Noche 30

Tic, tac, tic, tac.

El reloj retumbaba en su habitación, el eco de las agujas era lo único que podía escuchar, y en el fondo lo agradecía, porque estaba demasiado concentrado en sus cosas como para tomarse el lujo de distraerse. Agarrado a su almohada no dejaba de jugar con sus pies acariciando el suelo fruto de su nerviosismo, sus dedos ya rojos después de tanta fricción. Ya no sabía ni si le quedaban uñas por morder o alguna parte del cuerpo que aún no se hubiera pellizcado. ¿Esto era real?

¿Estaba a punto de dormir con Akane?

—Sí —se dijo para creérselo un poco más.

¿Y por qué tanta ansiedad? No era como si fueran a hacer algo indebido, tan sólo dormirían, era esto todo lo que ella quería ¿no? ¿O acaso en el fondo ella buscaba algo más? Tragó saliva despacio. ¿Estaba él preparado?

—No, no, no, por supuesto que no, qué tonterías. Además no es como si yo quisiera hacer algo con aquella marimacho, claro que no.

El muy inútil aun no había descubierto que no tenía ningún sentido engañarse a si mismo, por mucho que lo dijera en voz alta ni él mismo podía creerse lo que oía.

Pero es que la situación era tan extraña, él nunca se imaginó que aquella necesidad que nació en él hacía un mes por verla durante las noches terminaría en esta locura. Jamás. Esta idea estaba totalmente descartada, dormir en su misma cama era como una trampa mortal. Tantísimas cosas podían ir mal.

Una mano donde no debería. Un pie rozando lo que no podía. Su cara a tan solo milímetros de la suya.

—¡Ah! —gritó del susto— Si cualquiera de estas cosas pasa soy hombre muerto.

Mientras el chico de pelo negro daba vueltas dentro de aquellas cuatro paredes, su prometida, en su respectiva habitación, se encontraba de pie mirando su cama de forma estúpida.

—¿Siempre ha sido tan pequeña? —dudó con espanto— Aquí no cabemos…

Se colocó encima del colchón y con ambas manos a los dos costados de la cama empezó a ejercer fuerza para alargarla. Ni que fuera unos cuantos milímetros ya le serviría, cualquier cosa que provocara que la distancia entre ellos se agrandara era suficiente. Tiró y tiró con fuerza, pero pese a que su deseo de obtener unos pocos centímetros de regalo eran enormes, el capricho no se cumplió. La cama seguía siendo individual, estarían cerca, muy cerca para ser exactos.

—¿Dónde me he metido? ¿Cómo he podido invitarlo así sin más? Tonta, tonta, tonta —se decía golpeando su frente.

Resopló jugando con sus labios histérica, se sentó en el borde de la cama y saltó levemente moviendo su trasero, los muelles hicieron su parte y el ruido resonó en sus oídos. Abrió los ojos con asombro al escuchar el sonido.

—Se van a enterar, todo el mundo se va a enterar. Nos casarán en seguida, qué mala idea, pésima idea… ¿pero por qué en el fondo no me parece mal? ¿Por qué en realidad quiero que duerma aquí, conmigo?

No tuvo tiempo de seguir asustándose porque en ese instante su prometido entró, almohada en mano, por su ventana. Ambos se miraron unas milésimas de segundo y rápidamente giraron sus rostros para apartar sus miradas, rojos como las manzanas acabadas de recoger.

Se quedaron a una prudente distancia, ninguno de los dos queriendo romper el silencio, conscientes de lo que aquella noche supondría en su relación. Dormir en la misma casa era una cosa, dormir en la misma habitación otra, pero dormir en la misma cama implicaba que su relación estaba en un punto que ellos dos no habían verbalizado en ningún momento. Quizás a estas alturas no hacía falta, pero ella necesitaba cerciorarse de que si compartían colchón era porque él iba en serio, quería confirmar que al día siguiente él no correría al Ucchan's o al Neko Hanten, que su compromiso, aunque impuesto, era algo que había aceptado.

Ahora era el turno de ella, tragó saliva.

—Ranma, ¿po-podemos hablar? —él la miró con rapidez y asintió sin acercarse un centímetro— mejor… sentémonos en el suelo —añadió colocándose de rodillas encima de su alfombra.

