Cada noche era lo mismo desde que en un arrebato de sinceridad él la había llamado su Akane. Las cosas habían tomado un nuevo rumbo en sus vidas aunque las acciones siempre eran muy similares:
Ranma se colaba por la ventana para velar por su prometida y ella, siendo conocedora de este acto, lo permitía, es más, lo ansiaba. Normalmente ella ya dormía cuando él se posaba a su lado para cerciorarse de su bienestar, aunque algunas veces ella también lo esperó despierta.
En aquellas contadas ocasiones ambos charlaban de temas de lo más cotidianos, pero con el alivio de saber que –en principio– nadie los molestaría. Si el momento lo requería, incluso habían llegado a hablar de cosas un poco más personales, de su miedo a perderse o su necesidad de proteger al otro. Nunca hubo una declaración ni nada por el estilo, es más, durante el día los dos actuaban como siempre habían hecho, parecía que tan sólo durante la oscuridad de la noche la pareja podía mostrarse tal y como eran sin miedos ni tapujos. Nadie sospechaba nada, y esperaban que así siguiera siendo. Disfrutaban de aquella nueva ingenua intimidad.
El chico de la trenza se sentía bien, por fin había llegado a un punto donde comenzaba a aceptar de manera más profunda que sus sentimientos hacia cierta joven temperamental iban más allá de un estúpido deber o de las ganas de continuar con el legado de su padre uniendo escuelas. No había necesidad para ello en realidad, si hubiera querido hubiera podido marchar, hubiera podido ir en búsqueda de su cura, de mejores y más interesantes técnicas marciales, pero sin embargo él decidió quedarse. Con ella. En China renunció al agua de Nannichuan por ella, siempre había sido todo por ella, y ahora que se había dado cuenta todo era distinto.
Su rutina nocturna había cambiado. Después de cenar normalmente se quedaba en el salón viendo la televisión, a veces con ella, a veces solo, a veces con el resto de su familia. Si el día había sido tranquilo entrenaba en el dojo para cansarse, o si por otro lado el día había sido un incordio por el motivo que fuese se desquitaba pateando a un invisible adversario. La cosa era conseguir ser el último en ir a dormir para comprobar que nadie lo siguiera.
Akane, en su lugar,casi siempre iba a su cuarto cuando Nabiki o Kasumi lo hacían, a veces se introducía en su cama tranquila sabiendo que más tarde él iría a verla, otras se mantenía ocupada a la espera de que él apareciera.
Cuando el silencio reinaba en la casa y tan sólo los grillos eran testigos de sus andanzas, el hijo de los Saotome se colaba en la habitación de la Tendo, cuidadoso se acercaba hasta su cama para tomar su mano, con delicadeza comprobaba si ella dormía o no, si así era, sonreía complacido cuando notaba como de manera inconsciente ella murmuraba su nombre contenta, para después apretarle la mano con dulzura.
Tras unos treinta minutos él ya se sentía lo suficientemente bien como para retirarse a su futón a dormir.
Siempre había sido así, hasta aquella noche. Llovía. Y todo el mundo sabía lo poco que a Ranma le gusta mojarse. Las razones eran obvias, además era febrero y el frío no perdonaba a nadie.
Resopló mirando la ventana, roló los ojos y suspiró al pensar en las pocas ganas que tenía de ser modificado con agua fría. No quería tener que calentarse una tetera, cambiarse de ropa, secarse el pelo, limpiar aquello que pudiera salpicar en su escapada… Todo le parecía ahora mismo muy pesado y cansado, aquel día había sido agotador. Mientras sus pupilas rolaban angustiadas su mirada se fijó en la silla, aquella silla apoyada junto al escritorio que ahora mismo le parecía tan cómoda.
Lo dudó tan sólo unos segundos, la apartó del mueble y se sentó en ella.
"Tan sólo esperaré aquí hasta que pare de llover" pensó.
Se acurrucó como un gatito, cruzando sus brazos sobre si mismo para arroparse, juntando sus rodillas alzándolas sobre el sillín sin dejar de mirar a su marimacho, que dormía a simplemente unos cuantos centímetros de él, fue entonces cuando pensó que quizás él también podría cabecear un rato, serían cinco minutos, después despertaría y si la lluvia había dejado de fastidiar se iría como de costumbre a su dormitorio.
