DIGITAL TITANOMACHY

Episodio 6: Lo que merecen.

-¿Dónde están esos desgraciados?

La brisa era fría, las nubes grises seguían moviéndose pesadamente a través del cielo digital, el susurro de las hojas era lo único que NeoDevimon escuchaba. Había perdido la cuenta del tiempo que llegaba buscando al humano, sin éxito, lo cual lo tenía de muy malhumor.

-¿Fangmon, Gazimon? ¡Respondan, maldita sea!

Y para peor, sus lacayos no aparecían por ninguna parte. No habían activado sus rastreadores, no contestaban sus señales, no había rastro de ellos. Dudaba que el humano y los restos que quedaban de la gloriosa Resistencia Dorada los hubieran borrado, pero empezaba a preocuparse. Se suponía iba a ser una misión fácil, pero sabía de primera mano lo peligrosos que podían llegar a ser los humanos si se lo proponían.

Y sea lo que sea que este estuviera planeando, subestimarlo no iba a ser una opción.

-SkullSatamon estará muy molesto… -Susurró para sí mismo, y continuó la búsqueda.

Lo obvio era que el humano había logrado matar a sus tropas, pero lo que le preocupaba era el hecho de que, si eso hubiera sucedido, hubieran intentado comunicarse con él…

No. Algo más estaba sucediendo aquí. E iba a averiguarlo.

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Los ojos se le quedaron viendo blanco incluso después de que el destello que pareció distorsionar la realidad misma se desvaneció. Nikolai parpadeó varias veces para recuperar la visión, en guardia, mientras que Jijimon, sereno, mantenía su bastón en alto para bloquear la garra que Fangmon extendía hacia él, jadeando.

Sunflowmon forcejeaba con ambos Raremon y observaba atentamente, mientras que Kyaromon, a quien Fangmon había tirado en el instante en el que Jijimon invocó su ataque, intentaba levantarse y mirar qué estaba sucediendo, pero las heridas de su cuerpecito no lo permitían. Fangmon sonrió.

-Sigues vivo, anciano… -Murmuró Fangmon, su voz sonaba algo ronca. –A Shroudmon eso va a interesarle bastante…

-Eso, si logras salir de aquí con vida. –Contestó Jijimon, y sacudió de golpe su bastón, con la fuerza suficiente que generó una onda expansiva que disparó a Fangmon lejos de él. El zorro enterró sus garras en la tierra y derrapó para detenerse sin problemas.

-Casi y no lo logro, sé lo que tu pequeño truco puede hacer, así que no voy a dejarte activarlo. No salidas fáciles esta vez…

-Mejor así, no rechazaría una buena oportunidad para estirarme y calentar un poco. Dar un paseo es bueno para la edad, ¿sabes?

-Tan engreído como cuentan, ¿eh? –Los ojos de Fangmon se iluminaron mientas encorvaba su largo cuerpo y su sonrisa se desvanecía. –Veamos qué otros mitos son reales entonces.

-Averígualo, tú mocoso del…

-¡Robo Agachadizo!

-¡Guardia del Bastón!

Apenas Fangmon se desvaneció de su posición para abalanzarse sobre el viejo Digimon, éste golpeó su bastón contra el suelo y levantó una barrera de energía pura que bloqueó la acometida del zorro sin problemas. Fangmon sonrió ante el serio Jijimon, quien sacudió su bastón y los hexágonos que formaban la protección del Digimon antiguo se extendieron de golpe, lanzando a Fangmon por los aires. El Digimon malvado dio volteretas mientras era impulsado por los cielos, pero logró recomponerse en el aire y reír maniáticamente.

-¡¿Eso es todo lo que tienes?! ¡Sí que perdiste tu toque! –Le gritó Fangmon desde el cielo, con una sonrisa cínica en su rostro mientras daba vueltas sin control. Finalmente logró equilibrarse en lo alto del cielo, con su pelaje brillando con fuerza y guiando sus ojos para fijar a su objetivo que se supone estaba justo debajo de él. Se suponía.

Escuchó un estruendo debajo suyo, y cuando se percató, de golpe la sombra de Jijimon ya reposaba encima de él.

-Yo no lo diría así. –Le susurró Jijimon mientras Fangmon volteaba con los ojos entornados. El bastón de Jijimon brillaba con fuerza. –Más bien diría que estoy algo oxidado. Pero creo que terminé de calentar. Puñetazo Suave.

Un movimiento de su bastón y Jijimon bateó a Fangmon de vuelta a tierra con la fuerza suficiente que generó una poderosa onda expansiva que se extendió alto entre las nubes. Y sin embargo, mientras Fangmon volaba hacia el suelo, Jijimon lo vio sonreír.

-Nah… -Murmuró el zorro, y levantó su mirada hacia el anciano para que viera sus ojos brillar al mismo tiempo que seguía cayendo, al igual que su pelaje, generando un aura que tomó la forma de un lobo. –Sí estás oxidado.

Y la criatura de energía se extendió sobre el anciano Digimon en un parpadeo, atrapándolo entre sus fauces de un fugaz bocado que no tuvo prevenir. Guilmon, Agumon, V-mon, Dorumon, Sunflowmon, Kyaromon, los Digimon bebés y Nikolai observaron cómo Jijimon explotaba ante el ataque de Fangmon y sintieron sus corazones detenerse, pero éstos volvieron a palpitar cuando Jijimon salió disparado hecho una bala de la cortina de humo, algo maltratado pero todavía firme.

Aterrizó con fuerza, destrozando el suelo y trastabillando un poco, pero reaccionó a tiempo para bloquear las garras de Fangmon cuando éste se le lanzó al instante riendo sin control, empujándolo con fuerza para alejarlo de él. El zorro dio vueltas bruscamente por el suelo, pero no tardó en reestablecerse firmemente y contraatacar con su Robo Agachadizo. Los ataques vinieron de todos lados a una velocidad cegadora, pero Jijimon desviaba los zarpazos carmesís sin problema con su bastón, reaccionando con serenidad y precisión, mientras Fangmon reía enloquecidamente y su fuerza parecía aumentar con cada impacto.

-¡Me dijeron que ninguno de ustedes era tan fuerte como Leomon, pero miren a ese anciano! –Comentó Nikolai, impresionado, mientras levantaba con cuidado a Kyaromon.

-No lo es… -Contestó Sunflowmon en un murmullo que Nikolai alcanzó a escuchar. El humano desvió su mirada hacia la flor que detuvo una embestida de un Raremon, pero el solo contacto con la piel del Digimon venenoso comenzó a quemar sus manos. Nikolai frunció el ceño, y devolvió su mirada hacia Jijimon, notando a lo que Sunflowmon se refería. La pelea no había hecho más que comenzar, pero la respiración de Jijimon ya estaba bastante entrecortada y parecía tener mareos. El humano lo comprendió.

Jijimon era muy viejo para pelear.

-Esto no es todo lo que tienes… -Murmuró Fangmon luego de recibir un bastonazo de Jijimon en la cabeza que le hizo rebotar su cráneo hacia atrás. Los ojos del zorro ardían con fuerza y no dejaba de sonreír. -¡¿Verdad?!

No fue hasta que de un batazo tiró a Fangmon a comer tierra que el zorro se levantó sonriendo más tétricamente que nunca, y en un pestañeo se desvaneció. Jijimon estaba tomando un solo respiro cuando lo vio venir, pero no reaccionó a tiempo y aunque bloqueó la mayor parte del ataque, en su brazo apareció un profundo tajo del cual salieron datos antes de que se cerrara, haciéndolo retroceder, y claramente Fangmon iba a aprovechar su oportunidad.

Otro Robo Agachadizo y ya estaba enfrente de él, pero Jijimon esta vez fue más rápido y alzó su bastón, desplegando un campo de fuerza con el que Fangmon se estrelló. Ambos enemigos se miraron a los ojos a través del halo protector, pero antes de que Jijimon lo expandiera como antes para repeler al zorro, éste enterró sus garras en el escudo y comenzó a rodear su cuerpo con una peligrosa cantidad de energía roja y negra, la cual tomó forma de una bestia antes de penetrar y destrozar la barrera de energía de Jijimon en miles de pedazos, haciéndolo ceder y permitir que Fangmon se acercaba demasiado, sonriendo mientras de entre sus dientes poderosas llamas oscuras se multiplicaban.

-¡JIJIMON! –Gritó Sunflowmon, cuya piel era dañada al hacer contacto con los Raremon que lo contenían. Intentó librarse de uno destrozándole la cara de un latigazo de su cola, y aunque el Raremon demostró dolor, no lo soltó. Iban a consumirlo poco a poco y solo podía ver a su mentor morir ante sus ojos.

Nikolai, quien había socorrido a Kyaromon, se escondía detrás de una cabaña, observando la escena preocupado y sintiéndose impotente. Pero no más que Kyaromon.

-¡JIJIMON! –Gritó la chinchilla, intentando librarse de los brazos del joven con la sujetó con más fuerza e intentó evitar que mirara.

-Ataúd Explosivo. –Fangmon abrió su boca, listo para disparar. Jijimon aceptó su destino…

-¡ROMPEDOR ARDIENTE! –Guilmon pareció romper el aire al aparecer. El estruendo que provocó sus garras rodeadas en llamas violentas al impactar contra la cabeza de Fangmon fue imponente, pero incluso si interrumpió el ataque del zorro, no lo canceló. La energía almacenada en la boca de la bestia rugió por salir, y aunque erró el disparo cuando Guilmon golpeó su cabeza, las llamas negras arrasaron con todo a su paso y se extendieron hacia el cielo. La explosión que provocaron fue devastadora, y tanto Guilmon como Jijimon salieron disparados de ahí.

El lagarto se golpeó la cabeza con un árbol y masculló, pero ignoró el dolor y se levantó al instante para ir a socorrer a Jijimon, quien intentaba ponerse de pie con su bastón con mucho esfuerzo.

-¡Jijimon, debes salir de aquí!

-¿Ya no hay respeto por los mayores en estos días? Estoy bien, Guilmon. Solo necesito tomar un respiro y… -Jijimon perdió el balance un instante y cayó de rodillas. -… Le… patearé… su cola a ese desgraciado…

-Este desgraciado sigue aquí, Jijimon. –Escucharon ambos, y vieron petrificados cómo los ojos de Fangmon brillaban entre el humo mientras su figura iba aclarándose al acercarse lentamente. Parecía molesto aunque seguía sonriendo. –Y voy a decirte algo, oh gran héroe. No me gusta que me interrumpan en el trabajo. ¡Raremon, dejen de jugar con ese juguete de flores! –Los Digimon susodichos obedecieron al acto, y de sus cuerpos comenzaron a salir fluidos tóxicos que hicieron gritar de dolor a Sunflowmon apenas hizo contacto con ellos, desplomándose sin fuerzas. Los Raremon lo dejaron ahí, y comenzaron a acercarse al campo de batalla actual.

Guilmon tomó posición, mostrando los colmillos, a lo que Fangmon sonrió siniestramente, pero dejó de reír cuando sintió una poderosa patada en el rostro que lo tumbó sobre su costado.

-¡Toma, bastardo! ¿Te gustó? –Le gritó V-mon, saltando y reagrupándose junto a Guilmon, poniéndose en guardia y encarando a sus enemigos. -¡Y tengo para todos! ¡Atrévanse a dar un paso más!

Fangmon se incorporó, esta vez serio. Y apenas dio un paso al frente retrocedió para esquivar una bola de fuego y otra de acero que le dispararon Dorumon y Agumon, el primero transportando al segundo por los aires. No tardaron en reunirse con el resto.

-Vaya, vaya. ¿Qué tenemos aquí? ¿Los niños quieren jugar con los mayores?

-Retírate, ahora. Mientras todavía somos amables con ustedes. –Le contestó Dorumon, serio. Fangmon bufó divertido.