—Está bien —dijo él posicionándose casi en la otra punta.

—Puedes acercarte, así nos oirán.

—Eh, sí —confirmó aproximándose con miedo y cuidado. Cuando estuvieron ya lo suficientemente cerca ella alzó su vista para mirarlo a los ojos.

—Verás, quería saber, bueno, sé que estamos prometidos por culpa de nuestros padres pero si vamos a dormir… ya sabes, juntos… quisiera saber si es que crees que, bueno, si no lo harás también con otras.

—Akane, ¿por quién me has tomado? ¿Crees que soy de esa clase de hombres?

—No, no sé, digo, no es que hayas dicho nunca que, ya sabes, estamos —susurró jugando con su cabello nerviosa— juntos.

—¿Ju-juntos? —repitió él jugando ahora con sus dedos.

—Aha, como, ya sabes, solo los dos, juntos.

—¿Como saliendo? —la miró directamente a los ojos con asombro —ella sólo asintió sin atreverse a levantar los párpados.

El silencio se hizo latente entre ambos, los dos sonrojados.

—En verdad —prosiguió él rascándose la nuca— yo creí que ya estábamos saliendo…

—¿Eh? —preguntó desconcertada la joven Tendo.

—Ya sabes… estamos prometidos, vivimos juntos, aceptaste casarte conmigo, llevo un mes durmiendo aquí… a veces vamos de la mano…

Akane levantó una ceja mientras una venita en su frente se inflamaba.

—¡Tú creías que ya estábamos saliendo! —gritó frustrada.

—¡Shhhhtt! Vas a hacer que nos descubran.

—¿No podrías haberlo dicho o demostrado antes?

—¿Demostrarlo? ¿A qué te refieres?

—Bueno, ya sabes, cuando tienes novia pues… mmm… la besas y eso —terminó mirando con atención sus pies. Ranma parpadeó incrédulo un par de veces.

—Yo… no sé, quizás no he encontrado el momento. Yo creía que tú no querías que te be-besara.

—¿Por qué no iba a querer?

—¡Pues porque siempre me llamas pervertido!

—¡Eso es por lo que haces con otras!

—¿Entonces sí quieres que te bese?

—Mmmm si tú quieres, bueno, no me importaría.

—Está bien, luego no te arrepientas —ella negó con la cabeza.

Ranma se acercó arrastrando sus rodillas hacia ella, posicionándose suficientemente cerca de ella como para notar su respiración, en ese momento agitada. La observó unos segundos, vio sus mofletes sonrojados, sus ojos brillando como la más deslumbrante de las estrellas, su corto pelo levemente mecido por el poco viento que entraba por la ventana. Este era el momento, el momento que llevaba tanto tiempo ansiando, el momento que realmente lo cambiaría todo.

—Cierra los ojos —ella obedeció sin rechistar.

En un instante Ranma acabó con el espacio que los separaba. Sin más dilación, sin posponer otro segundo lo que siempre ansió.

Sus labios entraron en contacto con los de Akane, suaves, dulces y delicados. Fue mágico.

Chispas.

Mariposas.

Nervios.

Timidez.

Felicidad.

Amor.

Uno, dos y tres.

Respirar.

Los dos se encontraban en un estado de incredulidad extremo, disfrutando de su primer beso recibiendo todo tipo de sensaciones que recorrían sus cuerpos, queriendo saborear aquel instante un poco más, queriendo decirse todo cuanto pudieran a través de aquel tan deseado contacto.

Se separaron con cierta vergüenza, pero sumamente contentos. Akane levantó su mano y acarició sus labios para querer comprobar que aquello había sido real. Por fin, por fin Ranma se había atrevido, por fin Ranma había demostrado que ella era su prometida, que ella era especial para él.

Alzó sus pestañas para verlo. Allí estaba, casi temblando de nervios, el gran Ranma Saotome a su merced, más vulnerable que nunca, demostrándole a través de un simple beso toda su ternura, una característica que nunca había imaginado que él poseía. Necesitaba más, como mínimo un segundo beso para poder sellar de una vez por todas que él era solo de ella, que ella era solo de él.

