Su propio rostro también enrojeció al escucharla, pero incapaz de hablar en ese momento la sintió darle otro beso en la mejilla para luego levantarse con prisa y escabullirse lejos de su alcance, probablemente en dirección al baño.
-Oye, Akane-Habló esperando que la chica volviera ante su llamado, pero no obtuvo respuesta.
Debería él seguirla? Su mente divagó en mil pensamientos en solo segundos
Se imaginó a sí mismo deteniendo a su esposa de cerrar la puerta del baño.
-Ranma, que estás haciendo?!-reclamaría Akane detrás de la puerta, negándole el paso.
-No tienes que hacer esto-intentaría él pero ella no cedería ni un centímetro, con lo terca que era.-Escucha, Kasumi no tiene idea de cómo soy yo.
-Pero, Ranma, es que además... qué pasa si no te gusta algo de mí?
-Y qué sería eso?-cuestionaría apoyado a la puerta- Me gusta absolutamente todo en ti. No necesitas hacer esto, no soy un salvaje. Y lo único que deseo es a mi esposa.
Y era verdad, pero decir algo así le haría estallar la cara de vergüenza. No. Si ya casi había dicho demasiado.
Se lo pensó un poco más y divagó mentalmente en aquel escenario
-Es que Kasumi dijo...
-Kasumi no sabe lo que dice. Mira que decir una cosa así en nuestra noche de bodas!
"Usa algo más cómodo cuando estén solos, no sea que Ranma dañe tu vestido, con lo lindo que es"
Como si él fuera un bruto!
-Pero el cierre de mi vestido es muy difícil de abrir-le comentaría su esposa con voz burlona-Seguro que quieres intentarlo?
-Por supuesto! Crees que un tonto cierre puede conmigo?
En aquellas cavilaciones se encontraba cuando creyó escuchar murmullos fuera de la habitación.
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-Akane, me ayudas un momento en la cocina?-pidió su hermana mayor-Quiero preparar un poco de té
-Sí-respondió de inmediato la menor
Ranma la detuvo antes de levantarse tomando su mano bajo la mesa
-No te tardes-le susurró al oído
Ella asintió sonriente, levantándose para seguir a Kasumi a la cocina.
La mayor de las hermanas le sonrió al verla llegar tras de sí y con cariño la tomó de ambas manos, sosteniéndola de ese modo, en silencio, durante algunos segundos.
-Akane-Habló finalmente Kasumi con rostro serio-Hay mucho que debería haberte dicho hace tiempo, pero con las prisas no creo que alcancemos a cubrirlo todo ahora mismo.
La chica de cabello corto se sonrojó adivinando ya de que iría aquella conversación.
-Estoy tan feliz por ustedes, ahora ya están casados-empezó a explicar ella-pero Ranma es un chico joven y tan enérgico.-caviló
Akane en serio quería detener la conversación pero no encontraba las palabras.
Qué estaba diciéndole Kasumi sobre Ranma?
-No quiero abrumarte Akane-añadió su hermana-Supongo que el único consejo que se me ocurre darte es: Usa algo más cómodo cuando estén solos, no sea que Ranma dañe tu vestido, con lo lindo que es.
La menor de las hijas de Soun quería huir de la cocina pero en lugar de eso sus labios se movieron formulando la pregunta sin permiso. Y se arrepintió de inmediato.
-Por qué Ranma dañaría mi vestido?
Kasumi sonrió llevándose la mano derecha al rostro en un gesto conocido.
-Es solo que...-Kasumi pareció buscar las palabras que sonaran menos escandalosas-bueno, recuerdas lo que te conté sobre mi luna de miel? Tofu echó a perder mi Kimono-Se quejó con tristeza, desde luego que Kasumi no mencionó que las prendas del doctor también resultaron afectadas por ella.- Al ser Ranma un joven con mucha energía y pues si aplicas eso a tu noche de bodas, el vestido...
