N/A Gracias a todos por leer, agradecería enormemente que mostréis vuestras opiniones sobre este fanfic en los comentarios, ya que es la primera historia que escribo sobre esta película. Disfrutad de la lectura. :)

Había pasado media hora, Emma se encontraba leyendo a la luz de una vela colocada en la mesilla, no podía dormir, aunque no le agradaba Peter en absoluto tenía que admitir que se sentía culpable por lo que había pasado, no era su intención que Peter acabara así, solo quería alejarlo para que la dejara en paz. Escuchó un golpe seco contra el cristal de su ventana, miró hacia la crista, no parecía estar lloviendo, entonces algo volvió a golpear el cristal, algo perpleja se acercó a la ventana y miró a la calle, cuál fue su sorpresa y su disgusto cuando vio a Peter, ahora limpio y con otros ropajes bajo su ventana a la luz de una farola cercana que iluminaba su figura con un resplandor amarillento.

-¿qué quieres?- dijo en voz baja la muchacha.

-Hablar, sobre lo ocurrido hoy.-

No quiero hablar contigo ahora mismo...- dijo ella revisando que nadie les estuviera escuchando.

-Por favor, sé que no he sido un caballero contigo, solo me importaba el negocio lo reconozco, pero mi tío también me ha empujado a esto, no quería asistir al festival.- Emma arqueó las cejas aún algo desconfianza.-Quiero que empecemos de cero, desde el principio, finjamos que esto no ha ocurrido, sé que a tu padre no le conviene tener a mi tío de enemigo y sé que no merece la pena empezar una pelea entre familias por esto.. .por favor, baja y hablemos.-

Emma no deseaba estar con él, ni siquiera para hablar,pero sabía que el señor Leich era rico y poderoso y temía que pudiera hacer algo contra su padre y su familia.

-Está bien...- dijo a regañadientes.- Espera en la puerta de atrás. Bajaré enseguida.-

El chico corrió hacia un lateral de la casa para acudir adonde se le había pedido. Emma cogió unos zapatos negros y se los puso, se recogió de nuevo el pelo en una coleta y abrió la puerta de su habitación, el pasillo estaba despejado, a oscuras y sin nadie a la vista, olió el aroma de la cena que subía desde el piso inferior, su madre estaría preparando la comida para cuando su padre regresara de trabajar. Cerró la puerta de su habitación suavemente y se encaminó a las escaleras en silencio, bajó cada escalón con precaución, asegurándose de no hacer ningún ruido cuando las tablas de madera crujiese bajo sus pies. Cuando llegó al piso inferior se aseguró de que su madre no notase su presencia echando un vistazo a la cocina, su madre seguía concentrada en sus labores sin darse cuenta de la presencia de Emma. Despacio y en silencio, Emma se dirigió a la entrada trasera de la casa, la puerta de madera blanca estaba cerrada, aunque sin seguro, la familia solía cerrarla por completo antes de irse a dormir, pero a esas horas aún debería estar abierta. Emma apoyó con cuidado sus manos sobre el picaporte, girándolo lentamente para no hacer ruido, la puerta se desbloqueó con un suave "click" y la joven de pelo rubio se apresuró a salir para después cerrar la puerta de forma tan cuidadosa como la había abierto, giró hacia la derecha y no tardó en encontrarse con el joven que la había llamado.

-¿Ya estás contento?- preguntó ella con algo de enfado.

-Por favor, lo primero es ofrecerte mis más sinceras disculpas por lo ocurrido esta tarde, no debí presionarte.-

-Yo me disculpo también, por empujarte.-

-Sería un placer charlar contigo para hacer las paces y quedar como buenos conocidos dando un paseo, si eres tan amable.-

-¿Un paseo?-

-No iremos muy lejos lo prometo, solo una hora, volverás a casa antes de que tu padre regrese de trabajar.-

-Está bien.- aceptó ella.

Peter la ofreció su mano y ella, más por cortesía que por gusto la aceptó, ambos se encaminaron por el callejón y desaparecieron en la oscuridad.

-Lamento lo ocurrido de verdad, no esperaba que mi madre quisiera emparejarme contigo.- explicó ella.

-Yo tampoco realmente, fue una sorpresa también para mí, pero creo que ya no somos críos.-

-Tienes razón, deberíamos habernos comportado como adultos.-

-¿deberíamos?- arqueó una ceja el joven pelirrojo.

-Está bien... debería... yo...-

Peter rio jocoso.

-Es la primera vez que te escucho disculparte con alguien por algo.-

-No te acostumbres...-

-La verdad no me extraña que no quieras marido, de todas formas quien iba a casarse con una mujer tan cabezota y arrogante.-

-Creí que venías a disculparte.- dijo algo ofendida por las palabras de Peter.

