Akane se había puesto un vestido de larga falda blanco con algunas flores amarillas decorando los tirantes que presumidos brillaban gracias a las lentejuelas que en un pasado Kasumi cosió. Dio varias vueltas sobre si misma delante del espejo y se probó no uno, ni dos, sino tres distintos sombreros para ver si alguno de ellos quedaba bien con el atuendo que había escogido. Sonrió al descubrirse sonrojada por la tarde que le esperaba. Corrió a coger su bolso y el libro de su autor preferido y se apresuró hacia las escaleras al oír a su prometido gritarle desde la puerta.

No podía creerlo, por fin salía con Ranma, por fin una tarde normal con el chico con el que en secreto compartía habitación.

Las cosas, sin embargo, no son como uno siempre quiere.

El de la trenza avanzaba hacia la estación de tren por encima de la valla, la joven Tendo lo miraba recelosa desde el mundano asfalto. Resopló al pensar que era tonta por creer que por arte de magia ahora los dos se comportarían como una pareja, que a la luz del día él sería cariñoso como por las noches, como cuando le sujeta la mano y con dulzura le acaricia la piel para que se duerma.

Recordó con cierta calidez aquellos momentos que él le regalaba, y decidió acordar que no podía quejarse del todo, al fin y al cabo él había sido el que la había invitado a la feria a la que ella quería ir.

Miró de nuevo hacia su compañero alzando la vista y sonrió complacida, a veces las pequeñas cosas eran mucho más importantes.

Él notó su mirada y bajó el rostro para ver si quería algo, pero se ruborizó al comprobar que simplemente le estaba obsequiando con una preciosa sonrisa. Giró su cara rápidamente para que la muchacha no notara el repentino tono rojizo que se había aposentado en sus mofletes. Maldita sea, ese vestido le quedaba tan bien, aquel sombrero la hacía lucir más madura y esos labios hacían que cualquiera quisiera morir por ella. Si Akane supiera que él mantenía la distancia para poder controlarse…

Al llegar a la estación los dos se sorprendieron al ver a tantísima gente conglomerada allí, en especial a muchas chicas de temprana edad esperando el puntual tren.

Todos los transeúntes llevaban libros en sus manos, algunos incluso posters, ninguno de los prometidos creyó que aquella feria fuera tan famosa o importante, inocentes, si incluso había sido anunciada por televisión.

Cada vez más y más personas se apretujaban para poder caber en el andén. Al lado de Akane un hombre mayor se arrimaba contra las jovencitas que tenía en frente, que con miedo y asco intentaban apartarse de las sebosas manos de aquel sinvergüenza. Ranma lo vio y en un rápido movimiento se posicionó entre aquel pervertido y su prometida, sujetó con fuerza la muñeca del hombre hasta tal punto de empezar a hacerle daño, y seguidamente se acercó a su oído y le susurró que como tocara a alguna chica, en especial a la suya, lo mandaría a Australia después de una buena paliza. El señor, avergonzado, se retiró y desapareció de su vista, las muchachas agradecidas se voltearon para hacerle un reverencia al joven Saotome y agradecerle infinitamente su actuación, recalcando lo varonil y valiente que había sido. Él se rascó la cabeza con ambas manos repitiendo que no era para tanto, pero todo el mundo podía comprobar que él estaba disfrutando en demasía de aquellos comentarios.

Akane roló los ojos con pesadez a sabiendas de cuanto le gustaba a Ranma ser alabado, en especial, por mujeres guapas.

Al subir al tren el chico se encontró rodeado de chicas, todas las que habían presenciado como él había espantado al pervertido querían ahora tenerlo cerca por si acaso y porque, para qué negarlo, era muy, muy, muy guapo. Él no dejó de repetir a todas aquellas jóvenes que estuvieran tranquilas, que con el gran Ranma Saotome cerca no tenían de qué preocuparse, él las protegería.

