Ese día en particular, Donquixote Law, se encontraba bastante ocupado. Se encontraba en la sala de quirófano, con un cuerpo muerto en la mesa fría de metal delante de él. No era como que ver cadáveres fuera algo que le impactara, después de todo estaba acostumbrado a tratar con la muerte, incluso desde edad temprana, como aquel día en donde tuvo que esconderse debajo de un montón de ellos para escapar de Flevance después de que toda su familia y amigos perecieran por culpa del maldito gobierno mundial. Desde entonces había crecido resentido hacia el mundo que permitió que algo tan horrible como eso les ocurriera a personas que no tenían culpa de nada, por eso fue por lo que no le costó casi nada de trabajo unirse a las fuerzas de Donquixote Doflamingo para lograr su anhelada venganza, en donde, una vez dentro, ver cuerpos muertos ya era algo cotidiano.
Por supuesto, Doflamingo no tardó en admirar su conocimiento médico que éste poseía desde tan joven y por eso mismo explotó sus habilidades al máximo para convertirlo en el mayor traficante de órganos del mundo. Es así como en la actualidad se encontraba terminando con los cuerpos enviados para ese día y para cuando acabó con aquello suspiro cansado, ya que a decir verdad no es como que le gustara mucho tratar con dicha tarea, pues sabía que su padre no le enseñó medicina antes de morir precisamente para que él la aplicara de esa manera.
Como sea, el trabajo estaba hecho. Ya había mandado los últimos encargos y ahora sólo faltaba ir a reportarle la situación a Doffy para después regresar a su habitación en donde terminaría de tratar con aquel asunto pendiente que comenzaba a molestarle desde hace una semana. Sinceramente no esperaba que dicha situación terminase por volverse problemática tan pronto, pero ya había empezado a fastidiarse de aplazarlo así que esa noche arreglaría el asunto.
Estaba cruzando el amplio jardín directo al cuarto del rubio, cuando repentinamente un extraño vórtice transparente empezó a formarse en el cielo. El hombre ni siquiera pudo reaccionar a tiempo cuando esa cosa lo empezó a absorber y dado que no estaba sujeto a nada terminó por ser tragado fácilmente. Una vez que aterrizó en la fría tierra y logró recomponerse, se dio cuenta de que se encontraba en medio del bosque, cosa que lo irritó, ya que no entendía qué había sucedido, pero tampoco tenía deseos de estar en aquella situación, pues sabía que Doffy lo estaría esperando. Su mente sólo pudo llegar a pensar que seguramente había sido atrapado por la habilidad de algún usuario de fruta del diablo que estuviera enojado con la familia Donquixote, aunque aun así le sorprendía que hubiera personas lo suficientemente estúpidas como para meterse con ellos, sabiendo las consecuencias que esto podría traer.
Después de caminar por el bosque por alrededor de unos cinco minutos de pronto se vio en la necesidad de esconderse tras escuchar algunas voces alrededor. Él era un hombre bastante precavido, así que no mostraría la cara sin antes averiguar dónde demonios estaba, qué estaba sucediendo y por qué había sido traído a ese lugar. Lo que nunca se esperó fue ver a una versión de sí mismo acompañado de un extraño chiquillo con sombrero de paja. Estos parecían igual de desorientados, especialmente su copia, quien decía que seguramente habían sido teletransportados a otro lugar gracias al poder de un usuario de fruta del diablo.
Al inicio pensó que ese sujeto estaba tomando su apariencia prestada por algún motivo, pero rápidamente descartó esa idea, pues este no era exactamente igual a él. Los tatuajes que tenía en su pecho y brazos eran distintos, él tenía un enorme corazón en el pecho y tenía también tatuadas sus manos y dedos siendo que él solo tenía tatuajes en pecho, espalda, caderas y brazos, pero nada en sus manos. Además, tampoco estaba usando la capa de Corazón por lo que sería difícil tragarse la idea de que estuviera intentando hacerse pasar por él para engañar a Doflamingo.
Tratando de averiguar más no tardó en seguirlos, claro siempre cuidando de estar a una distancia lo suficientemente prudente para no ser detectado, porque nunca actuaría sin haber pensado en un plan antes, su padre siempre le había dicho que debía de analizar toda la situación antes, para así saber si las condiciones le eran favorables o no y no meterse en batallas que no podría ganar. No es que desconfiara de su fuerza, pero ser precavido nunca estaba de más y lo primero que necesitaba era información, ya después haría lo que se le viniera en gana.