-¿Ah, sí? ¿Y por qué lo haría? –Dijo éste con sorna, mientras los apaleados Gazimon y DemiDevimon se reagrupaban con los Raremon.

-Porque tenemos al humano con nosotros. –Contestó Dorumon, enojado. –Y estoy seguro de que si viniste directamente hacia acá apenas terminamos de apalear a Lowemon, escuchaste muy bien sobre lo que puede hacer. Pudiste contra Jijimon, pero ni tú, y tu patético séquito podrán contra nosotros cuatro si DigiEvolucionamos de nuevo. Más te vale largarte antes de que nos pongamos serios con ustedes, si es que quieren salir de aquí en una pieza.

El silencio se alargó unos instantes. Los Gazimon intercambiaron una mirada de inseguridad, mientras que los Raremon y DemiDevimon se mantenían en silencio, esperando órdenes. Fangmon estaba serio de nuevo, mientras que sus objetivos esperaban su reacción, expectantes. Dorumon suspiró, atento a cualquier movimiento.

-Je… -Soltó Fangmon, cediendo. –Está bien, está bien. Lo admito, no tendríamos una oportunidad contra ustedes si DigiEvolucionaran… -Al verlo sonreír así, Dorumon frunció el ceño, y desvió la mirada hacia Nikolai instintivamente. Confirmó que el humano estaba a salvo, pero algo andaba mal. –Así que no se lo permitiremos.

Lo descubrió demasiado tarde. Eran dos DemiDevimon, pero solo uno estaba presente. Pero antes de que pudiera siquiera moverse, uno de los Raremon se les abalanzó a los cinco Digimon sin darles tiempo a reaccionar.

-Mierda. Esa es nuestra señal para salir de aquí. –Murmuró Nikolai con Kyaromon en sus brazos, la cual notó una sombra encima de ellos.

-Eh… Nikolai… -Le dijo la pelusa al humano, pero el DemiDevimon ya estaba por aventarle una jeringa directo a la cara cuando Kyaromon reaccionó.

Nikolai la sintió saltando de sus brazos y abalanzándosele al murciélago. Alzó la vista, y en sus ojos rojos se reflejó una horrible imagen.

-¡Aléjate de él! ¡Oscilación de…! –Su comando fue interrumpido cuando fue apuñalada por el proyectil venenoso directamente en el estómago. Nikolai abrió los ojos como platos, Guilmon y el resto perdió el aliento.

-¡KYAROMON! –Gritó Nikolai, importándole menos que el DemiDevimon cargara más Demi Dardos. Atrapó a la débil Kyaromon entre sus brazos y la cubrió con su cuerpo, recibiendo él las siguientes tres inyecciones directas en la espalda. Escupió datos que debieron ser sangre, los cuales también salían de sus heridas, pero no le interesaba.

No, en realidad, le interesó bastante. Escuchó gemir de dolor a Kyaromon, y cuando bajó la mirada hacia ella, vio cómo de su herida salían datos, y más datos, y más, y no paraban. Los ojos de Nikolai no reaccionaban, sintió su propio corazón detenerse en seco. Escuchaba los gritos de Dorumon y el resto que intentaron acercarse, pero Fangmon y el resto se los impidieron y comenzaron a apalearlos, pero Nikolai no los escuchaba, como si no estuvieran ahí, como si sus alaridos fueran distantes, como detrás de una ventana. Solo mirada a Kyaromon, sintiendo su DigiVice vibrar y sus venas arder. Alzó los ojos.

Y fue entonces que volvió a la realidad. Arrancó sin demasiado tacto la inyección del cuerpo de Kyaromon y escuchó rápidos aleteos detrás de él. Volteó, y vio al DemiDevimon acercándose a él rápidamente, pero no estaba solo.

-¡TÚ MALDITO BASTARDO! –Sunflowmon, con su piel y pétalos gravemente quemados, aplastó a DemiDevimon contra el suelo con sus enormes manos, una y otra y otra vez, destruyendo la tierra. No se detuvo ni siquiera cuando el murciélago ya no era más que datos rotos que desaparecieron fantasmalmente. –Maldito… maldito… Kyaromon… no, por favor…

-No te preocupes… -Decía Nikolai, sonando más serio que nunca mientras se quitaba las agujas de la espalda. –Va a estar bien.

Fue entonces que Sunflowmon reaccionó, recordando la utilidad del DigiVice de Nikolai, que el joven agarró y comenzó a acercar hacia la moribunda Kyaromon.

-Al contrario que ese bastardo. –Dijo Nikolai con una voz que hizo que la sonrisa de alivio de Sunflowmon se le borrara, pero no tuvo tiempo para reaccionar a ello. Sus ojos lo vieron venir, pero cuando intentó cubrir al humano, ya estaba enfrente de ellos.

-Oh, ¿en serio?

-¡NIKOLAI! –Gritó Agumon, sufriendo aplastado debajo de una de las enormes patas de un Raremon, observando a Fangmon aparecer encima del joven.

-Ya quisiera verlo. –Dijo el zorro, sonriéndole a Nikolai mientras que sus ojos brillaban con fuerza y su pelaje se iluminaba.

El joven reaccionó a tiempo, cubriendo a Kyaromon con su cuerpo y recibiendo parte del Lobo Feroz de Fangmon, pero Sunflowmon terminó siendo el que recibió la mayor parte del impacto.

Los tres salieron disparados y se desperdigaron por el centro del campamento. Kyaromon gemía de dolor con los ojos fuertemente cerrados mientras que Nikolai comenzaba a sentir los efectos del veneno del DemiDevimon, mareándolo y debilitándolo. Sunflowmon fue el único que se puso de pie, y miró a Fangmon caminar hacia ellos lentamente, pero su visión fue interrumpida cuando el segundo Raremon se le abalanzó. Sunflowmon se percató de él en el momento en el que la criatura le disparaba ácido directo en la cara y sus alaridos de agonía fue lo que hizo que Nikolai no se atreviera a quedarse inconsciente.

-¡SUNFLOWMON! –Gritó Kyaromon a pesar de sus heridas, intentando ponerse pie. -¡No lo lastimen! ¡DÉJANOS EN PAZ! ¡NO TE HEMOS HECHO NADA MALO!

-¿Nada malo, dicen? –Contestó Fangmon, y en un parpadeo ya estaba enfrente de la pequeña. Nikolai abrió los ojos con fuerza, quedándose muy quieto. –El que sigan vivos ya es algo muy, muy malo.

-¿Por qué? –Preguntó la niña casi en un susurro temeroso, sintiendo sus lágrimas salir sin que pudiera hacer algo al respecto. -¿Por qué nos odian tanto? ¿Qué fue lo que les hicimos? Todos somos Digimon…

-Oh, niñita… -La garra de Fangmon cayó sobre la cabeza de Kyaromon y la mantuvo fija contra el suelo, cortándole la respiración. –Eres muy joven para entenderlo. –Kyaromon le contestó intentando acallar su llanto, temerosa. Fangmon sonrió. –Duele, ¿verdad? Debe doler muchísimo, tu cuerpo es tan frágil y débil, incluso más delicado que el del humano. ¿No quieres que acabe con tu sufrimiento ahora? Solo pídelo. Pide que apriete un poco más, y no sentirás más dolor. Y cuando vuelvas a abrir los ojos, no sentirás nada por el resto de tu existencia. No más sufrimiento, ni pena, ni llanto. Solo un objetivo: obedecer. ¿No suena tentador? Adelante. Solo acepta.

Nikolai sintió sus ojos arder mientras una fugaz imagen aparecía en su mente y golpeó el suelo con un puñetazo que resonó con fuerza, pero antes de que tratara siquiera de levantarse…

-¡Deja a Kyaromon en paz! –Chillaron un par de voces agudas al unísono, voces irritantes que todos reconocieron y les hicieron quedar todavía más helados.

Gummymon, Chocomon, Pusurimon, Caprimon y Choromon se le tiraron a la cara a Fangmon, tomándolo desprevenido.

Pusurimon le aterrizó en los ojos, clavándole sus espinas, mientras que Gummymon y Chocomon le jalaban las orejas y Caprimon le mordía la nariz y Choromon le lanzaba chispitas.

-¡Quítense, basuras! –Solo agitando su cabeza con fuerza Fangmon lanzó por los aires a los cinco niños, furioso. -¡No son dignas ni siquiera de tocarme! ¡¿Acaso no saben quién soy?! ¡Voy a matarlos a todos! ¡Voy a…!

-¡Es nuestra oportunidad! ¡Como lo practicamos! –Guió Chocomon, y el resto asintió, temerosos pero determinados. –A mi señal… ¡Ahora, todos juntos! ¡Burbujas Triples!

-¡Burbujas Dobles!

-¡Chiku Chiku Rolling!

-¡Aullido Hertz!

Y Choromon, chirriando, disparó contra Fangmon un puñado de polvo plateado. Todos los ataques de los pequeños Digimon golpearon directamente en la cara a Fangmon, desorientándolo un momento. Pero solamente con agitarse la cabeza el efecto de entumecimiento se le pasó, y sus ojos brillaron con furia mientras mostraba su numerosa hilera de colmillos. Los niños tragaron saliva.

-¡Todos ustedes! ¡Salgan de aquí! –Gritó Nikolai, pero los niños negaron con la cabeza y siguieron interponiéndose entre Fangmon y Kyaromon. El zorro dio unos lentos pasos hacia ellos, serio, sintiendo la ira apoderarse de cada facción de su ser con cada paso que daba. Sus presas comenzaron a acobardarse, a apegarse más unos a otros y a reunirse con Kyaromon, quien cansadamente se mantenía consciente.

-Váyanse… -Escuchó Fangmon que susurró la Digimon moribunda. –Por favor… váyanse.

Y un recuerdo le golpeó la mente al zorro, un recuerdo áspero que le hizo mostrar sus colmillos y hacer arder sus ojos y pelaje mientras se abalanzaba contra los niños.

-¡NO LO HAGAS! –Gritó Nikolai, sintiendo su DigiVice retumbar, y para la sorpresa de todos, Fangmon le obedeció.

Se detuvo enfrente de ellos, respirando profundamente, fulminándolos con los ojos, pero al verlos, el zorro no podía evitar recordar. Su expresión de furia asesina comenzó a ablandarse, y Nikolai lo notó, pero el zorro solo negó con la cabeza y retrocedió.

-Sería poco ético ensuciarme las manos con seres tan inferiores… -Gruñó el zorro, y comenzó a recuperar su sonrisa sádica. –Así que, Raremon, si ya terminaste de jugar…

Nikolai sintió que el mundo se enfrío al recordar al Raremon no muy lejos de él, el cual tenía la cara pegada contra la de Sunflowmon. El joven muy lentamente comenzó a girar el cuello hacia el lagarto floral que lo había odiado desde que llegó, y lo vio tumbado en un charco de ácido. Sus alas desgastadas, su piel derretida, y su media cara devorada, estaba comenzando a desaparecer en datos, y Nikolai sintió algo retumbar dentro de él. Ignoró al Raremon que pasó junto a él, en camino a matar a los niños, así como ignoró los gritos desesperados de Guilmon, Agumon, V-mon, Dorumon y Jijimon, el cual se encontraba destrozado por el veneno de Raremon y no podía ni moverse, mientras que los Gazimon y el DemiDevimon sobreviviente mantenían quietos a los otros cuatro, que también estaban envenenados pero luchaban salvajemente por acercarse a salvar a su familia.

Familia que estaba a punto de ser asesinada.

Los niños observaron muy quietos al Raremon acercarse lentamente. Sentían el frío viento batir sus pequeños cuerpos y no podían dejar de observar el enorme rostro deformado de pesadilla que venía por sus vidas. Raremon los miraba sin expresión alguna, y con esa misma mirada sin alma, escupió un chorro de veneno contra ellos sin mediación, sin titubeo, sin arrepentimiento. Sin piedad. El tiempo se detuvo, y Nikolai ni se atrevía a mirar.