¿En serio? Pensó Akane.

Ni un día, ni un día sin que él tenga que llamar la atención.

Ni un día en el que poder disfrutar como una pareja normal.

Ni un día en el que alguna chica no se fije en él y lo persiga incluso sin conocerlo.

Ay, a estas alturas ella ya debería estar acostumbrada, pero no lo estaba.

Finalmente llegaron a la feria. Ella seguía un poco molesta por el poco caso que le había hecho, pero en el fondo era un ser racional, no podía ponerse celosa siempre que él quisiera proteger a alguien que no fuera ella, así era él, protector y gentil, a veces también egocéntrico y egoísta, pero eso podía perdonárselo.

Apretujados por la cantidad de gentío que había en el recinto se acercaron al tablón donde comprobaron que aún quedaba más de una hora para que la firma de libros de Murakami, el autor que esperaban, comenzara.

Akane comenzó a dirigirse hacia el stand donde se llevaría a cabo la promoción de Tokio Blues, pero el estómago de Ranma rugió y ella lo miró atenta.

—¿Quieres que comamos algo antes de que empiece?

—Sí, sería genial, muero de hambre.

—No puedo creerlo, no hace ni tres horas que hemos comido.

—Oye, sólo comí la sopa que me preparó Kasumi… un hombre como yo debe alimentarse bien o pierde toda su energía.

—Sí, sí, ya… y bien ¿qué te apetece?

—Ahm —dudó él mirando las paradas a su alrededor —allí hay uno de takoyakis que tiene buena pinta.

—¿Ese? La cola es muy larga, ya hay gente empezando a esperar a Haruki Murakami.

—Si vas a arrepentirte de decirme que comamos antes habértelo pensado primero… yo me voy a comprar takoyakis, tú haz lo que quieras.

Ranma empezó a avanzar, encima que iba con ella después de encontrarse mal, no tenía ni la más mínima consideración por él, pobre Saotome, desfalleciendo, con falta de alimento, tan caballeroso como era él, que incluso se animó a acompañarla sin que ella se lo pidiera. Akane lo miró desparecer ante la multitud y sin pensarlo dos veces corrió hacia él y se colocó a su lado mientras esperaban a ser atendidos.

—Espero que no tarden mucho —susurró nerviosa viendo como cada vez había más fans de Murakami apilándose en una larga fila.

—Van rápido, deja de quejarte.

—Sólo firmará 500 ejemplares de Tokio Blues.

—Allí no hay ni 200 personas aún —respondió él echando un vistazo y contando por encima las cabezas de los amontonados.

—Está bien, está bien.

Justo detrás de ellos llegaron dos de las chicas que habían sido rescatadas por el pelinegro en la estación, manteniendo una animada charla. Cuando divisaron a su salvador ambas comenzaron a cuchichear, sin embargo sus voces podían ser escuchadas perfectamente por la pareja.

—Oye, es el chico de antes.

—Sigue con la chica del tren.

—¿Crees que es su novia?

—No lo parece, ni entonces ni ahora han hecho ninguna muestra de cariño.

—Además ella es demasiado normal para él, él estaría con una chica mucho más espectacular.

—¿Cómo tú, no? —bromeó una de ellas.

—Por supuesto, como yo jajaja.

–¿Por qué no te declaras?

—¿Crees que debería?

Akane giró la cabeza y las miró con repentino enfado y asombro. Su aura cada vez más roja.

—Eh, la chica que va con él nos mira mal.

—Estará celosa, seguro que ella no se ha atrevido a confesarle su amor, pobre, ¿no ve que él no quiere nada con ella?

—Patético…

—Seguramente lleva años enamorada de él y él pasa de ella…

—Es tan típico…

—Jajaja somos muy malas, quizás son hermanos.

—¡No se parecen en nada!

