapar en su traslado a azkaban, lo cual logró, y con el cual desapareció por unos años.
Ahora en la actualidad, ahí estaba, mirándolo con un deseo innegable. Ron al darse cuenta la atacó, e incluso la persiguió en un intento de huir, Harry acompañó a su mejor amigo, cometiendo un gran error, al verse ambos siendo rodeados de veinte mortifagos.
La situación comenzó a salirse de control, en menos de un minuto ambos fueron desarmados, y tras una fuerte explosión fueron lanzados por los aires.
Ambos Gryffindors cayeron estrepitosamente, mientras tres mortífagos los encañonaban con sus varitas.
Harry levantó la vista y dio un recorrido a su alrededor, de alguna forma la batalla había quedado a varios metros, y ellos estaban en una zona más alejada, casi ocultos por un árbol enorme.
— Vaya, vaya... vaya... ¿Qué tenemos aquí? Miren quien ha decidido aparecer… Harry Potter — exclamó la mortífaga.
Inmediatamente el azabache recordó cuando la tuvo en la celda de interrogatorio hace unos años.
Flashback
El día había comenzado con las noticias más abrumadoras que pudo haber imaginado, eran las 6:00am y se encontraba en el pueblo de Hogsmeade, tres casas habían sido atacadas, tres familias asesinadas, seis testigos, un mortífago atrapado y ocho criaturas mágicas resguardadas e increíblemente arrestadas.
Cuando Harry llegó al lugar, se sorprendió de ver a Hermione ahí, estaba alterada por el trato usado en las criaturas.
Harry fue a hablar con ella, quien en ese momento le dijo que los mortífagos estaban usando a las criaturas mágicas para perpetrar y llevar a cabo los ataques.
Hermione rápidamente abogó por las criaturas, sin embargo lo único que logró es que no fueran tratadas mal en su traslado a celdas especiales.
En ese momento Harry se dirigió al mortífago capturado, el único que misteriosamente y según otros aurores parecía que se había dejado capturar.
Al acercarse notó que era una mujer, inmediatamente se tensó, la conocía, era la misma mortífaga que lo estaba acosando, dejándole cartas poéticamente psicóticas en cada ataque que hacía, y en donde últimamente le añadía fotos de ella en las escenas del crimen.
— Grace Dankworth — dijo el azabache con molestia.
— Mi querido Harry Potter, al fin podemos vernos… cara a cara — dijo la mujer mientras sonreía descaradamente.
— Llévala a la sala de interrogatorio número seis, estaré ahí en unos minutos — dijo el auror de ojos verdes al auror que la tenía en custodia, moviendo su cabeza en negación a las palabras de la mujer.
— ¿Ya te vas amorcito? — preguntó la chica con fingida aflicción.
Harry le dio la espalda mientras se apresuraba a llegar con Hermione, quien lo abrazó en busca de consuelo, por la atrocidad de usar criaturas inocentes.
La mortífaga no pasó por desapercibido la forma en que aquellos dos parecían aferrarse el uno al otro, pues Harry había devuelto el abrazo bastante cariñoso y protector y para sellar con broche de oro, besó la frente de Hermione. Grace frunció su ceño y sus ojos comenzaron a crisparse de odio.
Una hora después, Hermione llegaba con Harry a la sala de interrogatorios, la castaña estaba decidida a probar la inocencia de las criaturas, luego de saber que fueron drogados y hechizados para atacar. Para ello Harry le ayudaría, por lo que juntos entraron a la Sala.
— Vaya, vaya... vaya... ¿Qué tenemos aquí? Miren quien ha decidido aparecer nuevamente… Harry Potter — exclamó la mortífaga con desdén.
El jefe de aurores la ignoró y con un asentimiento de su cabeza le dio a Hermione pase de entrada, y como todo un caballero le acercó una silla para que se sentara.
— ¡¿Por qué la tratas así?! ¡¿Qué es ella para ti Harry?! ¡¿Son pareja?!— Grace gritó enfurecida, tras las acciones de Harry con Hermione.
Hermione abrió los ojos con sorpresa, sin embargo, una vez más guardó sus sentimientos al notar que Harry se tensaba.
— ¿Qué dices? — preguntó Harry extrañado.
