Emma podía escuchar discutir a sus padres en el piso de abajo desde su habitación, su padre parecía más calmado, sabía que a él le daba igual que se casara o no, pero su madre... Estaba hecha una furia y gritaba histérica como si se hubiera vuelto completamente loca, Emma estaba tumbada en su cama intentando procesar lo que había ocurrido aquella tarde mientras jugueteaba con sus dedos con el volante de la manga de su camisón azul, indecisa y con algo de temor por lo que sucedería a la mañana siguiente. ¿De verdad lo ocurrido en la plaza había sido tan grave?

- Ha sido horrible. - dijo la mujer mientras daba vueltas en círculos al lado de la mesa. - Delante de todo el pueblo ¡no te rías no me hace ninguna gracia! -

-Oh, vamos Valentina. - dijo el cochero intentando ahogar sus risas. - No es para tanto, los jóvenes son así, no esperarás que tras dieciséis años evitando a los muchachos Emma se interese inmediatamente por alguno. -

-No es eso lo que me preocupa, después de esto ninguno la querrá como esposa, ha sacado tu carácter. -

- Y es de lo que más me siento orgulloso, debes tener paciencia, cuando llegue el momento... Creo que Emma lo entenderá...- el cochero puso una mano sobre el hombro derecho de su mujer. - Como hiciste tú cuando te casaste conmigo. -

Valentina sonrió, a la luz de las velas las sombras tapaban las leves arrugas que se habían empezado a formar en su rostro debido a la edad.

-Tal vez tengas razón, deberíamos esperar un par de años má hazme un favor. -El cochero levantó su mirada y dirigió sus ojos verdes hacia su esposa. - Habla con ella, por el pueblo, dad un paseo e intenta hacerla comprender... -

-Entiendo. - finalizó el villano asintiendo con la cabeza. - En un par de días, de momento creo que deberíamos evitar el tema una temporada. Y conseguir que Emma se disculpe con Peter, creo que con eso bastará para calmar la situación. -

-Díselo tú a Emma, te hará más caso a ti. - pidió la mujer sentándose en una mecedora antes de agarrar un paño a medio bordar de una cesta para continuar la labor de costura.

El hombre asintió y subió las escaleras hacia el dormitorio de su hija.

Desde dentro Emma se encontraba leyendo cuando llamaron a su puerta, con un soplido de molestia dejó el libro sobre la estantería y caminó hasta la puerta para abrirla.

-Papá... - dijo algo avergonzada y temerosa.

-Tu madre me ha contado lo ocurrido... Deberíamos hablar. -

-No me apetece mucho realmente. -

-Desahogarte si quieres. -

-Le dije a mamá que no deseaba ir, no estaba preparada. -

-¿Pero qué pasó para que terminarais así?-

-Rechacé la oferta de matrimonio de Peter, él no dejó de insistir y acabó con mi paciencia, eso es todo.-

-Y lo empujaste a una montaña de estiércol ¿verdad?-

Emma apartó la mirada y asintió de forma culpable, el cochero solo pudo reír levemente para sorpresa de su hija.

-Me alegra ver que no has olvidado cómo defenderte.- dijo sonriente.- Pero deberías controlar tu genio, no te preocupes, puedo reunirme en la taberna con el señor Leich y aclarar todo esto, en un par de días, con un poco de suerte dejará de insistir.-

-¿en serio?- dijo con una sonrisa de ilusión Emma.- ¿podrías hacerlo?-

-Puedo intentarlo, lo aclararemos y pondremos fin a este conflicto, pero hazme un favor y no te metas en más líos hasta entonces.-

-De acuerdo padre, gracias.-

Ambos se abrazaron y el cochero salió de la habitación de su hija.