-¡KYAROMON! –Pero lo hizo al escuchar a Pusurimon gritar ese nombre, y estupefacto, vio cómo Kyaromon se levantaba, todavía expeliendo datos de su cuerpo que se volvía cada vez más trasparente, y se interpuso entre el ataque de Raremon y sus hermanos de un salto. Recibió el disparó completo, y dejó de respirar al instante. Su forma figura pareció derretirse como hielo al fuego. Sus ojos perdieron el brillo, y se desplomó sin un sonido mientras su cuerpo se evaporaba poco a poco sin dejar nada más que datos que se desintegraban…

Y Nikolai se dio cuenta.

Kyaromon se sacrificó incluso cuando no podía siquiera moverse. Kyaromon, una pequeña niña sin fuerza alguna, sin poderes mágicos, sin resistencia demoníaca, se interpuso entre una muerte segura y los que amaba.

¿Y él no podía ni siquiera ponerse de pie?

-No… -Nikolai golpeó el suelo con los puños otra vez, y comenzó a levantarse.

Qué buen hombre era…

-¡NOOOOOOO! –Un destello carmesí explotó de su DigiVice, y Fangmon lo notó. Entrando en pánico al instante, el zorro reaccionó al abalanzarse hecho una bala contra el humano con cuidado de no matarlo, pero su garra solo impactó contra algo sólido. La luz no lo dejaba ver, pero el sonido metálico era inconfundible. Y cuando comenzó a ver su figura materializarse, lo reconoció, y dejó caer su larga mandíbula, paralizado.

-No mereces ni siquiera llamarte un Digimon. –Dijo Leomon, protegiendo a Nikolai con su espada.

Todavía le faltaba un brazo y parte de la cara, pero con un brillo enfurecido en sus ojos y mostrando los colmillos, demostraba que el dolor era lo último que lo retrasaría en ese momento. Incluso cuando sus datos de inmediato colapsaron y empezaron de nuevo a consumir su cuerpo, no le interesó.

Y tampoco a Nikolai, que aprovechó la distracción para correr y derrapar junto a Kyaromon, quien estaba por morir.

-¡No, no, Kyaromon! Tú no, por favor… -Lloraba Pusurimon, aferrándose al cuerpo de la Digimon con su alma, mientras que el resto lloraba a su alrededor.

-Nikolai… por favor. –Le suplicó Chocomon, hipando. -¿Puedes salvarla?

-Si se quitan, lo haré. –Contestó Nikolai con una frialdad que los inquietó, pero no tardaron en hacerle caso. El humano se agachó junto a la criaturita, y respiró profundamente. –Por favor… tú no mereces esto. Por favor… -Decía, intentando que su DigiVice siquiera reconociera los restos de Kyaromon como un Digimon. –No voy a perdonármelo nunca. Por favor, por favor, por favor… -Decía, y cuando la pantalla se encendió, el brillo de determinación que lo caracterizaba regresó a sus ojos, al igual que una chispa de esperanza. –Sí, sí. ¡SÍ! Cargar: Kyaromon. Ahora mismo. ¡Ya! –Ordenó de inmediato, y sintió su alma volver a la vida cuando los datos de Kyaromon que recuperaron su brillo e ingresaron en el DigiVice para comenzar con su regeneración. El resto de los niños lo miraban expectantes.

-¿Funcionó? –Preguntó Gummymon, todavía llorando.

-Funcionó… -Respondió Nikolai, comenzando a sonreír, todavía sin creérselo. –Kyaromon va a estar bien.

-¡SIIIIIIIIÍ! –Gritaron los niños, vitoreando y revoloteando más felices que nunca. Nikolai también sintió el mismo alivio que ellos, y se permitió sonreír, sonreír de verdad.

-¡PERO USTEDES NO LO ESTARÁN! –Les gritó Fangmon, quien corría entre los tejados de las chozas destrozadas para esquivar los tajos de la espada de Leomon. -¡Raremon, a ellos!

-¡Humano, protege a los niños! –Le suplicó Leomon al joven, quien no tuvo que escucharlo dos veces cuando Raremon comenzó a moverse rápidamente hacia ellos.

-Okey, niños. Escúchenme bien. Voy a meterlos a todos en la cajita chupa-almas mientras nosotros terminamos de limpiar este desastre, no tienen nada que temer, ¿está bien? –Todos asintieron, aterrados nuevamente. -Okey, okey. Pórtense bien, y no molesten a Kyaromon. Acabaremos antes de que se den cuenta. Cargar: Choromon, Caprimon, Pusurimon, Chocomon, Gummy… -Decía el joven, ingresando a cada uno de los niños dentro del aparato, cuando el último, Gummymon, lo detuvo, mirándolo a los ojos fijamente con una expresión triste.

-No dejes que lastime a nadie más. –Le pidió el niño, y Nikolai se quedó quieto. –Ni a Agu, ni a Guil, ni a Doru, ni a V, ni a Jijimon, ni a Sun, ni a ti. Por favor.

-Está bien. –Juró Nikolai al instante, y a pesar de que el nerviosismo se le veía a kilómetros, sonrió tranquilizadoramente. –Lo prometo. Cargar: Gummymon.

Y el pequeño ingresó también, justo a tiempo para que Nikolai saltara y girara por el suelo para evitar la enorme zarpa de Raremon que caería sobre su cabeza. El joven se incorporó respirando agitadamente, viendo a la bestia que le rugió con potencia y le obligó a cubrirse sus oídos. Su aliento mareó a Nikolai, quien de paso recordó que estaba envenenado y sintió su cuerpo a punto de colapsarse, pero no se lo permitió. Todavía había trabajo que hacer.

-Bien, hagamos esto… -Murmuró Nikolai, y sonrió al notar que el DigiVice comenzaba a curarlo y su visión se aclaraba. -¡Hey, intenta atraparme, montón de mierda!

Mientras tanto, Leomon y Fangmon se batían a un feroz duelo, con las zarpas de Fangmon chocando fugazmente contra la hoja de la espada de Leomon. El zorro se movía en un instante entre los tejados y Leomon, con un solo brazo, solo podía contrarrestar los ataques enemigos e intentar contraatacarlos, pero Fangmon le tenía ventaja en cuando a movilidad.

-¡Primero el humano, luego Jijimon y ahora ESTO! –Dijo Fangmon, quien parecía emocionado y aterrado a la vez, pero de todos modos sonreía como nunca. -¡Sabía que un Digimon como tú era demasiado duro como para que un debilucho como Lowemon lograra borrarte! ¡Este sí que es el premio gordo! ¡Cuando lleve tu cabeza ante SkullSatamon, me volverá el Digimon más poderoso de su tropa!

-Eso, si logras sobrevivir a mí primero. –Replicó Leomon con ferocidad, iluminando su espada con una poderosa energía. -¡Espada del Rey León!

Fangmon dio un sorprendente brinco para eludir los tajos de energía que volaron en su dirección, pero al instante se encontró a Leomon encima de él en el aire. Sus datos se esparcían con fuerza de sus heridas mientras que sus ojos azules parecían brillar.

-¡Patada Aplastante! –Fangmon sonrió mientras recibía el talón de Leomon directamente en el cráneo, siendo disparado como una bala contra el suelo.

Leomon aterrizó al instante, jadeando mientras perdía el equilibrio y su visión se nublaba, pero la afinó en el momento en el que Fangmon se incorporaba sonriendo maliciosamente.

-¿También oxidado? –Se mofó el zorro, y Leomon frunció el ceño. –No puedo culparte, después de todo, estás muriendo, ¿no es verdad?

-Sí, pero no pienso desvanecerme antes que tú.

-Eso podemos arreglarlo. Robo Agachadizo.

Nikolai saltó y eludió la enorme zarpa de Raremon cayendo sobre él por tercera vez. Jadeaba notablemente y sentía el corazón a punto de estallarle, pero pudo alejar al Raremon lo suficiente de Leomon para regresar corriendo hacia allá.

-Mierda, mierda, mierda, mierda… -Murmuraba el joven mientras corría rodeando al monstruoso Raremon de vuelta al centro del campamento donde Sunflowmon estaba muriendo. Le cansaba correr, demasiado, sobre todo debido al veneno, pero la cálida luz que salía de su DigiVice demostraba que sus energías debían estar reabasteciéndose y por eso no se había desplomado todavía. Debía resistir, aunque sentía que sus pulmones iban a explotar. –Mierda, mierda, mierda, mierda…

-¡Ahí está! ¡Sunflowmon! –Escuchó gritar a Pusurimon dentro de su DigiVice. Y en efecto, estaba bastante cerca del charco viscoso que se supone que era la mitad superior de Sunflowmon, tirada cerca del árbol en el centro del campamento.

-¡Ya lo sé! –Le calló Nikolai con poca paciencia, concentrándose. –Mierda, mierda, mierda… ¡Te tengo!

El joven derrapó por encima del veneno, ignorando las quemaduras que inmediatamente aparecieron sobre su piel. Solo le interesaba el Digimon que yacía sobre el ácido, desfalleciendo. Sunflowmon tenía la mandíbula deshecha, y recordó crudamente todas aquellas veces que solía quemar flores por diversión y verlas arder. Tragó en seco y alzó su DigiVice, pero se sobresaltó al notar la ruidosa respiración de Sunflowmon. Seguía consciente.

-Vas a estar bien, grandote. Solo respira, o… inténtalo. –Murmuró Nikolai, nervioso. Pudo ver sus ojos, uno de los cuales parecía a punto de salirse de sus cuencas, y pudo ver el terror dentro de ellos, un terror suplicante, dirigido hacia él. Nikolai tragó en seco y miró al suelo. –Cargar: Sunflowmon. –A su comando, los datos de Sunflowmon comenzaron a ser absorbidos por el DigiVice, y el Digimon flor mostró un inmediato alivio, al contrario que Nikolai. -Vamos, vamos, vamos, vamos, ¡vamos, mierda, vamos!

-¿Sunflowmon de verdad va a estar bien?

-Sí, ahora cállense. Vamos, vamos, vamos, ¡vamos, vamos, vamos…!

-Eh, Nikolai…

-¡Ya lo sé! ¡Vamos, vamos, maldita sea! ¡VAMOS! –Gritaba Nikolai sintiendo una enorme sombra aparecer lentamente detrás de él. Apenas terminó de cargar los datos de Sunflowmon dentro del artefacto, ni se dio tiempo a respirar.

Gritando de pavor, dio un enorme brinco para eludir a Raremon, quien estaba literalmente en sus talones. Su escudo le protegió los pies cuando el veneno los rozó, pero cuando Raremon rugió y de sus patas emergió una ola de ácido que se extendió en dirección al joven, toda señal de alivio se acabó.

-¡MIERDA, ¿POR QUÉ A MÍ?!

-¡Corre, Nikolai, corre!

-¡Ya lo sé, cierren la boca!

Nikolai corría como alma que lleva el diablo, jamás en su vida pensó haber ido tan rápido. Su mente parecía perdida, o mejor dicho, concentrada al máximo en sobrevivir. Su corazón latía con fuerza, y su DigiVice comenzó a emitir una luz que los Digimon bebés notaron.

-¿Nikolai…?

Pero Nikolai no los escuchaba, sus ojos brillaban con fuerza, y parecía estar hipnotizado, moviéndose tan rápido que alcanzó la velocidad suficiente como para salir de la línea de fuego y empezar a dejar atrás al lodo de la muerte que lo perseguía.

Se permitió sonreír al notarlo, pero…

-¡Nikolai, cuidado!