-De acuerdo, lo entiendo, me cambiaré!-la interrumpió nerviosa Akane.
-Bien-Kasumi abrazo a su hermana menor. Se dijo a sí misma que aquel era un buen consejo.
La tetera en el fuego empezó a silbar avisando que el agua ya había hervido
En realidad quería aportar algo a los recién casados y el cuidado de la ropa de su hermana se le hizo sumamente importante mientras cenaban.
Lo mejor era cuidar las prendas o Akane tendría que llevar las piezas remendadas después.
Y es que Ranma parecía un hombre muy pasional, de los que no te dejan con ganas pero si con ropa dañada, al igual que Tofu que prácticamente...y ya había arruinado varias blusas suyas.
Kasumi apartó los recuerdos de su noche de bodas, y de sus noches en general, así como sus ideas sobre ropa estropeada en medio de la pasión, y sonrió candidamente a su hermana menor.
- Deberíamos volver, el té se enfría.
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Los murmullos se hacían cada vez mayores. Ranma entornó los ojos aún sentado en la cama. Ni siquiera hacia falta abrir la puerta para adivinar quiénes eran.
Aún así con el peor de los ánimos y casi echando humo por las orejas abrió de golpe la puerta.
Soun Tendo y su propio padre, convertido en panda, cayeron de bruces dentro de la habitación.
-Se puede saber qué demonios están haciendo aquí?!
Ambos se miraron entre sí, retrocedieron a gatas e intentaron sonreír en disculpa, balbuceando torpemente frases de borracho.
Pronto el rostro de su esposa apareció tras la puerta del baño.
-Qué pasa?-preguntó alarmada
-Están dementes, nos estaban espiando!-gritó cabreado.
Cuál era la excusa está vez? Se había casado ya, que les costaba comportarse como la gente normal y darles un poco de espacio? No se supone que estaban perdidos de borrachos? Si hasta parecía que la intención era mantenerle lejos de su esposa y eso sí que no lo pensaba tolerar más.
-No es eso, hijo, solo querían saber si estaban bien.-la voz de Nodoka, un poco más atrás de los ebrios patriarcas, destacó en el alboroto.
-Cómo demonios vamos a estar bien con ustedes!-gritó y se arrepintió al ver el rostro de su madre.
-Ranma Saotome, no me hables en ese tono.-le regañó, aturdida aún por el alcohol.
-Tía Nodoka-intervinó Akane ya cambiada en su habitual y holgado pijama amarilla.-Esto ya es el colmo!-declaró avanzando hasta estar junto a su esposo.
-Oh, querida, lo sé. No se preocupen, me haré cargo de este par.
Ni bien se había llevado su madre al viejo panda y a Soun Tendo a rastras de regreso al piso de abajo, el chillido de Pchan se escuchó a lo lejos, probablemente en la entrada de la propiedad.
- Me lleva el Diablo!-se quejó Ranma entre dientes
Hasta ahí había llegado su suerte. El imbécil cerdo se lanzaría a los brazos de su esposa, como de costumbre y Akane, por supuesto, querría mimar a su mascota y se olvidaría de él.
Ni pensarlo. Esas atenciones no las pensaba permitir. Y no por que él fuese celoso, que va!. Es que Ryoga tenía que entender de una buena vez que Akane era su esposa! Todos tenían que entenderlo!
Lo difícil sería convencer a la testaruda mujer de cabello corto de mantenerse al margen de ese cerdo.
-Chica violenta, me las pagarás, has embrujado a mi airen!-la amenaza se escuchó cercana, quizás al inicio de las escaleras
Joder, también Shampoo estaba ahí!
-Saotome, dónde estás? miserable, aprovechado. Cómo osas llamarte el esposo de mi flor salvaje?
-Ranma, no sé con qué te han chantajeado está vez, pero estoy aquí para ayudarte-las espátulas de Ukyo resonaron al chocar, casi seguro con el tonto de Kuno
En serio? Tenía que ser una broma! Por qué estaban todos esos locos ahí...Nabiki-razonó de inmediato.
