Refunfuñando rodeaba las cuatro paredes de su habitación como un animal recién enjaulado. Estaba molesto, muy molesto. ¿Quién se creía que era ella para mandarlo a volar por ahí? Él pensó que aquellos malos hábitos estaban cada vez más lejos de su rutina pero por lo visto Akane no pensaba lo mismo. Se sentó en el suelo sujetando su mejilla con la palma de la mano, mientras su brazo reposaba sobre su rodilla. Rebufó meciendo con el aire expulsado su pelirrojo y mojado flequillo, quién le hubiera dicho que acabaría convertido en mujer a estas horas. Escuchaba el reloj avanzar mientras veía como las gotas de su trenza mojaban el tatami, fastidiado, decidió sacar la nota que su prometida le acababa de dar dejándole claro que aquella noche tendría que compartirla con su sombra.

La rompió con enfado y se levantó de repente.

—¿Por qué todo el mundo tiene qué decidir qué puedo y qué no puedo hacer con Akane? ¿Quién se cree que es Nabiki para poner una cámara en la ventana de su hermana? Acabaré pensando que está enferma de la cabeza de verdad —dijo en voz alta plasmando en palabras lo que su mente estaba pensando.

Una fría brisa entró desde la ventana dejándole ver que como siguiera en ese estado no tardaría demasiado en enfermarse. Cogió ropa seca de su armario para, después de bañarse con agua caliente, cambiarse, sin embargo, mientras sacaba el pantalón de franela del fondo, vio como en una de las estanterías un libro antiguo, lleno de polvo y páginas amarillas, sobresalía curioso captando toda su atención.

Unas cuantas paredes más allá, la joven de la casa, sentada en su cama miraba con tristeza la soledad que su cuarto le transmitía en aquellos momentos, ¿cómo era posible que la simple presencia de Ranma la hiciera sentir tan llena, tan cálida, tan feliz. Observó el reloj notando como sus párpados comenzaban a pesar, ya eran más de las doce de la madrugada, le costaría dormir sin él, pero parecía que aquello era lo que Nabiki había conseguido, tan injusto, tan cruel, tan innecesario. Se incorporó de un salto y decidió ir a hablar con su hermana, comenzaba a estar harta de sus jugarretas. Salió a toda prisa de su habitación y picó la puerta de la mediana de los Tendo. No recibió respuesta, así que continuó aporrando la madera provocando que el dulce patito que anunciaba el nombre de la propietaria de la habitación se tambaleara.

—¿Qué pasa? ¿Quién ha muerto? —preguntó abriendo la puerta Nabiki mientras cruzaba sus brazos y se apoyaba contra el marco.

—¿Qué pretendes?

—¿A estas horas? Creo que dormir.

—No… ya sabes de qué hablo.

—No, no lo sé, ¿podríamos hablarlo mañana?

—Me temo que no, que deberemos hablarlo ahora —dijo firme Akane entrando de malas maneras a la habitación.

—Oye hermanita, ¿dónde han quedado tus modales?

—Oh, perdona, disculpa, ¿me he entrometido en tu espacio? No era mi intención, te ruego disculpes mi osadía, una hermana invadiendo la privacidad de su hermana, no me cabe en la cabeza que alguien pueda hacer algo así —respondió la peliazul fingiendo arrepentimiento.

—Noto cierta ironía en tus palabras.

—¡Tienes una maldita cámara en mi ventana!

—Oh vaya, ¿la has visto? Ya sabía yo que Ukyo no la escondería bien, no dejes que los demás hagan lo que puedas hacer tú, ¿verdad?

—¿Ukyo? ¿Qué tiene ella que ver?

—Mira hermanita, a mi me da igual lo que hagas o lo que dejes de hacer con mi cuñado, pero resulta que detrás de él hay unas cuantas locas a las que le importa demasiado lo que hagáis a solas, en especial, lo que hagáis de noche.

—¿A qué te refieres?