El joven solo alcanzó a ver de reojo a Raremon chapotear con su enorme garra en el veneno, provocando un salpicado de aquella sustancia tóxica por sus alrededores que Nikolai no podía esquivar. Automáticamente desplegó su escudo y evitó por los pelos ser derretido vivo, pero apenas que tomó un suspiro de alivio, vio entre el veneno que manchaba el velo cristalino de su escudo una enorme garra caer sobre él.

Raremon aplastó su campo de energía de un manotazo, y Nikolai salió disparado por el césped, golpeándose contra el suelo con tanta fuerza que sintió sus órganos rebotar. Del impacto su DigiVice se despegó de su cinturón, alejándose rodando.

El joven, adolorido, se colocó boca arriba y respiró profundamente varias veces, estaba mareado y tenía náuseas por el intenso hedor del Raremon, al que podía sentir acercarse hacia él. Intentó levantarse una vez más a pesar del dolor. De veras lo intentó, pero sus brazos temblorosos le fallaban una y otra vez y sus piernas no se movían por más que quisiera.

Nikolai se sentía tan agotado que se resignó. Jamás en su vida había tenido que soportar un dolor así, ni siquiera cuando su padre le daba una paliza. El mundo todavía le daba vueltas por su envenenamiento y pudo jurar que tenía algún hueso roto luego de que el Raremon casi lo aplasta contra el suelo. Había intentado, y simplemente no tenía fuerzas para corriendo. Cerró los ojos, aceptando su final, mientras la sombra de Raremon se cernía sobre él…

Y fue cuando escuchó un raro sonido a la distancia, algo como un silbido constante, algo rasposo y silencioso, y todo el campamento pareció iluminarse un instante. Volvió a abrir los ojos al percibir el brillo, pero este se desvaneció y Nikolai se quedó quieto cuando vio a Raremon junto a él, casi sintiendo su nocividad quemarle los pulmones al pasar tan cerca, pero no le hizo ni un rasguño, más bien, pareció ignorarlo por completo, pasando a su lado una vez confirmó que el humano no parecía querer volver a levantarse. El joven se lo quedó mirando por unos instantes sin reaccionar, hasta que se le ocurrió mirar hacia donde se dirigía y su corazón dio un vuelco al recordar la orden de Fangmon…

Él no era el objetivo. Los niños lo eran. Los niños que estaban dentro de su DigiVice, el cual había rodado a pocos metros de él.

Fangmon estaba por llegar al DigiVice cuando Nikolai, sacando fuerzas de quién sabe dónde, se levantó hecho una bala y corrió desesperadamente hacia el aparato. Raremon le miró de reojo, pero no reaccionó a tiempo y el humano lo rebasó, arrastrándose cuando llegó junto al DigiVice para resguardarlo entre sus brazos. El Raremon no titubeó en dispararle un chorro de veneno y Nikolai le dio la espalda mientras cerraba los ojos con fuerza…

Cuando sintió algo pegajoso enroscársele en la cintura y jalarlo de ahí al instante. Apenas abrió los ojos, se vio así mismo en una de las ramas del sagrado árbol en el centro del campamento, mientras comprobaba cómo una lengua larga y babosa lo soltaba con cuidado sobre una de sus ramas. Reaccionó asqueado retardadamente, pero con cautela levantó la mirada para ver a quién le pertenecía aquel tentáculo. Se quedó estupefacto, recordando el brillo que acababa de percibir por todo el campamento y entendiendo lo que significaba. El camuflaje se había deshecho, y ya sabía por qué.

-Disculpa el atrevimiento, pero parecía que necesitabas ayuda. –Chamelemon se hizo visible, posicionado justo por encima de Nikolai, aferrándose sin esfuerzos a otra rama lo suficientemente gruesa como para soportar su peso. -¿Eres un humano, verdad? ¿Puedes decirme qué está sucediendo aquí?

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Fangmon apareció automáticamente frente a Leomon, quien serio desvió el zarpazo del zorro con su espada, repeliéndolo, pero Fangmon no titubeó y atacó de nuevo, y de nuevo, y de nuevo, desde diferentes direcciones y ángulos, pero Leomon, manteniéndose sereno a pesar del dolor de estarse desvaneciendo, reaccionaba perfectamente ante cada ataque de Fangmon, bloqueándolos con el filo de su arma sin problemas y eludiendo los que no podía cubrir, hasta que vio su abertura y la aprovechó, girando para tomar impulso y lanzando contra Fangmon una patada giratoria que su enemigo esquivó dando una ágil voltereta hacia atrás. El zorro aterrizó limpiamente y no tardó en hacer arder su pelaje y sonreír tenebrosamente cuando su aura con forma de lobo se abalanzó contra el león, quien concentró su mente e hizo arder la hoja de su espada.

Los dos cruzaron sus ataques, impactando y aterrizando lejos del otro, estáticos. Fangmon respiraba profundamente y sonreía mientras sus ojos amarillos brillaban, Leomon estaba muy quieto. El zorro volteó su cabeza hacia su adversario, triunfal, cuando vio como Leomon volvía su mirada hacia él, intacto.

Había esperado que miles de cortes aparecieran de golpe en el cuerpo del león, pero se quedó estupefacto cuando descubrió que fue al revés cuando un corte se abrió en el pecho del zorro del cual salió un torrente de datos antes de cerrarse, pero Fangmon no tardó en volver a reírse.

-¡Increíble! ¡Simplemente increíble! Apenas puedes mantenerte de pie, ¿y aún puedes seguirme el ritmo? Definitivamente eres algo más, Leomon. Incluso moribundo, eres un demonio.

-Mira quien habla… -Leomon dejó arrastrar el filo de su espada contra el suelo, y casi tambaleando comenzó a moverse hacia Fangmon. Comenzaba a desintegrarse de nuevo.

-Oye, oye, oye. Sé que no comenzamos con el buen pie, pero veo en ti algo más que un pobre diablo a punto de morir. Veo tu potencial, y estoy seguro de que la Legión Negra lo verá también.

-Me han hecho esa oferta antes, y déjame responderte rápido: no me interesa unirme a unos bastardos codiciosos como ustedes. Mi tarea es exterminarlos a todos.

-Lo sé, y lo respeto, pero dime algo, Leomon. –Fangmon retrocedía mientras Leomon se acercaba, pero a pesar de verse intimidado el zorro no dejaba de sonreír. -¿Vale la pena? ¿Morir por Digimon sin futuro? ¿Seguir peleando en una guerra que ya perdiste? ¿Desperdiciar todo tu poder en una causa inútil? Lowemon te infravalora, Leomon. Eres mucho más fuerte que él, me atrevo a decir que estás muy cerca de tener el poder de un Digimon Perfecto, pero limitas tu capacidad aferrándote a los ideales equivocados. Sabes perfectamente que lograrías mucho más, del lado correcto…

-"¿Correcto?" –Leomon mostró una sonrisa. Fangmon borró la suya. –Ustedes no saben lo que esa palabra significa.

Un tajo, rápido como la luz, pero Fangmon logró eludirlo de todas formas y derrapar rodeando a Leomon mientras cargaba una gran cantidad de fuego rojo y negro en su boca. Leomon apenas se incorporaba cuando el zorro disparó su Ataúd Explosivo a quemarropa contra él, con una potencia superior por mucho a la de los anteriores ataques de Fangmon. Y sin embargo, con algo de dificultad, Leomon cortó el rayo de energía oscura con su Espada del Rey León, contrarrestándolo, pero su respiración agitada denotaba que no sin esfuerzo. Fangmon también se permitió recuperar el aliento mientras sonreía.

-¿Eso es todo? –Escuchó, y Leomon sonrió mientras parte de su rostro comenzaba a deshacerse. –Esperaba un verdadero último desafío.

-Oh, Leomon… -Un instante, fue más rápido que nunca. Leomon reaccionó cuando Fangmon ya lo había hecho. –Me dijeron que eras un guerrero humilde.

Fangmon apareció detrás de Leomon, quien comprobó que no tenía ni un rasguño, pero le faltaba algo muy importante…

-¿No eres tan rudo sin esto, verdad? –Le dijo Fangmon, enseñándole la espada que tenía sujeta entre sus colmillos mientras sonreía travieso. –Mi técnica no se llama Robo Agachadizo sin una razón, desarmar a mis enemigos es una habilidad muy útil, especialmente porque dependen de ellas para realizar varias de sus técnicas, y siento decirlo, Leomon: tu pequeña patadita no va a matarme. –Fangmon sonrió con la espada del león en su boca, quien se incorporó serio. –Deberías rendirte, harías mi trabajo mucho más fácil, y podrías ser borrado en paz. Por lo menos dejarías de dar vergüenza.

-Mientras siga respirando, seguiré luchando. Sin importar qué. –Leomon tomó aire, y se posicionó. Fangmon frunció el ceño. –Eso es lo que hace un guerrero.

-Vaya que te gusta dificultarme las cosas. –Fangmon rodeó su pelaje de energía carmesí y se aproximó a su presa. –Bueno, perdón, amigo mío, pero no voy a ofrecerte más oportunidades. Las perdiste todas. ¡Lobo Feroz!

El aura con forma de lobo rugió poderosamente al alargarse hacia Leomon con la intención de consumirlo, pero el león no se movió. Al contrario, cerró los ojos y relajó su respiración, serenándose, como aceptando su destino. Pero esa opción no podía estar más lejos de ser la correcta.

-¡Así me gusta! –Gritó Fangmon, potenciando la intensidad de su ataque al ver una oportunidad de acabar con esto de una vez. -¡Acepta las consecuencias de tus actos y desaparece como todos los demás héroes! ¡MUERE!

-Golpe del Rey Bestia.

Un movimiento de su puño bastó, y una poderosa aura de luz azul con forma de león se manifestó sobre Leomon y se abalanzó contra el aura de Fangmon, pero ésta no se rivalizó siquiera. La cabeza de león aplastó de un bocado al lobo y la forma de ambos se deshizo en una explosión. El zorro pensó que ahí había acabado el último ataque de Leomon, pero de golpe, de la energía residual del león de luz, emergieron incontables y fugaces proyectiles con forma de cabezas de leones, que avanzaron como estrellas hacia el estupefacto zorro, que aunque reaccionó tarde, actuó. Como una sombra roja, intentó salir del alcance de los disparos, pero estos eran ridículamente demasiados. Logró destruir varios misiles, pero muchos otros impactaban con gran potencia contra su cuerpo y lo aturdían, y por ello recibía cada vez más y más sin tener alguna oportunidad de esquivarlos. Se vio atrapado en el enjambre de miles de balas, recibiendo una tras otra hasta el punto de que no quedaba nada de su eterna sonrisa por culpa del dolor. Una última y poderosa granada de luz detonó contra él, y de la cortina de humo, Fangmon salió disparado dando vueltas por el suelo hasta detenerse, inmóvil. La espada de Leomon había mantenido en su boca se incrustó detrás de él.

Leomon respiraba lentamente, pero soltó un gruñido de dolor mientras sus ojos se abrían con fuerza y sus heridas empeoraban con más datos que se liberaban en el aire. Se tambaleó, mirando a la nada, viendo todo blanco, pero logró nuevamente recuperar el sentido y concentrarse en su enemigo, que seguía vivo. Se puso serio, y comenzó a acercarse al zorro con cuidado donde pisaba.

Alcanzó su espada, y se posicionó junto al inconsciente Fangmon en el suelo. Alzó su arma, listo para sacrificar al zorro, cuando éste débilmente abrió los ojos.

-¿Últimas palabras? –Le preguntó Leomon, con sus ojos azules brillando con fuerza. Fangmon tosió, adolorido, antes de sonreír.

-Sí, por supuesto. –Fangmon miraba fijamente al cielo, sonriendo con resignación, antes de voltear sus ojos para mirar a Leomon a los suyos. -¿Siempre subestimas a tus enemigos así?