-¿Y por qué debería ser yo el que se disculpase?- amenazó arrinconando contra una pared a la chica rubia que lo había humillado.

Fue entonces cuando Emma se dio cuenta de que no sabía dónde estaba y de que Peter la había arrinconado contra un muro en un callejón desierto.

-¿eres consciente de lo que has hecho?-

-Peter... déjame ir...-

-Me has humillado delante de todas las mujeres del pueblo...¿sabes que he tenido que oír las últimas horas del día? Bromas sobre lo ocurrido, sobre mi olor...¡me empujaste a una montaña de estiércol!- El chico agarró por los hombros a Emma antes de empujarla contra la pared.

-¡Suéltame Peter!- exigió asustada la joven rubia.

-Te has burlado de mí, y ahora vas a pagar lo que me debes.-

Peter empujó al suelo a Emma y se puso encima de ella, sus manos empezaron a subirla la falda hasta las rodillas.

-Después de esto no te quedará otra opción que casarte conmigo.-

Peter notó un golpe fuerte en la cara y lo siguiente que vio fue a Emma bajo su figura sujetándose la cabeza, ella le había dado un cabezazo en la nariz la cual ahora parecía sangrar como dos cataratas rojas por la parte inferior de su cara.

-Maldita puta.- dijo antes de poner sus manos sobre su cuello.

Emma empezó a notar como se la cortaba la respiración, intentó tragar pero su garganta ardía como si tuviera dentro el filo de un cuchillo, la estaba asfixiando, intentó apartar las manos del joven de su cuello y aunque lo arañó dejando marcas rojas en su piel no consiguió su objetivo, movió sus piernas y notó que no estaban retenidas, así que no se lo pensó mucho y con las pocas fuerzas que la quedaban dio un rodillazo a Peter en la entrepierna, él no gritó, pero contuvo el aliento mientras se tambaleaba por el dolor, eso hizo que aflojara sus manos y Emma aprovechó para arrastrarse por el suelo y apartarse de él.

-Esta vez no te escaparás Emma.- dijo Peter mientras veía a la chica, aún arrodillada en el suelo, recuperar el aliento.

Emma escuchó un ruido metálico frente a ella y lo siguiente que supo fue que recibió un golpe en la nuca que la derribó en el suelo, estaba aturdida y con dolor pero aún consciente, su visión estaba borrosa por el golpe, pero pudo ver a Peter de pie frente a ella con una barra metálica, probablemente desechos de alguna estructura vieja, pues el metal estaba oxidado y de un tono cobrizo.

-Vas a pagar todo lo que me has hecho.- y tras estas palabras empezó a golpear a la joven.

Primero la dio en el estómago, Emma se quedó sin aliento dificultando su respiración, la furia del joven empezó a aumentar y dio varios golpes seguidos a las piernas de la joven, Emma finalmente soltó un grito cuando notó como la rótula de su pierna derecha se hacía pedazos, sus gritos fueron ahogados cuando Peter golpeó de nuevo su cuerpo, esta vez en medio de la clavícula y lo último que pudo recordar fue a Peter, con sus ropas cubiertas por la sangre de sus piernas, pues el hueso se había partido y clavado en su piel y músculos los cuales estaban manchados de rojo.

La escena no duró mucho más pues en medio de su ataque de rabia pudo escuchar la campana del sereno que anunciaba los eventos de última hora al pueblo antes de que éste se fuera a dormir, soltó la barra metálica y salió corriendo escondiéndose entre las sombras, uno de sus pies pisó un charco llamando la atención del hombre, la cual llevaba un farolillo en una mano y la campana con la que anunciaba las noticias en la otra.

-¿quién anda ahí?- dijo sin poder ver a nadie.

El hombre de ojos azules y pelo y bigote rubios canosos acercó su linterna para iluminar mejor, pero al no ver nada empezó a acercarse.

-Si hay alguien salga ahora.- dijo el hombre de nariz redondeada y rojiza.- Soy Gepetto, el sereno, por favor no teman nada ¿qué ocurre?-

Finalmente Gepetto, que por aquel entonces no era carpintero sin no el sereno del pueblo llegó al callejón encontrando la escena del que vio lo horrorizó por completo y fue el motivo por el cual dejó ese empleo por el de carpintero, la muchacha que estaba tendida en el callejón estaba completamente ensangrentada, con golpes por casi todo el cuerpo y no parecía la campana y el farolillo sobre el asfalto se acercó a la joven y se agachó para revisarla, pero no daba respuesta, dudó por un momento, pero no era médico ni policía, no podía hacer nada allí.

-No te preocupes.- dijo levantándose y recogiendo sus utensilios de trabajo.- Traeré ayuda enseguida.-

Y como alma que lleva el diablo, Gepetto se encaminó hacia algún lugar en busca de ayuda.