Miró a su prometida, que seguía sin decir ni media palabra.
-Lo lamento tanto, Akane. Es todo culpa mía.-se disculpó sincero-Me desharé de todos, no te preocupes.
La chica ni siquiera lo miró, suspiró cansada y sin más entró a la habitación dejándolo solo en el pasillo.
-Ranma!-la voz femenina lo obligó a salir del estado en el que se encontraba.
Akane estaba frente a él, con gesto casi divertido.
-Te quedaste dormido o es que me veo tan bien que te he dejado sin palabras?
Qué si se veía ella bien? Se veía endemoniadamente bien!
Parpadeó varias veces antes de darse cuenta de que no había salido nunca de la habitación de Akane, seguía aún sentado en la cama.
La pista más obvia de que solo estaba divagando, alucinando o soñando era cómo iba vestida ella.
El pijama amarillo no estaba por ninguna parte. En su lugar, la blanca y tersa piel de su prometida, es decir de su esposa, lucía encantadoramente en un conjunto de seda negro, uno que apenas le cubría y se ajustaba al cuerpo como un guante.
La línea de encaje demarcaba el inicio de las bien formadas piernas y casi podía imaginar cómo se veía si se daba la vuelta, mientras la parte superior de esa, que estaba seguro era la mejor pijama del mundo, se ajustaba resaltando los turgentes senos.
-No dirás nada, Ranma? Me veo bien? Kasumi me lo obsequió en Navidad.-le comentó ella sacándolo de sus pensamientos.
Kasumi era la mejor cuñada, cuán bien lo conocía. Ese era un regalo maravilloso, era totalmente de su gusto. O quizás era solo porque Akane lo estaba usando pero lo cierto es que apenas podía pensar con claridad, pues con esa imagen la sangre en sus venas empezaba a calentarse nuevamente y la tela de su pantalón resentía la falta de espacio.
-No sabía si debía usarlo, es un poco pequeño.-Akane jugaba a estirar la tela, quizás con la intención de cubrirse un poco más- Te gusta?-preguntó con la mirada clavada en él.
Ranma se apoyó con ambos codos en la cama, aún sin responder a la pregunta, ampliando el ángulo de visión.
-Todavía no lo sé-dijo recorriendo la figura femenina con la mirada sin el menor pudor.
-Bien-Akane se dio la vuelta lentamente y lo miró sobre su hombro derecho-Qué opinas?-preguntó con coquetería
Estaba bien, se dijo una vez más al escucharla decir eso. Estaba bien sentirse así.
Y quería guardar esa imagen de ellos en su memoria para siempre.
-Me encantas, Akane.-respondió incorporándose tan alto como era.
La rodeó con sus brazos, atrayéndola hasta él para besarla con ternura y deseo mezclados. Con amor, concluyó mientras la llevaba de vuelta a la cama.
Volvió a sentarse en el borde del colchón, con Akane en su regazo. Sus manos ardían sobre la piel fresca de su esposa, ansiosas por descubrirla.
La ropa que ella usaba salió airosamentea a salvo con rapidez y cayó lejos de ellos. Le gustaba sí, pero le gustaba más verla de esa manera junto a él.
Pero en ese momento se dio cuenta de que no recordaba haber visto o leído nada más allá de esto. Tendría que improvisar. Al fin y al cabo, no es que las ideas le faltaran.
-Me detengo?-preguntó rogando internamente no tener que hacerlo.
Akane negó con fuerza y volvió a besarlo, rodeándolo con sus brazos delgados.