Un Robo Agachadizo que Leomon no vio venir. Fangmon le mordió el cuello y de un jalón, le arrancó la garganta de un bocado. Datos comenzaron a brotar y las heridas que ya tenía empeoraron de nuevo, se desplomó de rodillas sin hacer un sonido, con los ojos muy abiertos, estupefacto.

-Diablos, amigo. Eso estuvo muuuuy cerca. Estoy seguro de que eso me hubiera matado. Qué lástima que no tenías toda tu energía, pero hey, al menos Lowemon hizo su parte. –Se mofaba Fangmon con tranquilidad, poniéndose de pie con calma y caminando alrededor del moribundo Leomon, quien ni siquiera lo miraba. Parecía estar viendo toda su vida ante sus ojos mientras se deshacía, respirando entre jadeos. –Y yo terminaré su trabajo, si no te molesta.

Leomon fulminó con la mirada a Fangmon finalmente cuando el zorro se acercó sonriendo con sorna, pero no dijo nada. Quizás porque el Digimon oscuro le había arrancado las cuerdas vocales de un mordisco.

-Me hubiera gustado preguntarte cuáles serían tus últimas palabras también, pero siento que eso no te será posible ahora… Pero bueno, la vida sigue, y esta misión también. –Fangmon alzó su garra, y sus ojos se iluminaron. –No te preocupes, tu muerte, aunque decepcionante, no será en vano, amigo mío. Serás mi boleto al paraíso…

Y apuñaló a Leomon, justo en el pecho. El Digimon escupió datos y se desplomó de espaldas, con Fangmon todavía atravesándole el torso con una sonrisa de satisfacción. El zorro suspiró aliviado y sereno, sintiendo la vida de Leomon palpitar antes de acabarse, cuando…

-Hey…

-Juro por Yggdrasil, quien sea que se atreva a interrumpirme otra vez, lo voy a… -Decía Fangmon con los ojos ya ardiendo de furia, volteando hacia quien sea que le hablaba, pero se quedó quieto al ver la figura de un camaleón gigante montado por Nikolai sobre el tejado de una de las cabañas derruidas. El zorro pudo ver al humano sonreír burlonamente.

-Ojo de Calor. -Un rayo de luz roja salió directamente del ojo del camaleón, golpeando al zorro directamente en un costado, haciéndole atravesar el suelo y destruirlo mientras era arrastrado por la onda calorífica hasta que ésta se detuvo.

Desconcertado, el zorro se levantó, mirando al recién aparecido quien se interpuso entre él y Leomon, mientras Nikolai se bajaba de su lomo y corría hacia el león otra vez moribundo.

-¿Quién demonios eres? –Graznó Fangmon con suspicacia y frustración.

-No te culpo por no reconocerme, apenas y me recuerdo a mí mismo. Pero lo único que sé… –Contestó Chamelemon, serio, e irguió su cuerpo antes de abalanzarse sin titubear contra Fangmon, quien mostró los colmillos y no dudó en responder. El camaleón irguió su cuerpo, esquivando al zorro para impactarse contra él desde un mejor ángulo, moviéndose con algo de torpeza debido a todavía acostumbrarse a moverse de nuevo que enmascaraba lo bien calculados de sus movimientos. –No gasté toda mi vida protegiendo a estos Digimon para dejarlos morir por tu culpa.

-Esto se está volviendo viejo, eh, grandote. –Le decía Nikolai a Leomon al arrodillarse a su lado. –Ahora, quédate quieto. Volverás a la cajita y…

-Me salvaste… -Fue la respuesta que obtuvo el joven, quien se incomodó al instante. –Me… diste otra oportunidad, de ver a mi familia, de protegerlos, de vivir… Te lo debo todo…

-No me debes nada, deja de delirar, Dios…

-No dejaré que nadie te lastime. –Le dijo Leomon, y Nikolai se lo quedó mirando fijamente por unos instantes. –Aunque el DigiMundo se rompa en dos y el cielo caiga en pedazos, aunque deba destrozar mi cuerpo mil veces luchando en mil guerras, voy a protegerte. Por mi honor de guerrero, lo juro.

El joven se quedó en silencio, como procesando lo que acababa de escuchar. Decidió no responder, y mirando a Leomon seriamente, alzó su DigiVice y lo apuntó.

-Tienes amigos que estarán muy felices de verte completo. –Le dijo Nikolai, y se permitió sonreír levemente. –Cargar: Leomon.

Y el Digimon león se deshizo en datos mientras que Nikolai se ponía de pie, observando los pixeles azules ser absorbidos por su DigiVice, cuando logró divisar una figura aparecer detrás de ellos, en la distancia.

-¡LEOMON! –Gritó Guilmon, maltrecho a más no poder. El lagarto no tardó en acercarse corriendo. -¿Leomon está bien? ¿Qué demonios pasó aquí?

-Leomon está bien, Sunflowmon está bien, los niños están bien, y Kyaromon está bien. –Le informó Nikolai con algo de fastidio mientras se incorporaba, mostrando el DigiVice. –Todos acá dentro, vivitos y coleando, aunque no creo que pueda decir lo mismo de ti. ¿Qué diablos te pasó?

-Gracias… -Le contestó Guilmon, bajando la cabeza. –En serio, gracias. Esto… te lo debo.

-Otro más… -Suspiró Nikolai, pidiendo paciencia. –Hey, mira por ahí, estoy seguro de que eso te va a interesar más que darme las gracias…

Guilmon le hizo caso al humano, y se quedó quieto al ver a Chamelemon pelear contra Fangmon. Sus ojos se dilataron y su respiración se entrecortó.

-No puede ser…

-¡GUILMON! –Escucharon gritar a V-mon, y al voltear los dos, vieron al dragoncito azul arrastrar a un moribundo Jijimon, ambos cubiertos de veneno, y huyendo de un Raremon que los perseguía destruyendo todo a su paso. -¡AYUDA POR FAVOOOOOOOR! ¡PIEDAD, PIEDAD!

-Mierda… -Murmuró Guilmon mientras planeaba dirigirse hacia su hermano, pero al darse cuenta de lo que dijo, se quedó en su sitio y miró a Nikolai. –Eres una mala influencia.

-Admítelo, decirlo es liberador.

-Cállate y mantente lejos, estas cosas no son una broma.

-Créeme, eso lo sé. Casi morimos intentando detener a… -Nikolai fue interrumpido cuando el segundo Raremon apareció destrozando la casa junto a ellos y rugiendo antes de abalanzarse contra Chamelemon, quien retrocedió para esquivarlo, pero por ello Fangmon lo interceptó con su Robo Agachadizo y lo tumbó con fuerza contra el suelo.

-¡Guilmon, V-mon! ¿Están bien? –Le preguntó Dorumon, quien justamente llegaba volando mientras que Guilmon disparaba bolas de fuego contra el Raremon que se aproximaba para ralentizarlo.

-¡Nosotros estamos vivos! ¿Ustedes? –Contestó V-mon mientras llegaba junto a Guilmon y a Nikolai, quien le permitió a Jijimon descansar en su DigiVice.

-¡Estos dos son huesos duros de roer! –Respondió Dorumon, y volteó hacia donde Agumon peleaba contra los dos Gazimon, quienes tenían el apoyo aéreo de DemiDevimon, revoloteando a la distancia. Dorumon voló para auxiliarlo. -¡Nikolai, necesitamos DigiEvolucionar, no vamos a soportar mucho más así!

-¿En serio puedes hacerlo otra vez? –Le preguntó V-mon a Nikolai con estrellas en los ojos. El joven al instante recordó sobre eso de la DigiEvolución y miró la pantalla de su DigiVice.

-45%... –Recitó, pensativo. –Pero un 25% será suficiente como para transformar a uno de ustedes. –Explicó Nikolai, serio. Guilmon frunció el ceño.

-¡Elíjeme a mí, elíjeme a mí! –Decía V-mon, levantando la mano y dando saltitos, a lo que Guilmon, inmediatamente perdiendo la paciencia, le dio un porrazo en la cabeza para callarlo. –Ay…

-Yo lo haré. –Le dijo Guilmon, dando un paso hacia Nikolai con determinación. Nikolai frunció el ceño. –No me vengas con esa cara, sabes que fui el que mejor se desenvolvió en la pelea de esta mañana.

-Dios, fue esta mañana. Me parece que fue en otra vida… -Comentó Nikolai con traumas, pero finalmente miró a Guilmon serio. –Está bien, más te vale no decepcionarnos.

-No pienso hacerlo. –Aseguró Guilmon, determinado, estirándose y posicionándose encarando al Raremon. –Bien, estoy listo.

-De acuerdo, hagamos esto. ¡DigiEvolución! –Comandó Nikolai, levantando su DigiVice y presionando el botón que activó la DigiEvolución la última vez, pero nada ocurrió. El joven se quedó perplejo, mientras que Guilmon lo miraba con cara de malas pulgas.

-¿Crees que tenemos todo el tiempo del mundo o qué? ¡Apresúrate con eso!

-¡Lo estoy intentando! –Replicó Nikolai, presionando repetidas veces el botón, hasta que finalmente un mensaje apareció en la pantalla. –"Enlace no detectado…" ¿Eh?

-¿Enlace…? –Murmuró Guilmon, pero reaccionó cuando V-mon lo empujó a él y a Nikolai lejos del chorro de veneno que les disparó Raremon, el cual vomitó una niebla gris que se abalanzó como un vendaval contra los rebeldes.

-¡No respiren! ¡Ni se les ocurra respirar! –Les ordenó V-mon, tapándose la nariz. El resto lo imitó –No sé qué diablos se refiere tu juguetito con eso, pero necesitamos resultados, no acertijos.

-¡Lo sé, lo sé, pero no sé qué diablos le pasa a esta cosa! –De la desesperación, Nikolai comenzó a darle golpecitos al artefacto.

-¡Hey, seguimos aquí! –Escuchó decir a Sunflowmon, Nikolai se sorprendió, pero luego sonrió levemente, aliviado de que por lo menos pudiera hablar.

-¡¿CÓMO TE ATREVES A TRATAR CON IRRESPETO A UNA RELIQUIA SAGRADA COMO LO ES UN DIGIVICE, HUMANO BLASMEFO?! –Le gritó Jijimon, y Nikolai pensó que se había quedado sordo por segunda vez en el día.

-¿Jijimon? ¿Sunflowmon? ¿Estás bien?

-Muy bonita la charla, pero hay que movernos. –Les apremió V-mon, empuñándolos a ambos para que corrieran del Raremon. Guilmon, al notar que Nikolai estaba cansado, lo montó a su espalda y corrió a gran velocidad junto a V-mon.

-¡Hey, anciano! ¿Por qué crees que esta cosa no me deja evolucionar a Guilmon?

-Primero que nada, no es una "cosa", es un artefacto antiguo con un gran valor y…

-Responde la maldita pregunta.

-¿Ni siquiera los humanos respetan a los mayores hoy en día? –Se quejó Jijimon, decaído. Suspiró pesadamente y Nikolai pidió paciencia. –La DigiEvolución mediante la conexión entre un humano y un Digimon es un acto misterioso e inexplicable, en cada dimensión funciona de una manera distinta y depende de exponentes exteriores que afectan al resultado, pero en resumen, todos tienen algo en común.

-¡¿Y eso es?! –Exigió saber Nikolai mientras corrían por sus vidas.

-La relación entre un humano y su compañero Digimon. –Reveló Jijimon, y Nikolai y Guilmon al instante intercambiaron miradas.

-¿Cómo que "compañero" Digimon? ¡Yo no seré el ayudante de nadie!

-Bueno, comienzo a ver dónde está el problema. –Musitó Nikolai, e ignoró la mirada asesina de Guilmon. –Pero apenas los conocía cuando los DigiEvolucioné a los cuatro más temprano. ¿Cómo demonios hago que funcione otra vez?