Tras seguirlos hasta la ciudad se sorprendió nuevamente al darse cuenta de que no había una sola copia de él sino dos. Uno era el chico tatuado mientras que el otro estaba vestido como un estúpido marine, acto que le repugnó ver, pues no podía aceptar la idea de verse así mismo usando esa desastrosa vestimenta de los individuos que más odiaba en el mundo. Pese a la situación, admitía que le fue increíblemente divertido ver como esas dos copias empezaron a pelearse como perros sarnosos por culpa del chiquillo del sombrero de paja. Casi hubiera podido ir a conseguir unas palomitas sólo para observar el show que andaban armando por una estúpida escena de celos.
Todo el asunto hizo que su atención se enfocara en el monito, quien observaba la batalla, sentado a mitad de la calle pareciendo dudar si meterse o no y lo único que pudo pensar en ese momento fue que no entendía por qué se andaban peleando por él dado que no parecía tener algo peculiar o especial. Era lindo, sí, no iba a negar que el chico era su tipo, pero no creía que valiera la pena tanto esfuerzo como para pelearse a muerte por él, justo como lo estaban haciendo esos dos en esos momentos. Ahora, volviendo a la lucha entre sus dos copias, no pudo hacer más que extrañarse cuando vio cómo ambos empezaron a hacer uso de la misma fruta del diablo lo cual se supone que debería ser algo imposible pues se supone que las frutas eran únicas y si ya había un usuario entonces no debería poder haber otro al mismo tiempo. Esto sólo sirvió para confirmarle que se encontraba en un mundo alterno.
Sus sospechas fueron confirmadas cuando nuevamente se acercó a los tres individuos para escuchar la conversación que estaban teniendo, en dónde la copia que afirmaba ser un pirata les contaba su versión sobre cómo habían llegado a ese lugar, lo cual de hecho había sido algo similar a su caso. Igual empezaron a compartir algunas cosas aburridas sobre el funcionamiento de sus respectivos universos, pero realmente eso no le era relevante, aunque obviamente eso no evitó que pusiera atención en la conversación pues nunca se sabía qué cosas podían o no ser de utilidad. Como sea, el asunto es que estaba atrapado en otro universo y debía buscar la manera de regresar antes de que Doffy empezará a buscarlo, lo cual tampoco era un gran problema, dado que no era la primera ocasión en la que se desaparecía sin avisar sólo para regresar días o semanas después.
Al principio se tomó el asunto con relativa calma, hacía tiempo que no iba de viaje así que no se alteraría por todo el asunto. De hecho, la situación le parecía hasta graciosa, verse atrapado con dos versiones iguales a él, ambos enamorados de un mismo mocoso, ¡Claro que eso era hilarante! ¡Incluso para carcajearse! De manera que el primer día no hizo gran cosa, sólo se dedicó a perder el tiempo por la ciudad y después perderse en el bosque cazando algunas bestias para no morir de hambre.
El segundo día fue un poco más interesante, se había topado con el monito y el marine teniendo una cita, cosa que poco le importó, puesto que no era su asunto lo que hicieran o dejaran de hacer. Fue así como terminó durmiendo en un callejón, sin esperar que más tarde fuera molestado por el chico del sombrero de paja, el cual lo estaba confundiendo con su aliado. La situación le había molestado al principio ya que era una persona que gozaba de su soledad, sin embargo el chiquillo logró captar su atención una vez que lo miró más de cerca, pues, justo como pensó el primer día, el menor era completamente su tipo, le gustaban los chicos lindos y de facciones dulces como él; sin embargo, esa leve atracción fue opacada en su momento cuando el chiquillo empezó a insultar a Doflamingo, acto que no podía tolerar, debido a que era el hombre al que más admiraba en el mundo por lo que terminó por expulsar su haki sin control, no percatandose de su error, sino hasta que sintió a sus dobles acercándose a la escena, lo que le obligó a marcharse.