— ¡No me mientas idiota! ¡He visto como te mira esta perra! — exclamó la mujer rodando sus ojos.
— ¡Suficiente! ¡No voy a permitir que la ofendas! ¡Ella es mi mejor amiga! — le espetó Harry alterado.
— ¿Amiga? De acuerdo puedo tolerar eso... siempre que ella sepa su lugar y respete el mío a tu lado — dijo la mujer cambiando drásticamente su mirada.
Hermione miró a Harry confundida, pues no entendía lo que pasaba y era lógico que Harry no estaría con una mujer así.
El azabache miró a Hermione con algo de intensidad, en silencio y sin decir ninguna palabra le trasmitió que la mujer solo estaba mintiendo.
Hermione captó el mensaje y relajó su mirada, para luego concentrarla en la criminal.
Grace, notó la conversación silenciosa y emitió un bufido molesto por las interacciones, y con la mirada puesta en Harry, apretó sus dientes y selló sus labios.
— Ya que no quieres cooperar, voy a tener el gusto de enviarte a Azkaban — dijo Harry al ver que la mortífaga guardaba un áspero y pulcro silencio.
— Ay mi cielo, tienes un buen sentido del humor. Verás… no tengo intención de visitar ese lugar, yo solo he venido para tener un tiempo a solas — Su risa burlona resonó en la sala, rompiendo la tensión.
— Escucha, será más fácil y menos problemático para ti si confiesas y colaboras. Podemos empezar por las criaturas, ¿Cómo las drogaron? ¿Y en que mercado negro fueron adquiridas? — Intervino Hermione, cuestionando a la mujer.
Dankworth volvió a reír con fuerza y tras calmarse se enfocó en la chica de ojos miel y la amenazó.
— Morirás pronto querida — dijo Grace con una sonrisa de satisfacción.
— ¡Cállate! — Harry gruñó con su mandíbula apretada, tras el comentario de la mujer frente a él.
— ¿Qué te hace pensar que voy a responder a lo que me preguntes? — respondió Grace dirigiéndose a Hermione e ignorando la molestia de Harry.
— Mientras colabores, podemos hacer un trato y reducir tu condena, la cual es muy larga debido a las muertes de las familias y la manera en la que han usado a las criaturas mágicas — declaró Harry molesto y Hermione tocó su brazo en agradecimiento.
— ¡Quita tus manos! ¡Asquerosa sangre sucia! — gritó la mortífaga empuñando sus manos al ver el toque de la castaña en el brazo de Harry, y empezando a levantarse para atacar a Hermione.
Hermione al ver la reacción de la mujer, quien se levantó y claramente iba a atacarla, retrocedió levantándose de la silla y miró como en segundos, Harry con sus perfectos reflejos se puso frente a ella y detuvo el puño de la mujer con su mano izquierda, antes de impactar en su rostro.
— Solo responde las preguntas y aléjate de ella — el azabache dijo esto con un filo mortal en su voz, manteniendo su mandíbula tensa y el puño de la mujer en su mano, a la vez que con sus ojos verdes le dirigía una mirada asesina.
Cuando los tres se calmaron, Hermione supo que no obtendría nada de la mujer mortífaga, por lo que se levantó y con una mirada le transmitió a Harry su plan.
El azabache lo entendió y la dejó salir. Al final del día la mortífaga cooperó un poco, después de que el auror de ojos verdes quemara sus cartas frente a ella, pero fue condenada rápidamente y llevada a Azkaban, lamentablemente no llegó a su celda y escapó.
Fin de flashback.
Ahora ahí estaban, Grace y Harry en un batalla de miradas, pareciendo que ambos recordaron lo mismo.
— ¿Qué hacemos con el pelirrojo? — preguntó un mortífago alto y que presionaba su cuerpo contra Ron para mantenerlo inmóvil.
— ¿Qué dices Potter? ¿Lo matamos? ¿O solo le desmembramos algunas partes? — preguntó con seriedad Grace.
— ¡No! ¡No te atrevas! — gritó Harry.
— ¡No me grites! ¡No tienes ningún derecho de exigir! ¿Acaso no entiendes la posición en la que estas? — dijo la mortífaga y le soltó una cachetada al ojiverde.