—Mira, seré directa, Ukyo cree que tú y Ranma habéis dormido juntos en más de una ocasión, y me ha pagado para que lo descubra. Ya te he dicho que a mi no me importa, pero cuando hay dinero de por medio… mi trabajo es mi trabajo.

—¿Por qué piensa ella algo así?

—Tiene sus sospechas, y después de ver como actuáis los dos últimamente déjame decirte que yo también creo que escondéis algo.

—Eso… eso no es cierto…

—Yo no sé lo que…

CRACK, PUM, ÑEC, CRACK, PLOF.

Después de oír aquel extraño estruendo las dos hermanas se miraron y salieron corriendo al pasillo. Allí encontraron a Kasumi quien salió asustada de su habitación medio dormida.

—¿Qué pasó? —preguntó con su habitual dulzura, Nabiki y Akane levantaron sus hombros meneando en forma de negación sus cabezas.

—Hijas, hijas ¿estáis bien? —gritó Soun abrazando a sus pequeñas.

—Estamos bien papá, ¿qué ha sido eso?

—¿Una bomba? —preguntó Genma uniéndose a la conversación acompañado de su esposa.

—Puede que fuera el Maestro haciendo de las suyas —añadió Nodoka.

En ese instante Ranma apareció ante ellos pálido, convertido otra vez en hombre y ahora con ropa ya seca sujetando con su mano temblorosa un viejo libro.

—¡Lo siento, lo siento! —dijo arrodillándose haciendo la técnica del tigre caído.

—Hijo, ¿qué ha pasado?

—Lo he invocado, no sabía qué hacía pero lo he invocado.

—¿Eh? —preguntaron todos confundidos.

—Ya sabéis —se acercó a su padre y futuro suegro y susurró— Toraoni.

Los dos hombres se miraron desconcertados sin saber de qué hablaba el joven Saotome.

—¿Toraoni?

—Sí, lo siento, siendo grandes maestros como sois imagino que ya sabréis de qué hablo.

—Por supuesto hijo, no digas más… Soun, amigo esto es serio.

—Y tan serio Genma… hacía años que no oía hablar de Turaoni…

—Toraoni, tío… ya sabe, la criatura medio demonio medio tigre.

—¡Ahhh! Eso lo aclara todo —mintió Tendo sin tener ni la más remota idea de lo que hablaba Ranma.

—¿Qué pasa Ranma? —curioseó Akane asustada.

—Me puse a leer este maldito libro y sin querer he invocado a un demonio con apariencia de tigre que persigue chicas y mujeres durante la noche… solo lo hará en la casa en la que ha sido invocado y aunque aún no lo he visto, me temo que esté por aquí por el ruido que todos hemos escuchado.

—Oh eso es horrible ¿qué vamos a hacer Genma?

—Tranquila Nodoka, parece que Ranma sabe qué hacer.

—Propongo que primero busquemos al demonio, iremos cuarto por cuarto viejo, tío Soun quédese en el comedor con mi madre y sus hijas.

—Bien, parece un buen plan.

—Yo también quiero ir a buscarlo —aclaró Akane.

—Es peligroso hija.

—Sé cuidarme sola, seré de ayuda si decide atacar.

—Akane, ¿eres tonta? ¡Claro que te atacará! Aunque no lo parezcas eres una mujer.

—¡Ranma no baka! Encima que has sido tú el idiota que ha invocado al demonio.

—Razón de más, estoy intentando solucionar mi error y no me dejas.

—Akane-chan, quédate con nosotras, podrías ayudar a papá si el demonio decide atacarnos mientras Ranma y tío Genma inspeccionan —propuso Kasumi conciliadora.

—Bien… me quedaré con vosotras para cuidaros.

Padre e hijo comenzaron a escudriñar todos los rincones de la casa con meticuloso cuidado, por el momento no había ni rastro de aquel extraño demonio, si se había escondido lo había hecho muy bien. Decidieron dar una segunda vuelta a todo el hogar para asegurarse, y finalmente bajaron al comedor a comunicar que por ahora no habían encontrado nada raro.