Más tarde esa noche, se había encontrado casualmente a la pequeña manzanita causando destrozos en la ciudad y si bien esto había terminado causándole algo gracia y como aquello no apaciguó realmente nada de su ira contenida por las palabras dichas por el menor por lo que simplemente destrozó por completo una estúpida fábrica, porque realmente estaba bastante molesto con dicha situación y necesitaba desquitarse con algo, pero claro siempre sabía que no era buena idea ir en contra de alguien sin antes saber más de su objetivo y por ello no que no actuó en su contra. Posteriormente se aseguró de cubrir sus actos, haciéndolos pasar por un accidente logrando que se quemara el resto de las evidencias. Encubrir sus actos tampoco le era difícil, puesto que era algo que también se le había enseñado Joker y era una de esas cosas de las que se sentía demasiado orgulloso.
El tercer día tampoco hizo nada realmente relevante, aún se encontraba disfrutando de sus vacaciones improvisadas, así que se dedicó a dar paseos por la ciudad disfrutando ver como el estúpido marine sufría por intentar descifrar quien había quemado la fábrica. No fue sino hasta el cuarto día que se aburrió de quedarse quieto y decidió dirigirse a la biblioteca para intentar buscar información útil que le diera pistas para averiguar cómo regresar, fue en ese momento que volvió a toparse por segunda ocasión con el monito quien no tardó en disculparse por haber insultado su abrigo el día anterior cosa que en ese momento poco le importaba.
En realidad, no tenía intención de quedarse en ese lugar por mucho tiempo por lo que planeó marcharse cuando este le empezó a contar cosas interesantes acerca de un libro con noticias de ese mundo. Si algo le había enseñado Joker, era que la información era poder… Y nunca estaba de más enterarse sobre el funcionamiento de ese universo pues probablemente encontraría algo de información útil que le ayudaría a obtener lo que quería. Por lo que agradecido por el favor estuvo dispuesto a quedarse un rato con el chiquillo como manera de agradecimiento.
Debía de admitir que el niño era bonito y podía entender por qué sus otros yo estaban tan enamorados de él. El chico era increíblemente tonto, atolondrado y algo ruidoso, pero al mismo tiempo era esa misma inocencia y pureza lo que lo hacía un objetivo atractivo para reclamar como propio. Él era una persona que cuando quería algo lo tomaba, así que realmente no tuvo problema en besar y tocar de más cuando repentinamente se le antojó probar su sabor. Debía de admitir que dicho contacto le gustó más de lo que había esperado pues, a pesar de que el chico era inexperto y no se movía por la impresión, todo el contacto le supo increible. Incluso estuvo tentado a quedarse un poco más de tiempo debido a lo excitado que estaba y quería divertirse a lo grande, pero ya había perdido bastante tiempo por lo que tras regalarle su abrigo se marchó rumbo a la biblioteca.
A la mano derecha de Doflamingo no le disgustaba deshacerse de su abrigo emplumado pues lógicamente no era el único que tenía y tampoco había sido el que perteneció a "esa persona" quien se la había regalado en su momento. Además, ya había pasado suficiente tiempo oculto y darle su abrigo a su manzanita de la discordia era una forma de anunciar su presencia a sus dobles, lo cual lo divertía en exceso.
No le costó trabajo encontrar el libro que manzanita mencionó. La bibliotecaria no tardó en reconocer su rostro así que lo único que tuvo que hacer fue preguntarle por ese libro en particular. La mujer no tardó en traerlo por lo que, tras sentarse en la esquina más alejada del resto de mortales, comenzó a leer con cuidado cada página. La mayoría eran noticias que no le eran relevantes para su propósito, así que después de un rato empezó a saltarse los asuntos poco relevantes hasta que se detuvo en una página en específico, la cual le provocó una serie de emociones en su interior. Primero sintió sorpresa, después su rostro cambió a confusión, para posteriormente ser manchado por la rabia y finalmente terminar en una sonrisa socarrona pues ahora tenía algo que hacer.
En el titular de la noticia aparecía "Donquixote Doflamingo capturado en la isla Xerxes". Dicha noticia no hizo más que disgustar al de negro pues no le gustaba enterarse de que ese hombre estuviera encerrado aún si él no era el mismo Doflamingo que le había enseñado y criado hasta su etapa adulta.
—Tal vez él sepa darme algo de información útil —susurró por lo bajo sabiendo que el rubio siempre había sido una persona inteligente— Creo que tendré que buscar la forma de ayudar a mi "padre" en este mundo, kufufufu —rio por lo bajo mientras empezaba a leer la noticia entera pues quería saber cómo fue capturado para empezar a formular su plan de acción.