Sin avisarle lo besó por segunda vez, colocando sus manos en las mejillas del chico para impedir que se apartara, él reaccionó tarde pero al hacerlo posicionó sus manos en la espalda de su chica. Volvió a ser corto y rápido, pero tan agradable y disfrutado como el primero. Tan deseado como todos los que en sueños una vez se dieron.

Después de aquello los dos volvieron a sus tímidas personalidades y se separaron de manera exagerada.

—¿Ha esta-tado bien? —preguntó él levantándose. Ella asintió sin más y lo imitó.

—Es mucho mejor que el que nos dimos cuando estabas en modo neko-ken.

—Ese no contaba —replicó con molestia.

—Tienes razón —afirmó ella— pero el de ahora sí, los dos —susurró con una risueña risita. Él rio con ella.

—¿Entonces sí ya estamos ju-juntos?

—Eso parece —respondió feliz — Ahora no lo niegues —amenazó.

—No…

—Es, es tarde, deberíamos dormir.

—Ahm sí…

—Mmm sí…

Los dos miraron la cama con cierto temor, no sabían ni por dónde comenzar.

—Si no te importa dormiré en el lado de la pared —dijo Akane.

—Ok.

—No, espera, mejor en el otro.

—Ok.

—No, mejor la pared… pero si quiero ir al baño será difícil —murmuraba para si misma— pero en la pared me sentiré más segura, no, si él intenta algo estaré acorralada…

—¿Puedes ponerte ya de acuerdo? No intentaré nada, deberías confiar un poco más en mi.

—Sí, sí, bien. Dormiré en la pared.

—Adelante.

Akane se colocó en la cama debajo de las sábanas, arrinconada a más no poder en su lado, aplastada casi contra la pared. Ranma la miró y en el fondo agradeció que le dejara tanto espacio, no sobreviviría al ataque de corazón que le daría si llegara a tocarla. Se introdujo también sobre su costado lo más separado de Akane posible, apagó la luz de la mesita de noche y suspiró con cierto alivio, lo peor ya había pasado.

—Ranma.

—Dime.

—Sé que no harás nada raro.

—No.

—¿Me das la mano?

—Eh… uhm… sí.

Ranma se giró con miedo y sin ver nada debido a la oscuridad comenzó a palpar con sus dedos la tela de la sabana para no chocar con algo indebido que lo mandara volar por los tejados de Nerima. Finalmente lo encontró, el meñique de Akane. Siguió y agarró su mano como cada noche había hecho, aunque decidió ir un paso más allá y en lugar de simplemente rodearla con su palma decidió entrelazar sus dedos con los de ella.

—¿Así está bien? —preguntó dudoso.

—Así es perfecto —respondió ella apretándole la mano—. Buenas noches Ranma.

—Buenas noches Akane.

La oscuridad de la habitación fue la única testigo de la felicidad que la sonrisa de ambos irradiaba mientras lentamente caían rendidos a los brazos de Morfeo.

Continuará…

¡Hola! Tuve tiempo de volver antes de lo esperado, yuhuhui. ¡Espero que os guste este capítulo! Creo que una "declaración" entre ellos sería algo más bien así, también he creído siempre que hacia el final del manga Ranma ya se considera la pareja de Akane (ella también aunque puede que a veces dude de él), así que nada, esta es mi versión de su primer beso.

Muchísimas gracias a todos los que leéis el fic, en serio, lo empecé pensando que no gustaría mucho porque es lento y sin dramas (los que habéis leído mis otros fics ya sabéis que el drama no es lo mío), pero me alegra enormemente que os vaya gustando : ).

No tengo tiempo de contestaros pero de verdad que intentaré hacerlo por privado porque vuestros comentarios me alegran mil. Gracias a todos, en especial gracias a:

ivarodsan, xandryx, Akai27, Azulmitla, Alambrita, devi2791, Kotoko22, Llek BM, Little Indulgence, Mcmg, Gaby, Silvia PB, Akanita15, Lily Tendo89, Marelene, Astron, Andy-Saotome-Tendo, Genma 345, SARITANIMELOVE, Diluanma, Bustamante kayla, Haruri Saotome, Luliz Rizo.

A los que comentáis como Guest please dejad ni que sea unas iniciales para que pueda agradecéroslo también : ).

¡Abrazos para todos! Pronto el capítulo sobre cómo pasan la primera noche.