—¿Y qué hacemos? Yo mañana me levanto temprano —dijo Nabiki mirando el reloj.

—Para estar seguros creo que lo mejor sería que ninguna de las chicas durmiera sola hoy —comentó sabiamente la señora Saotome.

—Tiene razón, Nabiki y Kasumi, podéis dormir conmigo, en mi habitación cabemos los tres, Ranma puede vigilar a Akane, y Nodoka por supuesto con Genma.

—Os he dicho que yo sé cuidarme sola, no necesito a nadie —aclaró la peliazul mientras Ranma rolaba los ojos con fastidio.

—Ni quién quisiera cuidar a una marimacho como tú.

—Mira qué bien, entonces ni te molestes en "protegerme" —recalcó ella sacándole la lengua a su prometido.

—¡Me avergonzáis! Esta es una situación delicada así que vais a dormir en la habitación de Akane los dos os guste o no! —gritó Nodoka.

—Sí señora —respondió la pareja agachando la cabeza humillados.

Entre todos repartieron futones por las habitaciones para que las dos hijas mayores del señor Tendo durmieran en su habitación y Ranma pudiera vigilar a la pequeña de la casa.

Todos se dieron las buenas noches, los hombres prometiendo que se mantendrían despiertos para poder proteger a las mujeres del hogar.

Ranma y Akane se adentraron en el cuarto y él levantó los brazos con pesadez para poder desperezarse y después soltó todo el aire que hacía rato estaba reteniendo.

—Ranma, he pensado que podemos turnarnos, primero puedes dormir tú, yo me quedaré despierta hasta las 4h y luego podemos intercambiarnos, así nos aseguramos de que el demonio no nos pille por sorpresa.

—No será necesario —dijo Ranma bostezando, colocándose debajo de las sábanas.

—¿Cómo? Creo que no te estás tomando esto en serio, es un problema grave.

—No hay ningún problema Akane, ven ya a dormir, es tarde —susurró haciendo un movimiento con la mano para que ella se acercara al colchón.

—No te entiendo —respondió ella sorprendida por su actuación, sin embargo obedeció y se colocó al lado de su prometido.

—No hay ningún demonio AKane, puedes estar tranquila.

—Pero… y todo lo del Toraoni al que has invocado.

—Me lo he inventado.

—Pero ¿y el libro?

—Era un libro viejo de recetas que encontré en el armario —ella lo miró atónita por lo que escuchaba.

—¿Y el ruido?

—Oh una maceta por ahí, un jarrón por allá…

—¿Pero tú te has vuelto loco? Qué pasa, ¿estabas aburrido y has decidido desvelar y preocupar a toda la familia?

—No es eso…

—Pues ya me dirás qué es —ahora él la miró fijamente.

—¿Dónde estamos?

—¿Eh? En mi habitación.

—¿Haciendo qué?

—¿Durmiendo o como mínimo intentándolo?

—Aha…

Ella parpadeó unos instantes y luego se frotó la frente desconcertada.

—¿Has hecho todo esto para poder dormir conmigo hoy?

—Nadie le dice a Ranma Saotome cuando puede y cuando no puede dormir con su prometida.

Al oír aquello Akane no pudo evitar sonreír, cuando quería era como un niño pequeño, egoísta e impulsivo, tenía que conseguir lo que él quisiera a toda costa, costara lo que costara.

—De todos modos, no creo que preocupar a toda la familia así sea correcto Ranma…

—Bah, se lo merecen por todas las bodas improvisadas o los trucos para liarnos o las mentiras para conseguir lo que ellos quisieran.

Akane se tumbó más tranquila, expulsando el aire que sus pulmones habían mantenido debido a la preocupación de ser atacada por un demonio medio tigre. Ranma era toda una caja de sorpresas, cuando quería podía ser la persona más inteligente de toda Nerima. Lo miró de reojo con una maliciosa sonrisa.