-En ese caso, creo que se debió a algo más bien emocional. –Explicó Jijimon, y Nikolai lo entendió. –Sus emociones estaban conectadas, tenían una misma meta en ese momento, un mismo propósito, y el DigiVice lo tomó como un enlace entre tú y ellos. Deben encontrar ese enlace de nuevo.

-Pero estoy muy seguro de que ninguno de los dos quiere morir ahora mismo, ¿eso no es suficiente? –Se quejó Nikolai.

-No lo es. Deben sincronizar sus pensamientos y emociones, sin asperezas ni conflictos. –Añadió Jijimon, y nuevamente Digimon y humano se miraron a los ojos.

-Creo que voy a tomar la oferta de V-mon en su lugar…

-¡HUMANO! –Le gritó Guilmon, a lo que Nikolai se encogió.

-¿Pero qué quieres que haga? Es obvio que no nos llevamos bien.

-Oh, ¿y sabes por qué?

-Porque la lagartija tiene sentimientos frágiles, sí, lo entiendo.

-¡No! ¡Es porque tú eres un maldito egoísta que solo ve por sí mismo y quiere utilizarnos como sus guardaespaldas personales!

-¡Yo nunca dije eso!

-No lo dijiste, pero nos trataste tal cual.

-Es porque estaba molesto, ¿ok? Y con tu actitud no ayudabas.

-¡Eso no justifica nada!

-¡Al igual que no justifica el que me hayas dado un PUÑETAZO en la MALDITA cara!

-¡Eso solo fue porque no parabas de decir estupideces!

-¡¿Y esa es tu única razón para golpearme?!

-¡No, es porque eres egoísta!

-¿Por no querer arriesgar mi vida en una pelea imposible? ¿Por no querer morir peleando una batalla que no es mía?

-¡ES PORQUE ERES UN COBARDE E IBAS A ABANDONARNOS! –Le gritó Guilmon, deteniéndose. V-mon, Nikolai y los Digimon dentro del DigiVice se quedaron callados. Guilmon bajó la mirada. –Como Lowemon… como todos los demás. Todos pelearon hasta el final, y nadie nunca se acobardó, incluso aquellos que apenas y podían pelear, ¿y tú…? ¿Solo ibas a irte?

-Guilmon, sabes que es mucho más que eso. Yo no pertenezco aquí.

-¡Pero tampoco perteneces al mundo humano! ¡Tú mismo lo dijiste! –Le bramó Guilmon, y Nikolai desvió la mirada. –Creí que intentarías hacerte tu propio lugar aquí, unirte a nuestra familia, y luchar como otro de los nuestros, pero nos decepcionaste. Me… decepcionaste, cuando dijiste que te irías. Siempre imaginé a los humanos como héroes, ¿pero tú…? No eres un héroe. Y nunca lo serás.

-Tienes razón… -Contestó Nikolai, y cuando Guilmon lo miró a los ojos, vio de nuevo aquella mirada oscura y fría que no revelaba nada más que vacío. Una mirada sin sentimientos. –No soy un héroe, y nunca quise ser uno. Yo no elegí esto, y de todos modos, estoy atascado aquí, arrastrado a un destino que no quiero, y que nunca voy a querer. Apenas he estado aquí unas horas, y las cosas que he visto… -Las imágenes de Leomon, Sunflowmon y Kyaromon casi muriendo aparecieron tétricamente en su mente, estremeciéndolo. –Nadie merece verlas. No le desearía esto a nadie.

-Ni siquiera a nosotros, ¿verdad? –Intervino Jijimon, y Nikolai se quedó quieto. –Ninguno de nosotros pidió vivir en este mundo tampoco, o ser arrastrados a una guerra que no podemos ganar. O ver a nuestros camaradas, amigos y familia morir frente a nosotros y no poder hacer algo al respecto, no como tú… Ninguno de nosotros pidió estar aquí, Nikolai, y me disculpo por no haberme dado cuenta antes. Sigues siendo un niño, y nada de esto tiene que ver contigo, y de todos modos, estás aquí. Sé que debe ser difícil, sé que debes estar asustado, pero sigo teniendo fe en las leyendas. Incluso si no eres como ellos, lo serás. Puedo verlo en tus ojos. Eres mucho más fuerte de lo que te permites creer. Solo tienes que aceptarlo, ser valiente, y saltar. Solo tienes que intentar.

-Pero yo…

-¡CUIDADO! –V-mon se interpuso entre Nikolai y Guilmon y Raremon, quien disparó un chorro de veneno que el dragoncito azul recibió por completo y se desplomó sobre el suelo, retorciéndose del ardor. Los ojos de Nikolai y Guilmon se entornaron al ver a V-mon estremecerse sufriendo y clavaron sus miradas asesinas en Raremon, quien rugió y alargó su cuerpo hacia ellos de golpe.

-Gracias, Jijimon. –Dijo Nikolai, y sonrió siniestramente mientras levantaba su DigiVice. –Creo que ya tengo la decisión que me faltaba. –Y apretó el botón, esperando que pasara algo.

No pasó. Y cuando se dieron cuenta de que nada pasaría, Raremon se estrelló contra ellos.

Guilmon lo contuvo como pudo con su Rompedor Ardiente, pero el veneno que componía el cuerpo del Digimon salpicó en sus brazos y los quemó. El lagarto retrocedió, levantando a Nikolai y a V-mon como si fueran sacos antes de correr lejos de ahí. El Raremon no tardó en seguirlos.

-¡¿Por qué diablos todavía no funciona?! ¡¿No se supones que tuviste tu grandiosa epifanía?!

-¡No lo sé, ¿okey?! ¡Juraba que iba a funcionar!

-¡Pues obviamente no funcionó, genio! ¡Y más vale que descifres cómo arreglarlo si quieres salvar tu precioso pellejo!

-¡Creo que la maldita razón por la que esta mierda no sirve es porque tú y yo somos como agua y aceite, pequeño bastardo!

-¡Tranquilícense ustedes dos! –Les gritó Sunflowmon desde adentro del aparato. Nikolai lo miró, y se sintió mal al ver la cara del lagarto floral todavía dañada, pero recuperándose. –Esto no es más sobre ideales, es sobre su relación. Si no logran estar de acuerdo y dejar de tenerse desprecio mutuo, no lograrán activar la DigiEvolución. ¡Así que déjense de sus estupideces infantiles y actívenla de una vez!

-¡Díselo a él, esto no es mi culpa! –Replicó Nikolai, a lo cual Guilmon le gruñó.

-Puedo soltarte y dejar que te devoren, ¿sabes?

-Pues temo decirte que te devorarán a ti ni aunque me uses de carnada, me quieren vivo.

Guilmon tuvo que saltar para esquivar una ola de veneno que le disparó el Raremon con alta precisión.

-¡Pues qué bonita forma de demostrarlo!

-¿Qué vamos a hacer? –Inquirió V-mon, adolorido.

-Reunámonos con Agumon y Dorumon e intentemos largarnos de aquí. –Decidió Guilmon, a lo cual Nikolai lo miró reprobativamente.

-¿Huir? ¿En serio crees que todos estos monstruos que quieren matarnos van a ser tan amables de dejarnos huir?

-¡Pues si tienes una mejor idea me encantaría escucharla! Ahora, ¿puedes dejar de quejarte de una maldita vez y dejarme hacer mi trabajo? –Le calló Guilmon, ya perdiendo la paciencia. Nikolai se quedó callado.

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-¡Ataúd Explosivo!

-Campo de Invisibilidad.

Mientras tanto, Chamelemon se volvía invisible y saltó silenciosamente para esquivar el rayo de fuego de Fangmon, quien gruñía con la cabeza abajo.

-Maldita rata, pelea como un guerrero.

-Tú no eres un guerrero, no mereces llamarte como tal. –Le contestó Chamelemon desde algún lado, y Fangmon soltó un bramido en respuesta.

-Mira quién habla, la sabandija que se esconde de su oponente… No te culpo, de todos modos, todos mis oponentes solo saben jugar a la presa… -Fangmon posicionó sus ojos sobre una de las ramas del inmenso árbol. –Y por cierto… -De golpe, el zorro se desvaneció y apareció enfrente de Chamelemon, quien no pudo reaccionar. –Puedo olerte…

El Robo Agachadizo le rasgó a Chamelemon parte de su casco y lo tiró de vuelta a tierra, donde Raremon se le abalanzó y lo atrapó con su enorme cuerpo venenoso, el cual empezó a quemar la piel del Digimon lagarto.

-Mantenlo quieto, Raremon. Quiero saborear esto. –Fangmon se acercó caminando serenamente hacia el camaleón inmovilizado. -¿Sabes? Creo que empiezo a recordarte. Eras ese maldito infiltrado, al que jamás logramos descubrir, porque además de tu camuflaje eras tan resbaladizo como un gusano. Lograste filtrar tanta información y nos obligaste a tomar tantas medidas de seguridad que fue un dolor en la cola por meses…

-Lo consideraré un cumplido.

-Oh, considéralo todo lo que quieras, gusano. El punto es que se nota que estás oxidado, al igual que todos aquí. Ni siquiera son la sombra de lo que solían ser, deberían admitir que la Resistencia Dorada ya está muerta, murió el día en el que su base cayó con todos los suyos en ella.

Chamelemon se quedó quieto, intentando serenarse a pesar del dolor de su piel siendo derretida. Se permitió sonreír.

-Tienes razón. –Admitió, y Fangmon alzó una ceja. –La Resistencia Dorada está muerta… pero eso no significará que dejemos de luchar para vengarla.

Y cuando sus ojos empezaron a brillar, Fangmon no logró reaccionar a tiempo. Los rayos láser del lagarto lo golpearon directamente con fuerza y lo dispararon a la distancia, oportunidad que Chamelemon aprovechó para disparar otro rayo de sus ojos directo al rostro de Raremon, haciendo que lo soltara con un terrible chirrido de dolor.

-¡Látigo de Lengua! –Y por supuesto, Chamelemon remató con un poderoso latigazo de su larga lengua a la cabeza, derribando a Raremon al instante.

Chamelemon aterrizó sin problemas, y con sus afilados sentidos percibió a Fangmon acercarse como una bala con furia demoniaca. Una sombra roja se abalanzó sobre el camaleón, pero éste se desvaneció y Fangmon lo atravesó sin llegar a rozarlo. Ya no estaba ahí. El zorro derrapó y mostró sus colmillos.

-¡¿Dónde estás, cobarde?!

-Detrás de ti.

Fangmon volteó, solo para recibir un latigazo de la lengua de Chamelemon en la cara con tanta fuerza que lo derribó de una. El zorro mostró los colmillos y se reincorporó, cargando entre sus colmillos una gran cantidad de llamas negras, pero cuando iba a dispararlas Chamelemon le dio un latigazo con su cola hacia arriba, elevándole la mandíbula y haciendo que el Ataúd Explosivo se perdiera entre las nubes.

El zorro miró al camaleón encrespado de la ira, pero se sobresaltó cuando Chamelemon dio un brinco en el aire y comenzó a dar volteretas sacudiendo violentamente su cola y su lengua, ésta última golpeando con mucha más fuerza que la primera, convirtiéndose en un remolino de latigazos al que Fangmon no podía acercarse sin recibir una lluvia de dolorosos azotes, por lo cual retrocedió y rodeó su cuerpo en una poderosa energía carmesí que tomó la forma de un lobo, pero éste fue partido por la mitad por los rayos oculares del camaleón apenas aterrizó.

-¿Oxidado, me dijiste? –Soltó Chamelemon, serio, y Fangmon gruñó molesto mientras jadeaba cansado. –Creo que solo necesitaba estirarme. ¿Cuál es tu excusa?