*Día cinco*
Luffy despertó después de escuchar como su aliado por fin salía de su maldita cueva en la cual se encerró la noche anterior, cuando se negó a dejarlo dormir a su lado. Este tenía un rostro de pocos amigos y venía rascando su cabeza mientras se dirigía al baño buscando ducharse antes de salir rumbo a la ciudad. El comentario de su aliado acerca de los regalos aún le seguía fastidiando, pues seguía sintiéndose humillado por no tener nada de dinero encima y tener que estar dependiendo del idiota marine. A decir verdad, Law ahora tenía deseos de regalarle algo al monito solo porque su maldito orgullo así lo indicaba, aunque otra parte de él se sentía mucho más herida, pues tampoco quería ser visto como una maldita billetera. En su opinión había hecho cosas mucho más importantes que algo de maldita ropa, así que no entendía ese pequeño reclamo de Luffy por no haberle obsequiado nada cuando en el pasado literalmente le había salvado la vida y también lo había ayudado de tantas otras formas.
Pese a que se sentía lastimado y un tanto rencoroso, la verdad es que aun así… Se sentía como un inútil por tener que depender de otro, de ser visto como un "aprovechado", sin poder hacer otra cosa que soltar un maldito "gracias" cuando él era un hombre inteligente perfectamente capaz de valerse por cuenta propia y a quien no debería haberle pesado tanto solo por haber comprado unos miseros takoyakis unos minutos antes de haber terminado en ese mundo de porquería.
—¡Torao! —gritó el monito mientras se abalanzaba a su espalda casi logrando que perdiera el equilibrio.
—¡Agh! —exclamó fastidiado— ¿Por qué tienes tanta energía en la mañana? ¿No puedes siquiera dejarme dar un baño en paz?
—¡Eres cruel! ¡Todavía que ayer me dejaste afuera también me quieres correr ahora!
—¡Yo no te dejé afuera! Ya te dije que esa es mi habitación, no tenemos por qué dormir juntos.
—Tacaño… —mencionó por lo bajo mientras hacía un rostro de puchero— Bueno, pero… Podemos bañarnos juntos ¿no?
—¿Eh?… —La sangre en el rostro del mayor no tardó en colorear su rostro en un rojo intenso que amenazaba con terminar en un resultado fatal— ¡¿Qué mierda estás diciendo?!
—¿Qué tiene? —reclamó por lo bajo— Ambos somos hombres ¿Qué hay de malo? Siempre que vamos a baños públicos me baño junto a Zoro y los demás, no entiendo por qué tú eres tan raro.
—¡Eso es porque son baños públicos! —se excusó.
—Pero en el Sunny muchas veces también nos bañamos todos juntos, bueno todos menos las chicas. Franky construyó un baño enorme así que a veces lo hacemos.
—Como dije… Tu tripulación es jodidamente extraña —suspiró cansado— ¿Por qué rayos tienen que estar todo el rato pegados como sanguijuelas? ¿No se cansan?
—¿Por qué te pones así? —frunció el ceño sin entender el comportamiento de Trafalgar— Tú fuiste quien dijo que tenía que bañarme más seguido mientras estuviéramos aquí.
—Nunca dije que juntos…
—Pero así ahorramos tiempo —festejó como si fuera lo más normal del mundo— ¿No quieres? —ladeo la cabeza.
«¡Mierda sí! ¡Claro que quiero!» pensó el hombre mientras llevaba una de sus manos a su boca intentando no terminar desangrado como Kuroashi-ya y el idiota marine, pues él no era un jodido pervertido como esos dos. A pesar de sus más bajos instintos, él era un caballero y no se aprovecharía de la situación por muy malditamente tentadora que fuera… No, definitivamente no… No le faltaría el respeto a su aliado de esa manera y usaría su inocencia a su favor. Además… Eso tampoco era sano para su estabilidad mental, ya había decidido que dejaría de hacerse falsas esperanzas con el menor.
—Sí, creo que pasó —respondió el chico para cerrarle la puerta del baño en la nariz.
—¡Deja de cerrarme las puertas en la cara! —gritó fastidiado.
Una vez que ambos hombres terminaron de arreglarse por cuenta propia, el monito ya se encontraba bastante malhumorado por toda la situación de sentirse ignorado y apartado por su aliado. Lo único que quería hacer era pasar tiempo juntos, pero el mayor siempre lo estaba alejando una y otra vez, cosa que odiaba. Aun así… Pensó que su mal genio pasaría una vez que se dirigieron a la sede a desayunar, pero la felicidad por la comida solo fue un gusto momentáneo, pues de pronto sintió cómo su mundo se vino abajo con lo que el tatuado dijo.