—Tienes razón… él tan guapo y ella tan del montón…

Ranma, que escuchaba la conversación con cierto desdén ojeó como Akane cambiaba su rabia por algo más parecido a la tristeza, ella resopló, de nuevo, ya era la octava vez que hoy lo hacía. Sin pensárselo más cogió la mano de la pequeña Tendo con suavidad y le dio un breve apretón para llamar su atención.

—Oye, vayamos mejor a hacer cola para el del libro, cada vez hay más gente.

—Pero tú querías takoyaki, podemos esperar.

—Hemos venido hasta aquí por la firma ¿no? —entonces miró fijamente a las chicas de detrás y haciendo un gran esfuerzo y sonrojándose a más no poder añadió —¿qué clase de prometido sería si no hiciera esto por ti? Vamos Akane.

Avanzó rápido hacia el stand donde se llevaría a cabo la firma y Akane lo siguió desconcertada, aún procesando sus palabras. Con una gran sonrisa finalmente se instalaron en la cola y sin decir nada, siguieron con sus dedos entrelazados esperando su turno.

Después de más de dos horas por fin Akane había conseguido no solo el autógrafo de su autor favorito sino también una fotografía con él. Estaba muy feliz, al final la tarde había sido mucho más de lo que ella había imaginado. Ranma estuvo a su lado todo el rato, estuvieron hablando de tonterías y de técnicas, de la escuela y de sus padres, del maestro y de sus locuras, pero lo mejor de todo era lo natural que todo aquello parecía, era como si en realidad la idea de ser una pareja normal fuera incluso posible.

Al regresar hacia casa el tren estaba todavía más lleno que durante la ida. El traqueteo del vagón provocaba que de vez en cuando aquellos que no tenían acceso a los agarres se tambaleasen y chocaran los unos contra los otros. Akane por suerte era una chica fuerte y su estabilidad era parecida a la de un experta surfera, sin embargo los demás pasajeros no tenían aquella habilidad y de vez en cuando la empujaban sin querer, se disculpaban con ella y ella les sonreía a cambio. Entre ellos había un hombre trajeado que regresaba del bar con unas cuantas copas de más, él en especial se meneaba de un lado para otro mareado y sin ninguna maligna intención pisaba el pie de la joven Tendo, ella no se quejaba, pero cada vez que lo hacía le dolía, y con cada pisotón extra el dolor aumentaba.

Ranma al final vio lo que pasaba, como pudo acercó a Akane a su cuerpo y colocó sus pies entre los suyos, mientras que con un brazo se sujetaba en la barra y con el otro la rodeaba por la espalda, en lo que a ojos de muchos parecía más un tierno abrazo que un acto protector. Ambos se sonrojaron pero no dijeron nada más, por fin el acercamiento físico comenzaba a serles cómodo y también, necesario.

Cuando hubieron bajado del tren volvieron a caminar por las calles de Nerima, los dos en silencio, uno al lado del otro sin saber cómo empezar una conversación, la noche se acercaba y los dos sabían que en breves se verían de nuevo pues acabarían durmiendo en la misma habitación. A pesar de haber compartido dormitorio durante tanto tiempo aun era algo que les costaba comentar cuando estaban despiertos, la vergüenza de decir en voz alta algo sobre el tema era demasiada, era casi casi como confesar la necesidad que uno tenía del otro.

Akane veía a Ranma andar con las manos en los bolsillos, sonrió al recordar como él la había defendido delante de aquellas chicas odiosas en la cola, apretó los labios y con seguridad agarró el bajo de la camisa del chico para que frenara.

—¿Qué pasa? —preguntó él extrañado.

—Gracias… por lo de antes.

—No sé de qué me hablas —respondió él desviando la mirada ruborizado.

—Bueno, pues gracias por acompañarme hoy —dijo ella comprendiendo su vergüenza.

—No hay de qué, te lo debía por cuidarme anoche.

—Ahm, hablando de anoche Ranma ¿te duele la espalda?