Harry sintió su mejilla arder, el golpe había sido duro, sin embargo sonrió contraatacando su ego.
— ¡¿Por qué demonios sonríes?! — Otra bofetada resonó en la otra mejilla del elegido.
— Estas loca — dijo Harry con sorprendente calma.
Aquellas palabras rebotaron en la cabeza de Grace como un detonador frío, la cólera la invadió junto a la bilis que subía amargamente por su cuello.
A Harry le llovieron tres hechizos torturadores, haciendo que quedara completamente boca arriba en el suelo, su cuerpo zumbaba por el dolor.
Mientras esto pasaba, Kingsley llegaba con su séquito de aurores, uniéndose a la batalla que se desarrollaba.
Unos minutos después Luna también llegaba, sus ojos se abrieron desmesuradamente al ver la batalla, un escalofrío le recorrió toda la columna vertebral, buscó a Ron no encontrandoni señas de él entre las muchas personas que corrían, saltaban o se agachaban para evitar los hechizos.
Por un segundo pensó que tal vez el pelirrojo estaría entre los cuerpos que ahora distinguía y había en el suelo, su pecho subió y bajo tormentosamente.
Sus ojos picaban por la sensación de querer llorar, caminó distraídamente buscando entre los cuerpos, los hechizos pasaban casi rozando su cuerpo, pero ninguno le daba.
Escuchó en algún lugar de atrás que le gritaban, que le pedían que se agachara, que tuviera cuidado, sin embargo ella tenía una meta fijada, encontrar a su pelirrojo.
En algún punto terminó agachada volteando cuerpos, la desesperación la empezó a dominar, no encontraba a Ron, hasta que al levantar la cabeza vio a lo lejos un grupo de mortífagos rodeando a dos personas, ambas yacían en el piso, entonces lo distinguió, la cabellera pelirroja, la piel pálida y el collar que hace días le había regalado, por la cita que habían tenido. Sin esperar más, se levanto con su varita firme y avanzó entre la batalla, esquivando con mucha suerte todo lo que atravesaba entre aurores y mortífagos.
Harry miró rápidamente a su mejor amigo el cual soltaba un grito al momento en que le hacían un corte en su pierna izquierda.
— ¡Eres una desquiciada psicópata! — Exclamó Harry a la mortífaga. La impotencia cruzó por el rostro del auror de ojos verdes, la ira era palpable.
— ¡¿Ah sí?! Esto no es nada Potter… ¡Esto te pasa por elegirla a ella! ¡Cuando me tienes a mii! — exclamó la mujer con furia y luego se agachó e intentó robarle un beso, pero el auror se apartó y esto la enfureció más.
— ¿Quieres saber realmente lo que es el dolor? Pues observa esto... — declaró Grace fuera de si, apuntó su varita a Harry y le lanzó un hechizo que impactó de lleno en él.
Los ojos de Harry se volvieron blancos, mientras en su mente se formaba una imagen demasiado descriptiva.
Era como si estuviera viendo a Hermione a tráves de los ojos de alguien más, su cuerpo irradiaba tanto coraje y con la varita en alto lanzó un hechizo que hizo que la castaña gritara.
Harry se estremeció y quizo correr hacia ella, sin embargo el cuerpo que parecía habitar se reía con burla y se sacudía con alegría mientras lanzaba otro hechizo que le provocó a Hermione algunas erupciones rojas en su piel, como si la estuvieran quemando.
El azabache quería salir de ahí, sentía que estaba ahogándose, la impotencia y el coraje era demasiado, no podía soportarlo, los gritos de Hermione eran cada vez más dolorosos, más abrumadores y se clavaban en él como dagas afiladas.
— No tienes idea de como disfrute verla retorcerse del dolor… — escuchó dentro de él.
— ¡Basta! No… no... — pidió Harry.
El ojiverde salió del trance con un fuerte dolor de cabeza, su corazón palpitaba luchando por contener tanta desesperación.
Una vez que pudo enfocar la vista, y reconoció donde estaba, la mortífaga lo miraba sonriente.
— ¡Detente! ¡Para! Me tienes… Haz lo que quieras conmigo… pero no le hagas más daño… por favor… — pidió Harry en tono de súplica.