—¡¿Qué?! —gritó incrédulo— ¡Repite eso! —retó ahora más fastidiado.
—Como te dije… Tengo la necesidad de ganar mi propio maldito dinero, así que iré a la ciudad a buscar alguna clínica que necesite médicos, para así por lo menos hacer uno que otro trabajo y no tener que depender de ese estúpido marine. No tengo idea de cuánto tiempo tendremos que quedarnos aquí así que no puedo seguir estirando la mano como un jodido indigente.
—¡¿Y por qué no puedo acompañarte?!
—¿Eres médico?
—No, pero…
—¿Harás algo que sea de utilidad o sólo estarás allí para distraerme?
—¡Pero Torao! ¿Qué se supone que haga mientras tanto? —reclamó angustiado, pues realmente no quería estar lejos de su aliado más de lo que esté de por sí ya lo alejaba.
—No tengo ni puta idea… ¿Por qué no vas a buscar un empleo para variar? Tal vez así no tengas que andar pidiéndole a todo mundo que te inviten cosas que no puedes pagar por cuenta propia, como si fueras un maldito niño mimado —mencionó un tanto rencoroso aún sin perdonarle todo el asunto de los estúpidos regalos.
—¿Qué? Tú… Tú… Tú —empezó a balbucear mientras apretaba fuertemente sus puños en símbolo de frustración— ¡Torao, eres un tonto! —chilló mientras echaba a correr al momento que seguía gritando— ¡Tonto! ¡Tonto! ¡Tonto! ¡Torao es un completo idiota!
—¿Y me lo dices tú? —susurró por lo bajo mientras tomaba un sorbo de su café sin estar dispuesto a hacerle caso a los berrinches de un mocoso.
Mientras tanto, el marine quien había visto la escena desde lejos no podía hacer más que negar con la cabeza en señal de decepción. No había duda de que esos dos tenían serios problemas para comunicarse y hacerse entender, lo cual no podría terminar bien si es que continuaban de la manera en la que estaban. Definitivamente esos dos necesitaban que les dieran un empujón o jamás sucedería nada. Pensando en ello no tardó en seguir al monito aprovechando que tocaba hacer sus patrullas del día, no tardó en encontrarlo en realidad, ya que el chiquillo era innecesariamente ruidoso y más estando molesto.
—Luffy-ya —lo llamó.
—¡¿Ahhhhh?! —exclamó fastidiado dispuesto a patearle el trasero a quien quiera que le quisiera hablar ahora— Ah… Eres tú —respondió indiferente— ¿Qué quieres Torarine?
—Vi lo que pasó —mencionó tranquilo— ¿Te volviste a pelear con Torao-kun?
—¡Es su culpa! —se apresuró a responder— ¡Es tonto, engreído y fastidioso!
—¿Qué fue lo que dijo? ¿Cuál fue la razón de su pelea esta vez? —Pregunto curioso, pues a pesar de ser testigo de lo que había pasado y haber escuchado un poco debido a los gritos del menor, no sabía todo el contexto detrás de esta.
—El tonto de Torao me va a dejar solo para buscar un estúpido empleo —dijo Luffy en un puchero al tiempo se sentaba en cuclillas y recargaba su rostro entre sus brazos que descansaban en sus rodillas entrelazados— incluso me dijo niño mimado cuando me dijo de mala manera que yo también consiga uno.
«Así que era eso» pensó el marine soltando un suspiro, no sabía del todo porque su otro yo le había hablado de aquella manera a Luffy-ya, pero estaba casi seguro de que tenía algo que ver con sus típicos celos que ya eran casi una costumbre entre ellos.
—Sabes Luffy-ya —Comenzó a hablar el mayor al tiempo que se agachaba de la misma manera que el contrario— lo que Torao-kun quiere hacer está bastante bien y creo que entiendo perfectamente como se ha de sentir en estos momentos tras no poder siquiera pagar algo tan básico como lo es su propio alimento, e incluso tenga que depender de nosotros los marines —dijo con un tono de voz tranquilo, esperando que Luffy entendiera sus palabras— Incluso, puedo asegurar que se siente como un inútil, al ahora no poder hacer nada más que esperar.