-¡CÁLLATE! –Gritó Fangmon con tanta potencia que generó una onda expansiva que distrajo a Chamelemon, por lo que esquivó por los pelos al zorro cuando éste se disparó contra él como una estrella, pero ensanchó los ojos al ver que Fangmon comenzaba a ser rodeado por una poderosa aura rojiza cuando pasaba junto al camaleón, el cual se hizo invisible y retrocedió para evitar la explosión. -¡¿QUIÉN TE CREES QUE ERES PARA DESAFIARME?!

Chamelemon dio un brinco y extendió su lengua con fuerza contra Fangmon, pero éste lo olfateó y predijo el movimiento, mordiendo la lengua del camaleón con fuerza y jalándola hacia él. Chamelemon salió disparado hacia el zorro, que intentó apuñalarlo en la cara con sus garras pero el Digimon lagarto giró la cabeza y en su lugar solo recibió un largo tajo en la mejilla antes de azotar la cara de Fangmon con su cola para obligarle a soltarlo y poder retroceder de nuevo, haciéndose invisible.

-¡¿CREES QUE ERES MEJOR QUE YO?! –Bramó Fangmon, y escuchó a Chamelemon pisar una rama, por lo que disparó a quemarropa y sin perder un segundo un Ataúd Ardiente en su dirección, que el camaleón intentó contrarrestar con su Ojo de Calor, sin éxito, recibiendo el ataque directamente y saliendo disparado. -¡PUES NO LO ERES! ¡NO ERES NADA COMPARADO CONMIGO! ¡NADA!

Chamelemon se puso de pie y se desvaneció cuando Fangmon se le abalanzó, recibiendo otro latigazo en la cabeza que hizo que el mundo le diera vueltas. Esa fue la gota que colmó el brazo.

-¡NO VOY A DEJAR QUE SIGAS HUMILLÁNDOME! –Decía el zorro mientras se desvanecía en una sombra roja y comenzaba a atravesar el aire en todas las direcciones del campo de batalla a una velocidad demoniaca. Chamelemon se vio incapaz de seguirle el ritmo, incluso con su increíble vista, y apenas Fangmon lo rozó, el camaleón supo que estaba condenado.

El zorro lo localizó.

-¡MUERE! –Vociferó la bestia, golpeando a Chamelemon incontables veces desde todos los ángulos, destrozando su chaleco y su casco y elevándolo por los aires cada vez más con cada fugaz ataque, hasta que alcanzó la suficiente altura y las embestidas se acabaron.

Chamelemon abrió sus ojos como pudo, y vio desconcertado cómo la figura de Fangmon alzaba encima de él, rodeándose con una poderosa aura con forma de lobo que cayó sobre el camaleón, atrapándolo entre sus colmillos y estrellándolo con fuerza contra el suelo antes de detonar en una explosión carmesí que hizo temblar el terreno.

Fangmon aterrizó, jadeante y mareado, pero se permitió sonreír como siempre, y avanzó hacia Chamelemon, el cual intentaba levantarse. Estaba hecho polvo, y datos comenzaban a expeler de sus heridas, cuando Fangmon lo estrelló contra el suelo clavándole las garras en la nuca. Chamelemon gruñó de dolor, pero apenas escuchó la risa de Fangmon, abrió los ojos y disparó contra él dos rayos infrarrojos que el zorro esquivó echándose para atrás.

-Hey, hey, cuidado con eso. No querrás sacarle un ojo a alguien. –Se mofó Fangmon, pero se le notaba agotado, y obvio Chamelemon lo sabía.

-¿Te divierte lastimar a los demás?

-Oh, como no tienes idea. –Contestó Fangmon con una sonrisa sádica, acercando sus colmillos al cuello del camaleón. –Y no te preocupes, voy a disfrutar mucho lastimarte a ti…

-Je.

-¿Oh? ¿Qué te parece tan gracioso?

-Que casi logro vencerte a pesar de no haber peleado en qué, ¿meses? ¿Años?

-Admito que fue impresionante, mucho más de lo que esperaba de un cobarde como tú. –Fangmon apretó su agarre contra el cráneo de Chamelemon, quien empezaba a perder la visión, pero no perdía su sonrisa.

-De todos modos, pensé que no tendría una oportunidad.

-Y nunca la tuviste, canalla.

-Oh, lo sé. Lo sé. –Aseguró Chamelemon, asintiendo como podía. Fangmon frunció el ceño.

-¿A qué te refieres? ¿Qué pretendías al enfrentarte a mí si sabrías que no podrías conmigo?

-Oh, solo ganar tiempo.

-¿Ganar tiem…?

-¡V-Cabezazo!

-¡Rompedor Ardiente!

Ambos ataques chocaron directamente contra el zorro, tirándolo lejos del camaleón, quien rugió cuando las garras de Fangmon fueron arrancadas tan violentamente de su piel.

Fangmon dio una voltereta para reacomodarse en el aire y aterrizar sin problemas, y miró con furia a Guilmon y a V-mon, ambos muy lastimados, pero interponiéndose entre él y Chamelemon, a quien Nikolai al instante ingresó dentro de su DigiVice. Fangmon se tranquilizó y sonrió.

-Te quedaste sin cartas finalmente, humano. –Dijo el zorro, y Nikolai le miró sin interés. –Sunflowmon, Jijimon, Leomon, incluso Chamelemon. Todos y cada uno de tus grandes guerreros, derrotados, ¿y ahora qué usarás contra mí? ¿A más de tus niños? –El zorro soltó una risotada. –No sigas insistiendo en pelear una batalla que no puedes ganar. Ríndete ahora, y prometo ser cuidadoso cuando te lleve ante SkullSatamon.

-No sé quién es ese, y sinceramente no estoy interesado en hacer nuevos amigos. –Nikolai sonrió con suficiencia, dando un paso al frente. –Puedes jugar al invencible todo lo que quieras, pero ambos sabemos que apenas y puedes mantenerte en pie. Estás destrozado, y no soportarás ni un combate más, ni siquiera contra V-mon y Guilmon.

-¿Y acaso no sería más fácil eliminarme a lo seguro haciéndolos DigiEvolucionar? –Nikolai borró su sonrisa al instante mientras que Fangmon amplió la suya. –Ah, claro. No puedes, al menos no a voluntad. Bueno saberlo, eso significa que no debo ir con tanta cautela con ustedes.

-¿Y piensas que en tu estado actual tienes una oportunidad? –Le preguntó Guilmon, poniéndose en guardia. Fangmon sonrió.

-Sí. –Y de golpe, apareció frente a ambos Digimon Novatos, aplastándoles sus cabezas entre sus garras contra el suelo, pero no se esperó que Guilmon al instante rodeara su puño en fuego y le estampara un poderoso golpe en el hocico que le hizo retroceder, lo suficiente como para que V-mon encogiera sus piernas y las extendiera de golpe contra la mandíbula del zorro, pateándolo todavía más lejos.

Ambos Digimon se incorporaron de un salto, algo aturdidos pero serios, mientras que Fangmon gruñó de enojo y dio un paso al frente, pero trastabilló.

-¿No eres tan rudo ahora, eh? –Se burló V-mon, sonriendo con suficiencia.

-Cállate, minúsculo… -Le contestó Fangmon con aspereza, pero luego volvió a sonreír. –Tienes razón, no puedo contra ustedes.

-Lo sabemos.

-Pero para su desagrado, olvidaron que no estoy solo.

Los dos Raremon aparecieron de golpe detrás de ellos, y Nikolai volteó al instante y alzó una pared de energía digital para bloquear a ambos monstruos, distracción que Fangmon aprovechó para abalanzarse contra V-mon con su Robo Agachadizo y perforarle la espalda con dos cortes que le produjeron profundas heridas. V-mon gritó de dolor y se desplomó, comenzando de sus cicatrices a salir datos sin parar.

Guilmon lo observó horrorizado, y luego vio furioso a Fangmon desviar su mirada de V-mon para fijarla en él.

-Uno fuera, queda otro. –Murmuró el zorro, pero apenas dio un paso al frente, Guilmon pisoteó el suelo con fuerza, haciendo a Fangmon quedarse quieto con cautela. Los ojos del lagarto rojo brillaban con fuerza. Nikolai, quien retenía como podía los ataques furiosos de ambos Raremon, observó preocupado a Guilmon, pero se quedó quieto al ver cómo las marcas negras del lagarto comenzaban a brillar.

Fangmon lo vio venir, pero nuevamente sus heridas lo traicionaron y no pudo hacer nada para evitarlo.

-¡Disparo Guil!

La explosión de energía amarilla fue tremenda, destrozando el escudo de Nikolai y mandándolo a él y a V-mon a volar, y haciendo retroceder bastante a los Raremon, quemándolos. Fangmon salió despedido como una estela contra el árbol principal del campamento, atravesando su corteza e incrustándose en él, sin moverse.

Y Guilmon, apenas el brillo se deshizo, vomitó datos antes de caer de rodillas, y finalmente desplomarse sin fuerzas. Nikolai, desde la posición a la que fue lanzado por la explosión, se levantó aturdido, mirando a Guilmon fijamente con estupefacción.

Todo estaba en silencio, incluso en su DigiVice nadie se atrevía ni a susurrar. Nikolai se levantó tambaleándose, y comenzó a caminar hacia Guilmon, cuando escuchó un fuerte sonido y miró el árbol donde Fangmon yacía. Su garra se asomaba, sujetándose del borde de la madera destrozada.

-No más contratiempos… -Murmuró el zorro, asomando su horrible cabeza del agujero en el tronco. No sonreía. –No más interrupciones. No más imprevistos. –Decía, saliendo lentamente del agujero y reacomodando su cuerpo dañado. Nikolai vio que en su pecho, el zorro tenía un agujero del cual salían datos lentamente. –Esto… acaba… ¡AHORA!

Fangmon saltó contra Nikolai, esta vez sin miedo a matarlo, pero el zorro recibió en su costado los cuerpos de sus dos Gazimon secuaces, terminando todos tirados en el suelo.

-¡Nikolai, Guilmon! –Gritó Dorumon, acercándose junto a Agumon, ambos se veían bastante lastimados.

-¡Chicos! –Gritó Guilmon, luchando por ponerse de pie. -¿Están…?

-¡CUIDADO! –Intentó advertir Nikolai, pero era tarde.

Dorumon vio al DemiDevimon aparecer detrás de ellos y disparar una jeringa con veneno contra Agumon, a quien apartó y recibió él en su lugar el proyectil, trastabillando. El dinosaurio amarillo miró a su hermano desplomarse con los ojos entornados, que luego fijó en el murciélago que disparó más inyecciones contra ellos desde sus alas.

-Tú… Tú… -Decía Agumon, furioso a más no poder, y rodeándose de una poderosa energía blanca, acometió contra DemiDevimon lanzando enloquecidos zarpazos con los que repelió las inyecciones del murciélago. -¡Garras Afiladas!

DemiDevimon intentó tomar distancia entre él y el dinosaurio peligrosamente cerca de él, pero cuando lo intentó Agumon saltó sin pleno aviso encima suyo, atrapándole la pata en con sus poderosas mandíbulas. Sin que el murciélago pudiera ejercer ningún tipo de resistencia, Agumon lo azotó contra el suelo, y evitó que escapara apuñalándolo una y otra vez con sus garras, para finalmente clavarlas contra las alas del demonio y mantenerlo fijo al suelo. Lo miró a los ojos mientras cargaba llamas en su boca, y el DemiDevimon pareció demostrar terror en sus ojos en el momento en el que Agumon disparó contra él tres poderosos proyectiles infernales. DemiDevimon chilló de dolor, pero finalmente se quedó quieto, sin hacer un sonido.

Agumon se levantó, mirando entre jadeos el cuerpo chamuscado del murciélago, pero luego volteó hacia Dorumon. Un exhausto Guilmon ya lo atendía, quitándole la aguja del hombro y ayudándolo a acostarse en el suelo. Nikolai volvía a reunirse con ellos luego de cargar al inconsciente V-mon devuelta en el DigiVice.