—No, bueno, un poco, a veces… no es nada serio.

—Es por dormir en una silla, no es cómodo no sé ni por qué pensé que podrías dormir allí, perdona… he sido una egoísta todo este tiempo.

—Oye no es por eso, no pasa nada, no me importa.

—Es mejor que no duermas más allí —aclaró resolutiva.

Ranma abrió los ojos de par en par y frunció el ceño con enfado.

—Si querías que no durmiera más en tu habitación solo tenías que decirlo —con rabia empezó a caminar a paso acelerado—. Tranquila hoy volveré a dormir en mi futón, de todos modos estaré mejor allí que con alguien como tú.

—¡No es eso! No quiero que duermas en la silla, no que no duermas en mi habitación —gritó molesta agarrando con más fuerza su camisa.

—Uhm… ¿quieres que duerma en el suelo?

—Y si… quizás podemos dormir en tu habitación… ¿en dos futones separados?

—Eso no es buena idea, el maestro entra cuando quiere, y mi padre y mi madre igual, sin picar… si entran y no estoy puedo decir que estaba entrenando o lo que sea, pero si nos ven a los dos…—comentó rascándose la nuca —ya sabes…

—Sí, pues, uhm… —respondió ella colocándose la mano en la boca mientras pensaba.

—Oye, no te preocupes más, seguiré durmiendo en la silla.

—¡No! Puedes… uhm…. No malinterpretes esto… puedes, si quieres, dormir… ¿conmigo? —el silencio se incorporó entre los dos, como si el mundo se hubiera acabado, como si no hubiera nada más en la tierra. Un horrible silencio que hizo que el viento acabara provocando que Akane reaccionara. — No, no, no —se decía a si misma dando vueltas sin sentido apartándose de su prometido rojo como una manzana —¿Cómo propones eso Akane? Te has vuelto loca. Es una locura, una indecencia, ¿qué pensará Ranma? Luego llámale pervertido si intenta algo, no podrás ¡tú los incitado!. Y si a media noche quiere algo, y si intenta…. Kyaaa, qué vergüenza…

—Estoy aquí, puedo escucharlo todo.

—Olvídalo Ranma… perdona, no sé en qué pensaba.

—No haré nada. No intentaré nada, lo juro —dijo él serio colocándose frente a ella.

—¿Eh?

—No me parece mala idea, digo si a ti no te lo parece, quizás, bueno, hemos dormido en el mismo cuarto durante muchas noches, no es tan descabellado que durmamos… juntos ¿no?

—Pero… ¡no estamos ni casados!

—¿Y qué? Estamos prometidos, algún día lo estaremos.

—Ranma… —murmuró sorprendida.

—Arg está bien déjalo, es una pésima idea.

—Trae tu almohada, la mía es pequeña para los dos —soltó ella sin mirarlo.

—Ah oh, okey.

Sin darse cuenta ambos ya habían llegado a casa. Sonriendo como nunca subieron a sus respectivas habitaciones nerviosos como flanes a la espera de aquella noche donde por fin compartirían cama.

Continuará…

….

¡Hola!

Perdón, perdón, gomen nasai, sorry… no he abandonado la historia, es solo que no tengo tiempo ni de respirar. No prometo actualizaciones semanales, pero tened por seguro que nunca, nunca dejaré esta historia a medias, así que no dejéis de leerla por favor : ).

Espero que hayáis disfrutado del capítulo, como siempre porfiplis hacédmelo saber en comentarios o lo que sea, os agradezco a todos cada lectura, no sabéis cuanto.

¡Un abrazo enorme para todo el mundo!

NA: Tokio Blues es un libro de Haruki Murakami, escritor de Kioto. Fue publicado en 1987 y por eso me pareció que encajaba un poco con los años en los que Ranma ½ tiene lugar. Recomiendo mucho muchísimo el libro, uno de mis favoritos.

Ahora sí, ¡hasta pronto!