Bajó despacio por el cuello femenino, abandonando sus labios para llenar de besos el resto de su cuerpo. Hizo escala en sus pechos, perfectos, no tan grandes ni tan pequeños, se deleitó con ellos larga y tortuosamente, mientras su mano se alargaba cruzando las fronteras que ningún otro hombre podría jamás. Se perdió en el calor húmedo, jugando a un ritmo pausado entre los pliegues. A sus dedos se unieron pronto sus labios y pudo probar por primera vez ese algo de Akane al que ya se sabía adicto, su lengua se paseó calmadamente, recorriendo cada milímetro sin prisas a pesar de sus propios deseos hasta que la voz aguda de la mujer llenó la habitación con su nombre.
Levantó la cabeza, sintiéndola estremecerse y se deslizó a gatas hasta ella para volver a besarla.
-Estás bien?-preguntó
-Sí-respondió Akane agitada-Ranma, te necesito-afirmó y su pantalón, que estaba a punto de reventar igual que él, finalmente fue arrojado a una esquina.
Como tantas veces, en sus sueños se convertían en uno solo, pero está Akane, está que le devolvía las caricias, la que le animaba alentándolo con sus suspiros, con los gemidos que intentaba acallar con vergüenza usando el dorso de su mano. Esa mujer que le arañaba la espalda, la que desordenaba sus cabellos, la misma que con el rostro sonrojado le pedía más de él, esa Akane era real.
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El sol de la mañana se coló entre las cortinas. Ranma se estiró desperezándose, se sentía genial, vivo. Una sonrisa enorme se dibujó en sus labios al ver el reguero de prendas en el piso y la habitación en la que se encontraba. Era la confirmación de lo que solo esas paredes habían sido testigos, sin embargo Akane no estaba a su lado.
Acaso estaba avergonzada y huia de él?
-Qué tonta es!-se dijo y se dispuso a bajar de la cama.
Miró el cielo a través de la ventana y le pareció que estaba más azul, incluso creyó que el canto de las aves estaba mejor entonado.
-Ranma, está listo el desayuno-la alegre voz de Akane entrando a la habitación lo hizo estremecerse
El desayuno preparado por Akane...oh, su hermoso momento de fantasía arruinado tan pronto el horario de comer llegaba.
-Ranma, Kasumi nos envió temprano el desayuno-la escuchó decir y su alma, que casi escapaba por la ventana volvió a su cuerpo
-Grandioso, tu hermana es un ángel!
La mujer de ojos marrones lo miró sin un ápice de simpatía o afecto.
-Vamos, no estarás molesta conmigo?-preguntó acercándose para besarla aunque ella lo evitó interponiendo su mano-Ya aprenderás a cocinar, después, quizás para la próxima navidad, Akane.
-Te estaré esperando abajo-fue la respuesta de su esposa-Nuestros padres salieron-le avisó
La vio caminando hacia la salida vistiendo los diminutos jeans negros y la blusa oscura, descalza, con su corto cabello negro con reflejos de azul y las bonitas caderas moviéndose al compás como una seductora y linda pantera.
Casi sin darse cuenta la siguió, embelesado con el movimiento.
-Ay, Ranma!-se quejó, inicialmente escandalizada, pero luego le sonrió divertida-Pervertido
La vida de casados parecía prometedora si era a su lado.
-No te enojes, mi mano se movió sola-se justifico, entonces sí, dándole un beso a su esposa. Suya por siempre, incluso si vivía nueve vidas, como un gato, las quería todas junto a ella.
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Nota de la autora:
Holisss...ya se terminó noviembre y con él también este fic que es corto pero muy querido para mí.
Yo sé, yo sé, esto no está ni cerca de ser un escrito lemon pero, qué puedo hacer? No soy buena para describir las escenas así, me salen cursis o no sé algo que ni idea jjajaja ay, lloro.
En una nota sin ninguna relación, creo que tengo unos fics pendientes por publicar su conclusión, los terminaré en este diciembre, lo juro solemnemente.
Al margen de eso, espero que la lectura haya sido de su agrado. Como siempre mil gracias por leerme, se les quiere mucho, pero mucho, mucho. Besitos!