-¿Está bien? –Le preguntó Agumon a Guilmon, asustado. El Digimon rojo asintió.

-Mientras tengamos a Nikolai, todos estaremos bien. Solo debemos entrar en el DigiVice y… -Un poderoso estruendo calló a Guilmon. Desvió su mirada hacia Fangmon, pero éste ya estaba encima de ellos, extendiendo una poderosa aura con forma de lobo que reventó contra el suelo entre todos, extendiéndose como una nova que se dividió en cientos de lobos de energía que mordieron y lastimaron a los Digimon. Nikolai intentó protegerse con su escudo, pero los múltiples ataques lo hicieron ceder y dos lobos se le abalanzaron, mordiéndole y destrozándole los brazos.

Nikolai aterrizó respirando violentamente, observando con los ojos muy abiertos sus heridas que comenzaban a curarse. Dolían, dolían muchísimo, pero desvió su mirada y observó a los otros tres Digimon tirados en el suelo, y observó cómo Fangmon los ignoraba y fijaba su vista en él.

-Y aquí termina… -Suspiró Fangmon, por su voz, ya no parecía nada cuerdo. –El Guilmon tiene razón. Tú eres la clave de su victoria. Solo debo matarte, y no podrás seguir interviniendo, salvando, curando y resguardando a tus peones. Todos morirán, si me deshago de ti primero.

-¡Nikolai! –Gritó Dorumon, y se levantó como pudo para intentar ayudar junto a Agumon, pero ambos fueron interceptados por los Raremon, que los aplastaron contra el suelo y comenzaron a quemarlos.

Guilmon intentaba incorporarse, pero no tenía energías. Miró impotente cómo Fangmon se acercaba a Nikolai, y vio las heridas terribles del joven. Quiso arrastrarse, gritar, forcejear, hacer algo, no solo observar, como hizo cuando toda su familia fue masacrada, pero no podía. Ya no encontraba las fuerzas para moverse.

-¿Unas últimas palabras? –Le preguntó el Fangmon, sonriendo más maniáticamente que nunca, pero esa sonrisa se desvaneció cuando Nikolai sonrió.

Y fue entonces cuando, entre su visión borrosa, Guilmon vio los ojos de Nikolai, y vio en ellos miles de imágenes que golpearon su mente. Vio que el miedo en los ojos del humano se desvanecía, y el brillo rojo de su determinación destellaba en sus ojos con la fuerza de estrellas. Vio su voluntad.

-Ninguna que valga la pena decirle a un hijo de perra como tú.

Fangmon frunció el ceño, pero no borró su sonrisa. Comenzó a acercarse lentamente, pero de golpe, apareció enfrente de Nikolai, a punto de destrozarlo entre sus colmillos, pero nuevamente, eso no iba a suceder.

-¡ROMPEDOR ARDIENTE!

Con toda la fuerza de su alma, Guilmon saltó contra Fangmon y lo tumbó al suelo de un potente zarpazo infernal. El reptil aterrizó jadeando y cayó de rodillas. Nikolai y él intercambiaron una fugaz mirada.

-¡NO MÁS INTERRUPCIONES! –Gritó Fangmon, y disparó contra ellos un Ataúd Explosivo que Guilmon intentó bloquear con una Bola de Fuego, pero le fue imposible. La explosión los alcanzó a ambos, disparándolos hacia la cabaña principal del campamento.

Fangmon, entre su voraz agotamiento, se permitió sonreír, y balanceándose fue acercándose a sus dos presas tiradas en el suelo como carne fresca, cuando una bola de fuego apareció de la nada y le golpeó en el rostro, quemándolo.

-¡AARRG, maldita sea! –Gritó, con media cara chamuscada, y fulminó con la mirada a Agumon, quien había logrado asomar su cabeza de debajo de la pata de Raremon y disparó contra el zorro, que se vio tentado en ir a por él y asesinarlo, pero decidió enfocarse en lo primordial. –Raremon, por favor.

A su orden, el monstruo aplastó a Agumon con más fuerza y se aseguró de no dejarle aberturas ni siquiera para respirar. Satisfecho, Fangmon siguió su camino hasta que…

-¡Fangmon!

-Oh, por Yggdrasil.

-¡Jefe, ¿está bien?! –Preguntó uno de los Gazimon acompañado por su compañero de la misma especie, pero se quedaron quietos cuando Fangmon los mató con la mirada.

-Ya me encargaré de ustedes, malditas bolsas de basura inservibles. –Aseguró, y se arrastrándose hacia donde Nikolai y Guilmon lo esperaban. Ambos Gazimon intercambiaron miradas, preocupados.

-Mierda… como duele… la mierda. –Mascullaba Nikolai, sintiendo muy vivamente el ardor en sus brazos, pero de todos modos sacó fuerza para apoyarse en ellos e incorporarse. –Tenemos que movernos, ahora. Va a matarnos si nos…

-No vale la pena…

-¿Qué dices? –Nikolai miró a Guilmon con incredulidad. El reptil se hallaba tirado en el césped, respirando con dificultad. Sus heridas eran terribles, y sus ojos habían perdido buena parte de su brillo.

-No vale la pena. No podemos escapar. No podemos pelear contra él.

-Pero no por eso debemos rendirnos. Anda, levántate, apenas y puedo conmigo mismo como para cargarte a ti también.

-Lo intenté… de veras lo intenté. Todos estos años, mantenerme fuerte y seguir adelante, pero no puedo más. Duele demasiado, todos los días. Existir duele. –Nikolai se quedó quieto. Guilmon comenzó a llorar sin moverse. –Pero quiero venganza, quiero justicia. No quiero que la Legión Oscura se salga con la suya después de todo lo que nos ha hecho pero… no puedo hacer una diferencia. Soy débil. Lo era cuando asesinaron a mamá y a papá, lo sigo siendo ahora. No puedo con esto. No soy un héroe. Soy un perdedor…

Y entonces, Nikolai lo entendió. El joven bajó los brazos, y miró fijamente al Digimon rojo que se había dado por vencido. Nikolai lo contempló por unos instantes, sintiendo demasiadas cosas como para ponerlas en palabras. Comenzó a frustrarse, a enojarse, sus ojos brillaron con fuerza, su expresión cambió a una enfurecida, y cuando sintió que iba a explotar, en su lugar, se desplomó de rodillas, junto a Guilmon, y se acostó a su lado.

-Por lo menos tenemos algo en común… -Murmuró Nikolai, bufando. –Somos un desastre. –Guilmon no respondió. Nikolai desvió la mirada, resignándose. –Tengo que admitir algo. Yo… nunca quise irme.

-¿Qué…? –Guilmon, reaccionando al instante, desvió su mirada hacia la del joven. –Pero… dijiste que…

-Estaba enojado, te lo dije. No pienso las cosas cuando estoy enojado.

-¿Y por qué no te retractaste luego?

-Porque te lo tomaste personal, y yo me lo tomé personal, y no iba a arrepentirme luego de haber tomado la decisión, y…

-¿Y qué? –Guilmon se sentó, recuperando de golpe la energía debido a su disgusto. Nikolai también se sentó, tragando saliva y sonriendo nerviosamente.

-Quería que tú me pidieras… que me quedara.

-¿Qué? ¿Por qué?

-Porque quería sentir que me necesitabas, igual que todos me necesitaban. –Nikolai bajó la mirada, decaído. –Y mi orgullo no me dejó dar vuelta atrás.

-A ver, déjame entender esto… -Guilmon se llevó una mano a la cara, respirando profundamente. –Hiciste todo este espectáculo, ¡¿solo por capricho?!

-Ya sabes, así son los humanos. –Nikolai sonrió tristemente, y miró a Guilmon a los ojos. –Somos una basura.

-Sí que lo son, manipuladoras basuras. –Murmuró Guilmon, enojado, pero se permitió sonreír levemente. –Nunca fuiste un cobarde, ¿verdad?

-Realmente, lo soy. Tengo miedo todo el tiempo, pero tengo otras emociones que son más fuertes que el miedo, y que me obligan a actuar. –Contestó Nikolai, pensativo. –El miedo nunca me impidió hacer algo, y no lo hará ahora.

-¿A qué te refieres?

-¿En serio vas a resignarte a seguir siendo un perdedor, o vas a jugar hasta el final y cambiar el marcador? –Preguntó Nikolai, poniéndose de pie de un salto. Sus heridas casi terminaban de curarse.

-¿Qué punto tiene? No puedo contra él. Apenas y puedo moverme.

-Leomon peleó por nosotros incluso hasta en el borde de la muerte. –Dijo Nikolai, y miró su DigiVice, observando lo que sucedía dentro. Jijimon reposaba junto a Sunflowmon y Kyaromon. V-mon, Leomon y Chamelemon, inconscientes, eran atendidos por los aterrados niños, que ni siquiera sabían qué estaban haciendo. –Les doy la razón al respetar a ese sujeto, sí que sabe lucirse, pero él me dijo… que no dejaría que yo muriera. –Nikolai le ofreció su mano al Digimon rojo, quien se la quedó mirando unos instantes. –Odiaría que me matasen y rompiesen su promesa sin que él pudiera hacer algo para evitarlo. Y creo que tú también lo odiarías.

Guilmon se lo sopesó unos instantes, pero no tardó en cerrar los ojos y meditar unos momentos antes de sonreír. Abrió sus ojos, y Nikolai se complació al ver que ese brillo determinado que compartían había regresado. El Digimon estrechó la mano del humano, y éste lo ayudó a levantarse, intercambiando miradas decididas.

-¿Listo para intentarlo otra vez? –Inquirió Nikolai, sacudiendo el DigiVice en su mano.

-No hay nada que perder, ¿Verdad?

Nikolai asintió, y bajó su mirada, observando la pantalla del DigiVice. Al principio parecía preocupado, sintiéndose culpable de que todo esto hubiese pasado por haber dificultado las cosas entre él y los Digimon innecesariamente, pero suspiró profundamente y cerró los ojos, concentrándose.

Concentrándose tanto, que no le importó cuando Fangmon los encontró, ni que Guilmon se soltara de él y se abalanzara contra el zorro que corrió hacia ellos sin pensárselo dos veces. El mundo era ajeno a él, cuando pulsó el botón del artefacto místico, y éste empezó a iluminarse, al igual que Guilmon, cuyos ojos brillaban con más fuerza que nunca.

-Guilmon… -Murmuró Nikolai, y al abrir los ojos, estos eran completamente rojos y habían recuperado toda su intensidad, mientras grandes cantidades de datos salían del DigiVice que sujetaba entre sus dedos, iluminando el campo de batalla. –DigiEvoluciona.

La explosión de luz cegó completamente a Fangmon, pero sintió cómo sus garras colisionaban contra algo. El zorro se quedó quieto, expectante, con su corazón latiendo a mil, esperando que lo que creía que había pasado no hubiera pasado.

Pero fue así. Estaba parado enfrente de él y no parecía feliz en absoluto. Las cuchillas de sus antebrazos bloquearon sin esfuerzo sus garras, y sintió cómo su aliento se iba de su cuerpo cuando Growmon abrió sus ojos amarillos brillando como los ojos de un demonio, que se fijaron en él. Nikolai sonrió, consciente de que ya habían ganado.

Qué ingenuo era al creer eso.

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-Finalmente… -NeoDevimon apagó su comunicador, y sonrió maliciosamente mientras recibía unas coordenadas. Volaba todavía encima de los árboles del bosque, su figura alada se imponía tanto que el ambiente se enfriaba a su alrededor, pero cuando volteó hacia una dirección específica y sus seis ojos se enfocaron en la distancia, todo pareció detenerse.

El demonio sonrió, consciente de que estaba por tener éxito en su misión y nada ni nadie lo evitarían.

Y él no era ingenuo al creer eso.