—No sabía que estabas tan enamorado de mi… —dijo risueña acercando su rostro al de Ranma para ver como se sonrojaba. Al sentirse acorralado él se escondió debajo de las sábanas.

—Hago todo esto por ti y ni un gracias recibo, podrías ser un poco más femenina de vez en cuando.

—Ranma —murmuró la peliazul en un tono que estremeció al chico, provocando que saliera de su escondite— gracias.

Después de aquello ella cerró los ojos y besó los labios de Ranma con una naturaleza que pasmó al de la trenza. Lo vio todo a cámara lenta, las finas pestañas de Akane bajando despacio, sus labios juntándose, húmedos y dulces rozaron los suyos de una manera tan delicada que su piel se erizó.

Tragó saliva y sin detenerse ni siquiera pensar en lo que hacia rodeó con un brazo la cintura de su chica mientras colocaba su otra mano detrás de su nuca, notando como la punta de los cabellos de Akane se escurrían entre sus dedos. Cuando ella finalizó aquel primer beso él continuó con un segundo, la acercó todavía más a él y abrió su boca para poder saborear mejor la de ella. Recordó el momento que compartió con ella en la montaña, lo tímidos que habían sido entonces, pero a la vez tan atrevidos, quería volver a sentir aquello, incluso un poco más. Mordió el labio de Akane provocando que un leve gemido escapara de su garganta, tan sensual que quiso volver a escucharlo, jugó con sus lenguas para después dirigir su mirada hacia el níveo cuello de aquella linda criatura. Bajó su rostro hasta encontrarse entre su hombro y su oreja, dejó escapar un suave suspiro, tan cálido como su sangre en aquel instante. Comenzó a besar con melosidad el femenino cuello y ella sintió deshacerse, clavó sus uñas en la espalda de su prometido intentando callar un grito lleno de placer. Él se sorprendió, pero entendió que fuera lo que fuera que estuviera haciendo lo estaba haciendo bien. Siguió mordiendo el lóbulo de la oreja de Akane y ella arqueó su espalda al sentir aquella nueva lluvia pasional, nunca imaginó experimentar algo así con Ranma, y aunque ella supiera que la mentira de Ranma no estaba bien, debía admitir que que lo hubiera hecho por ella la hacía infinitamente feliz.

Siguieron acariciándose un rato más, besándose con suavidad y a veces con un poco más de pasión, seguía habiendo una barrera que por ahora ninguno se atrevía a cruzar, pero desde luego que estos fugaces besos y estas nuevas caricias eran más que suficiente. Se dieron un último largo beso, y después se miraron unos largos segundos, sus labios aun rozándose, sus sonrisas fusionándose.

—¿Estás ya más contenta de que haya invocado al demonio? —preguntó con picardía.

—Tengo que decir que a veces me asusta lo astuto que eres…

—¿Qué quiere decir eso?

—No hay nada que el gran Ranma Saotome no consiga ¿eh?

—Nada —respondió abrazándola antes de comenzar a dormir.

Continuará…

….

Hola, hola!

Lo prometido es deuda, aquí va el siguiente capítulo : )

¡Espero que os haya gustado! Siempre me han encantado las mentiras de Ranma y sus trucos para conseguir lo que se propone, creo que en el manga esto queda mucho más reflejado que en el anime, ¿qué pensáis? ¿cuál es vuestra mentira de Ranma preferida? XD Yo creo que la mía es cuando fingió ser la hermana de Ryoga.

No tengo tiempo de responder a todos los comentarios, pero muchas gracias de todo corazón. En especial gracias a: kekita, Alejandro Sandoval, Kotoko22, Ortiz Douglas, SARITANIMELOVE, Tziti, Andy-Saotome-Tendo, serenitymoon20, Lila, Ranma84, Haruri Saotome, SakuraSaotome, GabyCo. Espero responderos uno por uno próximamente!

Un abrazo enorme para todos ^^!