Cerró los ojos con cansancio, se repitió que despertaría en breves, que eran unos simples segundos.
Pero no despertó.
...
Los rayos del sol entraban abrasadores por la ventana de cierta chica con pelo negro y reflejos azulados. Ella se removió entre las sábanas no queriendo comenzar todavía un nuevo día, aún feliz al saber que él había ido, no sabía cómo, pero ella podía reconocer que él había estado allí, que le había sujetado la mano, que había velado por sus sueños. Quizás era su olor o aquella extraña conexión que más de una vez había comprobado que tenían. Se había propuesto quedarse un ratito más tumbada pensando en que por raro que pareciera, tenía ganas de que ya fuera de noche de nuevo, pero su hermana tenía otros planes para ella.
Toc. Toc. Toc.
—Akane, despierta, llegarás tarde a clase.
La muchacha se desperezó y abrió los ojos. Su sorpresa fue extrema cuando a su lado vio a su prometido dormido, en una posición de lo más incómoda y extraña en su silla. Parpadeó confundida, ¿siempre había dormido ahí? No, está era la primera vez que lo encontraba así. En un acto involuntario cogió las sabanas y se cubrió con modestia, luego sacudió la cabeza al darse cuenta de lo exagerada que era, él seguía con los ojos cerrados.
Kasumi seguía al otro lado de la pared, y como no había obtenido respuesta comenzó a girar el pomo de la puerta de la pequeña de la casa.
—Akane, ¿no me has oído? Vas a llegar…
¡Pum!
De un fuerte golpe con su almohada mandó a Ranma volar por la ventana. Se giró veloz y sonrió a la mayor que justo acababa de adentrarse en el dormitorio.
—Ya voy kasumi onee-chan, perdona. Estaba distraída mirando el cielo.
—¿Ese ruido era…?
—Oh, sería un trueno, parece que aún no ha dejado de llover.
—Ah, cierto. Despierta a Ranma-kun por favor. Bajo a dejar listo el desayuno.
—En-enseguida —respondió la de ojos castaños un tanto ruborizada.
Akane fingió despertar a su prometido, esperó en su cuarto que él regresara de aquel gratuito viaje al que ella le había mandado, pero ni rastro del muchacho. Se impacientó y empezó a preocuparse, ahora que todo iba bien entre ellos, quizás no reaccionó de la mejor manera, pero ¿qué esperaba él? Que se quedara allí a dormir era algo nuevo, y serio… si alguien los pillaba en esa situación sí que estarían perdidos, habría boda en segundos, demanda de nietos en minutos. Era impensable que ya durmieran en la misma habitación… ¿o no?
Con cierta culpabilidad y duda bajó al comedor donde vio a su prometido, ahora convertido en prometida comiendo su desayuno con un claro enfado impreso en su cara y gotas recorriéndole el flequillo.
—Buenos días Ranma —dijo ella tímida.
—Hum –fue su respuesta sin dejar de llenarse la boca con arroz.
—Parece que Ranma ha decidido ir a correr esta mañana Akane. ¿Puedes traerle un poco de agua caliente? El pobre ha querido incluso lloviendo.
—Claro —respondió la pequeña apretando sus labios.
—Mi hijo… todo lo que hace por seguir con la escuela, ni las tormentas frenan a un Saotome.
—¡Qué orgulloso debes estar Genma! Un digno heredero hemos encontrado.
—¡Hombre entre hombres! —exclamó su madre orgullosa. Él sólo pudo tragar su comida rolando los ojos con pesadez, si ellos supieran…
Akane le entregó la tetera cargada de hirviente agua, y él, sin siquiera mirarla se la arrojó por encima y terminó su desayuno. Después de aquello, el de la trenza subió a su habitación, se secó rápido y se vistió listo para ir hacia la escuela.
Durante todo este rato tuvo tiempo de pensar en lo que había sucedido. Se sentía enfadado y frustrado, estas no eran maneras de tratarle, él había sido comprensivo, si hasta le cogía la mano pese a la tortícolis que eso le ocasionaba porque ella se lo había pedido. Imbécil, eso es lo que él era… dejarse engatusar por una chica…
Injusticia.