— Oh cariño... apenas vamos empezando — dijo emocionada la mujer.
— No va a aguantar mucho… — se escuchó a uno de los hombres decir, mientras Ron gritaba por el hechizo torturador que acababan de lanzarle.
— Mátalo — declaró Grace.
— ¡No! — gritó suplicando Harry.
— El no será él único por el que llorarás Harry... Espero recuerdes las palabras que dije cuando hablamos en aquella sala de interrogatorio… — Dijo Dankworth acercándose a Harry.
'' — Morirás pronto querida — dijo Grace con una sonrisa de satisfacción''
Los ojos de Harry se abrieron con terror y negó ferozmente.
— No, no... por favor… no la mates... te lo súplico, mátame a mi... a mi — Harry ahora suplicaba con sus ojos empañados en lágrimas, estaba desesperado.
— Ahora es… demasiado tarde — Grace le susurró luego de acercarse y le acarició el rostro sonriendo — la amas — dijo ella y su rostro cambió de una sonrisa a uno que expresaba odio y asco por Hermione.
Harry no contestó, solo quedó viendo fijamente a la mujer a la cara y de sus ojos salieron un par de lágrimas más y con esto, Grace pudo ver en sus ojos verdes y ahora critalinos, el amor que el auror profesaba por la castaña, además de que nisiquiera lo había negado, pues no había forma de hacerlo.
— Mata al estorboso pelirrojo — Ordenó ella con un brillo de locura, levantándose, pero sin despegar la mirada de Harry.
Harry miró a su amigo, quien ya tenía un rastro de lágrimas corriendo por sus ojos.
— No, por favor… — suplicó nuevamente Harry.
— ¡Avada Ke...! — empezó a pronunciar uno de los mortífagos.
— ¡Expelliarmus! — gritó Luna al mortífago que apuntaba a Ron, desarmándolo rápidamente, y antes de la tragedia.
Dos aurores que iban tras Luna, comenzaron a atacar al ver la escena que se desarrollaba.
Luna avanzó a Ron quien la recibió con los brazos abiertos, y rápidamente otros aurores se unieron para ayudarlos.
— Para cuando llegues... ella ya estará muerta — Grace le dijo a Harry con odio al ver la situación.
Harry la vio correr hacia el castillo, y sin dudarlo corrió tras ella, algunos hechizos rozaron sus brazos pero nada le importó más que alcanzarla.
Ron fue jalado a una orilla por Luna y ambos se evaluaron, la Rubia sin ningún rasguño, mientras el pelirrojo tenía dos cortes en su pierna izquierda y golpes en el rostro.
Tras unos segundos ambos buscaron a Harry, fue la Rubia quien alcanzó a ver que corría desesperado hacia el castillo y detrás de la mortífaga.
Grace había tomado un atajo, y llegado a un pasadiso secreto, sin darse cuenta que el ojiverde la había alcanzado cuando pasó por el atajo y la derribó con nada de sutileza, arrebatándole su propia varita que la mortífaga le había quitado.
— Ya la lastimaron y créeme no tendré piedad con ninguno — dijo el auror, mientras la amarraba con un hechizo no verbal — Y si alguno se atreve a volver a ponerle un dedo encima, te juro que desearán no haber nacido. — el auror dijo con sus dientes apretados y dándole una mirada asesina a la mujer capturada, dejándola aturdida y amarrada.
Reguló su respiración y se dispuso a encontrar la salida del pasadiso, corrió lo más silencioso posible, hasta vislumbrar una puerta de madera, y con el corazón latiendo rápidamente la abrió.
Una sonrisa cruzó su rostro al ver que ahora estaba dentro del castillo, atravesó un pasillo corto y encontró otra puerta, la abrió con cautela, sus ojos se asustaron al oír que la madera crujía sonoramente, sin embargo con su varita apretada se armo de valor y salió.
El azabache observó que ahora estaba en un campo abierto, pasó saliva al ver unas cuantas carpas colocadas en los bordes, detrás de el unos pasos apresurados resonaban, e hicieron que volteara, esperando un ataque o emboscada.
¡Holaaa! Volvimos por estos lados, tratando de actualizar un poco seguido.
Espero que les guste el capítulo y de antemano les agradezco sus comentarios y sus favoritos.