Ante estas palabras Luffy aumentó aún más su puchero, pues realmente no entendía porque Torao tenía que trabajar, cuando podían solo divertirse juntos en la isla, ya tenían lo necesario para estar ahí el tiempo que quisieran, tenían la ropa que el mayor había pedido, tampoco debían preocuparse por comida, pues lo que les ofrecía el cuartel era bueno y hasta suficiente, tenían un lugar donde dormir y dónde Law podía asearse de manera diaria como tanto le gustaba, por lo que no, no comprendía las palabras de su aliado cuando le dijo que en cuanto terminara su desayuno iría a la ciudad a buscar un tonto empleo, le parecía estúpido y claro todo esto se lo hizo saber al marine a su lado el cual solo pudo soltar un nuevo y largo suspiro.
—Luffy-ya, realmente no quiero decir algo que pueda ofenderte —declaró con suavidad— pero creo que estás siendo un poco egoísta al no dejar que Torao-kun decida sobre lo que quiere hacer.
Otra vez esas palabras, recordaba que Ace se las decía de vez en cuando hace mucho tiempo atrás, ahora Torao se las repetía una y otra vez y esta vez Torarine se las decía una vez más, le molestaba que le dijeran de aquella forma, pero en esta ocasión tenía una buena razón ante esto. No quería que Torao lo dejara solo, según las palabras del marino, su aliado se iría en algún momento de su lado, por ello es por lo que quería pasar el mayor tiempo necesario al lado de este y también había otra cosa que lo atormentaba siendo esto el ¿Qué pasaría si conoce a alguna chica en su nuevo trabajo con la que quisiera estar? alguien que lo apartaría definitivamente de su lado.
«No quiero que se vaya, no quiero que me deje solo. No quiero que bese a ninguna estúpida chica» eso era en lo único que podía pensar Luffy en esos momentos, su rostro que momentos antes demostraba su molestia ahora parecía tener una mueca de preocupación.
—Solo no quiero que me deje —soltó en un susurro, que el marine apenas alcanzó a oír.
—Entiendo como debes estar sintiéndote justo ahora —le consoló sobando su espalda— pero algunas veces es mejor darle un poco de espacio a las personas para que estas puedan poner sus cosas en orden, sé que Torao-kun es lo único que tienes en este mundo ahora mismo, pero él no te dejara aquí solo, además aún tienen una misión que cumplir ¿no?
—Si —respondió sin mucho ánimo— tenemos que patearle el trasero a Kaido.
—El trabajo que consiga aquí no creo signifique mucho para él —dijo completamente seguro— además su idea de que los dos consigan un empleo aquí puede ser incluso algo bueno, pues así tendrían dinero para poder salir entre ustedes sin tener que depender de mí todo el tiempo.
Aquellas últimas palabras llamaron un poco la atención de Luffy, pues recordó las palabras que Torao le había dicho el día anterior sobre que él tampoco le había regalado nada antes, por lo que tras pensar que si tenía algo de dinero podía comprarle algo al mayor y darle su primer regalo, podría invitarle comida y tal vez con eso no tenga tiempo para alguna chica, lo cual lo emocionó demasiado y ahora veía que aquello realmente no era tan mala idea como al principio.
—¡Oooh! ¡Tienes razón Torarine! —Exclamó mientras se levantaba rápidamente tras recomponerse de su enojo— tal vez trabajar no sea tan malo shishishi —dijo antes de comenzar a correr en dirección a la ciudad.
—Hey Luffy-ya espera —gritó antes de que este se marchara, a lo que el monito detuvo su andar y regresó la mirada al marino— antes de que te vayas, hay algo que quería preguntarte desde ayer pero no supe cómo hacerlo.
—¿Ahora qué pasa? —pregunto sin dejar de trotar sobre su lugar.
—En la tarde, cuando Torao-kun y yo te encontramos —comenzó a explicar, para que el menor recordará a qué momento se refería— cuando te diste cuenta de que… ¿Toramingo? no era Torao, hiciste un gesto extraño… crees que pueda saber ¿Por qué?...
—¡Ah! —ante la mención de aquel momento el rostro de Luffy se coloreo de un rojo suave demostrando su vergüenza al recordar aquello, mientras acercaba lentamente sus dedos a sus labios, deteniéndose un poco antes de tocarlos— él… me beso.
Continuará…