Ni que se hubiera dormido allí a propósito, lo hizo para no mojarse, para ahorrarse el mal rato que ella le había hecho pasar al lanzarlo a través del cristal. Si tan sólo le dejara explicarse le aclararía que él no tenía intención de dormir en la misma habitación que una chica tan poco femenina como ella, que había sido por comodidad, y además sin querer, él pretendía cerrar los ojos tan sólo cinco minutos. Si ella supiera, si ella quisiera escuchar… pero no.
Una vez vestido cogió su maletín y corriendo pasó por delante de su prometida sin siquiera esperarla, estaba dolido, en realidad. No le parecía adecuada la reacción por parte de ella, la desconfianza que le transmitía, su inseguridad y violencia hacia él.
Tres pasos al frente y cinco hacía atrás.
Sin embargo un pensamiento rondó repentinamente por su cabeza; empezó a ruborizarse, de golpe se sintió avergonzado, y a la vez emocionado, aunque no en la misma cama ¡había dormido en la misma habitación que Akane! No era la primera vez, ya lo había hecho en otras extrañas ocasiones, pero esta vez por algún motivo le parecía diferente.
Ni siquiera le había pedido permiso…Quizás, bueno, sólo quizás, ella tenía un poco de razón al haberse enfadado. ¿Debería disculparse?
Justo entonces la vio corriendo hacia él con aquella preocupada mirada y él frenó.
Los dos avanzaron en silencio hacia la escuela, uno al lado del otro sin decir ni una sola palabra, hasta el momento lo que pasaba por las noches en las noches se quedaba, era como una regla no escrita, no hablaban de nada relacionado con sus nocturnos encuentros. Así que esta vez no sabían cómo encarar esta situación que empezaba a escaparse de sus manos. La joven inhaló aire hasta que sus pulmones no pudieron almacenar más oxígeno, y luego lo soltó con calma. Él la miró de reojo y entonces Akane habló.
—Lo siento Ranma, no quise golpearte. Cuando Kasumi intentó entrar me asusté de que nos pillaran así, bueno, ya sabes, a ti…allí… durmiendo… pensé que si pasaba no podríamos volver a vernos por la no-no…, bueno…
—Akane yo no quise… —soltó él intentando disculparse.
—Espera, no sigas. Sólo quería decir que si vuelve a pasar, si quieres quedarte en la silla… sólo avísame antes para que no me asuste por la mañana. A mi… ¡no me importaría!
Dicho eso, roja como una manzana, Akane comenzó a correr muerta de la vergüenza por lo que había dicho.
Él quedó parado mirando su figura desaparecer. Sus mejillas empezaron a subir de temperatura y el rubor se apoderó de su piel.
¿Significaba eso que a partir de ahora podría dormir con ella?
Continuará…
...
¡Hola!
¡Feliz año nuevo a todos! Espero que este 2018 os traiga todo lo que le pidáis :D
Ando pillada de tiempo otra vez, pero he tenido tiempo de acutalizar ^^. Sé que este capítulo puede parecer un poco ¿raro? Pero era muy necesario para los acontecimientos que llegan a partir de ahora. Aún así espero que haya sido de vuestro agrado y veais como va creciendo la complicidad entre ambos pese a sus aún inseguridades. Alguien me comentó que la historia es un poco lenta, efectivamente, soy un poco Rumiko en este sentido, aunque prometo que pronto avanzará más :), soy un caracolito romántico XD.
Estoyyy muyy feliizzz por todos los comentarios recibidos, nombres nuevos, nombres que echaba de menos por aquí... millones de gracias a todos: Lucy Kou, marilole, Akai27, Astron, caro, eli ventura, devi2791, SARITANIMELOVE, rosefe-123, Lenna0813, litapaz, Maat Sejmet, Haruri Saotome, Andy-Saotome-Tendo, paulayjoaqui, Ranma84, AZULMITLA, ivarodsan. Hoy no puedo responder personalmente, pero en el próximo capítulo lo haré :)
Por cierto en breves publicaré un one-shot navideño que no he podido subir aún XD.
¡Abrazos enormes para todos!
